Alimentos transgénicos y empresas transnacionales CARLOS PÉREZ MEJÍAS 2º Licenciatura en Geografía Geografía Rural - Curso 2007/2008 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías ÍNDICE I - PREVIO: Objetivos y metodología utilizada................................ 3 II – INTRODUCCIÓN......................................................................... 3 III – MARCO TEÓRICO E HIPÓTESIS ......................................... 6 Riesgos ............................................................................................. 7 Alternativas a los cultivos transgénicos ......................................... 20 Soberanía alimentaria ..................................................................... 21 Ni tecnofanatismo, ni tecnocatastrofismo ...................................... 22 IV – CONCLUSIONES ..................................................................... 23 V – EPÍLOGO: El futuro próximo ................................................... 24 VI – ANEXO I: El primer alimento transgénico ............................ 24 VII – ANEXO II: Reflexiones ........................................................... 25 VIII - BIBLIOGRAFÍA .................................................................... 25 2 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías I.- PREVIO: Objetivos y metodología utilizada. Los objetivos de este trabajo serán revelar cuáles son los verdaderos intereses que mueven a diversas transnacionales a manipular genéticamente los alimentos, además analizaré los problemas y riesgos que conlleva tanto la producción como la entrada de estos alimentos en la cadena alimenticia. La metodología que utilizaré será establecer primero un marco teórico estableciendo los puntos importantes que abordaré durante el trabajo. Para ello, aportaré numerosos datos que darán fiabilidad a los argumentos que iré exponiendo, con lo que no quedarán en simples conjeturas. Además, diversos acontecimientos que iré relatando durante el trabajo, justificarán que los argumentos o temores que iré exponiendo no son mera demagogia. Además me centraré en exponer todos los argumentos que utilizan las multinacionales para justificar la producción y consumo de alimentos transgénicos, los cuales iré rebatiendo uno a uno, entre ellos la gran falacia que utilizan las empresas transnacionales como baluarte de esta nueva “revolución verde”, como es que “los transgénicos acabarán con el hambre en el mundo”. II – INTRODUCCIÓN Existe una gran incertidumbre y desconocimiento entorno a los alimentos transgénicos. La mayoría de las personas tienen una formación biológica insuficiente, con lo que se sienten amenazados por un peligro confuso que no aciertan a comprender, pero sí a intuir. Y en ese estado, ciertamente son presa fácil de cualquier demagogia. Lamentablemente una pauta dolorosamente recurrente en esta sociedad capitalista, es la socialización de daños y riegos, pero con una apropiación privada de los beneficios. Pese a que describiré los riesgos más adelante, ya podemos intuir ciertas amenazas: Mercantilización creciente de la diversidad genética de la biosfera. Progresiva privatización del conocimiento científico (a través de cambios en el derecho de patentes, subordinación de la investigación pública a los requisitos de rentabilidad de la empresa privada, continua expansión del secreto comercial industrial...) Las técnicas de manipulación genética en sí mismas conllevan cierta peligrosidad intrínseca, pero el problema es el contexto legal, político y económico en el que se emplean, y los intereses a los que sirven. Esto es, el problema no es la biotecnología en sí misma, sino “la biotecnología de las multinacionales”, agravado en que la biotecnología de las multinacionales tiende a convertirse en toda la biotecnología. A este efecto, hace falta un punto de vista crítico, en el que, Para valorar los riesgos de la ingeniería genética para la salud humana, ¿acaso haremos caso a los ejecutivos de las multinacionales agroquímicas como Monsanto, Novartis o Aventis? 3 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Si hay que anticiparse a los impactos de las nuevas biotecnologías sobre las relaciones Norte-Sur, ¿tendrá la última palabra la OMC, con su ofensiva a favor de las patentes sobre la vida? Para ir entrando en materia, observemos algunos hechos, Hubo un silenciamiento del científico Arpad Putszai que denunció efectos adversos producidos en ratas por la alimentación con patatas transgénicas. Se provocó un gran escándalo al divulgarse que Lord Sainsburg, subsecretario de ciencia en el gobierno de Blair y ardiente defensor de los alimentos transgénicos, es propietario de la patente de un gen clave en la manipulación genética de alimentos. Anuncio del incremento de las alergias a soja en un 50% en tan sólo 1 año, tras la introducción de soja transgénica en la cadena alimentaria. Y es que los países europeos han guardado ciertas reticencias, como podemos comprobar en estos hechos: En Febrero de 1999, las asociaciones de administraciones locales británicas acordaron recomendar que no se consuman productos transgénicos en escuelas, residencias de ancianos y servicios diversos de las administraciones locales. Austria ha prohibido la importación de maíz transgénico de Novartis y Monsanto, y no permite plantar ningún cultivo transgénico comercial en su territorio. En Francia, se dio una prohibición de facto para los cultivos comerciales, con varios casos en los tribunales. Dinamarca, en Noviembre de 1998 anunció una moratoria para los cultivos transgénicos y la venta de semillas manipuladas genéticamente. Así, el 24 de Junio de 1999 el consejo de ministros de medio ambiente de la UE decidió una moratoria de facto para la aprobación de nuevos cultivos transgénicos mientras no entren en rigor normas más estrictas. Pero la opinión no es unánime, de hecho encontramos 3 grandes rasgos entre los países de la UE: Francia, Dinamarca, Grecia, Italia y Luxemburgo que suspenderán las autorizaciones para la difusión de nuevos organismos modificados genéticamente (a partir de ahora, OMG). Austria, Bélgica, Alemania, Finlandia, Holanda y Suecia, que dejarán de autorizar la puesta en el mercado de OMGs hasta que se demuestre que no tienen efectos negativos sobre el medio ambiente o sobre la salud humana. España, Reino Unido, Irlanda y Portugal, que no han suscrito ninguno de los 2 textos del acuerdo, siendo los países más “tecnoentusiastas”. En realidad, parece que los intereses comerciales de un puñado de grandes empresas se han antepuesto a los intereses de salud pública y protección ambiental comunes a la mayoría de la sociedad. 4 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Mientras, con escasísima o nula participación pública, se toman decisiones que hacen avanzar los acontecimientos: En 1999, EEUU, Canadá y Argentina albergan el 99% de los cultivos transgénicos comerciales del mundo. Desde Otoño de 1996, España importa soja y maíz transgénico de EEUU, para alimentación animal. Pero a través de la carne, leche o huevos, los cultivos transgénicos han entrado ya a la cadena alimenticia humana. Y es que, una vez introducida en los circuitos de la industria alimentaria sin etiquetado distintivo, seguirles la pista resulta imposible. España se ha convertido en el principal cultivador e importador de cultivos transgénicos de toda la UE, alimentos que han entrado en la cadena alimenticia sin etiquetado distintivo, privando hasta hoy a los consumidores toda posibilidad de elección. Pero lógicamente, en el mundo es EEUU quién está a la cabeza. Voy a exponer varios casos de sucesos acontecidos en Europa, si bien no son por manipulación genética, si que podemos extraer algunas conclusiones respecto a la evaluación de riesgos: Las vacas locas en 1996 evidenció el tipo de problemas que genera el modelo agropecuario dominante, sometido a intensas presiones productivistas que con frecuencia llevan a desdeñar los riesgos para la salud pública, por no hablar de las atroces condiciones de vida de los animales en las granjas-factoría. No es un caso de manipulación genética, pero pone de manifiesto el fracaso de las estructuras de evaluación de riesgos de las industrias agropecuarias y de las instancias públicas que las controlan. En 1999, el gobierno belga tuvo que retirar de la circulación miles de pollos, huevos y productos porcinos con dioxinas, uno de los componentes más peligrosos que existen. Parece que empresas de piensos empleaban para la fabricación de sus productos, unas grasas y aceites usados contaminados con venenos industriales, precursores de las dioxinas. Y es que industrias como las papeleras, la metalurgia, las químicas de síntesis y sobre todo las incineradoras de residuos, generan dioxinas que se dispersan por el entorno, para luego ascender concentrándose por las cadenas tróficas. Así, en Francia en 1997 se hallaron altos niveles de dioxinas en productos lácteos y se estima que cada año entre 1.800 y 2.500 franceses mueren cada año de algún cáncer relacionado con dioxinas. Ya se vio en España en los años 80, con la intoxicación por aceite de colza, y tal como afirmó Manuel Sacristán, “el complicado fondo causal último de la intoxicación española en 1981 es la necesidad capitalista de mantener lo más bajo posible el valor de la fuerza de trabajo”. Es por lo tanto, “lógico” para el sistema producir alimentos baratos, ignorando o infravalorando los riesgos de todo tipo, con el objeto de abaratar el valor de la fuerza de trabajo e incrementar así las rentas del capital. 