PEDAGOGÍA CRÍTICA - educacionpedagogia

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PEDAGOGÍA CRÍTICA
Jorge William Guerra Montoya
Documento de trabajo
Los fundamentos de la pedagogía crítica hay que buscarlos en los conceptos
centrales de la teoría crítica. Para dar cuenta de dichos conceptos utilizaré los
aportes de Christoph Wulf del capítulo 11 del texto: Introducción a la ciencia de la
educación1. Sin embargo, este autor al pensar la relación anterior advierte que
“abordar los conceptos centrales de la teoría crítica en la ciencia de la educación
no supone que la teoría crítica sea, de antemano, una teoría de la formación o de
la educación, aunque tenga elementos coadyuvantes”.
Los conceptos al respecto son:
1 EL CONCEPTO DE ILUSTRACIÓN
Este concepto viene desde el Siglo XVIII al que se le llamó “Siglo de la
Ilustración”. La ilustración fue un movimiento filosófico, social y político que nace
en Francia y se extiende por toda Europa y los demás continentes. Filósofos tales
como: Rousseau, Voltaire, Montesquiu, Diderot, entre otros, se propusieron dar
luces, ilustrar al pueblo, sobre las desigualdades sociales, la corrupción religiosa y
el despotismo de los Reyes para gobernar. Su lema fue “Todo por la razón, la
libertad y el progreso”.
Para Kant, “la ilustración es el esfuerzo del hombre para salir de la incapacidad de
la que el mismo es responsable”. A tal incapacidad la reconoce como “minoría de
edad” y la entiende como “la imposibilidad del hombre de servirse por sí
mismo, de su propia razón”. La emancipación de la razón tiene un doble
sentido: filosófico y social. Filosófico, en cuanto se refiere a la autonomía del
hombre, a la búsqueda de la libertad a través de la autodeterminación. Social, en
cuanto capacidad del hombre para servirse de su propia razón y ser capaz, a
partir de una concepción y actuación política, de comprender, poner en cuestión y
transformar las estructuras sociales que limitan su libertad. Lo cual implica que la
emancipación social debe partir del individuo mismo. Sin embargo, hay que tener
en cuenta que ésta no se limita a las condiciones sociales del momento, ya que la
libertad y la autodeterminación de cada ser humano, están haciéndose,
permanentemente, en relación con el desarrollo histórico y cultural de la
humanidad.
Si aceptamos que la educación tiene como uno de sus propósitos: la
emancipación de los seres humanos, a partir de la razón. La pedagogía crítica
tendría que explicar cómo se concibe ésta y cómo se relaciona con la búsqueda
de la autonomía y la libertad, en la medida que éstos son objetivos que permiten
WULF, Christoph. “Los conceptos centrales de la Teoría Crítica”. En: Introducción a la Ciencia de
la Educación. Medellín: U. De A. S.f. Traducido por: Andrés Klaus Runge.
1
obtener aquella en el proceso del desarrollo humano. La teoría crítica acepta este
propósito de la educación: la emancipación de la razón, pero advierte que la
concepción de la misma y las relaciones que establece con la autonomía y la
libertad, va más allá de la buena utilización de la misma razón, la emancipación se
refiere también a las condiciones sociales y económicas contra las cuales hay
que luchar en una sociedad en el campo político. Por ejemplo, el
cuestionamiento de la autoridad y la dominación no se justifica, solamente, desde
la emancipación de la razón.
Posterior al trabajo de Kant, durante la primera mitad del Siglo XX, surge la
primera y segunda generación de la escuela de Frankfurt, autores como
Horkheimer, Adorno, Marcuse, Habermas, entre otros, dicen que: “Después de
todo la emancipación de la razón, en el sentido de una comprensión del
pensamiento evolucionado, persigue el fin de liberar a los hombres del miedo
haciéndose seres soberanos, pero el mundo, enteramente esclarecido por la
razón, resplandece con el signo de desastre triunfante”. Lo que equivale a decir
que la emancipación no se logra sólo desde la razón, ella no puede lograrlo
todo, quienes así piensan caen rápidamente en el desencanto o en el
racionalismo absoluto.
