Título: fronteras internacionales”

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Título: “Propuesta teórico-metodológica para el estudio sociológico de las
fronteras internacionales”
Eusebio Medina García
Universidad de Extremadura
Resumen
Con este trabajo pretendemos llamar la atención de los sociólogos sobre las fronteras
internaciones como objetos de investigación de creciente interés, así como sobre la
necesidad de profundizar en el conocimiento sobre las mismas desde una perspectiva
propiamente sociológica. Para ello realizamos, en primer lugar, una aproximación
teórica al fenómeno de las fronteras, para desarrollar a continuación, una propuesta
teórica-metodológica que sirva para abordar el estudio de las fronteras internacionales
desde un punto de vista sociológico e integrador. La metodología que proponemos se
asienta en unos principios teóricos y epistemológicos concretos y nuestro modelo
explicativo está inspirado en la “teoría del campo social dinámico” o “campo
sociocultural” (Sztompka, 1995: 31-34), la cual plantea una imagen fluctuante y
procesal de la realidad social (Elias, 1978; Giddens, 1985). Dicho modelo se articula en
cuatro dimensiones básicas: ideacional, normativa, materialista y agencial. El modelo es
dinámico e interactivo y presupone la existencia de relaciones complejas entre las cuatro
dimensiones del campo a diversos niveles (macro-medio-micro), así como de una cierta
autonomía en cada una de ellas. Está enmarcado, además, por dos vectores
fundamentales: el espacio y el tiempo. La dimensión espacial se refiere tanto a sus
aspectos tangibles como intangibles del territorio, mientras que la variable temporal nos
remite a la dimensión histórica de las fronteras, a su devenir, considerando que éstas
evolucionan constantemente, aunque manteniendo un fondo de identidad (una mismidad
persistente) suficiente como para poder ser estudiadas como “hecho social total”
(Mauss, 1924).
Palabras clave: fronteras
epistemología, hecho social.
internacionales,
modelo
explicativo,
metodología,
Introducción
Las fronteras internacionales son creaciones singulares y sustanciales del ser humano,
respaldadas a veces por la orografía y otras veces no. A lo largo de la historia han
variado considerablemente las percepciones sobre las fronteras, así como su intensidad.
Las fronteras son barreras y espacios de interacción al mismo tiempo, acordes con su
naturaleza ambigua y polisémica (Lisón, 1997). La progresiva sedentarización de las
sociedades humanas marcó el inicio de un vasto proceso que culminó con la
instauración generalizada de fronteras políticas y administrativas más o menos flexibles,
vinculadas especialmente con la identidad cultural, el ejercicio del poder y la fiscalidad
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(Douglas Taylor, 1996), (Mitre Fernández, 1997). Dicho proceso presenta actualmente
nuevas singularidades que superan el tradicional concepto de frontera estatal,
perfectamente definida por un límite fijo sobre el territorio. Las fronteras
contemporáneas adquieren formas y funciones emergentes. Son fronteras móviles y
difusas que atañen a cuestiones relacionadas con la seguridad, la tecnología, la
migración, la cooperación, la política, la tecnología… además de plantearnos nuevos
retos teóricos y epistemológicos (Amilhat-Szary & Giraut, 2015).
Actualmente las fronteras políticas son rebasadas de múltiples maneras (Ruíz, O.T.,
1996), cediendo ante el empuje de un capitalismo postindustrial caracterizado por una
creciente integración económica a escala mundial, así como por la multiplicación de
actores supranacionales que asumen buena parte de las competencias tradicionales
atribuidas a los estados. Los propios estados nacionales han propiciado el debilitamiento
de sus fronteras tradicionales y la emergencia de un nuevo paradigma, en el que la
realidad fronteriza se vislumbra desde una perspectiva compleja, internacional y
transfronteriza, inserta en diversos procesos de globalización (Castells, 1998), de
reivindicación y reestructuración de las identidades colectivas (Zavala de Cosio, 1997),
(Valenzuela Arce, 1998), (Velasco Ortíz, 2002). Un escenario en el que emergen, al
mismo tiempo, nuevos conglomerados transnacionales y nuevas fronteras étnicas,
religiosas, sociales y culturales hacia el interior de los propios estados (Silván, 2008).
Las fronteras contemporáneas también son espacios de poder y contrapoder en los que
proliferan los “no-lugares” (Augé, 1992).
Desde una perspectiva metodológica, las fronteras internacionales han sido abordadas
especialmente desde la historia y la geografía, enfatizando su función como límites y
como frentes de expansión. No obstante, y a pesar de las cada vez más numerosas
contribuciones al estudio de las fronteras internacionales no disponemos de una
metodología específica que las contemple desde una perspectiva holística ¿Cómo
abordar el estudio de las fronteras desde su complejidad?
