El flagelo bacteriano El flagelo bacteriano constituye un ejemplo de lo que Michael Behe describe como un sistema de complejidad irreducible. En su libro La Caja Negra de Darwin explica que estos sistemas irreduciblemente complejos no podrían haber surgido por un proceso darwiniano gradual por pasos. Debido a que el flagelo bacteriano está necesariamente compuesto por al menos tres partes --una paleta, un rotor y un motor-- presenta una complejidad irreducible. Por tanto, la evolución gradual del flagelo, lo mismo que la del cilio, se encuentra con unos obstáculos impasables. (p.72) Behe recapitula la estructura del flagelo bacteriano en estos términos: Hay bacterias que exhiben un maravilloso dispositivo de natación, el flagelo, que no tiene su semejante en células más complejas. En 1973 se descubrió que algunas bacterias nadan haciendo girar sus flagelos. Así que el flagelo bacteriano actúa como una hélice giratorio -- en contraste con el cilio, que actúa más como un remo. La estructura de un flagelo es muy diferente de la de un cilio. El flagelo es un largo filamento con la apariencia de un cabello, que sale de la membrana de la célula. El filamento externo se compone de un solo tipo de proteína, llamado «flagelina». El filamento de flagelina es la superficie de la paleta que contacta con el líquido durante la natación. Al final del filamento de flagelina cerca de la superficie de la célula hay una protuberancia en el grosor del flagelo. Es aquí que el filamento se une a la transmisión del rotor. El material de la unión se compone de una sustancia llamada «proteína de codo». El filamento de un flagelo bacteriano, a diferencia del caso del cilio, no contiene proteína motora; si se desprende, el filamento se limita a flotar rígido en el agua. Por ello, el motor que imprime el movimiento giratorio ha de estar situado en algún otro lugar. Los experimentos han demostrado que está situado en la base del flagelo, donde la microscopía electrónica ha revelado la presencia de varias estructuras anulares. La naturaleza rotatoria del flagelo tiene unas claras e inevitables consecuencias ... (pp. 70-72) Las consecuencias a las que se refiere Behe se infieren de la naturaleza de sus componentes, cuyo descubrimiento invalida la explicación darwinista de los orígenes. Behe concluye así: (Animación de 1.261 kb) Resumiendo, cuando los bioquímicos han comenzado a examinar las estructuras aparentemente simples como cilios y flagelos, han descubierto una abrumadora complejidad, con docenas e incluso cientos de piezas con un diseño específico. Es muy probable que muchas de las piezas que no hemos considerado aquí sean imprescindibles para que cualquier cilio funcione en una célula. Al aumentar la cantidad de piezas necesarias, la dificultad de montar el sistema de manera gradual aumenta de manera vertiginosa, y la probabilidad de escenarios indirectos se desmorona. Darwin parece más y más desamparado. La nueva investigación en los papeles de las proteínas auxiliares no pueden simplificar el sistema de complejidad irreducible. La insolubilidad de este problema no se puede mitigar; sólo empeorará. La teoría darwinista no tiene explicación para el cilio ni para el flagelo. La abrumadora complejidad de los sistemas de natación nos impulsa a pensar que nunca pueda lograr dar una explicación. (p. 73) Behe llega a la conclusión de que estos sistemas de complejidad irreducible fueron en último término resultado del designio inteligente. (Se debería señalar que Behe no tiene objeciones al concepto de un ancestro universal común. Sus objeciones a la evolución se limitan al rechazo del mecanismo neodarwinista como explicación suficiente para el origen de todos los sistemas biológicos.)