JOSÉ LÓPEZ RIOPEDRE Profesor-tutor UNED jose.lopez@lugo.uned.es Migraciones “Al Margen”: los grupos rumanos Resumen Durante las últimas dos décadas en España se ha ido consolidando un importante flujo migratorio de migrantes procedentes de Rumanía. Este fenómeno migratorio ha alcanzado tal magnitud que Rumanía ya constituye hoy el principal país de origen de la inmigración en España, desbancando en el ranking al colectivo marroquí, y con cerca de un millón de migrantes rumanos en nuestro país. Paradójicamente, y en contraposición a la solidez de esta corriente migratoria, las ciencias sociales se han ocupado muy poco del estudio de esta población, existiendo apenas una incipiente aproximación al fenómeno a través de algunos trabajos de investigación muy focalizados en la Comunidad de Madrid o en otros puntos concretos como Barcelona o Castellón. Pero, además, a este vacío territorial hay que añadir el hecho de que se trata de una corriente heterogénea, donde numerosos grupos sociales y la amplia minoría gitana (rom) quedan relegados “al margen” y ubicados estratégica y simbólicamente “al otro lado”, esto es, al margen de la ley, la sociedad y por extensión, fuera del foco de atención de las ciencias sociales. Con este trabajo se pretende contribuir a paliar esa mirada sesgada, aproximándonos al mismo tiempo a un conocimiento más profundo de algunos de estos grupos, y en concreto: las brigadas, integradas por jóvenes que centran sus actividades en los delitos contra la propiedad y la práctica de la prostitución trasnacionales; y los clanes (clanuri), grupos con vínculo familiar que desempeñan actividades marginales como la recogida y venta de chatarra y la mendicidad. Se trata de una investigación en curso iniciada en 2013 y que se sustenta metodológicamente en la etnografía “multi-situada” (Marcus, 1995) y en la construcción de redes y contextos de intimidad con los actores sociales, compartiendo y conviviendo en varias etapas con estos grupos, oriundos en su mayoría de las regiones de Muntenia y Moldavia, pero que circulan e interactúan en diferentes países europeos. A través del seguimiento biográfico y del acompañamiento de estos grupos en el espacio transnacional he querido iniciar también una búsqueda desde “el otro lado” que enfoque la realidad social, muestre la diversidad cultural y que enfrentando el etnocentrismo y los prejuicios de ambas sociedades (española y rumana principalmente), coloque en tela de juicio los discursos hegemónicos de la criminalización/victimización que son causa también de la perpetuación de la marginalidad y la exclusión social. Palabras clave Migraciones, rom, brigadas, clanes, etnografía. Articulación teórico-metodológica La fundamentación de este trabajo resulta de la propia inmersión en el campo y la construcción de contextos de convivencia e intimidad con los actores en el marco de una experiencia etnográfica “multi-situada” (Marcus, 1995) y de un enfoque transnacional de las migraciones (Portes, 1997; Sinatti, 2008; Glick Shiller, 2009) que se materializa en una dinámica espacio-temporal donde existe un origen y apenas se atisba el fin, dado que se trata de una investigación en curso que cuenta con varios frentes abiertos. Los mundos del delito, la prostitución, la mendicidad y otras actividades que podemos catalogar de marginales convergen al fin todos en la galaxia de la incomprensión, desde donde los satélites del prejuicio, los estereotipos, la discriminación, el pánico moral y la victimización ejercen su poderosa influencia. Por paradójico que parezca, esta misma razón los convierte en objetos de deseo a los ojos de la curiosidad científica. Y en mi caso, debo confesarlo, hace tiempo que sucumbí a esta tentación. De ahí que mis intenciones teóricas se encaminen hacia la observación de las relaciones de poder, la interacción social, y los contextos de sociabilidad que caracterizan esos mundos. La curiosidad y la empatía se erigen así en las herramientas fundamentales que abren el camino hacia el aprendizaje cotidiano y la consecución del necesario humanismo que a veces se echa en falta en las ciencias sociales. No se trata de desintegrarse en el campo, sino de conseguir una sana y equilibrada convivencia con aquellos a quienes ansiamos por conocer, por comprender en sus actitudes y acciones. La construcción de contextos de convivencia e intimidad pasa así por la inmersión como instrumento hermenéutico (Beluschi, 2013), al igual que por una necesaria implicación perceptiva, emocional y afectiva con los sujetos (Piasere, 1999). Esta posición epistemológica está lógicamente en las antípodas del dogmatismo y por extensión de cualquier tipo de anclaje teórico. Aunque con ello no pretendo obviar la innegable influencia de diferentes autores y escuelas de pensamiento que a lo largo de los años van dejando su impronta en los insondables mecanismos de la reflexión de todo investigador, sino tan solo marcar distancias de la afiliación dionisíaca1, desafiando el discurso hegemónico auspiciado desde las instituciones y los empresarios morales. Así, en mi caso mantengo deudas impagables con el post-estructuralismo foucaultiano, la escuela de Chicago, el interaccionismo simbólico, y en especial con algunos teóricos del etiquetamiento (Becker, 1963) al igual que con numerosas contribuciones teóricas desde el ámbito de la sociología de la diversidad (Nieto, 2011) y la antropología social (Agustín, 2004; Piscitelli, 2013). En cierta forma, podría decirse tal vez que no soy más que un producto de gran parte de lo que observo y percibo, y un poco de lo que leo. Aunque el germen de este trabajo se remonta a mis experiencias como investigador en los mercados del sexo años atrás, y a mis primeros contactos con algunos grupos de la comunidad rumana residente en España en los años 2006-07, no será hasta el 2013 cuando comience a construir el andamiaje teórico-metodológico de un estudio más específico que trata de abordar “el margen” y a algunos de los grupos excluidos de nuestra sociedad. A través del acceso y posterior convivencia con algunas de estas familias en Rumanía en diferentes períodos y lugares se enriquece el inicial proyecto y se persigue así una mayor autenticidad en el seguimiento biográfico y la construcción Entiendo este fenómeno como el proceso de afiliación masivo hacia los discursos hegemónicos y “políticamente correctos” que construyen la realidad social en un momento histórico determinado, donde participan simbólicamente las élites y donde la afiliación es esencialmente exhibicionista, buscando más la imagen, la ceremonia, el impacto emocional y la distinción social que el verdadero compromiso de acción. De carácter fuertemente dogmático, obvia la fundamentación empírica y se propaga a través de los medios de comunicación, cine, literatura, etc. 1 de historias de vida. Utilizo para ello una triangulación de datos empíricos extraídos fundamentalmente a partir de cuatro grupos familiares: la familia de Gabi, natural de Ploiesti-Prahova; la familia de Ana, de Bacau-Moldova; la familia de Lena, de Alba- Iulia; y el clan Matei, de Bucarest. La observancia y participación en su vida cotidiana es pues la línea de investigación que nos brinda la posibilidad de análisis social de sus actividades. Las brigadas y los clanes: Patria Hotilor