Los “miedos responsables” de la “clase social de Davos”1 (de la Sociedad Riesgo a la Sociedad del Miedo social de masas) Climent Formoso Araujo Universitat de Barcelona (climentformoso@ub.edu) ABSTRACT El análisis del riesgo ha alcanzado un grado de expansión analítico-aplicativa enorme. Es difícil encontrar un área de producción de conocimiento que no utilice la noción del riesgo. En la investigación social actual, la sociedad del riesgo como marco de referencia de tensiones y transformaciones sociales ya es inevitable, a pesar de que, frecuentemente, sus usos son imprecisos y confusos. En este apartado argumentamos que el miedo social es necesariamente inmanente a la sociedad del riesgo, o dicho de un modo análogo, la lógica socio-epistémica del riesgo es ella misma una ontología de miedos y temores y, a la vez, enerva una “producción regular” de miedos, y de políticas de seguridad (de protección y securitarias), que acaban, al tiempo, retroalimentando las culturas de agonismo preventivo2. Se vuelve entonces necesario pensar una concepción exclusivamente sociológica del miedo social para acabar describiendo cómo el miedo ya no es solamente un efecto indeseado de etapa social global sino como deviene un “modo de gobierno” en este impass de lo político global. Palabras clave: Riesgo, globalización, amenazas, miedo La sociedad del riesgo es una metáfora explicativa de etapa de desarrollo societal moderno, un análisis de los procesos sociales que se derivan del conocimiento tecno- 1 Terminología de Susan George en referencia a la localidad suiza donde se celebran los encuentros del Forum Económico Mundial. Georges, S. (2012) ¿Hacia dónde va el mundo? Barcelona. Ed. Icaria. 2 Eterna lucha o combate inacabable por reducir margen a los factores de riesgo. El agonismo preventivo parece ser tanto un modo de justificarse las instituciones encargadas de los sistemas de prevención como un discurso de estilo de vida que en su extremo más estrambótico comportaría un estado cognitivo de permanente neurosis ciclotímica que impediría cualquier acción racional. científico y su afectación social e institucional, y una teoría sociológica que pretende repensar la desigualdad estructural de afectación global a partir del paradigma del riesgo (distribución social de males, en lugar de bienes, riqueza, trabajo o clases sociales). El paradigma del riesgo nace en el seno de las sociedades reflexivas (Beck, Giddens y Lash, 1997). De facto, la teoría del riesgo es ella misma una constatación de la asunción social (visibilidad, emergencia y centralidad social) de las principales amenazas que afectan a las sociedades altamente desarrolladas. Inseguridades intrínsecas cuyos principales procesos matrices son: las contradicciones inherentes en los procesos de modernización (sociedades post-industriales) y el auge del conocimiento científico acerca de los efectos negativos (viabilidad, afectación y costes sociales) del modelo de desarrollo. En este sentido, como afirma Beck, “la sociología política y la teoría de la sociedad del riesgo son sociología cognitiva” (1998:61). Es decir, una sociología de la emergencia de las cogniciones sociales colectivas (misturas, amalgamas y agentes del conocimiento, dice Beck) respecto a qué futuro espera no ya a las sociedades, sino a toda la humanidad, a partir del análisis de los riesgos inherentes a los procesos industriales y las formas de vida social altamente desarrolladas. La teoría (o las teorías) de la sociedad del riesgo constata (da sentido) la globalización de las amenazas e incertidumbres estructurales y confirma, en parte, la tesis marxista acerca de la mayor coincidencia de intereses compartidos de las élites y sus directorios enlazados (Wrigh Mills, 1973). En este epígrafe se reflejan los grandes riesgos globales percibidos por la comunidad del Foro Económico Mundial (ejecutivos, empresarios, altos funcionarios, personalidades y expertos mundiales) en términos de probabilidad de ocurrencia e impacto. El porqué de la inclusión de estos datos y no otros obedece a dos criterios: el planteamiento analítico institucional del informe y la carga de realidad socio-política de la entidad promotora. El informe más reciente, el Global Risks Landscape de 2015 (con datos de 2014) es, según la página del WEF, la edición número 10. Consideran que un riesgo global es “un evento o condición inciertos que, de ocurrir, pueden tener un importante efecto negativo para varios países o sectores en los siguientes diez años”3. Los informes incluyen cada año alguna pequeña novedad en el