Documento Base del Seminario Regional de Políticas de Gestión Cultural del MERCOSUR

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UNESCO
VILLA OCAMPO
SEMINARIO REGIONAL DE POLITICAS DE
GESTION CULTURAL DEL MERCOSUR, VILLA
OCAMPO, 26 y 27 DE ABRIL DE 2007
INFORME FINAL
( Versión resumida )
Participantes del Seminario
MERCOSUR
Arq.Víctor Achucarro (Paraguay)
Lic.Lauro Henrique Alves Pinto (Brasil)
Prof. Bruno Barrios Sosa (Paraguay)
Dr. Gonzalo Carámbula
Lic. Manuel Esmoris (Uruguay)
Lic. Pedro Querejazu Leyton (Bolivia)
ARGENTINA
Dr. Rubens Bayardo
Arq. Silvia Fajre
Dr. Edwin Harvey
Lic. Andrés Gribnicow
Arq. Ramón Gutierrez
Dr. Carlos Moneta
Lic. Alfredo Moreno
Dr. Arturo Navarro Ceardi (Chile)
Dr. José Miguel Onaindia
Lic. Luis A. Quevedo
Coordinador: Jorge O. Cremonte
“Análisis prospectivo de las políticas de gestión cultural
de los países del MERCOSUR” (Documento Base)
¿Cómo afrontar adecuadamente los diversos y complejos desafíos
culturales y económicos que afectan a los países del MERCOSUR? ¿Cómo
orientar las políticas culturales, definiendo las premisas directivas así como las
estrategias para su puesta en práctica? El Seminario se propone hacer un
aporte a estas y otras cuestiones clave a las que se enfrentan hoy en día las
políticas culturales, algunas de las cuales trataremos brevemente en este
Documento Base.
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El Protocolo de Integración del MERCOSUR en su artículo II indica el
camino en un sintético resumen de prioridades:
“Los Estados Parte facilitarán la creación de espacios culturales y
promoverán la realización, priorizando la coproducción, de acciones culturales
que expresen las tradiciones históricas, los valores comunes y las diversidades
de los países miembros del MERCOSUR.”
Es indudable que este proyecto regional necesita sustentarse en la
cooperación como elemento sustancial que permita renovar los criterios de
intervención del Estado. Para impulsar este proceso de cambio profundo
resulta indispensable, a su vez, observar la Carta Cultural Iberoamericana
cuando recomienda que “considerar a la cultura como una dimensión de la
ciudadanía es un elemento para la cohesión social y, al mismo tiempo,
genera confianza y autoestima no sólo a individuos sino también a los grupos”.
Frente a la compleja problemática cultural actual, ya no hay lugar para
improvisaciones. Así lo ratifica la intensa tarea de capacitación cultural
iniciada en los países del MERCOSUR a partir de la década de los 90. Diversas
instituciones, en especial universitarias y organismos y redes internacionales,
han estimulado procesos pedagógicos que proponen el aprendizaje de marcos
conceptuales, herramientas metodológicas fundamentales para el diseño y
planificación de proyectos culturales.
La política cultural es hoy, por sobre todo, una iniciativa para los
ciudadanos a través de un análisis exhaustivo de la demanda, una
investigación rigurosa de la realidad y un aliento del sentido de continuidad de
las mejores experiencias institucionales, entendiendo que las miradas globales
e integradoras deben orientar necesariamente el diseño conceptual de las
políticas culturales, que son ante todo políticas de conjunto.
El gran reto de la gestión cultural es convertir las ideas en
proyectos gestionables y sustentables. Un análisis pormenorizado de las
políticas de gestión de los países del Mercosur, constituye indudablemente una
de las condiciones necesarias para lograr una estructura administrativa apta e
idónea al servicio de una iniciativa pujante.
El escenario, además, se modifica de continuo. El auge de los recientes
entornos locales y regionales, la globalización y el impacto de las nuevas
tecnologías suponen una oportunidad ya que potencian el desarrollo de la
cultura de proximidad y la ampliación de las demandas locales. La actual
sociedad de la información y del conocimiento requiere conectividad, logística,
telecomunicaciones. Existe paralelamente la idea de Paul Virilio acerca de que
“la hipervelocidad de la información en las comunicaciones genera efectos de
desaparición del cuerpo, del espacio y del tiempo histórico”. La informática y
sobre todo Internet favorecen la desaparición del territorio como categoría.
