LA NOCIÓN DE ‘EXPERIENCIA RELIGIOSA’ DE JOACHIM WACH, ENTRE LA ANOMÍA Y LA TEODICEA. Teodor Mellen Vinagre, teodor.mellen@esade.edu Dirección: Av. de Pedralbes, 60-62, 08034 Barcelona Teléfono: 932 80 61 62 RESUMEN. PALABRAS CLAVE: Wach, sociología de la religión, experiencia religiosa, anomia, teodicea. 1 1. Introducción Joachim Wach (1898-1955) es un autor prácticamente desconocido en nuestras universidades más inmediatas. Prueba de ello es su ausencia en los planes de estudio de sociología, por una parte, y el hecho de que sólo dos de sus obras de sociología de la religión hayan sido traducidas al español: Sociología de la religión (1946) y El estudio comparado de las religiones (1967), por otra. El desconocimiento mayoritario que existe sobre Wach como sociólogo de la religión, pese a ser pese a que ser considerado como “la mente más universal sobre la materia” (Waardenburg, 1999:63), ha imposibilitado que se puedan tener en cuenta sus aportaciones en el estudio del fenómeno religioso contemporáneo. Lo que aquí se pretende, pues, es indicar cómo algunas de las aportaciones de Wach pueden contribuir a entender el fenómeno religioso contemporáneo bajo una nueva perspectiva metodológica diferente y que resulta de especial interés especialmente si se tienen en cuenta las características que el fenómeno adquiere en la Europa occidental contemporánea. Redescubrir algunas de las aportaciones de Wach puede contribuir a dar explicación del fenómeno religioso que, dadas su complejidad, suele ser difícilmente estudiado a partir de las aproximaciones clásicas. Para llevar a cabo este objetivo lo que se pretende es poner en relación la anomia de E. Durkheim y la teodicea de M. Weber y comprobar cómo una aproximación desde la noción de experiencia religiosa de Wach puede llevar a articular ambos términos. La hipótesis que se pretende mostrar es, pues, cómo la noción de experiencia religiosa de Wach puede proporcionar un elemento de análisis capaz de entender cómo una situación anómica, según Durkheim, que puede ser resultado de una desinstitucionalición religiosa y una vivencia individualizada de la religión de carácter experiencial puede ser la antesala de la construcción de una teodicea en el sentido weberiano del término. Como conviene recordar, la noción de anomia fue introducida por primera vez de forma sistemática en la tradición sociológica por Emile Durkheim (Girola, 2005). El término se refiere a una situación social caracterizada por la falta de reglas que es, para Durkheim en La división del trabajo social (1893/1982), la idea que la división social del trabajo no produce contactos lo bastante eficaces entre sus miembros ni regulaciones adecuadas de las relaciones sociales. La expresión se refiere a una desorganización moral, en la que no 2 hay un orden normativo compartido por la mayoría de los miembros de una sociedad, de modo que los intereses particulares no logran vincularse a un interés general. Se expondrá a continuación las principales características que el fenómeno religioso adquiere en la actualidad 2. Situación religión en la actualidad En un contexto en el que el fenómeno de la religión está en constante cambio y reestructuración se requiere de nuevas aproximaciones capaces de analizar esta transformación caracterizada, entre otros fenómenos, por una mayor individualización de la vivencia de la religión y por una creciente importancia de lo experiencial frente a lo racional, institucional o normativo. La noción de `experiencia religiosa’ de Wach puede constituir esta nueva aproximación a esta nueva realidad, puesto que es capaz de explicar tanto los fenómenos macrosociológicos y de determinación social, como proporcionar una explicación comprensiva de lo que sucede con el actor social, especialmente importante cuando se produce en la mayoría de países occidentales contemporáneos una creciente separación entre la religión y los creyentes, cuando son cosas diferentes creer y pertenecer a una confesión religiosa. Estamos sumidos en un cambio religioso que es resultado de una honda y profunda transformación social. En términos generales ---y a partir de lo que afirma Johansson (2000) --- cabría señalar que los procesos de cambio social más importantes que describieron los sociólogos clásicos fueron los procesos de urbanización, secularización e industrialización. En cambio, los nuevos procesos de cambio contemporáneo que están referidos a la globalización, la mediatización y la computarización son elementos últimos que han influido y derivado en drásticos cambios en el enfoque que proporcionan las personas a sus propios proyectos de vida, al mundo que les rodea y al sentido que proporcionan a esa existencia. Conviene, pues, revisar las aportaciones de los sociólogos clásicos (Durkheim y Weber en sus términos de anomia y teodicea) a la luz de los nuevos procesos de cambio