¿Qué ves cuando me ves? (Las representaciones de la comida según las épocas) El alimento ha inspirado notablemente a los artistas, primero como medio de representación simbólica, después como modelo y finalmente como material. Evocado desde la prehistoria en las pinturas rupestres en estado bruto, en forma de animales representados como fuentes de alimentos (caballos, etc.), pintado en las naturalezas muertas (o bodegones) o, por último, utilizado como material en el sentido estricto del término con la aparición del Eat Art, es un elemento recurrente de la creación artística. En la época clásica no se considera la representación del alimento, objeto inanimado. Los géneros de la naturaleza muerta y de las escenas llamadas “de género” no implican una “cosa mental”. Sin embargo, su representación, verdadero trabajo de trampantojo, no ha dejado de ser estudiado por artistas que han sido capaces de superar la observación y la imitación para escenificar su carácter simbólico. En las naturalezas muertas de los siglos XVI y XVII, las frutas y verduras son reflejo de las estaciones o símbolo de caracteres y pasiones. Arcimboldo las compone para crear retratos alegóricos (la serie de las Cuatro estaciones, 1570, Louvre, París) y las “mesas servidas” de Jan Davidsz de Heem o de Willem Kalf belleza de la naturaleza y la alegría de vivir. escenifican la Los bodegones españoles de Francisco Zurbarán Juan Sánchez Cotán tal como las naturalezas muertas holandesas Pieter Claesz Willem Claesz Heda insisten en la carga simbólica del alimento, incitando a través de composiciones naturalistas a una meditación sobre los cinco sentidos. En las naturalezas muertas los alimentos son también una manera de contrastar la belleza siempre renovada del mundo, demostrada por el ciclo de la vida y el renacimiento de la vegetación, con la inexorable finitud humana (las Vanidades). En el siglo XIX y principios del XX estas representaciones meticulosas son reemplazadas por estudios menos centrados en la imitación que en la expresión de la “emoción poética” (Charles Sterling, La Nature morte de l’Antiquité au Xxème siècle, 1952) del pintor que observa la realidad Paul Cézanne EdouardManet Henri Matisse Van Gogh JuanGris Frida Kahlo Joan Miró Marc Chagall Paul Klee La representación del alimento da testimonio de épocas y culturas diferentes y revela una dimensión sociológica largamente explotada por los artistas. Si bien los Tiempos Modernos buscaron eternizar lo efímero para hacernos tomar conciencia del ciclo vital, los siglos XX y XXI fueron capaces de superar esta evidencia, transformándonos en actores de ese ciclo: de representación, el alimento ha pasado a ser material, material consumible, festivo y efímero. El arte del trampantojo de Zeuxis (siglo V a.C.), que logró pintar uvas tan reales que los pájaros llegaban a picotearlas, no tiene ya lugar. La imagen cede lugar al objeto, sin subterfugios. A quienes todavía se asombran de que el alimento pueda ser una forma de arte, Michel Onfray responde que, después de Marcel Duchamp, todo puede llegar a ser un objeto de arte. “¿Por qué no la cocina? ¿Cuáles serían las razones para poder imponer que no se puede utilizar el material alimentario en un proceso estético, o ético? Ninguna[1]”. La introducción de alimentos en la historia del arte es una oportunidad para que los artistas se interroguen sobre la relación entre el alimento y los hábitos sociales y culturales de consumo y de preparación del mismo. Los futuristas, en primer lugar, y en particular Marinetti y Fillia, el teórico del movimiento y cocinero, crean recetas de cocina innovadoras. Se atreven a proponer nuevas asociaciones (dulce/salado, etc.) cuyas pequeñas cantidades sirven al placer de los sentidos y fortalecen nuestro espíritu. El movimiento Eat Art se inscribe en la continuación lógica de las utopías vanguardistas de los futuristas. El Eat Art o “Comer el Arte” es un momento de inflexión