Principios teóricos y epistemológicos
Nuestra propuesta metodológica se asienta en los siguientes principios teóricos y
epistemológicos:
1.- Consciencia de la naturaleza compleja, ambigua y polisémica de las fronteras.
2.- Visión procesal, dinámica, fluida e interactiva de la realidad; interesada más por
comprender los procesos que por las descripciones.
3.- Perspectiva interdisciplinar que permite la conjunción de múltiples aproximaciones
sobre el objeto de estudio y el empleo de una pluralidad de enfoques metodológicos y
herramientas de investigación.
4.- Enfoque “glocal” que trata de poner de manifiesto las relaciones e interinfluencias
entre las dimensiones macro-micro de la realidad (interacciones entre estructuras y
agencias), mediante el uso de una perspectiva “emic-etic”.
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5.- Ámbito de estudio transfronterizo (delimitación geográfica de la zona de estudio).
6.- Elaboración de modelos para ordenar la información, desarrollar tipologías, realizar
comparaciones y modelizaciones.
7.- Visión crítica e intervencionista sobre las fronteras que pretende conocer la realidad
para transformarla (mejorarla) mediante una intervención reflexiva.
Metodología
A nivel teórico metodológico, esta propuesta se posiciona en una perspectiva dinámica
y procesual en la que las fronteras se consideran construcciones sociales que se
transforman de manera permanente a partir de las prácticas materiales y simbólicas de la
sociedad, espacios donde los territorios no “son”, sino que “están siendo” (Benedetti,
2014: 15). Por otra parte, siguiendo a Raffestin (1980), a Sack (1986) y sus “geografías
del poder”, dichas construcciones sociales están mediatizadas por el ejercicio del poder
en sentido amplio, dando pie a una concepción “relacional y flexible” entre “espacio y
poder” que se interesa no solo por los “territorios permanentes”, aparentemente
inmóviles, sino también y especialmente por las “territorialidades móviles, temporarias
y de límites elásticos” (Benedetti, 2014:14). Consecuentemente, consideramos tanto al
territorio como a las identidades territoriales asociados al mismo como “construcciones
históricas, procesos abiertos y contingentes” (Benedetti, 2014:15).
Proponemos una metodología ecléctica y una “perspectiva glocal” que nos permita
alcanzar una visión integrada, mediante la conjunción equilibrada entre los aspectos
tangibles e intangibles, macro y micro, interpretativos y comprensivos, singulares y
compartidos, funcionales y críticos racionales de las fronteras internacionales, basada en
la exploración de los orígenes, del imaginario, los significados, las normas, los recursos,
los flujos, las vivencias y su evolución. Esta perspectiva “glocalista” trata de
“…penetrar en la interrelación entre las dos dinámicas opuestas, pero complementarias
y en modo alguno incompatibles, de la globalización y la localización” (Moreno, 2008:
110), poniendo de manifiesto la íntima y compleja relación que existe entre ambas
dimensiones y supone, en gran medida, la asunción de un nuevo marco teórico y
epistemológico de la investigación social, en el que la perspectiva etnográfica orientada
al estudio de las sociedades postindustriales y el enfoque crítico-racional adquieren una
gran relevancia (Augé, 1992) (Moreno, 2008: 134 y ss.)
El contexto no solo sirve para establecer el marco referencial en el que se desarrollan las
historias particulares, sino que muchas veces adquiere la dimensión de variable
explicativa en sí mismo, imprescindible para entender el origen de un determinado
fenómeno, así como las circunstancias externas en las que dicho fenómeno se inserta y
se desarrolla. En este sentido, prestamos una especial atención al contexto desde el
punto de vista histórico, político, económico, social y cultural. Solo teniendo en cuenta
esta perspectiva general podremos llegar a entender el origen de determinados sucesos y
situaciones de carácter individual. El contexto y su evolución son útiles para explicar la
convergencia, la similitud de las historias individuales y también las divergencias, los
conflictos, los procesos de cambio y de transformación social; sin embargo, no alcanzan
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a darnos cuenta de la esencia de los fenómenos sociales, la cual radica,
fundamentalmente, en los individuos, en sus vivencias y en sus interacciones en el seno
de la sociedad. El contexto puede ayudarnos a entender las características básicas de un
sujeto y sus circunstancias pero resulta insuficiente para comprender, de manera
intrínseca, el sentido profundo, original e irreductible de esa vida y sus aconteceres.