análisis, pero en lo esencial, identifican, cartografían y segmentan a los riesgos 3 La traducción es de los autores. Versión del resumen ejecutivo en español disponible en: http://reports.weforum.org/global-risks-2015/wp-content/blogs.dir/68/mp/files/pages/files/grr15executivesummary-spanish.pdf. Versión íntegra del informe 2015: http://www.weforum.org/reports/global-risks-report-2015. más probables (las opiniones más repetidas por los miembros del foro) en: económicos, ambientales, geopolíticos, sociales (o societales) y tecnológicos. Figura 1. Ranking de Riesgos Globales 2015. Lo más llamativo de las dos columnas del gráfico reproducido es que en términos de probabilidad ganan los riesgos de carácter geopolítico, que en perspectivas culturales y políticas del riesgo significan “temores socialmente fundados”. Mientras que en la columna de percepción del impacto socio-estructural ganan las cuestiones relacionadas con riesgos ecológicos y de inestabilidad social. Si la percepción de impacto refleja la preocupación derivada de la incertidumbre de las consecuencias, diríamos que a la comunidad del WEF le produce más miedo el colapso ambiental y la conflictividad social que las amenazas que provienen de los fenómenos de inseguridad violenta: terrorismo y guerras. En este informe de 2015 se incluyen un par de gráficos con la evolución de ese ranking que inciden sobre esta disparidad que señalamos. Grafico 1. Evolución del ranking de probabilidad de los riesgos del GRL (2007-2014) _____________________________________________________________________ Fuente: Global Risks Survey, report 2015. WEF. En 2007 la amenaza que percibían como más probable era los ataques a los sistemas de información, a la “pérdida de datos” y a la “filtración de datos delicados”4. La percepción resalta la coincidencia con el salto a la opinión pública mundial un año antes de las actividades de wikileaks. Los años tres años siguientes (2008, 2009, 2010) están marcados por la amenaza más que fundada de recesión económica y el derrumbe de precios en el mercado inmobiliario y la caída de los valores bursátiles en todo el mundo. Tras un año marcado por la “temporada de ciclones tropicales”5, la mayor amenaza percibida es la desigualdad económica severa. Esta desigualdad no se refiere a desigualdades de renta intrasocietales sino a los desequilibrios de desarrollo entre mundo desarrollado (centro) y países en vías de desarrollo y tercer mundo (periferia). En cuanto al resto de amenazas probables, de 2007 a 2011 predominan las amenazas de los riesgos económicos mientras que en el periodo 2011 a 2015 aparecen las desigualdades de regiones del mundo y los riesgos ecológicos. Veamos qué ocurre con los impactos. 4 5 Traducimos según las referencias que el propio informe incluye en ese acrónimo. Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Temporada_de_huracanes_en_el_Atl%C3%A1ntico_de_2011 Gráfico 2. Evolución del ranking de impacto de riesgos del GRL (2007-2014) Fuente: Global Risks Survey, report 2015. WEF. La evolución de las percepciones del impacto socio-económico de los distintos riesgos dibuja un panorama mucho más “estable” en términos de “razón de ser” de la entidad. El ranking está encabezado por riesgos de tipo económico; hasta el año 2010 marcado por los efectos de la contracción económica mundial (crisis) y a partir de ahí, el “miedo” de los integrantes del WEF se focaliza en las balanzas fiscales y la crisis de deuda de los estados. En cuanto al resto de posiciones, también se puede visionar dos periodos de tendencias: antes de 2011 la crisis económica influye en la percepción del miedo a una “regresión de la globalización” y una fuerte caída de precios en los mercados de las energías mientras que a partir de 2012 resurgen los miedos ecológicos y, en 2014, aparece el miedo derivado de las prácticas de espionaje masivo de la agencia norteamericana de seguridad (NSA). En cuanto al resto de impactos de los riesgos, o para nosotros “miedos percibidos”, continúan las incertidumbres respecto a las balanzas fiscales y las dudas que promociona el debate en la opinión pública europea sobre los rescates financieros a países altamente endeudados6. Los informes Global Risk son un ejemplo de institucionalización social global de las teorías del riesgo. Los riesgos y amenazas globales percibidas por una clase social 6 Ver el desarrollo de estas cuestiones en el capítulo 4 de metodología. global ligada a los procesos económicos comportan una serie de implicaciones de distinto calado. El más liviano responde a la