Existe una clara tendencia a utilizar indiscriminadamente macro-categorías a la hora de abordar el fenómeno de la delincuencia. La criminología y en general el análisis científico de la desviación no son tampoco ajenos a esta tendencia, que no es más que el resultado de las simplificaciones propias del pensamiento dicotómico y una observación de la realidad más bien superficial. Expresiones tales como mafia, cártel, grupo organizado, tráfico, etc, han visto tan generalizado su uso que hoy resulta difícil el abordar la delincuencia sin salirse de tales parámetros. Esto es aún más evidente cuando las actividades delictivas se atribuyen a colectivos extranjeros, a los inmigrantes, pues en el imaginario colectivo se ha consolidado la idea de que la delincuencia que proviene de fuera es peor, mejor organizada y mucho más peligrosa. En este sentido, las denominadas bandas del Este son un buen ejemplo. La sola mención de esta expresión causa una inmediata alarma social, y remite a la representación social de grupos mafiosos, de estructura jerárquica, fuertemente armados y que disponen además de importantes medios financieros y/o tecnológicos. Ante las dificultades de establecer una distinción étnica clara, se opta por incluir a rumanos, búlgaros, moldavos, rusos, serbios, croatas, albaneses, etc, bajo el paraguas de la criminalización. Esta rotulación amorfa pero contundente profundiza en la percepción de inseguridad que tiene la ciudadanía al mismo tiempo que refuerza la función legitimadora de las instituciones de control social. Sin embargo, hoy sabemos que la transnacionalización del delito no se halla necesariamente condicionada a las grandes organizaciones criminales, y que muchas de las actividades delictivas son cometidas por pequeños grupos o bandas muchas veces improvisadas y que no obedecen a ningún tipo de planificación. Es el caso de las brigadas y algunos clanes familiares, que pueden incluso compatibilizar el delito con diferentes actividades, dependiendo de las necesidades, el momento y/o la oportunidad. En el caso de la minoría rom su mayor visibilidad social les asocia más fácilmente a todo tipo de actividades delictivas a gran escala. Sin embargo, algunos estudios sobre esta minoría étnica (Piasere, 1999; Beluschi, 2013) advierten enseguida que la organización social de este colectivo se compagina mal con la estructura jerárquica característica de los grupos mafiosos. En este sentido, Beluschi en su estudio sobre los rom en la ciudad de Granada describe la trupa como forma típica de organización social y económica de los romaníes en tránsito, coalición sustentada en las relaciones de cooperación doméstica y de reciprocidad. Tanto las trupe como los clanes son agrupaciones de mayor tamaño que incluyen diferentes núcleos familiares que comparten lazos de distinto signo. Se trata de modelos de organización social que no guardan relación alguna con el delito, si bien, en el seno de estos mismos grupos puede haber individuos que desarrollen estrategias delictivas. En cambio, las brigadas son genuinas organizaciones delictivas, grupos que se organizan para cometer delitos, por lo general, delitos contra la propiedad como el hurto, robo con fuerza, receptación, etc. Podemos definir las brigadas como grupos informales de jóvenes que se dedican a actividades ilegales en el amplio espacio transnacional. De estructura simple, pueden tener una jefatura visible o bien funcionar como pequeñas cooperativas del delito, sin mayores pretensiones que circular, conseguir dinero rápido y vivir al día. Su reducido tamaño así como la débil estructura que las articula también aleja a este tipo de grupos de las organizaciones mafiosas. Uno de mis informantes clave en este estudio, Marcus, lidera desde hace varios años una de estas brigadas. Oriundo de Ploiesti, capital del distrito de Prahova, Marcus llega a España en 2006 junto a su pareja, Maria, y otros jóvenes rumanos con el fin de ganarse la vida robando y explotando la prostitución. Durante todos estos años el grupo ha ido cambiando de integrantes, a la vez que ha ido circulando por media Europa retornando en diferentes etapas (varias veces al año) a su ciudad natal en Rumanía. “Yo soy ´colectionar´ (coleccionista) y también he hecho de ´hot de buzunare´ (carterista). Soy un ladrón normal, como muchos otros, robo ropa, móviles, botellas caras de whisky, de champán. Una botella de champán del bueno cuesta sesenta euros. He trabajado (robado) en toda Europa, y en algunos países estoy fichado y en otros estoy limpio, porque nunca me ha cogido la policía. Si eres ladrón tienes que ser listo porque si no estás perdido y acabarás en la cárcel. Yo ya estoy fichado en Suiza, en España, Portugal, Italia y Alemania. Siempre procuro evitar pasar por Alemania, porque nunca se sabe…” (Marcus)2 La brigada de Marcus se nutre periódicamente de otros jóvenes del barrio, desempleados y en situación precaria, que ven una oportunidad de obtener ingresos en la delincuencia transnacional. Algunos como Dino o Petre ya fueron detenidos por la policía o incluso ingresaron en prisión, como el caso de Petre que cumplió condena en el Reino Unido. Este tipo de situaciones condiciona la propia morfología de la brigada, que ve de esta manera como circulan y se suceden en el tiempo sus respectivos miembros. Por ejemplo Dino, quien tras haber sido detenido en España por robo en centros comerciales, se marchó a Francia huyendo de la justicia española, pasando luego a integrarse en otro grupo que actuaba ya en ese país. “Dino ahora está en Francia, vive allá en las afueras de Paris, en una chabola con otros rumanos. Él lo que hace es subir a los trenes y robar los móviles de los viajeros que van dormidos. Es algo que puede ser muy rentable, si te pillas unos cinco móviles, Iphone, Samsung de última generación, etc, puedes sacarte cerca de 2.000 euros así de golpe; y si los vendes de forma individual puedes sacar aún más […] Para robar así como ´hot de buzunare´ en el tren hay que ir de noche y mejor jueves, viernes, sábado, que es cuando los europeos salen de marcha, beben o toman drogas. En Holanda está muy bien, porque allí como las drogas están legalizadas muchos van fumados y duermen como troncos. Lo que haces es tocarle una pierna al viajero, así, como si fueses a despertarlo, lo haces un par de veces o tres a lo sumo, y ahí si ya no se despierta entonces es que está profundamente dormido y tú le puedes robar hasta los pantalones sin que se entere. Si cuando le tocas la persona acaso se despierta entonces le pides disculpas y le preguntas cualquier cosa, le preguntas por ejemplo que dónde está la estación x. Esa es la manera de trabajar.” (Marcus)3 2 3 Entrevista, 26 julio 2015. Entrevista, 26 julio 2015. Al margen de las actividades relativas a la prostitución de las que se encarga Maria, otra de las actividades lucrativas de la brigada es la compraventa de coches a través de sus contactos en Bulgaria. Durante mi convivencia con el grupo en Rumanía pude constatar la existencia de un parque móvil de media docena de vehículos propiedad de Marcus estacionados junto al edificio, un antiguo cuartel de la Segunda Guerra Mundial. “Aquí en Rumanía compramos coches de alta gama siniestrados, buscas una marca, un modelo, Audi, BMW, buenos coches y buscas uno que esté