Hasta ahora habíamos conocido el tiempo de la historia. De aquí en adelante,
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vivimos una
astronómico.
mundialización
instantánea,
un
tiempo
inaudito,
absoluto,
En este contexto, las políticas culturales, además de continuar
ocupándose de los temas tradicionales, deberán abrirse hacia otros
ámbitos, entendiendo la cultura de una manera amplia que incluya todas sus
vertientes antropológicas, institucionales y sociológicas.
Otorgar una ocupación preferente al financiamiento cultural
también forma parte de la necesaria apertura de enfoques. En este
aspecto, la Agenda 21 de Cultura (Compromiso 20) infiere la práctica de
garantizar la financiación pública – directa e indirecta – para contar con fondos
adecuados, mediante los instrumentos necesarios. La economía y la cultura no
son dos universos indiferentes pero no han tenido una sociedad de mutuo
aprecio. La economía, en esta tesitura, ha sido caracterizada, con cierta
justicia, por una mirada estricta, considerando casi marginal e inasible al
mundo de la cultura. La cultura, por otra parte, posee una mirada ideal, sin
detenerse en sus límites y considera a la economía como el conjunto de los
impedimentos, el imperio de los retaceos. Los dos extremos no han hecho otra
cosa que contribuir al preocupante estado del financiamiento regional de la
cultura. Por eso resulta imperativo mediar con destreza entre ambos campos.
El gran cambio será no temerle a los límites que impone la
dinámica institucional. La gestión cultural deberá tener la cualidad de
transformar esos presuntos obstáculos en el trampolín para nuevas iniciativas.
En este sentido, se hace imprescindible valorar el criterio compartido por sobre
el parecer individual y encarar la gestión cultural no como un arte poco preciso
guiado por la improvisación sino como una disciplina con métodos y objetivos
medibles, en la que la versatilidad constituye un instrumento meridiano.
En el marco actual de desarrollo de políticas culturales a nivel mundial,
es importante plantear esta dimensión con el fin de plasmar una identidad
cultural que reúna a los países miembros. La sistematización de la información,
el establecimiento de un marco operativo común a toda la región, son
esenciales para otorgarle efectividad a las políticas de integración en gestión
cultural protegiendo de este modo a las expresiones culturales más débiles de
disolverse por marginación.
Reconocemos en América Latina dos aspectos fundamentales que
constituyen su identidad cultural: por un lado una diversidad cultural con
códigos propios a cada región, por otro, una herencia común proveniente del
mestizaje. Es necesario desarrollar un lenguaje aplicable a las problemáticas
nuestras, posibilitando la articulación de políticas culturales que engloben una
identidad propia, tarea que corresponde a las instituciones formadoras en
gestión cultural. El establecimiento de una curricula propia y común a los
estados miembros del MERCOSUR permitirá un intercambio en materia de
preservación y fomento de las manifestaciones culturales.
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La misión que se propone la UNESCO es dar cuenta de las problemáticas
culturales específicas a nuestra región, que permitirá establecer un marco de
reflexión y desarrollo de nuevas políticas en gestión que se adecuen a las
mismas.
La gestión cultural como herramienta de desarrollo económico y
social
“Seguros de que la cultura contribuye a la erradicación de la pobreza y
la búsqueda de la inclusión social, gracias a su creciente impacto en la
transformación económica y social de nuestros países (...) Nos
comprometemos a estrechar la relación entre las políticas culturales y la
eliminación de la pobreza como una contribución al logro de los Objetivos del
Milenio y al desarrollo económico y social de Iberoamérica”
La declaración de Montevideo es clara en cuanto a uno de los objetivos
primordiales de las políticas públicas de la cultura en los próximos años: la
batalla contra la pobreza y la exclusión social. El pasaje del sector cultura
como simple administradora de las bellas artes a generadora de ciudadanía y
la progresión de los estudios sobre la incidencia económica de las industrias
culturales y/o creativas ha llevado a la necesidad de pensar las políticas
públicas de cultura como otro recurso efectivo que posee el estado para
superar la pobreza y la exclusión.
Durante los últimos años se ha producido un fuerte desarrollo de ese
espectro de la economía que se ha llamado economía social. Frente a esta
emergencia, que es paralela al achicamiento del Estado, los actores y teóricos
de la economía social han oscilado entre otorgar al Estado un rol activo y a no
concebirlo como un agente con capacidad de intervención.
Lo cierto es que al Estado le cabe una responsabilidad en cuanto al
fomento de la nueva socioeconomía, más aún cuando los actores implicados sectores empresariales - no están sólo movidos por transacciones con vistas a
la utilidad, sino también por otro tipo de valores como los de la solidaridad y la
cooperación.