en la historia del arte culinario. En la década de los sesenta, Daniel Spoerri realiza “cuadros-trampas”, construyendo sus obras en torno a la banalidad y el azar: planchas de madera que fijan en su estado pasajero restos de comidas. Después se interesa en el proceso que lleva a los cuadros-trampas y transforma las galerías de arte en espacios de restauración haciendo, durante la performance, de cada invitado un creador involuntario de un cuadro-trampa. Estas performances permiten al artista observar comportamientos y participan en la dimensión utópica de la época. A fines de la década de 1960, el restaurante Spoerri y la Eat Galerie de Dusseldorf sistematizan la dimensión de acontecimiento del arte comestible y crean la oportunidad para que muchos artistas, tales como Gordon Matta Clark y, entre los franceses, Arman, Ben o César, utilicen el alimento como materia prima de sus performances. La idea de que “comer es consumir” se encontraba ya en el corazón de la representación de los alimentos en el Pop Art. En la década de 1960, Warhol, por ejemplo pinta muchos productos de consumo: latas de sopa Campbell, botellas de Coca-Cola u hot-dogs. A la imagen de las esculturas blandas de las hamburguesas de Oldenburg (Cheeseburgers, 1962, ork, Nueva ork), las obras culinarias de los artistas del Pop Art son a la vez banales y apetitosas Su carácter repetitivo y su frecuente difusión entran en la lógica de producción y distribución de la sociedad de consumo. Hoy, el diseño culinario invade nuestros buffets. Las cajas de La Cellule, si bien remiten a un modo de distribución masivo, son específicamente el soporte de una instalación poética que muestra en concreto nuestro consumo: la masa de alimentos consumida sirve de lastre a los globos con helio que flotan por sobre el degustador. En un intento de producción facilitada, Germain Bourré, diseñador, utiliza sacabocados para realizar galletas polvorones casi industriales, cuyas formas idénticas encajan entre sí. El arte culinario es un arte sensorial y orgánico. Como lo expresa Michel Onfray, “la empresa de los artistas-cocineros corresponde a una dialéctica que celebra la vida, el cuerpo y el alimento entre ambos, como mediación que se instala entre el abismo del deseo, la sorpresa de la falta y la alegría de sentirse satisfecho, el placer de la plenitud.” Es un arte que recurre a los placeres de la vista, el olfato y, desde luego, el gusto. Sea representado o consumido, el alimento es utilizado por artistas de múltiples trayectorias, provenientes de actividades culinarias o artísticas. Michel Onfray explica que son hombres de arte, ya sean “artista-cocinero”, “voluble” o “cocinero artista”, “instalado[a] en el terreno de la práctica pura.” Las obras y recetas que crean exclusivamente para Déguste son una oportunidad de encuentros y colaboraciones que permiten que vean la luz los más descabellados proyectos para nutrir los apetitos de los más curiosos espectadores degustadores. Adaptado de un artículo de Laurence Dreyfus (Déguste, el arte de saborear diferente.www.inforo.com.ar) * Laurence Dreyfus es curadora de exposición independiente con base en París, colaboró con crónicas de recetas de cocina para Beaux-Arts magazine entre 1998 y 2004 y es miembro activo del movimiento Fooding. Ha realizado varios proyectos en torno al arte culinario en Francia. Diseñó las exposiciones acontecimientos en 2005 Food Lab en la Fundación Cartier pour l'Art Contemporain en 1999 y 2000 con los artistas Ben, Fabrice Hybert, Natacha Lesueur, Thierry Mouillé, Vik Muniz y Ugo Rondinone, lecturas de textos de Francis Ponge y performances culinarias en torno a la química con el investigador Hervé This y el pastelero Christian Conticini, así como veladas vídeo con el grupo musical ARFI y Pierrick Soria. En 2002 y 2004 diseñó e inventó las exposiciones Fridge y Offrandes de Dorothée Selz en la Galería Fraîch'Attitude y durante el Mayo Francés en Hong-Kong.