IMMIGRACIÓN Y EMPODERAMIENTO FEMENINO: EXPERIENCIAS EN EL TRABAJO REMUNERADODE MUJERES EN CONTEXTOS DE MONOMARENTALIDAD Macarena Trujillo Cristoffanini Universidad de Playa Ancha, Chile macarenatrujilloc@gmail.com Resumen: En la siguiente comunicación se presentan experiencias de mujeres latinoamericanas radicadas en Barcelona en contextos de monomarentalidad, indagando cuál es su relación con el mercado laboral. Dichas experiencias se han recabado por medio de entrevistas en profundidad e historias de vida, desde las cuales se ha podido apreciar que si bien las trayectorias laborales que experimentan distan de ser homogéneas; en la práctica el trabajo remunerado se vivencia como una experiencia que les permite generar prácticas de empoderamiento; logrando su objetivo de mantenerse en el país de residencia y mantener económicamente a sus hijos/as en un contexto en que lideran hogares con cargas familiares no compartidas. Para ello, se reflexiona sobre la noción de conocimientos situados y sobre el punto de vista de las mujeres; entendiendo que estas perspectivas epistemológicas permiten dar cuenta de la relevancia de la experiencia de las mujeres en el quehacer científico en general y en el sociológico en particular. A su vez, se integra la perspectiva de los feminismos decoloniales para con éstos integrar las dinámicas múltiples que se intersectan en la experiencias de género, monomarentalidad e inmigración. Los principales resultados de la investigación, dan cuenta como el mercado laboral- a pesar de estar etnoestratificado- es experienciado como una táctica de empoderamiento que no cuestiona necesariamente las estructuras patriarcales-capitalistas, pero que dota a este colectivo de mujeres de independencia económica y personal. Palabras clave: migración, empoderamiento, trayectorias laborales, epistemologías feministas. 1. Presentación: En las últimas décadas se ha destacado la creciente predominancia femenina en los flujos migratorios sur-norte, lo que ha invitado a integrar la perspectiva de género para comprender estos fenómenos desde una óptica no androcéntrica, implicando un giro epistemológico en este campo (Mummert, 2010; Rodríguez García, 2010). Por otro lado, en el ámbito de las familias monomarentales se ha subrayado el “espectacular auge de las constituidas por familias migrantes” (Almeda y Di Nella, 2011: 24), destacando la necesidad de ahondar en la vinculación entre ambas experiencias. De este modo, en esta comunicación se presentará la experiencia vinculada a la intersección entre inmigración y género en un contexto de monomarentalidad. Por medio del análisis de dieciséis entrevistas en profundidad, se presentará el papel del trabajo remunerado en mujeres inmigrantes latinoamericanas en situación de monomarentalidad que actualmente residen en Barcelona. Para lograr este fin, por medio del enfoque epistemológico feminista sobre el punto de vista de las mujeres (Harding, 1996; Smith, 2012) y de los conocimientos situados (Haraway, 1995), se reafirmará la relevancia de la experiencia en contextos específicos como lo es maternidad, inmigración y monomarentalidad. Además, se presentan dos casos de mujeres que permiten comprender con mayor profundidad las experiencias de trabajo remunerado y trayectorias laborales en contexto de monomarentalidad y migración y sus múltiples matices que van más allá de la dicotomía inclusión –exclusión del mercado laboral1. Así, las principales conclusiones invitan a analizar cómo la relación de las mujeres inmigrantes con el mercado laboral es experienciado como una táctica de empoderamiento, la que se entiende como la generación de estrategias que no necesariamente cuestionan de forma radical el modelo de relaciones de poder capitalista-patriarcal, pero que permiten a las mujeres tener una mejor calidad de vida e independencia, ya sea a nivel económico o personal (Ali, 2014). Así mismo, se señala cómo el concepto de “contradicción cultural de la maternidad” acuñado por Hays (1998) y ampliamente utilizado para abordar la relación maternidad con el trabajo remunerado en Estados Unidos y Europa, se puede aplicar sólo 1 Parte de esta comunicación ha sido publicada en OXÍMORA REVISTA INTERNACIONAL DE ÉTICA Y POLÍTICA NÚM. 7. OTOÑO 2015. ISSN 2014-7708. PP. 48-62. con matices en el contexto migratorio sur-norte. Desde estas conclusiones, se resalta la imposibilidad de utilizar perspectivas clásicas del feminismo en contextos diversos, por lo cual se invita a integrar los enfoques de feminismos decolonial en el análisis de realidades donde la interseccionalidad de diversas estructuras permean en la experiencia social. 2. Valorando la experiencia de las mujeres desde la noción del “punto de vista” En la crítica epistemológica feminista- desde los años setenta hasta la actualidad- se han desarrollado diferentes enfoques, siendo los más conocidos el empirismo feminista, la teoría del punto de vista feminista2 y el enfoque posmoderno (Villarmea, 1999). El empirismo feminista promueve la erradicación de los sesgos sexistas y androcéntricos de la ciencia, pero sin rechazar los supuestos de neutralidad y objetividad posibles dentro del método científico (Harding, 1996). Para el punto de vista feminista, no sólo se deben cuestionar los dualismos de la ciencia, sino que también los axiomas principales que la sustentan: neutralidad y objetividad; esto, porque se concibe al conocimiento científico como una construcción siempre determinada por su origen y por los/as agentes implicadas en su contexto de producción (Villarmea, 1999). Así, se entiende central la integración del punto de vista de las mujeres como sujeto epistemológico con capacidades para avanzar hacia un nuevo orden de conocimiento (Harding, 1996). Por su parte, el denominado enfoque posmoderno desenraiza las identidades como dimensiones móviles y transitables en la que se mueven los agentes sociales, por lo cual las interpretaciones de la realidad se entienden como diversas y deslocalizadas (Villarmea, 1999). En el marco del análisis que aquí presentamos, la epistemología del punto de vista feminista enriquece nuestra investigación pues reconoce el papel de la experiencia de las mujeres como parte constitutiva de las interacciones cotidianas que debiesen ser estudiadas desde el punto de vista de género pues, históricamente, han sido canceladas o leídas desde 2Se debe tener en cuenta que este enfoque