XI CONGRESO NACIONAL DE SOCIOLOGÍA. CRISIS Y CAMBIO PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA Autoría: María José Rodríguez Jaume y Diana Jareño Ruiz (Universidad de Alicante) TITULO: Las familias adoptivas y la percepción de su estigma social. 1. Presentación. El fenómeno de las adopciones internacionales en España se presenta, en relación a nuestros vecinos países europeos, con retraso aunque con una intensidad sin parangón internacional. Mientras que la tradición en adopción internacional en Holanda, Francia y países nórdicos se sitúa en la década de los setenta (Adroher, 1998: 238-239) en España no será hasta los años noventa cuando esta opción de filiación adquiera protagonismo. Desde entonces, la tendencia dibujada es contraria a la evolución seguida por la adopción nacional: en 1990 el peso de las adopciones internacionales en nuestro país, respecto al conjunto de las adopciones realizadas, apenas alcanzaba el 2%; en 2008 (última fecha para la que se dispone de registro de adopciones nacionales) el 83% de las adopciones producidas se realizaron en el extranjero1. En 2004, con 5.541 adopciones en el extranjero, España se convierte en el segundo país del mundo, después de EEUU, en adopciones internacionales (Selman, 2006: 189)2. El año 2004 supone un punto de inflexión en la tendencia del flujo de adopciones internacionales en España y que, en clave comparativa, será compartido con el resto de países a excepción de Italia (Selman, 2009). La ralentización mundial del flujo de adopciones en el extranjero se explica a partir de los efectos derivados de la extensión internacional de políticas para la infancia. Así, países como China, Rusia y Ucrania, de los que tradicionalmente procedían el mayor número de menores para la adopción internacional, han endurecido las condiciones para iniciar un proceso de adopción en su país al tiempo que van introduciendo medidas dirigidas a estimular la adopción interna (SSI/CIR, 2007). Estas medidas han devenido en un cambio en las características sociodemográficas de los niñas y niños susceptibles de ser adoptados y que, actualmente, no se ajustarían a los requerimientos de madres y padres que desean con la adopción vivir la experiencia de la maternidad y paternidad con un hijo de corta 1 Los datos del periodo 1990 proceden de S. Adroher (1998: 286). Los datos para 2008 proceden del Boletín de Datos Estadísticos de Medidas de Protección a la Infancia (Datos 2008), publicado por la Dirección General de Política Social, de las Familias y de la Infancia. 2 Peter Selman ofrece un análisis demográfico de las adopciones internacionales en quince países para el periodo 1998-2004. En 1998, la tasa bruta de adopciones (número de adopciones por cada 100.000 habitantes) situaba a España en el décimo lugar (su tasa bruta era de 3,8). Seis años después, con una tasa de adopciones de 13 por cada 100.000 habitantes, España pasa a ocupar el segundo lugar, solo superada por Noruega (con una tasa del 15,4). La tasa en 2011 fue de 5,45 adopciones por cada 100.000 habitantes. 1 edad y sin necesidades especiales médicas o psicológicas (Adoptantis, 2011). La visibilización que la institución ha adquirido, ha propiciado que la adopción deje su condición de acontecimiento privado, estigmatizado y de pobre calado en la sociedad española para convertirse en un fenómeno de gran impacto y aceptación social. En España algo más de uno de cada tres españoles tiene entre sus familiares y amigos un caso de adopción; el 70% de la población se ‘imaginaba a sí mismo en situación de adoptar’; y sólo un 2,6% desaprueba esta práctica y declara que nunca adoptaría a un niño extranjero (Alberdi y Escario, 2003: 84-85). A pesar de la pérdida de intensidad del flujo de adopciones internacionales y pese a que el número relativo de las familias adoptivas en España es pequeño, la adopción ofrece interesantes retos para la reflexión y avance en la sociología de la familia. En primer lugar, la ausencia de investigación sociológica propicia que la adopción, como realidad terminológica y social, sea significada a través del imaginario social y, como han señalado Jociles y Charro (2008), desde la práctica profesional vinculada con la gestión del proceso de la adopción. De la mano del lenguaje común y experto y con la circulación de ideas se recrea la realidad de las adopciones a partir de la experiencia, sentida, percibida y, muy especialmente, transmitida. De este modo, lo que es y significa la adopción para sus protagonistas difiere de la opinión y valoración que la Administración y la sociedad española hacen del proceso de adopción en general. Las implicaciones de este disenso son muchas y de distinta naturaleza: 1. Se oculta la reivindicación de la normalidad social entre las familias que no sustentan su filiación en la consanguinidad; 2. Se estigmatiza y devalúa, en consecuencia, otros modelos de hacer familia; 3. Se alimenta una concepción de la familia adoptiva basada en estereotipos y tabúes alejados a su realidad; y 4. Se limitan las posibilidades de una acción reivindicativa por parte de las familias adoptivas. En segundo lugar, el estudio de la adopción en el marco de la familia, ofrece la oportunidad sociológica de abordar rutas no tradicionales en la constitución de unidades familiares reivindicando para el catálogo de ‘nuevos tipos familiares’ aquellas que desafían al modelo normativo y ‘naturalizado’ de la familia biológica. En este sentido, el estudio de la familia adoptiva proporciona una oportunidad única para ampliar académicamente la noción de ‘familias’ a partir de modelos postconsaguíneos (Rodríguez, 2012) y no exclusivamente desde los modelos postmatrimoniales (Delgado, 1993) con los que tradicionalmente se ha abordado la emergencia de los nuevos tipos familiares. Por último, y dado que con la adopción internacional se constituyen familias 2 interraciales, el estudio de familias adoptivas en España se convierte, como han señalado Haugaard y Hazan (2003), en un ‘experimento natural’ con el que abordar el estudio de los prejuicios y las barreras, o la cercanía racial, tradicionalmente circunscritos a la observación de los matrimonios y parejas interraciales. 2. Objetivos: hacia una sociología de las adopciones en España. El camino hacia una sociología de la adopción apenas se ha iniciado. Fisher (2003) 3 , y más recientemente Conn (2013) 4 , han subrayado la paradójica escasa presencia de la familia adoptiva como categoría de análisis en las publicaciones académicas vinculadas con la sociología de la familia en un entorno, el norteamericano, líder en adopciones. Esta ausencia en la literatura especializada, sin embargo, contrasta con el interés que la administración norteamericana mantiene por conocer a través de encuestas a los menores adoptados y sus familia. El Censo de Población norteamericano incluyó en su edición del año 2000 la categoría ‘hijo/a adoptado/a’ lo que permitió descubrir que en los hogares norteamericanos vivían 2,1 millones de menores adoptados (Kreider, 2003). A partir de la constatación de la realidad adoptiva en la sociedad norteamericana diversas encuestas nacionales han profundizado específicamente en el estudio de la familia adoptiva. National Survey of Adoptive Parents (NSAP) 5 (Vandivere y Malm, 2009) y National Survey of Family Crowth (NSFG)6 (Jones, 2008) no son las únicas encuestas en las que se pueden extraer datos secundarios de las familias adoptivas norteamericanas, pero sí son las más relevantes. 3 Allen Fisher ilustra el reducido interés por las familias adoptivas a partir de las referencias sobra las mismas incluidas durante la década de los noventa en Journal of Marriage and the Family, una de las revistas más prestigiosas en el área de la familia. En el periodo analizado la revista recogió tan solo seis artículos y cuatro reseñas de libros dedicados a la adopción. 4 Peter Conn ha revisado diversos manuales y ensayos que toman a la familia desde una perspectiva histórica, comparada y contemporánea. En ellos, el lugar que ocupan las familias adoptivas es marginal. En su ensayo Conn justifica la invisibilidad de la familia adoptiva en la literatura especializada en el hecho de que la adopción rompe con la tradición y orden natural (‘verdadero’) de la reproducción biológica. 