destrozado por detrás y otro igual que lo esté por delante, luego cortas las dos mitades buenas y un buen soldador hace el resto. Con las dos mitades haces un coche nuevo y después lo vendes por treinta o cuarenta mil euros. Y buenos soldadores, mecánicos, etc, tenemos de sobra en Rumanía.” (Marcus)4 La situación en el distrito de Prahova no deja de ser sorprendente, región productora de petróleo y que al mismo tiempo constituye uno de los núcleos de gestación de brigadas más importantes del país, hasta el punto de que se le aplica abiertamente el apelativo de Patria Hotilor (el País de los Ladrones), expresión popular que aprovechando la coincidencia de la abreviatura PH en las matrículas de los vehículos hoy sirve tanto para denunciar la corrupción estructural en la región como para reafirmar la identidad grupal de quienes operan al margen de la ley. ¿Podemos considerar a estos grupos sociales como unos grupos delictivos? La respuesta es desde luego afirmativa, pues ellos mismos son perfectamente conscientes de que vulneran la ley y se aprovechan de la vulnerabilidad de otras personas. Marcus es una persona arrogante pero también inteligente, mantiene un discurso en el que trata por todos los medios de justificar sus acciones, aunque en ocasiones le falta convencimiento. “Rumanía fue un gran país antiguamente, también en la época comunista con Ceaucescu. Pero, mira ahora cómo está el país. La culpa de todo fue de Iliescu. Ceaucescu era un dictador pero hacía todo lo mejor para el país, el pueblo era feliz, todo el mundo tenía su Dacia, tenía trabajo, había industria, los tractores de Brasov, 4 Ibidem. la minería, etc […] Ahora en el gobierno rumano no hay más que corrupción, la policía, los diputados, todos son unos corruptos. Los diputados, que son todos unos viejos, son los primeros que roban al pueblo, los que quieren chicas para follar, para dar por culo, que tienen hijos que consumen drogas, etc. Entonces, ¿qué vamos a hacer nosotros?”5 En esta encrucijada, el camino de la delincuencia se convierte en un acto de resistencia. Las brigadas, los clanes, todos los grupos delictivos se infiltran en las mismas raíces de la vida comunitaria, superponiendo redes y estableciendo lazos de solidaridad. Esto no es nuevo, tenemos buenos estudios que atestiguan lo que sucede diariamente en América Latina, en países como Brasil donde el PCC se convierte también en un proveedor de primer orden de servicios y bienes para la comunidad, en un elemento de fuerte cohesión social6. “Aquí en el barrio más de la mitad de la gente está implicada en actividades ilegales. Y esto no sucede sólo en nuestro barrio, también en Ploiesti. Todo el mundo guarda alguna relación con la delincuencia, los que roban, las que trabajan en la prostitución, los chulos que van con las mujeres, los corruptos, todo el mundo […] Aquí las cosas funcionan de otra forma que en el Oeste, nosotros nos arreglamos de otra manera. Mira, cuando alguien necesita algo de dinero, acude a mí y yo le presto; y lo mismo puedo hacer yo. Si robas, luego prestas dinero, etc. Son maneras para sobrevivir, aquí no es como en España. Aquí en el barrio los que son más pobres les piden dinero prestado a los que son más ricos, como yo, a los que tenemos dinero. En un país donde el salario medio no supera los 200 euros tienes que idear estrategias para sobrevivir.”7 Efectivamente, en el barrio he podido comprobar cómo muchas de las personas se dedican a actividades delictivas y muchas mujeres al trabajo sexual transnacional. Alina, Madalina, Mariana, Florina y su hija Andrea, Pitica, como tantas otras, todas viajan periódicamente a España, Francia, Suiza, Italia o Reino Unido para ganar dinero en la prostitución. Mientras, otros como Marcus, Petre, Dino, etc, se dedican a viajar a esos mismos países para robar. Puede dar la impresión de que los pesti, los ladrones y las prostitutas no son más que el resultado de una deficiente gestión política del gobierno rumano. Sin embargo, también hay otras personas que permanecen al margen de la delincuencia y que sobreviven con los exiguos salarios que se pagan en las Entrevista, 26 julio 2015. Véase Feltrán (2011). 7 Idem. 5 6 fábricas textiles, la mayoría clandestinas y propiedad de grandes empresas multinacionales con sede en esos mismos países donde muchos rumanos van a delinquir. Un círculo vicioso, la pescadilla que se muerde la cola. Si consideramos, por otra parte, el hecho de que Rumanía, tal y como ha sucedido en mayor o menor medida en el resto de los países del Este de Europa, abandonó el régimen comunista en los años noventa y terminó abrazando un capitalismo salvaje sin apenas fases de transición y/o madurez política, donde el consumismo y el mundo de las apariencias terminan por reorganizar los vínculos sociales, hay que admitir cierta lógica interna en este tipo de discursos. “Para que Rumanía cambie y mejore un poco, lo primero que hay que hacer es eliminar a todos esos que están en el gobierno. Ellos son la mafia de verdad, los que sí están organizados y actúan como tal. Y no los chulos, ni los ladrones ni las putas. La gente sale de Rumanía a robar, putear, normal, porque las cosas son como son.” (Gabi)8 No obstante, y a pesar de la natural empatía que despierta en mí el hecho de que el grupo me haya acogido en su seno, soy reacio a admitir que las condiciones estructurales puedan transformarse en un fatal determinismo que estrangule al sujeto, de modo que quede anulada cualquier capacidad de agencia, de igual forma que soy renuente a admitirlas a fin de justificar la victimización/criminalización en los mercados del sexo; y me vienen entonces a la memoria aquellas palabras de Tolstoi cuando afirma que “Cuando los hombres se han apartado del bien, imaginan siempre alguna concepción general del mundo que justifique sus acciones, representándose a ellos mismos como los instrumentos necesariamente dóciles de una fuerza superior que se les impone”.9Por ello, y sin pretender aquí hacer juicios morales de ningún tipo, considero que en gran parte del discurso y actitudes de la brigada pueden rastrearse desde los principios de la teoría de la tensión mertoniana a las consabidas técnicas de neutralización10, esto es, el constante desequilibrio entre los fines sociales y los medios disponibles para alcanzarlos que inducen a los individuos a emprender el camino de la Entrevista, 30 julio 2015. Tolstoi (2014/1886: 21). 10 Las técnicas de neutralización o racionalización fueron bien definidas por D. Matza (1981), quien destaca como principales: la denegación de responsabilidad, la negación del daño, la negación de la víctima, la condena del control social así como el recurso a una instancia superior. 