preeminencia omnipresente de la evolución de los riesgos que afectan a asuntos económicos en los procesos de opinión pública internacional europea y global. La batalla interpretativa de estas incertidumbres se envuelve en el siguiente paquete de interdependencias estructurales: globalización económica inseparable de su vertiente geopolítica, disparidad de velocidades de crecimiento mundial y mercados globales, integración europea únicamente por consolidación de balanzas fiscales, estado del bienestar y protección social en función de la solvencia estatal-crediticia, y palestras de autoridades de supervisión compuestas por organizaciones internacionales de cooperación (BM, FMI, OCDE). La segunda implicación de calado de liviandad intermedia, por seguir con el juego de niveles de profundidad, es la constatación del ascenso de las élites económicas globales y cómo sitúan sus “preocupaciones” en la cúspide de la sociedad del riesgo. La versión institucionalista de sus percepciones de riesgos es siempre impecable, y refleja la secuencia comunicativa de la “dirección general” de cualquier organización: gravedad controlada, objetivos, responsabilidad, negociación, gobernanza. Pero hay una implicación de aguas profundas en el panorama de riesgos globales percibidos por la comunidad del WFC que atañen a dos cuestiones implícitas: los visos ideológicos y los ejercicios de poder en un marco de “fiabilidades”. La conciencia de la amenaza catastrófica planetaria de los riesgos ecológicos y económicos adopta interpretaciones “naturales” cuando en realidad (profundamente reales) son racionales. La pretensión de naturalización de las catástrofes sociales está ampliamente estudiada en la comunicación político-institucional. A renglón seguido hay que añadir que, según las perspectivas de tradición marxista, se utiliza el paradigma de análisis de los riesgos para vehicular mensajes de apocalipsis social y humana que bien podrían tratarse de cálculos de sobre estimulación de las conciencias con fines instrumentales (García Cotarelo, 1985). Las perspectivas políticas del miedo social así lo afirman. Pero sin descender tan al lodo de confrontación de paradigma explicativo, los argumentos clásicos de la sociología del conocimiento o la teoría crítica (versión escuela de Frankfurt) plantean la influencia de los factores de poder en los procesos epistémicos colectivos (Manheim, 2004). En este sentido, Anthony Giddens establece como primer filtro de “pretensión de conocimiento aplicado reflexivamente a la actividad social” en su teoría de la reflexividad social, lo que denomina poder diferencial. “Algunas personas o grupos están más prontamente capacitados que otros para la apropiación del conocimiento especializado” (1994:58). Una lectura lineal del argumento de Giddens conduce a su tesis de caracterización de “la naturaleza de las instituciones modernas está ligada con los mecanismos de fiabilidad en los sistemas abstractos” (1994:84). Por fin topamos con la encrucijada de la fiabilidad, sus dimensiones, y los sistemas expertos. Sin abrir un extenso análisis de la noción de fiabilidad en lo social7, destacamos las características que el propio Giddens enumera respecto a esa noción en la modernidad: a) fiabilidad en los sistemas expertos (en forma de compromiso anónimo), b) fiabilidad en las personas (compromiso de presencia, ni que sea mediática), c) desatención cortés (en terminología goffmaniana, los expertos esconden gran parte de lo que hacen y saben), d) existencia de puntos de accesos (conexiones entre los profanos y la representantes de los sistemas expertos) (1994:86). Las instituciones globales contemporáneas más relevantes, en el ámbito económico, político y militar, cumplen poco, a medias algunas y a duras penas otras, esas características de fiabilidad, a juzgar por el número de escándalos públicos, filtraciones, rectificaciones y “sospechas de cooptación” conocidos8. Basta con atender al cúmulo de ciertas noticias, con leer entre líneas, con leer lo que no se concluye o con leer lo siempre está ausente. Y no es preciso, para “leer”, recurrir a perspectivas marxistas, con las corporativistas es suficiente. Giddens admite, desde una visión estructural institucional, que la dimensión más vulnerable de los sistemas expertos es la de los “puntos de acceso” en referencia a la comunicación e interpretación pública de: los defectos de diseño, los fallos de operador o las consecuencias no previstas. (1994:96). Al hilo de las experiencias y las interpretaciones de los fallos en los “puntos de acceso a la