Modelo explicativo
Nuestro modelo explicativo está inspirado en la “teoría del campo social dinámico” o
“campo sociocultural” (Sztompka, 1995: 31-34), la cual plantea una imagen fluctuante y
procesal de la realidad social (Elias, 1978; Giddens, 1985). Dicho modelo se articula en
cuatro dimensiones básicas: ideacional -identidad-, normativa –leyes-, materialista –
economía- y agencial –vida cotidiana-. El modelo es dinámico e interactivo y presupone
la existencia de relaciones complejas entre las cuatro dimensiones del campo a diversos
niveles (macro-medio-micro), así como de una cierta autonomía en cada una de ellas.
Está enmarcado, además, por dos vectores fundamentales: el espacio y el tiempo. La
dimensión espacial se refiere tanto a sus aspectos tangibles como intangibles del
territorio, mientras que la variable temporal nos remite a la dimensión histórica de las
fronteras, a su devenir, considerando que éstas evolucionan constantemente, aunque
manteniendo un fondo de identidad (una mismidad persistente) suficiente como para
poder ser estudiadas como “hecho social total” (Mauss, 1924).
Características del modelo:
i.
ii.
iii.
iv.
v.
vi.
vii.
viii.
ix.
x.
xi.
xii.
xiii.
xiv.
Es un modelo genérico: una representación abstracta de la realidad.
Tiene afán de generalizar: pretende abarcar todos los casos.
Defiende que el todo es distinto a la suma de sus partes.
Se articula en cuatro subcampos de interacción: ideacional, normativo,
materialista y agencial, soportados sobre dos dimensiones transversales: espacio
y tiempo.
Los subcampos están interrelacionados de manera compleja a diversos niveles y
disponen de cierta autonomía.
Admite y administra una gran cantidad de información numérica y no numérica.
Es parcialmente operacionable: susceptible de convertirse en algoritmos.
Es parcialmente modelable: susceptible de modelización virtual.
Permite describir, comparar, comprender y pronosticar.
Se sustenta en la observación empírica, la reflexión teórica, el análisis
comparativo y la intuición.
Es un modelo escalable que sirve para estudiar las fronteras en toda su extensión
o bien tramos concretos de las fronteras.
Trata de conjugar los análisis macro-micro, integrándolos en una “perspectiva
glocal”.
Se enriquece con los resultados y aprendizajes derivados de su aplicación
práctica.
Constituye en sí mismo una fuente de hipótesis y de reflexión teórica.
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Dimensiones del Modelo
Dimensión ideacional: imágenes y representaciones
En este nivel se concentra el imaginario colectivo, la visión que impera sobre los otros semejantes y extraños, amigos y enemigos-, las barreras que nos separan de ellos:
étnicas, lingüísticas, religiosas… (Lisón, 1992). El nivel ideacional es el subcampo de
las representaciones colectivas manifestadas en el acontecer diario y expresadas a través
de los símbolos, las celebraciones, la pintura, el cine, la música, la literatura... La
producción artística y la hermenéutica devienen imprescindibles para explorar estos
aspectos esquivos a la cuantificación. Es importante indagar en las imágenes que
proyectan los artistas, especialmente los artistas que trabajan sobre lo fronterizo, porque
actúan como catalizadores, como instrumentos de transmisión de saberes que les
trascienden, que están ubicados más allá de la mera comprensión. Este enlace empático,
trascendental, con la propia identidad se condensa y se soporta principalmente en
imágenes y en símbolos. Su producción y reproducción se insertan en un proceso de
remodelación constante, tanto de los contenidos y las formas como de los sujetos, los
soportes, etc.; y en consecuencia, de la propia identidad. Esta es la base intangible sobre
la que se construye la “diferenciación territorial”, mediante la cual los países tratan de
distinguirse de sus vecinos e imaginarse como comunidades singulares, diferentes. Los
procesos que anteceden y acompañan a la institucionalización de la diferencia mediante
el establecimiento de marcas y límites sobre el territorio suelen ser de carácter
conflictivo y muy relevantes, ya que la diferenciación simbólica junto con el
establecimiento de fronteras para acotar un territorio y a la población son aspectos clave
en el proceso de formación de las fronteras políticas (Benedetti, 2014: 18-19). En dichos
procesos, las relaciones de poder dadas en un momento histórico determinado juegan un
papel determinante, ejerciendo su particular violencia simbólica (Bourdieu y Passeron,
1977) y utilizando a la tradición, real o inventada, como fuente de justificaciones y
como principal referente (Hobsbawm y Ranger, 1985).
Dimensión normativa: leyes
Las leyes legitiman propiamente a la frontera política, la frontera del poder; la cual se
identifica, generalmente, con la emergencia y consolidación de los estados nación
europeos; aunque sin duda, las fronteras políticas tienen un origen mucho más antiguo.