8 9 desviación11, al mismo tiempo que durante ese recorrido los sujetos tratan constantemente de justificar sus acciones. “Nos conocemos todos, porque todos nos encontramos fuera de Rumanía, todos los ladrones, los chulos, las mujeres que trabajan, etc […] De alguna manera todos nos conocemos y competimos entre nosotros, el que consiga más dinero y mayor éxito será siempre el mejor. Aquí en Rumanía es el dinero el que manda, si tienes dinero tendrás éxito y poder, serás respetado. Y nadie va a preguntarte de dónde viene ese dinero.” (Marcus)12 El dinero, el éxito, el respeto que confieren, las apariencias, el gusto por el lujo y las marcas que funcionan a modo de puntos de conexión emocional13. Patria Hotilor (PH) como referencia simbólica de un mundo paralelo, donde la interacción social se articula en base a otro tipo de códigos y vínculos que no están escritos, pero que en realidad no es otro mundo diferente a la sociedad en la que vivimos. Ambos mundos se superponen, conviven y se retroalimentan. Durante mi estancia en Patria Hotilor Marcus se afanaba visiblemente por mostrarme los adelantos que su ciudad había experimentado en los últimos años, los nuevos edificios, los centros comerciales, etc. Con sarcasmo y tal vez no carente del todo de razón, un día me comentaba: “Mira, mira todos estos negocios que se están abriendo en la ciudad. Eso no es más que el resultado también de nuestro trabajo y de nuestras actividades. Al final, el robo y la prostitución producen para el país.” Pero, como contrapunto ¿podemos considerar a la brigada y a este tipo de grupos como mafia o crimen organizado? Difícilmente. Patria Hotilor se encarna, en gran parte, a través de infinidad de células autónomas que aunque hoy circulan y operan abiertamente en el espacio transnacional, se hallan lejos de una estructura mafiosa. El peligro se encuentra más bien en su creciente normalización, en la connivencia con el sistema. Por otro lado, la tendencia al uso generalizado de macro-categorías a la hora de tratar la delincuencia y/o conectar este fenómeno con la prostitución es más bien de corte ideológico y político, y no tanto una consecuencia de estudios sobre el terreno. En este sentido, véase el fundamental trabajo de Merton, en particular su análisis de la innovación (2002: 220-228). 12 Entrevista, 26 julio 2015. 13 Bauman (2006: 152-153). 11 Actividades relacionadas con la prostitución: el peste y la mâmicâ La principal problematización de la prostitución de mujeres rumanas continúa siendo su supuesta vinculación con el crimen organizado. Algunos casos mediáticamente famosos como el de Ioan Clamparu, más conocido como “Cabeza de Cerdo”, detenido en 2011 por trata y explotación de rumanas en Casa de Campo y el Polígono Marconi, han terminado por consolidar una imagen estereotipada de la prostituta rumana, que es representada invariablemente como una víctima. Es justo en estos contextos y circuitos donde cobra especial relieve la figura del peste14 (chulo), que participa en el comercio sexual a modo de intermediario entre las trabajadoras sexuales y los clientes, mediando incluso si fuese preciso con las instituciones de control social a cambio de un porcentaje en las ganancias. El peste puede afiliar desde una sola mujer a muchas, cuantas más acólitas trabajen para él mayor volumen de negocio. La mâmicâ15 no es más que la versión femenina de este vínculo. En ambos casos nos encontramos con intermediarios y facilitadores del comercio sexual de terceras personas, donde el nivel de vinculación emocional y contractual variará en función de cada caso, al igual que las particulares condiciones de trabajo de las mujeres. Personajes próximos a otras figuras popularizadas y altamente simbólicas como el coyote norteamericano o la cafetina brasileña, el considerar a estos mediadores sencillamente de hampones, criminalizarles, no facilita en nada la tarea de comprender sus especiales motivaciones y su forma de actuar. El peste o la mâmicâ se mueven efectivamente en el terreno de la ambigüedad moral y lejos de un perfil o tipo ideal lo que nos encontramos más bien en el escenario son diferentes formas de desempeño profesional de un rol contractual, así como una variable vinculación emocional con las mujeres. El denominador común es siempre la puesta en escena de rituales de mediación/negociación tanto con las instituciones (funcionarios, policía, etc) como con los clientes que pueden extenderse a prácticas de En rumano el vocablo peste significa literalmente pescado. En cambio, en contextos del comercio sexual su uso hace referencia al chulo, a aquel que obtiene beneficio del trabajo de las mujeres en la prostitución. 15 Si bien el femenino de peste es pestoaicâ, resulta más apropiado y menos ofensivo el uso del término mâmicâ. 14 protección y auxilio personal sobre todo en aquellos contextos más criminalizados o donde la prostitución se halla más perseguida. No suele tratarse de grandes organizaciones criminales o estructuras mafiosas, sino que se corresponde mejor con un desempeño profesional artesanal en el marco de las relaciones contractuales cara a cara. Como contrapartida, la percepción subjetiva que en relación con el peste tienen las trabajadoras sexuales es, al igual que sucede en el caso del cafetinagem16, muchas veces favorable a su intermediación, considerándole un agente necesario con el fin de poder cumplir sus propias expectativas y proyectos migratorios17. Es el caso de Gabi, quien se inició en la prostitución en Istambul (Turquía) en la década de los noventa de la mano de su amiga Camelia y del peste Petre. Contactó con Petre a través de su amiga, a quien ella acudió solicitando ayuda para poder viajar a Turquía y desempeñar un mandat18 en ese país. Reconoce perfectamente las artimañas que utilizan algunos pesti con las mujeres (seducción, promesas, amenazas, uso de la violencia, etc), pero al mismo tiempo establece diferencias entre unos y otros. Cuando durante las entrevistas menciona a Petre, sus recuerdos se reviven con evidente afecto, sentimiento que no comparte en otros casos. “Petre nos dijo un día que lo sentía mucho, pero que era casi seguro que él no iba a volver (a Turquía). A mí aquello me dio pena, sabes, y lloré por eso […] Era un hombre precavido, podías ir con él a cualquier sitio con los ojos cerrados que no te pasaba nada, y si él te mandaba ir con un cliente era también de entera confianza. Sabía manejarse muy bien (…) Para mí Petre, su mujer y Camelia eran como una familia, me habían mostrado su afecto y me habían cuidado como antes nadie lo había hecho.” (Gabi)19 Turquía sigue siendo hoy destino de muchas migrantes rumanas que viajan para trabajar en los mercados del sexo. Las condiciones de trabajo son un tanto diferentes, Proxenetismo en portugués. Caso distinto serían aquellos que obligan a las mujeres a trabajar en la prostitución en contra de su voluntad, situación extrema que da forma al delito de la trata de personas para su explotación sexual. Junto a estas situaciones extremas también pueden darse otras intermedias, más complejas, donde el grado de vulnerabilidad o explotación sexual/laboral variará en función de cada caso. 18 Expresión emic con la que se alude al trabajo efectivamente realizado por las trabajadoras del sexo durante un período de unos dos meses en que tiene vigencia el visado para permanecer legalmente en Turquía. 19 Entrevista, 30 diciembre 2013. 