5 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías III - MARCO TEÓRICO E HIPÓTESIS A partir de ahora se pasará a enumerar y rebatir los argumentos que utilizan las transnacionales (en sombreado verde). De hecho, los integraré dentro del apartado correspondiente en el cual se irán mencionando los riesgos que supone esta biotecnología de las transnacionales. En Septiembre de 1999, hubo quejas en EEUU en que los granjeros habían sido mal orientados por multinacionales agroquímicas y productoras de semillas, que se limitaban a animarlos a plantar superficies cada vez más extensas de transgénicos. La estrategia de estas megacorporaciones ha consistido en intentar crear una situación sin vuelta atrás, ocupar un terreno de donde no pudieran ser desalojadas. El mejor aunque defectuoso argumento con que parecen contar ciertas tecnologías para seguir entre nosotros es que ya se hayan entre nosotros, y además es muy difícil su erradicación. Encontramos ejemplos en la energía nuclear, el sistema de transporte basado en el automóvil... Así parecen escapar a nuestra capacidad de elección y control. Sin embargo, una evaluación temprana y la monitorización del desarrollo de nuevas tecnologías, así como la promoción de la participación pública en ese control, pueden contribuir a prevenir los efectos negativos. Las grandes transnacionales afirman que no hay que preocuparse porque no existen diferencias entre cruzar 2 variedades de trigo e insertar en un tomate genes de un pez, ya que “todos somos transgénicos”, y “hemos comido genes desde siempre”. Aunque los seres humanos hemos modificado activamente la naturaleza durante milenios, nunca antes estuvieron a nuestra disposición herramientas para “rediseñar” la naturaleza con la velocidad y la profundidad que permiten las biotecnologías modernas. Las diferencias entre ambas técnicas, son abismales. Fundamentalmente por 3 razones: Las culturas campesinas tradicionales sólo podían cruzar entre sí, variedades o especies emparentadas estrechamente: no podían aislar material genético de un organismo e insertarlo a otro. Hoy día se han derribado esas barreras y se han puesto fuera de juego los mecanismos naturales de la evolución. La tecnología del ADN recombinante, al permitir la introducción de genes extraños en un organismo, tiene efectos impredecibles sobre su fisiología y bioquímica, y a menudo estos efectos son nocivos (ej. procesos cancerosos). Las transferencias de genes se hacen a través de vectores que tienen 4 características de riesgo: o Esos vectores derivan de “parásitos genéticos” que tienen la capacidad de invadir las células e insertarse por sí mismo en el genoma de éstas. o Esos vectores están diseñados para romper las barreras entre especies, de manera que puedan transportar genes entre una amplia variedad de especies. Así, hay virus que podrán afectar a muchos tipos de seres vivos. 6 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías o Esos vectores suelen contener genes “marcadores” de resistencia a los antibióticos, que pueden transferirse a otros organismos (entre otros, a bacterias patógenas). o Los vectores están diseñados para desactivar los mecanismos de defensa con que las células invadidas degradan el ADN extraño. Otro argumento famoso: “no es más que otra forma de...” Para hacer socialmente aceptable lo moralmente problemático, o incluso éticamente inaceptable, el método más utilizado es intentar asimilarlo a alguna práctica o situación ya familiar, borrando las diferencias relevantes. Así, oímos que la clonación humana no es nada más que otra forma de reproducción “asistida” o artificial; que la terapia génica no es más que otra forma de transplante de órganos; que las plantas transgénicas no son más que variedades vegetales manipuladas de la forma que siempre hemos practicado, que los alimentos recombinantes no son diferentes de los otros, porque siempre hemos comido y comeremos genes. Ante eso, podemos afirmar que en la sociedad actual, hemos llegado a un extremo de “pérdida de límites” y hablamos sencillamente de biotecnología como de ecología, y de reproducción humana como de economía. Para que la tecnociencia pueda estar a la medida del ser humano, se debe aprender colectivamente a delimitar, trazar y conservar los límites que son de importancia esencial. Se han perdido los valores humanos y morales, y prevalecen los intereses del capital, que sólo entiende de “mercancías”. Riesgos Entrando ya en el tema de los riesgos, observamos de 4 clases, los cuales iremos desarrollando más adelante –no necesariamente en este orden-: 1.- Riesgos sanitarios: ej. potencial alérgeno de los nuevos alimentos recombinantes.. 2.- Riesgos ecológicos: ej. reducción de la biodiversidad silvestre... 3.- Riesgos sociopolíticos: ej. reducción de la biodiversidad agropecuaria, incremento de las desigualdades Norte-Sur a consecuencia de la “tercera revolución verde” basada en la ing. genética. 4.- Riesgos para la naturaleza humana: ej. difusión de ideologías y prácticas eugenésicas, creación de nuevas “razas” de seres humanos para realizar cometidos específicos... Hoy en día, sólo los del primer tipo (sanitario) se están teniendo en cuenta, mientras que los otros tres apenas se consideran, o no se tienen en cuenta en absoluto. Vamos a profundizar en los riesgos ecológicos: En la manipulación genética se extreman ciertas propiedades de los genes, más resistencia frente a los tóxicos, más capacidad de sintetizar productos químicos... es obvio que extremar estos “extremos” implica crear riesgos de desestabilización o ruptura de equilibrios naturales y sociales existentes. 7 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Pongamos varios ejemplos: Ej nº 1. La transferencia horizontal de genes entre diversas especies a través de los vectores empleados en ing. genética pueden crear graves problemas de “contaminación genética” y en el peor de los casos, “superpatógenos”. Esos elementos genéticos parasitarios, pueden saltar de unas células a otras, introducirse en el genoma y salir de él, multiplicarse en las células y persistir en estado latente en el medio ambiente, por lo que una vez sueltos, es imposible controlarlos o recuperarlos. Así, se crean nuevos patógenos, y muchas veces resistentes a muchos antibióticos. Ej. nº 2. Por otra parte, pueden haber efectos en cadena en los ecosistemas y agrosistemas. Uno de los problemas previsibles de la utilización masiva de plantas transgénicas resistentes a los herbicidad y equipadas con toxinas insecticidas sería la drástica disminución de insectos y muchas hierbas en los campos, que sirven a su vez de alimento a aves y otros animales. Además, las toxinas insecticidas se acumulan en el suelo, y tienen impactos devastadores sobre insectos polinizadores y sobre el propio suelo. De todo esto se deduce un gran riesgo: el medio ambiente es impredecible, y los experimentos en un laboratorio no garantizan cuál será el comportamiento del organismo transgénico en el medio ambiente, que se convierte así en laboratorio en cada nueva liberación. Por ejemplo, se manipuló a una bacteria de suelo, para que fuera capaz de “digerir” restos agrícolas y ganaderos produciendo etanol. Se suponía que los restos podrían emplearse para fertilizar el suelo. Parecía una idea redonda, pero el suelo abonado de esta manera se esterilizaba, las semillas morían al poco de brotar. ¿La explicación? La bacteria transgénica era fuertemente competitiva con los microorganismos naturales del suelo, y dañaba a unos microorganismos procedentes de la simbiosis de hongos con las raíces de las plantas, que son esenciales para la alimentación. Es un ejemplo que cómo algo teórico, luego en la realidad no