El Avaro de Molière Una producción de la Fundación Municipal Teatro Gayarre y Gobierno de Navarra El Avaro de Molière La aventura de montar una comedia de Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière, para el público de hoy en día, supone afrontar varios desafíos. El primero es que Molière es un clásico: todo el mundo piensa que sabe algo de él, pero en realidad son pocos los que lo conocen. Lo que sí es clásica es su manera de escribir (“El Avaro” se somete a las acotaciones de tiempo y espacio: todo ocurre dentro la misma salle basse o recibidor de una casa de la alta burguesía de Paris y en un sólo día), pero él era producto del barroco, y sus inquietudes son las de su época, lo que Descartes describió como la expresión de las pasiones. También su forma de ver su arte: hijo del “tapisser ordinaire de maison du roi” (el provedor de muebles y tapices de la casa real), se le nota en la artesanía y en la destreza con las que él tejía sus obras. Y en colaboración con compositores tan innovadores y radicales como Jean Baptiste Lully intentaba plasmar acción dramática, texto, música, y baile en una sola entidad, buscando siempre el equilibrio entre las partes. Entonces ¿Qué se puede hacer? ¿Construir una especia de marco barroco y esperar que el público entienda algo que no es suyo? ¿Recrear un mundo de Arlequino con gags que nadie entiende? ¿O modernizarlo y correr el riesgo de que la trama quede ridicula? A mi entender, Molière comparte con Shakespeare una universalidad que radica en su teatralidad. Es decir, que nadie en la vida real habla como los personajes hablan en estas obras, pero son tan de verdad dentro el marco del teatro que hablan directamente con nuestras almas. Uno puede confiar completamente en los textos, aunque ni nos dicen donde estamos, ni que acciónes están haciendo sus caracteres. Lejos de ser frustrante, deja al director libertad casi completa para buscar una mise en scène que transmita ambos mundos a la vez. Pero con respeto, porque son obras maestras. “El Avaro” está inspirado en el tema de la tacañería en las comedias de Plauto, también en los trucos cómicos de los grupos de la commedia dell'arte que tenían mucho éxito en Paris en la época, y en la tragedia francesa, de la que Molière no dudaba en burlarse (véanse los dialogos del cuarteto de amantes.) Pese a toda esta información que ya no nos pertenece, podemos disfrutar de sus ataques hacia los hipócritas, los médicos, los mezquinos y, sus preferidos, les précieuses (gente aparentemente educada pero que no sabía nada.) En cambio, sospecho que el público del siglo XVII no comprendería nuestra fijación con las marcas de ropa o el fútbol. Aún así, estoy convencido que si Molière pudiera suspender las leyes de la física y estar aquí hoy en este teatro, se alegraría mucho de ver como una de sus obras maestras es todavía capaz de romper las barreras de su época y seguir hablando directamente con nosotros. Y encima, nos hace reir, y la risa no es una cosa para guardar como un avaro, es algo que no tiene precio, algo que hay que compartir y disfrutar. Alexander Herold “ Hay que instruir a la juventud riendo, reprender sus defectos con dulzura y no atemorizarla con el nombre de la virtud” (Molière) “ ¿Con qué quedarse de este Avaro? Con muchas cosas (…) con una magnífica presentación del espectáculo, con un vestuario soberbio y una escenografía coqueta (…) y por encima de todo con algunas interpretaciones excelentes” “ El nombre de Molière (1622-1673) equivale a teatro y su obra El avaro demuestra, mejor que cualquier otra su perfecta maestría en la escritura teatral” El nombre de Molière (1622-1673) equivale a teatro y su obra “El avaro” demuestra, mejor que cualquier otra su perfecta maestría en la escritura teatral. Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière, puede considerarse como la cima de la comedia clásica en Francia. Cómico de profesión, dramaturgo y actor; tenía un gran sentido de la escena y de las situaciones cómicas. De él destaca, ante todo, su sagacidad a la hora de crear caracteres vivos y reales. Molière fue una especie de pintor que caricaturizaba los defectos y las ridiculeces de la sociedad francesa del siglo XVII; éstas eran supuestamente inofensivas, pero grotescas por ser fruto de la pedantería: como las necesidades de los nuevos ricos, la petulancia de los médicos... Sin embargo, a Molière no le interesaba tanto la trama de sus comedias (el mundillo de vanidosos y necios) como los caracteres, haciendo que tales personajillos aparezcan en la obra en toda su ridícula dimensión. Para no herir a nadie, sus tipos eran sólo eso: el hipócrita, el avaro, el sabio, el ignorante, el refinado... Ofreciendo así un vasto cuadro de costumbres de la época. Pese a todo, la idea fundamental de Molière sobre el teatro era que debía, por encima de todo, gustar al público, y que si éste aprendía divirtiéndose se había conseguido el más ambicioso objetivo. La comicidad la logra mediante la creación de esos tipos burlescos y desmesurados, con los que ataca el exceso y el extremismo, tan poco queridos a su condición de burgués mesurado. Es autor de obras maestras como "El misántropo", "Tartufo", "El avaro" o "El burgués gentilhombre", entre muchas otras. En esta comedia retrató la esencia de un hombre capaz de vender su alma por dinero y lo hizo con tal genio que Harpagon es uno de los personajes más grandes del teatro universal. “ La idea fundamental de Molière sobre el teatro era que debía, por encima de todo, gustar al público, y que si éste aprendía divirtiéndose se había conseguido el más ambicioso objetivo” “ Alexander Herold vuelve a demostrar su dominio de las leyes de la comedia y su capacidad de construir un trabajo homogéneo” “ ¡Al ladrón! ¡Al ladrón! ¡Al asesino! ¡Al criminal! ¡Justicia! ¡Que el cielo haga justicia”! ¡Estoy perdido! ¡Me han asesinado! ¡Me han rebanado la garganta! ¡Me han robado mi dinero! (…)¡Que los cuelguen a todos! Y si no encuentro mi dinero, me ahorcaré yo después” Ficha artística y técnica Traducción y adaptación Diseño escenografía Juli Leal-Ignacio Ramos Carlos Montesinos Dirección Diseño de vestuario Alexander Herold Javier Sáez Movimiento Harpagon José Mari Asín Mariane Virginia Cervera Valère Imanol Espinazo Anselme Jesús Idoate M. Jacques Patxi Larrea Frosine Aurora Moneo Flèche Pablo del Mundillo Cléante Bruno Ciordia Comisario Oscar Orzaiz Élise Belén Otxotorena Andrés Beraza Grabación de sonoro Javier Asín Técnico iluminación Koldo Tainta Construcción escenografía Global Servicios Culturales Odeón Decorados Confección de vestuario Marisol García Epoca-Barcelona Ayudante de dirección Oscar Orzaiz Una producción de la Fundación Municipal Teatro Gayarre y Gobierno de Navarra