COMPETENCIA PRÁCTICA Y PROFESIONAL DOCENTE El advenimiento de la llamada sociedad del conocimiento, el mundo globalizado, los avances vertiginosos de la ciencia y la tecnología y el impacto de las tecnologías de la información y comunicación (TIC), así como los cambios valorales y culturales a nivel individual, familiar y social, han determinado la conformación de un nuevo entorno educacional. En este sentido, los sistemas educativos para adaptarse o responder a las necesidades de este dinamismo, han pugnado por la conformación de un nuevo paradigma de la enseñanza y el aprendizaje (Flores, 2008), el cual está caracterizado por considerar que: Los esfuerzos educativos se centran cada vez más en el individuo que aprende. La sociedad del conocimiento implica una sociedad del aprendizaje, en la cual la educación asume un papel protagónico para la transformación social con equidad, justicia social y pluralidad (Pozo, 1999). La educación debe concebirse dentro de un contexto más amplio: la educación continua, donde el individuo necesita ser capaz de manejar el conocimiento, actualizarlo y ser capaz de seleccionarlo de forma apropiada para usarlo en un contexto determinado (UNESCO, 2009). Es indispensable estar en permanente contacto con las fuentes de información y de conocimiento. Comprender y asimilar lo aprendido de tal manera que pueda ser adaptado a situaciones nuevas y rápidamente cambiantes. El perfil de ingreso de las licenciaturas en educación preescolar, primaria, secundaria corresponde a aquellas personas que con vocación para la docencia y la investigación educativa, son sensibles a los conflictos contemporáneos de la educación en México y están interesadas en desarrollar competencias docentes que les permitan enfrentar y solucionar problemas educativos en torno a las sociedades de la información, del aprendizaje y del conocimiento. Hoy más que nunca la profesión de la docencia enfrenta una diversidad de retos y demandas. La sociedad actual, caracterizada por la complejidad, el cambio, el conflicto de valores, la incertidumbre y la inequidad, ha puesto en jaque el paradigma educativo centrado en la transmisión de información acabada y, por ende, los roles del docente como responsable de dicho proceso y del alumno 1 como receptor-reproductor de dicha información. Es un clamor social que la tarea docente no se puede restringir a dicha labor transmisiva, y que para ser profesor no es suficiente dominar una materia o disciplina. El acto de educar implica interacciones muy complejas, que involucran cuestiones simbólicas, afectivas, comunicativas, sociales y axiológico-valorales. Así, un profesor requiere ser un profesional capaz de ayudar propositivamente a otros a aprender, pensar, sentir, actuar y desarrollarse como personas y como miembros de una sociedad. En consecuencia, la noción de lo que implica la formación de los profesores se ha expandido considerablemente y ha incursionado en muchos ámbitos relativos a diferentes esferas de actuación. Dada la importancia de la tarea docente, su complejidad y los retos que implica su transformación, es necesario reflexionar algunas cuestiones referidas a los roles y saberes psicopedagógicos que la sociedad actual demanda de los profesores, así como la importancia e influencia que las representaciones y actuaciones del docente tienen en el aprendizaje, ante la necesidad de formarse como profesores reflexivos. (Díaz Barriga, 2010). El proceso de mejoramiento de la calidad educativa se caracteriza por poner el acento en todos los beneficiarios de la acción educativa que son: 1. El alumno de hoy 2. El mismo alumno mañana 3. Los padres de familia 4. La escuela que lo recibe como egresado 5. La persona u organización que le da empleo 6. La comunidad en la que el alumno vive 7. La sociedad en la que se desarrollará social, económica, cultural y políticamente. Una educación de calidad implica el compromiso de formar ciudadanos competentes, capaces de afrontar de manera eficiente problemáticas de diversa índole, así como aportar, innovar y mejorar su entorno. Los nuevos desafíos y demandas del mundo actual requieren también nuevas capacidades y conocimientos por parte de los profesores y alumnos. Los maestros deben ser capaces de acomodarse a continuos cambios, tanto en el contenido de su