5 National Survey of Adoptive Parents (2007) es la primera encuesta representativa a nivel nacional de las familias adoptivas. La encuesta diferencia los tres tipos de adopciones (adopción nacional privada, adopción nacional pública y adopción internacional) que se pueden realizar en EEUU y la finalidad es recabar información sobre las características de los menores adoptados y sus familias con el fin de conocer las experiencias vinculadas con la adopción, identificar necesidades especiales que guíen la gestión de los servicios postadoptivos. 6 National Survey of Family Crowth (2002) entrevistó a una muestra representativa a nivel nacional de las mujeres y los hombres de entre 15 y 44 años de edad en sus hogares. La finalidad de la encuesta era recabar información sobre la fecundidad y crecimiento familiar incluyendo preguntas sobre la fecundidad, infertilidad, contracepción, aborto, adopción y salud infantil. Adicionalmente, la encuesta permite describir la percepción de la población norteamericana sobre la adopción, las características sociodemográficas de las mujeres y hombres que han adoptado, la demanda de la adopción en el momento de la realización de la encuesta y las características requeridas de los niños para ser adoptados. 3 El carácter reciente del fenómeno de las adopciones internacionales en España ha motivado que la investigación se haya centrado, fundamentalmente, en evaluar la incidencia de problemas de conducta, adaptación, integración e identidad así como en el estudio de las particularidades y carencias médico-sanitarias de los niños adoptados. En España, el perfil sociodemográfico de las familias adoptivas y los menores adoptados procede de estas líneas de investigación por lo que el interés sociológico de las variables recogidas es reducido7. La inclusión de artículos dedicados a la familia adoptiva en las publicaciones sociológicas españolas no difiere del panorama norteamericano descrito. El tipo de estudio sociológico con mayor presencia ha sido el que ha abordado la adopción como proceso histórico-jurídico 8 . En ellos se suelen incluir referencias estadísticas procedentes de los organismos oficiales que al no seguir en su registro las recomendaciones de Naciones Unidas (2009: 141-148) impide profundizar en la descripción sociodemográfica de sus protagonistas así como de la familia adoptiva. Una primera vía de análisis ha sido el enfoque cualitativo con el que la familia adoptiva se analiza a partir de variables psicosociales (Ocón, 2002 y 2008). La reflexión teórica sobre el alcance de incluir a las familias adoptivas en el catálogo de nuevas formas familias ocupa un lugar testimonial (Ocón, 2006) y de reciente data es la inclusión de la familia adoptiva en manuales dedicados a la familia en España (Marre, 2011). Las encuestas sociológicas españolas han incluido de forma tímida y con objetivos dispares el fenómeno de las adopciones. El sondeo de opinión de los españoles sobre la infancia, realizado por el CIS en 1990, introdujo por primera vez preguntas relacionadas con el acogimiento y la adopción (Juste, et al., 1991). En 2004, el CIS interroga a la población española sobre su opinión y grado de acuerdo sobre diversas preguntas vinculadas con los derechos en materia de adopción de las parejas de 7 Para una revisión sociodemográfica de las familias adoptivas y adoptantes se pueden consultar los trabajos pioneros de P. Amorós (1986): La adopción desde una perspectiva socioeducativa. Barcelona, Universitat de Barcelona; M. March (1993): La adopción en Mallorca. Palma de Mallorca, Universidad de las Islas Baleares; y J. Palacios (1997): La adopción en Andalucía. Sevilla, Consejería de Asuntos Sociales. Para una revisión sociodemográfica de la adopción internacional en España se puede consultar J. Palacios et al. (2005): Adopción internacional. En España: un nuevo país, una nueva vida. Madrid, Ministerio de trabajo y Asuntos Sociales. 8 Una revisión histórica del marco jurídico español en materia de adopción se puede consultar en P. Castón y J. Ocón (2002): “Historia y sociología de la adopción en España”, RIS, nº 33, pp. 173-209. Una revisión comparada del marco jurídico de la adopción en el contexto del sistema de protección a la infancia en España se puede consultar en J. Ocón (2003): “Evolución y situación actual de los recursos de protección de menores en España”, Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, nº 45, pp. 1329; y J. Ocón (2004): “Un análisis comparativo de las medidas alternativas de protección de menores en Andalucía y España”, Cuadernos de Trabajo Social, vol. 17, pp. 63-81. Una visión de la adopción como medida de protección a la infancia en el marco de la normativa internacional se puede consultar en J. Ocón (2006): “Normativa internacional de protección de la infancia”, Cuadernos de Trabajo Social, vol. 19, nº 113-131. 4 hecho (CIS, 2004a) y de las parejas homoxesuales (CIS, 2004a y 2004b) 9 . Paradójicamente, han sido las encuestas de fecundidad realizadas en España las que incluyen, desde la Encuesta de Fecundidad y Familia (FFS/ONU) de 1995, la categoría ‘hijo/a adoptado/a’. La serie de las encuestas de fecundidad permite apreciar el incremento de la paternidad social en España: mientras que en 1995 fueron 5 las mujeres que declararon tener hijos adoptados (CIS, 1995), en 2006 la muestra incluyó a 44 mujeres con hijos adoptados (Delgado, 2007: 31). Con el doble objetivo de, por un lado, ampliar y complementar el conocimiento que otras disciplinas (antropología, psicología, medicina y derecho) vienen arrojando sobre el proceso de las adopciones y, de otro, abordar el análisis sociológico de las familias adoptivas en España, se ha llevado a cabo la investigación “El (baby) boom de las adopciones internacionales en España. Una investigación sociológica sobre las familias adoptivas y sus estilos de vida” (I+D+i 2008-2011) en la que se enmarca la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’. La investigación buscaba describir nuevas realidades familiares presentes en nuestra sociedad. En concreto, la encuesta explora las características y situación de las familias adoptivas asumiendo que ésta no comparte una identidad común ni desde el punto de vista de sus rutas de acceso ni, en consecuencia, desde el punto de vista de sus vivencias y retos. La definición mínima de familia adoptiva no debe basarse, exclusivamente, en el criterio de filiación adoptiva. Esta única consideración deja poco espacio para profundizar no sólo en las características de sus integrantes y sus estructuras, sino también sobre otros aspectos sociológicamente relevantes en el estudio de la familia y sus dinámicas. Desde esta consideración, el diseño de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ incluyó seis secciones temáticas con la finalidad de recabar información sobre: los rasgos estructurales de las familias adoptivas; los rasgos sociológicos de las familias adoptivas; las motivaciones para la adopción; preferencia, estilos de vida y satisfacción 9 Los tres sondeos realizados por el CIS (1990, 2004a y 2004b) se enmarcaron en la modificación y aprobación de dos normas jurídicas. El sondeo de 1990 buscaba recabar el interés y actitud de los españoles frente, fundamentalmente, el acogimiento familiar, figura que consideró la Ley 21/87 de 11 de noviembre por la que se modificaban artículos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamento en materia de adopción. Por su parte, los dos sondeos de 2004 deben situarse en la ley de matrimonios del mismo sexo que se aprobaría un año después (Ley 13/2005). En ningún caso, las tres encuestas buscaban recabar información sobre el grado de aceptación y disposición de la población española en materia de adopción y acogimiento, de ahí que las preguntas incluidas fueran mínimas en cuanto a número y capacidad de inferencia de los fenómenos de la adopción y acogimiento. Esta realidad contrasta con el interés norteamericano por indagar específicamente sobre las actitudes hacia la adopción. El Instituto Evan B. Donaldson Adoption ha realizado tres encuestas de opinión sobre la adopción: First public opinión survey on american attitudes toward adoption (1997), National Adoption Attitudes Survey (2002) y Adoption by lesbians and gays: a national survey of adoption agency policies, practices and attitudes (2002). 