En este subcampo ubicamos a las instituciones públicas, las normas y las leyes que
emanan del poder en un sentido amplio, así como los mecanismos y los procedimientos
para elaborarlas, aprobarlas y aplicarlas, incluidos los recursos humanos y los
dispositivos de control y vigilancia establecidos para evitar su trasngresión y para
hacerlas cumplir. Los acuerdos, convenciones, tratados, protocolos, etc. entre estados y
grupos de estados son manifestaciones explícitas de la vinculación del poder con las
fronteras internacionales, dando pie a lo que Benedetti denomina “proceso de
fronterización”. El concepto de “fronterización”, se refiere “al conjunto de objetos y
acciones que el poder central va estableciendo, generalmente cerca del límite pero no
inevitablemente, con la intención de controlar la accesibilidad”. Este conjunto de
elementos (políticos, legales, físicos, culturales, económicos…) dispuestos en los
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límites y en las zonas fronterizas son los que realmente conforman la frontera política
desde el punto de vista físico e institucional y cuyo fin principal es:
“…efectivar el control ante situaciones actuales o potenciales de egreso/ingreso
mediante un filtro para lo que pueda moverse a través del límite, según un sistema de
normas e intereses, pero también de lo que pretende localizarse en sus inmediaciones,
siguiendo determinados principios de seguridad nacional”. (Benedetti, 2014: 24).
Siguiendo a Benedetti (2014), la fronterización incluye al menos tres subcomponentes:
distritos, pasos y puestos de control –fijos o móviles- que dan pie a un complejo
fronterizo nacional donde se hace efectiva la presencia institucional del Estado en la
frontera. La suma de dos complejos fronterizos da pie a un complejo fronterizo
binacional y la de tres a un trifonio o triple frontera (pp. 28 y 29). Estos complejos
fronterizos constituyen una de las dimensiones principales de los espacios fronterizos,
los cuales deberían “pensarse como conjuntos indisociables, solidarios y contradictorios
de objetos y acciones, que no deberían considerarse aisladamente y que forman el
cuadro en el cual ocurre el devenir social” (Santos, 1996; cit. pp. 16). En este sentido,
no es conveniente separar radicalmente a la frontera política –border- de los espacios
fronterizos adyacentes –frontier-, puesto que ambos van indefectiblemente unidos y
tratarlos de manera aislada violenta la naturaleza misma del fenómeno.
En este apartado, resulta igualmente importante describir el contexto político externo,
especialmente el más inmediato, tomándolo como marco de referencia para estudiar la
naturaleza de las relaciones internacionales entre estados vecinos. Es preciso proyectar
una visión histórica de las relaciones políticas transnacionales e internacionales de los
estados fronterizos, de las decisiones políticas que han tenido mayor repercusión sobre
dichos espacios, de las disposiciones y tendencias, de los conflictos, de los posibles
escenarios de futuro, etc.
Las normas y las leyes reflejan, en general, la visión de lo político sobre la frontera,
ejerciendo una influencia estructural casi inmediata sobre los demás niveles.
Probablemente sea en este nivel normativo-legal donde se produce una correlación más
directa entre acciones y efectos. Las relaciones políticas entre dos o más estados y
particularmente las normas y disposiciones legales relativas a las fronteras -Acuerdos,
Tratados, Protocolos, etc.-, a las que dichos estados se someten, condicionan
generalmente la evolución de los flujos de intercambio y el conjunto de las
interacciones que se dan en los espacios de frontera, configurando incluso nuevas
identidades y representaciones colectivas. El análisis del repertorio legal sobre las
fronteras debe complementarse con el estudio de los procesos concretos para tomar
decisiones y los recursos dispuestos para ejecutarlas, procurando identificar y medir, en
la medida de lo posible, los efectos previstos e imprevistos de dichas acciones a nivel
macro, medio y micro.
Dimensión materialista: flujos, recursos, infraestructuras…
Esta es probablemente la dimensión más cuantificable de todas, aunque presenta
múltiples conexiones con los demás subcampos. Se refiere al substrato o base material
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sobre la que se sustenta la economía. Es la frontera de los flujos y de los intercambios
económicos, de los mercados de trabajo y capital, ligada estrechamente con la frontera
fiscal y burocrática, con las vías de comunicación y las aduanas, pero también con otras
actividades alternativas, generalmente ilícitas, practicadas por las comunidades
fronterizas a lo largo del tiempo, y que reflejan un complejo juego de demandas,
interacciones e intereses compartidos entre la gente de la frontera y con otros agentes
externos.