ha recibido diversos nombres según las autorías y sus correspondientes traducciones, siendo los más utilizados: enfoque del punto de vista, enfoque del punto de vista feminista , punto de vista de las mujeres o punto de vista epistemológico feminista; por lo cual en esta investigación se tratarán indistintamente, tal como lo hace Harding (1996) en su libro “Ciencia y feminismo” dado que en este texto por primera vez se aúnan y nombran de manera organizada las principales autoras y reflexiones vinculadas a este enfoque. prismas patriarcales que las han deformado y/o utilizado como herramienta para el mantenimiento del status quo. Una de las primeras autoras en desarrollar esta perspectiva fue Dorothy Smith (2012), para quien el punto de vista de las mujeres es una forma de conocimiento que implica concebir la experiencia como palabra de autoridad en sí misma, destacando la relevancia de abordar el mundo de las mujeres invisibilizado bajo el supuesto “sujeto universal masculino”. De este modo, se entiende como un enfoque de investigación que trabaja con las experiencias cotidianas que dan forma a la vida de las personas, con el fin de atender a las dimensiones sociales que hay más allá de las propias experiencias. Así, el punto de vista de las mujeres se concentra en las realidades cotidianas de éstas, en aquella experiencia que constituye su día a día, para posteriormente comprender todas aquellas interconexiones de esas acciones con las relaciones de dominación. Justamente, en esta propuesta se apuesta por “conocer las actividades de las personas reales situadas en lugares y en tiempos locales y concretos son reconocidas por ellas mismas” (p.24); las que se pueden comprender desde la investigación en cuanto se producen en el lenguaje como habla y/o texto. Por su parte Harding (1996) propone que por medio de la mirada y voz del grupo oprimidolas mujeres- la ciencia pueda plantearse desde una óptica no dualista ni hegemónica y, de este modo, abrirse hacia nuevas perspectivas. Así, la propuesta se entiende como una postura política cuyo horizonte es analizar las relaciones sociales de poder y dominación así como las estructuras mentales y simbólicas que la sostienen. El análisis que Harding realiza, le permite afirmar que hasta ahora, sólo se ha narrado una historia parcial: la de los varones, por lo cual la socialización de género patriarcal ha conllevado que el conjunto de integrantes de la sociedad valore las actividades de las mujeres como reflejo de la naturaleza, lo que produce que sean entendidas como “simplemente naturales, simple continuación de la actividades de las termitas o simios hembras” (p.130). Dando un paso más allá, Dona Haraway (1995), ha logrado enriquecer la teoría del punto de vista, acuñando la noción de conocimientos situados, pues la ciencia es una construcción, un mito, una lucha por el conocimiento y, en este sentido, la práctica científica es productora social de historias públicas, independiente del ámbito del conocimiento en que se desarrolle. Así, la autora realiza un análisis de los estudios biológicos y el peso de las narrativas sociales en la primatología así como la utilización de estos resultados en la construcción de idearios sociales y su consecuente naturalización como productos científicos neutrales y objetivos. Dicho análisis la lleva a afirmar que “la naturaleza es algo construido, constituido históricamente, no se descubre desnuda en un lecho de fósiles o en una selva tropical” (p. 86). Así, la ciencia no es más que una construcción parcial de la realidad; sin embargo investida de un supuesto “poder” para mirar hacia todos lados y desde ninguna parte a la vez; lo que se ha conocido como la objetividad científica. En esta concepción ortodoxa sobre la objetividad, se entiende que si el género de quien investiga influye en los resultados, se produce una mala praxis científica, sin embargo para Haraway esto no es más la comprensión de que la ciencia se basa en “conocimientos situados” pues “el género es una condición inexcusable de la observación, como la clase la raza y la nación” (p.177). Así, un proyecto de ciencia feminista debe significar la perspectiva de los “conocimiento situados” pues de otro modo, se cae en la ilusión de lo infinito como falsa promesa de transcendencia de todos los límites. Como contrapartida, el conocimiento situado, permite acceder a la encarnación de lo particular y específico, dado que como señala la autora “solo una visión parcial promete una visión objetiva” (p. 326), por lo cual la objetividad feminista “trata de la localización limitada y del conocimiento situado, no de la trascendencia y el desdoblamiento del sujeto y objeto” (p.327). Se destaca que para la autora, la experiencia nunca es anterior a determinadas ocasiones sociales particulares, a los discursos o a otras prácticas, teniendo la capacidad de articularse con otros acontecimientos, permitiendo así la construcción de la experiencia colectiva; así, “la experiencia femenina no preexiste como una especia de recurso anterior, listo para ser tomado de una u otra forma. Lo que puede contar como experiencia femenina se encuentra estructurado dentro de las múltiples y frecuentemente poco armónicas agendas. La experiencia al igual que la conciencia, es una construcción intencional, un artefacto de primer orden” (p. 190). En este contexto, se asume que deben integrarse múltiples miradas de la realidad social, incluidos las de sujetos y sujetas invisibilizadas históricamente, pero no como representantes de conocimientos no corrompidos por el poder, sino como una ampliación de las visiones parciales que asumen el peso de las experiencias en la producción de la realidad social y científica (Biglia, 2014) y en este sentido, se ha optado por presentar dos historias de vida por medio de las cuales se representa la diversidad de experiencias que se pueden vivenciar en el marco de la intersección entre migración , monomarentalidad y trayectoria laboral 3. Diversidad de las experiencias en el sistema sexo- género: Feminismo negro y feminismo Decolonial Si bien la epistemología del punto de vista ha dado voz a la experiencia femenina, es necesario preguntar ¿de qué mujeres se habla?, pues la propia categoría analítica de mujer ha sido foco de amplias reflexiones, debatiéndose hasta qué es producto de una imposición patriarcal o -si por el contrario- representa la experiencia