CUERPOS HETERONORMATIVOS PORNO Y POLVOS PLÁSTICOS (Transformaciones de los Cuerpos y sus usos en la industria pornográfica e imaginarios coitales potsmodernos) Climent Formoso Araujo Universitat de Barcelona (Climentformoso@ub.edu) ABSTRACT El porno hetero es primordialmente cuerpo; cuerpos bellos, elásticos, turgentes, cimbreantes, heteronormativamente compuestos y rentables. El placer postmoderno es rendimiento. La literatura -ámplia- y los enfoques -variados- para dar cuenta del cuerpo ya suponen una cierta subdisciplina académica. Aquí se ensaya un análisis de las transformaciones de los cuerpos (su imagen, usos, plasticidades y potenciales implicaciones sociales) en el mundo de la pornografia desde una perspectiva frankfurtiana, recurriendo a otros autores (Foucault y Deleuze) para explicar aquellos componentes éstéticos y de poder incrustados en actrices, actores y escenas porno actuales. Se defiende entonces que los cuerpos hiperintervenidos (mediante la ciencia, la tecnologia, y la cultura de consumo de masas) constituyen la punta del iceberg emulativo-normativo desde el que se hunde el continuun de cuerpos/tecnicas/mercados de la sexualidad actual en su versión pornagráfica. Para ello se escogen y comparan cuerpos y films de la industria pornográfica de finales de los setenta con escenas y cuerpos de películas de nuestra década. En apenas treinta años, la trasformación imaginaria de las intervenciones sexuales pasa de la interelación sexual hippie (refocilamiento de amiguetes) al desollinador contorsionista actual (eso sí, muy comunicativos, pero distantes, solitarios y placenteramente errantes). Se hipostasía, a su vez, mediante una pequeña etnografía, que semejante imaginario de puberización perversa y rendimiento, de pieles marcadas y goces sumisos han trastocado los referentes de prácticas y deseos de hombres y mujeres heterosexuales que habitan su sexualidad en las las sociedades de la información occidentales. Trastocamiento que transfiere un plus de poder (a pesar de la sumisión narrativa) a las mujeres. Palabras Clave: sexualidad, cuerpos, pornografía, poder, repertorios coitales. El porno es cuerpo, o quizá sólo genitalidad espasmódica. También es movimiento, fluidos, rugidos y gestualidad, cuando se trata de porno en formato de películas. Los detractores de la pornografía 1 (tanto estéticos como moralistas, obviando a los abolicionistas y otros pornóbofos más o menos explícitos) la califican de exposición reduccionista y procaz. Los argumentos más recurrentes remiten a la muerte del deseo y la cosificación (reificación) del cuerpo y la sexualidad femenina. Sin duda alguna, la pornografía heterosexual es androcéntrica. Y también es una tecnología de género que escenifica la violencia machista de nuestro modelo sexual dominante (Guasch, 1993, 2000, 2003, 2004). La industria porno hegemónica –orientada al deseo masculino- también lo es. Por otra parte, debemos a la antropología, principalmente, y a la sociología de los 70’s y 80’s los mejores análisis histórico-sociales de los cuerpos1. Cuerpos de actrices y actores que en la industria pornográfica también han cambiado en consonancia con los cambios socio-culturales de los últimos 30 años. Las causas de las trasformaciones de las configuraciones estético-corporales del porno son tanto endógenas como exógenas, siendo la “hipercultura de la exhibición” y la tecnificación de las intervenciones sobre los cuerpos las principales. También existen causas inherentes a la propia industria y que obedecen a sus procesos de creciente segmentación mercantil y diversificación filmico-fílica (Gubern, 2005). El ejercicio que aquí se ensaya entrelaza cuatro esferas narrativas interrelacionadas bajo el paraguas de la Sociología de la Sexualidad: cuerpos, pornografía, crisis de género e imaginarios de relaciones sexuales. La perspectiva desde la que se argumenta juega con tamizes marxistafreudianos (Escuela de Frankfurt) y con análisis post-estructuralistas. Se defiende entonces que la pornografía introduce aspectos de redistribución de poder sexual en los imaginarios y practicas de las relaciones sexuales que ahondan en la crisis de la masculinidad y aportan –a pesar de todo– un plus de emancipación (más allá de la amplia panoplia de tesis victimistas y feministas) y de poder a las mujeres. Es decir, cómo también –o fundamentalmente– la iconografía porno retroalimenta la crisis de los géneros, sobrecargando la angustia hedonista sexual en términos modernos (número, tamaño, fuerza, tracción, repetición) de los varones. Metodología y perspectiva El lugar de enunciación marca el decir y sus implicaciones ético-políticas. La mayoría de documentos, cifras y juicios sobre la pornografía adolecen de rigurosidad y se sitúan en posiciones abiertamente conservadoras (tanto en su formato religioso como en las que se apoyan en tesituras romántico-emocionales, equivalentes en muchos casos)2. Otros se regodean en sus buenas 1 Un buen artículo compilatorio del análisis de los cuerpos en las ciencias sociales es el de Bryan S Turner “los avances recientes en la Teoria del cuerpo” en REIS 68/94 pp. 11-39. Aunque sin duda, el mejor texto sociológico en castellano sobre el cuerpo y sus explicaciones sociológicas y antropológicas es el de David Le Breton La sociología del Cuerpo. 2 Véanse algunas publicaciones de la galaxia feminista al respecto. Por ejemplo Butler (1993), Dworking & 2 intenciones y, el resto, tratan de aleccionar a jóvenes incautos3. Sucede como con la prostitución, pues de hecho, el marco de estigmatización social corre parejo (Staderini, 1990; Osborne, 1998). La amplitud del objeto y sus múltiples imbricaciones sociales dificultan los planos de análisis y los cortes de enfoque. No se puede decir todo. Una buena investigación (desde las ciencias sociales) se detecta enseguida por cuanto rezuma honestidad hipotético-inductiva de alcance medio, en un periodo y espacio concretos (Merton dixit). El establecer el alcance narrativo-explicativo a partir de materiales utilizados huelga entonces imprescindible. Este trabajo es una aproximación a la iconografía corporal y coito-repertorial de la industria del porno hegemónica (la heterosexual) desde la Sociología de la sexualidad. Se recurre a una metodología comparativa etnográfica-visual de dos momentos históricos del porno: la gran eclosión de productos fílmicos de finales de los 70’s y principios de los 80's y la difícil coexistencia de la industria hegemónica con la hiperpornificación digital –gracias a Internet– de finales de la primera década del siglo XXI. Un periodo cuyo devenir histórico-social se encuadra en la expansión y ahondamiento de los valores y estilos de vida postmodernos de las sociedades occidentales. Pocos fenómenos sociales requieren de tanto aparataje justificativo preliminar como el porno. Andrés Barba y Javier Montes (2007) elaboran un elegante encaje de argumentos y sutilezas a lo