se cumple. Sigamos ahora con otro argumento de las transnacionales, Habiéndose realizado miles de pruebas de campo con organismos transgénicos, no se han detectado por ahora efectos nocivos inesperados. En respuesta podemos decir que hay efectos que pueden no aparecer a corto plazo, pero sí a medio y largo. Y si no se detectan efectos nocivos, es porque sencillamente tampoco se buscan, no se hacen las preguntas adecuadas. Como dicen los anglosajones, “no miro para no ver”. También es difícil justificar que alguien ha enfermado debido al consumo de alimentos transgénicos, porque sencillamente aunque llevan consumiéndose años en EEUU, no han sido etiquetados. Pongamos un ejemplo descriptivo sobre el peligro de transnacionales como Monsanto: En 1993, los EEUU dieron permiso a Monsanto para comercializar la hormona de crecimiento bovino obtenida por manipulación genética, que se inyecta a vacas 8 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías leches para que den más leche, pero les causa muchos efectos secundarios indeseables (malformaciones de los terneros, transtornos reproductores...) En Abril de 1998, un informe oficial del gobierno canadiense destapó el escándalo político y científico que supuso la autorización de esa hormona. Tanto Monsanto como el ministerio de alimentación estadounidense ocultaron daros esenciales. Dijeron que un experimento en el que se suministró la hormona a ratas durante 90 días se había mostrado que ésta “no era activa por vía oral en ratas”, pero según ha revelado el informe canadiense, entre el 20 y el 30% de las ratas desarrolló anticuerpos a la hormona, probando así que ésta había penetrado en su sangre y alertado al sistema inmunológico, además aparecieron quistes en el tiroides e infiltraciones en la próstata. No se hicieron los necesarios estudios toxicológicos ni si supone un riesgo para la salud humana. Además, los científicos autores del informe canadiense fueron amenazados por sus superiores -por lo visto más sensibles a los intereses de Monsanto que a su deber de proteger la salud de la gente- para que alteraran su texto. Y eso que se nos insiste que “todo está bajo control”. Resumen de los riesgos ecológicos de los cultivos y alimentos transgénicos: Efectos tóxicos o alergénicos debido a productos transgénicos o productos de interacciones con genes huéspedes. Propagación de transgenes a especies silvestres cercanas por hibridación sexual. Transferencia horizontal de genes a través de la mediación de un vector a especies de plantas sin relación alguna. Recombinación de vectores que generan nuevas cepas virulentas de virus. Transmisión a través de un vector de resistencia a los antibióticos a bacterias del medio. Incremento de la contaminación química del agua y los alimentos. Aumento de las enfermedades relacionadas con biocidas entre los trabajadores de campo. Las plantas transgénicas equipadas con bio-insecticidas aceleran la evolución de resistencias a estos en las plagas –con lo que pierden eficacia los bio-insecticidas naturales-. Concentración de los insectos normales sobre los cultivos no transgénicos, sometiéndolos a daños acrecentados. Alimentos manipulados para que tengan buen aspecto, con independencia de su valor real para la nutrición. La expansión de los cultivos transgénicos amenaza la diversidad genética por la simplificación de los sistemas de cultivos y la promoción de la erosión genética. Además, la diseminación de OMGs en el medio ambiente puede alterar los mecanismos, el ritmo y la orientación de la evolución de las especies, con imprevisibles repercusiones para la estabilidad ecológica de la biosfera. En general, las presiones internacionales para ganar mercados y aumentar las ganancias hacen que las compañías liberen cultivos transgénicos demasiado rápido, sin consideración apropiada de los impactos a largo plazo en las personas o en los ecosistemas. 9 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías En los riesgos sanitarios el que más preocupa es la transferencia de genes de resistencia a antibióticos. Muchas veces las plantas transgénicas están dotadas de genes de resistencia a un antibiótico, genes que no tienen valor agronómico alguno pero que aparecen asociados a los mismos, y sin embargo pueden plantear notables problemas de salud humana y animal, pues basta con unas mínimas mutaciones (y son frecuentes en bacterias) para que desarrollen resistencia no sólo a esos pocos antibióticos, sino a otros muy utilizados para infecciones ya más graves. En un experimento, varias plantas transgénicas con genes de resistencia a los antibióticos se hicieron crecer en el laboratorio junto a un hongo. En cada una de las pruebas, los genes de resistencia a los antibióticos se habían transferido al hongo. Este riesgo se ha valorado mucho por la comisión europea, que ha rechazado muchos cultivos transgénicos que tienen genes de resistencia a antibióticos. Pero el gobierno español permitió la comercialización y cultivo de maíz de la multinacional Novartis (con un gen de resistencia a la ampicilina) y promueve la aprobación de colza, tomate y algodón con genes de resistencia a los antibióticos. Otro peligro latente son las nuevas alergias, ya que mientras que hoy sólo aproximadamente una docena de alimentos naturales son susceptibles de producir reacciones alérgicas, la ingeniería genética posibilita que proteínas procedentes de organismos que antes nunca hemos comido lleguen a nuestros estómagos sin que sepamos nada sobre su potencial alergénico. Además, los trabajadores del campo, los vecinos de cultivos transgénicos o los obreros que fabrican los nuevos productos biotecnológicos pueden igualmente desarrollar alergias o fatales reacciones autoinmunes. De hecho, en Marzo de 1999, el laboratorio de nutrición de York (Inglaterra) anunció que las alergias alimentarias a la soja habían aumentado un 50% en 1998. Era la primera en 17 años de análisis que la soja estaba entre las 10 comidas que causan más alergias. Y lo único nuevo que en relación a la soja había ocurrido en 1998 era la introducción masiva de soja transgénica de Monsanto en la cadena alimenticia humana. Tal y como dice el informe sobre el desarrollo humano de 1999 elaborado por el PNUD, y el cual cito textualmente: “Al definir las prioridades de la investigación, el dinero se impone a la necesidad: los cosméticos y los tomates de maduración retardada ocupan un lugar más alto en la lista de prioridades que una vacuna contra la malaria o cultivos resistentes a la sequía para tierras marginales. El control más estricto de la innovación en manos de empresas multinacionales desconoce las necesidades de millones de seres humanos. Desde los nuevos medicamentos hasta mejores semillas para cultivos alimentarios, las mejores tecnologías nuevas están diseñadas y su precio se fija para quienes las puedan pagar. El progreso tecnológico sigue estando lejos del alcance de los pobres”. No hace más que confirmar la idea que he estado exponiendo: la manipulación genética responderá a los intereses del capital, y no velará por los necesitados. 10 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Riesgos sociopolíticos: Se dice a veces que la manipulación genética posibilitará una reducción de uso de biocidas en la agricultura, y por lo tanto una agricultura más compatible con el medio ambiente. Pero los resultados a corto plazo pueden ser engañosos, y encubrir desastres a medio y largo plazo. Sin embargo, al estar apareciendo resistencias a los herbicidas por parte de malas hierbas, es necesaria cada vez usar mayores dosis de herbicida, dejando a su vez mayores cantidades de residuos químicos en los cultivos. Monsanto se vanagloria de que en 1996 , el primer año de cultivo de su soja transgénica resistente a su herbicida glifosato, el uso de éste se redujo en porcentajes que varían entre el 9% y el 39% en diferentes zonas de EEUU, pero al mismo tiempo ha solicitado a las autoridades reguladoras de varios países triplicar los valores límite admitidos de residuos de glifosato en los cultivos (pasando de 6 a 20 mg por Kg de peso en seco). En EEUU los límites admitidos de glifosato en alimentos para consumo humano ha pasado de 0´2 mg por Kg en 1986 a 100 mg en 1998, lo que supone un aumento del 200 % en 12 años, a medida que se desarrollaba la estrategia comercial de Monsanto. En 1997 se había incrementado el uso de glifosato en soja un 72% ese año, y las previsiones de la multinacional Monsanto son duplicar las ventas de su herbicida estrella en menos de 10 años gracias a los cultivos transgénicos. ¿Seguro que su objetivo es disminuir su uso? Así, las empresas