contemporáneo, unos cambios que obviamente también se han producido en la manera y en la significación que se proporciona a la religión. Se hace necesario, por tanto, tener en cuenta la existencia de hondas y profundas transformaciones sociales que supone el tránsito de la modernidad hacia el nuevo tipo de sociedad que estamos viviendo, una sociedad que algunos autores llaman de «modernidad tardía o reciente», «segunda modernidad o tiempo social tardo moderno» (Giddens, 1993, 3 1995, 2001; Beck, 2002b); otros «modernidad reflexiva» (Giddens, 1993, 1995, 2001; Beck, 1996; Beck, Giddens y Lash, 1997), «sociedad global del riesgo», «contramodernidad» (Beck, 2002a, 2002b) o incluso «posmodernidad» (Lyotard, 1979; Bauman, 1996, 2001a, 2001b). En ese sentido, Zygmunt Bauman se refiere a esta nueva situación como «Modernidad Líquida»; se trata de una sociedad (líquida) que tiene como característica más importante el individualismo que marca nuestras relaciones y las torna precarias, transitorias y volátiles. Es una nueva modernidad, diferente a la modernidad sólida y pesada, en la que la individualización es un destino, y no una elección de las personas. Así lo expresa el propio autor: ``No nos equivoquemos: ahora, como antes ---en la modernidad tanto en su etapa líquida y fluida como en su etapa sólida y pesada---, la individualización es un destino, no una elección. En la tierra de la libertad individual de elección, la opción de escapar a la individualización y de rehusarse a tomar parte de ese juego es algo enfáticamente no contemplado.'' (Bauman, 2003:39). Sin embargo, y más allá del concepto de modernidad líquida de Bauman (2003), este nuevo tipo de sociedad también se la ha calificado como «sociedad postradicional», «sociedad postindustrial» (Johansson, 2000; Bell, 1999)), «hipermodernidad» (Balandier, 1994) o bien «sociedad informacional», «la sociedad del conocimiento» o incluso de la «era de la información y de las revoluciones tecnológicas» (Castells, 2003; Touraine, 2002). Un análisis terminológico mucho más preciso y exhaustivo del aquí expuesto se puede encontrar en la interesante obra de María Teresa Urreiztieta (2004:457-470). Sin embargo, más que la denominación de este nuevo tipo de sociedad, lo que interesa aquí es constatar que estas transformaciones sociales suponen importantes cambios en las formas de organización social, la forma con las que las personas hacen frente a estos cambios y, en consecuencia, las diferentes y nuevas formas que adquiere la religión. De ahí, pues, la necesidad de una nueva conceptualización y revisión de los conceptos utilizados por la sociología de la religión hasta ahora. Al parecer existe una nueva necesidad que, más allá de las aportaciones se han recogido hasta ahora, se suman las de otros autores como Bauman (2001a, 2001c) para quien el principal síntoma del desorden social que se está generando este tipo de cambios de las sociedades en las que vivimos se expresa en un hondo y agudo malestar que sienten las personas al constatar la imposibilidad de interpretar correctamente la situación que viven. 4 Se trata de un malestar que impide comprender con exactitud el alcance y la realidad del mundo en el que se vive. En consecuencia, la angustia de tener que elegir entre acciones alternativas deriva de la falta de certeza de qué sucederá ni cómo ni cuándo hay que actuar, ni tampoco cuáles son las consecuencias de las propias acciones. Cuando sucede esto, dirá Bauman (2005:37), se socava la seguridad y la confianza personal y se produce lo que él mismo llama «desfundamentación del ser». Con un «ser desfundamentado», en consecuencia, la forma de entender y vivir la religión quedan profundamente transformadas. En un mundo en el que prevalece un ``caleidoscópico de valores, de pistas móviles y marcos en fusión'' la conducta racional exige que las opciones, todas las que sea posible, se mantengan abiertas. En las sociedades modernas ---lo que no significa las `sociedades de hoy día', sino sociedades donde la modernidad ha alcanzado un grado amplio de desarrollo--- hay preguntas que se convierten en ineludibles. Este tipo de preguntas relativas a la identidad y a la biografía son preguntas recurrentes y que aparecen, no sólo en las opciones significativas de las propias vidas, sino también en las preguntas diarias sobre la ropa, el aspecto y el ocio, como también en las decisiones de alto impacto sobre las relaciones, creencias y ocupaciones. Mientras que en las sociedades existentes anteriormente existía un orden social basado firmemente en la tradición que provee a los individuos de unas pautas de comportamiento claramente definidos, en las sociedades post-tradicionales o de modernidad tardía, por utilizar los términos de A. Giddens (1991), son los propios individuos quienes tienen que definir estas pautas de comportamiento. Así lo expresa A. Giddens cuando