largo de las 26 páginas de introducción a La Ceremonia del Porno. Dicen que “El maniqueísmo fuertemente arraigado y la jovialidad parece que invalidan cualquier tipo de trato llano con la pornografía”4 . La supuesta inviabilidad de un discurso “sin carga” denota la enorme densidad moral y política que atraviesa el fenómeno. Existe bastante incomodidad social para conversar sobre pornografía por cuanto culturalmente es un “ámbito de intimidad” y debe transpirar un cierto pudor o recato de prevención. Las investigaciones sociales parece que se contagian de ese espíritu, a juzgar por lo que se publica. El análisis, repetimos, que aquí se ofrece es pretendidamente sociológico, auspiciado en tesis de la sociología de la sexualidad. Una apuesta levemente inclinada hacia tesituras transgresoras, creemos, para compensar tanta mojigatería disfrazada de McKinnon (1988), Dworking (1990). El libro de la filófosa francesa Michela Marzano (2006) La pornografía o el agotamiento del deseo es un compendio de ideas románticas desde las que denostar el porno en comparación con el erotismo trufado de amor y otras zarandajas por el estilo. Al mismo orbe ideológico romántico familista pertenece la terapéutica Pamela Paul (2005) con un libro titulado How pornografhy is transforming our lives, our relationships, and our families. 3 Los estudios oficiales sobre salud y sexualidad de los jóvenes (promovidos desde Ministerios y otros consorcios públicos de observación) se dirigen hacia el ámbito de la prevención de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Véanse, por ejemplo, en el caso español, los estudios del Ministerio de Sanidad y los del Observatorio de la Juventud. La liberación sexual de los 60’s y 70’s dio un giro radical con la aparición del SIDA en los 80. Desde entonces a las autoridades sólo les interesa la sexualidad como salud pública, y respecto a los menores, cómo prevenir conductas de riesgo victimantes. El auge de internet y las redes sociales virtuales ha desbocado la imaginación de autoridades y progenitores respecto a los peligros en que incurren sus hijos respecto a conductas sexuales através de la red. 4 La oración es una elaboración nuestra a partir de enunciados de los autores. 3 responsabilidad social, por otra parte, compartida, por obvia5. Se recurre a la historia de la pornografía, a elementos de la semiótica, a las teorías de la comunicación y a postulados estéticos procurando no deslizarnos demasiado hacia esos terrenos. Historiografía, semiótica, comunicología y estética que se utilizan para hablar de cuerpos del mundo audiovisual porno, de géneros, de sexualidades y de experiencias sexuales relacionadas con las construcciones e imaginarios sociales de ambas. El orden expositivo es el siguiente: En primer lugar se elabora un conciso –apresurado, quizá– pero multidisciplinar marco teórico sin entrar a discutir algunas definiciones imprecisas e insuficientes. En segundo lugar, una serie de tipologías nos sirven para comparar cuerpos y repertorios coitales de actores, actrices y productos de ambos periodos. Luego acontece una pequeña sorpresa en forma de “apuntes etnográficos freestyle”6 que pretenden reflejar la recepción y los usos y significados que a la pornografía le dan mujeres heterosexuales de clase trabajadora y clase media, de diferentes generaciones. Los últimos párrafos se dedican a recopilar lo más relevante y a justificar el alcance conclusivo que puede dar de sí un trabajo de investigación artesanal y, en muchos aspectos, amateur. Sexualidad, cuerpos y transformaciones porno-corpóreas La sociología de la sexualidad ha prestado tanta atención a los géneros y a las sexualidades disidentes (no hegemónicas) que ha descuidado asuntos como el deseo, el erotismo y los productos y mercados proveedores de gratificaciones erótico-sexuales de los heterosexuales. La sexualidad, como objeto desde la sociología, se ha olvidado de investigar el mundo del porno y las estrategias y usos que sus consumidores/ras conciben y dan a su visionado. Se puede argüir que no hay mucho que decir, que todo está a la vista, sin embargo, a juzgar por la relevancia social (ni que sea la mercantil, específicamente, aunque no hay mercados sin consumidores)7 del fenómeno, parece que 5 Santiago López-Petit (2001, 2004, 2010) un filósofo de Barcelona, acuña la expresión de “movilizaciones por lo obvio” para explicar y justificar la desactivación de la contestación social mediante mecanismo de hiperinflacción de demandas de movilizaciones sobre intereses socio-colectivos. Las principales promotoras de la “concienciación de lo obvio” son las administraciones públicas. Para explorar textos e ideas al respecto, véase la plataforma Espaien-blanc.net, ubicada en Sindominio.net 6 El término “apuntes Freestyle” se toma del texto “Pornografía como tecnología de género” de la artista performance Lucía Egaña, presentada en unas jornadas del 2003 en el MACBA de Barcelona bajo el rótulo de Posporno. Pornografía, pospornografia: estéticas y políticas de representación sexual. Texto disponible en: http://lafuga.cl/la-pornografua-como-tecnologia-de-genero/273. Consultado el 23 de marzo de 2013. 7 La revista Forbes publicaba que en los años 2007 y 2008 la industria del Porno Americana sobrepasó el volumen de negocio y facturación de la industria del cine convencional. No obstante, todos los expertos coinciden que es dificil cuantificar en cifras el mundo del Porno. Un buen lugar para obtener una compilación de datos al respecto es ToptenREVIEWS.com y el artículo de Jerry Loperrato de 2008. No obstante, una buena actitud investigadora debe recelar permanentemente respecto a los datos que facilitan plataformas pornófobas y abolicionistas, por cuanto inflan e inventan, en muchos acaso, las cifras. Así, la primera premisa que debe guiar la mirada sobre los universos numéricos no contrastados es: ¿quid prodest? 