que abastecen de agua potable temen una contaminación por biocidas que supone los valores límite establecidos en la UE. Y aquí habría que hablar de 2 paradigmas opuestos e irreconciliables: avanzar hacia una agricultura que apenas use biocidas (que sería la única opción realmente ecológica y socialmente aceptable) o avanzar hacia una agricultura de plantas resistentes a los biocidas. Y la ingeniería genética, controlada por las compañías que fabrican los biocidas, claramente se han decantado por esta segunda opción. Y es que mientras que las aplicaciones esporádicas de biocidas pueden controlar los organismos indeseables, el uso constante (especialmente de un solo producto) provoca la aparición de resistencias, ya se trate de plagas de insectos o de malas hierbas. En la biosfera tanto como en los agroecosistemas, diversidad significa estabilidad: los monocultivos son sistemas muy inestables cuya productividad sólo puede mantenerse pagando un elevado coste en daños al entorno. Para reducir el impacto ambiental de la agricultura lo que necesitamos no son estrategias de sentido único sino diversificación y reequilibrio. No hay salida por tanto si no abandonamos la mentalidad de “guerra química” contra la naturaleza. La propaganda de las compañías agroquímicas dice que herbicidas como el glifosato u otros son ambientalmente benignos. Cierto que son menos tóxicos que otros anteriores, pero no significa que sean ambientalmente recomendables. 11 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Los fabricantes afirman que se degradan rápidamente en el suelo, no se acumulan en la aguas subterráneas, no tienen efectos en los organismos y no dejan residuos en los alimentos. Sin embargo hay evidencias que restos de estos herbicidas causan defectos de nacimiento en animales de laboratorio, es tóxico para los peces y puede causar cáncer en humanos. Es absorbido vía dermatológica, por lo que representa riesgos también para los agricultores. El glifosato es tóxico para algunas especies que habitan el suelo (arañas, escarabajos...) y organismos acuáticos (peces). Además este herbicida se acumula en frutos y tubérculos, por lo que preocupa la cuestión de la contaminación de los alimentos por residuos del herbicida. Incluso recientes estudios escandinavos han encontrado contaminación de aguas subterráneas por glifosato en Dinamarca (algo imposible según Monsanto) y evidencia la conexión entre la exposición a glifosato y tumores del tipo linfoma que se incrementó un 80% desde comienzo de los años 70. Uno de los argumentos más desvergonzados que utilizan es que la ingeniería genética servirá para terminar con el hambre en el mundo. Se llega a criticar a los “tecnocríticos” de insensibilidad e insolaridad con los pueblos hambrientos del sur. Incluso se afirma que “los ecologistas extremistas impiden erradicar el hambre”. A finales del s. XX y según cifras de la ONU, 840 millones de personas padecen hambre y desnutrición en un mundo donde el consumo de alimentos del 20% más rico de la población mundial es 16 veces mayor que el 20% más pobre. Pero el hambre y la desnutrición severas no son problemas técnicos, sino político-sociales. Las hambrunas no están causadas por la falta de tierras ni de alimento, sino por falta de acceso al alimento y de fuentes de ingresos monetarios en momentos críticos. El hambre no es sino un síntoma de males sociales más profundos: pobreza y desigualdad. Se puede decir de manera aún más lapidaria: la causa real del hambre en el mundo no es la escasez de comida, sino la escasez de democracia. Hoy producimos más que suficiente para alimentar a toda la población mundial, y con una distribución adecuada nadie pasaría hambre; mañana, simplemente con una reducción de la cantidad de carne ingerida por las poblaciones del Norte liberaríamos recursos suficientes para alimentar sobradamente a la población máxima prevista para el s. XXI (entre 9.000 y 10.000 millones de personas). Y es que mejorar la productividad de los cultivos no constituye más que una parte de la solución a los problemas de alimentación en el mundo. Es aún más importante combatir la pobreza, mejorar las infraestructuras para la distribución de los productos y favorecer la autosuficiencia regional apoyando a los agricultores de subsistencia. La supuesta “revolución verde” biotecnológica de las multinacionales no aliviará el hambre y la desnutrición: por el contrario, empeorará la situación, pues sustraerá más tierras a los agricultores pobres (para sus cultivos de subsistencia) y las dedicará a cultivos para el mercado mundial. 12 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Es cierto que hay aplicaciones de las tecnologías del ADN recombinante potencialmente favorables a los pobres y hambrientos, el problema es que éstos no representan mercados suculentos para los dueños del capital privado. En Suiza, se ha desarrollado un arroz concebido para paliar 2 carencias nutricionales que afectan sobre todo a los países más pobres: incorpora beta-caroteno (sustancia precursora de la vitamina A) y cierta dosis de hierro fácilmente absorbible. Sin embargo ese ejemplo es una escasísima excepción. Si realmente los cultivos transgénicos se destinases a intentar paliar el hambre en el mundo, entonces deberían poseer alguna o varias de las siguientes características: Semillas capaces de crecer en suelos pobres, salinizados, contaminados... Cultivos con más proteínas y nutrientes, de alto rendimiento, sin necesidad de insumos caros (maquinaria, agroquímicos, biocidas...) Pensados para los agricultores de subsistencia, no para los latifundios industrializados. Semillas baratas y fácilmente accesibles. Cultivos para alimentar personas, no ganado. Y se puede asegurar que ninguno de los cultivos transgénicos que ya se comercializan tienen ninguna de las características mencionadas. Los primeros cultivos transgénicos que se han introducido en la cadena alimenticia (soja y maíz) están destinados a servir de pienso a la ya excesiva cabaña ganadera de los países del Norte, no a alimentar seres humanos; son caros y están sometidos a estrictas condiciones de protección de la propiedad industrial; están pensados para la agroindustria... Y los supuestos beneficiaros de estas biotecnologías agrícolas (ej. los habitantes de África) rechazan enérgicamente la manipulación de sus problemas de hambre y desnutrición por parte de multinacionales de “ciencias de la vida” que no buscan sino incrementar sus beneficios. La biotecnología agrícola de las transnacionales no mejorará la dieta ni la seguridad alimentaria de los más pobres, sino que seguramente las empeorará. Se trata de un modelo agrícola desfavorable para ellos: agricultura intensiva en agroquímicos, con monocultivos en grandes plantaciones propiedad de grandes terratenientes, y una dependencia creciente de los agricultores. Así, en este contexto se han empleado términos como “bioservidumbre” o “proletarización de campesinado”. Y es que no hay ejemplo más claro como la tecnología de semillas estériles que patentó EEUU y que fue bautizada como “tecnología terminator”. Esta tecnología impide la germinación de las semillas, con lo que cultivos básicos como son el trigo, el arroz o el sorgo pasan a ser de un solo uso. Con el maíz se hacen variedades híbridas, ya que esta hibridación es un método biológico eficaz para obligar a los agricultores a comprar semillas cada año. Hasta ahora muchos cultivos se resistían a la hibridación, pero con la tecnología “terminator” se habrá roto esta barrera, y se acelerará la desposesión del agricultor y la monopolización de las semillas. Y es curioso cómo se ha conseguido, ya que Monsanto compró la empresa “Delta and Pine Land Company”, poseedora de la patente de “terminator” y éste es un claro ejemplo de cómo se privatizan los resultados de la investigación pública o semipública. 