En un espacio de frontera se dan generalmente, de manera conjunta, flujos de
intercambios lícitos e ilícitos. El volumen relativo de dichos flujos apunta, directamente,
a la naturaleza más o menos porosa de la frontera. La presencia de importantes tráficos
ilegales de personas y/o mercancías denota una frontera rígida, una frontera de poder, en
la que las relaciones institucionales transfronterizas están truncadas y son generalmente
distantes, cuando no hostiles y enfrentadas abiertamente. Interesa desarrollar, en este
subcampo, el estudio de epifenómenos ligados a la frontera tales como los
contrabandos, los flujos migratorios, etc.- Respecto al contrabando es preciso distinguir,
al menos, entre contrabando de subsistencia y otros contrabandos; establecer el ranking
de los productos contrabandeados más importantes y, si fuera posible, el volumen
aproximado y su evolución en el tiempo, los centros de origen y destino, los itinerarios,
los puertos y los pasos, los actores principales, sus interacciones, las redes del
contrabando, etc. (Medina, 2003).
La naturaleza y el nivel de los intercambios materiales transfronterizos –lícitos- está
condicionado en gran parte por las características de los respectivos modelos de
producción (economías), por la coyuntura política, así como por los acuerdos y las leyes
que regulan las transacciones comerciales transnacionales, las cuales se aplican
mediante normas y reglamentos técnicos y administrativos, mecanismos de vigilancia y
de control, registros, imposiciones, gravámenes de las operaciones, etc. Aquí
encontramos las causas originales que han dado pie a muchas fronteras políticas. La
fiscalidad está presente en su origen y en su institucionalización. El establecimiento de
una frontera-aduana no constituye un fin en sí mismo sino un afán por delimitar el
territorio para controlar y gravar los tránsitos y los intercambios en beneficio de un
poder instituido (Hinojosa Montalvo, 1998).
Hasta donde sea factible, deberán identificarse las características principales de las
economías nacionales y regionales respectivas, identificando y cuantificando sus
principales productos y recursos, sus fortalezas y oportunidades, debilidades y
amenazas, caracterizar los respectivos mercados de trabajo fronterizos y transfronterizos
y su dinámica a nivel local, comarcal, regional, etc., describir los flujos financieros
transfronterizos, su procedencia y destinos, el nivel de las transacciones comerciales
hacia uno u otro lado, identificando al menos los principales productos, los puntos de
origen y destino, los sistemas y las redes e infraestructuras de transporte y de
comunicación, la evolución de los intercambios, las dinámicas demográficas, los flujos
de personas, etc. etc. Todo ello en base estadísticas oficiales contrastadas, si las hubiera,
con los datos relativos a cada país fronterizo desagregados por regiones y subregiones.
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Para tratar de caracterizar una parte de estos flujos e interacciones que se dan en las
fronteras internacionales sugerimos recurrir al concepto de “movilidades” –caminos y
trayectorias- que se producen en el espacio fronterizo propuesto por Benedetti (2014).
Dichas interacciones, suelen estar condicionadas por el límite internacional que
establece la frontera y son diversas; algunas tienen por objeto el propio límite fronterizo
o son exclusivamente de carácter interno, mientras que otras transcienden dicho límite y
se prolongan más allá del espacio fronterizo y transfronterizo (p. 37). Algunas de las
configuraciones –patrones- que producen las movilidades en los espacios fronterizos
son: a) túneles, b) radiales, c) marca-camino y d) escalera de pintor. Dichas movilidades
dan pie a diversos tipos de trayectorias, como por ejemplo: a) urbanas nacionales, b)
urbanas binacionales, c) fronterizas unilaterales, d) interiores, e) translimítrofes, f)
transfronterizas nacionales, g) transfronterizas binacionales (Benedetti, 2014: 38-41).
Estas tipologías están elaboradas a partir de casos reales en un contexto fronterizo
determinado, de ahí que, sin ser exhaustivas, revistan un gran interés como herramienta
descriptiva y clasificatoria de las movilidades presentes en un espacio de frontera,
dando cuenta al mismo tiempo de su heterogeneidad.
Dimensión agencial: vivencias y experiencias
Este subcampo se configura sobre un escenario esencial de interacciones, de afinidades
y oposiciones. No podemos comprender la realidad de un espacio de frontera sin tener
en consideración las vivencias, las expectativas y las experiencias vitales de los sujetos
que habitan en esos espacios liminares. Aquí estamos frente a la dimensión personal y
subjetiva de la frontera y de los fronterizos (Favet, 1997). Una visión que se aloja en la
conciencia de los sujetos, conformada en base a las experiencias comunes y singulares
de cada uno, a sus historias de vida singulares y compartidas que configuran la propia
identidad y la peculiar relación con el Otro (Medina, 2006). Interesa registrar aquí tanto
las actividades circulares y recurrentes, como reflejos de estrategias conjuntas de
reproducción social, como las prácticas diferenciadas según las diversas posiciones
sociales y los diferentes roles desempeñados por los sujetos-actores en función de su
ocupación y posición social respectiva (Valcuende del Río, 1996). Debemos incidir aquí
en la aprehensión subjetiva del contexto fronterizo: un espacio material en el que se
desarrolla la vida diaria y sobre todo un espacio simbólico, emotivo sobre el que se
reconstruye la propia identidad; un espacio en el que se prenden las vivencias, las
experiencias y del que se desprenden los recuerdos las emociones, los sentimientos. El
conocimiento y la ilustración acerca de cómo se vive la vida en un espacio de frontera,
de las oportunidades que brinda, de los impedimentos que acarrea, de los principales
escenarios y modos de interacción, de las emociones que experimentan y las intenciones
que manifiestan los sujetos, de los posibles e imposibles de dicha experiencia, dan pie al
desarrollo de una etnosociología de la frontera y a mucho más; porque no es lo mismo
estudiar una frontera que vivirla.
