DESMERCANTILIZAR LA VIVIENDA: UNA PROPUESTA TEÓRICA DESDE LAS OBRAS DE KARL POLANYI Y NANCY FRASER Anna Grau Casajust, Personal Investigador en Formación, Área de Sociología, Departamento de Filosofía y Trabajo Social, Universitat de les Illes Balears e-mail: anna.grau@uib.es Maria Antònia Carbonero Gamundí, Titular de Universidad, Área de Sociología, Departamento de Filosofía y Trabajo Social, Universitat de les Illes Balears e-mail: macarbonero@uib.es Resumen La crisis financiera global iniciada en 2008 impactó de manera específica en España y destapó los excesos de una economía cuyo crecimiento se basó durante una década en la construcción, y mostrado uno de los rostros más salvajes del mercado: el problema del acceso y mantenimiento de la vivienda. Estudiar esta problemática desde la sociología requiere de un marco teórico que permita explorar las causas y alternativas. En este trabajo, queremos explorar hasta qué punto el análisis de la problemática de acceso a la vivienda, que se realiza desde el derecho, la economía o las políticas públicas, puede verse reforzado con la aplicación de la mirada de Karl Polanyi y de Nancy Fraser. El marco Polanyi-Fraser proporciona herramientas analíticas con las que aportar alternativas que parten de considerar la vivienda como mercancía ficticia, que debería estar sujeta a la ética y al derecho y alternativas basadas en una alianza de la emancipación con la protección social, para derrotar la espiral destructiva del mercado. Palabras clave: vivienda, mercancía ficticia, mercados desarraigados desmercantilización, triple movimiento 1 EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA EN LAS CRISIS CAPITALISTAS En España la crisis financiera global ha impactado de manera específica, especialmente en el sector inmobiliario. El sobreendeudamiento de la población junto con altísimos niveles de desempleo y la crisis bancaria han provocado un aumento de ejecuciones hipotecarias. La vivienda determina la vida familiar, comunitaria y personal (Cano y Etxezarreta, 2014), por lo que carecer de ella es uno de los principales problemas sociales. Estudiar esta problemática desde la sociología requiere de un marco teórico amplio que permita explorar las causas y alternativas. Este artículo presenta una propuesta de enfoque basándose en los trabajos de Karl Polanyi y de Nancy Fraser y propone analizar los problemas de vivienda en España desde un marco amplio de crisis del capitalismo.1 Polanyi (1944) estudió las causas de las continuas crisis económicas de principios del siglo XX partiendo de la Gran Bretaña del siglo XIX, donde el mercado pasó a ser la fuente de intercambio principal, no sujeta a normas morales (no arraigada en la sociedad, hasta entonces norma histórica), propiciando una destrucción del tejido social. Particularmente destructivo fue el considerar la tierra, el trabajo y el dinero como mercancías (y no como bases fundamentales para su producción, por lo que las define como mercancías ficticias). Según Polanyi, contra este fenómeno mercantilizador la sociedad reaccionó en el siglo XX pidiendo protección social desde opciones muy diversas, como el fascismo o el socialismo. A esta díada de fuerzas entre mercado y protección la denominó “doble movimiento”. Nancy Fraser (2013) analiza la crisis actual ampliando el marco polanyiano para resaltar la capacidad transformadora de los movimientos sociales en el siglo XX y utiliza la metáfora del triple movimiento: mercado, protección social y 1 Este trabajo forma parte de la tesis “Desmercantilizar la vivienda: discursos y marcos interpretativos” financiada por una beca FPI del Ministerio de Economía y Competitividad e iniciada en Enero de 2016, en el marco del proyecto “Nuevos retos para las políticas públicas de inclusión social en tiempos de crisis: el papel de las redes de reciprocidad y el enfoque comunitario en la producción de bienestar” (CSO2014-57084-R) dirigido por la Dra. Maria Antònia Carbonero en el Departamento de Filosofía y Trabajo Social de la Universitat de les Illes Balears. El artículo corresponde a la revisión de literatura sobre la cual construir un marco teórico para analizar el problema de la vivienda en España y para explorar la formulación de políticas públicas de vivienda. 2 emancipación. Los resultados concretos de este triple movimiento dependerán del juego de ambivalencias que se consolide en cada contexto sociohistórico. Así en la crisis actual se ha profundizado la alianza entre la protección social, encarnada por el Estado, y los intereses del mercado, provocando en el caso de la vivienda un desgarro social contra el que han surgido movimientos emancipadores cuyo devenir va a depender de hasta qué punto se alían con la protección social (Estado) proponiendo formas de intercambio más allá del mercado. Abordamos el problema de la vivienda en España desde un enfoque amplio de crisis del capitalismo, y proponemos que la búsqueda de soluciones debe partir de una alianza del estado con las fuerzas emancipadores, siguiendo la teoría del triple