16 17 pues en Turquía a pesar de existir cierta reglamentación de la prostitución para determinadas áreas urbanas, esta se practica de manera más invisible a través de hoteles y salidas20 donde las trabajadoras del sexo pueden asociarse con pesti, quienes salen a negociar discretamente con los clientes; o bien trabajar de forma autónoma, aunque para esto último se requiere necesariamente experiencia. En cambio, en Italia, destino también tradicional de las trabajadoras del sexo rumanas, se opera con frecuencia en la calle. Sin embargo, puede observarse también como muchas de las migrantes rumanas que viajan a otros países europeos lo hacen sin recurrir a organizaciones criminales strictu sensu y se ocupan voluntariamente en los mercados del sexo. La mayoría de ellas ya cuenta con experiencia migratoria previa y ya se ocupaban en la prostitución en otros países como Turquía, Italia o Alemania. Son, en realidad, migrantes transnacionales que construyen sus propias trayectorias disidentes21, y el paradigma de la victimización22 no les hace justicia. Es a través de los procesos reversibles de la criminalización/victimización como se persigue el conseguir una permanente legitimación en las instituciones de control social. Esta situación en el ámbito específico de la lucha contra la trata de mujeres (y la prostitución por extensión) se convierte en lo que G. Pheterson denomina como “mecanismos mistificadores del control estatal”23y que guardan estrecha relación con las prácticas intensivas de afiliación dionisíaca en la construcción de los discursos y del marco ideológico. La alarma social y el pánico moral24 amplificados a través de los medios de comunicación, con su constante producción de reportajes sobre las mafias de la prostitución y la trata de mujeres no hacen más que consolidar un discurso hegemónico al servicio de la salvaguarda moral del Estado y los intereses de la industria de la salvación25. Ello contrasta con la práctica ausencia de estudios El cliente contrata la realización del servicio en un hotel o en el propio domicilio. Es una modalidad también frecuente en España, pues independientemente de que la trabajadora sexual se encuentre en un club o en un piso, ésta puede concertar una salida con el cliente. 21 Díaz-Benítez (2010). 22 Trato más detalladamente este asunto en Riopedre (2011 y 2013). 23 Pheterson (2013: 76). 24 Cohen (1972). 25 Agustín (2009). 20 sociológicos y etnográficos sobre la cuestión, sobre todo en Rumanía26, donde al desinterés generalizado desde las ciencias sociales se suma la influencia moral desde la iglesia ortodoxa, tal y como apunta acertadamente Ciocoiu (2011) en su estudio acerca de la legalización de la prostitución. “Hoy no existe eso de la mafia, de las grandes mafias. Eso era antes, en la época de Al Capone, ahora no hay eso. Lo que existen son ladrones, delincuentes que actúan en grupo, brigadas y clanes. Lo que muchas veces llaman “mafia” en realidad no son más que clanes. Sí, hay grupos que pueden ser más violentos, que se les va un poco la cabeza y que usan armas, como los albaneses. Pero, no son más que pequeños grupos y clanes que actúan de forma independiente […] En la prostitución lo que tenemos son mujeres que trabajan solas, porque ellas quieren, y otras que van con sus novios, con sus maridos, pero no por eso ya deben ser considerados “peste”. Imagínate, con todo lo que dicen por ahí, en la televisión, si fuese cierto las mujeres ya no saldrían de Rumanía para ir a trabajar fuera, a Europa, se cagarían de miedo. Y eso ya ves que no ocurre.”(Marcus)27 Marcus, quien desde su particular punto de vista rechaza la existencia generalizada de mafias y grupos organizados en el ámbito de la prostitución, ante la interpelación acerca de algunos sucesos bien conocidos a través de los medios se decanta por señalar la excepcionalidad de tales hechos y restarle importancia al asunto: “Ioan Clamparu era al principio un ciudadano normal. Él comenzó solo, a robar, de chulo, sólo que él también era fuerte y entonces otros comenzaron a trabajar con él. Pero, no era una organización criminal como dicen. En la prostitución, cuando la chica trabaja en la calle ella tiene su sitio. Entonces el chulo puede tener un control territorial, o la misma chica, si luego llega otra, deberán negociar: tú me pagas una parte por estar aquí… Y en caso contrario habrá una pelea para ver quién tiene el control del territorio. Ese es el funcionamiento normal, y no significa que haya una mafia o una organización […] Siempre hay algún loco por ahí que les pega a las chicas o que hace cosas malas, pero son excepciones y no la regla. Sí, la televisión Entre los pocos estudios de que disponemos destacan los de Macavei (2005); Tariceanu (2014); y la tesis doctoral de Bodrogi (2014), aunque este último aborda más específicamente la trata y la explotación sexual. 27 Entrevista, 28 julio 2015. 26 afirma lo contrario, pero sólo lo hace para ganar audiencia en los reportajes de prostitución. Y en la mayoría de los casos en que dicen que les pegan eso ocurre a causa de los celos de las mujeres. Por ejemplo, el marido de una que trabaja va y trae a otra chica que también va a trabajar para él, entonces la primera mujer se pone celosa y luego va a la policía y dice que la obligaron a prostituirse, que le pegan, etc, todo ese rollo. Yo tengo un amigo que está en prisión por esto mismo, fue su propia mujer quien le denunció y él no hizo nada.” (Marcus)28 Estas afirmaciones son obviamente subjetivas y parciales, pues es un hecho contrastado que la brigada obtiene la mayor fuente de sus ingresos de la prostitución. Además, Marcus no gestiona personalmente el negocio de las mujeres, sino que quien lo hace es María, su compañera. María y Gabi son hermanas. Ambas comparten una dilatada experiencia en la prostitución, habiendo trabajado primero en Turquía29 y solo más tarde en España. Mientras el negocio lo comanda María, Gabi solo colabora con ella de forma “puntual” atendiendo a las mujeres30 mientras su hermana permanece periódicamente en Rumanía, y realizando a su vez los envíos de dinero a través de Western Union y otras empresas especializadas. Estos envíos de dinero se hacen periódicamente y con cantidades que oscilan entre los 150 y los 1.000 euros. Para no levantar sospechas, entre todas se turnan a la hora de firmar las emisiones de efectivo. Desde el 2006 en que llegó a España, María ha tenido varias mujeres trabajando para ella, algunas incluso fueron captadas en Rumanía. En estos momentos (mayo 2016) mantiene en esta situación a dos jóvenes de Moldavia, Cristina y Alecsandra, de 25 y 29 años respectivamente. Solo con el dinero que ganan Alecsandra y Cristina prostituyéndose en España puede vivir regularmente toda la familia. El botín de los robos que obtiene Marcus es más bien un complemento. Gabi, quien tiene a su cargo un hijo discapacitado, es también un buen ejemplo de coraje y superación ante la adversidad y en cierta forma y más allá de deseos estereotipados ella ansía desligarse de sus lazos con la brigada a fin de poder llevar una vida más tranquila. Su hermana María, por el contrario, ya se inició como mâmicâ en Rumanía y estuvo presa durante tres años a causa de una condena por proxenetismo, al Entrevista, 28 julio 2015. Los primeros flujos migratorios de las trabajadoras sexuales de Rumanía durante la década de los noventa tenían como destino principalmente Turquía. 