Interesa igualmente describir los grupos y las organizaciones presentes en la frontera,
diferenciando entre organizaciones formales e informales, grupos primarios y
secundarios, asociaciones, redes de ayuda, de intercambio, etc.; estudiar con cierto
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detalle los efectos de los demás subcampos sobre las interacciones y la vida cotidiana en
la frontera, así como las reacciones de la gente y sus estrategias de adaptación ante tales
cambios; sondeando la posible influencia de las agencias sobre las estructuras, de lo
micro sobre lo macro y viceversa (Wright Mills, 1959; Giddens, 1993; Moreno, 2006).
Este subcampo muestra además importantes interacciones con lo ideacional-simbólico,
a través de los procesos de producción y reproducción de las identidades propias y
ajenas (Velasco Ortiz, 2004); así como con los demás subcampos y dimensiones
transversales del modelo.
Dimensiones transversales: espacio-temporal
Como nos recuerda Marc Augé (1992), la dimensión espacial está íntimamente
relacionado con la historia, con el tiempo en el que se insertan los espacios, porque
“todas las relaciones inscritas en el espacio se inscriben también en la duración… Ante
todo su realidad es histórica…” (p. 64). Las dimensiones espacial y temporal, presentes
en las fronteras, también están estrechamente vinculadas entre sí. La frontera, al ser una
creación histórica, aparece siempre inserta en un espacio-tiempo en constante mutación.
La dimensión histórica del fenómeno frontera nos remite a su provisionalidad, a su
constante trasiego. Ésta nos incita a interesarnos por los procesos de cambio y
transformación que acontecen en su seno.
Por espacio fronterizo se ha entendido bien el territorio exclusivo –border- sobre el que
ejerce la soberanía un poder o un estado nación, bien la “tierra de nadie” que articula un
espacio difuso, de transición -targ, frontier- entre culturas o civilizaciones colindantes;
sin llegar apenas a comprender que las fronteras son, generalmente, ambas cosas a la
vez. Incluso las fronteras más rígidas y mejor guardadas son cruzadas, una y otra vez,
con un afán inaudito que a veces cuesta la vida. La presencia y la existencia física de la
frontera, su levantamiento, posibilita e invita a la trasgresión, porque la frontera lleva
implícito la posibilidad del tránsito en su naturaleza (Lisón, 1997).
Como soporte físico, el territorio permite la existencia y localización de diversos
paisajes, accidentes geográficos, recursos naturales y patrimoniales, núcleos
poblacionales, espacios intermedios, denominaciones, etc. Hoy podemos ubicar casi con
total precisión sobre la descripción orográfica y el escaneado topográfico del territorio
fronterizo, sus principales recursos materiales, humanos y culturales, las riquezas del
subsuelo, la distribución de cultivos, las industrias más importantes, las redes de
transporte y comunicación, las aduanas y los pasos fronterizos, etc. etc. Esto permite el
desarrollo de una nueva geografía humana de las fronteras, capacitada para modelar y
virtualizar una gran parte de la realidad espacial fronteriza con el concurso de las nuevas
tecnologías. Sin embargo, sabemos que el espacio no es reductible al territorio (Ranfla
González, 1984). Lo espacial también encuentra campos de expansión en la
imaginación y en la conciencia de los hombres. El lugar donde se vive se humaniza y
nos humaniza. El territorio pasa a formar parte estructurante de la memoria individual y
colectiva; es la tierra consagrada, la parte sentimental del territorio, un soporte para la
vivencia y la representación simbólica sobre el que se asientan, se crean y se recrean los
referentes de la identidad. Esta dimensión simbólica del espacio fronterizo resulta
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particularmente interesante para adentrarnos en los aspectos inmateriales del fenómeno,
en ese rellano de identidad condensada, cargado emocionalmente, que raya en lo
inconsciente. Las fronteras y las representaciones que aquí se construyen no coinciden
necesariamente con las fronteras territoriales, ya sea en sentido amplio -espacio
fronterizo- o restringido –línea fronteriza- aunque probablemente se da una cierta
convergencia entre fronteras físicas y mentales.