Una vez asentada la responsabilidad del Estado en cuanto a la creación y
la promoción de este tipo de iniciativas, cabe destacar la implicación de las
áreas gubernamentales en cuanto al apoyo a aquellos proyectos que orientan
la práctica de la economía social hacia la cultura –esta vez en sentido
restringido y no amplio. En este caso, nos encontramos con un marco en el
que los emprendimientos, a través del flujo de bienes y servicios culturales
producidos por el capital cultural, aportan beneficios materiales e inmateriales
a las personas, en tanto individuos y en tanto miembros de la sociedad.
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La intervención del Estado en cuanto a la creación, promoción y
desarrollo de una economía social de la cultura sólo será efectiva si se realiza
con vistas a la autonomía y autosustentabilidad de los emprendimientos y los
actores y colectivos en ellos implicados. Los fondos de subsidios, préstamos e
incubadoras de proyectos culturales que están apareciendo dentro del marco
de las políticas culturales son el comienzo de un camino que necesita ser
observado con atención, extremando las técnicas de seguimiento y evaluación
de proyectos y la elaboración de indicadores y datos que nos permitan trazar
un panorama real de la situación del sector cultural en nuestros territorios.
La formación profesional en el área cultural está enmarcada por el
interjuego de dos formaciones: la específicamente disciplinaria (técnica,
artística, sociocultural) y la propiamente gestionaria (planificación, evaluación,
impacto, diseño estratégico, comunicación, etc.). En este contexto, existe una
tensión entre una perspectiva de desarrollo cultural orientada al mercado y
una perspectiva de la cultura como factor del desarrollo social., que quizás lo
expuesto “ut supra” ayude a resolver.
El reconocimiento del sector cultural como un sector social productivo es
resultado de un proceso que se inicia en el mundo occidental a mediados de
los años ’80 cuando el campo de la cultura se redefine, tornándose cada vez
más complejo, más amplio y, a la vez, con límites más difusos debido
fundamentalmente a las consecuencias de la revolución científico-tecnológica
asociada al transporte y las telecomunicaciones. Las organizaciones culturales
crecen, se especializan, y sus objetivos resultan cada vez más difíciles de
alcanzar si los recursos humanos que las integran no poseen la formación
adecuada.
Una estructuración posible, aunque relativamente arbitraria, del campo
cultural incluye en éste a las artes (visuales y del espectáculo), al patrimonio
en sus diversas dimensiones (histórico, artístico, arqueológico, arquitectónico,
etc.) y a las denominadas industrias culturales (audiovisual, musical, editorial
y cinematográfica). Es evidente que esta estructuración implica el
reconocimiento de un sector comercial y de un sector no comercial, lo que
incorpora el tratamiento de cuestiones de política pública, de cuestiones
económicas y de cuestiones sociales.
Es la exigencia de las propias organizaciones del campo la que impulsa el
tránsito desde la idoneidad hacia la profesionalización en la gestión de los
recursos culturales. En el pasado era suficiente contar con antecedentes
artísticos o en el campo educativo para conducir museos, bibliotecas u otras
organizaciones culturales. Hoy se requiere el dominio de herramientas
sofisticadas y el conocimiento de normas, actores y relaciones del campo
cultural. En el futuro, esta situación será cada vez de mayor exigencia
profesional tanto para los actores del sector público, como para quienes se
desempeñan en el sector privado. Para hacer frente a estos desafíos se
requiere de la participación coherente y articulada de distintos actores: Estado,
sociedad civil y, particularmente, del sistema universitario.
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El perfil del gestor cultural
El punto de partida del proceso de creación de carreras es doble. Por una
parte toma en cuenta el perfil profesional requerido por el gestor, es decir, el
conjunto de sus competencias y habilidades para la tarea; por otra parte, es la
propia oferta académica existente la que actúa como limitante de la formación.
La participación del sistema universitario en la formación para la gestión y
administración del campo cultural muestra en la actualidad títulos de pregrado
(tecnicaturas), títulos de grado (licenciaturas) y títulos de postgrado
(especializaciones y maestrías). Esta situación no sucede solo en Argentina,
sino que es común a todo el proceso de profesionalización.
Ante este nuevo panorama se puede proponer que:
- La labor de capacitación siempre sea experimental, porque no presenta
modelos conceptuales definitivos sino una actitud abierta al debate con una
orientación permanente al cambio.
