Poder Judicial de la Nación “La violencia de género y los daños injustamente sufridos” Silvia Y. Tanzi I.- Introducción En los últimos años internacionalizar los se advierte derechos la tendencia personalísimos y a establecer bases comunes para asegurar la libertad, igualdad y seguridad jurídica de todos los hombres, mujeres, niños, niñas y adolescentes. Ya en 1990 en el marco de las “Jornadas de Responsabilidad por Daños Alsina”, en Homenaje realizadas al en Profesor Buenos Jorge Aires, H. Bustamante la principal recomendación se ciñó a la necesidad de organizar el sistema de responsabilidad de modo tal que se privilegie la tutela de USO OFICIAL la persona humana. Los consiguientes Proyectos de Reformas al Código Civil y en particular el que se encuentra en la actualidad en pleno trámite parlamentario se edifican sobre cimientos reclamados en doctrina como la prevención del daño y el otorgamiento de todo lo necesario que vigorice el respeto por la persona humana. En ese esquema evoluciona el concepto de daño a la persona defendido por el Profesor Dr. Carlos Fernández Sessarego que logró, además, su incorporación al texto del Código Civil de Perú, en 1984. El Derecho debe contener y proteger ese bien inapreciable a fin de mantener un equilibrio adecuado. La nueva frontera de la Responsabilidad Civil otorga al daño injusto- tal como lo enfatiza el Profesor Dr. Miguel Federico De Lorenzo en su reconocida obra “El daño injusto”- el protagonismo imprescindible para que los damnificados obtengan la merecida consideración jurídica, aunque toda reparación, por más plena e integral que fuere, meramente compensa pero no “borra” las lesiones padecidas. Hoy en día es inconcebible que el Derecho no tenga un sentido profundamente humanista que responda también a motivos éticos, solidarios y eficientes. II.- Discriminación y violencia. La ley 23.592 cuya sanción data de 1988 sentó los principios fundamentales de no discriminación a todo nivel. El eximio jurista Eduardo A. Zannoni en su artículo publicado en Revista La Ley del 20 de abril de 2013, titulado “Género, Derecho y Justicia” al hablar de “violencia de género” se refiere a la ley 26.485 en su artículo cuarto, señalando que comprende tanto la violencia directa como indirecta. Afirma que por violencia directa contra todas las mujeres se entiende a “toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, sexual, dignidad, económica o integridad patrimonial, física, como así psicológica, también su seguridad personal”. En lo atinente a la violencia indirecta se considera “toda conducta, acción u omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja y la ley enumera qué conductas quedan comprendidas (física, psicológica, sexual, económica). Sostiene que la ley dispone e su artículo sexto que se entiende por modalidades en que se manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes ámbitos quedando comprendida la violencia doméstica contra las mujeres que es la ejercida por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad tanto la reproductiva como el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. También la violencia institucional realizada por los funcionarios, profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución pública; la violencia laboral, la violencia obstétrica y la mediática. El mencionado jurista en su reflexión final afirma que la realidad ha de cambiar, inexorablemente, con o sin ley, con una educación dirigida gradualmente hacia la no discriminación. Ahora bien es indiscutido que los casos de violencia en el ámbito familiar no son hechos aislados, por el contrario, la frecuencia aumenta y la agresividad es mayor en cada acto violento. No olvidemos que es un factor presente y es una violación gravísima a los derechos humanos de las mujeres de todas las razas, religiones, condiciones económicas, sociales y culturales. Poder Judicial de la Nación No cabe necesidad duda de que de educar es para absolutamente la no indiscutible discriminación y la la no violencia de género porque a través de la educación se pone el acento en la prevención y el respeto a la libertad, seguridad personal, la propia vida, la dignidad inherente y a ser ponderada y educada con libres patrones de comportamiento dentro del marco del sistema normativo del tercer milenio. III.