30 Fundamentalmente todas las tareas del hogar: limpieza, hacer la compra, cocinar, etc. 28 29 haberle denunciado entonces una menor de edad que trabajaba para ella. María me refiere ese episodio con cierta jactancia: “No quiero que cambies tu opinión acerca de mí por lo que te voy a contar… A aquella chica la jodí bien… Yo entonces tenía unas cinco mujeres trabajando para mí, las tenía en una casa, y con una de ellas tuve un día un problema. Eso fue hace ya bastantes años y yo era entonces mucho más loca, no como ahora. La desnudé, la obligué a meterse en un cubo de agua fría, y era en octubre, imagínate que en Rumanía ya en esa época hace mucho frío, y le dije que no se moviera hasta que calentara el agua. Claro, ¿cómo iba a calentar el agua? Sólo la calentó cuando comenzó a mearse encima… Y también le quemé las muñecas con cigarrillos. Luego ella se marchó y fue a la policía. Y así fue como terminé en prisión. Como no pude pagar a un buen abogado y encima el que era entonces mi pareja me echó toda la culpa a mí, terminé condenada. Si hubiese tenido dinero no hubiera ni entrado porque no tenía antecedentes y con un hijo pequeño (Stelica)… Pero yo era muy loca, tenía más cojones que varios hombres juntos, tanto a la policía como al juez les grité que sí lo había hecho, que qué pasaba, y la policía me pegó. Mi estancia en prisión me hizo aún más fuerte, aprendí muchas cosas, a ser más lista, etc. Al final, no fue del todo una mala experiencia para mí.”31 María ejerce hoy su autoridad fundamentalmente a través de la persuasión y algunas argucias. A Cristina, por ejemplo, le inventa frecuentemente excusas con el fin de sacarle más dinero, y Cristina le entrega cantidades ingentes de dinero pues ella la considera como de su propia familia. Cristina y Alecsandra trabajan en la calle y esporádicamente hacen plaza en algunos clubes. Si bien cumplen un horario laboral, tienen suficiente margen de libertad para escoger su lugar de trabajo. No entregan todas sus ganancias a María, pero sí la mayor parte y dependiendo de las circunstancias. La percepción que Cristina y Alecsandra tienen de su situación y de los lazos que les unen a María son favorables. Ambas la consideran una buena amiga que les ayuda. Ninguna de ellas se plantea cambiar su situación por el momento. 31 Entrevista, 1 mayo 2015. “Llegué de Galaty a España en 2008 con una pareja. Luego, estuve trabajando con una amiga en varios clubes en Galicia. A partir de 2012 comencé a trabajar en la calle, como soy allí la más joven trabajo muy bien. Con María llevo trabajando desde el año 2010, ella es como mi madre, me cuida y no tengo que preocuparme de nada.”(Cristina)32 Esta teórica acomodación a su particular situación tiene a veces también sus crisis, y así en más de una ocasión Cristina se ha quejado amargamente ante Gabi de su auto- percepción de explotación laboral al observar que ella es la que sustenta al núcleo familiar sin que otras personas aporten prácticamente nada. En este sentido, es cierto que Cristina trabaja más que Alecsandra, ya que “tiene mucho más éxito con los hombres”, pero el agravio comparativo lo establece más bien en relación con Marcus y la propia María, que “no trabajan” y además tienen con ellos a dos menores y al joven Stelicâ que incrementan sensiblemente los gastos de la familia. Y es a partir de aquí donde comienzan las inseguridades de Cristina. Cuando surge cualquier desavenencia María hace uso de su astucia, aplicando todo tipo de argucias. Incluso cuando ella y “sus mujeres” permanecen separadas geográficamente, María se cuida de mantener el contacto telefónico diariamente, lo cual desde su propio punto de vista es también una fuente de estrés. En realidad no hace falta que llame la mâmicâ. Esto pude constatarlo bien durante mi estancia en Rumanía, y quienes telefoneaban eran invariablemente Cristina y Alecsandra. Ante mis muestras de asombro por cómo puede mantener el control durante tanto tiempo, María responde que ella tiene “muy buena mano con las mujeres” y que sin esa cualidad sería más difícil trabajar. Sin embargo, rápidamente cambia de registro y trata de explicarme que lo que mueve realmente a las mujeres rumanas a trabajar en la prostitución es la posibilidad de una vida “fácil” y de obtener un dinero rápido. “Mira, allí en mi ciudad le dices a cualquier mujer que se venga para España a trabajar en esto y la mayoría caen, sobre todo si es un hombre. Si eres un hombre guapo, chulo, con un buen coche y sabes follar bien, ya está, asunto arreglado. A la mujer rumana le gusta follar, que la sepan follar bien, si consigues un hombre que 32 Entrevista, 31 octubre 2014. sepa hacerlo bien entonces ellas harán lo que quieras. Pero, yo incluso, que soy una mujer, conozco a varias que sólo tengo que pedirles que vengan y ya está, por ejemplo a la chica que cuida a la niña en mi casa de Plopeni, yo sólo le comenté y ya está loca por venir y no deja de preguntarme que cómo es aquí (…) En Rumanía los salarios son bajos, sí, y apenas hay trabajo, pero las mujeres prefieren la opción más fácil y trabajar en la prostitución para ganar dinero, es por eso que hay tantas rumanas en la prostitución por Europa, es como si lo llevásemos en la sangre.”33 Gabi asiente ante el discurso de su hermana y frente a mis muestras de incredulidad aparenta disgusto. Afirma que ahora el país al que viajan más frecuentemente las mujeres rumanas a trabajar en la prostitución es Suiza, tanto por las facilidades legales como por la situación económica del país. “Allí te sacas un carnet y puedes trabajar durante un tiempo sin problemas. La mayoría están trabajando en la calle y eso es lo peor por el frío […] Muchas van con pesti y estos se quedan en los hoteles, como hacían antes en Turquía, mientras las chicas trabajan. Para la gente desde fuera ellos son vistos como chulos, pero esto es muy diferente desde el otro lado, desde el punto de vista de las mujeres, pues para ellas no se trata de chulos, sino de novios. Muchas mujeres rumanas quieren tener a un hombre a su lado a cualquier precio, y están dispuestas a trabajar o a hacer lo que sea; y a muchas también la prostitución les parece un camino fácil, por el dinero, los coches, las cosas que muestran y que se pueden comprar con el dinero. En Rumanía es así, aunque te parezca mentira, y eso sucede sobre todo con las más jóvenes.”34 Este tipo de lazos afectivos a los que se refiere Gabi son efectivamente los que caracterizan a los núcleos más pequeños, esto es, a las parejas, donde la figura masculina del peste se transmuta en la del lover boy, que seduce, gestiona información, prepara psicológicamente a la mujer y ofrece protección. Muchas de las rumanas que he conocido tanto en España como en Rumanía estaban sujetas a un vínculo similar, aunque las circunstancias de cada pareja pueden ser muy diferentes. En otros casos la prostitución se reproduce a partir de un núcleo monomarental, como sucede en la familia de Ana, de Bacau, quien trajo a su sobrina mientras su hermana dispuso a su 33 34 Entrevista, 1 mayo 2015. Entrevista, 5 abril 2015. propia hija para el mismo fin. En suma, existe una gran variedad de situaciones, desde aquellas parejas o núcleos familiares más convencionales que obtienen sus ingresos a partir del trabajo sexual de las mujeres a los pesti más profesionales, que seducen y fidelizan a sucesivas mujeres, llegando a realizar una búsqueda activa de posibles acólitas de las que así poder obtener un mayor beneficio económico35y haciendo de esta actividad su modus vivendi. El establecimiento de estos vínculos se puede producir y reproducir en cualquier lugar del espacio transnacional. Hasta hace poco