Los representantes de la escuela de Frankfurt presentan tres lineamientos para
dar cuenta del concepto de emancipación en el marco de la teoría crítica.
“Primero, evitar el peligro de la reificación2 del proceso de emancipación, esto se
debe a Adorno en su dialéctica negativa. Segundo, los procesos de emancipación
deben orientarse hacia la liberación en contra del goce que procura la reificación
en la clase burguesa, por ello el propósito desde la crítica es la supresión de la
represión social. Marcuse dice que “la liberación de la incapacidad de la que no se
es responsable debe sobrevenir no solamente con la ayuda del individuo, sino
también gracias a la sensualidad comunicativa que no se basa en la dominación y
donde las condiciones sociales y las estructuras de dominación pueden ser
vivenciadas como las cadenas de las que no se puede uno deshacer”. Tercero, la
autorreflexión frente a la ilustración se comprende como interiorización de un
discurso terapéutico. El sujeto pensante debe jugar al menos dos roles en tanto
sujeto reflexionante, roles que Habermas los expresa así: primero, “la posición de
los participantes en el discurso es igualitaria e intercambiable, es por ello que la
división interna de roles en el diálogo no plantea ningún problema para el
pensamiento”. Y segundo, “la autorreflexión del sujeto en solitario exige una
actuación totalmente paradójica: una parte de sí se debe separar de la otra de
manera que el sujeto se pueda ayudar a sí mismo”.
De ahí que el concepto de ilustración desembocó en la propuesta de la
emancipación de la razón como superación de la minoría de edad. Pero, desde la
teoría crítica, veamos el complemento del anterior concepto con el de la
emancipación.
2
Entendida como mantenimiento del status quo por parte de las clases en el poder.
2. EL CONCEPTO DE EMANCIPACIÓN.
Este concepto es empleado de diversas maneras en el marco de la teoría crítica y
de las ciencias sociales que ésta influencia. Precisamente la crítica debe explorar
de qué tipo de emancipación se trata y qué condiciones existen en la naturaleza
de la emancipación investigada.
Según Habermas, “la enseñanza adquiere en la actualidad una importancia
central para la realización de los procesos de emancipación”. A partir de ellos
se vuelven posibles la lucha política, la selección de estrategias adecuadas y la
resolución de cuestiones tácticas. Según Carlos Marx se dan dos formas de
emancipación por realizar en diferentes fases del desarrollo humano: La
emancipación política y la emancipación humana. A través de la emancipación
política se logra liberar al estado de la tutela de la religión y luchar contra el
derecho de propiedad burgués, lo que quiere decir que la emancipación política
hace aportes a la emancipación humana. Marx explica que “la supresión de la
propiedad no constituye más que una condición de la emancipación humana”.
Luego complementa que “la emancipación política en relación con la religión no es
la emancipación realizada y sin contradicción contra la religión, porque la
emancipación política no es la forma realizada y sin contradicción de la
emancipación humana”.
Lo anterior permite comprender que el fin de la emancipación política y humana es
hacer del hombre un ser humano universal, un ser humano integral y en relación
que se define tanto como individuo y como sociedad. Lo cual implica que el
concepto de emancipación humana demanda tanto el aspecto subjetivo, es decir,
las condiciones dadas en la personalidad, como el aspecto social de pertenencia a
una clase social. De ahí que la autorreflexión esté ligada al interés de los seres
humanos por obtener capacidad plena para la acción social, y con ella la
emancipación.
En educación la emancipación tiene por principio un sentido negativo. El concepto
sirve para identificar las situaciones en las que hay opresión y violencia, en la
medida en que la emancipación tiende hacia la superación de la situación descrita
como negativa, pero posteriormente exige que se convierta en un sentido positivo,
en la medida que la emancipación es finalidad de la situación deseada, es
decir, un compromiso de los individuos y grupos sociales oprimidos para la
defensa de sus intereses y una ayuda para sus movimientos de liberación y
transformación. Sin embargo, no podemos olvidar que dicha liberación y
transformación, como resultados de la emancipación, en sentido positivo, se da en
contextos sociales y culturales determinados.
