Hombres de conocimiento y sombrero Benjamín Puche Villadiego, patrimonio vivo!!! Enero-febrero2008 Por: Gonzalo Molina Arrieta En octubre 26 del 2007, un articulo sobre artesanías en la costa, citan al investigador cultural Benjamín Puche Villadiego como si estuviera muerto; él heraldo afirma “que en paz descanse”. Este artículo está dedicado a uno de los tantos hombres subvalorados, que yo llamo de abarca y sombrero, Benjamín está vivo, hable con él hace unos días, es un patrimonio vivo. Cuando me enteré que había alguien hablando de una simbología y una fórmula matemática para identificar la calidad del sombrero vueltiáo en Montería; una ciudad donde todavía muchos lo usan por la misma razón que a los indígenas hace más de 4.000 años les pareció necesario y justificado su invento; en ese entonces en el colegio, dije al compadre Nafer a este hombre hay que escucharlo. Unos años después, en uno de esos actos culturales que organizábamos, recién ingresado a la Universidad de Córdoba, propusimos invitarlo para que departiera con nosotros sus conocimientos. Una tarde, en plena plaza universitaria se encontró el hambre con la comida; concentró la atención un señor elegante usando un sombrero 21; era el hombre esperado, un tipo bajito, blanco, de ojos azules, era nada más y nada menos que el hoy reconocido Benjamín Puche Villadiego. Puche era la atracción de estudiantes y profesores que lo saludaban y abrazaban de manera efusiva, alegre y espontánea; lo recuerdo porque ese fue un día decisivo en mi vida, pues nunca antes había visto a alguien manejando tanto conocimiento matemático y sociológico, técnico y filosófico, políticos y literario, teórico y práctico al mismo tiempo, y mucho menos presentándolos de manera sencilla, jocosa y jacarandosa. Ese día me di cuenta, que tanto en los tacones de los zapatos, como en los cascos de los burros, viaja el abecedario con el que se podía alfabetizar a los tantos iletrados que tenía y aún tiene nuestra región. Me percaté que el bocachico era una especie prodigiosa y propia del Sinú; que el maíz es una planta divina, que fue y aún es, base de la alimentación de las comunidades indígenas precolombinas, y que está gramínea y la papa, habían salvado a Europa de las repetidas hambrunas que padeció. Nos mostró imágenes sacadas de su mágico maletín, que confirmaban como trabajaron el oro a la perfección los Zenúes y nos demostró que estos habían hecho grandes obras de ingeniería hidráulica, adecuando más de 500.000 hectáreas de tierra para la agricultura y que ningún gobierno de nuestros tiempos republicanos ha podido imitarlos teniendo maquinaria apropiada para hacerlo. Supe que las riquezas de Europa se deben precisamente al hecho mismo de haber saqueado a nuestros antepasados, llevándose invaluables toneladas de oro, plata, piedras preciosas y quién sabe cuántas vainas más que la memoria colectiva de nuestros abuelos y la historia oficial ya no las recuerda y ni le interesa recordarlas. Después de mostrar un pequeño mapa, me enteré que las tierras que Colombia ha perdido en sus tratados internacionales, son tantas como las que hoy tiene. Que la soberanía en los callos, Roncador y Quita Sueño se mantuvo un momento de su historia gracias a los burros y más específicamente a las burras. Supe que el ser sinuano, la sinuanidad, y la diversidad natural, étnica y cultural es una riqueza potencial que debemos preservar y desarrollar. Entendí que toda cultura es importante, que no hay culturas superiores, que todo grupo humano ha generado conocimientos y técnicas con la cuales sobrevive y se desarrolla según sus épocas y condiciones. Ese día escuche de Benjamín por primera vez “que la inteligencia no pesa ni ocupa espacio”. Luego, al hilvanarlo todo en la oscuridad de un rancho, comprendí, que los educadores y las escuelas no manejaban esos conocimientos, pues la escuela no era (todavía no lo es) el escenario que unifique ciencia, saber popular y el sentido común, que ésta no desarrollaba identidad y no pretendía valorar el pasado y revalorar nuestra cultura. Indudablemente Puche me confirmó la vocación educadora que había elegido unos días antes, pese a que era muy popular el decir, que la profesión de educador es desagradecida y mal remunerada. Hoy el pensamiento, la visión de cultura, la capacidad de síntesis, la recursividad y la habilidad para comunicar ideas lúdicamente de Benjamín Puche Villadiego, y su férreo trabajo por escudriñar científicamente nuestra cultura, se vuelven paradigmáticos para los que profesamos en la educación. Siendo sensatos, hay que reconocer que estas características están presentes en un sin número de sabedores populares, que aún andan por ahí, vistiendo de abarca y sombrero, que esperan ser reconocidos como lo que son (patrimonio vivo) y, a quienes les adeudamos muchas cosas; sirve de ejemplo para el caso, Medardo de Jesús Suárez, José Dolores Paternina (por intermedio de estos a todos los artesanos del pueblo zenú) y Puche Villadiego a quien le debemos el estatus que hoy tiene el sobrero vueltiao, no solo por ser el primero en estudiarlo desde el punto de vista científico, sino porque cuando nadie creía en él, fue su principal difusor cultural. Pd: 1 Estoy convencido que más tarde que temprano el reconocimiento lo tendrá también la abarca; porque la cultura es una obra de lo pueblos, ellos la cultivan colectivamente, la desarrollan y la valoran según su conciencia. Pd: 2 Benjamín sigue caminando el país, hace una semana hable con él, está vivo y ojala por mucho tiempo. Por: Gonzalo Molina Arrieta Profesor de filosofía y pedagogía Numero 17, Enero –febrero 2008 www.patrimoniovivo.blogspot.com