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El Régimen de Promoción Cultural de la
Ciudad de Buenos Aires1
Lic. Facundo de Almeida2
Consejero Permanente del Consejo de Promoción
Cultural de la Ciudad de Buenos Aires
Argentina
1
Artículo cedido por su autor para su publicación en el Portal Iberoamericano de Gestión Cultural.
Referencia directa al artículo: http://www.gestioncultural.org/gc/es/pdf/FAlmeida-RegimenPromocion.pdf
2
Maestría en Gestión Cultural por la Universidad de Alcalá de Henares (en curso). Licenciado en Relaciones
Internacionales especializado en gestión cultural. Jefe de Asesores de la Diputada Teresa de Anchorena en la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Resumen
En diciembre de 2006 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó una ley de
mecenazgo, destinada a financiar proyectos culturales con fondos provenientes de la
recaudación impositiva. El Gobierno porteño ha anunciado que se pondrá en marcha a
principios de 2009. En este artículo se enuncian sus características, procedimientos y
alcances de la nueva norma, que promete impulsar la producción cultural de Buenos Aires.
Introducción
El estudio de las relaciones entre la creación cultural, individual o colectiva, y
sus formas de financiamiento nos permiten inferir que históricamente existió un
componente de apoyo estatal directo o indirecto, y en ese último caso los modos
concretos funcionaron bajo modalidades primitivas, de lo que actualmente
denominamos mecenazgo.
Desde la liturgia de Atenas, que imponía a los ricos, hacerse cargo de los
costos de mantenimiento de un coro, pasando por la figura clásica de Cayo Mecenas
y los Medici, hasta el papel de la Iglesia, que recaudaba impuestos para desarrollar
proyectos con alto contenido artístico, o los principados germanos, que financiaron
el desarrollo de la música clásica.
Con la irrupción y consolidación de los Estados nacionales finalizó un ciclo de
financiamiento privado de las actividades culturales y con el desarrollo de los
nacionalismos europeos, el financiamiento estatal de la cultura toma un rasgo
decisivo en lo que comienza a denominarse la lucha por apropiación de sentidos.
En el Siglo XX, a la par del desarrollo del Estado de Bienestar, se crearon
instituciones estatales de financiamiento cultural, que luego se implementarían en
Argentina.
A su vez, el avance normativo ha incorporado a la cultura como un derecho
humano y exigido del Estado cumplir con su rol indelegable para garantizar su
ejercicio pleno. En Argentina, el reconocimiento constitucional de este derecho
(Constitución Nacional de 1994 y Constitución de la Ciudad de Buenos Aires de
1996), dan cuenta de ello.
El retroceso del Estado también se ha hecho sentir en el ámbito cultural,
quedando una enorme proporción de la producción y distribución de bienes
simbólicos en manos del mercado y fundamentalmente del sector trasnacional.
Argentina, país precursor en la asimilación de mecanismos de financiamiento
estatal a la cultura, tales como el modelo del Fondo Nacional de las Artes o la
protección al cine, y del desarrollo de los aparatos burocráticos de estado locales,
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no ha avanzado en el incentivo de la participación privada en la cultura, agravado
por las sucesivas crisis fiscales.
La concreción de una ley de mecenazgo en la Ciudad de Buenos Aries,
constituye un elemento innovador, que permitirá el nacimiento de prácticas y
actividades culturales intensas, sin que esto deba menguar la responsabilidad
primaria del Estado en garantizar su financiamiento.
El Régimen de Promoción Cultural de la Ciudad de Buenos Aires
La Ley Nº 2264 de Promoción Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires fue sancionada el 15 de diciembre de 2006 y demuestra la voluntad del
legislador de crear un régimen simple, que permita a los donantes y artistas
relacionarse en forma directa.
El sistema prevé un control estatal previo y posterior a la ejecución del
proyecto, no mediando intervención en la selección del destinatario de los aportes ni
en la transferencia de los fondos.
Este mecanismo es similar al aplicado en otros países, aunque difiere del
previsto en las normas provinciales vigentes y en lo que estipulaba la llamada “Ley
Brandoni” sancionada en 2001 y vetada por el Poder Ejecutivo Nacional.
El Estado aprueba los proyectos y luego evalúa la certeza de su ejecución,
dejando en manos de los contribuyentes la elección de las iniciativas destinatarias.
Esto significa que cada contribuyente es un potencial seleccionador de proyectos.
Habrá cientos de miles de personas eligiendo propuestas para destinar
recursos, y no será necesaria una vinculación con el gerente de tal o cual empresa
para acceder a una fuente de financiamiento.
