Cuarenta Hadices

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Cuarenta hadices
por Miguel Valls
El islam posee
cuatro fuentes sobre las
que se apoya su religión,
las llamadas Cuatro
Evidencias. La primera
es el Corán, el Libro
(Kitâb) inspirado por el
propio Dios al profeta
Muhammed durante el
primer tercio del siglo
VII de la era cristiana,
que constituye, como tal
revelación divina, una
valiosa e inapelable
fuente de sabiduría, y no
solo para creyentes. La segunda es la Sunna, el
conjunto de recopilaciones de dichos y hechos
(hadiz) del profeta Muhammed que, si bien no
poseen la consideración de revelaciones directas
de Dios, de palabra divina, son extraordinarialmente respetadas también –después
volveremos sobre ellas– . Luego, con muy inferior
rango, la tercera fuente es la llamada Idjmâ
(consenso), o acuerdos en materia religiosa, o
sobre las correctas interpretaciones de los textos
anteriores, tomados por los sabios reconocidos,
los ‘Ulamâ. Por último, la cuarta evidencia es la
Qiyâs (analogía), compuesta por reglas extraídas
del Corán y de la Sunna, mediante la analogía y
la comparación.
Ya en vida de Muhammad existía cierta
polémica sobre la pertinencia o no de escribir estos
hadices. El propio profeta parece haberse
pronunciado sobre este particular en diversas
ocasiones, unas a favor de su escritura y otras en
contra. (Recordemos que para un musulmán una
cosa son las frases que el profeta pudiese decir
como hombre, sujetas a su propio humor o a la
subjetividad de su propia naturaleza, y otra las que
le fueron reveladas por Dios y que figuran en el
Corán. De ahí que estas contradicciones humanas
de Muhammad sean del todo compatibles con la
certeza absoluta sobre lo
revelado en el Corán).
Shiítas y sunnitas, las
principales corrientes
musulmanas, han
mantenido criterios
contrapuestos sobre la
escritura o no del hadiz,
basándose precisamente
en hadices específicos y,
como decimos, en tantos
casos contradictorios.
Incluso entre los
partidarios de su
escritura también han
habido épocas en las que se prohibió la
transcripción de estas máximas o relatos. La
razón era clara: se pretendía evitar que elevar
esas frases al rango de la escritura pudiera
equiparar la Sunna con el Corán, riesgo que
en una época donde la profusión de libros era
prácticamente nula, puede comprenderse
perfectamente. También parece desprenderse
que con todos esos argumentos en contra y a
favor, lo que el profeta quería significar es que
no se dedicasen al ejercicio de la escritura los
esfuerzos debidos a la meditación sobre ellos.
Sin embargo, sí hay un acuerdo unánime
respecto a que estos hadices sean memorizados
y transmitidos por vía oral y, por supuesto,
observados.
El propio Muhammad dejó dicho: Quien
de entre mi comunidad memorice cuarenta
hadices, será resucitado por Dios en el día
del Juicio como un sabio, docto en la ley, y
no lo castigará.
Esta frase, y otras similares que redundan
en esta creencia, son en buena medida
responsables de la enorme profusión que el
hadiz ha tenido y conserva entre los
musulmanes. De hecho, fueron tantísimas las
recopilaciones de hadices que surgieron con
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posterioridad que fue necesario establecer un
riguroso sistema de selección que determinase
cuáles eran dignas de crédito y cuáles no, según
la reputación de unas u otras cadenas de
transmisión que se remontarían a los propios
Compañeros del profeta, testigos directos y
notarios, y primeros en escribirlos o
memorizarlos y difundirlos. El sabio sunnita
Adh-Dhahabî escribió su libro Tadhkirat-ulHuffâzh (El recuerdo de los memorizadores)
a guisa de registro de esos portadores de la
tradición del profeta.
‘Al·lamah Maylesî cita tres etapas para
preservar el hadiz. La primera de ellas consiste
en grabar textualmente el hadiz en la mente o
en papel. La segunda, memorizar su significado
y reflexionar sobre sus detalles. Y la tercera,
preservar el hadiz mediante su puesta en
práctica.