del colectivo femenino (Harding, 1996; Rivera, 2003; Comesaña, 2008). Aunque no existen acuerdos que permitan contar con una conceptualización unánime de dicha categoría, se acepta su utilidad analítica y política en el marco del pensamiento e investigación feminista (Rivera, 2003) por lo cual es necesario cuestionar, tal como hace Harding (1996) “¿Son las mujeres en grupo coherente u homogéneo en cuanto grupo dominado?; ¿Puede haber un punto de vista epistemológico feminista cuando muchas mujeres están haciendo suyas unas identidades fragmentarias, como las mujeres negras, las asiáticas, las indígenas norteamericanas, las de clase trabajadora, las lesbianas”? (p.142). En este contexto, son las voces de los feminismos negros y decoloniales -entre otros- los que han planteado los contrastes entre sexo-raza y el peso de esta imbricaciones en la experiencia de las mujeres que no son parte de las localizaciones geopolíticas centrales a nivel global; es decir, que no son blancas, europeas o estadounidenses, de clase media, etc. Así, entiende el entrecruce no como una mera intersección de caminos, sino como la recomposición de una matriz de dominación, que se constituye en relación a la especificidad de los contextos (Platero 2014; Cubillos, 2015). Patricia Hills Colins (2012), clásica representante del feminismo negro, señala que este enfoque reconoce la expresión de opresiones interseccionales, en las cuales el género, la raza, la clase, la religión, la sexualidad y el estatus de ciudadanía, entre otros, juegan un papel central. En estas intersecciones se plasman experiencias comunes pero también diversas, por lo cual los diferentes colectivos de mujeres – e incluso dentro de estos mismos colectivos- no vivencian las mismas situaciones de forma idéntica ni interpretan las experiencias de manera similar. Por ejemplo, en el caso de las mujeres negras, no existirían tampoco patrones únicos de conocimiento, por lo cual la autora señala que no existe una suerte de prototipo homogéneo de mujer negra. La consideración de la dimensión de raza dentro de las relaciones sociales y de género, develó como las mismas vivencias eran distintas radicalmente para mujeres que habitaban una misma sociedad pero que no compartían las mismas experiencias raciales, por lo cual comenzaron a abrirse horizontes con respecto a la diversidad de las experiencias en el sistema sexo género y su imbricación con otras determinantes sociales como la raza, clase y ubicación geopolítica. Este fue el caso estudiado por Carol Stack, cuyo trabajo tuvo una amplia repercusión, pues su investigación- basada en la experiencia mujeres y familias de comunidades negras- fue una réplica al informe Moynihan (1965). Este informe afirmaba la desestructuración de las familias negras estadounidense basándose en el modelo blanco de clase media, concibiendo a las mujeres de esa colectividad como simples receptoras del salario social, por lo cual se las etiquetó como “madres de servicios sociales” (Jabardo, 2012). En contraposición a las afirmaciones de dicho informe, Stack propone el concepto de red doméstica para comprender las interrelaciones familiares de la comunidad negra norteamericana señalando que “la base de la estructura familiar y de la cooperación no es la familia nuclear de clase media, sino un grupo extenso de personas emparentadas, principalmente a través de los hijos, pero también a través del matrimonio y la amistad, que se agrupan para satisfacer las funciones domésticas” (Stack, 2012:189). Es así como el estudio de Stack, marcó un hito no sólo ante la arremetida de los estudios socio-políticos de la denominada “guerra antipobreza”, sino que cuestionó las propias lógicas dominantes del feminismo blanco, las que se desentendían de las múltiples opresiones que pueden vivenciar las mujeres, por lo cual se consideró como un estudio clave en el marco del feminismo negro (Jabardo, 2012). Acercándose a una óptica actual que se desarrolla desde Latinoamérica, se encuentra el pensamiento feminista decolonial, que se nutre del enfoque decolonial3 e integra en éste la 3 Tal como señala Ochy Curiel (2014), en algunas ocasiones se trata la teoría postcolonial y decolonial como sinónimos; sin embargo, la autora declara que éstas son distintas ya que la perspectiva decolonial implica situar la implantación de estos procesos en la invasión de américa en 1492, proceso que sigue perspectiva feminista. Así, se entiende como una propuesta epistemológica que cuestiona el sesgo occidental, blanco y burgués de los feminismos eurocentrados (Lugones, 2008; Espinosa, 2013; Curiel, 2014). La visión feminista decolonial cuestiona los contextos de producción de conocimiento de la ciencia hegemónica, para reconocer y legitimar los saberes históricamente considerados como subalternos, con el fin de desanclar las lógicas coloniales del saber, del poder y del ser (Curiel, 2015). En este sentido, coincidiendo con la crítica a la ciencia ortodoxa que realiza el enfoque del punto de vista feminista; integran en su análisis el peso de la dominación colonial racista en la vida de las mujeres del sur, el cual si bien fue enunciado por autoras como Harding y Haraway, se considera que no fue integrado de forma sustancial en sus trabajo (Espinoza, 2013). En este marco, María Lugones (2008) ha introducido el concepto de Sistema Moderno/Colonial de Género, el cual se configura desde dos marcos analíticos: la colonialidad del poder y la imbricación entre género, raza y colonización. Con respecto a la colonialidad del poder, la autora se centra en el trabajo realizado por Anibal Quijano (2000), para quien el concepto de raza fue una de las imposiciones centrales de la conquista; siendo clave no sólo para la conformación de la hegemonía eurocéntrica del pensamiento y del mundo, sino también para la justificación de la explotación y dominación entre europeos y no europeos. (Quijano, 2000). Si bien Lugones acepta esta tesis, la complementa señalando que la raza no sería el único eje de dominación surgido de este proceso, también lo serían el género (como una construcción de feminidad y masculinidad europea) y la sexualidad heteronormativa; constituyéndose dichos ejes como un sistema interconectado (Lugones, 2008; 2011). De este modo, la autora señala que hablar de la colonialidad del género “permite comprender la imposición opresiva como una interacción compleja de sistemas