Rumanía, Turquía, Italia, España, ahora más frecuentemente Suiza, Francia, Alemania, y se utilizan asimismo las tecnologías on line, contactando a través de facebook y otras plataformas virtuales. En Rumanía, actualmente muchas mujeres continúan trabajando en la calle, algunas de ellas sometidas a vínculos peste y otras, en cambio, laboran de manera autónoma36. Aunque no he podido corroborarlo, María estima que sólo en Plopeni, pequeña ciudad del interior de Prahova, hay más de medio centenar de pesti operando con mujeres. Actividades relativas a la recogida y venta de chatarra La recogida y venta de chatarra es una de las actividades más frecuentes de los grupos romaníes. Ellos definen esta práctica como “jaua po la sastrea” (vamos a la chatarra). En España desde hace décadas familias de gitanos se dedicaban a esta ocupación, que muestra ahora signos de sucesión étnica al producirse el relevo por parte de romaníes procedentes de Rumanía. Como cualquier otra actividad tiene sus ventajas e inconvenientes. Entre las primeras, destacar que facilita la conciliación familiar y laboral y permite el margen de libertad característico de los trabajos autónomos, algo muy apreciado por la comunidad rom. Como contrapartida, son frecuentes los problemas con la ley y se ha consolidado un fuerte estigma asociado a la práctica de esta actividad. Estas actividades de proselitismo no son exclusivas de los mercados del sexo, y se observan asimismo en otros sectores como la mendicidad, donde algunos clanes también tantean y ofrecen alojamiento y protección a los mendigos autónomos a cambio de un exiguo salario. 36 Véase, en este sentido, el trabajo de Tariceanu (2014) sobre la prostitución en las calles de Bucarest. 35 Si bien es cierto que en ocasiones miembros de estos grupos aprovechan la oportunidad del acceso a fincas y domicilios para cometer hurtos, muchas veces los lugareños les acusan indiscriminadamente de ser los causantes de todos los males. A mayor abundamiento, la alarma social causada a través de los medios de comunicación en relación con asuntos como el robo de cobre a gran escala cometido por bandas organizadas ha terminado por estigmatizar a quienes basan su sustento en la chatarra. A esto hay que añadir la alta competencia en el sector, y ellos mismos se quejan de que “ya hay muchos rumanos en la chatarra” lo que produce una progresiva disminución en los beneficios. Entre mis informantes del clan Matei, romaníes procedentes del extrarradio de Bucarest y que hoy se compone de numerosos miembros distribuidos en núcleos familiares de hasta cuatro generaciones por diferentes lugares de la geografía española, desde Galicia hasta Canarias, existe una cierta especialización por esta actividad. Utilizan por lo regular furgones para transportar la chatarra y salen por la mañana temprano para volver al anochecer. Como las mujeres no poseen carnet de conducir, son los hombres quienes hacen de conductores y transportistas, mientras ellas se encargan de preguntar por los pueblos, haciendo la primera incursión en domicilios particulares. Los conflictos más frecuentes suelen estar relacionados con la selección de lo que “pueden” y lo que “no pueden” llevarse, lo que les ha acarreado más de un disgusto con la ley. Como algunas de las familias del clan no cuentan con ningún varón con carnet de conducir vigente han llegado a asociarse con “conductores” de otras nacionalidades, por ejemplo marroquíes, con el fin de poder desempeñar su trabajo. Por otro lado, la cooperación entre miembros de las distintas familias del clan es constante y variable en función de los vínculos y las circunstancias. La familia compuesta por Adina y Cracea, sus dos hijos y su nuera casada con su hijo Anghel, el mayor (aunque ambos son menores de edad) así como el hijo pequeño de estos es la médula del clan. Aunque aparentemente patriarcales como todos los romaníes, en el clan se adoptan decisiones y solventan muchos conflictos gracias a la intermediación de una mujer, Adina, joven carismática y líder natural, lo que le ha hecho merecedora del respeto del resto de las familias. Adina es también la responsable de canalizar el dinero en aquellos casos que resulta necesario como en importantes eventos familiares o a la hora de sufragar los gastos de quienes tienen serios problemas con la justicia. La mendicidad: mange El mange o el pedir dinero por la calle es una actividad que tradicionalmente se considera asociada a las mujeres romaníes37. No obstante, hoy se pueden observar grupos familiares y clanes donde los hombres se incorporan cada vez más frecuentemente a esta ocupación, de modo que la práctica de la mendicidad se convierte en la actividad de sustento principal del núcleo familiar. De hecho, desde el punto de vista del observador puede apreciarse una cierta especialización en determinados grupos y podríamos incluso hablar de la transnacionalización de la mendicidad. Aunque las prácticas del mange van muy asociadas al colectivo romaní en el imaginario colectivo, existen también numerosos grupos familiares rumanos que ejercen el a cerçi, donde la práctica totalidad de sus miembros se dedican a esta actividad. Este es el caso de la familia de Lena, natural de Blaj-Alba Iulia (Transilvania) integrada por una veintena de personas pertenecientes a tres generaciones, donde los suegros, Georghe y Elisabeta, que residen en España desde 2008 fueron los pioneros. La familia siempre había permanecido en Blaj y fueron Georghe y Elisabeta quienes animaron al joven matrimonio a salir del país y probar suerte en España. Salvo la hermana de Lena, que continúa en Rumanía y se encarga del cuidado de un hijo discapacitado y del padre enfermo, y un cuñado que ahora trabaja de peón en una explotación ganadera gallega, el resto de los adultos dedican gran parte del día al ejercicio del a cerci distribuidos en diferentes lugares estratégicos urbanos que mantienen fijos desde hace años (junto a la puerta de tiendas y supermercados, lugares de tránsito en la vía pública). La percepción que tienen de su estrategia económica no es precisamente favorable, y también les avergüenza muchas veces esta práctica. No Véase en este sentido el estudio de Gamella (2007), para quien la mendicidad practicada por los romaníes tiene una visible impronta de género y forma parte de un conjunto más amplio de estrategias económicas empleadas por el clan familiar. 37 obstante, el mantenimiento de rutinas, horarios y ciertas normas de conducta e interacción termina asimilando el a cerçi al ámbito laboral. “Cada uno de nosotros tiene su punto para estar. Yo he ocupado el mismo que ya tenía antes mi cuñado. Mi suegra también pide, pero ella está más en casa, se encarga de hacer la comida, etc.”