Hoy día el recurso y el empleo cotidiano
de la escritura hace que no necesitemos ejercitar
la memoria para conservar los recuerdos. Sin
embargo, en el siglo VII y hasta mucho después,
el escasísimo índice de alfabetización obligaba
a aprender de memoria todo cuanto se desease
preservar para sí y era un hábito tan popular
y desarrollado como lo es hoy el de apuntar
las cosas. Tanto era así que dicen que algunos
narradores tenían memorizados alrededor de
treinta mil hadices, tal como se le atribuye a
Muhammad Ibn Muslim.
Existen alrededor de media docena de
recopilaciones de hadices unánimemente
aceptadas, realizadas por sabios o compiladores
dignos del crédito general. Habitualmente,
cuando se cita un hadiz, suele anotarse la fuente
o cadena de transmisión de la que procede
mediante el nombre de su recopilador.
En la actualidad también, y para facilitar
su localización y empleo, los hadices se
clasifican también en cuanto al tema que tratan.
Encontramos así colecciones de hadices
monográficos sobre la oración, sobre el ayuno,
el salat, el amor y tolerancia del profeta, la
muerte, la recitación del Corán... y otros
muchos aspectos y criterios de clasificación.
Gran parte de la importancia del hadiz
reside en que el profeta Muhammad no solo
enseñó, sino que tuvo la posibilidad de
desarrollar su actividad profética en medio de
su comunidad de creyentes. Por eso, una gran
parte de estos hadices sagrados constituye,
desde cierto punto de vista, una explicación,
aclaración o matización de primera mano de
muchos de los preceptos que recoge el Corán.
Para todo musulmán es un deber religioso el
conocer todos estos preceptos, prohibiciones
expresas y recomendaciones, y el tenerlos
presentes en su vida cotidiana.
De las decenas de miles de hadices
reconocidos, los hay para todos los gustos,
desde extensas alusiones y explicaciones de
aleyas del Corán, hasta frases y sentencias muy
próximas a lo que podríamos entender como
refranero popular. Evidentemente, estas últimas,
más sencillas y breves, aunque de profundos
significado y sabiduría, gozan de mayor calado
entre la gente corriente. Una vez más también,
el desconocimiento de la lengua árabe le niega
al occidental el valor añadido de la rima o de
la sonoridad de su lengua original que poseen
muchas de estas frases y expresiones.
Conformémonos, pues, con el valor de su
enseñanza.
También existen numerosas ediciones
de antologías de hadices ilustrados con bellas
caligrafías, como la que se reproduce en la
primera página, todo un deleite para los
bibliófilos, y muchas otras con amplios
comentarios, explicaciones y notas adjuntas
sobre ellos.
A continuación transcribo una breve
antología propia de hadices tomados de
distintas fuentes, con preferencia personal por
aquellos de carácter más universal, o que más
podríamos identificar como proverbios.
Algunos están traducidos del árabe por buenos
traductores y los transcribo tal y como los he
encontrado. Otros son traducciones propias,
hechas desde el francés o el inglés, y temo
haber perdido en el camino mucha de su
frescura original. Otros más están reescritos
con intención de preservar su mensaje más
claro o con una redacción más legible o más
llana. Una vez más, como en el caso del Corán
traducido, y dando por perdido el plus de la
forma, conformémonos con la enseñanza de
su fondo.
Notará el lector que se recopilan muchos
más de los cuarenta hadices prescritos para la
obtención de la indulgencia divina. De ese
modo, cada cual podrá escoger su propia
selección que memorizar, si lo desea.
Deliberadamente comienzo con algunos que
se refieren, precisamente, a apuntar aquellas
cosas que no deseamos perder en el olvido.
1.- Amarrad el conocimiento por medio de la
escritura.
2.- Un hombre se quejó ante el Profeta de su
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propia incapacidad para recordar las cosas, a
lo que el Mensajero de Dios dijo: Procura
para tu memoria la ayuda de tu diestra.
3.- El amigo de cada persona es su intelecto,
y su enemigo, su ignorancia.
4.- La gente de mucho valor es la que posee
mucho conocimiento, y la de poco valor, la
que tiene poco.
5.- El más superior y de mejor fe entre vosotros
es el que posee más conocimiento.
6.- A quien se duerme ante su enemigo, le
despiertan las conjuras.
7.- Sólo se comprende todo el bien con el
intelecto. No hay modo de vida (o religión
verdadera) para quien no tiene intelecto.
8.- El conocimiento es la raíz de todo bien.