económicos, racializantes y generizantes”. (2011: 110). Así, el sistema colonial de género se entiende como una lente que permite analizar la lógica dominante de la modernidad colonial-patriarcal-capitalista (2008). Así, en el contexto de esta investigación, se considera necesario integrar esta lógica de análisis pues las experiencias de las mujeres inmigrantes latinoamericanas estarán cruzadas por esta matriz hasta la actualidad; a su vez, destacan no sólo la implementación de procesos específicos de producción capitalista, sino la constitución de una matriz de dominación de pensamiento y producción eurocentrado del mundo de la vida (Espinosa, 2013). . de dominación en un doble sentido: por el hecho de experimentar su socialización en esta dinámica de colonialidad del género y además por vivenciar la experiencia de ser “no europeas-otras”, incluso siendo clasificadas socialmente como “diferentes por naturaleza” dada su ascendencia latinoamericana. 4. Maternidad monomarental en el contexto migratorio: Desde estos enfoques se concibe primordial atender -desde una perspectiva de género-a las experiencias de maternidad en el marco de la convergencia entre monomarentalidad e inmigración, comprendiendo la interseccionalidad de las estructurales sociales que experimentan inmigrantes latinoamericanas a cargo de hogares monomarentales. De este modo, se consideran elementos relevantes el género, la etnia, la clase y el estatus social de inmigrante. Así, tal como señala Stolcke, el concepto de intersección hace alusión a la interrelación entre dos o más elementos, los cuales una vez reunidos implican una mantención de los elementos originarios así como conjunción de nuevas situaciones producto de dicha intersección 4 (Stolcke, 2010); por lo cual la intersección entre los estatus adscritos (género, etnia) y los adquiridos (clase, inmigrante) configurarán los perfiles y experiencias de este colectivo de mujeres. En investigaciones en el área, se ha destacado que las mujeres inmigrantes en españa presentan distintas entradas a la monomarentalidad en el marco de su trayectoria migratoria, así Alcalde y Pavez (2013) indican la la relevancia de explicar si estos flujos responden a decisiones relativas a estrategias de superación de la pobreza en el país de origen o a procesos de emancipación en el marco de las propias estructuras de género. De vital importancia es la consideración de estas dimensiones si se tiene en cuenta, tal como se indica en el informe ADECCO (2012), que uno de los factores que permiten explicar el aumento de la monomarentalidad en el estado español es el incremento progresivo de la inmigración, pues este proceso muchas veces viene de la mano con la jefatura femenina del hogar en el país de origen. En este contexto, por medio de dos historias de vida, este artículo dará cuenta de cómo la relación de las mujeres inmigrantes con el mercado laboral en cataluña es experienciado como una táctica de empoderamiento, la que se entiende como 4 Stolcke indica que el concepto de interseccionalidad comenzó a ser utilizado desde los años setenta por el feminismo negro, siendo acuñado específicamente por la jurista Kimberlé Crenshaw (Stolcke, 2010). la generación de estrategias que no necesariamente cuestionan de forma radical el modelo de relaciones de poder capitalista-patriarcal, pero que permiten a las mujeres tener una mejor calidad de vida e independencia - ya sea a nivel económico o personal (Ali, 2014). En este contexto, es central considerar el concepto “maternidad intensiva” desarrollado por Hays (1998) es central. La autora señala que desde el siglo XIX se ha conformado en occidente una ideología sobre la maternidad que implica que las mujeres que ejercen la crianza deben cumplir con un sinnumero de acciones para encajar en el molde de la “buena madre”, actividades que no son reflejo de la naturaleza humana sino de prácticas culturales específicas acordes a un sistema ideológico capitalista-patriarcal. En términos generales, la ideología de la maternidad intensiva se sustenta en tres pilares básicos: a) Supone que la crianza es responsabilidad de la madre individual lo que implica la prescripción de que son éstas las principales encargadas de proveer el cuidado material y amoroso de los hijos/as (incluso en aquellas que en hogares mono o biparentales son las principales sostenedoras económicas del hogar); b) Los métodos de crianza están centrados en el niño/a y guiado por expertos, lo cual requiere una consagración intensiva y tienen un coste económico elevado, ideario que tiene como consecuencia que el sujeto de cuidado sea el hijo/a y por tanto la mujer relegue sus deseos y c) Considera la infancia como una edad sagrada, inocente y pura; cuyo valor es incalculable, inconmensurable, por tanto esta etapa y la crianza se distingue de la eficiencia y del provecho económico presente en el mercado de trabajo. Así, se concibe que “la constante atención amorosa se entiende como un derecho del niño inclusive si eso significa que la madre deba poner su vida temporariamente en paréntesis” (Hays, 1998: 172). Es en estos pilares de la ideología donde la autora indica que surgen las contradicciones culturales de la maternidad, puesto que existe una imposibilidad de conciliar el mundo reproductivo y laboral en cuanto ambos implican lógicas e incluso “naturalezas” excluyentes y contradictorias: el mundo del trabajo remunerado se sustenta en la maximización de utilidades individuales y en la racionalización de la vida social; de este modo, la ideología de la maternidad intensiva se enmarca en el origen ideológico de la separación de las esferas pública y privada. A las dimensiones de la maternidad intensiva presentados por Hays, se suma la perspectiva de Lagarde(2003), para quien el cuidado está naturalizado en las estructuras de género, clase y etnia, y por tanto se convierte en una fórmula enajenante para las mujeres en cuanto implica “el descuido para lograr el cuido”, por lo cual la vida de las mujeres transita entre el cuidado, que se realiza en términos tradicionales, y trabajo remunerado, que funciona desde la lógica del mundo moderno: en clave de éxito y competencia. Este hecho genera que deban lidiar con dos mundos, lo que para la autora implica un “sincretismo de género”, ya que quedan subsumidas en una relación inequitativa entre cuidar y desarrollarse. Aun así, es relevante destacar que esta