3. EL CONCEPTO DE REIFICACIÓN.
Desde el punto de vista de la sociedad burguesa su función es la de mantener el
orden social. Ella se entiende a partir del análisis de los procesos de
comunicación. En el ámbito de la educación este concepto ha sido estudiado,
particularmente, por Klaus Mollenhauer, quién plantea que la reificación toca los
procesos de comunicación y de formación y por tanto la conciencia del
hombre. Ella tiene por efecto un empobrecimiento de las relaciones humanas
debido a la racionalización reductora de la acción instrumental que limita la
capacidad de autodefinición del hombre, así como su campo de acción y
reflexión.
La tendencia desarrollista que se desprende y que invade la vida social lleva a la
intensificación de la violencia contenida en la estructura del sistema social y
cuando la crítica no alcanza a evitar la hipostasía de estas nociones y conceptos
surge el peligro de que sea vencida por las tendencias reificantes más poderosas.
Por ello, es necesario que en los procesos de formación de un ser humano exista
la posibilidad de liberarse de la reificación, y una de las formas de obtenerla es
mediante procesos eficaces de comunicación e interacción humana.
4. EL CONCEPTO DE CRÍTICA.
Tal concepto ha servido para marcar una orientación específica que se distingue
del concepto tradicional de las ciencias. La crítica para la escuela de Frankfurt se
convierte en el elemento constitutivo de la teoría crítica, en la medida que posibilita
una crítica de la sociedad. Horkheimer sitúa la crítica al capital en el centro de la
crítica social ya que con el capital se definen las estructuras de la sociedad, por
ello dice que es necesario modificar la estructura económica para poder modificar
la estructura social. Lo anterior significa que el pensamiento crítico y su teoría
buscan poner en práctica dos métodos: formación individual y formación
social. Cada ser humano tiene mayor conciencia de individuo si esta definido
desde sus relaciones afectivas y racionales con otros individuos y grupos a partir
de las preocupaciones que poseen como clase definida y, finalmente, de acuerdo
con el cúmulo de relaciones sociales que establece con otras clases sociales,
todas en interdependencia en el todo social, en las relaciones con la naturaleza y
con la cultura.
La crítica en los procesos educativos, como ya se dijo antes, tiene como
elemento central la crítica social. Por ello la crítica en los procesos educativos
se convierte en una crítica sistemática del saber y de la ciencia, del
positivismo e igualmente a la hermenéutica y la teoría de los sistemas,
cuando de ellas se piensa que son teorías absolutas. También, al lado de la
crítica de la sociedad y de la ciencia absoluta, se da otro sentido de la crítica, la
crítica en relación con la intención de mejorar el Status Quo de la sociedad y de la
ciencia sólo a partir de las llamadas “condiciones razonables”.
Toda sociedad y todo sistema educativo se debe preocupar por mejorar las
condiciones de vida social que critica. Es ese sentido es necesario pasar del
método negativo de la crítica al método positivo o constructivo. La crítica se
debe convertir en algo práctico para que pueda contribuir al mejoramiento de la
práctica social.
Concebida así la crítica, se convierte en una condición central de la emancipación.
Por ello en el análisis crítico de las estructuras sociales, científicas,
racionales y de los mismos sistemas educativos, es necesario combinar el
sentido negativo y positivo de la crítica. Con el sentido negativo se puede
lograr un distanciamiento y comprensión de las estructuras de dominación y con el
sentido positivo se puede lograr una liberación parcial con respecto a las
coacciones y un compromiso con la transformación. Por eso si la crítica se centra
sobre las estructuras sociales no es una simple crítica social, necesita ser una
crítica integral por las relaciones que la estructura social establece con las
demás estructuras de una sociedad. Sin embargo, la crítica no es un fin en sí
misma, ella esta basada en la dialéctica permanente lo que le permite evitar dar
alternativas de solución a las crisis sociales de una manera dogmática, lo que
quiere decir que la crítica necesita permanecer siempre reflexiva y transformadora.