Los espacios de frontera constituyen entornos privilegiados para identificar tendencias y
estudiar fenómenos emergentes, frutos en su mayor parte del acelerado proceso de
mutación del mundo en que vivimos. La perspectiva histórica nos invita al abordaje de
estos fenómenos en su dinamicidad, en su complejidad, insertándolos en procesos
indeterminados, en los que juegan un papel igualmente importante tanto la gran historia
como la intrahistoria. Junto a la historia de la frontera recogida en los libros, cuya
construcción, difusión y comprensión han estado tradicionalmente sesgadas, la
etnohistoria nos remite de nuevo a las vidas de la gente fronteriza, apenas construidas y
generalmente silenciadas. La conjunción de historia e intrahistoria, para su mutuo
enriquecimiento, es un camino que aquí proponemos (Medina, 2006).
Ponderación de los subcampos
Volviendo a la metáfora del puzle, aunque todas las piezas que lo componen son
complementarias y contribuyen a resolver el enigma, a perfilar la imagen escondida tras
la composición, no todas revisten la misma importancia debido a que unas son más
nodales que otras y algunas son clave, mientras que otras son subsidiarias y podrían
incluso ser consideradas irrelevantes para comprender la “situación”. Esta diferencia se
debe principalmente a la posición, así como a la cantidad y calidad de información que
aporta la pieza en cuestión, en su contexto. A mayor centralidad estratégica respecto de
los aspectos estructurales del fenómeno, mayor relevancia e importancia será la que
adquiera un subcampo o dimensión determinado. A mayor información relevante mayor
luz se proyectará para comprender y poder dar cuenta de la “situación”.
¿Cuál es la centralidad o importancia relativa de cada subcampo? ¿Cómo ponderar su
contribución a la explicación final y a la obtención de los resultados de la indagación?
Sentimos que en este asunto debemos ser cautos. No debemos generalizar en exceso. La
importancia relativa de cada subcampo, lo que cada uno de ellos aporta a la explicación
de una situación determinada depende de cada realidad de frontera. En unos casos serán
los aspectos materiales los que adquieran una mayor relevancia, pero en otros lo será el
campo normativo, el simbólico o el agencial y generalmente será una combinación
dinámica de varios campos en la que resulte difícil establecer prevalencias claras. Solo
la experiencia acumulada mediante la aplicación continuada del presente Modelo en
diferentes contextos y realidades de frontera, así como su refinamiento en base a dicha
experiencia, nos permitirá realizar pronósticos menos arriesgados respecto a la
ponderación de elementos y la dinámica interna de las fronteras.
Sobre la representatividad.
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Habitualmente el debate sobre la elección de una determinada perspectiva metodológica
gira en torno a los conceptos de “representatividad”, “validez” y “fiabilidad”, referidos
tanto a la investigación en si y a sus resultados como a los medios e instrumentos de
investigación utilizados. La “representatividad” mide la capacidad de la propia
investigación para hacer extensibles los resultados a un mayor número de casos, incluso
a poblaciones enteras. Generalmente el concepto se equipara con la representatividad
estadística, vinculando con el tamaño y el diseño de la muestra, el cálculo de
probabilidades y el error estadístico. Esta es la representatividad numérica o cuantitativa
propia de la estadística, pero existen al menos otros dos tipos de representatividad que
podríamos denominar “cualitativa”. El primero de ellos se refiere a la representatividad
derivada de haber alcanzado la “saturación informativa” que se produce generalmente
mediante la acumulación (por agregación) de historias cruzadas y paralelas acerca de un
objeto de estudio determinado (Berteaux, 2005). El segundo tipo de representatividad
cualitativa que podríamos denominar “por reconocimiento o afinidad” se asienta en la
fortaleza de la argumentación, en la analogía de pensamientos, en la similitud, en la
capacidad de comprender, de sentir lo que siente el otro, de experimentar vidas ajenas
sin haberlas vivido realmente. Esta “representatividad por afinidad”, “por empatía”, es
propia y singular de los seres humanos y es también la base intangible sobre la que se
sustentan las creaciones artísticas verdaderas. Gracias a ella podemos hablar de
unicidad de deseos y sentimientos en el ser humano y gracias a ella funcionan la música,
la literatura, la pintura, el cine, el teatro…, como códigos de comunicación universales,
aunque no siempre explícitos. En el estudio de las fronteras internacionales necesitamos
tanto de la representatividad estadística como de las otras dos aludidas. La primera nos
permite extrapolar los datos de naturaleza cuantitativa, concentrados especialmente en
el subcampo materialista, mientras que las otras dos legitiman la generalización de
resultados cualitativos referidos principalmente a los demás subcampos (idealista,
normativo y agencial).
