EL PAPEL DE LOS ESTILOS EDUCATIVOS Y LA VIOLENCIA ESCOLAR EN LA COMISIÓN DE VIOLENCIA FILIO-PARENTAL JAIME ROSADO SEGADO Dr. DAVID CANTÓN CORTÉS Email: Jimy_12_5@hotmail.com Teléfono: 645420435 El objetivo del presente estudio fue analizar la relación de haber sido víctima o testigo de violencia en el ámbito escolar con la comisión de violencia filio-parental (VFP) en una muestra de 349 adolescentes, de entre 11 y 17 años. En relación la violencia escolar, se planteó que el hecho de ser víctima o testigo de ésta se encontraría relacionado con una mayor probabilidad de cometer VFP. La muestra estuvo compuesta por 181 chicos y 168 chicas con una media de edad M = 13.82 (DT = 1.52). Los estilos educativos empleados por los padres se evaluaron mediante la Escala de Normas y Exigencias (ENE; Bersabé, Fuentes y Motrico, 2001), mientras que la violencia escolar se evaluó mediante el Cuestionario de Violencia Escolar Cotidiana (CUVECO; Fernández-Baena, Trianes, de la Morena, Escobar, Infante y Blanca, 2011). La evaluación de la violencia filio-parental se llevó a cabo empleando el Child-to-Parent Aggression Questionnaire (CPAQ; Calvete, Gámez-Guadix, Orue, González-Diez, López de Arroyabe, Sampedro et al. 2013). El análisis de datos se realizó mediante el paquete estadístico IBM SPSS versión 22. Los análisis de correlaciones parciales mostraron una relación positiva entre ser víctima de violencia escolar cotidiana con las modalidades de agresión física y psicológica hacia ambos progenitores. Por otro lado, con respecto a la modalidad de ser testigo de violencia escolar entre iguales, esta correlaciono con las modalidades de violencia psicológica y económica hacia ambos progenitores. Palabras claves: Violencia escolar cotidiana, violencia filio-parental, estilo educativo parental, sexo, psicopatología. INTRODUCCIÓN El abuso del menor hacia sus padres, también conocido como violencia filio-parental (VFP), constituye un grave problema social y familiar debido a sus consecuencias a corto y largo plazo, que no solo afectan de forma directa a la víctima, sino que también generan una ruptura del núcleo familiar (Gallagher, 2008). Además, en las últimas décadas, y sobre todo recientemente, se ha venido incrementando su frecuencia y gravedad (Coogan, 2012; Nowakowski-Sims y Rowe, 2015) Este tipo de violencia se define como “aquella donde el hijo/a actúa intencional y conscientemente con el deseo de causar daño, perjuicio y/o sufrimiento a sus progenitores, de forma reiterada a lo largo del tiempo, y con el fin inmediato de obtener poder, control y dominio sobre sus padres para conseguir lo que sea, por medio de la violencia psicológica, económica y/o física” (Aroca, 2010). Además, se debe añadir que la violencia escolar se ha convertido en un grave problema en los centros de enseñanza, produciendo un ambiente de relaciones conflictivas no adecuadas para el aprendizaje y el desarrollo personal del menor. En el presente estudio se utilizará dentro del amplio concepto de violencia escolar el termino de violencia escolar cotidiana. Sobre este fenómeno se centra el presente trabajo, al cual denominamos violencia cotidiana entre iguales, refiriéndonos la violencia interpersonal entre iguales de bajo o moderado impacto, la cual ocurre cuando una persona o grupo de personas se ve insultada, físicamente agredida, socialmente excluida o aislada, amenazada o atemorizada por otro/s de forma puntual y no reiterada (Ortega, del Rey y Mora-Merchán, 2001) Investigaciones recientes muestran que sufrir este tipo de violencia, sin episodios de acoso o maltrato, también puede predecir inadaptación personal y psicopatología (Cangas, Gázquez, Pérez-Fuentes, Padilla y Miras, 2007; Trianes, 2004). Se deben destacar los resultados obtenidos desde los primeros estudios longitudinales realizados sobre este tipo de conducta agresiva, en los que se ha observado que los menores que llevaron a cabo conductas antisociales graves en la juventud y en la edad adulta se diferenciaban desde los 8 años de sus compañeros por las siguientes razones: ser rechazados por sus compañeros de clase; llevarse mal con sus profesores; manifestar hostilidad hacia diversas figuras de autoridad entre otros; (Glueck y Glueck, 1960; Coleman, 1982). De esta manera es posible establecer una relación hipotética entre la violencia filioparental y la violencia escolar cotidiana. Por lo tanto, teniendo