13 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Antes las protestas que la tecnología terminator despertó en todo el mundo, Monsanto acabó por prometer en octubre de 1999 que no comercializaría estas semillas. Pero se han desarrollado ya tecnologías que dejan atrás a la “terminator” original. Estas nuevas tecnologías de semillas estériles, mutiladas, “drogadictas” (dependientes de insumos químicos) no son una innovación, de hecho representan la dirección que está tomando la manipulación genética, y muestra lo que verdaderamente quieren las transnacionales agroquímicas que hoy aumentan su poder para controlar, manipular y mercantilizar la vida. El beneficio agronómico de estas tecnologías es nulo; el aumento de poder y control para estas empresas lo es todo. Desde el punto de vista de pérdidas/ganancias de empleo, las perspectivas no son demasiado halagüeñas. Para los países del Sur, hay estimaciones que sugieren pérdidas de hasta el 50% del empleo en los sectores afectados por la introducción de las nuevas biotecnologías. En cuanto a los países del Norte donde se concentran las capacidades de investigación, aunque a corto plazo puedan crearse nuevos puestos de trabajo, los efectos netos en términos de empleo a medio y largo plazo no son positivos, no siquiera bajo supuestos de rápido crecimiento del sector. Y es que la manipulación genética creará impactos desiguales Norte/Sur, como paso a describir: Aumentan más los riesgos de mercantilización y oligopolización de la agricultura en beneficio de las empresas de los países del Norte, y en detrimento de la agricultura de subsistencia en los países del sur. Los nuevos productos y materiales producidos por la biotecnología pueden sustituir a importaciones provenientes de países pobres del Sur, desestabilizando aún más sus economías. Actividades de alto riesgo como muchas de las relacionadas con la ingeniería genética se desplazan a países del Sur donde la legislación es laxa, y la vida humana es “barata” (como sucede en muchos casos con la exportación de procesos industriales contaminantes del Norte al Sur). Hay mayor vulnerabilidad de los países del Sur ante la contaminación genética, como pueden ser riesgos de hibridación entre plantas cultivadas transgénicas y sus parientes silvestres. En estos países del Sur, introducir cultivos transgénicos exigiría muchas más precauciones, mientras que lo previsible es que se tomen todavía menos que en las naciones ricas del Norte. Otro elemento sería la biopiratería: la búsqueda de beneficios por parte de las grandes compañías transnacionales que dominan los negocios del ADN recombinante está llevando a una desenfrenada carrera por hacerse con patentes sobre el material genético estudiado, incluso el humano. Conviene indicar que la concesión de patentes sobre seres vivos y sobre material genético supone una profundización sin precedentes en el proceso de total mercantilización, privatización de la naturaleza y dominación sobre las personas que caracteriza al sistema industrial capitalista. 14 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Como ejemplo decir que la empresa Delta Pine (célebre por la patente terminator) de EEUU se deshizo de varios miles de kilos de residuos tóxicos y biopeligrosos por el expeditivo procedimiento de tirarlos en un pueblecito de Paraguay, Rincón-í. Es uno de los casos más sangrantes que se conoce de exportación de daños ambientales y sanitarios desde el Norte hacia el Sur. Hay que tener en cuenta las graves consecuencias que las empresas transnacionales pueden acarrear a la hora de la privatización del conocimiento y de la vida. La concesión de patentes sobre material biológico tiene profundas consecuencias en la seguridad alimentaria nacional, en el desarrollo rural y en la protección ambiental. Entraña el riesgo de incrementar todavía más los procesos de mercantilización, oligopolización de la agricultura y erosión de la diversidad genética presente en los cultivos agrícolas. Las patentes obligarían a los campesinos a comprar nuevas semillas cada año, obstaculizarían el intercambio libre de datos científicos y aumentarían aún más el control por parte de las grandes empresas transnacionales. Si se convierten los cultivos alimentarios o las medicinas en mercancías patentadas, se puede negar su acceso a pueblos y países enteros. La fuerza de estas transnacionales se vio hace poco en Irlanda, cuando Monsanto amenazó al país entero si no autorizaban los experimentos de campo con su remolacha azucarera modificada genéticamente: en tal caso “podría volverse muy difícil” abastecer al país con cualesquiera otras semillas de Monsanto. Voy a ilustrar con un ejemplo cómo los alimentos transgénicos no acabarán con el hambre en el mundo. Es el ejemplo de los indios chimanos y la leishmaniosis. La leishmaniosis es una de las peores enfermedades parasitarias; transmitida por mosquitos, afecta a 350 millones de personas en todo el mundo (aunque no preocupa demasiado en el Norte, donde daña sobre todo a animales de compañía como los perros). En 1987 Alain Fournet, un químico francés que trabajaba en el Instituto Boliviano de Biología de Altitud, halló que los indios chimanos aplicaban una eficaz cataplasma en las heridas producidas por el parásito, a partir de una planta llamada eventa. Investigado el asunto, resultó que el principio activo de la planta es 200 veces más activo que el extracto natural y ofrece la promesa de un tratamiento eficaz contra la enfermedad. Fournet patentó las chimaninas que había tomado de los chimanos. Pero 10 años después, todo seguía igual: ninguna empresa farmacéutica quería desarrollar un medicamento cuyos beneficiarios serían principalmente campesinos pobres bolivianos, sin recursos para pagarlo. Finalmente, en 1999, una transnacional toma cartas en el asunto: el departamento de salud animal de Novartis se interesa por la molécula y comienza a hacer pruebas en animales. El poder adquisitivo de un perro del Norte es mayor que el de un campesino del Sur. Por otra parte el desarrollo de la diversidad genética en las especies agrícolas es fruto de miles de años de trabajo campesino, y sería contrario a toda justicia que se convirtiese en propiedad privada de una empresa que en apenas una década puede transformarla en cultivo comercial. Una legislación favorable a las patentes sobre material biológico agrandará aún más las distancias entre los países del Norte y los del Sur. 15 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Y es que la extensión del derecho de patentes hasta abarcar seres vivos, material biológico y procesos biológicos redunda en un impresionante movimiento hacia la privatización del conocimiento científico-técnico y de la vida. Se trata de una enorme acumulación de poder privado, y precisamente en empresas de los dos sectores que afectan a las necesidades más básicas de las personas: alimentación y salud. Las consecuencias de esta privatización del conocimiento y de la vida las podemos resumir en: Incremento de las desigualdades sociales en cada país, y de las desigualdades Norte- Sur. Cuando las empresas agroquímicas, de semillas y farmacéuticas se fusionan en unas pocas megaempresas, los ciudadanos y las comunidades agrícolas pueden quedar atrapados en una férrea cadena de controles Reducción de la variedad de líneas en investigación básica. Reducción del lapso de tiempo que media entre la fase de I+D y la comercialización de los productos, con un aumento correlativo de los riesgos para los consumidores y el medio ambiente. El zorro como guardián del gallinero: son las empresas quienes realizan y evalúan las pruebas de campo, en general sin control público, o con un control muy insuficiente. Falta de información sobre lo que realmente se está haciendo (al amparo del secreto comercial). El PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) ha publicado informes que sugieren que, si tiene éxito el desarrollo de las nuevas biotecnologías bajo control de las megacorporaciones, en el futuro los países del Sur tendrán que hacer frente a pagos por royalties y derechos de patente a estas transnacionales del Norte que superarán los exorbitantes e injustos pagos por la deuda externa que están realizando hoy. La generalización de las patentes sobre la vida y del uso de las nuevas biotecnologías en la agricultura incrementará el poder político y económico de las transnacionales a expensas de los estados nacionales y de la sociedad civil, tanto en el Norte como en el Sur del planeta. Incluso si realmente no hubiese graves problemas de bioseguridad, peligros para los ecosistemas o riesgos para la salud humana (lo cual está muy lejos de ser el caso) el hecho es que media docena de multinacionales en estrecha alianza con el gobierno de los EEUU, puedan llegar a controlar el 90% de la alimentación mundial, ¿no debería ser objeto de la máxima preocupación? En este contexto, hablar como hace Greenpeace de un “refeudalización del mundo” o de “una nueva época feudal” no es exagerado. 