movimiento de Nancy Fraser (2013). LA PROBLEMÁTICA DE LA VIVIENDA DE LA VIVIENDA EN ESPAÑA: MÚLTIPLES CAUSAS ENTRE LA CRISIS FINANCIERA Y LA CRISIS INMOBILIARIA La crisis global actual tiene su origen en la burbuja inmobiliaria y la falta de regulación de los mercados financieros (Tapia, 2009) y ha puesto en evidencia una vez más el rol estratégico que juega el sector inmobiliario entre el sector financiero y la economía real (Daher, 2013). De hecho hay un cierto consenso en señalar como fecha de inicio de la crisis el 15 de Septiembre de 2008, día en que Lehman Brothers, entidad crediticia estadounidense, se declaró en bancarrota. Seis años antes, en 2002, George Bush, entonces presidente de los Estados Unidos, pronunciaba las siguientes palabras: “Creo que ser propietario de una casa es parte del sueño americano… Y por eso, ayer mismo pedí al sector privado que nos ayude y que ayude a los que desean comprar casas. Necesitamos más dinero en el mercado de capitales para los compradores de bajas rentas que por primera vez acceden a la vivienda”. (George Bush, ante los representantes del departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano, en Washington, el 18 de Junio de 2002) 3 Entonces la Reserva Federal bajó los tipos de interés para que fluyera el crédito, y la maquinaria financiera se puso en marcha prestando dinero incluso a personas con un alto riesgo de impago, en lo que se conoce como hipotecas subprime o hipotecas basura, que están en el origen más inmediato de la crisis financiera. Pero las causas más profundas de la crisis deben buscarse en la fuerte desregulación de la banca que se estaba produciendo desde la década de los 90, que fue multiplicando los factores de inestabilidad, primero en los sectores financieros y de allí al conjunto de la economía (Aalbers, 2009; Torres, 2009). Esta desregulación propició el descontrol en el sector financiero y que, entre otros, las deudas adquiridas por millones de norteamericanos para comprar casas se vendieran por todo el planeta, una vez transformadas en derivados financieros. El posterior impago de las hipotecas basura produjo la insolvencia de muchas entidades de crédito lo que, debido al papel estratégico del sector financiero en los sistemas económicos modernos, dio lugar a una crisis generalizada. El impacto de esta crisis ha sido distinto en cada país según las características de sus economías. En el caso español éste ha sido más fuerte porque desde finales de los 90 el modelo de crecimiento se había basado en la expansión del sector de la construcción, sector que opera apoyándose en la expansión de la deuda (Torres, 2012). En España, como en Estados Unidos, se ha puesto de relieve el excesivo peso del sector inmobiliario en los activos financieros de la banca y en la economía nacional en general. Así, aunque se considera que la crisis española se inició con la crisis estadounidense de las hipotecas basura, lo cierto es que ésta hunde sus raíces en el estallido de la burbuja inmobiliaria (Tapia, 2009) y que se ha visto agravada por la imposibilidad de reajustar los problemas internos de sobreendeudamiento recurriendo, como anteriormente, al mercado internacional (Torres, 2012). La crisis financiera y el problema consiguiente de la deuda externa provocó la subida de los tipos de interés y por tanto el corte del crédito, aspecto clave en el sector de la construcción. La dependencia productiva respecto de un sector en caída libre hizo aumentar el paro de manera vertiginosa. Ante esta crisis, agravada además por la implementación de medidas de austeridad basadas en los recortes de inversión y gasto 4 público, así como de prestaciones y subsidios, muchas familias no pudieron hacer frente a las cuotas hipotecarias y perdieron sus viviendas (Sabaté, 2014). ¿DERECHO A LA VIVIENDA? El derecho a la vivienda en España está regulado por el artículo 47 de la Constitución, donde se afirma que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. Si bien dicho artículo se encuentra en el Título I de la Constitución, dedicado a “los derechos y deberes fundamentales”, se enmarca en el Capítulo III, de los “principios rectores de la política social y económica”. Este matiz es fundamental, puesto que el derecho a la vivienda no puede ser recurrible en amparo (Ferrando, 1992) y por tanto no se considera un elemento básico del estado del bienestar, como la sanidad o la educación (Tello, 2012). Debido a su alto valor económico, la adquisición de la vivienda es uno de los gastos más importantes en la vida de las personas, que depende del poder adquisitivo, el cual se suele obtener mediante la participación en el empleo. Los derechos sociales, como la vivienda, van ligados a la protección del trabajo (Arcidiacono y Gamallo, 2000), pero en el actual contexto donde el mercado de trabajo ya no garantiza la seguridad en el empleo como lo hacía la anterior “sociedad salarial” (Castel, 1997) para muchas personas disfrutar de una vivienda es una quimera (Y. García, 2014). RESPONSABILIZACIÓN INDIVIDUAL Y RESPUESTAS COLECTIVAS