fiabilidad”, Giddens propone una tipología de reacciones de adaptabilidad en términos de actitudes: aceptación pragmática, optimismo sostenido, pesimismo cínico, compromiso radical (1994:128). Sin entrar en las menudencias de cada una, los argumentos de la “disolución de lo político” en las sociedades avanzadas contemporáneas conecta con el ascenso del 7 No nos extendemos por ahora, puesto que en el apartado siguiente trata la fiabilidad en relación a la confianza en las instituciones públicas que reflejan los indicadores sintéticos periódicos, y en el capítulo 2 dedicado al análisis del poder en la globalización se retoma el análisis y debate de la fiabilidad en el plano político. 8 Para no transcribir una larga ristra de casos, nos remitimos al último libro de Tony Judt (2001) Algo va mal. Barcelona. Ed. Taurus. pesimismo cínico; la actitud que mejor casa con la estrategia de activación del miedo por su baja posibilidad de respuesta antagónica. Estratos argumentativos de la sociedad del riesgo y miedo social La teoría de la sociedad del riesgo juega (argumenta) con diversos planos de referencia que, en vistas a la explicación de los miedos sociales, es preciso revisar y profundizar un poco9. No vamos a enlazar cada estrato de argumentación con sus contestaciones y debates abiertos porque supondría una labor ingente y un desvío excesivo de nuestro objetivo, y más cuando volveremos sobre los aspectos comunicacionales del riesgo en el capítulo tres dedicado al análisis de los media. Ahora vamos a realizar una laminación de dos estratos de sentido en aras a comprender el potencial explicativo del miedo social implícito en el análisis de la teoría del riesgo. El plano más metafórico-estructural refiere al cambio social macro o de la órbita de las teorías de la modernización y los paradigmas de intelección de etapas de desarrollo societal. En esta referencia, el paradigma del riesgo contempla el ascenso y la preocupación social y política de la modernidad desarrollada (sociedades ricas) por los “fenómenos globales incontrolables” para la racionalización científico-política occidental. Es en este ámbito de intelección social en el que aparece el concepto de “auto-confrontación” de “modelo de desarrollo” (ecológico, económico, energético, urbano, sanitario, alimentario, etc.) que marca cierta “estipulación” de los temores civilizatorios contemporáneos. La inmanencia estructural de los temores sociales ya fue mostrada por el análisis historicista de Delumeau (1989) en El miedo en occidente. La particularidad de los temores y amenazas contemporáneos es que emergen en forma de paradoja estructural: la diferenciación estructural de las sociedades avanzadas, destinada a proporcionar bienestar de un modo cada vez más eficiente, es la mayor causa de amenaza. El conocimiento tecno-científico, las políticas de protección y los media son los principales responsables de esta “asunción de conciencia colectiva”. Así, se tematizan las amenazas a partir del análisis del riesgo por “ámbitos de desarrollo”: amenazas ecológicas y medioambientales derivadas de la sobrexplotación de recursos, la producción de energía nuclear y la contaminación con combustibles fósiles, amenazas terroristas derivadas de la paz geopolítica de equilibrio 9 No es nuestro objeto realizar ni una lectura historicista (de génesis y desarrollo de la teoría del riesgo) ni una hermenéutica de la trabazón conceptual-especulativa (a la manera fenomenológico-filosófica) de la teoría del riesgo de Beck en tanto que “teoría crítica” (escuela de Frankfurt). Para una mayor profundidad en estos aspectos véase la tesis doctoral de Sales, J (2009) Modernidad, Política y Globalización. La Teoría social y política de Ulrich Beck. Disponible en WWW.tesienred.net. político-militar occidental, amenazas alimentarias y sanitarias a partir de la globalización de movimientos de personas y productos, amenazas de pauperización económica, política, social, amenazas de tipo bioquímico, y un largo etc. Daniel Innerarity y Javier Solana expresan el signo de las amenazas contemporáneas así: “las principales preocupaciones de la humanidad hoy no son tanto males concretos como amenazas indeterminadas. No estamos preocupados por peligros visibles, sino por peligros vagos que podrían golpear en el momento menos esperado -y contra los cuales no estamos suficientemente protegidos-.Por supuesto, existen peligros identificables específicos, pero lo que más nos preocupa sobre el terrorismo, por ejemplo, es su naturaleza impredecible. Lo que nos resulta más perturbador