16 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Los 10 principales peligros de los cultivos y alimentos transgénicos en el contexto sociopolítico actual los podemos resumir en: Riesgos para la salud pública (Alergias, intoxicaciones, difusión de la resistencia a antibióticos...) Contaminación genética (por difusión incontrolada de los transgenes en la biosfera). Aumento de la contaminación química por biocidas. Pérdida acrecentada de biodiversidad silvestre y agropecuaria. Creciente inseguridad alimentaria. Enorme concentración de poder en un puñado de transnacionales. Degradación de la democracia. Incremento de las desigualdades Norte-Sur y en general de la injusticia. Inactivación de recursos de la agricultura ecológica y perjuicios para los agricultores que no se suban al carro de los transgénicos. Privatización y mercantilización de la agricultura, la ganadería, la I+D científica, y en definitiva privatización y mercantilización de los seres vivos y la misma vida. Los defensores de las nuevas biotecnologías se quejan de que los críticos argumentan a menudo sobre las técnicas biológicas empleadas, cuando en realidad lo que desean es combatir el sistema neocapitalista y el poderío de las multinacionales. Se llega a decir que no es ético criticar la tecnología para atacar a ese sistema. Sin duda hay un interés claro por parte de los defensores del actual orden económico-social en mantener el debate sobre biotecnologías en un terreno lo más “técnico” posible (el terreno donde sólo se permite jugar a los “técnicos”). Pero esto es inaceptable, porque las grandes opciones tecnológicas son asuntos que afectan a toda la sociedad. Hoy, no es posible hablar de biotecnologías sin hablar al mismo tiempo de capitalismo. A veces se descalifican los recelos que la mayoría de las personas experimentan hacia las aplicaciones agropecuarias de la manipulación genética como fruto de la ignorancia, dando a entender que si comprendiesen mejor los aspectos científicos del problema serían más favorables a los nuevos organismos transgénicos. No es infrecuente que tales observaciones se asocien con la idea de dejar las decisiones en manos de los “expertos” que “entienden verdaderamente los problemas”. Por el contrario, según se ha constatado repetidamente en estudios de la UE, aunque es cierto que la ignorancia sobre los aspectos científicos del debate sobre las nuevas biotecnologías es muy amplia, a medida que aumenta la información de los ciudadanos y ciudadanas sobre estos asuntos, crecen también sus recelos sobre las aplicaciones agropecuarias de la manipulación genética. En concreto, los profesores de biología consideran que los riesgos asociados con la ingeniería genética son mayores de lo que cree el común de la gente, y los ciudadanos y ciudadanas de los países europeos con mayor nivel educativo e informativo, como Dinamarca, Alemania y Suecia, son también quienes menos apoyan la aplicación masiva de las nuevas biotecnologías al sector agroalimentario. La idea tecnocrática según la cual “han de decidir los expertos” es inaceptable a la par que antidemocrática. 17 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Resumen de las 8 formas en que la biotecnología de las multinacionales está dañando la democracia. Erosiones y daños 1.- Decisiones impuestas contra resoluciones de las instituciones de representación democrática. 2.- Censura y atentados contra la libertad de expresión. 3.- Distorsión de la ciencia y ocultamiento de datos clave. 4.- Rechazo de la participación democrática. 5.- Desprecio pública. por la opinión Ejemplos ocurridos - Aprobación por la Comisión Europea del maíz transgénico de Novartis contra la resolución del Parlamento Europeo y contra la opinión de 13 del os 15 estados miembros. - Cesión de la Comisión Europea ante las presiones de EEUU en la cumbre mundial de Seattle de diciembre de 1999, aceptando incluir los alimentos transgénicos en la OMC, contra la opinión de los 15 estados miembros. - Destrucción del número monográfico de “The Ecologist” titulado “The Monsanto Files” (septoct de 1998) - Censura del programa de televisión del os periodistas Steve Wilson y Jane Akre en Florida, por presiones de Monsanto en 1997. - Aprobación de la somatotropina bovina recombinante en EEUU (1993). - Política de bioseguridad en España (rechazo de que expertos designados por grupos sociales afectados tomen parte en el proceso de decisión). - “Tecnocracia” en lugar de mecanismos de participación en las grandes decisiones sobre ciencia y tecnología, en la mayoría de los países. - Política sobre alimentos transgénicos en la UE (impuestos contra la opinión mayoritaria del os ciudadanos). - Patentes sobre la vida. 6.- Privatización de los recursos naturales y acumulación de poder privado exento de control democrático. 7.- Confusión entre los poderes - Conexiones entre el personal de la públicos y las burocracias Administración y de las transnacionales, en empresariales. EEUU y Europa. - Caso concreto de Lord Sainsbury, subsecretario de ciencia en el gobierno de Tony Blair y propietario de la patente de un gen clave en la manipulación genética de alimentos. 8.- Deprecio por la “soberanía del - Política de etiquetado de productos transgénicos consumidor”. en EEUU y Europa, a lo largo de los noventa. 18 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Otro argumento que se utiliza por parte de los defensores de la manipulación genética es que los que se manifiestan en contra de esta actividad están impidiendo el avance de la ciencia, y los acusan de ludismo. De igual manera que a comienzos del s. XIX el problema no era la máquina de vapor, sino la explotación de los trabajadores y la organización capitalista del trabajo, a finales del s. XIX el problema no son las “tijeras enzimáticas” para recortar y pegar genes, sino la apropiación de estas tecnologías por poderes sospechosos e incontrolables para poner en marcha una nueva “revolución tecnológica” capitalista. Y es que hasta los “cálculos de riesgo” pueden ser objeto de manipulación. Para ello voy a recurrir a un ejemplo de catástrofe del pasado: Chernobyl. Las estimaciones de la industria nuclear sobre la seguridad de los reactores nucleares, antes de los accidentes de Three Mile Island y Chernobyl, eran extraordinariamente optimistas. Una de las más publicitadas fue el famoso “Informe Rasmussen” de 1974, el cual, en 13 volúmenes y con un coste de más de 3 millones de dólares, elaborado en 2 años, aseguraba que la probabilidad de un accidente nuclear grave era solamente de uno por millón (un accidente importante por cada millón de años/reactor) si morían 70 personas, y para accidentes aún más graves (De unos 2.700 muertos) sería de uno por mil millones. La realidad de los hechos no tardó en proporcionar un terrible desmentido. Después de Chernobyl, la Agencia Internacional de la Energía Atómica ha evaluado la probabilidad de accidentes importantes en uno cada mil años/reactor, teniendo en cuenta la cantidad de reactores instalados en todo el mundo, esto nos lleva a un promedio de un accidente grave cada dos años y medio en algún punto del globo. Como se ve, el riesgo estimado es ahora un millón de veces mayor que el de “informe Rasmussen”. Llevando esto al terreno de los transgénicos, Inglaterra evaluó que con una distancia de separación de 200 metros, la probabilidad de que el polen de maíz transgénico contaminase (por polinización cruzada) el maíz normal era de un grano de polen por cada 40.000. Al tiempo, otra científica dio a conocer sus propios resultados, y la probabilidad (con vientos moderados, y teniendo en cuenta factores como la polinización por abejas) era de un grano de polen por cada 93. De repente, el riesgo se ha multiplicado por 430. Toda sustancia, proceso o producto donde intervengan técnicas de manipulación genética tiene que demostrar su inocuidad y su compatibilidad a largo plazo con la salud pública y el medio ambiente antes de aceptarse su producción. Es cierto que los riesgos forman parte de la vida y que no puede pensarse en su eliminación completa: pero en cualquier caso deberían ser los expuestos a posibles daños quienes decidieran si aceptan o no tal exposición. La cultura clásica del riesgo defiende la libre empresa y la comercialización de productos sin trabas en tanto que la peligrosidad no haya sido probada. La nueva cultura del riesgo, fundada en el principio de precaución, invierte la proposición considerando que la prudencia se impone en tanto no se haya probado su inocuidad. 