- La elaboración de un protocolo de prioridades a nivel regional y
municipal.
- El proyecto de que el Estado (en todas sus jurisdicciones) y el sector
privado legitimen un sistema de incorporación a sus organismos de
gestores culturales calificados.
Tomando como punto de partida el consenso que se establece en las
reuniones de Cultura del MERCOSUR del año 95, 96, 97 y 99 en diversas
ciudades y los acuerdos que surgen de las Conferencias de Ministros de Cultura
de Iberoamérica, sobre la necesidad de propiciar la participación de fondos
privados para el desarrollo de emprendimientos con fines culturales, es necesario
analizar la currícula para la formación de los profesionales del sector definiendo el
perfil del gestor cultural como principal actor.
La formación de los recursos humanos es clave para estimular la
participación del sector privado, organizar fondos mixtos de promoción de la
cultura y, en especial, para definir al sector cultural como factor de desarrollo
sustentable y generador de empleo.
La gestión de organizaciones culturales en un espacio cultural
iberoamericano requiere de cooperación y trabajo en red, para poder así, no solo
intercambiar experiencias similares de gestión sino también fortalecer los vínculos
y potenciar una gestión cultural profesionalizada y creativa.
El acuerdo sobre los objetivos y enfoques de la currícula educativa en el
ámbito del MERCOSUR es clave para definir el perfil del gestor cultural, las
competencias de las nuevas profesiones culturales y propiciar el intercambio de
experiencias y profesionales entre los países Iberoamericanos.
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El gestor cumple una función de interfase entre distintos universos:
artistas, proveedores, financistas, prensa, público, infraestructura, etc. En ese
sentido
existen
procesos
que
son
de
competencia
específica
del
emprendedor/gestor cultural que permiten que un hecho creativo u obra de arte
pase a ser un hecho cultural y luego un hecho comercial.
Algunas de las competencias específicas del gestor cultural son:
•
•
•
•
Manejo de las herramientas del management estratégico moderno
aplicadas a este sector, que tiene características diferenciadoras. Esto
incluye decididamente el uso de las modernas TIC en todos los ámbitos,
planificación estratégica, marketing, financiamiento, administración y
gestión de RRHH.
Investigación como competencia básica, de modo de poder generar
información pertinente que permita identificar tendencias manifiestas y
latentes, verificar cursos de acción, generar escenarios hipotéticos y tomar
decisiones adecuadas.
Comunicación estratégica, siendo este un ámbito indispensable para que el
hecho cultural produzca su derrame hacia la sociedad.
Capacidad de identificar y generar oportunidades comerciales para poder
realizar negocios o crearlos. Es desde esta competencia específica que se
dará esa unión entre lo público y lo privado para el desarrollo de la cultura
y su coincidente beneficio social.
Este sería el análisis hacia el adentro; es decir, qué figura profesional es la
más conveniente en esta época y en la cercana para timonear el barco de
desarrollos creativo/culturales sustentables.
Por otra parte está el afuera. ¿Cuál es el valor que la sociedad en general
está adjudicándole a los conceptos de ciudad creativa, a los aportes privados a
la cultura en forma de patrocinio y a su relación con el desarrollo económico
local y regional? Se trata de un campo muy reciente en Argentina, con algún
grado de desarrollo mayor en países como Brasil y España.
Es tarea de la gestión cultural reafirmar el valor de la cultura en tanto
práctica e imaginario de la vida en común permitiendo un acceso más
equitativo a los bienes y servicios culturales, desarrollando la creatividad y
respetando las identidades.
La gestión cultural es un medio para interpretar las demandas que los
ciudadanos hacen a las organizaciones culturales y los gestores son los
responsables de facilitar la incorporación de todos a la posibilidad de
expresión, arte, pensamiento, debate, crítica y creación de ciudadanía, con la
exigencia de tener que contar con una alta cualificación.
En la gestión de organizaciones culturales, los procesos relativos a la
planificación estratégica (planeamiento – gestión - control) resultan centrales.
Estas organizaciones cuya especificidad es brindar servicios culturales en
7
donde la flexibilidad y lo intangible suele ser la norma, requieren profesionales
altamente cualificados para poder desarrollar sus planes de gestión a corto y
mediano plazo así como también su planificación estratégica a largo plazo.
En el proceso de planeamiento, la organización cultural tanto en el sector
público como privado piensa anticipadamente los objetivos que se plantea, el
rumbo a seguir y las acciones que va a desarrollar para minimizar los riesgos y
maximizar las alternativas en un mundo cada vez más fragmentado.