se pregunta: ``¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? ¿Quién ser? Estas son cuestiones centrales para todos los que viven en circunstancias de la modernidad tardía --- y las que, en algún nivel u otro, responder a todos nosotros, ya sea discursivamente o a través del día a día el comportamiento social” (Giddens, 1991:70). Según Girola (2005) el concepto de anomia religiosa en Durkheim es paralelo al de anomia moral, puesto que los mitos y cultos de la religión natural son reemplazados en los tiempos modernos por la investigación científica. La realidad es ahora interpretada a través de la observación empírica, más que por la explicación mítica, la religión dogmática de los tiempos antiguos ha dado paso a la religión de la duda, el escepticismo y el conocimiento positivo. 5 3. Anomia, de Durkheim El Diccionario de las Ciencias Sociales define la anomia como: “Un concepto desarrollado por Emile Durkheim para describir la ausencia de normas sociales y valores claros. Las personas que carecen de un sentido de la regulación social: la gente se siente sin guía en las decisiones que tienen que tomar. Anomia puede ocurrir en varias situaciones diferentes. Por ejemplo, el debilitamiento de los valores tradicionales puede resultar del contacto cultural. El concepto puede ser útil para comprender en parte la experiencia de los pueblos indígenas colonizados como sus valores tradicionales se ven perturbadas, sin embargo, no se identifican con los nuevos valores culturales que se les imponen: pierden el sentido de la regulación normativa de autoridad. Durkheim también estaba preocupado de que la anomia podría deberse a la falta de regulación social del lugar de trabajo. Los contratos salariales de la sociedad moderna no preveían suficientes lazos mutuos entre el trabajador y el empleador. Para remediar este problema, Durkheim recomienda conjunta entre trabajadores y empleadores "corporaciones profesionales", que sería responsable de establecer los lineamientos para lo que ahora llamamos "relaciones laborales". De esa manera, pensó, la gente se ha comprometido a eliminar las normas que regulan las relaciones de trabajo y la anomia (y los conflictos de trabajo) podrían evitarse. El sociólogo estadounidense Robert Merton utiliza el término más restringido para referirse a una situación en la que los objetivos de las personas - lo que querían conseguir - estaban fuera de su alcance. Su compromiso con la meta era tan fuerte que adoptarían medios desviados para lograrlo. Sostuvo que la sociedad americana - quizá con más fuerza que otras sociedades capitalistas - resistieron el objetivo de la riqueza personal y el éxito a todos sus ciudadanos. Se coloca un valor muy alto en el logro de la riqueza y la posición social alta. metas materialistas fueron tan estresados en la sociedad, Merton argumentó, que los grupos de la sociedad que no creen en sus posibilidades de éxito a través de vías convencionales (una buena educación, buen trabajo, buenos ingresos, etc.), porque eran pobres o de lo contrario le faltaba oportunidad, fueron inducidos hacia rutas no convencionales para lograr abundancia - incluida la delincuencia. Las normas sociales contra la delincuencia se implantan a veces demasiado débilmente en individuos refrenarlos de tratar de cumplir con el valor del éxito económico a través de medios criminales. Ellos querían ganar el juego sin tener en cuenta las reglas. Más recientemente, la anomia se ha utilizado de una manera más enfocada de forma individual para hablar de 6 los problemas de la juventud inmigrante cuando se enfrentan a una nueva cultura o sobre las crisis de identidad que a menudo entran en erupción durante la transición de la juventud a la edad adulta. el uso de Durkheim del término - "falta de regulación social" sigue siendo la definición estándar. The McGraw-Hill (2004) T define como la anomia, según Durkheim, la condición social donde las personas carecen de suficiente restricción moral a fin de que no saben lo que se espera de ellos. Para Merton, una situación en la que hay una desconexión grave entre la estructura y la cultura social; entre las capacidades creadas estructuralmente de las personas a actuar de acuerdo con las normas culturales y las metas y las normas y los mismos objetivos. 