9.- Un siervo no se aproxima a un rey sin
alejarse de Dios.
10.- El más grande entre la gente es quien
abandona lo que no le concierne.
11.- La búsqueda de la Ciencia es obligación
de todo musulmán y musulmana.
12.- La cima del intelecto, después de la fe, es
la amistad con la gente.
13.- La fe está anudada al corazón; consiste
en expresar con la lengua y practicar con los
miembros.
14.- La fe es palabra y acción; son como
hermanos inseparables.
15.- Una hora de reflexión es mejor que un
año de devoción.
16.- A quien prefiere las alabanzas de Dios a
las alabanzas de la gente, Dios lo hace
autosuficiente de la gente.
17.- Quien camina para cubrir las necesidades
de su hermano, obtiene por ello más que veinte
años de retiro espiritual en la obediencia de
Dios.
18.- La pérdida de la vista es más llevadera
que la de la inteligencia.
19.- El creyente sólo recibe calamidades por
los pecados (que comete).
20.- A quien disipe de un creyente una de las
calamidades del mundo, Dios le disipará una
de las calamidades del Día del Juicio.
20.- El tonto llegará con su tontería a algo
más grave que el corrupto con su corrupción.
Mañana, el Día del Juicio, los siervos se
elevarán en sus grados y alcanzarán la
proximidad de su Señor sólo en la medida de
sus intelectos.
21.- La herramienta del creyente es el intelecto.
22.- Quien más se conoce a sí mismo, más
conoce a su Señor.
23.- Los hombres son tan iguales entre sí como
los dientes de un peine.
24.- A quien prefiere al sultán en lugar de a
Dios, Él le quitará su piedad y lo dejará
desorientado.
25.- La preferencia del sabio sobre el devoto
es como la preferencia de la luna sobre las
estrellas en noche de plenilunio.
26.- A Dios no se le adora con nada mejor que
el intelecto.
27.- La fe tiene dos partes: una, la paciencia;
la otra, el agradecimiento.
28.- No es pertinente para quien no es sabio
ser considerado dichoso, y tampoco para quien
no es paciente ser considerado perfecto.
29.- Quien declara: ‘Yo soy sabio’, es
precisamente el ignorante.
30.- La mejor de las acciones es aquella que
más beneficia.
31.- Quien dictamina entre la gente sin saber,
es más lo que corrompe de la religión que lo
que corrige.
32.- El creyente es aquel a quien los
musulmanes le confían sus bienes y su
sangre. El musulmán es quien resguarda a los
musulmanes de su mano y de su lengua.
33.- El ejemplo del mundo es como el del agua
de mar: cada vez que un sediento bebe de ella,
aumenta su sed hasta que lo mata.
34.- Si acaba un día en el que no haya obtenido
algún conocimiento que me acerque más a
Dios, es que no he sido bendecido a la salida
del sol.
35.- ¡Encadenad la ciencia a través de la
escritura!
36.- El mundo es como una serpiente cuyo
exterior es suave y vistoso, pero en cuyo interior
hay un veneno mortal. Por eso los
adultos, dotados de intelecto, la evitan, y los
chicos la tocan con sus manos.
37.- ¡Cuídate de la terquedad! Porque su
comienzo es la ignorancia y su final, el
arrepentimiento.
38.- Dios aprecia más la ciencia que la
devoción. Y lo más preferible de la religión es
la piedad.
39.- La semilla germina en terreno fértil y no
en la roca. Del mismo modo, la sabiduría
habita en el corazón del humilde y no en el
del arrogante.
40.- El más completo de los creyentes es el
que mejor carácter tiene.
41.- ¡Cuántos que ayunan sólo sacan de su
ayuno hambre y sed, y cuántos que rezan toda
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la noche no sacan más que insomnio!
42.- Nada va mejor con otra cosa que la
benevolencia con la ciencia.
43.- La mejor riqueza es la del alma.
44.- Una hora en que un sabio se eche sobre
su lecho meditando en su ciencia vale más que
setenta años de oraciones de un devoto.
45.- La intención del creyente es mejor que su
obra; la del incrédulo, peor.
46.- Ninguna reunión es pequeña para dos
amigos.
47.- Los peores de mi comunidad son aquellos
a quienes la gente respeta por temor. Quien la
gente respeta por evitar su maldad, no es de
los míos.