perspectiva no implica afirmar que las madres son máquinas que reproducen sin agencia sus experiencias de maternidad, pues “se comprometen de manera activa en producir, reproducir, configurar y reconfigurar la ideología de la maternidad adecuada” (Hays, 1998: 151), existiendo la posibilidad de que cohabiten conductas innovadoras y discursos tradicionales en la misma persona (Juliano, 2004). En esta línea, las mujeres que lideran familias monomarentales deben enfrentarse a las contradicciones culturales de la maternidad y al sincretismo de género, siendo una de sus problemáticas más frecuentes, especialmente si se tiene en cuenta que no existen políticas estatales que consideren la conciliación laboral como servicios de atención a la infancia5. Con respecto a la relevancia de la conciliación laboral de las mujeres a cargo de familias monomarentales es importante dar cuenta a nivel empírico, tal como lo hacen Morgado, González y Jiménez (2003) que este colectivo tiene una tasa más alta de empleo que las mujeres en hogares biparentales, por lo cual les es extremadamente importante generar maniobras que les permitan coexistir en estos dos mundos; y por esta razón, estas mujeres se caracterizan por generar estrategias tales como flexibilizar el horario laboral en base al escolar, lo que en definitiva tiende a precarizar su condición laboral. Este estrategia se visualiza en la sobre representación de las mujeres en jornadas flexibles siendo que de 100 mujeres 26 trabajan a tiempo parcial situación que en el caso de los varones se reduce a 8 de 100 (Informe UGT 2014), por lo que estamos frente a una de las críticas que realiza Harding (1996), al establecer que “El capitalismo del estado de bienestar ha tenido que adaptarse a las crecientes demandas de apoyo público a las mujeres, a los niños, a los ancianos, los enfermos y los desempleados, aunque los responsables políticos y los 5 Es un hecho llamativo que en 1995 Almeda y Flaquer indicaran que una de las principales dificultades que vivenciaban las familias monoparentales era la conciliación laboral, estableciendo ya en esa época la urgente necesidad de promover políticas en este ámbito; por tanto, se considera alarmante que una situación claramente evidenciada hace veinte años siga estando presente en la actualidad como lo señalan diferentes publicaciones actuales (Seisdedos y Martín, 2012; Perondi et.al 2012, ADECCO, 2012) analistas siguen considerando esas adaptaciones como simples programas sociales, frente a los aunténticos programas políticos que rigen el trabajo asalariado y la política exterior” (1996:79). 5. Experiencias de monomarentalidad y trabajo remunerado en contexto migratorio: Estrategias de empoderamiento: A continuación se presentarán los resultados preliminares de la investigación titulada: Monomarentalidad e inmigración: Imaginarios y experiencias de maternidad en mujeres latinoamericanas; abordando específicamente el objetivo que busca conocer las trayectorias laborales de este colectivo de mujeres, considerando el antes y el después del proceso migratorio6. Así, entenderemos por trayectoria laboral “el conjunto de circunstancias con base en el trabajo, que trazan un itinerario que puede ser considerado de avance, retroceso o estancamiento” (Miguélez et. al. 2011:21). Ahora bien, para realizar este análisis desde la lógica del punto de vista y del conocimiento situado se entiende que las mujeres que son parte del universo/muestra de investigación7 están interiorizadas en su realidad pues “viven las vidas y hacen las cosas”, entregando elementos que permitirán acceder a las simbolizaciones, significados y atribución de sentido de sus propias experiencias, pues saben qué hablan en el marco de lo que Schutz comprende como conocimiento “natural” (Schwartz y Jacobs, 1984). A continuación, por medio del análisis de 16 entrevistas en profundidad, se ahondará en el papel que cumple el trabajo remunerado en sus experiencias como inmigrantes latinoamericanas y madres monomarentales. Antes de comenzar el trabajo de campo de la investigación, las hipótesis de trabajo conducían a tratar la relación entre mercado laboral y este colectivo de mujeres desde la 6 Proyecto de tesis doctoral ejecutado en el marco del Programa de Doctorado en Sociología de la Universidad de Barcelona y dirigido por la profesora Elisabet Almeda Samaranch. Por medio de una metodología cualitativa se tratan diversas experiencias cotidianas de mujeres latinoamericanas que han inmigrado a Cataluña y que vivencian la maternidad desde la monomarentalidad. 7 En la selección de la muestra se consideraron aspectos relativos a la homogeneidad (mujeres latinoamericanas residiendo en Barcelona a cargo de hogares monomarentales, con al menos un/a hija dependiente viviendo en la ciudad de destino) y de heterogeneidad (País de origen, edad, años de inmigración edad de los hijos/as, nivel instrucción formal, ocupación, vía de entrada a la monomarentalidad, relación paterno filial, experiencia de maternidad trasnacional). lógica inclusión-exclusión. Así, la mayoría de las investigaciones en el área tanto del ámbito de la monomarentalidad como de inmigración planteaban que un mercado de trabajo altamente estratificado y en el cual la conciliación mercado laboral y familiar es compleja, más aun para mujeres con responsabilidades familiares no compartidas (Almeda, Di Nella y Ortiz, 2014; Almeda y Di Nella, 2011). Lo interesante ha sido que al profundizar en el trabajo de campo se ha podido analizar que la relación entre este colectivo de mujeres y trabajo remunerado no se presenta necesariamente en el marco dicótomico dentro-fuera del mercado laboral que se planteó en un primer momento, sino que son las propias mujeres quienes en este ámbito van tomando diversas decisiones para vivenciarlo como una estrategia que les permite cumplir con sus objetivos: radicarse en barcelona y sostener económicamente a sus hijos/as. A modo descriptivo, se pueden apreciar tres grupos diferenciados en las entrevistadas. En el primero, la inmigración ha comportado una relación vertical desendente con el mercado laboral, tanto a nivel de remuneración como de estatus. Son aquellos casos en los cuales las mujeres tienen estudios universitarios y una vez arribadas a Barcelona han tenido que hacer trabajos que no habían realizado antes, como de limpieza. En un segundo grupo, tenemos el caso contrario, en