4 se da un olvido inmerecido. Es cierto que algunos estudios realizan aproximaciones desde el arte tratando de explicar qué pretenden ciertos artistas al usar su cuerpo como material básico de sus performances.8 Y en EEUU existen algunas publicaciones desde ópticas antropológicas calificados de Porn Studies, que se encuadran en el ámbito de los cultural Studies9. La principal tesis sobre el porno desde la disciplina sociológica consiste en considerarlo un reflejo del modelo sexual heterosexual dominante o hegemónico en occidente. El porno heterosexual viene a ser un espejo convexo de las características que modelan el imaginario sexual hetero. Óscar Guasch y Raquel Osborne (1998) elaboran un corpus de elementos ideales presentes en el modelo de regulación del deseo erótico hegemónico (el hetero) atribuyéndole los siguientes aspectos: adultista, misógino, sexista, homófobo, interpretador de la sexualidad femenina en clave masculina, prescriptor del sexo vainilla, coitocéntrico, basado en el amor romántico y defensor de la pareja estable. Sin entrar en cada una de las carácterizaciones, el porno hetero en formato películas cumple y exhacerba algunas más que otras: a) es adultista con tintes teens (la presencia de lolitas o actrices con aspecto adolescente atribuye un plus de atracción erótica al producto. Y los señores y señoras de edad avanzada generalmente hacen el papel de voyeurs); b) es misógino (entre otras cosas, a los papeles femeninos se les atribuyen un estado de disponibilidad sexual permanente, y con frecuencia, hay escenas de humillaciones ritualizadas, como por ejemplo la eyaculación facial. También las escenas lésbicas pueden considerarse de lesbianismo para hombres); c) es hipercoitocéntrico (la centralidad narrativo-representativa del porno heterosexual consiste en eso: hombres penetrators que literalmente taladran a sus partenaires aprovechando cualquier abertura corporal de aquellas); d) es homófobo (los hombres no suelen mantener contacto físico entre sí, a menos que compartan felación o penetración en un recipiente-coctelera femenina); e) interpretan la sexualidad de las mujeres en clave masculina (Ellas gozan vistiendo descocadamente, provocando, haciendo felaciones larguísimas, y disfrutando enormemente con tanto empuje y dilatación vaginal y anal). f) Defiende la pareja estable (La gran mayoría de escenas de películas porno heterosexual son chicochica y cuando existe alguna trama narrativa el papel del tercero o más elementos es un complemento del placer entre dos, o ensoñaciones de uno/una con un “cuerpo en ausencia” que se ensueña.) Los cuerpos nunca son sólo cuerpos, para la sociología. La atención por la corporeidad tiene un larga trayectoria de análisis (explícito unas veces y colateral o de fondo otras), por cuanto 8 Véase al respecto, por ejemplo, el texto de J.A. Suarez “corpo/realidad, pornografía, vanguardia” en libro Sexualidades de Guasch y Visuales. El artículo es un derroche de nombres, situaciones y “enlaces de afinidad” entre propuestas artísticas y sus influencias. 9 El Libro de Linda Williams Porn Studies del 85 (y reeditado en 2004 por Duke University Press) inaugura, sin continuidad, la subdisciplina. 5 condensa aspectos culturales y sociales. Los cuerpos son “materia simbólica y objeto de representaciones y de imaginarios” (Le Breton, 2001: 7). Es decir, el lugar de encuentro base de/para significaciones individuales y colectivas. Las preocupaciones sociales por el cuerpo emergen con fuerza en los 60's, aunque con anterioridad siempre estuvieron presentes en discursos filosóficos, antropológicos, sociológicos, políticos, higienistas o artísticos. La historia de occidente desprecia al cuerpo frente al espíritu, el alma, las ideas o la racionalidad. Los cuerpos son vistos como “medio de clasificación” humana en la modernidad (Mary Douglas, 1970) que sirven para unas cosas u otras, pero que hay que reprimir para que no acontezca el caos social. En La Dialéctica de la Ilustración, Adorno y Horkheimer (1998:231) dicen que “la relación con el cuerpo humano está estropeada desde el principio, pero en el capitalismo se exacerba”. A lo que Marcuse (1969) en Eros y la Civilización añade que ha habido un exceso de represión sexual, por lo que “el desafío al capitalismo podría cuestionarse a través de la liberación sexual” (Turner, 1994:22). Debemos a Freud el desarrollo de la idea de la represión para explicar la sexualidad. La escuela de Frankfurt recoge el testigo y aúna psicoanálisis con marxismo. Lo más interesante –también para entender el porno- de estas explicaciones psico-capitalistas de los comportamientos en las sociedades de masas consumistas es el aspecto psicosomático de las tensiones sociales. Romano Giachetti (1971) realiza una inocente lectura sociológica desde postulados marxistas de la pornografía sin atreverse a tanto. La aparición del informe Nixon10 da pie al autor de Porno-Power: pornografía y sociedad capitalista para realizar uno de los primeros libros sobre la galaxia eróticopornográfica incipiente de la época. Confrontando ideología (puritanismo capitalista) con ideología (tardo marxista) Giachetti no supera ni la idea de superestructura (el porno como otra ideología de subjeción de masas), ni la de clase social (no aclara cómo el porno sigue sosteniendo la desigualdad de clases) ni la de reificación (cosificación de las mujeres). Aprovechamos, no obstante, ambos enfoques de raíz marxista-freudiana para exponer un par de hipótesis para entender el porno en sus dimensiones receptivo-emulativas: a) Las tensiones sociales se traducen en castigos corporales teñidos de consumo distinguido. Algo así a lo postulado por Bourdieu (1994) y su noción de Hábitus más un componente psicoanalítico. La suma nos ofrece una lectura del porno como la visibilización de las presiones sociales sobre los individuos manifestándose en autocastigos corporales en formatos consumistas. b) Desde el plano de análisis de clase social e imaginario sexocoital porno, la película de Bigas Luna La Juani11 refleja a la perfección los componentes erótico 10 Con el epígrafe de Informe Nixon se conoce a los resultados de una Comisión sobre Obscenidad y Pornografía convocada por el congreso de los EEUU, gobernado entonces por el partido demócrata, y publicado en 1970. De algún modo este informe inaugura los ataques democrático-puritanistas para salvaguardar a la población (en especial niños y adolescentes) de la pornografía. Las conclusiones de la Comissión On Obscenity And Pornography fueron tachadas de excesivamente liberales. Para un análisis extenso del informe véase Giachetti (1976:244). 11 Ambientada en el extrarradio de una gran urbe, el argumento gira alrededor de las relaciones lúdico-festivas, 6 clasistas de la juventud del extrarradio barcelonés. Parece que las disfunciones del ascensor social se reciclan en interacciones, formatos y significaciones porno-realizativos. Son los autores y enfoques post-estructuralistas los que mejor y más ampliamente han explorado las relaciones de los sujetos-cuerpo y las estructuras sociales en las sociedades capitalistas avanzadas. Para Michel Foucault el cuerpo es el gran instrumento revelador de los procesos sociales por cuanto es el hipocentro visible de la tríada de análisis ser-saber-poder. Los trabajos genealogistas de Foucault sobre las disciplinas para configurar verdades y políticas que acaban fabricando a los sujetos-sujetados de la modernidad son muy sugerentes a la par que inexactos muchas veces. La invención del individuo moderno es una cuestión ampliamente comentada, citada y discutida por doquier. Sus obras referentes a la sexualidad y la psiquiatrización de las relaciones y significaciones sexuales mediantes dispositivos de normalización ahondan en la idea de las tecnologías de la dominación social marxista en versión sofisticada. Los mecanismos de histerización del cuerpo de la mujer12, la pedagogización del cuerpo del niño, la socialización