enseñanza, como en la forma de enseñar mejor. Para lograr implementar la metodología constructivista y formar a los alumnos para que desarrollen las competencias del perfil de egreso que marca la SEP, son necesarios docentes que cuenten con las competencias profesionales y éticas 2 adecuadas para hacer efectivo el derecho de los alumnos de aprender y desarrollarse plenamente. (Blanco, 2001). En un modelo basado en el constructivismo, los maestros actúan como guía, como modelos y puntos de referencia en el proceso de aprendizaje. Sin embargo, el actor central del proceso de enseñanza y aprendizaje es el alumno. El profesor no es el único poseedor de los conocimientos y responsable exclusivo de su transmisión, sino que debe asumir la función de mediador y facilitador. Por ello es fundamental que el profesor maneje un horizonte de competencias mucho más amplio que el correspondiente a su área disciplinar. El ejercicio del profesorado no puede limitarse a facilitar el aprendizaje de los contenidos; debe diseñar y ejecutar situaciones de aprendizaje en las cuales los estudiantes, ante diferentes contextos y niveles de dificultad, pongan en juego la competencia que están aprendiendo. Tanto el perfil del alumno como del maestro se constituyen por un conjunto de competencias que integran conocimientos, habilidades y actitudes. El maestro pone en juego sus competencias para facilitar el desarrollo de las esperadas en el alumno. Las competencias docentes formulan las cualidades individuales de carácter ético, académico, profesional y social que debe reunir el maestro para el logro de las metas educativas (Perrenoud, 2004). Cuando se intenta definir el perfil que deben tener los maestros se tiende a la simplificación al decir que basta con saber y saber enseñar. Un profesor que pretenda desarrollar competencias en los alumnos debe generar una serie de cambios en su forma de planear y ejecutar la enseñanza como: Disponer los contenidos en función de lo que se quiere que los alumnos hagan con ellos. Dar mayor importancia a diseñar situaciones de aprendizaje en las cuales los estudiantes pongan en juego lo aprendido en diversos contextos, que a la preparación de la información. Dar prioridad al aprender para saber hacer; es decir, planear situaciones distintas para resolver problemas de diverso tipo y así movilizar los recursos del alumno para mostrar lo que es capaz de hacer y hacer bien. Redefinir los tres elementos de la educación: a. saber, b. enseñar y c. aprender. Saber ya no será sólo tener información, sino poseerla convertida en conocimiento y en capacidad de utilizarla eficientemente. Enseñar ya no será transmitir información coleccionada durante años, sino formar hábitos de trabajo, maneras de acercarse a la información, procesarla, validarla y apoyar el desarrollo de habilidades, actitudes y valores. Aprender ya no será memorizar, ni acumular respuestas dadas por otros, 3 sino crear una red de conceptos, adquirir herramientas para el trabajo mental, manual y social; ampliar y afirmar valores y desarrollar competencias. Enfatizar el aprender a aprender, aprender a convivir y aprender a ser. Como en toda profesión la excelencia es imposible sin la vocación; pero la vocación por sí misma no genera buenos profesionales. No se aprende a ser profesor por el simple ejercicio del desempeño. Es necesario el dominio de un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes. La calidad educativa requiere una renovación en las habilidades de los profesores y sobre todo, la disponibilidad al cambio, las habilidades de trabajo colaborativo y la constante actualización como actitudes básicas para afrontar la labor docente de manera eficaz. Los educadores desempeñan un papel preponderante en el proceso educativo, en el cual, enfrentan continuamente nuevos retos y demandas que fortalecen su labor de promoción del desarrollo de los alumnos. El maestro es un profesional que educa y facilita nuevos aprendizajes en colaboración con un equipo docente. Es una persona adulta que se responsabiliza de su aprendizaje y su desempeño, y se mantiene atento a las posibilidades de progreso en el campo de la enseñanza y el aprendizaje con un compromiso de: Ser facilitador de procesos de desarrollo. Ser motivador y creador de procesos de aprendizaje. Ser reflexivo sobre su