¿Pero hasta qué punto los resultados de una aproximación cualitativa son
generalizables?
Cada testimonio, cada imagen, cada documento histórico es una pieza del gran puzle
que formamos para obtener una visión completa y detallada del motivo (realidad) que
tratamos de dilucidar. Aunque no hay dos piezas –informaciones- idénticas, puede
haberlas parecidas y muy disimiles entre sí, todas son sinérgicas y complementarias. El
solapamiento entre historias individuales (cruzadas o paralelas) se relaciona, por una
parte, con la “validez externa” de la investigación mediante el concepto de “saturación
informativa” del que nos habla Berteaux (2005) y por otra con la “veracidad“ -validez
interna y fiabilidad- mediante el procedimiento de “triangulación” (Opperman, 2000) 1.
No obstante, siempre debemos ser cautos al hablar de los fundamentos epistemológicos
de una investigación social y tener muy presente la distinta naturaleza de las
1
La “triangulación” postula que la fiabilidad de los resultados de una investigación aumentan de manera significativa
cuando utilizamos una pluralidad de fuentes, datos, estrategias, instrumentos, métodos, teorías e investigadores,
centrados en el análisis de un problema específico (Denzín, 1970; Oppermann, 2000; cit. por Rodríguez, 2005).
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investigaciones cualitativas y cuantitativas, así como las limitaciones a las que se
enfrentan a la hora de generalizar sus resultados. En última instancia, a la hora de
extrapolar los resultados cualitativos obtenidos podemos recurrir al concepto de
“representatividad por empatía o afinidad” anteriormente descrito. Ante esta evidencia,
apenas nos queda la buena conciencia de haber actuado de una manera profesional,
sabiendo que aun así sufriremos en mayor o menor medida el “efecto Rosenthal”
(1966), incluso en el caso de que desarrollemos una investigación compartida entre
varios investigadores de la misma área o bien interdisciplinar y aunque utilicemos
diversas teorías, métodos, técnicas y fuentes de información 2.
Cáceres, 4 de mayo de 2016.
Fdo. Eusebio Medina García
2
Según Rosenthal (1966) los deseos y las expectativas de los investigadores pueden influir en la naturaleza de los
datos que obtienen y, por consiguiente, en los resultados de sus investigaciones. Esto es aún más evidente en
investigaciones realizadas en el ámbito de las ciencias sociales y las humanidades (cit. por Rodríguez, 2005).
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Tabla resumen: modelo social dinámico para el estudio de las fronteras
internacionales.
MODELO SOCIAL DINÁMICO PARA EL ESTUDIO DE LAS FRONTERAS
INTERNACIONALES
SUBCAMPO IDEACIONAL
SUBCAMPO NORMATIVO
Representaciones colectivas
Relaciones bilaterales e internacionales
entre estados y grupos de estados
Símbolos e imágenes de la frontera
Leyes sobre las fronteras: tratados,
acuerdos, convenciones, protocolos,
reglamentos, circulares, etc.
Identidades socioculturales
Representaciones simbólicas
Mecanismos de supervisión y fiscalización:
Fronteras intangibles: étnicas, lingüísticas, complejos de aduanas y pasos fronterizos
religiosas, sociales...
Dispositivos de control y represión: muros,
Referentes de la tradición
puestos de vigilancia, policía…
Fronteras identitarias
Fronteras políticas, fiscales y
administrativas
DIMENSIONES ESPACIO-TEMPORAL
Orografía y topografía del territorio. Tipología de paisajes. Recursos naturales y
patrimoniales. Modelos de poblamiento. Núcleos de población. Etc.
Aprehensión simbólica del espacio. Espacio humanizado.
Orígenes y evolución de la frontera. Procesos de cambio social. Historia e intrahistoria.
SUBCAMPO MATERIALISTA
SUBCAMPO AGENCIAL
Caracterización de los modelos
productivos: debilidades, amenazas,
fortalezas, oportunidades
Sujetos fronterizos: experiencias vitales
Interacción social y vida cotidiana
Expectativas e intereses individuales y
colectivos
Recursos materiales, humanos e
infraestructuras productivas
Estrategias y procesos de adaptación
Redes de transporte y comunicación.
Grupos, asociaciones y actores colectivos
transfronterizos
Flujos: de mercancías, de capitales, de
trabajadores...
Fronteras de la vida cotidiana
Mercados de trabajo fronterizos y
transfronterizos
Culturas de frontera
Fronteras comerciales, laborales y
comerciales.
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