de las conductas procreadoras y la psiquiatrización de la sexualidad perversa descritos por Foucault suponen abandonar el paradigma freudiano de la represión por el de gestión política de la sexualidad. Ahora los dispositivos de poder (en sus discursos sobre la sexualidad normal y saludable, en las prácticas visibilizadas, en las pedagogías de lo satisfactorio) no son sólo instancias de castración del deseo erótico sino redes de gestión (también productivas, en los sentidos de novedad, de producto y de imaginario) de la(s) sexualidad(es). La pornografía se inscribe entonces en los procesos de disciplinamiento y configuración de los ejercicios de desarrollo de los deseos eróticos heteronormalizados. En cuanto a los productos porno-parafílicos de carácter minoritario, estaríamos hablando de “fruslerías” recreativas para heteronormalizados que perciben tensiones de clasificación. En realidad la pornografía de masas (la hetesexual) explicita los repertorios de plenitud erótico-sexual de las parejas heteroxesuales con ganas de intensificar sus desgastados instantes de intimidad coital, bien añadiendo algún elemento de innovación postural-libidinoso en el que proyectarse, bien incorporando personajes y situaciones que transgredan el orbe hegemónico de las relaciones coitales de pareja romántica (un dildo, un negro, un voyeur, una amiga, etc). En el libro Tecnologías del yo, una recopilación de textos de madurez, Foucault aborda un tema deliberadamente olvidado en sus tratados anteriores: la moralidad ante los escenarios de luchas de poder (el “estruendo de la batalla” del último párrafo de Vigilar y Castigar). Se ha calificado a los postulados de Foucault de inmorales y antisolidarios erróneamente, por cuanto deja la apuesta a emocionales y sexuales de unos jóvenes de clase obrera. 12 La tecnología del orgasmo de la historiadora Rachel P. Maines (2010) es un delicioso recorrido medico-histórico que explica las relaciones entre la histeria, los vibradores y la satisfacción sexual de las mujeres. 7 expensas de la deliberación de cada cual (siguiendo la estela, por otra parte, de Adorno en Mínima Moralia). Los postestructuralista creen todavía en la creación de sujetos colectivos a partir de la suma de sujetos individuales autoliberados por el conocimiento. No obstante también plantea (al igual que otros autores) en este texto la emergencia del “yo marca” como penetración de la narratividad organizativo-capitalista en las configuraciones personales de los sujetos modernos. La adopción de pautas, estereotipos y deseos del lenguaje fílmico porno -como parte del continuun hedonístico-sexual narrativo de la estrategia de comunicaciones mercantiles potsmodernas- supone admitir la maleabilidad permanente de las subjetividades para evitar ser (sentirse, verse, pensarse, juzgarse, disfrutarse) excluido de las redes normalizadoras que, en todos los ámbitos, empujan y cuestionan a los sujetos. Gilles Deleuze, coetáneo y próximo a Foucault, realiza una apuesta todavía más arriesgada al pretender deconstruir el tinglado de la modernidad desde sus cimientos. Desde los postulados de Diferencia y Repetición en los que denuncia la ontología reduccionista binaria de occidente, hasta sus libros de cine (Imagen movimiento e Imagen tiempo), Deleuze rompe con todos los esquemas de enunciación (Mil Mesetas,capitalismo y esquizofrenia escrito con Felix Guattari, es un libro completamente loco, un libro herramienta, dicen, lleno de plagios y con argumentaciones tan multidisciplinares que incluyen diagramas de física cuántica) para justificar una razón esquizofrénica (sin cuerpo, sin centro, sin organización, sin objetivo) que libere al pensamiento y a los sujetos mediante la multiplicidad del ser rizomático13. La apuesta por un sujeto-cuerpo sin órganos (sin funciones, sin centro rector, sin dependencias orgánicas) significa profundizar y destruir los discursos y visiones normalizadoras rectoras del reconocernos. El célebre fragmento del cuerpo-sin-órganos (CsO) de Mil Mesetas es insuperable por cualquier película hardcore o sado14. La desfundamentación de lo real comporta, entre otras cosas, una crítica radical a la idea de sujetopersona de la psicología y el psicoanálisis y, como no, de las formas de representarse en las artes. En este sentido, Deleuze, abomina de los personajes, de las tramas y de las elaboraciones técnico13 El ser rizoma es la apelación que Deleuze da a la ontología que parte de la afirmación de la diferencia en lugar de constituirse de un modo unitario y binario, y que se multiplica, como una raíz de patata, en todas direcciones del subsuelo. 14 Mil Mesetas, capitalismo y esquizofrenia, Pag 156. Texto de un libro que se titula La sexualité perverse que atribuyen a un tal M’Uzan: “Maitresse, 1) Puedes amarrarme encima de la mesa, durante diez o quince minutos, mientras preparas los instrumentos; 2) Me das cien latigazos por lo menos, luego haces una pausa de algunos minutos; 3) comienzas a coser, coses el agujero del glande, y este a la piel que hay a su alrededor, impidiéndole así descapullar, coses la bolsa de los cojones a la piel de los muslos. Coses los pechos, coses sólidamente un botón de cuatro agujeros a cada pezón. Si quieres puedes unirlos con un elástico de ojal. Pasa luego a la segunda fase: 4) Puedes elegir entre ponerme boca abajo sobre la mesa, amarrado por la cintura, con las piernas juntas, o bien atarme únicamente al poste, con las muñecas y las piernas juntas, con todo el cuerpo bien atado; 5) me das latigazos en la espalda, las nalgas los muslos, cien latigazos por lo menos; 6) Juntas las nalgas y las coses, coses toda la raja del culo…[…] Si no he hablado de quemaduras es porque debo pasar muy pronto una revisión médica y tardan mucho en curar” 8 discursivas del cine convencional. La fragmentación (Segmentación de planos. Los planos clínicos o Medical shot15) narrativa del porno para Deleuze supondría una apertura despersonalizada desde la que reconstruir los sentidos privados, mutables y des-sujetados de la experiencia erótico-sexual de cada individuo. En lenguaje Deleuziano, un plano clínico es el paradigma del erotismo desterritorializado sobre el que cada contemplación elabora su línea de fuga pulsional, en singular derrotero del deseo errabundo que ya no busca referente unificado (persona) ni performatividad (acercamiento, contacto o maneras con la “parte no separada de sexo”). La imagen que describe la apuesta de Deleuze se aproxima a un pene eyaculando sobre una pantalla de cristal tras la que se dilata una abertura. La historia de la pornografía no es demasiado larga, siempre que se defina qué se entiende por pornografía. El debate acerca de las representaciones sexuales y su carácter erótico o pornográfico es inacabable. Lo erótico es aceptable social y discursivamente por cuanto refiere a sofisticación cultural. Lo pornográfico, en contrapartida, es deleznable. Lo erótico (y sus plasmaciones) es entonces tan extenso como la historia humana, mientras que el porno aparece con la fotografía y, posteriormente, se pone en movimiento gracias al cinematógrafo. Los elementos en disputa entre lo erótico y lo pornográfico son tanto estéticos como morales, o exclusivamente morales con algún rasgo –excusa- estético. Barba y Montes (2007:63) citan la definición de pornografía de un tal Peter Wagner en los siguientes términos: “Presentación visual realista de cualquier forma de comportamiento genital o sexual que viola deliberadamente los tabúes sociales y morales existentes”. La semiótica nos ofrece una serie de apuntes histórico-comparativos que engranan a la perfección con la emergencia de los cambios productivos, organizativos y los valores y preocupaciones sociales postmodernas. Gubern (2005:9) cuenta que la “reproductibilidad icónica masiva e hiperrealista de la fotografía y luego del cine otorgan un nuevo estatuto sociocultural a las representaciones eróticas”. El porno tuvo su origen en los prostíbulos y su valor se mide por su capacidad funcional para estimular la sexualidad masculina16. A mediados de los 50’s aparecen los nudies (por ejemplo las fantásticas cuatro películas, recientemente reeditadas y empaquetadas, del productor Russ Meyer, cuyo mayor valor son sus situaciones completamente surrealistas para lucir unas chicas de pechos muy generosos) y, ya en los 60’s comienzan a aceptarse en el “cine respetable” los desnudos frontales y los desnudos integrales. Es en la década de los 70 cuando aparecen un par de películas que “inauguran” la “tradición porno en formato película”: Garganta 15 Plano de rodaje que se parece a una disección por la proximidad entre objetivo de la cámara y objeto filmado. 16 Cualquier estudio sobre los primeros pasos de la pornografía remiten a la burguesía. Y en el caso español, son de sobras conocidas las películas pornográficas de una sola secuencia con las que el rey Alfonso XII deleitaba a sus invitados. No es difícil encontrarlas en Internet. 9 Profunda (Deep Throat, 1972) y Tras la puerta Verde (Behind the green door, 1973). Gubern (2005:15) argumenta que el género evolucionó rápidamente buscando “nuevos incentivos” y creciendo un 500% en tres años. La norma comercial es complacer los gustos comerciales de la mayoría. Las características más notables de estas películas se resumen en: Hiperrealismo anatómico y fisiológico, ausencia de elipsis narrativa, ausencia de evolución emocional de los actores y situaciones, grandes atributos sexuales masculinos, perfecta biomecánica coital, pautaje episódico muy marcado en la secuencia felación- cunnilingus-coito-posturaje cameral-eyaculación masculina. Con la progresiva retirada de cine porno de los espacios comunitarios (cines X, cabinas de sex-shops) a la intimidad de los hogares (gracias a los reproductores de VHS, las emisiones de canales de pago y posteriormente con Internet) o de los hoteles (canales porno) el porno se segmenta y eclosionan con fuerza las películas que exploran sexualidades minoritarias y todo tipo de parafilias. Es importante destacar para nuestro objeto, de entre lo que expone Roman Gubern en La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas varios elementos de distinta índole que utilizaremos para comparar: 1) en lugar de representar, el cine porno “reproduce”; 2) El enorme carácter vicarial, voyeurístico, scoptofílico del porno se resumiría en: “la gente disfruta viendo a otra gente hacer bien aquello que a ellos les gustaría hacer”; 3) La carrera de las actrices no suele durar más de tres años, lo que puede significar un agotamiento doble: obsolescencia del deseo masculino y cansancio/ enorme rentabilidad económica de las actrices que pueden rodar entre 60 y 80 películas al año. 4) En los noventa aparece el Hard Glamour (cierta sofisticación de la puesta en escena, con más elementos de maquillaje y atrezzo para las actrices, etc.) y el Porno Chic (platós y escenarios muy cuidados, con filtros de luz, montajes sin errores, etc.). Por último, existen algunos textos (González et al, 2005; Egaña, 2003; Coll-Planas, 2012; Rodríguez, 2013) trufados de análisis foucaultianos, teorias Queer, feminismo y representaciones artísticas que se ha dado en llamar “activismo post-porno”17 que tratan de romper los discurso reguladores de la subjetividad, del cuerpo, del placer y del género en relación a las representaciones hegemónicas del porno, a la vez que visibilizar sexualidades minoritarias y/o disidentes. Aaron Rodríguez defiende, en un artículo muy reciente en la revista El genio maligno18 titulado “Apología de la pornografía en la sociedad del malestar”, que el discurso pornográfico es un acto de liberación respecto a la emocionalidad obligatoria a la que nos somete la comunicación mediática masiva. Añade que el porno es exacerbación del individualismo y un ejemplo de cómo el consumidor 17 La primera vez que se acuña el término fue para designar la performance titulada The public Cerviz Announcement de la actriz porno Annie Sprinkle (Gonzalez et al, 2005:4) y que consistía en invitar al público a mirar en el interior de su vagina con una linterna. 18 Revista de Humanidades y ciencias sociales. 1 audiovisual del Siglo XXI acepta su alienación. El desenfado con el que trata cuestiones de recepción y uso del porno, así como la naturalidad del “yo consumidor” sin complejos ideológicos se ajusta a las tesis que en sociología ya suponen una cierta tradición dentro de la disciplina y que se conocen con el rótulo de Postmodernidad19. Gilles Lipovetsky en La Era del Vacío (1983) realiza una buena caracterización culturalista del individuo postmoderno en contraposición al individuo de la modernidad. Habla de segunda revolución individual (la primera es la que reclama los derechos civiles y políticos, auspiciado bajo un régimen de relaciones de producción) para designar a las “relaciones de seducción” en las que se insertan vidas kit, aspiraciones hedonistas, cultura psi, personalidades narcisistas, preocupación por lo corporal, etc. Lo que nos interesa resaltar de ello es el desplazamiento de las categorías sociales de inclusión y adscripción social de lo colectivo a lo individual. Siendo el cuerpo y sus cuidados (piel, manos, pies, labios, cabello, formas, vestimenta, maquillaje, piercings, tatuajes, uñas, bronceado, olor, elasticidad, depilación) el principal agente de inclusión y a la vez de distinción social. Desde una perspectiva exclusivamente mercadotécnica se publicó alrededor del 2005 en The Economist que el 65% de todos los mercados estaban destinados exclusivamente a las mujeres y sus cuidados corporales. La retroalimentación del fenómeno es más que evidente. Al hilo de lo anterior, una de las grandes preocupaciones sociales (por no decir miedos actuales) se articula alrededor de la recepción e influencia de contenidos sexuales por parte de las personas en estadios