5 con la vida familiar; nuevas expresiones de la maternidad y paternidad; y redes familiares y sociales en el proceso de adopción y en la familia adoptiva. Adicionalmente, la encuesta buscaba identificar la percepción que las madres y padres adoptivos tienen sobre el estatus de su modelo de familia en relación a la norma social. Se pretendía contrastar, tal y como ha evidenciado la línea de investigación que sitúa el estudio de la familia adoptiva en la interacción social, si la familia adoptiva española es percibida por sus protagonistas como ‘anormal’10 y, en consecuencia, es estigmatizada o, si por el contrario, la emergencia tardía de la familia adoptiva en un contexto de postmodernización de la cultura familiar (Meil, 1999) la equipara socialmente con el conjunto de modelos familiares que desde la sociología se vienen etiquetando como nuevas formas familiares. 3. Metodología: la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’. El diseño de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus etilos de vida’ tomó como referencia, de un lado, las encuestas que en España viene realizando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en áreas como la infancia, familia, roles de género e inmigración y, de otro, las encuestas internacionales que toman a la adopción, específicamente, como objeto de estudio. La consideración de encuestas nacionales e internacionales mejoró el diseño de la encuesta y favoreció el análisis comparado. El cuestionario se estructuró en torno a seis secciones temáticas con las que se operacionalizaban las dimensiones analíticas que desde la sociología se vienen aplicando en el estudio de la familia. Adicionalmente, el cuestionario incluía una batería de preguntas que indagaban sobre la percepción que, según los encuestados, tiene la sociedad sobre algunas de las cuestiones en torno a las que la investigación ha identificado la construcción de la adopción como atributo estigmatizante (Kirk, 1953; Miall, 1987). El cuestionario fue depurado y validado por expertas en el área de familia del CSIC y por las expertas participantes en el workshop ‘Adopción, adoptados y familias adoptivas. Retrato de la postmodernización de la vida familiar española’11. Previa a la administración del cuestionario, se realizó una encuesta piloto en la que se reproducían 10 Siguiendo a Goffman, en contextos de un intercambio social corriente, son normales “todos aquellos que no se apartan negativamente de las expectativas particulares que están en discusión” (Goffman, 2010: 17). 11 El workshop se realizó en Alicante en junio de 2011 y fue financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación en el marco de las ayudas a Acciones Complementarias a Proyectos de Investigación Fundamental no orientada (CSO2010-11073-E). 6 las condiciones reales en las que se iba a realizar el cuestionario. En el pretest se realizaron un total de 19 encuestas-entrevistas a madres y padres adoptivos. Ante la negativa de colaboración por parte de los organismos que en cada Comunidad Autónoma gestionan los procesos de adopción, unido a las dificultades técnicas que asumió el cuestionario, éste fue administrado on line y no a través de correo postal como inicialmente se había programado. Para incrementar la tasa de respuesta, y dado que las madres y padres adoptivos encuentran en las redes virtuales un excelente canal de comunicación y asociación (Marre, 2004), nos pusimos en contacto con las asociaciones de familias adoptivas españolas (un total de treinta y nueve). Finalmente, diecinueve asociaciones de familias adoptivas colaboraron como informantes clave en la administración de la encuesta. A través de sus respectivas páginas, listas de distribución, blogs y redes sociales se difundió el proyecto de investigación y la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’. En los meses que estuvo activada la encuesta (julio, agosto y septiembre de 2012) accedieron 835 madres y padres adoptivos. El diseño en línea permitía interrumpir la autocumplimentación del cuestionario y retomarlo en aquella sección en la que se hubiera dejado. Este diseño propició abandonos a medida que el encuestado avanzaba en la cumplimentación del cuestionario. En consecuencia, los tamaños muestrales obtenidos para cada sección son disímiles pues los datos ofrecidos quedaban registrados por secciones cumplimentadas en su totalidad y con independencia de que el encuestado finalizara el cuestionario. La muestra sobre la que hemos realizado los análisis que presentamos en esta comunicación corresponde a los encuestados que cumplimentaron la totalidad del cuestionario pues las preguntas que indagaban sobre la percepción que madres y padres adoptivos tenían sobre la estigmatiación de la familia adoptiva se incluían en distintas secciones de la encuesta. El 28,6% de quienes accedieron a la encuesta (239 casos) cumplimentaron la totalidad del cuestionario. Después de realizar la depuración de los datos y eliminados los cuestionarios que no superaron el test de consistencia obtuvimos una muestra final de 230 padres adoptivos. El cuestionario fue cumplimentado por 192 madres (83,5%) y 38 padres (16,5%) adoptivos. La dificultad para contar con una mayor presencia de hombres en la investigación sobre adopciones es una limitación reiteradamente subrayada. Miall (1989) ha justificado este sesgo muestral en el hecho de que la cultura occidental continúa vinculando a las mujeres con los temas relacionados con la familia y la reproducción. En este sentido, los hombres tendrían menos interés en participar en este 7 tipo de investigación. Las edades de quienes cumplimentaron el cuestionario oscilan entre los 33 y 62 años. La mayoría de la muestra (el 60,4%) reside en municipios urbanos con más de 50.000 habitantes. Si bien la aceptación y práctica de comportamientos alejados a la norma social son más frecuentes en contextos urbanos, cabe suponer que los resultados de la muestra están sesgados a favor de quienes residen en grandes urbes dado que es en estos espacios en donde el acceso a la red se encuentra más generalizado. Los datos y análisis que presentamos no pretenden la inferencia estadística dado que la muestra recogida no sigue los criterios del diseño muestral probabilístico. Los datos que se exponen deben ser valorados como tendencias generales de un acercamiento exploratorio a las familias adoptivas en España. 4. Marco teórico: la estigmatización de la familia adoptiva. La institución familiar en España ha vivido, aunque con retraso respecto al entorno europeo, una fuerte transformación tanto en su estructura como en sus procesos de formación y funcionamiento interno. Esta transformación se sitúa en la postmodernización de la cultura familiar que se ha producido en la sociedad española. Gerardo Meil (1999: 17) ha descrito este proceso a partir de la desestigmatización y mayor tolerancia social hacia “los comportamientos ‘desviados’ respecto al modelo de ‘familia normal parsoniano’”. Sin embargo, los estudios que han abordado el fenómeno de la adopción atendiendo al papel de las actitudes sociales que provoca y su impacto en la familia adoptiva han subrayado su carácter estigmatizante. Desde la tradición goffmaniana, el término estigma se aplica para designar a un atributo desacreditador (manifiesto y conocido) o desacreditable (oculto y desconocido). A partir de la identificación de los símbolos de estigma se construye una teoría del estigma o ideología que socialmente no solo da cuenta de la condición de inferioridad de quienes los portan sino que también servirá para justificar su discriminación o no aceptación en un intercambio social corriente (Goffman, 2010: 