El éxito de un proyecto radica en combinar adecuadamente los
elementos necesarios de economía, política, comunicación, arte, marketing e
historia, entre otros, a partir de una visión estratégica y plural de la actividad.
La notable influencia ejercida por la teoría de la gestión cultural española
en los países iberoamericanos es el resultado de más de una década de labor
formativa para especialistas de América Latina. Las diferencias evolutivas a
fines del siglo XX de sociedades que se han vuelto tan dispares como las
europeas y las latinoamericanas, han ido profundizando la separación entre
unas y otras, y quitando efectividad a cualquier pretensión de simple
exportación de ideas o experiencias. Ya no se trata sólo de la escala de
recursos disponibles (por momentos incomparable) sino también de diferencias
profundas en la estructuración de las relaciones de clase, el grado de
institucionalización de la sociedad, la participación, la descentralización y la
aparición de diversos colectivo que comparten la gestión cultural con el Estado.
Fortalecer la identidad
Es necesario restablecer el lugar que lo cultural debe ocupar en la vida
de una sociedad, atendiendo a valores y construyéndolos, comprometiendo a
todos y logrando la participación de sectores que sólo reciben el nutriente
cultural de la televisión. Se trata de fortalecer aspectos identitarios frente a los
valores hegemónicos unilaterales, a la vez que reconstruir una nueva identidad
latinoamericana o mercosureña, que será necesaria para fundar el nuevo
espacio político, económico y social que representa el proyecto regional
autónomo.
Por último, en este contexto cobra especial valor el análisis de las
experiencias exitosas realizadas en el continente, en tanto corresponden a
sociedades que han atravesado similares procesos y que, aún con diferencias
significativas, comparten patrones culturales compatibles y muchas veces
complementarios. Para lograrlo, es imprescindible el intercambio de
información que realimente constantemente el incentivo en el sector de la vida
cultural de cada sociedad.
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Por este motivo resulta aconsejable que la UNESCO tenga el propósito de
intervenir positivamente en las áreas de la formación de gestores culturales
para un proyecto integrador, facilitando intercambios de investigadores,
formadores y docentes, así como del producto de sus actividades. Estos serán
los nichos a ocupar por acciones formativas que permitan construir el
conocimiento para la acción del siglo XXI en América Latina. De allí surgirán las
políticas de integración, a partir de políticas públicas y acción privada en el
campo de la vida cultural de los pueblos de América.
La identidad de los grupos humanos, no sólo supone la construcción de
un universo simbólico que lo define, sino que es el soporte que determina las
relaciones sociales y económicas, los modelos de producción, de
representación y de ejecución de proyectos colectivos. Construimos con otros
no sólo un ideario como individuos y como grupos, sino también el ideal de
quienes queremos ser individual y colectivamente.
Por ello la dimensión territorial de las políticas culturales es el desafío
que deberá afrontar el Estado para llegar a los segmentos sociales más
vulnerables, implicando para ellos tanto a la participación ciudadana en la
elaboración de un nuevo modelo de gestión como así también a lo que se le
denomina “servicios de proximidad”: aquello que pueda hacer el que este más
próximo de la realidad, que lo haga.
Esta dimensión supone la efectiva transferencia de competencias a
través de la descentralización presupuestaria y la desconcentración de
funciones, en la antesala de una reforma de la administración que necesita
redefinir el rol del área central como la generadora de los lineamientos de
carácter general.
El concepto de territorio supone ampliar los marcos de actuación de las
políticas culturales convirtiéndolas en verdaderamente democráticas y
propiciatorias del bienestar de todos los ciudadanos, anteponiendo el concepto
de redistribución al de inclusión, en cuanto este último supone solamente la
atenuación de los impactos negativos y por lo tanto es local y fragmentada.
Fomentar la participación y la asociatividad en un nuevo modelo de
gestión compartido significa la construcción de una cultura cívica en el
reconocimiento de la diversidad cultural propiciando la “ciudadanización” de la
gestión pública, comprometida con un desarrollo cultural participativo, justo y
solidario.
En definitiva se trata de involucrar a los ciudadanos en el desarrollo de las
políticas culturales, profundizando su campo de acción en el uso de los
servicios y del equipamiento que generan relaciones de cotidianidad cívica; en
la planificación, programación y evaluación de los mismos y en la
determinación de los caracteres identitarios necesarios, que a partir de la
integración y la participación, estimulen y contribuyan al afianzamiento del
tejido social.
