Lluvia de Diana

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15 POROSIDAD.
La porosidad, es la propiedad en virtud de la cual existen, entre las moléculas de los
cuerpos, intersticios denominados poros.
Se distinguen dos especies de poros, a saber: los poros físicos, o intersticios bastante
pequeños para que las fuerzas moleculares atractivas o repulsivas conserven su acción,
y los poros sensibles, verdaderos agujeros o lagunas, en las cuales cesa la acción de las
fuerzas moleculares. A los poros físicos se deben las contracciones y las dilataciones
que provienen de los cambios de temperatura. Los poros sensibles, en los seres
organizados, son el asiento de los fenómenos de exhalación y de absorción.
Los poros sensibles son aparentes en las esponjas, en las maderas y en muchas
piedras; más los poros físicos no lo son jamás. Sin embargo, todos los cuerpos poseen
esta última clase de poros, porque todos disminuyen de volumen por el enfriamiento y
por la compresión.
Para demostrar experimentalmente los poros sensibles, se toma un largo tubo de
vidrio A (fig. 3), terminado en su parte superior por un vasito de cobre m, y en su parte
inferior por un pie del mismo metal que se puede atornillar en la platina P de una
máquina que sirve para hacer el vacío. El fondo o del receptáculo m es de cuero grueso
de búfalo. Viértese mercurio en el vasito hasta que se cubra enteramente el cuero,
haciendo luego el vacío en el tubo. Acto continuo, por efecto de la presión atmosférica
que se ejerce sobre el mercurio, este líquido pasa al través de los poros del cuero, y cae
en el tubo en forma de menuda lluvia. De igual manera se hace pasar agua al través de
los poros de la madera, cuando se sustituye al disco citado de cuero, otro de madera,
cortada perpendicularmente a las fibras.
Si se echa en agua un pedazo de creta, se nota que sale una serie de burbujitas de
aire, el cual ocupaba evidentemente los poros de la creta, siendo expulsado ahora de
ellos por el agua que los penetra. En efecto, si se pesa la piedra antes y después de su
inmersión, se observa que su peso ha aumentado considerablemente. Se puede también
averiguar el volumen total de los poros, en vista del peso del agua absorbida.
Respecto a la porosidad de los metales, quedó demostrada por el siguiente
experimento que en 1661 hicieron los académicos de Florencia. Deseaban cerciorarse de
si el agua disminuía de volumen por efecto de una fuerte presión y para conseguirlo, se
sirvieron de una esferita hueca de oro y de paredes delgadas; la llenaron de agua, y
después de haberla cerrado herméticamente y soldado el orificio, la dieron varios
martillazos para reducir su volumen. A cada golpe, el agua trasudaba por la pared,
apareciendo al exterior como un depósito de rocío, lo cual demostraba la porosidad del
metal. Varios físicos repitieron este experimento con otros metales, y siempre
obtuvieron iguales resultados.
16. Volumen aparente y volumen real. -Recordando la porosidad, no debe confundirse
en cada cuerpo su volumen aparente, es decir, la porción de espacio que ocupa, con el
volumen real, que sería el que ocuparía la materia propia del cuerpo si pudiesen
desaparecer los poros; en otros términos, el volumen real es el volumen aparente menos
el de los poros. El volumen real de un cuerpo es invariable; pero el aparente aumenta o
disminuye con el de los poros.
17. Aplicaciones. -La porosidad se ha utilizado en los filtros de papel, de fieltro, de
piedra y de carbón, que tanto sirven en la economía doméstica. Los poros de estas
sustancias son bastante grandes para dar paso a los líquidos, pero demasiado pequeños
para consentir que los crucen las sustancias que aquéllos tienen en suspensión. En las
canteras, se abren ranuras en los peñascos para introducir en ellas cuñas de madera bien
secas; humedeciéndolas en seguida, penetra el agua en sus poros, se hincha la madera, y
desprende considerables masas de piedra. Las cuerdas secas aumentan en diámetro y
disminuyen en longitud, cuando se las moja, circunstancia que se ha utilizado para
levantar enormes fardos.
Adolphe Ganot, Tratado elemental de Física. París. 1871
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