Si la ciencia de la educación quiere cumplir su misión con cada estudiante debe
definirse desde una “teoría crítica constructiva” y distanciarse de los objetivos que
se han pensado por fuera de la historia y que no son dialécticos. Lo que implica
que la educación se dirige al educando tanto en su situación social como en la
personal.
5. EL CONCEPTO DE SOCIEDAD.
Por sociedad se entiende, en principio, el contexto global de vida, acción y
comportamiento de los seres humanos en un momento histórico y un espacio
determinado. El comportamiento en dicha sociedad se constituye a partir del
intercambio y concurso de actividades en la división social del trabajo. Ahora bien,
en la medida que la teoría crítica se define como teoría de la sociedad, apunta el
análisis y explicación de las estructuras y los sistemas de organización social. Una
teoría de la sociedad es crítica en cuanto pone en cuestión y perspectiva el
desarrollo posible de una determinada sociedad para dar cuenta de su desarrollo
real.
Adorno escribe que la irracionalidad de la estructura social contemporánea impide
la expansión racional de la teoría, él plantea que “la sociedad contemporánea no
se puede definir de un modo conveniente, en tanto no se reconozca que ella está
organizada, en gran parte, según las leyes con arreglo al valor del capital”. Los
estudiantes necesitan reconocer y comprender la sociedad en la cual viven para
poder aportar a su transformación y ello sólo lo pueden hacer sí la abordan desde
una posición crítica (negativa y positiva a la vez) que de cuenta de todas sus
estructuras y posibilidades de transformación.
6. EL CONCEPTO DE COMUNICACIÓN Y DISCURSO.
La teoría de la acción comunicativa propuesta por Habermas tiene una
importancia central para la ciencia de la educación. Se trata de superar la razón
instrumental para dar cabida a la acción consciente racional y crítica que
permita un mayor compromiso con la emancipación social. Al igual que se
reconoce la importancia de la teoría del lenguaje en los procesos educativos, se
debe reconocer la importancia de los procesos comunicativos y de construcción de
discursos, en la tarea de dar forma a las disposiciones y capacidades naturales de
los seres humanos en contextos socioculturales determinados.
Al mismo tiempo hay que reconocer que no se puede acordar la veracidad y
legitimidad de las teorías más que a través de un consenso entre los seres
humanos que constituyen una comunidad y esto sólo lo pueden hacer a partir de
la intersubjetividad y el discurso argumentado. Por ello en una sociedad los
diferentes miembros que la componen deben estar comprometidos en la
construcción de procesos comunicativos y de discursos con sentido que hagan
posible el consenso y con él las transformaciones necesarias.
7. LA RELACIÓN TEORÍA-PRÁCTICA.
La postura crítica necesita orientarse hacia la práctica social, porque es en
ella que se constituye y reconstituye la relación teoría-práctica, lo cual
significa que ambas son momentos de un mismo proceso: el proceso social.
Horkeimer plantea que “la actividad de pensar se caracteriza fuertemente por la
autodeterminación de aquello que se debe realizar y de aquello a lo que debe
servir, no solamente en pequeños detalles sino en la totalidad”. Por tanto no
podemos hablar de teoría separada de la práctica o viceversa, la una y la otra se
auto-constituyen y se re-construyen permanentemente.
El pensamiento crítico, en el sentido de la teoría crítica, no se debe orientar
exclusivamente hacia la producción de conocimiento. La teoría debe tener
un interés mediato e inmediato por el mejoramiento de las situaciones
sociales. La teoría debe cuestionarse sobre sus fundamentos ideológicos, sobre
su función social y sobre todo sobre sus posibilidades de influenciar la práctica
social. Además, la práctica social tiene el deber de dar cuenta del valor de las
teorías en la medida en que éstas deben mostrar su validez precisamente en ella
misma. Actualmente, la teoría en lugar de permitir el desarrollo racional, puede
producir fragmentación e irracionalidad y en lugar de ayudar a la práctica se puede
convertir en técnica de manipulación.