19 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Pero ante actividades que puedan plantear riesgos graves, cabe preguntarse: ¿verdaderamente necesitamos esta actividad? Sólo en una docena de años, entre 1986 y 1998, se han realizado unas 25.000 pruebas de campo de OMGs en todo el mundo; en España sólo en 4 años (de 1996 a 1999) se realizaron más de 400 ensayos. Únicamente en el año 1997 se realizaron unas 3.000 pruebas en EEUU. En la práctica, lo que eso significa es que, en lugar de realizar las experiencias peligrosas en laboratorio, estamos convirtiendo la biosfera entera (y nuestros propios cuerpos dentro de ella) en un laboratorio de alto riesgo. En nuestro país, por desgracia, una prudente iniciativa presentada al Congreso de los Diputados (prohibir durante 3 años la importación, venta y cultivo de productos transgénicos en España, para posibilitar siquiera el cumplimiento de la legislación vigente sobre etiquetado) fue rechazada: el 24 de febrero de 1999, en la Comisión de Medio Ambiente, PP c CiU votaron en contra (20 votos), contra los 19 votos de IU, PSOE y Grupo Mixto. El 10 de marzo se perdía otra votación semejante en el Pleno del Congreso: 159 diputados contra 133 rechazaron la moratoria. Sendas ocasiones perdidas para poner en práctica el principio de precaución. Alternativas a los cultivos transgénicos. Ya que los transgénicos no son la única posibilidad en la agricultura, deberíamos pensar en alternativas. Y es que la agricultura ecológica se apoya en la herramienta biológica más potente de todas, la biodiversidad, y renuncia a otra herramienta cuyos efectos secundarios se han revelado demasiado graves: la química de síntesis. Crea agroecosistemas cuyo objetivo es la obtención de alimentos de máxima calidad respetando el medio ambiente y conservando la fertilidad de la tierra, mediante la utilización óptima de los recursos naturales y sociales. Aunque no se desprecian los objetivos de productividad, no se sacrifican los demás aspectos en el altar de los máximos rendimientos posibles. “La cuestión es tratar la enfermedad, en lugar de los síntomas”. En lugar de diseñar una variedad transgénica de maíz que sea tóxica para las lombrices de las raíces, un agroecólogo se preguntará en primer lugar por qué hay un problema de lombrices. En agricultura ecológica, la fertilización se basa en la materia orgánica (estiércoles y abonos verdes principalmente). La rotación de cultivos, la diversificación de los mismos, las asociaciones de cultivos con sinergias positivas, el control de plagas a través de prevención y métodos biológicos, son prácticas que caracterizan a este “otro paradigma” agrícola, perfectamente capaz de alimentar a la humanidad pese a la machacona propaganda que intenta persuadirnos de lo contrario. Las cooperativas también pueden ser una alternativa, estableciendo lazos directos entre productores y consumidores de bienes agroalimentarios ecológicos. Ofrecen grandes ventajas: para el agricultor y ganadero, la seguridad de poder vender toda su producción a un precio justo acordado de antemano, y la revalorización de su trabajo, apreciado por consumidores especialmente sensibilizados; para ellos, la eliminación de sobreprecio de los productos ecológicos y el enriquecimiento que proporciona una relación directa con quien trabaja para suministrarle alimento y otros bienes. 20 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Soberanía alimentaria. Resulta llamativo como en el debate sobre los recursos alimentarios en un mundo donde 800 millones de personas padecen hambre y desnutrición, no se mencionan los hábitos de consumo de las poblaciones más ricas del planeta. Es como si la dieta cárnica fuese un tabú político imposible de abordar; como si aceptáramos la famosa y terrible frase que pronunció George Bus al pie del avión que le iba a llevar a la cumbre ambiental de Río de Janeiro en 1992, según la cual: “nuestro modo de vida no puede ser objeto de negociaciones” A nivel global, casi la mitad de la producción mundial de grano y más de la tercera parte de las capturas pesqueras se destina a alimentar ganado, en un mundo donde la quinta parte de la población humana no tiene alimento suficiente. El Consejo para la Alimentación Mundial ha calculado que dedicar a alimentación humana entre el 10% y el 15% del grano que se destina al ganado bastaría para llevar las raciones al nivel calórico adecuado, erradicando el hambre. Las vacas europeas se alimentan con el pescado del Perú y la soja de Brasil, mientras en aquellos países latinoamericanos pescadores y campesinos padecen hambre y desnutrición, y nosotros no sabemos qué hacer con los excedentes lácteos. Así, existe un nexo poderoso entre el hambre y desnutrición humanas en el planeta y la alimentación excesivamente carnívora de las poblaciones ricas del Norte. No podemos seguir desperdiciando tanta comida en criar animales como hacemos hoy. Con el objetivo de liberar recursos biológicos para los demás seres humanos y para la biosfera, conviene cambiar nuestras pautas de alimentación hacia una dieta básicamente vegetariana, mucho menos rica en carne que la actual, y renunciar a la ganadería intensiva. Ejemplos positivos de la aplicación de las tecnologías del ADN recombinante. A pesar de ser escasos ejemplos y constituyen una mínima parte de los proyectos que se están llevando a cabo con estas tecnologías, nos dan cierta esperanza. Todos los años se producen grandes pérdidas en las cosechas de arroz (base de la dieta de una tercera parte de la población mundial) por la marchitez o seca causada por ciertas bacterias. Algunas variedades de arroz son resistentes a la enfermedad, y con los procesos de mejora clásicos (tardan unos 10 años) se puede intentar transferir esta resistencia a las variedades comerciales. El proceso se abrevió empleando técnicas de ingeniería genética: clonando un gen de resistencia y transfiriéndolo a variedades empleadas en agricultura. Luego se enviaron copias del gen correspondiente a expertos de Europa, Asia, África y Norteamérica, para que pudieran introducir la resistencia a la enfermedad en sus variedades locales. 21 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Otro ejemplo lo encontramos en unos biotecnólogos españoles, quienes manipularon una levadura de pan a la cual se le insertó un gen de un hongo para evitar irritaciones y procesos alérgicos frecuentes entre los trabajadores del sector panadero. Si no apareciesen efectos indirectos indeseables hasta ahora no detectados, la verdad es que no se me ocurren buenas razones para quitar esa levadura de las panaderías. Tradicionalmente, el cuajo empleado para elaborar muchos tipos de queso procedía del estómago de las vacas (lo que tradicionalmente llevaba a muchos vegetarianos a renunciar también al queso). Hoy se produce cuajo empleando bacterias transgénicas en tanques de fermentación. Desde luego es una opción que prefieren los vegetarianos (y las vacas, claro, si pudieran elegir). Un ejemplo paradigmático es el uso de “bioplásticos” a partir de bacterias, con lo cual se ahorraría el tremendo impacto ambiental de la petroquímica. De hecho, Greenpeace alentó esta producción, encargando ese tipo de plástico (conocido como “biopol”) para fabricar sus propias tarjetas de crédito. Sin embargo, hay un hecho a remarcar en esta historia: Monsanto compró la empresa que desde 1990 empleaba esas bacterias para producir polímeros en tanques de fermentación....sólo para decidir, en 1999, que el biopol (con precios de petróleo muy bajos –¡cómo han cambiado las cosas!-) no resultaba rentable y deshacerse de él. Para una vez que se atisbaba una aplicación ecológica de la biotecnología... Este último caso no se puede decir en absoluto que sea positivo, sino que indica por dónde van las ideas de las transnacionales mientras proclaman su deseo de acabar con el hambre en el mundo. Los agricultores brasileños de Río Grande de Sul cultivan desde 1993 un tabaco transgénico al que llaman fumo louco –“humo loco”, y fue la tercera tabaquera estadounidense hizo llegar la semilla a Brasil secretamente y volando la ley estadounidense de exportación. La propiedad especial de esta planta es que contiene el doble de nicotina que las normales. Ni tecnofanatismo, ni tecnocatastrofismo. En los textos donde se analizan las oportunidades y los riesgos relacionados con la manipulación genética surgen títulos tan sobrecogedores como “el octavo día de la creación”, “el segundo Génesis”, “la reinvención de la naturaleza”...no se tratan de mera retórica. Tales expresiones apuntan hacia el mismo centro de lo que está en juego, y hay que denunciar los intentos de banalizar estas tecnologías, a las que deberíamos acercarnos con “temor y temblor”, pero sin concesiones al irracionalismo. Sin duda satanizar la ciencia y a los científicos es un camino seguro de derrota para el ecologismo. Entonces tenemos que tener claro que hay que huir tanto del tecnofanatismo como del tecnocatastrofismo. Una declaración consensuada por numerosas organizaciones campesinas, indígenas y ecologistas reunidas en Quito (Ecuador) en enero de 1999, afirmaba: “rechazamos la manipulación genética por ser una tecnología éticamente cuestionable que viola la integridad de la vida humana, de las especies que han habitado la Tierra por millones de años y de los ecosistemas”. 