15). La finalidad social al identificar el atributo estigmatizante no es otra que la de confirmar a los normales así como a la ideología que los sustentan. La hegemonía en occidente de un sistema de parentesco definido a partir de la ideología de la familia genética (biológica, natural) conlleva a que las formas de familia no constituidas a partir de vínculos consanguíneos hayan sido socialmente construidas como ‘anormales’ (Bernardes, 1985) o como una desviación estigmatizada de la norma social (Kressierer y Bryant, 1996). La sociedad identifica en el nexo biológico el 8 requisito previo de una ‘auténtica’ unión y relación filial amorosa. Las emociones experimentadas, el valor de los hijos y la validez de la crianza adoptiva no son tan buenos o reales (verdaderos) como los de las familias biológicas de ahí que las familias adoptivas sean vistas como familias ‘de segunda’ (Miall, 1987) y, en consecuencia, como la segunda opción (March y Miall, 2000; Weger, 2000) o el último recursos para ser padres (Miall, 1986). La paternidad socialmente se concibe como un impulso biológico indisoluble. Criar un hijo adoptivo supone el fracaso en la reproducción de esa unicidad mística lo que contribuye a que padres e hijos adoptivos tengan la percepción de que sus familias no son reales o auténticas (Miall, 1987) pues la genuina paternidad deviene del nexo entre maternidad biológica y crianza (Kirk, 1964). En definitiva, la adopción carece de la legitimidad social de la consanguinidad (Kressier y Bryant, 1996: 391) lo que relega a la adopción a una ‘ficción cultural’ (Kirk, 1981). La población vinculada por la adopción reconoce los significados negativos que la sociedad otorga a la adopción a partir de las sanciones informales de las que son objeto (Miall, 1987). March (1995) ha anotado, a partir de la investigación llegada a cabo con 60 adultos adoptados, que el 68% de sus entrevistados percibieron que las familias adoptivas son generalmente vistas como diferentes e inferiores a las biológicas a pesar de que, personalmente, no vivían ninguna diferencia. Miall (1996) ha destacado que el 39% de una muestra aleatoria de 150 encuestados en Canadá reconocían diferencias entre la maternidad biológica y la adoptiva señalando que los sentimientos de las madres adoptivas son menos intensos (verdaderos) que los de las madres biológicas. Alberdi y Escario (2007), desde un enfoque cualitativo, han señalado la diferenciación, en base a la preeminencia de criterios biológicos, que los jóvenes españoles realizan entre la paternidad biológica y adoptiva. La investigación sociológica que ha tomado a la familia adoptiva como objeto de estudio ha subrayado la necesidad de incorporar el estudio del impacto de los valores y creencias sociales en aspectos como la autoestima, la identidad, la adaptación y la dinámica intrafamiliar tradicionalmente abordados por enfoques individuales. Así, mientras que dinámicas como el ocultamiento del hecho adoptivo o la búsqueda de los orígenes han sido interpretadas desde la piscología como indicadores de bajo ajuste familiar atribuibles, exclusivamente, a las características psicológicas de padres, madres y menores adoptados, desde la sociología se han analizado como síntomas de estigma social y de la importancia que la sociedad atribuye a los lazos de sangre. March (1995) ha expuesto que la búsqueda de los orígenes es una estrategia para neutralizar la 9 discriminación social a la que son sometidos quienes no tienen respuestas a preguntas relacionadas con los acontecimientos que rodearon su nacimiento y abandono, esto es, sobre cuestiones cuyas raíces se encuentran en el modelo biológico de familia. Para Miall (1987) el temor que sienten los padres a que sus hijos adoptados sean rechazados por la sociedad, al no ser percibidos como ‘hijos verdaderos’, explica el ocultamiento del hecho adoptivo. Los protagonistas, a partir de la percepción que hacen del contexto social en el que interactúan, despliegan o bien la divulgación terapéutica (entre familiares, amigos íntimos y otros padres adoptivos) o bien, la divulgación preventiva (en contextos de interacción social) (Miall, 1989). En todo caso, con las dos estrategias se persigue en diferentes niveles, encontrar apoyo, mejorar la autoestima y negociar la percepción del estigma en el juego de la interacción social. 5. Sociodemografía de las madres y padres adoptivos. El incremento del flujo de las adopciones internacionales en España en la década de los noventa ha propiciado que hoy la adopción haya adquirido relevancia, notoriedad y una gran aceptación social. Sin embargo, y pese a que casi tres de cada cuatro españoles se imaginan así mismo en situación de adoptar (Alberdi y Escario, 2003: 84) la incidencia real de la adopción entre la población española es muy reducida: en 2004, año en el que se registró el mayor número de adopciones internacionales, la tasa de adopciones fue de trece por cada cien mil habitantes. El disenso entre las opiniones y los comportamientos efectivos sugiere que la población que finalmente accede a la maternidad y paternidad adoptiva comparte una serie de rasgos demográficos y sociológicos que, por un lado, les define y, por otro, les distancia respecto a la mayoría de la población que no llega a adoptar. Las madres y padres adoptivos de la muestra se describen a partir de su estado civil, nivel de estudios, ocupación, percepción de su situación económica personal, autoubicación ideológica y práctica religiosa (Cuadro 1). El patrón sociodemográfico con el que se presentan madres y padres adoptivos es comparado con el dibujado para el conjunto de la población española en el barómetro de septiembre de 2010 (CIS, 2010). Cuadro 1. Características sociodemográfica de las madres y padres adoptivos (FAMADOP, 2012) y de la población española (POBLACION, 2010) FAMADOP2012 POBLACIÓN2010 Estado civil1 (%) Soltero/a Casado/a Casado/a facilitar el proceso Viudo/a Separado/a legalmente 10 83,5 14,3 0,4 3,9 30,0 59,9 7,3 5,6 10 Convivo pareja 1,3 Con pareja sin convivencia 0,9 Nivel de estudios2 (%) Primario 9,9 56,3 Medio 17,4 22,8 Superior 72,7 20,7 Ocupación3 (%) Dirección 6,1 6,6 Técnicos y profesionales científicos e 34,3 12,2 intelectuales Técnicos y profesionales de apoyo 11,7 13,9 Empleados tipo administrativo 19,1 4,1 Trabajadores de servicios de restauración, 6,1 15,0 personales, protección y vendedores Percepción situación económica personal (%) Muy buena y buena 63,5 32,8 Regular 29,5 48,4 Mala y muy mala 7 17,9 Autoubicación ideológica4 Izquierda (1-2) 32,7 7,3 (3-4) 30,9 22,9 Centro (5-6) 15,6 30,1 (7-8) 10,9 10,5 Derecha (9-10) 3,9 2,5 Práctica religiosa5 Católica practicante 15,2 73,2 Católica no practicante 33,9 Protestante 0,9 Otra 1,7 Ateo/a 42,2 8,0 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ (2012) (FAMADOP) y Barómetro de septiembre, nº 2.844 (CIS, 2010) (POBLACIÓN). Notas: (-) Categoría para la que no se dispone de datos. Las opciones de respuesta NS y NC se han excluido del cuadro. 