sobre la economía estos días es su volatilidad. En otras palabras, la incapacidad de nuestras instituciones para protegernos de la incertidumbre financiera extrema […] Todos estos fenómenos conforman una parte del lado oscuro del mundo globalizado: contaminación, contagio, inestabilidad, interconexión, turbulencia, fragilidad compartida, efectos universales y sobreexposición. En este sentido, se podría hablar del "carácter epidémico" de nuestro mundo contemporáneo […] Este es el contexto de nuestra peculiar vulnerabilidad actual. Lo que solía protegernos (la distancia, la intervención gubernamental, la previsión, los métodos de defensa clásicos) se ha debilitado, y ahora nos ofrece escasa protección o directamente ninguna.” (2011:14). Solana e Innerarity piensan en geopolítica mundial y en la fragilidad de los estados nación. Tratándose de un ex alto cargo de política exterior y ex secretario de la OTAN, más un filósofo político, su alegato final apela a la urgente necesidad de una gobernanza global que incluya los problemas de la periferia. El debate de las “amenazas” cuenta con muchos frentes: científico, político, normativo, institucional, ideológico. Los argumentos e investigaciones de carácter cultural constatan y defienden que: 1) el análisis del riesgo es euro-céntrico (algunos incluso añaden que germano-céntrico en alusión a la nacionalidad de Beck), 2) las amenazas son construcciones sociales en las que priman el lugar de enunciación (por ejemplo, no es lo mismo una amenaza desde un discurso securitario que desde el análisis de la vulnerabilidad social) y, en el ámbito personal, los parámetros de acción socialmente aceptados (como en el riesgo) (Douglas, 1996), 3) La penetrabilidad y asunción de la conciencia social de ciertas amenazas dependen en gran medida de los efectos comunitarios y personales sufridos (grado de localismo elevado), de las narraciones de legitimización y de las políticas de protección llevadas a cabo en ese entorno (Torrente, 2008; Caïs et al, 2014), 4) Las amenazas se insertan en discursos y paradigmas de intelección amplios, de “climas de opinión”, que generan legitimaciones y demandas de acción-reacción más acuciantes (estados de alarma o pánico social) o programas de actuación pública “de rumbo” colectivo (Castells, 2009). Como fuere, Luhmann (2007) considera que, culturalmente, en las sociedades avanzadas se equipara el concepto de riesgo con el de peligro y amenaza a nuestros niveles de seguridad. En los aspectos de “conciencia individual” de los riesgos globales y amenazas civilizatorias nos remitimos a los estudios de la penetrabilidad de políticas y productos ecológicos o a la panorámica de las investigaciones del miedo al delito, por cuanto segmentan colectivos, poblaciones y actitudes. El segundo plano de referencia de la teoría del riesgo que observamos interesante para una explicación de los miedos sociales contemporáneos, ahora en el ámbito personal, es epistémico-social: el de la fundamentación racional de la incertidumbre fabricada. Una de las virtudes de la teoría del riesgo es que entiende y vincula la asunción social de los riesgos con el proyecto racionalizador que habita en los procesos de modernización occidental. La noción de incertidumbre fabricada remite a procesos socio-estructurales de desarrollo leídos desde el, a su vez, desarrollo del conocimiento tecno-científico y la pujanza social de la comunicación global. Beck (2001) habla de “falsacionismo social”10 para explicar la permanente provisionalidad de las certezas científicas aplicadas a las provisionalidades sociales. Además, en los aspectos comunicativos del riesgo, los media acentúan la connotación de peligro y la importancia, a veces, de invalidación del conocimiento asumido anterior. La racionalidad instrumental (cálculo, planificación, previsión, prospectiva) necesariamente está determinada por el futuro. Pero la acción humana siempre es un presente intencional: un proyecto de ida hacia algo a partir de los deseos y evaluaciones del presente. Por eso, cuando el presente en permanente provisionalidad y el futuro colectivo se limita a una lógica del “asegurar” riesgos, todo cambio (social, por supuesto, pero también comunitario, cultural o incluso en los grupos primarios) se interpreta negativamente. De hecho, si la racionalidad es el valor articulador supremo de la cultura occidental (una obsesión, dicen algunos) el riesgo y la incertidumbre se 10 En referencia al concepto metodológico-científico postulado por K. Popper. interpretan como desviación social (Torrente, 