en cuenta la revisión bibliográfica, el presente estudio tiene como objetivo se pretende analizar la frecuencia con que los menores cometen conductas agresivas hacia sus progenitores en sus diferentes formas (física, psicológica y económica). Además, se pretende analizar las relaciones existentes entre la violencia escolar cotidiana, tanto percibida como sufrida por parte del menor, y la comisión de conductas agresivas de los menores hacia sus padres. Metodología Participantes La muestra del presente estudio estuvo compuesta por 350 participantes (X chicos y X chicas), procedentes de 3 Institutos de Educación Secundaria seleccionados aleatoriamente en la provincia de Málaga. Sus edades estaban comprendidas entre los 11 y 18 años (M = ; DT = ), teniendo de ellos (35.9%) entre 13 y 15 años, 501 (58.6%) entre 16 y 18, y 47 (5.5%) entre 19 y 21. Todos los estudiantes se encontraban cursando 1º, 2º 3º y 4 de secundaria y 1º y 2º de bachillerato. Instrumentos Escala de Normas y Exigencias, versión para hijos (ENE-H; Bersabé, Fuentes, Motrico, 2001). Esta escala evalúa la percepción del estilo educativo parental por parte del hijo. Consta de tres sub-escalas, cada una de las cuáles se responde en paralelo para el padre y la madre: forma inductiva (10 ítems), que se refiere a aquellos padres que explican a sus hijos el establecimiento de las normas y exigen su cumplimiento, teniendo en cuenta las posibilidades y necesidades de sus hijos; forma rígida (10 ítems), que define a aquellos progenitores que imponen a sus hijos el cumplimiento de las normas y mantienen un nivel de exigencia demasiado alto o inadecuado a sus necesidades; y forma indulgente (8 ítems), que caracteriza a aquellos padres que no ponen límites ni normas a la conducta de sus hijos y, si lo hacen, no exigen su cumplimiento. Violencia escolar cotidiana (CUVECO; Fernandez-Baena et al, 2011). El cuestionario de violencia escolar está construido a partir de los ítems del California School Climate and Safety Survey (CSCSS; Rosenblatt y Furlong, 1997). El CUVECO evalúa mediante 14 items la violencia escolar entre iguales. En cada bloque de 7 preguntas, el primero de ellos evalúa la violencia escolar cotidiana sufrida (e.g., “ Me han dado puñetados o patadas”), mientras que los otros 7 items evalua la violencia escolar cotidiana percibida (e.g., “ Los estudiantes amenzan a otros estudiantes. Los ítems se presentan en formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos (1 = nunca y 5 = casi siempre. Se calculó el coeficiente alfa de Cronbach para cada uno de los factores arrojados en el análisis . Los resultados muestran un alfa de .85 para el factor experiencia personal de sufrir violencia y .74 para el factor violencia observada en el centro. Child-to-Parent Aggression Questionnaire (CPAQ; Calvete et al., 2013). El CPAQ evalúa la VFP a través de 20 ítems paralelos: 10 referidos al padre y otros 10 referidos a la madre. En cada bloque de 10 preguntas, 7 describen agresiones psicológicas (e.g., “Insultar, y amenazar con pegar al padre o a la madre”), mientras que los otros 3 ítems describen agresiones físicas (e.g., “Pegar con algo que puede hacer daño o dar patadas”). Los adolescentes señalaron con qué frecuencia han cometido esas conductas contra el padre o la madre en el último año utilizando una escala tipo Likert de 4 puntos: 0 (“Nunca”), 1 (“Ha ocurrido una o dos veces”), 2 (“Ha ocurrido entre 3 y 5 veces”) y 3 (“Ha ocurrido 6 veces o más”). A este cuestionario se le añadió un doble ítem para evaluar en paralelo la violencia económica hacia el padre y la madre, reutilizando la misma escala Likert de 4 puntos (“Has cogido el dinero de tu madre/padre sin permiso?”). Los coeficientes alfa de Cronbach en este estudio fueron .71 y .74, para la VFP física hacia padres y madres y .73 y .74 para VFP psicológica hacia padres y madres, respectivamente. Procedimiento En primer lugar, se solicitó permiso a los diferentes centros educativos para poder aplicar la encuesta en ellos. En cada centro se realizó un primer contacto con el Departamento de Orientación con el fin de comunicarle la naturaleza y los objetivos de la investigación, solicitando posteriormente a través de dicho Departamento al Consejo Escolar de cada centro los permisos necesarios. Todos los centros a los que se les ofreció la oportunidad de colaborar en la investigación respondieron afirmativamente. El