DISCURSO II CUMBRE

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DISCURSO DEL PRESIDENTE RAFAEL
CORREA EN LA III CUMBRE DEL ASPA
Lima, 2 de octubre de 2012
Querido Presidente Humala muchas gracias
por su hospitalidad, muchas gracias al pueblo
limeño, al pueblo peruano, que siempre nos
recibe con los brazos abiertos, estamos muy
contentos de estar aquí, en esta tierra
hermana,
y
compartiendo
con
países
hermanos, geográficamente un poco lejanos
pero históricamente muy en contacto con
nosotros como son los países árabes.
Quería
aprovechar
esta
cumbre
para
presentar un proyecto emblemático de mi
gobierno, que creo que es de interés al nivel
planetario, además, por las conclusiones que
de él se derivan.
Por su diversidad y ubicación geográfica,
Ecuador es el eco centro del mundo, es el país
mega-diverso más compacto del planeta, y
queremos presentar en esta Cumbre una
propuesta única en el mundo: La Iniciativa
Yasuní-ITT, la cual busca dejar bajo tierra un
20% de las reservas ecuatorianas de petróleo
en una de las áreas más biodiversas del
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planeta, el parque Yasuní (ITT son los
nombres de los campos petroleros que hay en
ese parque: Ishpingo, Tambococha, Tiputini),
dejamos en el suelo ese 20% de reservas
comprobadas
a
cambio
de
una
contribución
de
la
comunidad
internacional.
Pese a nuestro derecho a explotar ese
petróleo, dejándolo bajo tierra se estaría
evitando enviar a la atmósfera más de 400
millones de toneladas de CO2. Los recursos
que se obtengan de la iniciativa, se depositan
en un fideicomiso administrado por el
Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, y sirven para proyectos de
mitigación y adaptación al cambio climático.
También es importante recalcar que el
principal contribuyente es el propio Ecuador,
porque para el país lo más conveniente en
términos netamente financieros es explotar
ese petróleo que, con los precios actuales
tiene
un
valor
presente
neto
de
aproximadamente catorce billones de dólares,
y vaya si nos hacen falta esos billones para el
desarrollo del país. Además, insisto, estamos
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hablando de la región más mega-diversa del
planeta.
Como manifestó nuestro querido amigo Miguel
de Escoto, en ese momento Presidente de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, la
iniciativa Yasuní-ITT es la propuesta más
concreta de la historia para bajar de la
retórica a los hechos en cuanto a la lucha
contra el cambio climático.
La compensación por no explotar petróleo en
el Yasuní se basa también en un concepto
nuevo presentado por Ecuador en Cancún,
México, es el concepto de Emisiones Netas
Evitadas.
Emisiones Netas Evitadas son las emisiones
que existiendo dentro de la economía de un
país, son reducidas, o las emisiones que
pudiendo ser realizadas en la economía de un
país, NO son emitidas. El concepto permite
conciliar las compensaciones iniciales de Kioto
así como del mecanismo REDD (Reducing
Emissions from Deforestation and Forest
Degradation in Developing Countries); es un
concepto globalizador, que recoge todo lo que
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se tiene que compensar, el concepto de
emisiones netas evitadas.
En base a este concepto, los diferentes países
productores de combustibles de origen fósil,
altamente contaminantes, tendrían libertad
para elegir entre extraer dichos recursos o
dejarlos en el subsuelo y así ser compensados
por las emisiones que se evitarían. Como en el
caso de la iniciativa Yasuní-ITT, los fines de
estos fondos deben ser acotados, limitados a
acciones
de
mitigación,
acciones
de
adaptación, etcétera. Además que siempre la
compensación va a ser menor que el
rendimiento financiero de la explotación de las
respectivas reservas.
En resumen, Emisiones Netas Evitadas es el
concepto global que permite definir qué es lo
que se debe compensar, y tiene perfectas
bases de derecho, ambientales y de lógica
económica.
Pero pese a lo interesante de la Iniciativa
Yasuní-ITT los resultados hasta el momento
han sido bastante magros. Y no nos
engañamos:
la
compensación
por
la
generación de bienes ambientales implica un
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problema político de redistribución del ingreso
global.
Esta mañana conversaba con Pepe Mujica y él
coincidía en este planteamiento, sin haber
conversado previamente al respecto, diciendo
que la crisis no es ecológica, la crisis es
política; detrás de los efectos ecológicos hay
un problema político. Y el problema político
es: que estamos hablando de bienes públicos
–los bienes ambientales- de libre acceso, y los
países que consumen esos bienes ambientales
no tienen por qué compensar por ese
consumo… Si yo quiero comprarle un tractor a
Estados Unidos o Europa, tengo que pagarles,
compensarles por el tractor. Pero, por todo el
medio ambiente que genera la selva
amazónica –pulmón del planeta-, sin el cual la
vida humana en la tierra no solo sufriría un
grave deterioro sino la extinción total, los
países de la cuenca amazónica no recibimos
absolutamente nada a cambio.
Imagínense ustedes (para graficar de mejor
manera lo injusto de esta situación y que se
trata de un problema básicamente político),
imagínense ustedes por un instante si la
situación fuera la inversa, y los generadores,
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los productores de bienes ambientales fueran
los países hegemónicos, y nuestros países
fueran los contaminadores, es decir, los
consumidores de esos bienes ambientales.
¿Quién puede dudar que hace rato nos
hubieran obligado –incluso por la fuerza
(invasiones, etcétera)- a pagarles entre
comillas
“una
justa
compensación”?