Empresarios y contribuyentes individuales, que jamás aportaron a la actividad
cultural, tendrán un incentivo para hacerlo, lo que redundará en mayores recursos y
en fortalecimiento de relaciones sociales. Murgas, bandas de rock, grupos de teatro,
clubes y artistas profesionales y vocacionales tendrán en sus amigos, familiares y
vecinos a potenciales fuentes de financiamiento.
La intención, ha sido, sin desconocer la obligación indelegable del Estado en
garantizar el acceso a la cultura, la de generar un mecanismo que impulse al sector
privado a contribuir con el sector cultural. El incentivo previsto es en relación con el
Impuesto a los Ingresos Brutos, aplicable a personas físicas o jurídicas, permitiendo
que los aportes sean dinerarios o en especie.
Esto puede significar un cambio sustancial del modelo de patrocinio, que
actualmente se canaliza casi exclusivamente a través de las cuentas de publicidad
de las grandes compañías.
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La posibilidad de efectuar aportes no dinerarios permitirá generar
oportunidades para los creadores, acostumbrados a que empresas proveedoras de
bienes y servicios contribuyan con sus proyectos, y su aplicación es muy variada:
una papelera, aportando materia prima para un catálogo; una empresa textil
ofreciendo materiales para la confección de vestuario; o un corralón proveyendo
materiales para la restauración de un inmueble patrimonial.
Los proyectos tienen que ser de “Interés para la Ciudad” y que representen
un aporte para la comunidad más allá del obvio interés de sus promotores. La
evaluación de esta contribución está en manos del Consejo de Promoción Cultural,
creado por la misma ley.
Las iniciativas tienen que ser sin ánimo de lucro y no estar concebidas con
criterio comercial. No pueden ser beneficiarias personas jurídicas con fines
comerciales, pero si remunerarse el trabajo de los artistas.
Alcances
Los proyectos pueden ser de investigación, capacitación, difusión, creación y
producción y vinculadas con el teatro, circo, murgas, mímica, danza, música,
literatura, artes visuales, audiovisuales, artesanías, patrimonio cultural, diseño, arte
digital, publicaciones, radio y televisión y sitios de Internet con contenido artístico y
cultural.
Esta enumeración contempla, como se ve, los distintos abordajes del arte y la
cultura –otros regimenes lo restringen a la producción- y prevé un amplio espectro
de disciplinas, incluyendo aspectos no previstos en otros sistemas de
financiamiento.
Autoridad de aplicación
El Ministerio de Cultura tiene como función aprobar todos los proyectos que
cuenten con resolución favorable del Consejo, y debe proveer y administrar las
instalaciones y personal para el funcionamiento del Régimen de Promoción Cultural.
Una de las mayores dificultades del financiamiento del sector cultural ha sido
el elevado porcentaje de los fondos provistos por el Estado que se destinan a
sostener grandes estructuras administrativas.
Para tener una dimensión de lo que significará el aumento de recursos,
observemos el presupuesto 2008 del Ministerio de Cultura porteño. La asignación
aprobada asciende 415 millones de pesos, de los cuales un 85% aproximadamente
corresponde a gastos de administración, obras de infraestructura y publicidad. El
15% restante está asignado para la programación de actividades de todos los
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organismos dependientes del Ministerio y para el pago de premios y subsidios como
el Fondo Metropolitano de Cultura y los galardones de la Ciudad.
La recaudación de Ingresos Brutos del año 2007 ascendió a 6300 millones de
pesos y el tope establecido por la ley es 1,1% de lo recaudado para destinar al
Régimen de Promoción Cultural, entonces, los fondos potencialmente disponibles
para ser utilizados en 2008 ascienden a 70 millones de pesos. Esta cifra puede ser
mucho mayor porque se reconocerá, en algunos casos, solo un porcentaje del
aporte realizado por el privado.
Consejo de Promoción Cultural
La Ley crea un Consejo de Promoción Cultural y determina que estará
integrado por representantes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y por
artistas, compuesto por tres miembros del Poder Ejecutivo, designados por el Jefe
de Gobierno y tres elegidos por la Legislatura a propuesta de la Comisión de Cultura
que actuarán en forma permanente. Los representantes del mundo del arte serán
tres por cada disciplina y actuarán en forma alterna, cuando se traten temas de su
competencia.
El Consejo tiene como misión resolver sobre el interés de los proyectos y
aprobar el presupuesto de cada uno, evaluando la coherencia entre las actividades a
realizarse y los ingresos y egresos enunciados.