Si la capacidad de adquirir una vivienda depende de la posición social que ocupa cada persona (Alaguero y Beño, 2013), es obvio que en el contexto de crisis ha aumentado el número de personas a las que les resulta difícil acceder a una vivienda o se han visto privadas de ella, en un proceso que, siguiendo a Castel (1995), podríamos denominar como de “ascensión de la vulnerabilidad”. La paradoja española es que se construyeron más viviendas de las que se necesitaban y quienes las necesitaban no pudieron ni pueden acceder a ellas (Alvarez, 2012). Antes de ver las cifras escalofriantes de desahucios, plataformas como V de Vivienda con campañas como “No vas a tener una casa en tu puta vida”, ya alertaban de las 5 dificultades para acceder a una vivienda. Muchas de las viviendas que se compraron lo fueron con fines especulativos o de inversión, o por expresarlo en términos marxistas, podríamos decir que la mercancía vivienda vio relegado su valor de uso (vivienda como espacio de intimidad y bienestar) a favor de su valor de cambio (vivienda como activo de inversión y especulación). De manera (demasiado) simple, hemos intentado mostrar la relación entre el sector financiero y el sector inmobiliario, pero no hemos señalado un aspecto clave en esta relación: la deuda. Graeber (2014) sostiene que las deudas son una forma de obtener el dominio sobre la gente. La conversión de la vivienda en una mercancía, y su financiación mediante la deuda a largo plazo, son actualmente una de las formas principales de dominio. La deuda como mecanismo de sometimiento de la población está, según el autor, en el centro de la globalización actual. Aunque en los últimos 30 años los salarios se han estancado, se ha mantenido la demanda mediante la inyección de deuda al sistema, hasta que este mecanismo ha estallado en la crisis financiera actual. Las consecuencias las está viviendo ahora la población. Siguiendo a Graeber (2014), la cuantificación que permite la deuda, con el interés compuesto que la hace crecer de forma exponencial, conduce a una operatividad impersonal y ésta, a su vez, a la justificación cultural de situaciones que de otro modo serían socialmente injustificables, como por ejemplo expulsar forzosamente de su hogar a una familia que se ha visto privada de recursos suficientes como para hacer frente a dichos pagos. En este contexto, el discurso de la responsabilización individual de los sujetos por la imposibilidad de hacer frente al pago de la deuda así como los discursos sobre la adaptabilidad a las condiciones dadas, dificultan la articulación de estrategias colectivas y la movilización social (Alaguero y Beño, 2013). De todos modos, la crisis ha permitido cuestionar (aunque tímidamente) el papel legitimador de los atributos meritocráticos (esfuerzo, inteligencia, etc.) en el tipo de desigualdad a la que da lugar el sistema de mercado (J. García, 2009). Esping Andersen (1993:60, citado en Arcidiacono y Gamallo, 2000), afirma que “en la historia de la política social, los conflictos han girado principalmente en torno a qué grado de inmunidad de mercado sería permisible; es decir, los recursos, la extensión y la calidad de los derechos sociales”. Pero como se ha comentado anteriormente, el acceso a la vivienda solo se regula en el mercado mediante el acceso a la propiedad 6 privada o el alquiler, por lo que, ante la falta de respuestas políticas y de las administraciones públicas, como indica Tello (2012), solo caben respuestas sociales al margen de las políticas públicas. En este sentido, resalta el trabajo que lleva a cabo la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca (PAH), la más numerosa y con más incidencia de España. Desde sus inicios la PAH ha combinado la denuncia de los abusos hipotecarios, la legislación injusta, la falta de control público y la ausencia de políticas públicas de vivienda. La PAH ha tratado de incidir en el estado proponiendo soluciones, como la ILP que registraron con más de 1,4 millones de firmas (Mir Garcia, França, Macías, y Veciana, 2013) y han dirigido su actuación a señalar la corresponsabilidad de bancos, cajas de ahorro, notarios, agencias de tasación e inmobiliarias en el sobreendeudamiento de las familias (Valiño, 2009). Han cuestionado, por tanto, la responsabilización individual del problema hipotecario en España. Con la revisión de la literatura sobre la crisis financiera y la crisis inmobiliaria hemos intentado mostrar cómo aproximarse al problema de la vivienda en España requiere poner en relación aspectos financieros con aspectos jurídicos y socioeconómicos, que operan a tanto a nivel nacional como internacional. Por tanto, para abordar dicho objeto de estudio, así como para explorar alternativas, necesitamos dotarnos de un marco teórico que dé cuenta de esta complejidad. En este sentido, exploramos el trabajo de Karl Polanyi y la revisión de Nacy Fraser como marco amplio desde donde contextualizar el problema de la vivienda en España. UN MARCO DE COMPRENSIÓN MÁS AMPLIO: LAS CRISIS EN EL CAPITALISMO Si bien podemos encontrar las causas más inmediatas de la crisis actual en el mercado inmobiliario y el mercado financiero, y su impacto en la economía real (Tapia, 2009), en la búsqueda de las causas profundas algunos autores señalan a las contrarreformas de corte neoliberal de las tres últimas décadas (Torres, 2009) encaminadas a eliminar las regulaciones que los regímenes de gobernanza imponían al mercado (Fraser, 2012b). 