SOCIABILIDAD VIRTUAL: LA NUEVA MANERA DE INTERACTUAR EN EL ECOSISTEMA DIGITAL María Dolores Cáceres Zapatero caceres@ucm.es Gaspar Brändle Señán gbrandle@um.es José Antonio Ruíz San Román jars@ucm.es Resumen La Red está transformando la realidad y nuestra forma de vivir en sociedad como nunca antes lo había hecho ninguna otra innovación tecnológica. Las tecnologías digitales han creado nuevos espacios de socialización que conviven con los tradicionales, los complementan y sustituyen, y nuevas formas de relacionarse fortaleciendo o debilitando los vínculos existentes y creando otros nuevos. La conectividad constante está cambiando las formas de interactuar, de compartir y de hacer. La conectividad forma parte de la vida cotidiana del sujeto contemporáneo transformando los hábitos de vida, las rutinas personales y profesionales y afectando incluso a las actividades que quedan fuera del entorno digital. Desde este trabajo se adelanta, en primer lugar, una definición del concepto de sociabilidad virtual que viene siendo utilizado por los autores de este trabajo desde el año 2009 y que se sustenta sobre una revisión de algunos conceptos tradicionales (afiliación, construcción de la identidad, procesos de influencia social, comunidad, vínculos estables) y otros de nuevo cuño resultado de la omnipresencia y ubicuidad de la tecnología (hiperconexión, relaciones líquidas, desvanecimiento de la dicotomía virtual/real). En segundo lugar, se aborda el régimen espacio-temporal de esta sociabilidad virtual y, en tercer lugar, se presentan sus características más relevantes. Palabras clave: sociabilidad virtual, comunicación, interacción, relaciones interpersonales, web 2.0 1 Este trabajo ha sido realizado a partir de los resultados del proyecto de investigación “Ciudadanía digital y open data Access: empoderamiento ciudadano a través de los medios sociales en el entorno digital” financiado por el MECD (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) 2013-2015, Referencia: CSO2012-30756 y del proyecto “La construcción de la realidad social en los jóvenes a través de los servicios y contenidos digitales abiertos: Conductas y competencias sociocomunicativas en la Red de los “nativos digitales” (Referencia CSO2008-01496), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Programa Nacional de Investigación Fundamental, Plan Nacional de I+D+i 2009-2011. Introducción La conectividad constante y ubicua es una de las principales consecuencias del sentido que toma la innovación tecnológica en el momento actual.. La hiperconectividad forma parte de la vida cotidiana del sujeto contemporáneo transformando los hábitos de vida, las rutinas personales y profesionales, afectando incluso a las actividades que quedan fuera del entorno digital. La Red está transformando las formas de interactuar, de compartir y de hacer, y nuestra forma de vivir en sociedad, como nunca antes lo había hecho ninguna otra innovación tecnológica. Las tecnologías digitales modifican radicalmente las formas tradicionales de comunicación cara a cara. Han creado nuevos espacios de socialización que conviven con los tradicionales, los sustituyen y complementan, y nuevas formas de relacionarse fortaleciendo o debilitando los vínculos existentes y creando otros nuevos. La mediación de la tecnología en la comunicación afecta principalmente a la co-presencia espacio-temporal que hasta ahora había caracterizado a los procesos de comunicación interpersonal, permitiendo desligar la interacción, que muchas veces se lleva a cabo en tiempo real, del hecho de que los actores tengan que necesariamente concurrir simultáneamente en el mismo contexto espacial. De esta separación de contextos se derivan importantes consecuencias, como por ejemplo el hecho de que los actores no son directamente accesibles unos a otros y, en consecuencia, algunos aspectos relacionales y de implicación personal, resultan minimizados. 