Lamentablemente, como decía Trasímaco a
Sócrates hace más de dos mil años, la justicia
es tan solo la conveniencia del más fuerte.
Pero en ASPA, América del Sur - Países
Árabes, tenemos un instrumento clave, que
puede hacer cambiar esa relación de poder a
nivel mundial y establecer un mundo menos
injusto. Aquí tenemos, en esta reunión,
queridas amigas y amigos, a nueve de los
doce miembros de la OPEP, Organización de
Países Exportadores de Petróleo.
Los orígenes y logros de la OPEP nos enseñan
mucho, ya que por primera vez en la historia,
con la fuerza de la unión de países
productores, se lograba someter al omnímodo
poder de las compañías transnacionales. Esto
es, se lograba una mejor redistribución del
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ingreso global. Un caso único en el mundo, al
menos en su magnitud.
El desarrollo es un problema esencialmente
político, es decir, dependiente de las
relaciones de poder nacionales y planetarias, y
lo que logró la OPEP fue justamente cambiar
en forma dramática esas asimétricas, injustas
relaciones de poder prevalecientes en esa
época.
El poder de la OPEP, para los países
miembros, nos da una gran responsabilidad,
pero también inmensas oportunidades para
incidir positivamente en la historia de la
humanidad. La OPEP podría convertirse –y yo
creo que debe convertirse- en el gran
coordinador mundial para la lucha contra las
emisiones de CO2. La Cumbre Río+20 terminó
sin resultados concretos, y no los habrá con
las relaciones de poder vigentes en el planeta,
donde, insisto, esencialmente los países
hegemónicos son los países contaminadores, y
los países en desarrollo somos los países
generadores de bienes ambientales.
La OPEP, frente a la reticencia de los países
emisores de gases de efecto invernadero y
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culpables del cambio climático, puede y debe
ser el poder que incline la balanza a favor de
la sostenibilidad del único planeta que
poseemos.
Es cuestión de poder, y la OPEP tiene la fuerza
para hacer el bien, la oportunidad histórica
para mostrar el liderazgo global en asuntos de
sostenibilidad. Un primer mecanismo que
puede aplicar la OPEP –y que propusimos en
Riad en la Conferencia de la OPEP, hace cinco
años, pero en el cual no se ha avanzado en
absoluto-, es la aplicación del llamado
impuesto Daly:
Aplicando un impuesto a las emisiones de
dióxido de carbono en la fuente de esas
emisiones, es decir, las exportaciones de
petróleo, la OPEP lograría de forma más
eficiente y justa lo que Kioto no ha logrado:
que los generadores de emisiones de CO2
paguen por la contaminación que generen.
Por supuesto, esta es solo la primera parte del
mecanismo. Con los ingresos obtenidos, se
podría
crear
un
Fondo
Mundial
de
Compensación, Mitigación y Adaptación, que,
en primer lugar, compense por los efectos del
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impuesto a los países pobres importadores de
petróleo,
básicamente
a
través
del
financiamiento de programas de reducción de
la pobreza; en segundo lugar, financie la
reducción de los gases de efecto invernadero
por medio de investigación y desarrollo
tecnológico, diversificación de la matriz
energética, etcétera; y, en tercer lugar, ayude
a los países pobres a enfrentar los efectos del
cambio climático en aspectos tales como
control de inundaciones, gestión de riesgos,
etcétera.
Insisto, con el poder de la OPEP –y aquí
estamos 9 de los 12 miembros de esta
Organización- se puede hacer muchísimo más
que Kioto, REDD y las Naciones Unidas juntos,
para la sostenibilidad del planeta.
Con la producción de la OPEP y los precios
actuales del crudo, un impuesto de apenas el
5% sobre el valor de las exportaciones
petroleras generaría más de 40.000 millones
de dólares anuales.
La OPEP sentaría un precedente único, al dar
respuestas efectivas a los desafíos más
importantes y urgentes del siglo XXI: la
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pobreza, el cambio climático y el desarrollo
sostenible. Estoy convencido de que de estos
tres aspectos se va a hablar muchísimo en
esta cumbre.
El fondo generado por el impuesto Daly podría
financiar también iniciativas, como el YasuníITT
y
revolucionar
los
intercambios
internacionales, al permitir convertir muchos
países, sobre todo los que están en vías de
desarrollo, de economías extractivistas a
exportadores de servicios ambientales.
Ecuador es un contaminador marginal a nivel
mundial, con menos del 1% de las emisiones
planetarias. No somos los culpables del
calentamiento global, del cambio climático,
pero luchar contra este fenómeno es
responsabilidad de todos.
Finalmente, quiero extenderles un abrazo
desde ese país del centro del mundo, Ecuador,
a todos nuestros hermanos árabes que nos
visitan, a todos nuestros hermanos de la
Patria Grande, de Sudamérica, y ratificar
nuestra solidaridad con el pueblo palestino y
nuestro apoyo a su justísima causa: la
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creación de un Estado palestino soberano en
su propio territorio milenario.
Nuevamente agradezco a Usted, Presidente
Humala, y a todo el Perú por la organización
de este evento y por la maravillosa acogida
que
nos
han
brindado.
Un
abrazo
latinoamericano a nuestros visitantes, a
nuestros hermanos de los Países Árabes.
Muchas gracias.
Rafael Correa Delgado
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA
REPÚBLICA DEL ECUADOR
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