de formación de su personalidad. O lo que es lo mismo: cómo afecta a nuestros niños y adolescentes la “creciente pornificación social”. Aquí los psicólogos y psicoterapeutas se ponen las botas y alertan en suplementos de diarios de orden que son preocupantes y visibles los efectos de la “sexualización precoz” de nuestros niños. La comunicología aporta algunos estudios sobre recepción de contenidos que nunca acaban de ser concluyentes (sus relaciones causales). No obstante, la idea de la comunicación de masas en su versión “aguja hipodérmica” más la desindividuación/anonimato de internet operan como imaginarios del miedo postmoderno presentes en todas las sobremesas, tertulias vehementes y barras de bar. De generosas turgencias a vigorismos plásticos. Los cuerpos que refleja la industria pornográfica heterosexual hegemónica han cambiado mucho en 30 años. Las situaciones o escenificaciones coito-sexuales quizá no tanto, pero también. La cifra de 19 El término acuñado por Lyotard en La condición Postmoderna de 1973 hizo fortuna. Conceptos metáfora como Modernidad reflexiva (Giddens, Beck, Lash) Tardo Modernidad (Touraine) Hipermodernidad (más tarde Lipovetsky) Valores postmaterialistas (Inglehart), modenidad líquida (Bauman), segunda Modernidad (Bell) son muy próximos cuando no análogos. 11 productos porno en formato película es enorme, tanto entonces como ahora, fruto de una sistema de producción que podríamos llamar porno-fordista o, en la actualidad, quizá “just-in-time20”. Internet ha revolucionado el sector y ha hipersegmentado el mercado, trastocándose también aquel modelo de organización de la producción, distribución y consumo. La AVN21 resiste el embate del porno amateur, rediseñando estrategias de comercialización y recomponiendo su posicionamiento permanentemente. Por lo general, la estrategia comercial más visible es presentar productos de más calidad técnica y mejor factura fotográfica. “Los usuarios y usuarias del porno parece que son muy volátiles respecto a sus preferencias de estimulación erótica” (Barba y Montes, 2007:63), por lo que la industria acaba ofreciendo todo el espectro imaginable de imágenes, videos y contenidos pornofilicos. El objeto de esta brevísima etnografía visual trata de reflejar cuanto y de qué modo han cambiado los cuerpos y los polvos de actrices, actores y escenas sexuales del porno hegemónico. La estrategia es tan sencilla como comparar materiales (fotos y películas) representativos del primer estadio de eclosión masiva de género (finales de los 70’s y comienzos de los 80’) con materiales de la actualidad. Así, en primer lugar se comparan los “cuerpos/presencias” desnudos de cuatro actrices, luego cuatro actores porno y por último dos películas premiadas con el Best Film en los Awards de la AVN de 1984 y 2013. El porno hegemónico heterosexual está destinado al consumo, principalmente, de hombres. Hay soft porno y porno chic (con más preliminares, más abrazos, más “cariño” en general entre los actores) pero este no es ahora nuestro objeto. Por ello, quien realmente interesa en las películas son las actrices. En la figura 1 se encuentran a la derecha dos mitos del cine porno, por las películas que hicieron, y por cuanto consiguieron trascender los límites del mundo porno y realizar algunas incursiones en el Hollywood convencional. Traci Lords y Ginger Lynn22 son dos mujeres, actrices del mundo del porno de inicios de los 80’s. A la derecha Lily Carter y Rebeca Linares. Las primeras representan a la “cheerleader” universitaria de la época (blanca, rubia, ojos azules, de piel clara y rostro irlandés) de rasgos nórdico-eslavos (el porno juega y reduce el abanico de rasgos étnicos a cuatro “etnicidades”: nórdica, latina, negra y asiática), con cuerpos de curvas ligeras, pechos normales tirando a generosos, caderas “normales”, presencia de vello púbico, sexo sugerido. En 20 En los 80’s se producían solamente en la industria porno americana unas 4000 películas al año. No ha lugar a describir profusamente ambos conceptos de la sociología industrial y de las organizaciones por cuanto forman parte ya de la cultura general. 21 La Adult video News es la revista de las grandes compañías del porno hegemónico (heterosexual) americano afincadas en San Fernando Valley. Celebran un AVN Awards cada año en Las Vegas desde 1984, en términos cinematográficos análogos a Los Oscar pero con un sinfín de categorías. 22 Estas actrices tienen una vida personal y cinematográfica muy interesante pero no se tratamos de elaborar su historia de vida. Para cualquier información adicional se puede recurrir a la red e “ipso facto” aparecen más referencias que a Habermas. 1 suma, trasmiten un aspecto “juvenil” o inocente respecto a su “capital erótico”23. A la derecha, dos cuerpos porno actuales, mucho más “sexuados” e hiperintervenidos (prótesis labial, prótesis mamaria, sexo depilado, vaginoplastia, rinoplastia, rostros muy maquillados, piercing en el ombligo, tatuajes, etc.) de constitución fibrosa, con curvas exageradas por la cadera y los pechos. Aspecto general muy cuidado Figura 1. Actrices del porno heterosexual de los 80’s y actuales24 Traci Lords (1983) Kaylan Curtis (2012) En el caso de los actores (ver figura 2) las transformaciones son parecidas pero no tan extremas. De los actores se solicita que tengan un buen pene y que puedan mantenerlo en erección el máximo tiempo posible. John Holmes es un verdadero mito (que como los buenos acabó fatal, heroinómano y a tiros)25 y Ron Jeremy todavía colea por el mundillo porno. Ambos transmiten un aspecto rudo, desenfadado, bien dotados (a Holmes se le tallaba en 35 centímetros) pero descuidados, salvajes. Como unos camioneros de la ruta 69. En cambio Mandingo y Nacho vidal exhiben largos penes –en el caso de Mandingo el apéndice es descomunal, si bien es negro, y los negros con penes pequeños nunca salen- cuerpos atléticos, muy atléticos, casi de culturistas, aspectos duros, pecho y genitales depilados. Se cuenta que los actores actuales se inyectan viagra 23 En los términos de atractivo sensual caracterizado por Catherine Hakim (2012) en el bestseller sociológico Capital erótico. El poder de fascinar a los demás. 24 Las imágenes elegidas de entre la gran cantidad de actrices e imágenes disponibles se consideran representativas en vista a lo que se compara. Y lo mismo ocurre con los actores o las películas-escenas. Las fuentes son dispares, basta con “surfear” por el mundo porno-online para encontrarlos en innumerables portales. 