7 Considerando este marco de comprensión más amplio es posible poner en relación la crisis financiera con los problemas políticos, ecológicos y sociales actuales (Fraser, 2012b), vínculo que conduce el debate hacia las bases estructurales del capitalismo (Fraser, 2014): “La vuelta del capitalismo es, ciertamente, un cambio de agradecer, un marcador cristalino, por si hacía falta alguno, de la profundidad de la crisis actual y de la necesidad generalizada de darle a esta una explicación sistemática” (Fraser, 2014:57). LA RECUPERACIÓN DE LA OBRA DE KARL POLANYI En esta búsqueda de una explicación sistemática de los problemas actuales de las economías de mercado, en los últimos años se ha producido una recuperación de la obra de Karl Polanyi. Seguramente esta recuperación está marcada por el prólogo hecho por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en 2001, a una reedición de la obra magna de Polanyi, La Gran Transformación, de 1944 (Rendueles, 2014), que ha dado lugar a una reedición de sus obras y a una gran publicación de bibliografía secundaria. Y es que el análisis de Polanyi de la crisis de los años 30 y 40 del siglo XX y su crítica al mercado autorregulado puede proporcionar un marco analítico adecuado para el análisis de la crisis actual (Rendueles, 2015) y del problema de a vivienda en particular. En la Gran Transformación, Polanyi indaga sobre los orígenes de las crisis de principios del siglo XX, y las explica como fenómenos multifacéticos que tienen su origen en el surgimiento del liberalismo económico del siglo XIX en Gran Bretaña y la imposición del mercado autorregulado en Occidente (Fraser, 2012b). En esta obra escribe: “Los orígenes del cataclismo, que conoció su cénit en la Segunda Guerra Mundial, residen en el proyecto utópico del liberalismo económico consistente en crear un sistema de mercado autorregulador (Polanyi, 2007:67)”. Polanyi interpreta las crisis de principios del siglo XX combinando reflexiones sobre la crisis financiera, el colapso económico, la degradación del trabajo, el expolio de la naturaleza y la desintegración social (Fraser, 2012b) en un análisis multidimensional 8 cuya tesis central es la imposibilidad histórica del mercado autorregulado (Maya, 2014). Mediante el análisis histórico de la economía en distintas sociedades, expone que el intercambio mercantil es solo una de las formas posibles en que una sociedad puede resolver el problema de la asignación de recursos económicos para la satisfacción de necesidades básicas. Esta satisfacción de necesidades también puede lograrse mediante otras formas de integración social, como son la reciprocidad o la redistribución, donde la motivación no viene dada por el egoísmo maximizador de ganancias sino por intereses comunitarios (Maya, 2014). Polanyi expone así el carácter excepcional del mercado autorregulado, que desplaza a las demás formas de relación e intercambio y las basa únicamente en el intercambio en el mercado (Bugra, 1998). De esta manera se impone la lógica mercantil, individualizadora y maximizadora de ganancias, en todos los ámbitos de la vida social (Maya, 2014). A partir de este análisis histórico, Polanyi diferencia dos formas de relación entre el mercado y la sociedad (Fraser, 2012b): en la primera, que ha sido la norma histórica, los mercados habían estado sometidos a controles morales y éticos, es decir, no estrictamente económicos; la segunda, que es lo que Polanyi define como La Gran Transformación, corresponde al desarraigamiento (desembededness, en el término inglés) del mercado de la sociedad, y como consecuencia pasa a regirse únicamente por la ley de la oferta y la demanda. Así, Polanyi distingue entre los mercados, un fenómeno casi universal, y el sistema de mercado, es decir, la integración de todos los mercados en una única economía nacional o internacional (Rendueles, 2004) y posterior sometimiento de la sociedad a la dinámica del mercado (Maya, 2014): “Una economía de mercado es un sistema económico regido, regulado, y orientado únicamente por los mercados. La tarea de asegurar el orden en la producción y distribución de bienes es confiada a ese mecanismo autorregulador. Lo que se espera es que los seres humanos se comporten de forma que puedan ganar el máximo dinero posible. Tal es el origen de una economía de este tipo” (Polanyi, 2007:124)” En este proceso de subordinación de la vida social a las relaciones de mercado, que Polanyi define como La Gran Transformación, trabajo, dinero y tierra también pasan a ser tratadas como mercancías. Al igual que Marx, Polanyi, considera el trabajo, el 9 dinero y la tierra elementos que posibilitan