Habermas, en su libro “Teoría y Praxis" aborda la relación teoría-práctica de una
nueva forma que dice que: “Más allá del terreno de lo teórico se concibe la
práctica como aplicación de la teoría y que más allá de la misma práctica se
concibe la teoría como reconfiguración de la práctica”.
Para explicar dichas relaciones habla de tres aspectos:
El aspecto empírico. “La teoría debe ocuparse de aclarar aspectos prácticos”.
Por ejemplo, la relación entre ciencia, política y opinión pública en el sistema
capitalista avanzado, reclama de éstas teorías la posibilidad de explicar los
problemas prácticos que se presentan en el contexto político.
El aspecto epistemológico. “Una ciencia crítica tiene como propósito la
clarificación de la ciencia misma”. Lo anterior puede ser explicado a partir de la
relación entre el conocimiento y el interés con el que se construye: Interés técnico
como objetivación de la realidad, Interés práctico como comprensión intersubjetiva
e interés crítico como emancipación individual y social. De los intereses técnicos y
prácticos se puede derivar la preocupación por la emancipación social como
dimensión particular y constitutiva de la teoría crítica. Es decir como fuerza
emancipadora de la reflexión que experimenta el sujeto en la medida que allí
descubre su propia génesis en tanto individuo y en tanto sociedad.
Desde el interés crítico se puede decir que la experiencia de reflexión se articula
con los contenidos de la educación, lo cual permite hablar del sentido del proceso
de formación y del desarrollo de los seres humanos, guiados metódicamente por
la razón dialéctica y por la voluntad de ser razonable. De ahí que un interés crítico
demande, en primera instancia, esclarecimiento de las condiciones de producción
y utilización del conocimiento, con el propósito de alcanzar, a partir de la
autorreflexión, un conocimiento más acorde con los procesos de emancipación
social.
El aspecto metodológico. “Una teoría de la sociedad organizada en una
perspectiva práctica debe tener en cuenta que el sujeto que indaga sobre el
conocimiento tiene una relación particular con el mundo de los objetos”. De ahí
que una teoría de las sociedades, debe estar lista a asumir el papel de crítica
social: reflexionando sobre su contexto de producción y su utilización. Una teoría
tal desemboca en una concepción metodológica de la relación entre teoría y
práctica.
“En la educación se trata de evitar la reducción de la acción intencional del sujeto
a un simple comportamiento. La teoría crítica desconfía del sentido de las
situaciones manifiestas en el sistema social y educativo que se basa en las
tradiciones culturales”. Ella necesita analizar, dentro de la crítica ideológica, los
fundamentos sobre los cuales reposan las tradiciones culturales particulares, así
como las estructuras de poder tal y como se expresan en el lenguaje y la acción.
Lo cual significa que toma distancia frente los recorridos que reducen todos los
conflictos a problemas sociales, a las conductas de los sistemas autorregulados y,
finalmente, se encarga de un desdoblamiento de los conceptos filosóficos.
8. CONCEPTO DE MODERNIDAD.
La modernidad se concibió en un principio como concepto de época en la que se
presenta la sociedad bajo las relaciones de producción capitalista.
Socioeconómicamente se relaciona con la idea burguesa de elogio al progreso
continuo, la ciencia y la tecnología. Políticamente se centra en los ideales de la
ilustración e intenta llevar a la práctica un proyecto de democracia formal
fundamentado en el liberalismo económico. Axiológicamente se puede decir que
defiende una serie de valores entre los que se encuentran: la razón como poder
unificador; los mitos y relatos como universalmente válidos en nombre de la
verdad absoluta; el amor al pragmatismo, la acción y el éxito de las empresas; un
humanismo abstracto basado en la concepción de un hombre amante y defensor
de la libertad, la igualdad y la fraternidad; la idea de una identidad individual y
colectiva en la que la historia es un proceso lineal,…
Desde el proyecto político de la modernidad se centra en los principios de
igualdad, libertad y justicia con los cuales se esperaba que los seres humanos
fueran capaces de desarrollar capacidades para vencer las formas ideológicas y
materiales que legitimaban y formaban parte de las relaciones de dominación.