Beneficiarios
Podrán acogerse a este régimen las asociaciones civiles sin fines de lucro y
creadores o gestores culturales en forma individual. Deberán cumplir con cuatro
requisitos fundamentales: no presentar ninguna de las inhabilidades previstas en el
Código Civil; no tener ninguna de las incompatibilidades previstas en la ley y su
reglamentación; tener domicilio legal –las organizaciones sin fines de lucro- o
residencia –las personas físicas- en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires; y, tener
antecedentes probados en la disciplina o campo a los que se refiere el proyecto.
La Ley obliga, en el caso de que quien presenta el proyecto no sea la titular
de los derechos de la obra, a incluir una autorización escrita del titular. El objetivo
de esta disposición es garantizar el cumplimiento de la Ley de Propiedad Intelectual.
Por otra parte, la norma prevé que las asociaciones civiles vinculadas con
algún organismo dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sean
estas asociaciones de amigos, fundaciones o cooperadoras, puedan presentar
proyectos pero cuando los mismos no estén previstos en los presupuestos de los
organismos.
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Benefactores y Patrocinadores
La Ley reconoce como benefactores o patrocinadores los contribuyentes
obligados a tributar Ingresos Brutos. Los benefactores son aquellos que no vinculen
su imagen con la actividad y por ello les será reconocido el 100% del aporte, en
cambio los patrocinadores que si incluyen su nombre o marca se verán beneficiados
con el 50%. Estos porcentajes se equiparan en un 100% durante los primeros dos
años de vigencia como mecanismo de promoción del nuevo instrumento.
La norma establece como límite el 2% del monto a pagar como carga
impositiva para los contribuyentes del régimen general y el 100% para aquellos que
aportan al régimen simplificado, e impide que los patrocinadores o benefactores
realicen aportes a personas físicas o jurídicas sin fines de lucro con los que se
encuentran vinculados. Son aquellos casos en los cuales el contribuyente sea el
titular, fundador, administrador, gerente, accionista de la persona jurídica
beneficiaria o bien socio, empleado, cónyuge, parientes por consaguinidad o por
afinidad hasta el cuarto grado o dependiente de la persona física autora del
proyecto.
El incumplimiento conlleva sanciones que pueden significar pagar una multa
por un valor igual al doble del monto que debería haber sido aplicado o bien no
poder constituirse nuevamente en beneficiario o benefactores.
Procedimientos
Los montos aportados por los Patrocinadores o Benefactores deben ser
depositados en una cuenta bancaria del beneficiario en el Banco Ciudad de Buenos
Aires, sin intervención posterior administrativa. Los aportes no dinerarios, son
entregados al beneficiario, para lo cual debe solicitarse previamente la tasación por
parte de la citada entidad bancaria.
Los beneficiarios, por su parte, deben elevar a la autoridad de aplicación
informes de avance y de rendición de cuentas, sobre los cuales ésta debe expedirse,
en un lapso no mayor de sesenta (60) días de recibidos, aprobándolos, objetándolos
o rechazándolos con causa fundada.
Es importante destacar que la reglamentación de la Ley ha previsto que la
selección del proyecto que el benefactor o patrocinador desee auspiciar
económicamente se realice a través de Internet, y que desde la página web de
Rentas de la Ciudad pueda imprimirse la boleta de depósito correspondiente. La
operación concluirá, para el contribuyente, con la realización de un depósito
bancario en las sucursales del Banco Ciudad.
El procedimiento on-line facilitará el acceso a este sistema a pequeños y
medianos contribuyentes, ya que no hará falta la intervención de un contador ni
realizar complejas declaraciones juradas.
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Conclusión
Buenos Aires ha innovado con una legislación que promete ser ágil y de
sencilla aplicación para que la ciudadanía pueda participar en la selección de
proyectos culturales que serán financiados por fondos públicos provenientes de la
recaudación impositiva y complementados por aportes privados.
El Estado por su parte mantendrá la responsabilidad de velar por el
funcionamiento y transparencia del sistema mediante la aprobación previa de los
proyectos culturales y la intervención posterior en cuanto al control de los aportes y
la ejecución de las acciones financiadas.
El Poder Ejecutivo ha anunciado que en septiembre se implementará la Ley
Nº 2264 y entrará efectivamente en vigencia. Veremos si esta experiencia funciona
como sus mentores esperan, y surgen nuevos –pequeños y medianos- “mecenas”
en la Ciudad de Buenos Aires.
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