48.- La mejor provisión es la piedad.
49.- El hombre debe respetar a su vecino como
respeta a su propia madre.
50.- La Merced de Dios en este mundo es
completa para quien anochece y amanece
teniendo tres cosas: salud de su cuerpo,
seguridad en su estado y sustento para su día.
Y si tiene un cuarto elemento, sin duda que se
habrá perfeccionado para él la Merced en este
mundo y en el otro: ese elemento es la fe.
51.- Un siervo no es creyente hasta que su
vecino esté a salvo de su malicia.
52.- La miseria se encuentra próxima a la
incredulidad y la genera. Y la envidia está muy
cerca de vencer a la determinación.
53.- Cuatro son los tesoros de la piedad: ocultar
la necesidad, ocultar la caridad, ocultar la
enfermedad y ocultar las desgracias.
54.- Cuando te propongas un asunto, medita
sobre su conclusión. Si fuese un bien y sensato,
síguelo; si es un extravío, abandónalo.
55.- Mientras no te cause vergüenza, haz cuanto
desees.
56.- ¡Tened vergüenza de Dios en vuestra
intimidad de la misma manera en que tenéis
vergüenza de la gente en público!
57.- Hablen con la gente de lo que ellos
entienden y absténganse de lo que niegan.
58.- Si llega la Hora del fin del mundo y uno
de vosotros tiene en su mano un brote de
palmera, y sólo tiene tiempo para plantarlo,
que lo haga.
59.- Obra el bien y evita el mal. Fíjate en qué
deseas que la gente diga sobre ti y compórtate
en concordancia con eso. Presta atención a lo
que detestas que la gente diga de ti y evita ser
de ese modo.
60.- A aquel que hace enemistad contra sí
mismo en vez de hacer enemistad contra la
gente, Dios lo asegura contra el terror del
Juicio Final.
61.- Quien quiera ser el más noble entre la
gente, que tema a Dios. Quien quiera ser el
más fuerte, que confíe en Dios. Y quien quiera
ser el más rico, que confíe más en lo que está
en Manos de Dios que en lo que está en sus
propias manos.
62.- Dios no repartió entre Sus siervos nada
mejor que el intelecto. Luego, el sueño del
juicioso es mejor que la vigilia del ignorante,
el desayuno del juicioso es superior al ayuno
del ignorante, la quietud del juicioso es mejor
que la actividad del ignorante.
63.- Hay tres cosas que si no se encuentran
en alguien, sus acciones no son correctas:
desapego que le impida desobedecer a Dios;
conocimiento que lo aleje de la ignorancia de
los tontos; e intelecto con el cual armonice
con la gente (llevándose bien con ellos).
64.- No cree en mí quien duerme satisfecho
mientras su vecino está hambriento, ni quien
duerme vestido mientras su vecino está
desnudo.
65.- Un creyente es él mismo una evidencia,
y es él mismo una comunidad.»
66.- La montura del hombre es su intelecto.
67.- El conocimiento es mucho más de lo que
se puede captar. Por consiguiente, tomad de
cada ciencia lo mejor de ella.
68.- El Creyente es hermano del creyente. Son
como un cuerpo que cuando una de partes
sufre, las demás también padecen.
69.- La fe es algo desnudo; su vestido es la
piedad, su adorno, el pudor y su fruto, la
ciencia.
70.- La cordialidad con la gente es la mitad
de la fe. Y ser benévolos con ellos, la mitad
de la vida.
71- Tres son las noblezas de la moral: entablar
relaciones con quien las haya cortado contigo;
proveer a quien te ha despojado; y perdonar
a quien te ha oprimido.»
72.- Decir: No hay más dios que Dios (’la
illah’a illah’ allah’) es el precio del Paraíso.
73.- Para cada cosa hay un remedio. El de los
pecados es pedir perdón a Dios.
74.- Atender a la situación económica
personal es parte de la hombría del ser
humano.
75.- La ciencia es la cabeza de todo bien; la
ignorancia, la de todo mal.
76.- Quien difunde una ciencia, recibe la misma
recompensa que el que obra conforme a ella.
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77.- ¡Bienaventurado aquel a quien el temor
a Dios lo aleja del temor por la gente!
78.- Decir la verdad, juzgar conforme a la
justicia y cumplir la palabra dada son todos
los mandatos de la religión.