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Las políticas de proximidad exigen más que liderazgo intuitivo y una
carrera profesional tradicional. La voluntad de proximidad se ha constituido en
iniciativas que toman al territorio-barrio como referencia y transitan hacia una
nueva jerarquía de consensos. La legitimación de esta concepción que apunta
hacia estándares de calidad más altos requiere una nueva agenda de ideas y
un campo interdisciplinar en el que confluyen algunos de estos temas:
-
-
El aprovechamiento estratégico del territorio y sus fuerzas endógenas.
La consideración de las simetrías culturales de los países del Mercosur, la
refuncionalización de los territorios y las ventajas competitivas de las
ciudades.
La incorporación de un gerenciamiento de vanguardia.
Los nuevos instrumentos de ordenación y los nuevos actores.
El aporte de tecnología de punta en la gestión cultural.
Equipo Redactor
Comisión de Asesores
Prof. María Victoria Alcaraz
Prof. José L. Castiñiera de Dios
Lic. Juan C. D´Amico
Arq. Pedro Delheye
Prof. Héctor Schargorodsky
Comisión Jóvenes Profesionales
Lic. Elisabet Martini
Sr. Pablo Montiel
Lic. Lucía Patiño Mayer
Lic. Florencia Platino
Coordinador: Jorge O. Cremonte
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CONCLUSIONES GENERALES
Con los auspicios de la Oficina de UNESCO Montevideo- Cluster MERCOSUR se
realizó en Villa Ocampo los días 26 y 27 de abril de 2007 el “Seminario
Regional sobre las políticas de gestión cultural en el MERCOSUR” que sirva de
orientación sobre qué acciones desarrollar que fortalezcan la capacidad de
gestión de estos países.
Se parte de la base de que Iberoamérica y el MERCOSUR es un espacio cultural
indispensable en el desarrollo del mundo, que se está construyendo. Los
grandes ejes de este espacio son el pasado histórico, las lenguas y las
concepciones comunes del futuro.
Por otra parte, debe recordarse que la Cumbre de los Presidentes del Mercosur
(julio 2006) dispuso la designación de la República Argentina como Sede
Permanente del MERCOSUR Cultural. En ese sentido se aceptó el ofrecimiento
de la UNESCO para que la Villa Ocampo se constituya en Centro de Referencia
del Mercosur Cultural.
El Seminario ha cumplido también con el Protocolo de Integración Cultural del
MERCOSUR que en su artículo 1º suscribe que los Estados Partes promoverán
programas y proyectos conjuntos en el Mercosur en los diferentes sectores de
cultura, que definan acciones concretas.
El Informe Mundial sobre la Cultura 2000 (Diversidad cultural, conflicto y
pluralismo) que produjo la UNESCO menciona ciertos puntos que fueron
tratados en el Seminario: 1) El “Estado de inversión social” como solución a la
regulación estatal y a la dinámica de mercado. 2) Cultura y pobreza. 3) Nuevas
estrategias y conceptos sobre el patrimonio tangible e intangible en un mundo
globalizado.
El objetivo del Seminario fue convocar a un foro de diálogo e intercambio en el
que participen conjuntamente, responsables de instituciones culturales en el
establecimiento de un catálogo de contenidos que identifiquen problemas y
aporten soluciones orgánicas para el desarrollo de la cultura.
Estos protagonistas culturales -aceptando los propósitos de la Declaración
Universal de la Diversidad Cultural de las UNESCO- convendrán una propuesta
de las nuevas orientaciones para la gestión cultural de regiones, jurisdicciones
gubernamentales y entidades del sector privado.
Reconociendo que el universo de la cultura exige hoy expertos y especialistas
profesionales que manejen un conjunto de nuevos criterios para la gestión de
proyectos que contengan su previsibilidad, su sostenibilidad y su evaluación
permanente.
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Debe considerarse al área cultural como un elemento esencial para el
desarrollo de las comunidades como escenarios atractivos para la actividad
cultural, social y económica y favorecer la tendencia hacia las experiencias de
cooperación e integración, cuando la dimensión y proyección del proyecto lo
demanden.
La gestión cultural puede definirse como la actividad que le pone marco (un
marco de mediación) al delirio creativo. Si bien se comienza con ejemplos que
parten de la reunión de Venecia de la UNESCO de 1970, hay antecedentes de
mucho tiempo atrás: se puede mencionar a Richard Wagner, el gran músico
alemán, cuando propuso la Gesamtkunstwerk, una combinación de poesía
dramática con música. Pero no quedaba allí su aporte: Wagner consideraba
con detenimiento lo que hoy se llamaría un tratado de gestión cultural.
