Durante la fase folicular las concentraciones de progesterona decaen a consecuencia de la luteólisis. Esto provoca la inhibición de la retro alimentación negativa sobre las gonadotrofinas, aumentando consecuentemente la frecuencia de los pulsos de LH. Como característica en la fase folicular tenemos crecimiento del folículo preovulatorio, aumentan las concentraciones de estrógenos los cuales inducen el comportamiento del celo. Durante la fase luteal, tenemos la acción de la progesterona la cual produce una inhibición sobre la liberación de las gonadotropinas. Durante la fase periovulatoria los estrógenos producen un pico preovulatorio de LH, desencadenándose una cascada de reacciones que termina con la ovulación. La correlación entre los pulsos de LH y estrógenos esta determinada por la fase del ciclo estral en la que nos encontremos. Durante la fase luteal, hay altos niveles de progesterona circulante y el efecto del estradiol sobre las gonadotrofinas es negativo. Por el contrario, en la fase folicular el estrógeno produce una retro alimentación positiva e induce liberación de LH y FSH. En cuanto a la relación de la LH con el desarrollo del folículo dominante, estos adquieren receptores en las células de la granulosa para dicha hormona, que al unirse se estimulara una mayor producción de estradiol que le permitirá al folículo seguir creciendo. Por el contrario, durante la fase luteal por efecto de la progesterona, se altera la secreción de LH y causa una regresión del folículo dominante. En los tratamientos de superovulación con FSH los folículos que se estimularan son los antrales. Los tratamientos de superovulación con FSH, deberían iniciarse al comienzo de la onda folicular debido a que en el momento de la desviación, los niveles de FSH estarán por debajo de los niveles necesarios para el desarrollo de los folículos subordinados que se atrecian. Comenzaría el tratamiento en el día 9 o 10 del ciclo estral .Realizando una ecografía nos encontramos con un cuerpo lúteo y folículos pequeños.