79.- A quien oculte una ciencia beneficiosa,
Dios lo embridará con riendas de fuego el Día
del Juicio.
80.- La ciencia es de dos clases: la de la
palabra, que constituye un argumento en contra
del hijo de Adán, y la otra que se localiza en
el corazón y es el conocimiento beneficioso.
81.- Quien aprende la ciencia deseando con
ella este mundo y prefiere el amor al mundo
y sus adornos por sobre ella, merece que la
Ira de Dios caiga sobre él.
82.- No hay peor ceguera que la del corazón.
83.- El principio de la fe es el conocimiento.
84.- Lo mejor que se le da al corazón es la
certeza.
85.- Bienaventurado aquel que tiene un buen
comportamiento con la gente, que les brinda
su ayuda y los aleja de su malicia.
86.- Quien conoce la prueba es paciente; quien
no, la niega.
87.- Quien ama por Dios, odia por Dios, da
por Dios y niega por Dios, ha perfeccionado
su fe.
88.- No realices ningún bien por ostentación,
ni lo abandones por vergüenza.
89.- A quien actúa conforme a lo que sabe,
Dios le enseñará lo que no sabe.
90.- Cuando hagas algo, hazlo con
conocimiento e intelecto. Cuídate de hacer
nada sin meditación ni ciencia.
91.- Una oración breve pero sentida, es
superior a una noche de vigilia.
92.- Mirar el rostro de un sabio es mejor para
ti que liberar a mil esclavos.
93.- La muerte de todas las tribus árabes es
preferible que la muerte de un solo sabio.
94.- El fundamento del ser humano es su
intelecto. Quien no posee intelecto, no posee
religión.
95.- El ejemplo de quien convoca sin obrar es
como el de quien tira (de un arco) sin cuerda.
96.- Dios ha puesto la alegría y la tranquilidad
en la certeza y la complacencia; en cambio
ha establecido el temor y la tristeza en la duda
y en la ira.
97.- Las acciones sólo se evalúan por las
intenciones. En consecuencia, cada ser humano
está en su intención.
98.- A Dios no se le adora con nada (mejor)
que el intelecto.
99.- La ciencia es el amigo del creyente, y el
intelecto es su guía.
100.- La piedad es el lazo más confiable.
101.- El más juicioso de la gente es un siervo
que conoce a su señor y lo acata, y conoce a
su enemigo y lo desobedece.
102.- Pedirle poco a la gente respecto de las
necesidades es la riqueza efectiva; pedirle
mucho, es una humillación que implica una
pobreza efectiva.
103.- No hay acción como la meditación,
piedad como la abstinencia, ni prestigio como
el buen carácter.
104.- No le llega al creyente una pena, un
dolor o una tristeza que lo preocupe sin que
Dios le perdone sus pecados por estas cosas.
105.- La más apreciable de las obras ante
Dios, es que un creyente haga entrar una
alegría en el corazón de otro, apartando de él
su hambre y alejando de él su calamidad.
106.- Tu amor por algo te ciega y ensordece.
107.- Sólo te ama quien no te adula y sólo te
elogia quien no te hace oír su elogio.
108.- El miedo, la avaricia y la codicia son
instintos derivados del mal pensamiento acerca
de Dios.
109.- Tres son las puertas de la buena
conducta: la generosidad del alma, la
dulzura en la palabra y la paciencia frente a
la adversidad.
110.- La acción es oro; y este mundo, un
yacimiento.
111.- No hay soledad más temible que el
egoísmo.
112.- La Resurrección es el campo de batalla
de las acciones.
113.- El ejemplo del creyente es como la espiga
de trigo, que a veces se inclina y a veces se
yergue. En cambio el incrédulo es como un
árbol fuerte que siempre permanece erguido
y no se da cuenta de nada.
114.- Lo mejor de los asuntos está en su punto
medio.
115.- Para cada derecho existe una realidad.
Ningún siervo (de Dios) llega a la realidad de
la sinceridad hasta que le disguste que lo
elogien a causa del acto que realizó por Dios.
116.- Los asuntos dependen de su
perfeccionamiento y los actos de su
conclusión.
117.- La obra que más satisface a Dios, sea
grande o pequeña, es aquella que se termina.
118.- La creación toda es la familia de Dios.