Ejemplo: el Informe de 1847 sobre la reorganización completa de la Königliche
Kapelle que abarcaba un detallado estudio del número de músicos, ubicación
de los atriles, concurrencia de públicos y otros elementos organizativos para
aumentar la eficiencia económica del organismo.
El Seminario trató una serie de dominios tradicionales, tales como Cooperación
Cultural y Derechos Culturales, Investigación y Formación Cultural, Gestión e
Innovación y Cultura, Comunicación, Desarrollo Sustentable y Empleo Cultural.
Se incorporaron además el universo de la informática aplicada a la gestión
cultural y el innovador campo del diseño. En el año 2005, Buenos Aires ha sido
declarada por la UNESCO “Ciudad del Diseño” en el marco de la Red Global
Ciudades Creativas – Alianza Global. Hasta el momento, las otras dos ciudades
de diseño declaradas por la UNESCO son Berlín y Montreal. En el contexto de
este seminario se estimó importante exponer un caso de diseño que de algún
modo refleja algunas de las prácticas de la gestión cultural actual promovidas
por la UNESCO. La articulación entre la teoría y la práctica en estos casos
resulta de fundamental importancia para ilustrar algunas de las cuestiones
planteadas por los distintos conferencistas participantes.
Un análisis crítico de la situación en el MERCOSUR sostiene que no hay
políticas culturales formuladas en términos explícitos; se toman iniciativas de
orden cultural. Debería pensarse en un modelo de latinoamericano o como
sostiene un expositor impulsar un diálogo y acción entre culturas
“intralatinoamericano”.
La gestión pública en América Latina debe observarse como un espacio clave
de articulación entre sectores y actores de la cultura. No se trata de un solo
gobierno, sino definir políticas que expresen consensos básicos del conjunto de
la sociedad. Y allí pueden señalarse los nuevos desafíos: mantener la identidad
frente a la globalización, trabajar en la integración social, hacer de la cultura
un factor de cambio y desarrollo, trabajar sobre un concepto plural y amplio
que contribuya a la construcción de ciudadanía.
12
Se considera conveniente asociar iniciativas de gobiernos, universidades,
fundaciones, cámaras empresariales, sindicatos y actores culturales a fin de
promover estudios e investigaciones – estadísticas en profundidad – sobre el
sector de la economía de la cultura y la comunicación. Ello en el marco de
programas y de líneas de investigación continuas, orientadas a diseñar
políticas culturales transversales que hagan efectivos los derechos culturales.
Se propone que se identifique en qué sector se invierte el mayor flujo
económico, cuál es el fundamento cultural y social que prioriza la toma de
decisiones, quienes son los destinatarios. Por eso el reto de la gestión cultural
es convertir las ideas en proyectos gestionables y sustentables.
Hay una consideración desde siempre de la necesidad de consensuar las
políticas educativas y las políticas culturales, que ayuden a la formación de la
sociedad demandante del mejor proyecto cultural, porque no hay política
cultural eficiente sin que la respalde una política educativa. En algunos países
existe una dicotomía entre creciente producción cultural y el decreciente
público asistente.
Debe concederse que el MERCOSUR no es sólo una alianza comercial, sino
también una integración cultural. Pero aún faltan dar muchos pasos: el
tratamiento de las asimetrías culturales, la casi ausencia de participación y de
integración regional. Este proyecto regional requiere sustentarse en la
cooperación como elemento sustancial que permita renovar los criterios de
intervención del Estado
Otro expositor infiere darle mayor énfasis a la Agenda 21 que fue aprobada por
más de 300 gobiernos locales y regionales países provenientes del continente
americano, europeo y africano. Tiene un carácter de reflexión y la práctica en
esos espacios una vigorosa descripción de definiciones que “deberían servir
para continuar en la espiral ascendente de la política y la gestión cultural, y
evitar esa actitud nefasta del eterno recomenzar”.
Se cree altamente necesario trabajar sobre la categoría “evaluación del
impacto cultural”. En línea con la analogía generalmente aceptada entre
biodiversidad y diversidad cultural, se sugiere que se tome como referencia la
“evaluación del impacto ambiental”. Esta última ha sido incluida en casi toda la
legislación vigente a partir de 1992 y puede avizorarse tiene las fortalezas y
debilidades que se puede encontrar a la evaluación del impacto cultural.