22 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Pero los transplantes de órganos también “violan la integridad de la vida humana”. De hecho, el príncipe Carlos de Inglaterra, un destacado crítico de la agricultura basada en transgénicos, ha declarado que “modificar el curso de las cosechas es entrometerse en la obra de Dios”. No parece un argumento muy acertado, ya que por ejemplo curar un cáncer también sería “entrometerse en la obra de Dios”. III – CONCLUSIONES Hay que pensarlo 2, 3 y hasta 100 veces antes de manipular la constitución molecular de los organismos vivos o interferir en el funcionamiento de los ecosistemas. No porque “sean sagrados” o inmejorables, sino porque la experiencia científica pone de manifiesto que la probabilidad de que nuestra intervención empeore las cosas es superior a que las mejore. La ingeniería genética es una tecnología potentísima, con lo cual requiere de mucha precaución y prudencia ya que puede acometer daños irreversibles. Y hacen falta argumentos más convincentes que la necesidad de acumulación de capital propia de una economía industrial que hasta la fecha sólo ha hecho que probar su carácter destructor de la naturaleza. El problema no son las tecnologías de manipulación genética en sí mismas, sino su apropiación (en el contexto de una creciente privatización del conocimiento científico) por un puñado de empresas transnacionales embarcadas en un muy ambicioso proyecto de dominación. Aun así, ante cualquier aplicación de las nuevas biotecnologías, debemos preguntarnos estas 3 cuestiones, a mi modo de entender, claves: ¿La aplicación tecnológica es realmente necesaria? Y para saber diferenciar lo necesario de lo superfluo, creo que el criterio en juego no debe ser el lucro económico, sino si satisface necesidades humanas básicas. ¿Es la solución que se propone la única concebible? ¿están excluidas todas las vías alternativas de procurar la satisfacción de necesidades que se intenta? Suponiendo que estemos tratando de satisfacer necesidades básicas y que no seamos capaces de ingeniar vías alternativas menos arriesgadas, ¿los riesgos en juego son asumibles? Porque si se revela que puede tener efectos destructivos y puede poner en juego el futuro de seres vivos a causa de algunas ganancias en confort y beneficios económicos para los países industrializados, por supuesto no debe ser asumible. De todas maneras no es justificable tampoco una posición extremista de renuncia total a las tecnologías del ADN recombinante. No se trata de decir “no a todo”, el problema como ya he comentado antes es el contexto en el que se esta produciendo, con el poder concentrado en manos de unos pocos. No hace falta mencionar que para que esto cambie implicaría una drástica reducción del poder del capital, y eso es muy improbable, pues hoy por hoy todo apunta en sentido contrario. 23 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Así, no se debe renunciar a la manipulación genética, sino que –de acuerdo con los graves riesgos y las complicadas cuestiones sociopolíticas en juego- se proceda en este campo con una prudencia especial. En el debate sobre las nuevas biotecnologías lo que ha de cuestionarse no son los medios (ej. las diversas técnicas de manipulación genética) sino más bien los fines y la consecuencias. IV – EPÍLOGO: El futuro próximo Que el s. XXI será el siglo de la biotecnología es la simple consecuencia de la insustentabilidad del sistema socioeconómico edificado a lo largo del s. XX. No podemos concebir una sociedad sustentable que no se base sobre la energía solar, la fotosíntesis y el “cierre de ciclos” de los materiales, en lugar de hacerlo sobre los combustibles fósiles y los recursos minerales (como las insostenibles economías industriales actuales). Dicho de otra forma, el predominio de las “tecnologías minerales” sobre las biotecnologías, de las tecnologías basadas en la materia inorgánica sobre aquellas basadas en la vida orgánica, habrá sido un breve paréntesis de 2 siglos en la larga historia de la humanidad; y sería ecológicamente irresponsable intentar alargar este paréntesis. Ya hay analistas económicos que vaticinan para los próximos tiempos una situación en la que los materiales vegetales proveerían la base para una parte preponderante de los productos manufacturados, y al menos una tercera parte de los productos industriales que hoy obtenemos de derivados del petróleo podrían producirse a partir de recursos vegetales. En este contexto, la cuestión no es “biotecnología si / biotecnología no”, sino qué tipo de biotecnologías para una sociedad sustentable. La agricultura ecológica y la medicina preventiva son biotecnologías; la ingeniería genética y una hipotética ganadería industrial basada en la clonación también lo son, aunque orientadas en otro sentido más distinto. La dinámica histórica de capitalismo basado en las tecnologías minerales ha conducido a sobrepasar los límites de la biosfera, desequilibrándola gravemente. Si ahora intentamos poner la potencia de la vida al servicio del mismo objetivo de expansión sin límites, el agravamiento de la crisis ecológica está asegurado. V - ANEXO I: el primer alimento transgénico El primer vegetal transgénico que se comercializó en el mundo (a partir de 1994 fue el tomate McGregor. Se le introdujeron 2 genes extraños: uno para que las membranas celulares tomateras se descompongan lentamente, y un gen de resistencia a un antibiótico. Con el segundo, se asocian serios riesgos para la salud humana y animal, por la posibilidad de transferencia de esta resistencia a microorganismos patógenos. El primero, provoca que el vegetal se mantenga durante más tiempo con aspecto apetitoso. Pero todos los otros procesos de envejecimiento continúan: las vitaminas y los demás elementos nutritivos se descomponen como en cualquier tomate, y sólo el aspecto externo engaña. El tomate envejece y pierde valor nutritivo, pero dejamos de percibirlo en su apariencia. 24 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Pensando más allá, podemos afirmar que con este tipo de tomates se favorecen los tiempos de almacenamiento y los trayectos de transporte serán mas largos, lo cual provocará impactos ambientales mayores. En los tiempos del efecto invernadero, no hacen falta tomates que den la vuelta al mundo, sino lo contrario: una agricultura cercana con distancias cortas entre el productor y el consumidor. Así, ante estos tomates de maduración retardada, una sociedad madura debería saber decir NO. VI - ANEXO II: Reflexiones Como vemos , poquísimos alimentos recombinantes que se nos proponen superan una evaluación que haga uso de criterios como la sustentabilidad ecológica, el principio de precaución y la idea de justicia social. Sabiendo esto: ¿Necesitamos tomates transgénicos de maduración retardada, que harán aumentar todavía más el transporte motorizado de mercancías a larga distancia, ya hoy ecológicamente insostenible? ¿Podemos aceptar que se inserten rutinariamente en plantas de cultivo genes marcadores de resistencia a antibióticos, con el riesgo de que se transfieran estos genes a cepas de bacterias patógenas, creando problemas de salud humana y animal cada vez más incontrolables? ¿Es lícito producir masivamente edulcorantes sintéticos sin preocuparnos por la ruptura de mercados vitales para los países del Sur que dependen de la exportación de azúcar de caña? ¿Cabe valorar la ganadería industrial sin tomar en consideración el sufrimiento de los animales criados en granjas-factoría? ¿Realmente necesitamos tabaco transgénico con el doble de contenido en nicotina que el normal? VII– BIBLIOGRAFÍA. CC. OO. (1999): Argumentos recombinantes sobre cultivos y alimentos transgénicos. Madrid: Departamento Confederal de Medio Ambiente. Área de Medio Ambiente de la Fundación 1º de Mayo. PEDAUYÉ, J. FERRO, A. y PEDAUYÉ V. (2000): Alimentos transgénicos: la nueva revolución verde. Madrid: McGraw-Hill. RIECHMANN, J. (2000): Cultivos y alimentos transgénicos. Una guía crítica. Madrid: Los Libros de la Catarata. SEGRELLES SERRANO, J. A. (2005): “El problema de los cultivos transgénicos en América Latina: una “nueva” revolución verde”, Entorno Geográfico, nº 3, pp: 93-120. Documental “Alimentos transgénicos (Harvest of fear)”. Canal Historia. 56 min. 25 Alimentos transgénicos Carlos Pérez Mejías Documental “¿Qué comemos hoy? Alimentos transgénicos y biológicos”. Documanía. 50 min 26