cuestionario se aplicó en 3 centros públicos de la provincia de Málaga. Se informó a los participantes de que la participación en el cuestionario era totalmente voluntaria y anónima con el fin de garantizar la privacidad de los menores. La confidencialidad de los datos se garantizó a través de la asignación de un código numérico a cada cuestionario. Únicamente no rellenó los cuestionarios el 2% de la muestra total, por diversos motivos donde el principal era no rellenar alguna escala, siendo estos cuestionarios descartados de la muestra final, que estuvo compuesta por 349 participantes. Una vez terminados de cumplimentar los cuestionarios los autores procedieron a realizar en cada una de las aulas una conferencia sobre todos los temas tratados en la investigación, en la que se resolvieron todas las dudas generados por parte de los estudiantes y profesores inclusive. En este estudio no se ha utilizado ningún criterio restrictivo para valorar la existencia de la VFP sino que se ha evaluado en forma de escala, mediante la cual se valora la frecuencia con la que los menores realizan conductas agresivas hacia sus padres. Todo ello con el objetivo de tener en cuenta todas las respuestas a la escala de VFP, tanto las de baja como las de alta incidencia para el análisis de correlaciones parciales con la violencia escolar cotidiana. Pero a la hora de delimitar la frecuencia con la que los menores cometen este tipo de conducta si se ha utilizados criterios de clasificación. Resultados En la Tabla 1 se muestran los datos descriptivos de los estilos educativos de los padres, la violencia escolar cotidiana y las modalidades de VFP (física, psicológica, económica y total). Los resultados muestran que la modalidad de VFP más frecuente es la violencia psicológica tanto hacia la madre como el padre (M = .55, DT = .51 y M = .48, DT = .52). Además los resultados muestran que los menores presentan mayores comportamientos violentos en general hacia sus madres (M = .42, DT = .42) que hacia sus padres (M = .36, DT = .45). Respecto a la violencia escolar cotidiana, la puntuación media en cuanto a victimización fue de 1.69 (DT = .67), mientras que la puntuación en cuanto a ser testigo de violencia fue de 2.58 (DT = .99). Tabla I Estadísticos descriptivos de las variables estilos educativos de los padres, violencia escolar cotidiana, violencia filio-parental psicológica, física, económica y total hacia la madre y el padre. Variable Media DT Min Max Forma inductiva madre 37.10 8.19 10 50 Forma inductiva padre 36.08 8.30 10 50 Forma rígida madre 29.76 7.80 10 73 Forma rígida padre 28.86 8.07 10 82 Forma indulgente madre 20.66 5.30 10 35 Forma indulgente padre 20.83 5.72 10 40 Víctima de violencia 1.69 .67 1 3.75 Testigo de violencia 2.58 .99 1 5 VFP psicológica madre .55 .51 0 2.43 VFP psicológica padre .48 .52 0 3 VFP física madre .13 .38 0 3 VFP física padre .14 .43 0 3 VFP económica madre .36 .71 0 3 VFP económica padre .31 .73 0 3 VFP total madre .42 .42 0 2.55 VFP total padre .36 .45 0 2.91 El porcentaje de participantes que cometieron agresiones graves hacia sus padres fue también calculado. Siguiendo a Calvete et al. (2013), como agresiones psicológicas y económicas graves se consideró el porcentaje de participantes que informaron de haber llevado a cabo conductas amenazantes, insultos, chantaje, hacer algo para molestar a sus padres, desobedecer una orden importante o coger dinero sin su permiso en más de 6 ocasiones. Para evaluar las agresiones físicas graves se consideró el porcentaje de casos que reconocían haber llevado a cabo agresiones físicas al menos entre 3 y 5 ocasiones. De este modo, un 18.3 % reconoció hacer cometido agresiones psicológicas graves hacia su padre y un 22.3% hacia su madre. En relación a las agresiones físicas graves, un 2.9% de participantes reconocieron haberlas cometido hacia sus padres y un 3.7% hacia sus madres. Por último, respecto a la violencia económica, un 3.2% la habían cometido hacia sus padres y un 1.5% hacia sus madres. Con el fin de analizar las variables predictoras de la VFP se llevó a cabo una matriz de correlaciones parciales (Tabla 2) entre las puntuaciones en violencia escolar cotidiana (víctima y testigo) y la VFP hacia madre y madre (psicológica, física, económica y total), controlando los estilos educativos de la madre y el padre (forma inductiva, rígida e indulgente). Tabla II. Matriz de