el cual se aprecia una movilidad vertical ascendente con el mercado laboral, pues son los casos en que las entrevistadas han tenido la posibilidad de acceder a empleos y remuneraciones que piensan hubiese sido imposible acceder en su país de origen. Así, es el caso de mujeres sin altos niveles de educación formal que en la actualidad tienen una independencia que les permite mantenrse a ellas y sus hijos/as, con un nivel económico elevado e inimaginado antes de iniciar la inmigración. En el tercer y último grupo es el de aquellas que su relación con el trabajo ha sido de movilidad horizontal, es decir se dan cambios de ocupación entre diferentes sectores de la actividad económica (Miguélez et.al, 2011). En este grupo se encuentra un gran número de las mujeres entrevistadas, siendo ejemplificadores aquellos casos en que en el país de origen trabajaban como dependientas y en en la actualidad como camareras. Por otro parte, para poder dar cuenta de la experiencia desde el punto de vista de las propias entrevistadas, se ha considerado central la presentación de casos, específicamente el de dos mujeres que ha participado compartiendo sus experiencias en el marco de esta investigación. Se optado por tratar dos historias de vida – la de carmen y Camila- pues estas experiencias permiten comprender la heterogeneidad en el marco del contexto migratorio y su relación con el mercado laboral. La experiencia de estas dos mujeres radicadas en barcelona y procedentes de sudamerica, permiten comprender-como ya se ha señalado- que la relación entre migración y mercado laboral no se presenta necesariamente en un marco dicótomico de excluisión-inclusión, sino que se despliegan con un conjunto de matices, siendo que en estos dos casos se vivencien situaciones de movilidad descende o ascendente en el mercado laboral, pero que en ambos se viva como una experiencia positiva por el hecho de que les ha permitido alcanzar objetivos que piensan no hubiesen logrado en el país de origen. EL CASO DE CARMEN: Carmen es Paraguaya, tiene 54 años y lleva viviendo en Barcelona 14, tiene estudios en ciencias contables y ha realizado un master en su país de origen. Antes de emigrar, tenía una oficina en la cual llevaba la contabilidad a diferentes personas o empresas. Se casó a los 20 años y fue madre de su primer hijo a los 27, posteriormente tuvo dos hijas más. Para Carmen, la motivación de emigrar no fue económica, si no que el hecho de tener una mala relación con su marido y de sentirse insatisfecha con su vida, la llevó a tomar esta decisión.Carmen comenta que se sentía deprimida y abatida, por lo que un día pensó “no quiero esta vida que estoy llevando, no me lo merezco y es como si me haya despertado, parece que como derrepente abrí los ojos”. Así, casi por azar, un día que Carmen estaba de compras, se encontró con un primo lejano y él le contó que estaba viviendo en Estados Unidos; por lo que pensó “si tiene 4 hijos y yo tengo 3 ¿por qué no voy a poder yo? ....si yo continuo al lado de mi marido, cada día me sentía yo más enferma”.Después de esto, tomó la decisión y sus tres hijos/as se quedaron con el padre y una chica que ya trabajaba con ella y a quién Carmen le pagaba mensualmente para vivir en su casa y hacerse cargo de los aspectos domésticos y del ciudado de los pequeños. Esta situación de maternidad trasnacional, que duró 4 años, le generó muchos sentimientos de malestar y de culpa, especialmente por no poder ver crecer a sus hijos y acompañarles, y así relata “Cuando yo llamaba a mi casa esa impontencia que una se siente por no poder resolver los problemas desde aquí de lo que ocurría allá”. Con respecto a su experiencia laboral, ella señala sentirse afortunda pues sólo a quince días de llegar encontró trabajo en una papelería (sin papeles) donde estuvo un año; posteriormente trabajó en diversos lugares prestando servicios de cuidados a ancianos, de limpieza y en un restaurant, por lo que trabajaba hasta en diez lugares distintos a la semana, haciendo estas labores sin descansar, de lunes a domingo. Llevar a cabo estos trabajos, implicó que su situación laboral cambiara de estatus social y económico en relación a lo que realizaba en su país de origen, por lo que Carmen señala que ha sido una situación compleja para ella, pues la siente como que “es la parte mas dificil, se me llenaban los ojos de lagrimas...yo trabajando, limpiando baños, haciendo cosas que nunca hice...corriendo bajo la lluvia...yo allá tenía mi coche, con mi música, mi aire acondicionado”, pero aunque señala que esta fue una situación muy compleja de sobrellevar, comenta“Yo soy una mujer pequeñita pero tengo una fuerza extraordinaria desde la punta de la cabeza hasta abajo”. Estuvo en esta situación un año y luego encontró un trabajo estable cuidando a una pareja de ancianos de lunes a sábado, con quienes tuvo muy buena relación, y le ofrecieron legalizar su situación laboral y posteriormente le prestaron dinero para poder traer a sus tres hijos/as, pues en ese momento ella no contaba con el dinero suficiente para hacer ese viaje. Trabajó en esta casa hasta hace un año, cuando fallecieron. En la actualidad, se encuentra en una situación económica inestable, vive con sus tres hijos y su nuera, siendo que los dos mayores en la actualidad trabajan y aportan dinero para los gastos del hogar. Es muy importante destacar que el proyecto migratorio de Carmen fue una estrategia para acabar con una sensación, con una vida que ella sentía no era lo que deseaba. Tanto era su deseo de cambiar esta vida que optó por emigrar aunque esto implicase no estar con sus hijos/as por unos años y, además, cambiar su situación económica y laboral e incluso su percepión sobre sí misma, pues cuando habla de su formación educativa, suele nombrarlo en pasado; es decir enuncia “yo era profesional ahí”, aunque ésta sigua siendo una situación presente. Este caso evidencia que la emigración también es una táctica de empoderamiento en el marco de relaciones interpersonales y de las propias estructuras de género, pues Carmen siente que hacer este cambio de vida en Paraguay hubiese sido imposible dada la idiosincracia conservadora en cuanto a los roles de género y señala “allá los hombre son muy machistas, si yo me divorciaba de mi marido, una mujer separada o divorciada son muy mal vistas ¿verdad? Una mujer divorciada es tachada por la sociedad, mi marido no me hiba a dejar