el aprovisionamiento material, por lo que tratarlas como mercancías disminuye su capacidad para la reproducción social (Maya, 2014). Este tratamiento de la tierra, el trabajo y el dinero como mercancías, que Polanyi define como “mercantilización ficitia”, puede conducir al colapso social, en un proceso en el que más que la lógica de “la mano invisible”, opera el “pie invisible”, aplastador, del mercado (Noya, 1994): “Es evidente que trabajo, tierra y dinero no son mercancías, en el sentido de que, en lo que a estos tres elementos se refiere, el postulado según el cual todo lo que se compra y se vende debe haber sido producido para la venta es manifiestamente falso. En otros términos, si nos atenemos a la definición empírica de la mercancía, se puede decir que trabajo, tierra y dinero no son mercancías. El trabajo no es más que la actividad económica que acompaña a la propia vida –la cual, por su parte, no ha sido producida en función de la venta, sino por razones totalmente distintas– (...). La tierra por su parte es, bajo otra denominación, la misma naturaleza que no es producida por el hombre; en fin, el dinero real es simplemente un signo del poder adquisitivo que, en líneas generales, no es en absoluto un producto sino una creación del mecanismo de la banca o de las finanzas del Estado”. (Polanyi, 2007:129-130) Polanyi analizó por qué surgieron movimientos como el fascismo o el socialismo, entre los siglos XIX y XX, y concluyó que en este proceso de mercantilización de la vida social, producto del desarraigo del mercado de la sociedad y de la mercantilización ficticia (Fraser, 2012b) se puso en marcha lo que llamó el “movimiento de autoprotección de la sociedad” desde distintos liderazgos (Maya, 2014). Desde la óptica de Polanyi, el fascismo y el socialismo combatían desde diferentes posiciones ideológicas las consecuencias nocivas de la mercantilización. Desde la política, defendían la sociedad frente a la economía, reclamando protección social para rearraigar a los mercados a la sociedad, para someterlas su ética y moral. Polanyi definió esta lucha a dos bandas entre fuerzas mercantilizadoras y proteccionistas, que se produjo durante un siglo y medio de crisis capitalistas sin que se produjera la victoria de uno sobre otro, como “doble movimiento” (Fraser, 2012b). Los conceptos de mercados desarraigados, de mercantilización ficticia y de doble movimiento ocupan un lugar central en el análisis que hace Polanyi de la crisis. 10 APLICACIONES DE LA OBRA DE KARL POLANYI A LA CRISIS ACTUAL Y LA REVISIÓN DE NANCY FRASER La recuperación de la obra de Karl Polanyi tiene que ver con los paralelismos que se pueden trazar entre su época y la nuestra, así como en la actualidad de sus conceptos para analizar la crisis actual. Fraser (2013) señala que en ambas épocas encontramos la dinámica de la “mercantilización ficticia”, que mercantiliza todas las condiciones previas necesarias para la producción de mercancías y cuyo resultado, en ambos casos, es la desestabilización del sistema económico, de la naturaleza y de la sociedad, debido a que disminuye su capacidad para la reproducción social. Según la autora, el concepto de mercantilización ficticia en Polanyi puede ser tachado de premonitorio con respecto la época actual (Fraser, 2012a). Otro paralelismo entre la época de Polanyi y la actual es el desarraigamiento de los mercados, que va acompañado por la actuación de fuerzas que buscan subordinar la sociedad a la economía (Maya, 2014). En este sentido, el análisis de Polanyi puede iluminar el actual entramado de complicidades políticas y económicas (Rendueles, 2015), entre las cuales encontramos el apoyo o subordinación del estado en relación al mercado. Del mismo modo, los movimientos populistas actuales, ya sean de derechas o izquierdas, pueden ser considerados como reacciones de protección social contra los efectos perniciosos de los mercados desregulados. Pero la aportación principal de Fraser a la obra de Polanyi tiene que ver con la revisión del concepto de “doble movimiento”. Fraser (2013) se pregunta porque no hay un doble movimiento en la época actual, y concluye que el estado no sirve para contrarrestar los efectos sociales de la crisis porque se ha aliado con el mercado, incluso desde posiciones socialdemócratas. Fraser critica la concepción polanyiana según la cual los mercados desarraigados son inherentemente malos y los mercados arraigados inherentemente buenos, señalando que también el estado puede tener un carácter opresor. Así, amplía el marco polanyiano para enfatizar la capacidad transformadora de los movimientos sociales en el siglo XX utilizando la metáfora del triple movimiento: mercado, protección social y emancipación: 11 Para Fraser (2013) son los ámbitos de reproducción social (como la educación, la sanidad, el agua, la vida comunitaria, la naturaleza, y también la vivienda) los que en la actualidad sirven de oposición principal al neoliberalismo. Las características del capitalismo, defiende la autora, dependen de condiciones no