La pedagogía moderna trabajaba por el perfeccionamiento de un sujeto de élite,
económicamente favorecido, para conseguir la libertad como premio merecido.
La pedagogía socialista apoyada en las ideas del Marxismo es la primera en
oponerse a la concepción de la pedagogía moderna. Luego surgieron las ideas de
la primera y segunda generación de la escuela de Frankfurt y las posteriores
filosofías basadas en los fundamentos de la economía política, la filosofía
moderna de la historia, la sociología, la sicología, la lingüística, la antropología
cultural y las teorías de la comunicación que asociadas a las teorías de la
complejidad, dan cuenta de una nueva modernidad que supera las ideas de la
ilustración y el entronamiento de la razón para reclamar las posibilidades de la
intersubjetividad, los consensos, la participación consciente y de compromiso con
las decisiones comunes, el respeto por el Otro, el reconocimiento de la diferencia,
la interculturalidad, el caos, la incertidumbre, la relatividad, los contextos
socioculturales específicos,… que provean a los seres humanos de las estrategias
necesarias para la búsqueda de la verdadera emancipación humana, social y
cultural.
Vistos los anteriores conceptos es necesario concluir que el punto de partida
para una teoría crítica de la educación es la evaluación crítica del carácter
histórico social de la educación. En dicho análisis es necesario dar cuenta de la
interdependencia entre el sistema educativo en sí mismo y la estructura de la
sociedad. En la dinámica social es necesario analizar el proceso que lleva a las
estructuras políticas y económicas a cumplir su papel sobre la educación. Se sitúa
así la pregunta por la función del sistema educativo en relación con la sociedad.
Es decir, el análisis del problema de dependencia de una determinada comunidad
a un sistema educativo y con ello al conjunto del sistema social, y aunque éste no
puede vencer fácilmente, es necesario estudiarlo, al menos para comprenderlo o
para reducir su impacto en el proceso educativo. Se trata de hacer un
develamiento de las condiciones sociales de producción y de las
racionalizaciones y efectos de las interpretaciones, normas y teorías, que
resultan del interés de las clases en el poder o de una mala comprensión de
la situación por parte de los organismos encargados de aplicar dichas
interpretaciones, negando muchas veces las posibilidades de intervenir
sobre dicha situación.
Por ello en una teoría crítica de la educación se encuentra en el centro de la
reflexión, el develamiento de la opresión, de la injusticia social, del exceso de
poder, de la reificación y de la autoalienación. No se puede limitar a la crítica
ideológica, ella debe desarrollar también perspectivas de intervención que puedan
servir como puntos de referencia para la elaboración de una teoría de la
educación. La teoría crítica de la educación así construida supera la pedagogía de
las ciencias del espíritu y la ciencia empírica de la educación, ya que puede
proponer y se compromete con objetivos constructivos para la educación.
De ahí que la importancia de la teoría crítica de la educación no es solamente la
crítica ideológica, aplicada al campo de la educación, al desarrollo de objetivos
legitimados socialmente, e inclusive al desarrollo de una investigación
intervencionista en el campo de la educación, sino que asume, en principio, el
hecho de poder influencias numerosos ámbitos y poder introducir nuevas
orientaciones para el mejoramiento de la práctica educativa.
9. TENTATIVAS DE UNA TEORÍA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN.
Si la educación es un fenómeno social, entonces la teoría de la educación tiene
como objeto central de su interés la búsqueda de la autonomía y la
emancipación, condiciones que pueden hacer posible una vida
verdaderamente humana. Una teoría que ayuda a la autorrealización de los
seres humanos mejora la práctica de la educación.