1. Estado Civil: Separado/a legalmente = separado/a legalmente y divorciado/a; 2. Nivel de Estudios: (Primario = menos de 5 años de escolarización, educación primaria, ESO o Bachiller elemental y Formación Profesional de grado medio; Medio = Bachillerato LOGSE y Formación profesional de grado superior; Superior = Arquitectura/Ingeniería técnica, Diplomado, Arquitecto/Ingeniero Superior, Licenciatura, Estudios postgrado o especialización y Doctorado); 3. Ocupación: las categorías recogidas representan al 77,3% de la muestra de madres y padres adoptivos y al 51,8% de la muestra del CIS; 4. Autoubicación política: esta variable en ambas encuestas está escalada de 1 a 10 en donde 1 indica la posición ideológica situada más a la izquierda y 10 la posición ideológica más a la derecha; 5. Práctica religiosa: la encuesta del CIS no diferencia entre católico practicante y no practicante e incluye las categorías ‘otra religión’ y ‘no creyente’. Del conjunto de variables recogidas en el cuadro la que más se ve afectada por el efecto de las muestras comparadas es el estado civil. El hecho de que la muestra del CIS aglutine a la población española mayor de 18 años, unido a la tardía emancipación en España, explicaría el elevado porcentaje, comparativamente, de población soltera: 30% en la población española frente al 10% de la muestra de padres adoptivos. Considerando exclusivamente el estado civil de madres y padres adoptivos se advierte que la adopción se produce fundamentalmente entre quienes están casados (83,5%). Sin embargo, conviene anotar que un 14,3% de las madres y padres adoptivos decidieron contraer 11 matrimonio en cumplimiento de este requisito que exigen algunos países para poder adoptar a sus menores. En este subconjunto de la muestra de adoptantes, el matrimonio participaría como una estrategia de ajuste de las estructuras familiares a los dictados del mercado de adopciones internacional. Este hecho pone en evidencia, tal y como ha sugerido Raleigh (2012), que la estructura familiar es un factor clave en la toma de decisiones y que, desde la óptica del funcionamiento del mercado de las adopciones, aparecen estratificados tanto los niños susceptibles de ser adoptados (según edad, sexo y/o estado de salud) como los potenciales padres adoptivos (según estado civil, orientación sexual y/o adopción en pareja o en solitario)12. La muestra incluye las opiniones y actitudes de 23 mujeres (el 10%) que vivieron la experiencia de la adopción en solitario. El fenómeno de las adopciones es un fenómeno muy exigente, capaz de modificar los aspectos más íntimos de la vida en pareja, y muy selectivo. La investigación nacional e internacional ha puesto de manifiesto que las madres y padres adoptivos comparten un elevado capital humano. Efectivamente, en la muestra de familias adoptivas la presencia de madres y padres con niveles de formación superiores triplica a la de la población en general. Se ha sugerido que la adopción internacional inhibe a la población con baja formación pues se autopercibiría incapaz de hacer frente a los retos que impone una adopción en el extranjero (conocimiento del marco legal, viajes y estancia en un país extranjero, quizá un nuevo idioma y una cultura diferente)13. La aceptación y apertura hacia nuevas formas de vivir en familia se inicia en los segmentos poblaciones que al contar con mayor formación tendrían más recursos para gestionar y neutralizar el prejuicio y las sanciones informales que suelen acompañar la trasgresión de la norma social. Adicionalmente, las madres y padres adoptivos 12 Mary Ann Davis (2011: Children for families or families for children. Nueva York, Springer, pp. 1122) ha analizado las funciones que cumple la adopción a partir de las características compartidas por los niños que en EEUU han sido adoptados en el extranjero y los que han sido adoptados en el propio país a través del sistema público. La función de la adopción internacional es la de proveer ‘niños a familias’ norteamericanas mientras que la de la adopción nacional es la de proporcionar ‘familias a niños’ abandonados. En la adopción internacional, los niños adoptados son de corta edad y no tienen problemas de salud. Por su parte, en la adopción nacional los niños adoptados comparten la etiqueta ‘difíciles de colocar’ pues suelen tener más de seis años, proceden de minorías raciales y étnicas, tienen hermanos y presentan problemas de salud física o mental. Raleigh (2012) ha señalado que también existe una estratificación de los padres según estructura familiar. Así, gays y lesbianas y familias monoparentales ocuparían una posición marginal en el mercado de adopción al asignarles frecuentemente niños con necesidades especiales o difíciles de colocar. 13 La encuesta sobre las ‘Actitudes y opiniones de los españoles ante la infancia’ indagó sobre el nivel de dificultad de llevar a cabo una adopción en España. El 56% de los encuestados consideró la adopción como un proceso difícil debido a la complicación de los trámites (86%) y a las exigencias a las que la ley somete a los padres adoptivos (75%) (Juste, 1991: 83-86). La investigación de Alberdi y Escario (2003: 59) abunda en la percepción de la dificultad que encierra el proceso de adopción. 12 desempeñaban ocupaciones de mayor prestigio y estatus social lo que justificaría que más de la mitad de la muestra de adoptantes, el doble respecto a la muestra de la población española, percibiera que su situación económica era ‘buena’ o ‘muy buena’. Este hecho explicaría que el 77% de la muestra de adoptantes cubrieran los gastos económicos del proceso adoptivo con sus ahorros mientras que el 11,3% recurriera a un préstamo bancario y al 6,5% le ayudara económicamente su familia. Finalmente, la muestra de adoptantes se identificaría, y diferenciaría respecto al conjunto de la población española, con posiciones políticas de izquierdas y con fuerte presencia del ateísmo. Van Laningham et al. (2012), en su análisis sobre los factores predictores de la adopción, han observado que son las mujeres más religiosas las que más valoran positivamente la adopción pero las menos propensas a tomar medidas que les lleven a la adopción. Escario y Alberdi (2003: 57 y 84) observaron que el segmento de población que más se identificaba con una posible adopción futura era el que tenía menos de 45 años, que contaba con mayores niveles de educación y que se situaban políticamente más a la izquierda. 6. Sociodemografía de las familias adoptivas. Con la familia moderna, y en un contexto en el que la familia se especializó en labores de reproducción y en el que el parentesco era sinónimo de consanguinidad, la ausencia de descendencia era objeto de oprobio y sanción social. La adopción ha estado, hasta la década de los setenta (Hoksbergen, 1998), exclusivamente vinculada al deseo adulto de formar una familia entre quienes no podían tener hijos biológicos. La infertilidad continúa hoy estrechamente relacionada con la adopción. De hecho, es considerada como un predictor de la tendencia del flujo adoptivo14. Sin embargo, en las últimas décadas la adopción deja de ser exclusivamente una alternativa a la paternidad biológica para convertirse en una opción de filiación elegida. La diversificación de las rutas de acceso a la adopción queda impresa en las distintas estructuras a las que dan lugar las familias adoptivas según tipo de filiación. Las 230 familias adoptivas que conforman la muestra cuentan con una media de personas en el hogar de 3,57. En su conjunto, las familias de la encuesta cuentan con un 14 Las mujeres norteamericanas que habían utilizado los tratamientos de infertilidad eran diez veces más propensas a adoptar que las mujeres que nunca se habían sometido a ellos (J. Jones, 2008: Adoption experiences of women and men and demand for children to adopt by women 18-44 years of age in the United States, 2002. Data from National Survey of Family Grown. National Center for Health Statistics, series 23, nº 27). En EEUU el 72% de la adopción internacional aparece explicada por la infertilidad (Vandivere et al., 2009: Adoption USA. A chartbook base don the 2007 National Survey of Adoptive Parents. U.S. Department of Health and Human Services. Office of the Assistant Secretary for Planning and Evaluation). 