a hacer mi vida, me iba a mortificar, no me iba a dejar... la salida más perfecta que yo puede tener, lo unico que me arrepiento es de no haberlo hecho mucho antes”. EL CASO DE CAMILA: Camila nació en Uruguay, tiene 25 años y desde los 17 años que vive en un pueblo en las cercanías de Barcelona. Desde los doce años estuvo de novia con Enrique, quien es el padre de su hijo Juan, que nació cuando ella tenía 16 años y ya es un niño de 7. Para Camila la maternidad fue una situación no planeada, pero deseada; así como deseaba una familia con Enrique, por lo cual se casaron al nacer el niño y vivieron juntos en Uruguay hasta que ella decicidió venirse con el pequeño con el plan de que Enrique posteriormente se reuniera conla familia. El caso de Camila destaca porque vino a Barcelona siendo una adolescente, y si bien su madre la acompañaba en esta travesía y se ha configurado como un apoyo fundamental, es ella la principal sostenedora económica y emocional de su hijo. Un año después de su arribo, su marido llegó a vivir con ella y la relación se deterioró, por lo cual Camilia decidió poner fin a la convivencia. En ese momento Enrique comenzó con prácticas de violencia sicológica, amenzándola con llevar al niño a Uruguay, molestando a su familia, haciendo escándalos en el trabajo de Camila. Por todo esto, ella decidió poner una orden de alejamiento, el cual su ex pareja incumplió en tres ocasiones posteriores, por lo cual –sumado a otras infracciones a ley de drogas y hurtos-pasó tres años en prisión y en la actualidad se encuentra en Uruguay. Desde la separación de la pareja, el padre del niño no aportó económicamente ni tuvo un regimen de visitas reguladas, por lo cual Camilia entró en situación de monomarentalidad hasta la fecha. Camila es una mujer joven, de voz fuerte, resuelta y segura de sí misma, lo que ella entiende como características positivas en el marco de su trayectoria laboral. En cuanto llegó a Barcelona, encontró trabajo en una gasolinera y al poco tiempo pasó a ser jefa de local. Su ex pareja trabajaba en el misma gasolinera, por lo cual al comenzar la separación decidió cambiarse de trabajo al de mesera en una pizzería aunque esto implicase desmejorar su estatus laboral. Después de pasar por diversos trabajos, en la actualidad se desempeña como jefa de local en un restaurante de comida rápida, siendo que como ella expresa, sus propias características personales la llevaron a este puesto: “empecé como una empleada normal, y yo qué sé, mis jefes vieron facultades de liderazgo y me ofrecieron la posibilidad de llegar a ser la encargada y ahora líder del restaurante”. En la actualidad, por este empleo percibe un ingreso mensual por sobre los dos mil euros al mes, situación que le permite tener una vida económica tranquila con su hijo; aunque está sometida a largas jornadas laborales que muchas veces implican que no puede estar el tiempo que ella quisiera con el niño, momento en el cual se vislumbran lo que Hays (1998) denomina como las contradicciónes culturales de la maternidad en el contexto de la ideología de la maternidad intensiva, situación que se plasma en el siguiente párrafo: “por que trabajo mucho, y por ejemplo muchas actuaciones del colegio me las he perdido, aunque puedo pedir días de fiesta y tal, lo pido pero hay veces que no se puede y bueno, lo entiendo por ambas partes pero pienso que una mamá debería estar allí para su hijo en los momentos de colegio, en los momentos de que da el primer paso y yo me he perdido algunas cosas por trabajar”.En este caso, se puede visualizar que lo que motivó a inmigrar a esta mujer fue la posibilidad de tener “más mundo” y ganar en independecia, pues en palabras de la protagonista:“a mi Uruguay se me queda pequeño, yo no puedo estar dependiendo de alguien, no puedo, no”; independencia que también se entrelaza con el acceso a una mejor situación laboraleconómica, pues en sus propias palabras:“en Uruguay tú piensa que una mamá soltera adolescente vive con sus padres y está refugiada en su hogar, no tiene la idea de vivir sola, no quiere emprender...tengo amigas que siento madre soltera en Uruguay vive con sus padres porque tampoco les llega para vivir solas” y prosigue “me encanta tener esta independencia económica, pero también me la curro, entonces el sueldo a fin de mes me lo he ganado”. Así, el relato de esta joven es bastante positivo con respecto a su inserción el mercado laboral, pues señala que si bien al comienzo de su arribo tuvo algunos problemas para conseguir empleo por el tema de papeles, esto nunca fue un inconveniente mayor a la hora de trabajar, especialmente si se considera que su nivel de estdios es de bachillerato, por tanto relata que desde su perspectiva la posibilidad de migrar ha sido una oportunidad del todo positiva, pues la ha hecho crecer, madurar y ser una mujer para sí; en sus palabras “yo con 25 años me siento más madura de lo que tendría que ser, si hubiese estado sola en Uruguay hubiese estado más protegida, más acunada, entonces inocente total, entonces pues capaz que aquí pues mi mente se abrió al mundo y puedo enfrentar la vida”. En base a este relato se puede afirmar que la inmigración ha comportado para la protagonista no sólo una posibilidad de desarrollo económico que entiende como imposible en sus país, sino también como una oportunidad de desarrollo personal, la posibilidad de estabilidad económica que piensa en su páis no hubiese logrado alcanzar, lo que le ha permitido superar todas las experiencias negativas en el marco de la violencia de género que experimentó, por lo cual vivencia su integración al mercado laboral como positiva. Para finalizar con la historia de Camilia, una frase que da cuenta cómo ella enfrenta y decide vivir la vida en el marco de su relación de monomarentalidad y trabajo “pero el tema de ser una mujer trabajadora y ser madre y mujer, es algo que o te lo montas muy bien o no, y yo he decidido ser feliz”. En base a el análisis de las entrevistas así como de las historias de vida, se afirma que el gran desafío que ha generado el análisis interpretativo ha sido que si bien en los relatos de las entrevistas se presentan distintas trayectorias laborales según su tipo de movilidad, en todas se pudo apreciar una relación positiva con el trabajo remunerado, incluso en aquellas cuya movilidad era vertical descendente. Esta situación ha llevado a plantear que desde la experiencia