Paulo Freire parte de “la vocación ontológica del hombre de ser más para plantear
que la llamada Pedagogía Crítica o ciencia de la educación liberadora o
problematizadora de la relación hombre-mundo, es una praxis: reflexión y acción
del ser humano para transformar la realidad”, por ello busca la liberación no sólo
de las conciencias sino también de las estructuras sociales. W Carr, plantea que la
aspiración de la ciencia de la educación crítica consiste en “contribuir al cultivo de
aquellas cualidades de mente que fomentan el desarrollo de individuos racionales
y el crecimiento de sociedades democráticas”. De ahí que la propuesta de una
ciencia de la educación crítica consista en establecer las condiciones que
fomenten un dialogo y un debate racional compartido y permanente entre los seres
humanos que la conforman, que les permita clarificar y reforzar sus lazos de
unión, los propósitos de la educación y los procesos de transformación que
reclama la sociedad.
Carr y Kemmis. Afirman que “para la teoría educativa el problema estiba en
articular una concepción de la investigación educativa que pudiese realizar las
metas y los propósitos emancipadores característicos de una ciencia social
crítica”. Así mismo Giroux plantea que es necesario abandonar la concepción de la
escuela como institución reproductora de los valores imperantes en la sociedad y
exige una actitud reivindicadora a favor de dicha institución académica. Por ello
dice que “es necesario plantear un discurso a las escuelas con cuestiones, por
una parte, como encarnaciones ideológicas y materiales de una compleja red de
relaciones de cultura y poder, y por otra parte, como lugares socialmente
construidos de contestación, comprometidos activamente en la producción de
experiencias vividas”.
De ahí que los postulados de la pedagogía crítica, con respecto a los contenidos
de los procesos educativos, están centrados básicamente en la recuperación de
los contenidos significativos de la cultura para los procesos educativos, como
instrumentos para la transformación social. El objetivo primordial de la educación
no será ya transmitir cultura, sino recrear la cultura. Se necesita una práctica
educativa y una teoría pedagógica que establezcan relaciones dialógicas, de
comunicación, de respeto por el Otro y de corresponsabilidad con los procesos de
formación y desarrollo humano integral.
Martín Rodríguez Rojo plantea que “la pedagogía crítica se presenta en literatura
de los teóricos críticos como una disciplina que se preocupa de la educación
liberadora, como el desarrollo de un debate racional compartido hasta alcanzar el
progreso de los individuos y de la sociedad, como un instrumento de investigación
que descubre los valores emancipadores del hombre y de la humanidad y como
un discurso que potencie a la escuela hasta elevarla a rango de agencia
contradictoria que aborda formas específicas de contestación política, moral y
cultural”3, y luego complementa que “la pedagogía crítica podría considerarse
como la ciencia que trata del desarrollo de la racionalidad humana, mediante un
proceso de análisis de la realidad educativa y una reflexión crítica sobre ella, en
orden a liberar a la persona y a la sociedad de las distorsiones que las ideologías
imperantes pueden introducir en la organización de las estructuras
socioculturales”4
Hoy en día se está poniendo en cuestión la existencia de pedagogos empíricos, la
pedagogía como “la ciencia de la educación”, la pedagogía como disertación
ideológico-política, la pedagogía como ciencia o arte, la pedagogía como filosofía
de la educación, psicologismo o sociologismo, o como conocimiento sobre la
enseñanza de un saber específico, entre otras muchas perspectivas ya
presentadas en la segunda unidad. Se trata de que usted señor estudiante,
como ya se dijo antes, incursione en problemáticas que le devengan en un
interés por hacer un recorrido histórico sobre objetos de conocimiento
puntuales sobre el saber pedagógico y de allí devele su propio proceso de
formación pedagógica.
3
RODRÍGUEZ ROJO, Martin. Pedagogía Crítica.: Valladolid: Revista AULA DE INNOVACIÓN
EDUCATIVA. Universidad de Valladolid. Nos 7, 1992 Paginas 68.
4 Ibid, p 68
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