“…Pero los hombres del alba se repiten en forma clamorosa, y ríen y mueren como guitarras pisoteadas, con la cabeza limpia y el corazón blindado…” (Fragmentos de Hombres del alba de Efraín Huerta, 1944) Fuera de Ruta ¿Si o no? Lydia Guadalupe Gurrola Valencia* En los últimos días, diversos medios de comunicación han explotado el tema del impacto ambiental, los medios informativos han dado cabida a organizaciones ambientalistas y respetables defensores de la naturaleza, pues se pueden leer encabezados sobre el impacto ambiental que causaría el muro en la frontera, o bien hemos podido escuchar discursos elaborados sobre el respeto y protección a la vida animal y vegetal. Totalmente de acuerdo en cuidar el planeta, pues me revelo ecologista, pero mi preocupación no va más allá del fin único de cuidar el lugar donde vivo para asegurar que en el futuro aun tenga un espacio habitable en la tierra. Sucedió que esta semana, mientras hurgaba en información, entre tanta carta y proclamación ambiental, mi búsqueda dio un resultado positivo. Resulta, que nuestro considerado país vecino del norte recapacitó y en un momento de reflexión, reconoció el mal ambiental de la construcción de muro fronterizo. Es así como se da a conocer la “magnifica” noticia sobre la suspensión de la construcción del muro fronterizo en Texas, bajo el argumento de “Que la fragmentación de un ecosistema automáticamente rompe toda la línea de vida de mamíferos y de otras especies, afectar cuerpos de agua y provocaría contaminación”. Digo, pobres pumas que comen en EU y viene a México a dejar el resultado de su digestión; personalmente tales resoluciones las encuentro muy cuestionables, pues es considero cuestionable que las políticas publicas busquen resolver los problemas de la vida animal y vegetal antes que la vida humana. ¿Cómo es posible que se detenga la construcción de un muro por la alteración del hábitat animal y vegetal, cuando desde hace tiempo se modifica la vida humana en la frontera? Sí, es posible que se interrumpa tal obra no por la pérdida de humana que causa, si no por razones ambientales (no menos importantes) que esto engendraría. Sí, lo sé: un planeta en malas ocasiones acabaría con la vida; pero ¿No es razón suficiente detenerse ante cientos de migrantes muertos? A diario nos enteramos de muertes de migrantes: hombres, mujeres y niños en busca de estabilidad, así como una mejor economía, aunque es bien sabido el trato que el vecino país del norte da al inmigrante, avalando medidas que les impiden obtener servicios públicos como asesoría en casos relacionados con droga, asistencia de vivienda y servicios para ansíanos; además de vivir ahondado en la represión y bajo las cama, literalmente hablando. Por si esto fuera poco, los indocumentados están expuestos al condicionamiento de la policía quien determinan su estado migratorio. A lo anterior, responde el supervisor republicano Martín E. Nohe: “No deseamos ser el tipo de comunidad que tenga siquiera la imagen de estar adoptando estereotipos raciales”. ¿? Podemos entender y plantearnos: ¿Desde cuando ha dejado de ser importante la vida humana? Aunque la construcción de una parte del muro se haya detenido no significa nada importante, pues sabemos que se ha demorado la instalación del muro cibernético, por ahí por Tucson: una cerca virtual con un costo de 20 millones de dólares, con cámaras, sensores, radares y demás. ¿A lo mejor quieren hacer la extensión fronteriza totalmente virtual? Tal vez sea la razón de que estén detenidas las obras. Esto parecería un relato de ciencia ficción o algo así. Mientras el país del Norte se precopa por cercar virtualmente la frontera, nuestro país se preocupa por saber si los carritos que usa Fox son de él, o nos absorbemos en largas discusiones sobre la vergüenza que el ex-presidente nos causo en EU, mientras lo entrevistaba Rubén Gonzáles Luengas. ¡Ah!, también nos preocupamos por el medioambiente. En fin, esta semana estuvo llena de cuestionamientos y encuentros, de terribles discusiones a considerar. Ante este escenario, crece el cansancio por las pancitas vacías de los niños, de la poca productividad de la tierra. Esperemos que el cansancio no haga huir también al pensamiento y termine en el Norte, ahogado en un río o deshidratado por el sol. *Asistente del Programa Estudios Urbanos y Ambientales de El Colegio de Sonora, lgurrola@colson.edu.mx