de las entrevistadas la trayectoria laboral no se valora del mismo modo que la conceptualización de ésta podría indicarnos, es decir como éxito en el marco de la movilidad asecendente,como fracaso en la movilidad descendente y como estancamiento en la movilidad horizontal, sino que se vivencia como un logro en cada una de las tipologías. Esto se basa en que el trabajo remunerado les permite mantenerse en el país de residencia cumpliendo con sus objetivos vitales de autonomía y libertad, situaciones de las cuales piensan no podrían lograr en su país de origen ya sea por las opciones propias del mercado laboral o por las presiones que ejerce, con sus propias particularidades geográficas, el sistema sexo-género. Para comprender esta situación se utilizará el concepto de empoderamiento presentado por Ali (2014), quien destaca que éste no siempre responde a enfrentamientos radicales a las estructuras de opresión capitalistas/patriarcales, sino a estrategias que permiten a las mujeres resistir a dichas estructuras. Por tanto se comprende como un proceso que genera cambios en aspectos vitales cotidianos, propiciados como deseos o fuerzas que motivan la lucha por generar cambios sustanciales en la propia vida así como en las relaciones de poder en que se está inmersa. Así, Ali concibe el empoderamiento como una suerte de travesía íntima de cambio personal, en un contexto sociocultural en que usualmente las elecciones suelen estar más limitadas para las mujeres, por lo cual se utilizan diversas herramientas y estrategias para sobrevivir a las expectativas e imágenes que se esperan de ellas, que las constriñen a ciertos estereotipos. Para la autora, esta forma de conceptualizar el empoderamiento está en contraste con las percepciones feministas occidentales y sus supuestos normativos liberales que conciben la agencia humana como actos de desafío de las normas sociales; por lo cual, en la línea de Mahmood (2008), cuestiona que desde el feminismo hegemónico muchas veces se busquen “expresiones y momentos de resistencia que puedan sugerir un desafío al dominio masculino” (2008:172) lo que en definitiva encasillaría el empoderamiento en el binarismo resistencia /subordinación desde una lógica occidental de análisis (Mahmood, 2008). Así, se puede señalar que en general la experiencia de las entrevistadas cumplen el rol de maternidad impuesto socialmente, que se destaca por concebir la maternidad desde una lógica de entrega y sacrificio (Trujillo, 2013) dónde está presente la división sexual de trabajo y la práctica de la maternidad intensiva desarrollada por Hays (1998). Sin embargo dentro de estas estructuras, el colectivo en investigación ha generado estrategias de empoderamiento en el sentido ya comentado de Ali (2014), siendo su relación con el mercado laboral una de éstas y que les permite-de distinta manera- lograr la independencia económica para criar a sus hijos e hijas así como para salir de dinámicas tradicionales de género que vivenciaban en el país de origen. 6. Reflexiones finales: A modo de conclusión, se plantea la necesidad de integrar la perspectiva de los feminismos negros y decoloniales enriquece la noción del punto de vista y de los conocimientos situados, pues tal como demostró Stack (2012), se advierte cómo nociones acuñadas desde el feminismo occidental no calzan de forma directa con experiencias que entrecruzan otras dinámicas sociales como la migración sur-norte, y en este caso particular la de mujeres latinoamericanas radicadas en Barcelona. Esta afirmación se basa en que en las entrevistas analizadas, si bien se puede apreciar la presencia de la maternidad intensiva descrita por Hays (1998), la convivencia entre la crianza y el trabajo remunerado no se experimenta como una contradicción insalvable; ya que el mundo laboral es el puente que permite lograr de forma exitosa no sólo su responsabilidad de maternidad sino que también movilizar sus energías hacia situaciones que no cuestionan de forma directa las estructuras tradicionales de género, pero que posibilita establecer relaciones satisfactorias consigo mismas y con su entorno. En resumen, en base a la integración de diversos enfoques dentro de las propias teorías feministas se entiende que, para este caso, analizar las experiencias de maternidad en el marco de la convergencia entre monomarentalidad e inmigración, se debe atender a la interseccionalidad de las estructurales sociales que experimentan inmigrantes latinoamericanas a cargo de hogares monomarentales. Por tanto, si bien es innegable que el mercado laboral español también presenta una etnoestratificación y dinámicas vinculadas a las estructuras de género, se vislumbra para las entrevistadas como es un medio para lograr objetivos vitales como hacer frente a la monomarentalidad, pero también con experiencias que les permiten situarse en un contexto en el cual las relaciones de género presentan menor rigidez que en el país de origen. De hecho, este elemento ha estado presente en el discurso de todas las entrevistadas, quienes reconocen que su experiencia migratoria les ha permitido tomar decisiones que en el país de origen hubiesen sido más difíciles de practicar; entre otros casos se cuentan mujeres que han puesto fin a relaciones amorosas poco satisfactorias, relaciones donde existía violencia de género sicológica y/o física e incluso la posibilidad de tener un hijo/a por medio de fertilización asistida. Es por esto que se considera elementos relevantes el género, la etnia, la clase y el estatus social de inmigrante. Así, tal como señala Stolcke, el concepto de intersección haría alusión a la interrelación entre dos o más elementos, los cuales una vez reunidos implican una mantención de los elementos originarios así como conjunción de nuevas situaciones producto de dicha intersección (Stolcke, 2010); por lo cual la intersección entre los estatus adscritos (género, etnia) y los adquiridos (clase, inmigrante) configurarán las experiencias de este colectivo de mujeres. BIBLIOGRAFÍA: Ali, Rabia (20014). “Empowerment beyond resistance:culturalways of negotiating power relations”. En, Women´s Studies International Forum, 45. Pp. 119-126. Almeda, E y Di Nella, D (2011a). Familias monoparentales: Hacia una conceptualización crítica desde la perspectiva de los derechos de la infancia. En E. Almeda, y D. Dinella (Coord.). 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