económicas, de fondo, relacionadas con la reproducción social, la ecología de la tierra y el poder político y, en el proceso de mercantilización ficticia, el capitalismo erosiona las mismas bases que lo sustentan, las que posibilitan la producción, por lo que la autora nombra a estas luchas “enfrentamientos por los límites” (Fraser, 2014). Estas reivindicaciones, además, se basan en los ideales de cuidado, solidaridad y responsabilidad mutua, asociados a la reproducción. Otros autores, como Aguilar y Fernández (2010), también han señalado que los nuevos marcos de protesta ponen el acento en la importancia de valores como la paz o la solidaridad y, para Fraser (2014), estos ideales, “no económicos”, están llenos de posibilidad para la crítica política. Pero Fraser (2013) no concibe la emancipación como la panacea, sino que señala la ambivalencia de cada una de esas fuerzas: mercado, protección social y emancipación. Los resultados concretos de este triple movimiento dependerá del juego de ambivalencias que se consolide en cada contexto sociohistórico. Aunque en la época actual la alianza entre estado y mercado es obvio (pensar por ejemplo en las políticas de austeridad y recortes sociales en Europa en contraste con el rescate del sector bancario), Fraser (2012b) señala que la emancipación tampoco es ajena a la ambivalencia y que, en sus luchas contra la presión del estado, pueden contribuir a disolver la base ética solidaria de la protección social y promover la mercantilización. En el mismo sentido, Boltanski y Chiapello, (2002) sostienen que el capitalismo se reconstituye a sí mismo periódicamente en parte recuperando algunas críticas dirigidas en su contra. Para Fraser (2015) debe apreciarse esta diferencia (la emancipación puede avanzar con las fuerzas mercantilizadoras o con las que promueven la protección social), para así para anticipar los efectos indeseados de una alianza de la emancipación con el mercado. Aunque la revisión de la obra de Polanyi por Nancy Fraser no está exenta de críticas, y autores como Mingione (2014) argumentan que el doble movimiento tiene sentido en la medida que está constituido por dos partes (el mercado desarraigado activado por el 12 mercado autorregulado y el mercado arraigado activado por la necesidad de crear nuevas protecciones sociales) nos proporciona conceptos teóricos con los que abordar el diagnóstico y el pronóstico del problema de la vivienda en España. DESMERCANTILIZAR LA VIVIENDA: UNA PROPUESTA TEÓRICA DESDE FRASER Y POLANYI PARA LA EXPLORACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS La revisión de las obras de Karl Polanyi y Nancy Fraser nos permite aproximarnos al problema de la vivienda en España como un problema multidimensional que tiene sus raíces en las bases estructurales del capitalismo. LOS CONCEPTOS DE MERCANCÍA FICTICIA, MERCADOS DESARRAIGADOS Y DOBLE MOVIMIENTO APLICADOS A LA VIVIENDA El marco de Polanyi se ha aplicado al estudio de las formas de acceso a la vivienda (Musterd y Murie, 2002; Teller, 2010), analizando si éste se produce mediante el mercado, la redistribución o la reciprocidad, y se ha concluido que el acceso a la vivienda en occidente es, mayoritariamente, vía mercado. Como la necesidad de vivienda se cubre principalmente en el sector privado (Stephens y Fitzpatrick, 2007), que crea desigualdades según la posición que ocupan las personas en la estructura social, se ha delimitado la vivienda como el “pilar flojo del estado del bienestar” (Torgersen, 1987). Aunque la vivienda es un aspecto imprescindible de la reproducción y el bienestar social, su valor de uso se ve subordinado a su valor de cambio por la acción de las fuerzas del capital, que buscan obtener rentabilidad con el negocio inmobiliario. En otras palabras, las viviendas no se están produciendo para uso de la población, sino como simple mercancía (Alvarez, 2012) y lo que da sustento a este fenómeno es la existencia misma de la necesidad de dotarse de un hogar (Carrasco y Calderón, 2003). Aunque la Constitución española hace referencia al derecho a una vivienda digna, la eficacia de este derecho depende de la actuación de los poderes públicos (Y. García, 2014). Sin mecanismos de intervención estatal, las personas con pocos medios 13 materiales, en aumento en un contexto de ascensión de la vulnerabilidad (Castel, 1997), se ven abocadas a la marginalización y a la exclusión respecto a la vivienda. En términos polianyianos, lo que está en juego es arraigar la economía a la sociedad, señalando el carácter amoral del mercado desregulado en la satisfacción de derechos sociales (J. García, 2009). En los apartados anteriores hemos querido mostrar, siguiendo a Polanyi, el carácter destructor del mercado, en particular cuando se mercantilizan las condiciones previas para la producción de mercancías, como la tierra, el trabajo y el dinero. Podríamos decir que en la vivienda entran en juego las tres mercancías ficticias descritas por Polanyi (2007). Respecto a la tierra, lo que marca las pautas de la producción de la vivienda es la