práctica docente. Estar actualizado en el campo educativo y en su área de conocimiento. Ser dinámico en la renovación de procesos. Ser proactivo en la toma de decisiones. Ser colaborativo y partícipe de los logros institucionales. El maestro debe tomar conciencia de que asume un compromiso con la sociedad. Los problemas y la complejidad de las sociedades actuales, exigen un cambio en la concepción tradicional del papel del maestro, que pasa de ser un transmisor de conocimientos, a un facilitador de procesos de autoconstrucción y optimización humana. Para ello se requieren pautas de actuación uniformes y constantes, así como una formación general y específica permanente. Áreas de competencia congruentes con la idea de un profesor que apoya al alumno a construir su propio conocimiento: 4 1. Ser un mediador entre el conocimiento y el aprendizaje de sus alumnos: compartir experiencias y saberes en un proceso de negociación o construcción conjunta del conocimiento. 2. Ser un profesional reflexivo que analiza críticamente su práctica, toma decisiones y soluciona problemas pertinentes al contexto de su clase. 3. Tomar conciencia y analizar críticamente sus ideas y creencias acerca de la enseñanza y el aprendizaje, y estar dispuesto al cambio. 4. Promover aprendizajes significativos que tengan sentido y sean funcionales para los alumnos. 5. Promover la colaboración, el pensamiento complejo y la participación activa de los estudiantes en situaciones educativas de relevancia social, que se vinculan con la vida real. 6. Prestar una ayuda pedagógica ajustada a la diversidad de necesidades, intereses y situaciones educativas en que se involucran sus alumnos. 7. Establecer como meta la autonomía y la autodirección de sus alumnos, la cual apoya en un proceso gradual de transferencia de la responsabilidad y del control de los aprendizajes. UN MAESTRO CONSTRUCTIVISTA DEBE: SABER (CONCEPTOS) 1. Modelo educativo: constructivismo • • • • • • • Desarrollo cognitivo Desarrollo emocional Contenidos de la asignatura o materias que enseña Planes y programas Relacionar el tema con otros temas o asignaturas Utilizar la investigación e innovación disciplinaria y psicopedagógica Preparar actividades, diseñar apoyos, crear un clima favorable SABER HACER (PROCESOS) • • • • • • • • • Planear situaciones de aprendizaje contextualizadas y diferenciadas Manejar estrategias de enseñanza y aprendizaje Dar seguimiento y evaluación a los alumnos Enseñar diferenciadamente Dinámica grupal Uso del material didáctico Promover la interacción con y entre los alumnos Explorar los conocimientos previos Desarrollar la autonomía, la autorregulación y la autorreflexión 5 SER (ACTITUDES) • • • • • • • • • Reflexivo, conocer y cuestionar su pensamiento y su quehacer docente. Mediador Afectivo Congruente Sensible a las necesidades de cada alumno Modelo de las actitudes basadas en valores Dispuesto a trabajar colaborativamente Formación continua Reconocer el esfuerzo de los alumnos y valorar sus respuestas y participaciones Un maestro que reflexiona críticamente su práctica, se mantiene abierto a las ideas, los conceptos y las experiencias educativas de otros. Por tanto, se actualiza para sustentar sus ideas y, por supuesto, para mejorar sus tareas cotidianas a partir de la motivación intrínseca. Los maestros han de tener no sólo la capacidad para el cambio, sino también un fuerte y auténtico deseo de evolucionar. “Los profesores son, más que otras personas, la clave del cambio educativo” (Hargreaves, 1996). En el papel del equipo docente como colaborador se espera compromiso, responsabilidad, conocimientos, habilidades y actitudes, así como reflexión constante y crítica sobre su actuación, partiendo del trabajo colegiado en los centros educativos. Estos elementos constituyen medios para lograr un proceso formativo integral regido por la coherencia y la calidad. Bibliografía Díaz Barriga, F. y Hernández Rojas G., (2010). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. México. McGraw-Hill. Díaz Torre Forcén, B. y Gamboa Bello, L., (2006). Modelo Educativo, Guía para Profesores. CETM. Perrenoud, P. (2004). Diez nuevas competencias para enseñar: invitación al viaje. Barcelona: Graó. 6 Programa de la Reforma Integral de Educación Básica (PRIEB) (2009), Guía de Formación Docente, SEP. 7