13 total de 388 hijos arrojando una media de 1,7 hijos por unidad familiar. De éstos, el 79,6% son hijos adoptados, el 19,1% son hijos biológicos, el 1% son hijastros y el 0,3% son hijos en régimen de acogida. El Cuadro 2 profundiza en la estructura de las familias adoptivas según tipo de filiación visibilizando las distintas rutas de acceso. Cuadro 2. Estructura de las familias adoptivas según tipo de filiación nº % Familia filiación adoptiva 176 76,5 Familia filiación mixta: Familia hijos biológicos + adoptivos 43 18,7 Familia hijos adoptivos + biológicos 9 3,9 Familia hijastros + adoptivos 2 0,9 TOTAL 230 100 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta “Las familias adoptivas y sus estilos de vida” (2012). Las familias de la muestra están constituidas fundamentalmente a través de una filiación adoptiva. De las 176 familias que solo tienen hijos a través de la adopción prevalecen aquellas que han vivido la experiencia adoptiva una sola vez (61,9%) o en dos ocasiones (34,1%). Una única familia con filiación adoptiva cuanta con 4 hijos adoptivos. La diversificación de las situaciones que han originado la constitución de familias adoptivas se refleja con la presencia de un 23,5% de familias con filiación mixta (hijos biológicos, hijastros y adoptivos). Cabe anotar que para el 83,3% de las familias con filiación mixta la llegada de los hijos adoptivos acontece después de haber tenido hijos biológicos. Aunque con un carácter marginal, la muestra ha registrado dos familias en las que la llegada de los hijos adoptivos se produce a partir de la reconstitución de la unidad familiar. La estrecha vinculación que la adopción ha mantenido con la infertilidad ha provocado que en el sentir popular se generalice la idea de que la adopción es exclusivamente una vía de acceso para las personas que no han podido tener hijos biológicos. Los datos recabados en la encuesta señalan el disenso entre la construcción social que de la adopción se ha hecho y las motivaciones y comportamientos que declaran sus protagonistas. Respectos a las motivaciones, tres son las razones fundamentales que les llevaron a la adopción: ‘la adopción era su elección’ (49,6%); ‘la imposibilidad de tener un hijo biológico’ (40,4%); y ‘el sueño de formar una familia’ (38,3%). Las motivaciones manifestadas anotan la tendencia que sigue la adopción como vía de filiación electiva restando protagonismo a la imagen social que la vincula con ‘la segunda mejor opción’. Las motivaciones expresadas por las familias adoptivas se trasladan al ámbito de los comportamientos. Así, el 41,9% de las familias que 14 tuvieron un diagnóstico de infertilidad no quisieron explorar las opciones que les ofrece la medicina reproductiva, esto es, tener un hijo adoptivo se convirtió en su elección. En este contexto, cobra interés determinar si la pérdida de importancia que la descendencia consanguínea ha ido adquiriendo en los procesos de construcción identitaria individual y familiar es compartida tanto por las familias adoptivas con filiación mixta como por las que cuentan con una filiación adoptiva. Para tal fin determinamos la incidencia de los tratamientos de reproducción asistida en las familias adoptivas según estructura de filiación. Los datos recogidos en el Cuadro 3 refuerzan la tesis de que la adopción hoy es una elección de filiación: para el 55,1% de las familias con filiación adoptiva, la adopción no llega después de haber agotado las vías por las que la medicina actual busca una reproducción biológica en los casos de infertilidad. Cuadro 3. Incidencia de los Tratamientos de Reproducción Asistida (TRA) según estructura de filiación familiar FAMILIAS POR TIPO FILIACIÓN nº nº TRA % FAMILIAS Familia hijos adoptivos 176 79 44,9 Familia hijos biológicos + adoptivos 43 9 20,9 Familia hijos adoptivos + biológicos 9 3 33,3 Familia hijastros + adoptivos 2 1 50 TOTAL 230 92 40 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta “Las familias adoptivas y sus estilos de vida” (2012). El 51,3% de las madres y padres que respondieron al cuestionario manifestaron su deseo de ampliar la familia a través de una nueva adopción (el 64,2%), con un hijo biológico (el 4,1%) o indistintamente (el 29,3%). El elevado porcentaje de familias adoptivas que declaran sentirse muy satisfechas con su vida familiar (el 96,6%), unido a que el 60,9% valora positivamente su experiencia con el proceso de adopción, explicaría el deseo de incrementar la familia. Una de las características más definitorias de las familias postmodernas es la centralidad que los hijos adquieren en la familia (Beck y Beck, 2001:189). Esta tendencia general se intensifica en el caso de las familias adoptivas. El 90,4% de los encuestados piensa concretamente en sus hijos e hijas cuando evoca a su familia. Entre la población española, esta asociación se reduce al 65,9% (CIS, 2010). La hegemonía que los hijos han adquirido en sociedades avanzadas obedece, en perspectiva histórica, a la pérdida de su interés material y al valor afectivo y psicológico que han ido adquiriendo. Siguiendo a Zelinzer (1985) los hijos hoy son objeto de sacralización: económicamente no tiene valor pero son invalorables desde el punto de vista emocional. Nuevamente, entre las familias adoptivas este patrón se acentúa pues mientras que el 15 40,6% de las mujeres españolas declararon que “tener hijos produce un sentimiento especialmente gratificante” (Delgado, 2007), entre las familias adoptivas la afirmación es compartida por el 50,8%. Cabe añadir que mientras en la muestra nacional todavía se continúa relacionando, aunque con carácter residual, la descendencia con la idea de que “los hijos hacen menos probable que uno esté solo en la vejez” (así lo opinan el 4,6% de mujeres españolas), esta opción no fue seleccionada entre las familias adoptivas15. Como corolario del valor afectivo que asumen los hijos en nuestra sociedad la crianza adquiere un lugar destacado entre las funciones atribuidas a la familia (Beck, 2003). El Cuadro 4 recoge la opinión de la población española y de las familias adoptivas respecto al papel que cumple la familia en la sociedad. Su tendencia viene a constatar la tesis apuntada. Cuadro 4. Funciones que cumple la familia en la sociedad actual PARA LA SOCIEDAD PARA EL ENCUESTADO CIS12004b CIS22010 FAMADOP3 CIS2004b FAMADOP3 Criar y educar a los niños/as 39,2 49,3 51,7 36,4 26,8 Proporcionar amor y afecto 18,3 27,7 28,9 38 62,4 Cuidar de la salud de sus miembros 5,9 5,9 1,3 6,2 1,3 Asegurar la supervivencia de la 7,8 1,9 2,0 1,6 especie humana Mantener los valores culturales y 13,4 7,3 4 7,2 1,3 morales Cuidar a los mayores 1,8 1,9 2,3 Proporcionar ayuda económica a 4,6 1,5 1,3 0,7 los miembros que lo necesiten Otras 1,5 1,3 6,7 2,7 6,7 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ (2012); de la encuesta de ‘Opinión y actitudes sobre la familia’ (CIS, 2004b); y el ‘Barómetro’ de septiembre de 2010 (CIS, 2010). Las opciones de respuesta NS y NC se han excluido del cuadro. Nota: 1. La encuesta de ‘Opinión y actitudes sobre la familia’ solo recogía la opinión respecto al papel que según el encuestado cumplía la familia en la sociedad. 2. En el ‘Barómetro’ de septiembre de 2010 (CIS, 2010) los encuestados debían indicar las dos funciones más importantes que cumple la familia en nuestra sociedad por orden de importancia. Los valores recogidos en el cuadro corresponden a las respuestas ofrecidas en primer lugar dado que el resto de muestras incluidas en el cuadro solo preguntaron por la función más importante. 3. FAMADOP acrónico con el que identificamos a la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ (2012). Efectivamente, en opinión de los encuestados, la sociedad contempla cada vez más a la familia como una institución cuya principal función es criar y educar a los hijos. Las familias adoptivas, con un 51,7%, son las que más participan de esta percepción. Sin embargo, para las familias adoptivas el principal papel que personalmente desempeña la familia es la de proporcionar amor y afecto: así lo opinó el 15 Los porcentajes ofrecidos de la muestra nacional en relación a la opinión de las mujeres sobre que “los hijos producen un sentimiento especialmente gratificante” corresponde a las mujeres que en el momento de la encuesta ya contaban con hijos. 16 62,4% de familias adoptivas frente al 38% de la población española (CIS, 2004b). Las familias adoptivas ejemplifican con nitidez la sentimentalización de la relación paterno filial que caracteriza a las familias postmodernas (Meil, 2006), al tiempo que contribuyen en el desarrollo de una ideología de familia más flexible basada en el funcionamiento y no en la formación. La familia adoptiva trasgrede el modelo de familia nuclear basado en la filiación consanguínea no solo a través del ejercicio de su maternidad y paternidad adoptiva sino también a través de su opinión favorable hacia comportamientos tradicionalmente contemplados como desviados. A pesar de que en la muestra de familias adoptivas prevalecen las relaciones heterosexuales (el 81,7% de ellas convivía con una pareja de distinto sexo), las familias adoptivas no muestran oposición a que gays y lesbianas adopten, un comportamiento que entre la población española se continúa sancionando. El 84,8% aprueban que gays y lesbianas adopten y el 86,5% opina que garantizan el bienestar del niño de la misma manera que lo hacen las personas heterosexuales. Este apoyo contrasta con la poca aceptación que entre la población en general suscita que adopten parejas del mismo sexo: lo tolera el 42,4% y un 63,7% admite que gays y lesbianas garantizan el bienestar de los hijos (CIS, 2004b). 