renta del suelo, entendida como fracciones que constituyen el valor de la vivienda (Carrasco y Calderón, 2003). Por otra parte, y como se ha comentado anteriormente, el acceso a la vivienda, por su valor económico, viene determinado por la participación en el empleo y la posición social que se ocupa (Alaguero y Beño, 2013), y el actual contexto de desregulación de los salarios y falta de protección del empleo se puede considerar como de mercantilización ficticia del trabajo. Por otro lado, la participación en el empleo es un aspecto fundamental para endeudarse, y la deuda es la vía de acceso mayoritaria para la adquisición de la vivienda. Aquí entra en juego la mercancía ficticia del dinero. En los tiempos de la burbuja inmobiliaria se produjo una gran accesibilidad al crédito marcado por la presión hacia la productividad sobre los empleados de banca, y la proliferación de intermediarios en busca del lucro en el mercado inmobiliario (Sabaté, 2014). Como la obligación de devolver se halla implícita en las relaciones de crédito, se justifica la violencia hacia las personas que no pueden devolver la deuda (Graeber, 2014) y se tacha de problema individual lo que es un problema colectivo y estructural. Partiendo de esta diagnosis se considera que el marco a explorar es el de sacar a la vivienda de la espiral destructiva del mercado, esto es, desmercantilizar la vivienda. EXPLORAR SOLUCIONES: DESMERCANTILIZAR LA VIVIENDA DESDE UNA ALIANZA EMANCIPACIÓN-ESTADO 14 Esping Andersen ((1993), citado en Adelantado, Noguera, Rambla, y Sáez, (1998:143)) define la noción de desmercantilización como “la prestación de un servicio como un asunto de derecho y cuando una persona no puede ganarse la vida sin depender del mercado”. Adelantado, Noguera, Rambla, y Sáez, 1998:143) completan la definición: “la desmercantilización se podría entender como el conjunto de restricciones económicas, políticas y culturales (incluidas las de carácter ético) que limitan la entrada de bienes en la esfera mercantil, o intervenciones que extraen relaciones sociales de la misma”. En síntesis, se trata de “la extracción de una relación social del mercado y su adscripción a la regulación estatal” (Arcidiacono y Gamallo, 2000:36), poniendo “bajo la responsabilidad del Estado la provisión de determinados bienes o recursos, normalmente definidos como derechos sociales” (Adelantado, 1998:145). En términos polianyanos, se trata de poner en marcha el “movimiento autoprotector de la sociedad”, decantando la balanza del “doble movimiento” hacia posturas de protección social, con las que hacer frente a la desigualdad que crea el sistema de mercado. No obstante, y siguiendo a Fraser (2013), el estado no es inherentemente bueno, también puede ser fuente de opresión. De hecho, es del malestar surgido por la desprotección estatal frente al drama de los desahucios que han surgido plataformas como la PAH. La PAH reivindica el derecho a la vivienda, paralizar los desahucios y la modificación de la ley hipotecaria (Parcerisa, 2014), y busca incidir a la vez sobre el estado y el mercado. Ha contribuido a señalar como problema colectivo lo que es tachado como problema individual, la imposibilidad de hacer frente a una hipoteca, convirtiendo a los deudores hipotecarios en un nuevo sujeto político (Sabaté, 2014). En términos de Fraser (2013), se podría calificar como un movimiento emancipatorio en contra de la dominación. Pero queremos hacer hincapié en el concepto de ambivalencia de las fuerzas de lucha por la mercantilización, la protección social y la emancipación a las que se refiere Fraser (2013), y que la solución a la espiral destructiva del mercado solo puede venir de una alianza entre la emancipación y la protección social. Por un lado, los movimientos emancipatorios deben estar alertados sobre la posibilidad de que la crítica hacia el estado acabe ampliando el proceso de mercantilización de la vivienda. Por el otro, las políticas públicas deben incorporar las actuaciones de los movimientos 15 sociales, prestando atención científica a los cambios y a las transformaciones sociales en materia de vivienda (Y. García, 2014). La revisión de Fraser sobre el doble movimiento de Polanyi también puede ampliar el concepto de desmercantilización, no solo atribuyendo al estado el papel de sustentador, sino ampliando sus bases a los movimientos emancipatorios. Por ejemplo, es necesario explorar, en la línea que Musterd y Murie (2002) aplican a los países en vías de desarrollo, como los colectivos de renta baja compensan el desigual acceso al mercado con las relaciones sociales y la ayuda mutua, y como a falta de intervención estatal (redistribución), la reciprocidad aumenta el intercambio de recursos entre los miembros de una red concreta (Abouelmagd, 2011). Como comenta Fraser (2014), se trataría de analizar la crítica política que subyace estos ideales no económicos. En definitiva, consideramos que esta alianza entre estado y emancipación, desde la óptica del triple movimiento, junto con la crítica a los mercados desarraigados