Hay un acuerdo general acerca de promover la formación – de distintos tipos y
niveles, acorde a diversos contextos y necesidades – en gestión cultural para
personas del sector, y en cultura para personal de otros sectores – alentando
la interdisciplinariedad – tendiendo a establecer interlocuciones y políticas
culturales públicas transversales. Comenzó la capacitación con la formación de
“todólogos”: se recuerda lo sostenido por un gestor colombiano: un
administrador cultural en América Latina, enmarcado casi siempre por una
estructura operacional casi obsoleta, debe combinar en sí mismo múltiples
13
personalidades., de boy scout a mendigo, de gerente a albañil, de crítico de
arte y periodista a experto en relaciones públicas. Esta escisión de
personalidades debe estar puesta al servicio de una voluntad esencialmente
creativa: lograr todo con nada. En un país se diseñaron algunos programas
experimentales a modo de posibilitar a los gestores culturales, el acceso a
herramientas y contenidos conceptuales básicos que les permitan
complementar sus conocimientos en la práctica de la gestión y conformar un
proceso de “aprender haciendo”. Otro experto siguiendo una línea “práctica”
formuló una serie de preguntas: ¿Para qué vamos a formar gestores?, ¿Quién
los va a emplear?, ¿Para hacer qué?, ¿Cuál es el grado de intervención política
que es admisible en la cultura?, ¿Es necesario que sean generalistas o
especialistas?
Hubo un claro consenso en la necesidad de formar especialistas, por lo tanto
es aconsejable la revisión casi permanente de las currícula. No hay un solo
perfil de gestor cultural. Cada quien responde a los requerimientos de sus
propios contextos, entendiendo que la labor de capacitación será siempre
experimental, porque no presenta modelos conceptuales definitivos, sino una
actitud abierta al debate con una orientación permanente al cambio.
Se propone entonces en pensar en sistematizar la información, pensar en
cómo desarrollar las políticas culturales en los territorios, pensar en las TIC´s y
su impacto en la economía, en las rupturas sociales, brechas digitales no sólo
en los diferentes estratos sociales, sino en las empresas e instituciones.
La poca representatividad de las ciudades como patrimonio del siglo XIX en la
lista de Convención del Patrimonio de la UNESCO evidencia la necesidad de
redefinir los valores con los cuales deben mirarse estas ciudades históricas.
Esas Convenciones nos llevan a una lectura transversal, donde las ciudades
que testimonian el paisaje cultural más importante del último milenio tengan
una capacidad de presencia.
Hubo una preocupación general por debatir sobre las innovaciones en el campo
cultural. Allí se encadenan una serie de propuestas nuevas, entre ellas: que el
tema de la innovación sea un permanente motivo de acción y reflexión, por
ejemplo discutir sobre las características de un modelo de gestión cultural
autónomo del MERCOSUR con una currícula de formación propia de los países
de la región, convenir un protocolo básico de prioridades culturales, acordar
unidades de diseño curricular conjuntos, recomendar un estudio para fijar una
base porcentual presupuestaria para las ciudades, introducir claramente la
figura del gestor privado de la cultura.
Se sostuvo que los principales factores de innovación en la gestión cultural del
siglo XXI derivan de la incorporación en ella, de variables como el
autofinanciamiento (total o parcial); el trabajo en redes, la formación y
fidelización de las audiencias y la incorporación de planes de gestión a
proyectos tanto nuevos como existentes.
14
Se propone en materia de renovación el funcionamiento de un centro de
referencia regional, como promotor y núcleo de coordinación y apoyo de las
actividades de instituciones y universidades de la región en materia de
documentación, enseñanza, estudios, investigación y difusión de los campos de
la cultura.
En el contexto de este seminario se estimó importante exponer un caso de
diseño que de algún modo refleja algunas de las prácticas de la gestión
cultural actual promovidas por la UNESCO. La articulación entre la teoría y
la práctica en estos casos resulta de fundamental importancia para ilustrar
algunas de las cuestiones planteadas por los distintos conferencistas
participantes.
Se incorporó al Seminario las soluciones basadas en tecnologías en
informática y en comunicación (TIC´s) para ser aplicadas a las actividades
de recuperación, catalogación y digitalización de documentos, preservación
patrimonial y difusión multimedia, se encuentra en un estado de madurez
de producto que garantiza a los ciudadanos encontrar las condiciones
básicas de accesibilidad a los contenidos institucionales.
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