4. Valoración Si bien la relectura de una parte obra de Wach puede ser considerada una propuesta capaz de superar las antinomias clásicas en sociología como la que se señala (entre acción y estructura, o actor e institución), conviene indicar que su aportación permite también hacer compatible y encontrar un nexo de conexión entre la noción durkheiminana de anomia y la de teodicea de Max Weber. Así, para Durkheim, la anomía es el resultado de la modernidad y sus transformaciones en el orden social, un momento en el que los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde toda su fuerza para integrar y regular la conducta de los individuos, llegando a generar fenómenos sociales tales como el suicidio. Y, en cambio, para Weber la `teodicea’ se refiere a la capacidad que tienen las religiones para dotar de sentido al mundo. En cierto modo es una reacción que trata de evitar el reduccionismo del método clásico que se centra únicamente en los factores sociales para explicar la naturaleza de la religión. Dos de los exponentes más conocidos de este nuevo enfoque que tendrán influencia en la concepción de Wach son Rudolf Otto y Mircea Eliade. Estos últimos autores abogaron por una definición de la religión en términos de una `experiencia de lo sagrado', en la que se da una toma de conciencia que se describe como de `un sentimiento religioso profundo intenso', pero que no guarda relación con los aspectos sociales que en este tipo de emociones se producen. En ese sentido, Joachim Wach podría ser el autor que hace de mediador y tiende puentes entre estos `factores subjetivistas' de estos últimos autores como Schleiermacher, Otto o 7 Eliade, por un lado, con aquellos otros sociólogos como Marx, Durkheim y Weber centrados exclusivamente en el análisis de los factores sociales, por otro. En la definición de la religión de Wach se incluyen aspectos subjetivistas compatibles con una aproximación objetivista al fenómeno. Por esta razón, lo primero que cabría decir es que en la obra de Joachim Wach se analiza la religión en términos de objetos y símbolos religiosos; sin embargo, en esta definición se amplia la noción común de símbolos para incluir a personas y actividades, e incluye también las instituciones, con lo que cualquier actividad, cosa o persona puede servir como un puente o conexión entre lo sagrado y el mundo material. La vinculación que propone Wach entre lo sagrado y lo profano va generalmente más allá de las propuestas por otros autores. 5. Conclusión En consecuencia, y como conclusión, se dirá que anomia y creación de sentido constituyen el reverso y envés de una misma realidad a la que poder dar razón a partir de la noción de ‘experiencia religiosa’ de Joaquim Wach. Constituye, finalmente, ésta una aproximación teórica novedosa y que puede arrojar nueva luz en el estudio del fenómeno de la religión contemporánea desde la sociología. Para Weber, a medida que avanza el proceso de racionalización, la interpretación de significados se hace cada vez más problemática. Las religiones mundiales resuelven de tres formas diferentes este problema de comprensión de significados que Weber denominaba teodicea. Como se ha visto, Joachim Wach comparte con Weber el problema de la teodicea, pero le da una solución distinta al no compartir las tesis secularizadoras que están implícitas en el trabajo de Weber. Sin embargo, podría profundizarse en la noción de teodicea a partir de un autor neoweberiano como Peter L. Berger para descubrir la relación entre el pensamiento de Wach y la obra de Weber (Boccia, 2011:24). Antes de entrar en la discusión de la mayor de las influencias de Durkheim en la obra de Wach, la distinción entre lo sagrado y lo profano, se hace necesario una referencia explícita al concepto de anomia de Durkheim, puesto que este término está también íntimamente relacionado con la construcción de sentido y la noción de religión de Durkheim. 8 Pese a que el término anomia está asociado a la figura de Emile Durkheim, principalmente en sus obras de \textit{La división del trabajo social} (1893) y \textit{El suicidio} (1897), existen también otros sociólogos que utilizan el mismo concepto de forma muy distinta (Wolff, 1988). En cualquier caso, y a modo de síntesis, podría concluirse que esta perspectiva de Durkheim de la experiencia religiosa dista de la que proporciona Wach, quien reconoce la importancia de la experiencia personal de la religión. Sin embargo, compartiría con Durkheim esta distinción entre sagrado y profano, y la importancia de lo sagrado en la configuración de las comunidades de creyentes al tiempo que proporcionan cohesión, unidad y pertenencia para superar la anomia 6. Bibliografía Balandier, G. (1994). El poder en escenas : de la representación del poder al poder de la representación (1ª ed.). Barcelona: Paidós Ibérica. Bauman, Z. (1996). Modernidad y ambivalencia. En J. Beriain (Ed.), Las consecuencias perversas de la modernidad. Barcelona: Anthropos. Bauman, Z. (2001a). La posmodernidad y sus descontentos. Tres Cantos (Madrid): Akal. Bauman, Z. (2001c). La sociedad individualizada. Madrid: Cátedra. Bauman, Z. (2005). Vidas desperdiciadas : la modernidad y sus parias. Barcelona: Paidós. Beck, U. (1996). Teoría de la modernización reflexiva. In A. Giddens & J. Beriain (Eds.), Las consecuencias perversas de la modernidad: modernidad, contingencia y riesgo (1ª ed., pp. 283 p.). Barcelona: Anthropos. 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