correlaciones parciales entre violencia escolar cotidiana y violencia filio-parental hacia la madre y el padre, controlando los estilos educativos de los padres. Víctima de violenci a escolar VFP psicológ madre VFP psicoló g padre VFP física madre VFP física padre VFP VFP VFP económ económ total madre padre madre VFP total padre .246*** .161* .185** .205** .083 .116 .246** * .186** .111 .168* .139* .237** * .215** * Testigo .257*** .229** .049 de * violenci a escolar * p < .05. ** p < .01. *** p < .001. Los resultados mostraron una relación entre la puntuación en victimización de violencia escolar y la VFP psicológica hacia la madre (pr = .246, p < .001) y el padre (pr = .161, p < .05), la VFP física hacia la madre (pr = .185, p < .01) y el padre (pr = .205, p < .01), y la VFP total hacia ambos (pr = .246, p < .001; pr = .186, p < .01). Con respecto a la puntuación en cuanto a haber sido testigo de violencia escolar, se encontraron correlaciones significativas con la VFP psicológica hacia la madre (pr = .257, p < .001) y el padre (pr = .229, p < .001), la VFP económica hacia madre (pr = .168, p < .05) y padre (pr = .139, p < .05), y la VFP total hacia ambos progenitores (pr = .237, p < .001; pr = .215, p < .001). Discusión. El presente estudio aporta datos que pueden ayudar a contribuir a entender las interacciones del proceso de violencia entre el ámbito escolar y familiar conjuntamente. Se parte de que el objetivo principal de la investigación es analizar la correlaciones entre las dos modalidades de violencia escolar cotidiana (sufrida y percibida) y todas las modalidades de violencia filio-parental (física, económica, psicológica y total) hacia padre y madre por separado. Los resultados de los estudios más recientes sobre este fenómeno (Calvete et al, 2013, Calvete, Orue & Sampedro, 2011, Ulman & Straus, 2003) muestran unas tasas de violencia física hacia los progenitores que oscilan entre 4,6% y 21%. Comparando estos datos con los resultados de nuestro estudio, donde se obtuvo una tasa del 2,9 y 3,7%, de violencia física hacia el padre y la madre respectivamente, se puede afirmar que son tasas inferiores a las investigaciones mencionadas anteriormente. En relación a las tasas de violencia psicológica, las investigaciones pioneras revelan unas tasas que oscilan entre el 45% y 65% (Calvete et al, 2011, Pagani et al, 2004, 2009). En comparación con el presente estudio donde se ha obtenido unas tasas que oscilan entre 18,3 y 23,3 hacia padre y madre respectivamente. Se puede concluir que las tasas obtenidas son bastante inferiores a las obtenidas en las investigaciones anteriores Una explicación que explicaría las diferencias existentes entre las tasas obtenidas y los estudios anteriores podría ser el tamaño muestral. Debido a que en esta investigación se cuenta con una muestra pequeña para estudiar este tipo de fenómeno, siendo esta una limitación. Los resultados del presente estudio han revelado la existencia de una correlación entre las modalidades de violencia escolar cotidiana y las modalidades de violencia filio-parental, excepto la violencia económica. Una posible explicación a esta relación puede ser debido a que, si la violencia escolar cotidiana produce una manifestación de hostilidad hacia diversas figuras de autoridad, puede que el menor, al sufrir o percibir este tipo conductas, tanto rechace la figura de autoridad en la escuela (el profesor), como que esto se extrapole al ámbito familiar y rechace y se vuelva hostil con la figura de autoridad en el (los progenitores). Como complementación se puede añadir que el menor al sufrir o percibir violencia escolar sufre un proceso de inadaptación escolar, generando un sentimiento de inferioridad y frustración personal, el cual, desahoga sus sentimientos descargando su ira e impotencia con sus padres, las personas más cercanas a él. La detección de estas vivencias de violencia escolar entre iguales es importante puesto que la experiencia personal de sufrir violencia entre iguales se asocia a consecuencias negativas en la adaptación personal, social y escolar (Beale, 2001). El segundo factor, violencia observada en el centro, evalúa el nivel de violencia entre iguales que se observa en el contexto escolar, siendo este factor también relevante por su implicación en la salud mental y adaptación escolar de los adolescentes (Roeser y Eccles, 1998). El hecho de que los niños