25 Probablemente John Holmes sea el actor, en mayúscula, que mejor representa el porno de aquella época. Existe un documental sobre su vida y un par de películas convencionales, Boggie Nights y Wonderland basadas en su vida. 1 líquida en la base del pene para mantener una buena tonalidad erectiva. Figura 2. Actores del porno heterosexual de los 80’s y actuales John Holmes (1982) Ramon Nomar (2010) Figura 3. Portadas de películas del porno heterosexual de los 80’s y actual. Jeremy Butler & Ginger Lynn(1985) Best Film AVN (2012) 1 No resulta difícil separar elementos y discernir qué comparar cuanto se trata de repertorios coitales y escenas sexuales del porno heterosexual. La primera impresión es de lenguaje y técnicas de filmación: las películas de los 80 eran mucho más “artesanales”, con escenarios “naturales” mientras que las actuales son mucho más elaboradas, mejor iluminadas y con mejores tomas o “narraciones visuales”, más “redondas”, en general. La serie secuencial de interacción genital del porno no ha variado demasiado pero sí se ha vuelto más instrumental. En los 80 no eran tan marcado el pautaje-secuencia: felación-cunnilingus-penetración vaginal-varias posturas-eyaculación fuera del cuerpo de la mujer. La evolución del género fue tan rápida que enseguida se incluyen otros repertorios como la penetración anal, la participación de objetos (generalmente dildos) y las eyaculaciones entre los pechos o en la boca más tarde, de las actrices. En la actualidad el “canon repertorio coital” es más rígido y más “plástico” (las escenas requieren de posturas tan forzadas y difíciles por parte de los actrices y actrices que a veces el mérito, y el morbo, de la contemplación reside en ver hasta cuando aguantan empujando en esa postura sin sufrir un esguince, romperse la espalda, el brazo o el cuello). Respecto a los “aspectos más simbólicos” presentes en la escenificación de intercambio de placer, en las películas actuales hay más dominación masculina ligada a la fuerza de tracción en el empuje (tanto si se trata de una felación profunda, como de una penetración vaginal o anal). De hecho, la penetración anal es más “plástica” por cuanto puede enfocarse mejor y provoca dudas respecto a la gestualidad placer/dolor manifestadas en los rostros de las actrices. La ausencia de vello ayuda mucho a que la visión sea más epidérmica que en las películas de los 80. Un especto menor, pero no por ello menos curioso, es el pelo de las actrices y cuan molesto resulta en determinadas escenas. En los productos de los 80 el pelo formaba parte del desenfreno. En la actualidad es algo incómodo (muchas actrices tienen el pelo muy corto) que hay que “apartar” del objetivo de la cámara. En definitiva, el porno hegemónico en formato películas actuales es más sofisticado (atrezzo, entornos, posturas, maquillajes, etc.) y roza los límites del hard core o incluso del sado moderado (cachetes en la cara y en las nalgas, asfixia ritualizada, tirones de pelo, mordiscos, rostros de placer/desafío al partenaire, desgarro de ropas, talones puntiagudos, anillos de pene, etc.) Por decirlo muy escuetamente: el porno de los 80’s recuerda a estampas de cuerpos adolescente refocilándose en la cabaña del lago cuando van de colonias mientras que el 1 porno actual se asemeja al del cirujano plástico contorsionista que busca en las aberturas dilatadas de los cuerpos femeninos el rastro de su empalamiento como si el ser se le fuera por la punta del pene. Erotización de entornos laborales e ideografías sexuales porno. Apuntes Freestyle. Hacia las 14:30 horas de todos los días laborables se reúnen alrededor de un café con pastas un grupo de mujeres de diferentes edades. Y charlan. Son mujeres trabajadoras de clase media y obrera que acuden a un establecimiento panadería-cafetería para matar el rato antes de volver al trabajo. El establecimiento es atendido por tres dependientas. Las tres son rubias de bote (teñidas del mismo color pajizo fuerte). Clientas y dependientas han constituido un grupo informal de ocio y realizan algunas salidas de marcha al año, preferentemente los sábados. Las conversaciones de los lunes y los martes son tediosas, poco fluidas y algo deprimentes. Los temas son más sociales que personales. En el establecimiento hay prensa, por lo que es frecuente que un comentario sobre alguna noticia de actualidad sea el motor de intercambio de pareceres. Pero los jueves y los viernes las palabras se cargan de dobles y triples sentidos. Las risas, a veces, suben mucho de tono. El estado civil de las participantes es mayoritariamente casadas, pero hay solteras y divorciadas. Uno de los temas preferidos de los viernes son los planes del fin de semana de una de las mujeres divorciadas. Cuestiones de género y sexualidad bajo sus aspectos de rendimiento, satisfacción, edad, hábitos, afeites y “ayuditas” es de lo que más tratan entonces. La presencia de hombres (clientes del local) en su “mesa redonda-mostrador” suele encrespar las carcajadas y el lenguaje no verbal pero castra contenidos. Del porqué me admiten en sus conversaciones y toleran mis preguntas no tengo respuestas, a no ser que me vean como un casado inofensivo. Oscar Guasch cuenta que los entornos erotizados son más productivos26. Podría añadirse que para explorar cuestiones de sexualidad con “informantes”, en entornos “naturales” y de un modo “informal” es el mejor método/palanca de aproximación. Subjetividad para adentrarnos en la subjetividad27. Decía que de vez en cuando caigo por allí a esa hora. Repaso titulares del diario y escucho, miro y pregunto, si se tercia. Y de entre lo mucho que se dice, es relevante para el objeto que tratamos lo siguiente: Una de las señoras divorciadas tiene un baremo de clasificación de partenaires sexuales que mide el grado de satisfacción del encuentro. Las categorías son: ensalada (más o menos variada) primer plato, entrecot y comilona con copa y puro. Cuando se le pregunta por los “indicadores” de esas tipologías responde que “pareces tonto, está claro, depende de cómo 26 Lo cuenta en clase, parafraseando a Georges Bataille en El erostismo de 1957 y editado por Tusquest en 2002. 27 Guasch (1997:23) 1 te deja el cuerpo, de cómo ha ido la cosa”. Todas han visto o utilizan para sus experiencias sexuales materiales pornográficos heterosexuales. La mayor, una dependiente (próxima a la jubilación) había sido “pajarera” en las Ramblas28, y cuenta “sus experiencias”con un “salero”de vendedora nata. Alguna vez ha aportado a la discusión fotos en biquini (“las otras no se pueden enseñar”) para justificar que de joven estaba “muy buena” pero ahora ya no tengo ganas de nada. Es importante resaltar que el “historial de experiencias sexuales” de la señora lo justifica por el contacto con personas de otras culturas gracias a su atalaya privilegiada de fricción social. Otra integrante del grupo cuchichea que ya no duerme en la misma cama que su marido. Las Milf (mediana edad, con hijos) casadas se quejan de su marido y reconocen que los tienen muy descuidados en “los asuntos de jodienda”. Admiten todas que tienen “material” para ponerlos a tono en las “grandes ocasiones”. Admiten a su vez, no obstante, que las grandes ocasiones son cada vez menos frecuentes. Los “materiales para ponerse a tono” son lencería, picardías y algún juguete erótico (dildos, bolas chinas o