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El más apreciable de ella ante Dios es el más
beneficioso para Su familia...
119.- Hay dos cualidades sobre las que no
existe ninguna otra bondad: creer en Dios y
ser útil a los demás.
120.- Bienaventurado quien abandona el deseo
de este mundo por el anhelo de algo prometido
que todavía no ha visto.
121.- A quien pone en práctica lo que conoce
Dios le dá el conocimiento de lo que no sabe.
122.- No hay bien en la palabra si no va
acompañada de la práctica.
123.- No seas de aquellos que son exigentes
con los demás mientras son flexibles consigo
mismos. Dios Altísimo expresa: ¿Por qué decís
lo que no hacéis?
124.- No hay mayor pobreza que la ignorancia,
ni riqueza más beneficiosa que el intelecto.
125.- No consideres insignificante lo malo,
aunque lo percibas pequeño, ni consideres
abundante lo bueno, aunque lo veas profuso.
126.- Teme a Dios y no consideres
insignificante nada de lo bueno...
127.- Dios ama la buena acción que se da
prisa (a concretarse).
128.- El vago posee tres signos: flaquear hasta
el límite, extremarlo hasta el abandono y ser
negligente hasta caer en el pecado.
129.- Dios no mira rostros ni fortunas, sino
corazones y obras.
130.- ¡Apartaos de la discusión! Lo primero
que Dios me ha prohibido, después de la
adoración de los ídolos, es discutir.
131.- A quien renuncia a discutir, a pesar de
tener la razón, se le edifica una mansión en
lo más alto del Paraíso.
132.- La muerte basta como consejo; la piedad,
como riqueza; la devoción, como trabajo; la
resurrección, como futuro y Dios, como
recompensa.
133.- Aquello que resulta escaso pero suficiente
es mejor que lo que abunda y está en vano.
134.- ¡Medicaos! Dios no envía enfermedad
sin mandar con a ella su cura.
135.- Quiene trabaja para mantener a su
familia procurándole el sustento es igual a
quien combate en el camino de Dios.
136.- Quien se alimente de su trabajo (con
esfuerzo y sea lícito), el Día del Juicio Final
será congregado con los Profetas y recibirá
la misma recompensa.
137.- Agradece mucho, porque eso aumenta
la Merced. Suplica mucho, pues no sabes
cuándo te será respondido.
138.- Los asuntos son rehenes de sus momentos.
139.- Recuerda frecuentemente a la muerte,
pues eso te rescatará del mundo.
140.- Uno de los signos de la certeza es que
no complazcas a nadie con la Cólera de Dios,
ni alabes a nadie por lo que Dios te ha
concedido, ni critiques a nadie por aquello
que Dios no te ha dado.
141.- Escapar en el momento justo es triunfar.
142.- Si una puerta hacia el bien se abre,
aprovecha la ocasión, porque no sabes cuando
se cerrará.
143.- Aprovecha cuatro cosas antes de otras
cuatro: tu juventud antes de tu vejez; tu salud
antes de tu enfermedad; tu riqueza antes de
tu pobreza; tu vida antes de tu muerte.
144.- Hay cuatro cosas que si se encuentran
en una persona, su religión es perfecta: la
veracidad, el agradecimiento, el pudor y el
buen carácter.
145.- El mundo sólo es un momento. Por lo
tanto, utilizadlo en la obediencia (a Dios).
146.- El hombre está en su intelecto.
147.- Las ciencias son los tesoros, y sus llaves,
las preguntas.
148.- Frente a las grandes pruebas existen
grandes recompensas. Cuando Dios ama a un
siervo, lo prueba con grandes dificultades.
149.- No hay nada que tus ojos vean que no
contenga un consejo.
150.- Quien coloque su mano sobre la cabeza
de un huérfano con cariño y amabilidad,
recibirá una recompensa por cada cabello que
acaricie su mano.
151.- Quien intima con Dios no se asusta de
nada.
152.- No existe bien alguno en una religión en
la que no hay instrucción.
153.- El hombre no estará entre los temerosos
hasta que pida cuentas a su propia alma más
firmemente que el reclamo de un socio a otro.
154.- La ciencia es una fortaleza segura.
155.- Cuando Dios quiere el bien de un emir,
le envía un consejero sincero.
156.- Sólo es amigo quien que te aconseja
sinceramente respecto a ti mismo y tus defectos.