2 Nuevas formas de vinculación en la web 2.0 Una de las consecuencias que se derivan del hecho de que en la comunicación cara a cara los actores pueden verse, oírse e, incluso, tocarse, es que se desarrollan vínculos y relaciones de empatía basados en el mutuo conocimiento. Sin embargo ahora es posible relacionarse con un otro ausente, desconocido y que posiblemente nunca llegará a conocerse, sin que sea óbice para compartir por ejemplo, intereses, objetivos, afinidades y construir comunidades diversas. Tradicionalmente se ha vinculado la percepción de que alguien es conocido o desconocido al hecho de haber compartido, al menos en algún momento, la interacción presencial. Actualmente esta vinculación no parece ser imprescindible, al menos para una parte importante de los nativos digitales que perciben a sus contactos indirectos, es decir aquellos que están mediados por la amistad de un tercero, como personas conocidas. Más que nunca se ha hecho realidad que “los amigos de mis amigos son mis amigos”. Incluso, la distinción entre lazos débiles y vínculos sólidos no parece ser hoy un freno para desarrollar relaciones de empatía. Por ejemplo en un estudio realizado en 2013 (Cáceres, Brändle y Ruíz) a partir de datos de encuesta a hombres y mujeres entre 14 y 35 años, se vio que solo para algo más de dos de cada cinco entrevistados, los amigos y conocidos de sus amigos resultan desconocidos. Es decir, la percepción de quién es conocido o desconocido no parece sustentarse necesariamente en el hecho de haber tenido una relación presencial con esa persona. Queda abierto el debate a propósito de la definición, o mejor dicho, la redefinición del concepto de amigo, contacto, seguidor, desconocido virtual, que sin duda cobran hoy un nuevo sentido. Por otra parte, cuando las personas se relacionan cara a cara no es posible obviar la presencia del otro porque queda dentro de nuestro campo cognitivo. Este hecho de vital trascendencia de cara a la percepción del control que el sujeto puede ostentar de la relación, a su implicación en ella y a la propia deriva que puede tomar en su transcurso futuro, hoy se transforma y, casi cabe decir, que se controla a voluntad. Efectivamente, en la comunicación mediada tecnológicamenre, el sujeto puede cortar la conexión, dejar de responder, dosificar su atención, graduar su disponibilidad en función de quién se trate, medir su implicación, controlar en suma la marcha de la interacción. 3 La Red es un espacio en el que lo social cobra fuerza y en el que la comunicación con mediación tecnológica complementa e incluso sustituye a la comunicación cara a cara. Se tienden a multiplicar las relaciones reticulares, dinámicas, ubicuas, sin renunciar a los grupos de pertenencia o desde un nuevo concepto de afiliación. Hoy se habla de relaciones líquidas (Bauman, 2003), asimétricas, controlables y cómodas, que se sostienen sobre la disponibilidad ininterrumpida del otro 24 horas al día, 365 días año, y que permiten explorar la complejidad de las relaciones humanas sin necesariamente asumir el compromiso recíproco (por ejemplo, cualquiera puede seguirte sin responsabilidad de seguimiento mutuo). Sin duda, resultan muy funcionales para el sujeto que no se inmola ante la presencia ajena y, en suma, resultan casi siempre gratificantes y más fáciles de gestionar. La identidad flexible Los procesos tradicionales de comunicación cara a cara necesariamente conllevan aparejado el hecho de la observación recíproca de sus participantes y las consecuencias que se derivan de ello. Sentirse bajo la mirada del otro modifica la conducta y los sentimientos que el sujeto experimenta ante el escrutinio ajeno. Sin embargo, hoy es posible evitar la mirada ajena amparándose en el anonimato que permite la Red y la posibilidad de construir múltiples identidades desde las que presentar el yo. En efecto, el anonimato visual permite jugar deliberadamente con la identidad, ocultarla, falsearla, presentar un aversión mejorada de uno mismo, actuar como distintos personajes o explorar diferentes roles y personalidades, haciendo posible lo imposible en la realidad. Hoy el concepto de identidad se ha hecho muy dinámico y cambiante y nada garantiza que el ciberespacio refleje lo que esa persona es en la vida offline. Se construye y modifica un perfil en función de cada