- Los daños sufridos: En el caso particular de la violencia contra la mujer cualquiera sea el ámbito en el que la padece hay que poner el acento, a mi entender, en especial en el daño moral, psicológico y la frustración de su propio proyecto de vida. En los daños a indemnizatorios las personas, se incluyen, al clasificar además la los rubros incapacidad USO OFICIAL sobreviniente, el daño estético, la pérdida de la vida, los gastos ya efectuados y los futuros, lucro cesante y pérdida de chance. La razón rubros de se esta afirmación cuantificaran radica en conforme que las los restantes circunstancias particulares del caso y en función de los daños injustamente padecidos. En el supuesto de daño moral, psicológico y la frustración del proyecto de vida hay que considerar las consecuencias que influirán necesariamente en la vida futura. Nuestro Máximo Tribunal ha sostenido que el daño moral no tiene que guardar relación con el daño material porque no es un accesorio violencia de de éste género (Lexis, es N° sumamente 13/5152). lesivo Y para el la padecer esfera espiritual y no implica una disminución de la capacidad, sino un lesión a los sentimientos que afecta afecciones legítimas y padecimientos de difícil apreciación pecuniaria. La Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en particular, la Sala E ha sostenido que el daño moral sucede prevalecientemente en la esfera del sentimiento (Isis, 0013424). El dolor, la angustia, la inquietud espiritual, la modificación disvaliosa del espíritu a raíz de un hecho de violencia de género habrá de tener consecuencias en el querer y sentir que se traducirá en un modo de “estar” diferente del que se encontraba antes del hecho. En orden a la cuantificación la Dra. Matilde Zavala de González (“Actuaciones por daños, Ed. Hammurabi) demuestra preocupación por la tendencia tarifaria. Hace hincapié en la necesidad de tener en cuenta la entidad del daño moral y esto supone una acentuada apreciación de las circunstancias del caso. “A fin de esclarecer de qué modo y con qué intensidad el hecho ha presumiblemente influido en la personalidad de la victima y su equilibrio espiritual. Señala como pauta de valoración, la gravedad objetiva del detrimento sufrido y remarca el interés en las circunstancias del sexo, edad, profesión, etcétera. En relación al daño psíquico y poniendo el acento en la inviolabilidad de las personas cabe tener presente las enseñanzas de la jurista Zavala de González (Resarcimiento de daños, Tomo 2ª. “Daños a las personas”, Ed. Hammurabi) al señalar que cuando se resarce un daño no sólo deben ser indemnizados los objetos exteriores ponderados económicamente. La dimensión espiritual de la persona no se agota en los afectos o sentimientos. Esta postura es acorde con la realidad de nuestros días, puesto que el eje rector en materia de resarcimiento de daños debe ser el “preservar el derecho a la vida y a una mejor calidad de vida” (“Rubros de la cuenta indemnizatoria en daños a las personas”, Ed. Hammurabi). El daño psicológico se destaca porque nos encontramos ante una perturbación patológica de la personalidad y el Magistrado, a la hora de establecer un monto indemnizatorio, no se encuentra limitado por ningún tope o baremo, lo determinará sobre la base de las probanzas producidas en el expediente con la ayuda invalorable de los auxiliares de la Justicia. Se trata de una lesión quese produce al correcto y normal funcionamiento de la psique y, como consecuencia de ello, afecta la personalidad de la mujer ocasionándole una incapacidad en el aparato psíquico. Dice Bidney (“Antropología teórica, citado por Cipriano en su artículo “El daño psíquico sus diferencias con el moral, La Ley 1990D-678) que “la psique se aloja en el cerebro, que es donde nacen los impulsos ordenadores”. Poder Judicial de la Nación En esta línea de pensamiento no puedo dejar de mencionar, en el ámbito de la violencia contra la mujer la definición del Profesor Carlos Fernández Sessarego al elaborar el concepto de “daño a la persona”. Afirma que va más allá del daño corporal y se relaciona con el proyecto de vida. Al contemplar la tutela integral de la persona, sea en su vida de relación (social, cultural, etcétera), en su salud, en su ambiente en lo que el Derecho de Quebec denomina “perdre de jouissance de vie” o pérdida del gozo de la vida. Al tratar el tema de la violencia de género nada más vinculado a esa pérdida de gozar la vida, no quedarnos en el plano de sublimar a la mujer a una mera supervivencia sino a defenderla para que, a pesar de lo injustamente sufrido, continúe su camino – al decir de Eladia Blázquez- honrando su vida. USO OFICIAL El Derecho debe estar presente con su contención y protección a fin de mantener el equilibrio justo para impedir esos actos de violencia que protección y gozo. marcan inexorablemente porque Vivir es