7. La percepción del estigma social en las familias adoptivas. La adopción, al desvincularse de la norma social de la reproducción biológica, puede convertirse en un descrédito potencial para madres, padres e hijos de difícil ocultación cuando el proceso implica el ingreso de hijos procedentes de otros países. En estos casos, y en el marco de un intercambio social corriente, sus protagonistas se exponen a las sanciones informales que les recuerdan, siguiendo a Goffman, lo ‘anormal’ de su condición. Dependiendo de la combinación de múltiples factores, el mundo de los ‘normales’ aplica diversos tipos de discriminación que en la cotidianeidad restringe las opciones de vida de los estigmatizados. En el análisis que sigue, los cuadros y reflexiones que le acompañan recogen los valores porcentuales diferenciando las respuestas de las familias adoptivas según tipo de filiación. Es probable, tal y como ha sugerido (Miall, 1987), que la percepción de la discriminación varíe cualitativa y cuantitativamente entre las familias adoptivas de filiación adoptiva y entre las familias adoptivas de filiación mixta. Las primeras pueden estar expuestas a valoraciones más negativas dado que han tenido que afrontar contextos de interacción social en las que se ha presumido que la llegada del hijo adoptivo ha sido motivada por la infertilidad, atributo que puede ser deshonroso (Miall, 17 1986). Por su parte, la adopción de niños por familias que cuentan en su estructura familiar con hijos biológicos puede asumir connotaciones positivas ya que socialmente el proceso adoptivo se vincula con los valores de generosidad y altruismo. La opinión de cómo son percibidos las madres y padres adoptivos por la sociedad se recoge en el Cuadro 5. Los progenitores adoptivos creen, mayoritariamente, que la cualidad con la que más se les identifica es la solidaridad siendo esta percepción más intensa entre quienes solo cuentan con hijos adoptivos (57,9%). Por su parte, las familias de filiación mixta creen que la sociedad piensa de ellos que son más caritativos y generosos (50%, respectivamente). Cuadro 5. Valores con los que la sociedad identifica a las madres y padres adoptivos (%)* Total FILIACIÓN Adoptiva Mixta son más solidarios 54,2 57,9 41,7 son más caritativos 48,1 47,6 50,0 son más generosos 47,6 47.0 50,0 son más altruistas 29,2 28,0 33,3 tienen las mismas cualidades 14,6 13,4 18,8 se diferencian en otros aspectos 6,1 6,7 4,2 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ (2012). *El cuadro recoge los porcentajes a partir del número de respuestas registradas a la pregunta de respuesta múltiple. Las opciones de respuesta NS y NC se han excluido del cuadro. El Cuadro 6 muestra como el día a día de las familias adoptivas aparece enmarcado por la percepción de que ocupan un estatus inferior. El 54,3% participa de la opinión de que su familia adoptiva es juzgada como una forma alternativa menos satisfactoria lo que puede contribuir a la percepción de que sus familias no son reales o verdaderas. Adicionalmente, y de forma complementaria, el 37,9% siente que los hijos adoptados son valorados socialmente como ‘hijos de segunda’. Cuadro 6. Grado de acuerdo en torno a valoraciones que hace la sociedad, en general, sobre la adopción (%)* Total FILIACIÓN Adoptiva Mixta Las personas ajenas a la adopción la consideran como una forma 54,3 54 55,5 alternativa menos satisfactoria de formar una familia La sociedad cree que los niños adoptados son niños de ‘segunda’ 37,9 37 40,7 Las personas ajenas a la adopción creen que los padres adoptivos 29,1 31,3 22,3 tienen menos ‘instinto’ para cuidar y criar eficazmente de sus hijos/as Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ (2012). *El cuadro recoge el porcentaje de respuestas afirmativas ofrecidas a los valores 4 y 5 de una escala en donde 1 indicaba ‘nada de acuerdo’ y 5 ‘muy de acuerdo’. Las opciones de respuesta NS y NC se han excluido del cuadro. La experiencia de contar con hijos biológicos marca las diferencias, fundamentalmente, a la hora de juzgar el ‘instinto’ cuidador de los progenitores adoptivos. Son los padres y madres adoptivas que cuentan exclusivamente con filiación 18 adoptiva los más expuestos a que se cuestione su capacidad, ‘instinto’, en la atención y crianza de sus hijos. El 31,3% de los padres con hijos adoptivos (frente al 22,3% de los padres con filiación mixta) se ven atrapados en la concepción biológica y naturalista de la familia (Bernardes, 1985) desde la que socialmente se construye el sentimiento de que la ‘genuina’ y ‘verdadera’ maternidad es la que deviene del indisoluble lazo de sangre que vincula a madres e hijos de nacimiento (Kirk, 1964). La centralidad que han adquirido las funciones de cuidado y crianza en la familia contemporánea junto con el hecho de que esta capacidad en madres y padres adoptivos es cuestionada provoca que un 25,2% de las familias adoptivas sienta que siempre o casi siempre se les exige más que a los progenitores biológicos. Estos niveles de exigencia diferencial no son aplicables para los hijos e hijas adoptadas: tan solo el 3,4% de la muestra percibe que a éstos se les exige siempre o casi siempre más que a los hijos de nacimiento. Con el propósito de explorar en las dimensiones de estigmatización de la familia adoptiva, se pidió a los encuestados que identificaran las razones que sostienen quienes defienden que jamás adoptarían (Cuadro 7). La razón que suscita más consenso alude a la creencia social de que la unión y el amor de un hijo adoptivo no es tan ‘genuina’ por la ausencia de lazos de sangre. Esta percepción es la única compartida por la mayoría de la muestra (así lo opina el 57,2%) y la que más distancia a las madres y padres adoptivos según tipo de filiación: el 69,2% de familias con filiación mixta frente al 53,5% de las familias con filiación adoptiva. Cuadro 7. Razones para no adoptar jamás (%)* Total FILIACIÓN Adoptiva Mixta 53,5 69,2 Un hijo o hija adoptado no quiere de la misma manera que un 57,2 hijo o hija biológico Los niños y niñas adoptados no acaban de integrarse en el 45,0 44,1 48,1 entorno familiar Los niños pueden tener enfermedades y problemas de salud 41,0 40,6 42,3 desconocidos Los niños y niñas adoptados no se parecen físicamente a los 40,5 42,4 34,6 padres y para ellos es importante No tienen las cualidades que se requieren para afrontar un 26,6 28,2 21,2 proceso de adopción En algún momento su hijo/a puede ser reclamado por sus padres 22,5 22,9 21,2 biológicos Los niños y niñas adoptados tienen más problemas médicos que 20,7 21,8 17,3 los hijas e hijas biológicos Adoptar un niño/a supone un gasto económico muy importante 17,6 17,1 19,2 Tener hijos a través de la adopción va en contra de la naturaleza 5,4 6,5 1,9 humana Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ (2012). *El cuadro recoge los porcentajes a partir del número de respuestas registradas a la pregunta de respuesta múltiple. Las opciones de respuesta NS y NC se han excluido del cuadro. 