y la mercantilización de las condiciones para la reproducción social, es uno de los posibles caminos sobre los que explorar políticas públicas de desmercantilización de la vivienda. SÍNTESIS DE LAS APORTACIONES El impacto de la crisis financiera global iniciada en 2008 amplificó las consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria en España. Fruto de la dependencia en el sector de la construcción, aumentó el paro de manera desorbitada y, como consecuencia de la crisis financiera global, las entidades bancarias cortaron el crédito. Ante esta situación se agravó el problema de acceso a la vivienda en España, que ya se venía produciendo por el aumento de precios debido a la burbuja inmobiliaria, por un lado, y por la imposibilidad de hacer frente a años de deuda hipotecaria por la precarización del empleo, por el otro. Analizar el problema de la vivienda en España significa pues enmarcarlo en un problema global de financiarización de la economía y precarización del trabajo, donde se ha pasado de un régimen de acumulación fordista, basado en la producción industrial, a uno posfordista, dominado por las finanzas (Fraser, 2013). Desde esta 16 óptica es posible poner en relación distintos problemas ecológicos, políticos y sociales de nuestra época bajo un mismo paraguas: el capitalismo en su versión neoliberal, una de las peculiaridades del cual, en su desarrollo actual, es que trata sus relaciones sociales estructurales como si fuesen económicas (Fraser, 2014) o, dicho de otro modo, que convierte un sistema de mercado en una sociedad de mercado (Polanyi, 2007). Como en la época de Polanyi, el mercado está desarraigado de la sociedad por lo que a su vez las normas morales y éticas quedan subordinadas a los mandatos del mercado de maximización de ganancias individuales. Este problema se ve agravado cuando no hay un movimiento “autoprotector de la sociedad”, como el New Deal, por ejemplo (Maya, 2014), sino que por contra nos encontramos en un contexto donde las clases políticas ceden la iniciativa de la creación de políticas públicas a los mercados financieros (Fraser, 2013). De este modo, bajo el paraguas ideológico del neoliberalismo, se erosionan los regímenes de gobernanza que imponían límites a los mercados y los regulaban (Fraser, 2012b). En consecuencia, podemos concluir que La Gran Transformación de Polanyi, publicada en 1944, proporciona marcos conceptuales, como mercados desarraigados, mercancías ficticias y doble movimiento, con los que analizar los problemas sociales que la crisis actual ha puesto en evidencia, entre ellos el acceso a la vivienda. Por ejemplo, si consideramos las formas de intercambio descritas por Polanyi, podemos afirmar que el acceso a la vivienda es mayoritariamente vía mercado (Teller, 2010), el cual crea desigualdades según la posición que ocupa cada persona en la estructura social. En el acceso a la vivienda, la acción del estado ha quedado subordinado al mercado, ya que si consideramos la legislación actual, el derecho a la vivienda no se está haciendo efectivo por los poderes públicos (Y. García, 2014). En este contexto de subordinación de la sociedad frente a la economía, donde el mercado no está sujeto a normas morales ni sociales, sino únicamente a la ley de oferta y la demanda, es decir, en una sociedad de mercados desarraigados, solo queda la opción de trabajar para que el estado haga efectivo el derecho de acceso a la vivienda, esto es, desmercantilizar la vivienda. 17 Desmercantilizar significa “la extracción de una relación social del mercado y su adscripción a la regulación estatal” (Arcidiacono y Gamallo, 2000:36). Sin embargo, autoras como Fraser, (2013) han puesto en escena que las reformas al capitalismo neoliberal no pueden ir solamente de las manos del estado, sino que se deben considerar las fuerzas emancipadoras. Resalta en este sentido el trabajo de entidades como la PAH, que están dando soluciones a personas que han perdido su vivienda y presionan al estado y a la banca. Fraser, (2013) alerta sobre la ambivalencia de las fuerzas, y de que las críticas al estado por parte de los movimientos emancipadores pueden llevar a un efecto no deseado de alianza con las fuerzas del mercado, por lo que las luchas en contra el capitalismo sólo pueden venir de una alianza entre los movimientos emancipatorios y el estado. Hemos intentado explorar el marco teórico de Polanyi-Fraser para analizar el problema de la vivienda en España, considerando un escenario amplio de crisis del capitalismo, donde las luchas principales son por la reproducción social, como el acceso a la vivienda. Para concluir, este marco también permite explorar alternativas que partan de considerar la vivienda como mercancía ficticia, la cual debería estar sujeta a la ética y al derecho (es decir, debería estar arraigada en la sociedad), desde una alianza de la emancipación con la protección social, con la que derrotar la espiral destructiva del mercado. BIBLIOGRAFÍA Aalbers, M. B. (2009). 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