(Lena)38 Algunos miembros de la familia, como Florin quien trabajó en una fábrica en Rumanía, han tenido otras experiencias laborales, pero la mayoría no han tenido en toda su vida más ocupación que la mendicidad. Al contrario de lo que suele pensarse, el ejercicio de la mendicidad se inicia como estrategia económica ante la falta de otras oportunidades y que en un contexto de desigualdad social y precariedad laboral termina por imponerse y cronificarse en el tiempo. Por otro lado, el bajo nivel de instrucción que poseen, a pesar de que se trata de personas jóvenes, evidencia la correlación entre el capital económico y cultural del grupo, característica que es compartida por otros grupos y clanes familiares. Sin embargo, no es menos cierto que la disposición a trabajar en otras ocupaciones así como el afán de superación y movilidad social se ponen de manifiesto ante la menor oportunidad. Un ejemplo de ello es Adi, el hermano de Murat y cuñado de Lena, quien también ejercía la mendicidad hasta que un día alguien que le vio en la calle le ofreció la posibilidad de trabajar en una explotación ganadera, lo cual él aceptó enseguida y de esta forma mantiene este trabajo hasta hoy. Por su parte, tanto Lena como Murat están convenientemente inscritos en el servicio público de empleo, aunque sin resultados por el momento. De hecho, Lena desempeña el a cerci en España de forma ininterrumpida desde 2011, actividad que le viene reportando unos beneficios variables que oscilan entre los cien y los trescientos euros al mes. A ello hay que añadir las cantidades que obtienen el resto de la familia, incluido su marido, aunque luego los beneficios se reparten en función de los distintos núcleos familiares que componen el grupo y que en España son cinco, al margen de los familiares que residen en Blaj y que también reciben su pequeña parte de dinero a través de las remesas. En cualquier caso, destaca una fuerte cohesión social del grupo y la dignidad que muestran frente a la adversidad contrasta con los estereotipos frecuentemente asociados a las personas que se dedican a la mendicidad. Lena y Murat se preocupan siempre por el progreso escolar 38 Entrevista, 22 abril 2016. de sus dos hijos, participan de las fiestas religiosas y familiares, y mantienen una actitud cariñosa y de refuerzo emocional común a la de cualquier familia. Esto contrasta con el bajo estatus adscrito a esta familia, pues según los códigos de los romaníes y otros grupos de mendigos el último eslabón en el margen está ocupado por los sin techo39, y la familia de Lena estuvo viviendo de okupa en una vivienda semiderruida del extrarradio de la ciudad durante cerca de dos años para pasar más tarde a habitar una “casita de cartones”. Estos mismos hechos fueron entonces ampliamente reportados como “sucesos” por los medios de comunicación en la provincia, causando una gran alarma social e identificando a estas familias como peligrosos delincuentes40. Fue solo recientemente cuando consiguieron alquilar su primera vivienda. En otros casos, como en algunas de las familias que componen el clan Matei, la mendicidad es una actividad desempeñada preferentemente por las mujeres mientras los hombres se dedican a la recogida de chatarra, la cosecha de la castaña, y también en algunos casos a actividades ilegales como el robo y la receptación. No obstante, existe una gran heterogeneidad entre las diferentes familias del clan, así mientras algunas se han especializado más en la comisión de actividades delictivas (robos en viviendas, iglesias, hurtos, etc) otras, por el contrario, dedican más tiempo a la práctica del mange y a la jaua po la sastrea por los pueblos. Estos grupos de rumanos y romaníes han ido aprendiendo también el uso y gestión de las ayudas económicas que otorgan los servicios sociales de las diferentes administraciones. Muchas de estas familias son o han sido perceptoras de algunas de estas ayudas, sobre todo la RISGA (renta de integración social de Galicia) que gestionan los ayuntamientos. La familia de Lena cobra por este concepto cerca de 600 euros, mientras las ayudas que reciben los distintos núcleos familiares del clan Matei ascienden en total a varios miles de euros. La percepción de estas ayudas se valora muy favorablemente por parte de estos grupos, máxime teniendo en cuenta que las ayudas y Véase en este sentido Beluschi (2014), quien durante su trabajo de campo y convivencia con las familias rom en Granada pudo observar bien esta diferenciación de clases. 40 “Los vecinos de Paradai piden una solución para los okupas rumanos” (El Progreso, 21 de marzo de 2012); “Arde el edificio de Paradai del que desalojaron a varios okupas” (La Voz de Galicia, 1 de abril de 2012). 39 pensiones que pueden obtener en Rumanía en concepto de ayuda social pocas veces llegan a superar los 50 euros. Otra de las razones que condiciona el establecimiento de estas familias en España es la posibilidad de practicar la mendicidad sin temor a la persecución policial. Murat tiene algunos familiares que la desempeñan en Italia y Francia, pero señala las dificultades que allí se encuentran con la policía. “Es mucho mejor aquí. En España la policía no molesta y con lo que ganamos pidiendo podemos vivir y también enviar algo a Rumanía para comprar medicamentos, leña, etc […] A mí me conoce mucha gente en la ciudad que pasa por mi punto y me da algo, así desde hace años y no tengo problema con nadie. Bueno, el otro día vino una señora y me dijo que no me daba nada porque si me daba el dinero era para la mafia. Y yo le contesté que eso no era verdad, que yo pedía para mí, para mi familia y que no hay ninguna mafia” (Lena)41 La existencia de remesas de dinero así como la circulación de estos grupos familiares por diferentes lugares y países es lo que convierte también a la mendicidad en una práctica trasnacional. El caso de la familia de Lena, donde no existe una cultura migratoria previa, es además un buen ejemplo de la utilización del a cerçi como estrategia de movilidad social en el campo transnacional. Consideraciones finales Los grupos ubicados estratégicamente más al margen en los planes de ingeniería social de la sociedad dominante merecen una mayor atención por parte de las ciencias sociales. Las motivaciones y actividades de estos outsiders nos dicen mucho acerca de la morfología y dinámica interna de los grupos, como sucede en el caso de las brigadas, pero también muestran el diálogo simbólico permanente que mantienen con el resto de la sociedad y en particular con las clases extractivas y los emprendedores morales, lo que a su vez abre una interesante vía para la necesaria práctica sociológica “hacia 41 Entrevista, 22 abril 2016. arriba” (Agustín, 2004) que permita a su vez un enfoque más global acerca de algunas cuestiones serias como el estigma, la discriminación, la victimización y la exclusión sociales. En este proceso de toma de conocimiento “desde abajo” este trabajo pretende ser además una llamada de atención a la comunidad científica en relación a la complejidad de los espacios de sociabilidad en contextos fuertemente estigmatizados así como una reivindicación de la experiencia etnográfica como construcción de contextos de convivencia e intimidad con los actores, donde la ausencia de juicios morales esquive mejor la influencia de prenociones, férreos anclajes teóricos y contaminaciones ideológicas durante el trabajo de campo que puedan re-dirigir la investigación. Todo ello requiere, sin complejos, de una necesaria colaboración multi-disciplinar deslocalizada y de la continuación de estos estudios en el tiempo. Referencias bibliográficas Agustín, Laura (2004), Trabajar en la industria del sexo y otros tópicos migratorios, San Sebastián, Gakoa. Agustín, Laura (2009), Sexo y marginalidad. Emigración, mercado de trabajo e industria del rescate, Madrid, Ed. Popular. 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