19 La importancia del lazo biológico adquiere nuevamente relevancia al compartir los encuestados que la ausencia de parecido físico justificaría la decisión de no adoptar. Esta razón solo es compartida por el 40,5% de la muestra pero es, junto a la idea de que los hijos adoptados no quieren de la misma manera que los biológicos, la que más distancia a las familias adoptivas según filiación. En este caso son los padres de filiación adoptiva los que más apoyarían esta percepción (un 42,4% frente a un 34,6%). Cuando las madres y padres adoptivos comunicaron su idea de iniciar un proceso de adopción fueron muy apoyados. Las mayores objeciones procedieron de los abuelos de los hijos adoptados y más específicamente de los abuelos de entornos familiares que contaban con hijos biológicos (un 18,5% frente al 16,5% de los abuelos de familias con filiación adoptiva). El círculo de amistades (excluyendo las más íntimas) fue identificado como el segundo colectivo que más se opuso al deseo de adoptar (11,3%). El principal argumento de rechazo identificado fue los inconvenientes que implicaba no tener un hijo ‘de sangre’. Así lo opinó el 44,4% de las familias con filiación mixta y el 36,7% de las familias con filiación adoptiva. La segunda razón señalada con la misma intensidad en ambos de tipo de familias adoptivas (con un 22,2%) fue el sacrificio que exige un hijo. En tercer lugar, las familias adoptivas indicaron que en aquellos casos en los que se había manifestado el rechazo a la adopción el motivo fue la preocupación al rechazo social: así lo declaró el 16,7% de las familias con filiación mixta frente al 14,4% de las familias con filiación adoptiva. Por último, y desde la consideración de que una mayor aceptación social de la adopción ofrece un marco idóneo para no ocultar la condición de ser madre, padre, hijo o familia adoptiva, se midió el grado de aceptabilidad hacia la adopción abierta preguntando a los encuestados sobre su predisposición a que su hijo adoptado intercambiara información o mantuviera contacto con su familia de nacimiento. Cuadro 8. Predisposición a que los hijos adoptados mantengan contacto con la familia de nacimiento (%) Total FILIACIÓN Adoptiva Mixta No 3 2,3 5,6 No, todavía es muy pequeño 13,0 12,5 14,8 Sí, cuando sea mayor de edad 36,5 36,9 35,2 Sí, cualquier momento es bueno 35,7 7,4 31,0 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta ‘Las familias adoptivas y sus estilos de vida’ (2012). Las opciones de respuesta NS y NC se han excluido del cuadro. Entre las madres y padres adoptivos existe una elevada predisposición a que sus hijas e hijos adoptados puedan restablecer contacto con su familia de nacimiento. Para 20 las familias adoptivas el momento más idóneo llega con la mayoría de edad de sus hijos. En general, la mayor apertura se produce entre las familias adoptivas con filiación mixta. Las dinámicas intrafamiliares que se producen en las familias adoptivas que cuentan con hijos biológicos condiciona que para éstas cualquier momento sea el idóneo para establecer el vínculo con sus orígenes biológicos: así lo opina el 31% de las familias adoptivas mixtas frente al 7,4% de las familias con filiación adoptiva. CONCLUSIONES. La transformación que la institución de la familia viene protagonizando se enmarca, sociológicamente, en el proceso de postmodernización de la cultura familiar según el cual la sociedad deja de sancionar modelos de familia que secularmente habían estado estigmatizados (Meil, 1999). El estudio de la familia adoptiva ofrece interesantes retos para la sociología de la familia al abordar la constitución de unidades familiares que desafían el modelo normativo de la familia biológica. La investigación llevada a cabo, a partir de una encuesta ad hoc, ha permitido introducir aspectos no estudiados en la investigación que sobre el fenómeno de las adopciones se ha realizado en España. Los análisis que presentamos señalan nuevas hipótesis de trabajo futuro, pues los datos obtenidos no procedan de una muestra representativa del universo de familias adoptivas lo que impide generalizar los resultados. Esta comunicación se ha centrado en describir sociológicamente a las madres y padres adoptivos y a sus familias. La filiación adoptiva estaría protagonizada, fundamentalmente, por madres y padres con un elevado nivel formativo, que defienden políticas de izquierdas, que no estarían adscritos a ninguna religión y que comparten un sistema de valores postmodernos respecto a la institución familiar pues mantienen una opinión muy favorable hacia comportamientos familiares tradicionalmente contemplados como desviados. Éstos son los aspectos sociodemográficos que les definen y que les diferencian respecto a la población en general. Las madres y padres adoptivos se adscriben a patrones sociales tales como la centralidad del hijo en la familia y la sentimentalización de las relaciones filiales. Sin embargo, lo hacen con mayor intensidad que la población en general contribuyendo al desarrollo de una ideología de familia basada en el funcionamiento y no en la formación. Por ello, también se diferencian en las opiniones que manifiestan respecto a las funciones que personalmente creen que debe asumir la familia. Para las familias adoptivas su función principal es la de proveer amor y afecto relegando a un segundo plano las labores de crianza y educación. 21 El diseño de la encuesta ha permitido identificar la estructura de las familias adoptivas según tipo de filiación. Al diferenciar entre familias adoptivas con filiación adoptiva y filiación mixta se avanza en tres aspectos importantes. En primer lugar, se señalan las distintas rutas de acceso a la filiación adoptiva mostrando, a su vez, la complejidad del fenómeno y la necesidad de evitar construcciones unitarias y globalizantes en torno a la familia adoptiva. En segundo lugar, se subraya la pérdida de importancia que la descendencia consanguínea ha ido adquiriendo en los procesos de construcción identitaria individual y familiar pues la adopción hoy no es solo un camino a la paternidad para las parejas infértiles sino, también, para las personas que tienen o pueden tener hijos biológicos y para las que aún contando con un diagnóstico de infertilidad optan por la adopción sin agotar las posibilidades que ofrece la medicina reproductiva. En tercer y último, y como corolario de lo expuesto, la filiación adoptiva en sociedades avanzadas es una elección y no, como proyecta el imaginario social, ‘la segunda mejor opción’. Otro de los aspectos novedosos que han sido abordados en la comunicación es el de la opinión que tienen las madres y los padres adoptivos sobre cómo es percibida socialmente la familia adoptiva. La mayoría de las familias encuestadas comparten que la familia adoptiva es considerada como una forma familiar menos satisfactoria que la que produce la familia basada en lazos de sangre. Es interesante destacar que a pesar de que las familias adoptivas comparten esta percepción general existen matices en las opiniones vertidas según tipo de filiación. Las familias adoptivas con exclusivamente filiación adoptiva perciben que la sociedad les cuestiona su ‘instinto’ para cuidar y criar; mientras, las familias adoptivas con filiación mixta subrayan que socialmente los hijos adoptados son valorados como hijos de ‘segunda’ dado que la unión y el amor con éstos no es tan ‘verdadero’ como la que ofrece un hijo biológico. Según los datos recabados, la familias adoptivas con filiación mixta estarían más expuestas que las familias adoptivas con filiación adoptiva a las sanciones informales de su entorno más próximo. Las familias adoptivas con hijos biológicos y adoptivos deben enfrentarse con mayor frecuencia al cuestionamiento de su decisión de adoptar. Los abuelos, fundamentalmente, han argumentado su rechazo en los inconvenientes que implica no tener un hijo ‘de sangre’ y en los problemas de integración que pudiera vivir el nieto adoptivo. Los datos sugieren que la sociedad es más condescendiente con las familias adoptivas con filiación adoptiva. Así, mientras que la adopción es más aceptada socialmente en los casos en los que no se pueden tener hijos biológicos –lo que se 22 presume en familias con filiación adoptiva-; la adopción es objeto de descrédito y cuestionamiento social cuando quien adopta cuenta en su estructura familiar con hijos biológicos y adoptivos –situación fácilmente reconocible en procesos de adopción internacional-. BIBLIOGRAFÍA Adoptantis (2011): El periódico de la adopción. 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