situación concreta y de los objetivos que se persiguen en ella, gestionando el sí mismo a voluntad como si de una marca pública se tratase. La red es ahora el nuevo espacio de encuentro en el que se lleva a cabo la construcción escénica de la identidad (se utilizan nicks o apodos, determinadas características de perfil, fotografías). Cosa distinta es que tales datos se ajusten y evidencien a la realidad. En otras ocasiones, solo se trata de interactuar desde la identidad elegida o silenciada, y los usuarios comparten tácitamente el pacto del anonimato. En última instancia, no cabe 4 duda de que en la Red se controla mejor la autoimagen que en la vida presencial. Hoy se acepta que interactuamos en la vida online desde identidades inciertas, fantaseadas quizá, sin que ello sea óbice para la eficacia de la comunicación. El manejo de la identidad a voluntad permite una comunicación muy desinhibida en la que Información pública y privada se entremezclan y pierden sus perfiles nítidos y, quizá también, su relevancia para un sujeto que parece dispuesto a sacrificarlas en aras de ganar popularidad. O para el que no constituyen un valor esencial. Lo novedoso en este sentido, es que no es causa de intranquilidad ni de preocupación confiar datos personales, actividades y fotos, y las de nuestros amigos y familiares, a personas que no conocemos ni sabemos dónde están, ni siquiera si están interesados en conocerlos o el hipotético uso que, llegado el caso, podrían hacer. Hace más de una decena de años que Bauman (2003) utilizó la metáfora de la modernidad líquida, frente a la sólida, para explicar lo que caracteriza a la sociedad contemporánea, la fluidez o liquidez, lo cambiante frente a lo inmutable y una identidad flexible, maleable, versátil y frágil que se crea y se reinventa como paradigma de la forma actual de estar en el mundo y de interactuar en sociedad. Nuevo sentido de comunidad El entorno digital se presenta como espacio de encuentro en donde continuamente se produce e intercambia información de toda índole: personal, profesional, de actualidad, de utilidad práctica, etc. Este entorno digital se caracteriza por: 1) una forma reticular que permite multiplicar con facilidad y rapidez encuentros y contactos; y 2) ser un espacio desterritorializado, dinámico, abierto y sin límites precisos, en donde las distancias no tienen sentido y que funciona de forma paralela a las comunidades o espacios no virtuales (Vallespín, 2009). En suma, una comunidad ubicua y dispersa que diluye las fronteras entre lo virtual y lo real, o mejor dicho, entre la vida presencial y virtual. Se puede afirmar que hoy la sociabilidad es muy comunitaria. Relacionarse, compartir, formar parte de redes sociales y grupos, es un valor social en alza: estar continuamente en contacto con amigos, conocidos, familiares, etc., expresarse desde el anonimato o de forma explícita e identificada, por ejemplo a través de imágenes (Instagram), dar cuenta de las actividades cotidianas y de la propia vida en suma; y sobre todo, ser visto como 5 forma de legitimación de la propia existencia. Internet ha favorecido la aparición de toda suerte de comunidades que permiten, de forma horizontal y colaborativa y quizá esto es lo que más las caracteriza, compartir intereses, alimentar aficiones, ofrecer conocimientos y experiencia, aprender con los pares, llegar a grupos de seguidores, proporcionar/solicitar opiniones sobre cuestiones diversas, etc. En resumen, hoy se han creado nuevas formas de vinculación que exceden los lazos presenciales y las personas conocidas, y se sostienen sobre la conectividad ininterrumpida, sobre la cultura de la participación y las prácticas colaborativas y que remiten, en última instancia, a la confianza que el sujeto deposita en otros, a veces desconocidos. Referencias Arcila, C. (2008). La identidad como mediadora de la comunicación en los entornos virtuales. Telos, 77, 125-132 (en línea). https://telos.fundaciontelefonica.com/telos/articulodocumento.asp@idarticulo=2&rev=7 7.htm, acceso 10 de febrero de 2016. Bauman, Z. (2003). 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