sean testigos de la violencia como el que, además, puedan ser víctimas de ella conlleva toda una serie de repercusiones negativas tanto para su bienestar físico y psicológico como para su posterior desarrollo emocional y social. Se debe destacar que la violencia física hacia los progenitores únicamente ha correlacionado con ser víctima de violencia escolar, pero no con ser testigo de este tipo de agresiones. Esto es debido a que existen diferencias en cuanto a las consecuencias psicosociales que sufre el meno entre ser víctima o testigo de violencia escolar entre iguales (Díaz-Aguado, 2004). Los menores víctima de violencia escolar suelen presentar un alto índice de frustración, ansiedad y depresión y suele estar aislado socialmente de su grupo de iguales. Además, también presentan sentimiento de inferioridad con respecto a sus iguales (Mora-Merchán, 2006, Piñuel y Oñate, 2005). Esto lleva al menor a descargar sus altos niveles de frustración e ira en forma de agresividad física hacia sus únicos lazos sociales que tiene, sus padres, coincidiendo además con ser una figura de autoridad, la cual como se ha mencionado anteriormente también rechaza. Esta ensalada de consecuencias psicológicas es la desencadenante de la agresión física hacia sus padres Todo esto, es diferente para el menor testigo de violencia, que no presenta tales consecuencias. Estos resultados son contrarios a los encontrados en Avilés (2006). En este estudio se concluyó que las víctimas de violencia escolar suelen tener un contacto más estrecho y positivo con las madres. Como demuestra nuestro estudio, las víctimas de violencia escolar cotidiana, presentan mayor probabilidad de agredir a ambos progenitores. Prestando atención a la modalidad de violencia económica hacia los progenitores que está relacionada con ser testigo de violencia escolar, pero por lo contrario no con ser víctima de estas agresiones. La observación pasiva reiterada de conductas violenta puede provocar la inhibición progresiva hacia el dolor del prójimo (progenitores en este caso) y la insolidaridad. Estas situaciones les pueden llevar a desarrollar sentimientos de culpabilidad y reforzar posturas individualistas. En estas situaciones, en las que el agresor sale impune de una acción de agresión e intimidación, los menores testigos pueden interiorizar que una forma de conseguir un deseo o el éxito es el uso de la violencia (Garaigordobil & Oñoderra, 2010). Esta explicación es extrapolable tanto para la violencia psicológica y económica de los menores hacia sus progenitores. Una conclusión es que el menor por ser testigo de vivencias de violencia escolar entre iguales aprende que la agresividad es una herramienta para conseguir lo que quiera, si esto lo extrapolamos al ámbito familiar. El menor utiliza la agresividad aprendida mediante observación (agresividad psicológica y económica) con el fin inmediato de obtener poder, control y dominio sobre sus padres para conseguir lo que sea. Este estudio presenta algunas limitaciones que se deben tener en cuenta a la hora de interpretar los resultados. En primer lugar, el diseño correlacional del estudio impide hacer interpretaciones causales. Los presentes hallazgos deberían ser replicados mediante diseños longitudinales, que permitirían examinar la fuerza y las direcciones de las relaciones causales (Cantón-Cortés y Cortés, 2015). Además, al tratarse de un cuestionario de auto-informe, donde el menor contesta si ha cometido conductas agresivas o violentas sobre sus padres, puede estar afectado por el efecto de la deseabilidad. Por lo que se tendría que tener en cuenta para analizar las tasas de frecuencia de este fenómeno. Además, se debe tener en cuenta como limitación del estudio, que los resultados referentes a la violencia física y económica hacia los progenitores, se les debe prestar especial atención, debido al bajo porcentaje de menores que han afirmado cometer dichas conductas. (1,5% -3,7%). Bibliografía Aroca, C. (2010). La violencia filio-parental: una aproximación a sus claves. Tesis Doctoral. Universidad de Valencia. Avilés, J. M. (2006). Bullying: el maltrato entre iguales. Agresores, víctimas y testigos en la escuela. Salamanca: Amarú. Calvete, E., Gámez-Guadix, M., Orue, I., González-Diez, Z., López de Arroyabe, E., Sampedro, R., Pereira, R., Zubizarreta, A. y Borrajo, E. (2013). 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