Apégate a quien hace esto, pues él es un amigo
verdadero.
157.- Dios ayuda al creyente siempre y cuando
el creyente ayude a su hermano creyente.
158.- Un poco de obra beneficia si está junto
con la ciencia, mientras que una obra
abundante no beneficia en nada con la
ignorancia.
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159.- Si Dios encaminara a través de ti a una
persona, esto resultaría mejor para ti que este
mundo y todo lo que contiene.
160.- La desgracia de la palabra es la mentira;
la de la ciencia, el olvido; la de la devoción,
la flojedad; la de la generosidad, el echar en
cara; la de la valentía, la iniquidad; la de la
belleza, la arrogancia y la del prestigio
social, la disputa por los méritos.
161.- No es de los nuestros quien defrauda,
perjudica o engaña a otro.
162.- El creyente, cuando se da cuenta de la
necesidad de su hermano, no debe esperar
hasta que él la manifieste (debe cubrirla antes).
163.- Para cada cosa hay un signo. El signo
del intelecto es la reflexión, y el signo de la
reflexión es el silencio.
164.- El fruto del intelecto es el apego a la
verdad.
165.- El fruto del intelecto es la rectitud.
166.- La fe es pureza en el corazón y se verifica
en los actos.
167.- Un poco de conocimiento conlleva mucha
acción, porque una hora de conocimiento hace
responsable a su dueño de su aplicación a lo
largo de su vida.
168.- No conoce la merced sino el agradecido,
y no agradece la merced sino el sabio.
169.- El devoto sin conocimiento es como el
burro de la noria del molino, que camina y
camina sin moverse del sitio.
170.- Cuando el sabio no actúa de acuerdo
con su conocimiento, su palabra pasa por los
corazones como la lluvia sobre las piedras.
171.- Lo mejor que el hombre puede hacer por
sí mismo es esforzarse en corregir su propia
alma.
172.- Bloquea el camino de la vanidad con el
conocimiento de ti mismo.
173.- No comercies con nadie a quien no
puedas reclamarle tu derecho.
174.- Nadie será creyente hasta ser temeroso
y esperanzado. Y no será temeroso y
esperanzado hasta que obre según lo que teme
y espera.
175.- (Dios ha dicho:) Mi misericordia está
por encima de mi cólera.
176.- El saludo precede a la conversación.
177.- La mejor de las personas es la más útil
a las demás.
178.- La envidia consume las buenas acciones
como el fuego a la madera.
179.- Feliz aquel cuyos propios errores le
previenen de censurar los de los demás.
180.- Comete gran pecado quien cuenta todo
lo que sabe.
181.- Dios tenga misericordia de quien o habla
de lo que sabe o calla, y se mantiene alejado
de las mordeduras de su propia lengua.
182.- El cielo está a los pies de las madres.
183.- Buen musulmán es el que no se mete en
lo que no le concierne.
184.- Buen musulmán es quien no daña a otro,
ni con su lengua ni con su mano.
185.- Nadie será buen creyente hasta que no
desee para los demás lo mismo que para sí.
186.- Quien se arrepiente de su pecado es
como el que no peca.
187.- El paraíso se encuentra a la sombra de
la espada.
188.- Es ilícito prohibir el acceso a la ciencia.
189.- Dios exalta al humilde y humilla al
orgulloso.
190.- Lo prometido es deuda.
191.- Una buena palabra es una caridad.
192.- Renuncia al mundo y Dios te amará;
renuncia a lo de los demás, y los demás te
querrán.
193.- Quien se contenta con lo que tiene, posee
un tesoro inagotable.
194.- La verdadera riqueza no es la de tener,
sino la de ser (la riqueza de corazón).
195.- Obedecer al propio padre es obedecer
a Dios.
196.- Nadie, mientras esté encolerizado, debe
decidir una disputa entre partes.
197.- Son los resultados lo que dan el valor
de las acciones.
198.- Las acciones sólo serán juzgadas por la
intención que las causa, y nadie debe esperar
más mérito que el de su verdadera intención.
199.- Pide a Dios salud y perdón, que nadie
puede obtener nada mejor que eso.
200.- El Día del Juicio pesará más la tinta de
los sabios que la sangre de los mártires.
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Miguel Valls (Julio ‘05)
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