similares). Aunque concluyen que “el mejor material soy yo, que no sabes tu lo que puede hacer una mujer cuando realmente quiere algo”. La más joven del grupo, de 26 años, con dos hijos, nacida en el extrarradio (en términos porno amateur es una Choni) es quien manifiesta utilizar con “naturalidad” y “dentro de la pareja” (no se cansa de repetirlo una y otra vez) habitualmente material pornográfico y “recursos estimulantes” (dildos, balas vibradoras, esposas, ropa sado, etc.) Los argumentos para defender su “creatividad sexual” son de carácter romántico cuya utilidad aporta elementos “que ponen un poco de salsa” a la jodienda para que no se “vuelva aburrida”. Confiesan, todas, haber participado en reuniones taper-sex29, y en darle la “importancia que se merece, ni mas ni menos” al sexo. Cuando se les pregunta por las dinámicas de esas sesiones de Sex-Shop a domicilio se descubre una cosa muy curiosa que apela a los límites socio-clasistas de la intimidad y la transgresión: los aparatos pueden probarse, pero se hace (la prueba) en un habitación, no ante la vendedora y el resto del grupo. Dos de ellas (las más jóvenes, una divorciada y la otra casada) admiten que “me gusta vestirme un poco puta”, pero sólo cuando salgo, para “tener poder” y “que babeen”. Respecto a los repertorios coitales son bastante reacias a contarlo porque lo consideran demasiado personal, íntimo, aunque admiten que “eso es cosa de hombres”. En cuanto a tatuajes, piercings e intervenciones estéticas reconocen que no lo hacen por miedo, y como no, por falta de recursos económicos. Sus ideas acerca de la masculinidad y el poder sexual son muy dispares. La edad es una gran influencia (a mayor edad prefieren estereotipos más “oso” y más cuidados o “metrosexual” cuanto más jóvenes) en los estereotipos de hombres “atractivos y follables”. Y 28 Chiringuitos en los que se vendían pájaros (jilgueros, cotorras, periquitos) a los turistas. 29 El apelativo proviene de la estrategia de venta y distribución de la marca de recipientes de plástico. En lugar de cosas de plástico, en las taper-sex se ofrecen productos típicos de los sex-shops con didáctica de venta incluída. 1 admiten (más la joven y la divorciada, por disponer de más elementos experienciales de comparación) que se han llevado más de una sorpresa respecto al “rendimiento sexual” en relación a la apariencia/carácter de algunos de sus parejas sexuales. “Muchos van de machitos pero luego nada, se arrugan enseguida, como mucho uno y a dormir”. A lo que añade otra “pues te lo haces tu misma”, y le replican “¿y para que lo querías entonces?” “para enseñarlo te aseguro que no… ¿tu que crees?”. Son capaces de llegar al consenso (por decirlo de alguna manera) de que “los tios son más comprensivos y colaboradores pero más blandengues que antes”. Una de las Milf tiene una hija de 22 años con la que “a veces” habla, “si la niña quiere”, sobre sexo. Sus conclusiones son que “el sexo depende mucho de la educación y de lo que te enseñaban en casa, y yo ya he llegado tarde”, admitiendo que hay aspectos culturales y de género muy potentes respecto a la sexualidad que han cambiado. Admite también que ha tolerado situaciones a su hija que jamás le hubiera consentido su madre a ella (se refería a follar en casa con un novio cuando la niña solamente tenía 17 años, la primera vez). Porno, cuerpos y polvos plásticos La pornografía heterosexual (la hegemónica) es infinita en número y ultra repetitiva en variedad. Los cuerpos de las actrices (más) y actores porno (no tanto) han cambiado volviéndose más sofisticados (tecnologías de intervención) por distintas causas. Las endógenas apuntan a la tecnología de rodaje y montaje y al posicionamiento en el mercado porno, pero las hexógenas remiten a la “hiperculturización” postmoderna de los cuerpos como lugares de inclusión/exclusión/distinción social. La “plasticidad” entonces se recrea: cuerpos plásticos (cirugía y flexibilidad) que elaboran complejos repertorios coitales de enorme plasticidad (lenguajes corporales narrativo-visuales) que recuerdan a una “pornografía de cómic”30. Por otra parte, con los “apuntes Freestyle” acerca de las conversaciones sobre vivencias erótico-sexuales de un grupo de mujeres de diferentes edades se ha pretendido reflejar (en la medida que ese universo es representativo) cómo el consumo de pornografía se vive con absoluta naturalidad y que –más en las los más jóvenes – forman parte de su sexualidad sin contradicciones. Ello significa que los jóvenes tienen más experiencias sexuales pero le dan mucha menos importancia al sexo que generaciones precedentes porque no le atribuyen tanta trascendencia. En realidad ya habitan una “cultura juvenil hipercorporizada” que puede, o no, traducirse en más y mejores encuentros sexuales. Al respecto, lo 30 No nos referimos a los remakes porno de películas convencionales, ni a las películas del porno-manga japonés. Se pretende apuntar hacia la “irrealidad” o “elementos de fantasía” que evocan las películas porno actuales. Por utilizar un referente conocido: el porno actual elabora escenas visuales y movimientos que son análogos a lo que inaugura la película de ciencia ficción Matrix respecto al cine de acción. 1 más interesante de la idea de “penetración” del porno en la cultura sexual hetero actual es si el consumo de materiales pornográficos se ciñe a una determinada etapa vital o por el contrario se prolonga durante toda la “vida sexual” de las personas. A juzgar por los materiales “privados” de contenido sexual disponibles en Internet cabria concluir que cuestiones como los estilos de vida, las parejas en serie, el hedonismo digital y el alargamiento técnico de las posibilidades físicas (con la ayuda de la Viagra y otros estimulantes como vaselinas, cremas erógenas, etc.) la “sexualidad sexogenital” de nuestras sociedades es más extensa que en épocas precedentes. En el mismo orden de cosas, podemos preguntarnos si su “diversidad ecológica” (algo así como lo contrario a la Mcdonalización del sexo) es igual de amplia o por el contrario está demasiado apegada al imaginario porno de la industria AVN. Sin duda hay fenómenos sociales que se retroalimentan con más fuerza que otros. Internet colabora a esas retroalimentaciones respecto a los repertorios e imaginarios coitales pero a la vez “recrea” otros. La última parte de la apuesta que pretendía este texto es el de abordar la crisis de las masculinidades mediante el factor/efecto desplazamiento de poder erótico-sexual en términos modernos hacia las mujeres. Las informantes de los “apuntes etnográficos Freestyle” si parecen respaldar esta hipótesis. Una explicación que debe ir acompañada del siguiente corolario: los hombres heretosexuales consumen más porno que las mujeres pero son ellas las que mejor se adaptan a los cambios y necesidades que los discursos de la “sexualidad satisfactoria” elabora. 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