2001). Lo que se pretende decir con tantas vueltas es que, en el plano epistémico-racional, la desfundamentación estructural desestabiliza a lo social e implica mayores márgenes de pragmatismo provisional personal. La metáfora del “miedo capilar”, en tanto que las formas del miedo social contemporáneo en lo individual, vamos viendo que refiere a: condiciones objetivas de vulnerabilidad en presente, a cogniciones de provisionalidad del “ser” y las decisiones, y a cogniciones de expectativas sociales sombrías. La inmanencia del miedo social en la sociedad del riesgo o de la sociedad del riesgo a la sociedad del miedo La teoría de la sociedad del riesgo ilustra el ascenso de la asunción social de las amenazas a la centralidad de las sociedades modernas avanzadas. Mediante las nociones de reflexividad y confrontación, la sociología del riesgo interpreta las condiciones globales de promoción de la vulnerabilidad estructural que aqueja a las sociedades ricas. Se da por supuesto que las sociedades menos ricas y pobres también sufren los embates de las dinámicas del riesgo global. No obstante, el análisis surge en -y remite al-, occidente desarrollado. El catastrofismo ecológico y los efectos de la globalización económica son las matrices de las principales amenazas al orden político, institucional y social moderno. Beck considera que este proceso epistemológico-civilizatorio desplaza a los paradigmas políticos y culturales anteriores para constituir una “comunidad del miedo”. Beck (1998) coincide con Mongardini (2007) al afirmar que en la sociedad del riesgo el miedo actúa de motor de la solidaridad y es el mejor movilizador político. Un miedo social que se vivifica a partir de la construcción social de las vulnerabilidades estructurales y la asunción de la permanente provisionalidad del conocimiento tecnocientífico. En realidad Beck distingue entre dos tipos de riesgos: los derivados de los procesos de confrontación (efectos indeseados) y los riesgos de segundo orden derivados de la incertidumbre fabricada. Los primeros provocan “efectos objetivos” según nuestra denominación (muertes, enfermedades, desempleo, exclusión social) y los segundos “ansiedad de latencia y futuro” o, como dice Beck, de “moralidad matematizada”. La correspondencia de esta distinción con el binomio de la inseguridades sociales y las inseguridades cognitivo-interpretativas es directa. Por otra parte, el panorama de los riesgos globales de Foro Económico Mundial 2015 explicita una versión institucional de esta epistemología científico-social de los riesgos en su formulación más extendida: la probabilidad (grado de incertidumbre) y el impacto (grado de amenaza) percibido por los miembros de tan exclusiva comunidad. Una lectura particular de los riesgos globales reflejados por el informe Global Risks nos ha introducido en el debate de las cuestiones culturales, ideológicas y de poder de las amenazas globales contemporáneas. La emergencia y la proliferación de saber nunca son aleatorias sino que responde a procesos complejos. Giddens indica la importancia del factor “poder diferencial” de ciertos grupos en su labor de “apropiación” del saber. Al hilo, la noción de fiabilidad de los sistemas expertos en tanto que característica fundamental de las sociedades modernas teorizada por Giddens (1994) nos hemos dado de bruces con la manifiesta debilidad de los “puntos de acceso” entre expertos y neófitos. La conclusión extraída es que en cuestiones económicas, políticas y de valor, las instituciones de sistemas expertos de la sociedad del riesgo son poco fiables (o no son de fiar, en ambos sentidos). La inmanencia del miedo social en la sociedad de la comunicación global es estructural, institucional y cognitivo-interpretativo. Para explorar la fuerza de estructuración de las sociedades del miedo necesitamos atender (analíticamente) a cuestiones de flujos (visibles y atribuibles) del poder global, a los efectos comunicativos de masas de lo que Gil Calvo (2003) denomina “comunicación Thriller”, y a las manifestaciones del miedo social en lo cotidiano (o miedo de proximidad). Una vez establecido un mínimo marco conceptual operativo, es plausible analizar sus influencias y retroalimentaciones (las del miedo) en los procesos de construcción social de realidades. Por ejemplo, a partir del análisis de las estrategias de construcción (tematización, enmarcado) de la opinión pública. Opinión pública publicada (global, y principalmente la española) cuyas últimas décadas es atravesada por el dispositivo socio-político “miedo social”.