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Sara Pérez Jerónimo
Amflora, en busca del almidón
perfecto
La patata es un alimento con una
importancia significativa, no solamente
nutricional o como uno de los productos
básicos de la agricultura, si no también en el
terreno económico. El pasado 2 de marzo la
Comsión Europea aprobaba la primera patata
transgénica destinada al cultivo. Esta
aprobación, que supone el fin real de la
moratoria para el cultivo de semillas
modificadas
genéticamente,
podría
revolucionar la industria del almidón y sus
respectivos sectores.
Debido en gran parte a su importante valor
nutricional, la patata es uno de los alimentos
básicos de nuestra dieta y son muchos los
expertos que recomiendan su consumo diario. Es
un producto sano, sin colesterol y con un aporte
calórico bajo, situado más o menos en las 80
calorías por 100 gramos de producto, aunque esto
varía en función de su preparación.
Gran fuente de almidón y otras sustancias
nutritivas, la patata se compone principalmente
de agua, proteínas, fibra, pro-vitamina A y
vitaminas B y C, además de ser rica en minerales
como el hierro, el calcio o el potasio.
Sin embargo, son muchas las aplicaciones
que tiene este producto, no sólo alimentarias
sino
también
de
carácter
industrial.
La revolución del almidón
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El almidón es una de las sustancias que se
encuentran en la patata y uno de los productos
clave en muchos sectores de la industria.
Partiendo de esto, la empresa química BASF, ha
creado Amflora, la primera patata modificada
genéticamente destinada al cultivo, con la que es
posible lograr la producción de una nueva clase
de almidón compuesto únicamente por una de
las sustancias que lo forman: la amilopectina.
El almidón se compone de una mezcla de
dos polisacáridos diferentes: la amilopectina,
que en la mayoría de las variedades de almidón
roza el 75% de su composición, frente a un 25%
la amilosa.
De la patata es posible extraer al menos un
20% de almidón compuesto por unas cantidades
normales de ambos polisacáridos, que
tradicionalmente cumplen dos funciones
totalmente diferentes: la amilopectina espesa,
mientras que la amilosa gelifica.
La creación de Amflora se ha basado en la
desactivación del gen que permite la sintetización
de la amilosa, creando un almidón puro mucho
más consistente, compuesto únicamente por
amilopectina.
Con este hallazgo, Amflora podría
convertirse en una revolución dentro de la
industria del almidón. Según BASF, los
productos ganarían en calidad, se alcanzaría una
optimización del proceso de producción, así
como un ahorro de energía y recursos.
El almidón de Amflora sería útil para
muchas aplicaciones industriales. Buen ejemplo
de ello serían las papeleras, que podrían fabricar
un papel de mayor calidad y brillo, sin la
necesidad de usar ningún tipo de aditivo.
Además, esta sustancia podría utilizarse para la
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fabricación de hormigón, plásticos e incluso en la
industria textil.
Otra de las ventajas que aportaría Amflora,
sería una bajada de los costes de producción, ya
que con la creación de este nuevo almidón, ya no
sería necesario recurrir a los procedimientos
convencionales, por los que se extraía y lavaba la
amilosa.
Sin embargo, aun habrá que esperar para
comprobar las propiedades de esta patata y su
almidón, ya que su aprobación se encuentra
estancada. Aunque el pasado mes de febrero, se
reunieron todos los ministros de Agricultura de la
Unión Europea, fue imposible llegar a un
acuerdo para dar luz verde a su cultivo. De
momento, la decisión continúa en los despachos
de la Comisión Europea, a la espera de una
decisión firme sobre su futuro.
El cultivo tradicional en España
La siembra de la patata no es igual en
todas las zonas de la Península y varía
principalmente según el clima, el lugar
geográfico y la variedad del producto que se vaya
a cultivar. Estos factores marcarán el producto
final, y es por esto por lo que según el tiempo
que se dedique a su siembra, se puede hablar de
patatas tempranas, de media estación o tardías.
Además, es importante tener en cuenta la
zona de cultivo, ya que la patata es un producto
susceptible a varias enfermedades como la sarna,
la podredumbre o el marchitamiento, y puede ser
atacado por ácaros e insectos.
Ya en el mercado, sin duda, la patata es un
alimento duradero. Por sus características se
puede conservar hasta un mes, siempre y cuando
permanezca en un sitio seco y donde no reciba la
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luz del sol. No se deben consumir patatas que
contengan brotes y zonas verdes, producidos por
la solanina, un alcaloide tóxico de sabor amargo.
En España, destaca el cultivo de la patata
autonómica. Se trata de diferentes variedades que
sólo se cultivan en determinadas Comunidades
Autónomas. Una de las más destacadas es la
gallega o la patata de Prados, cultivada en
Cataluña. Estas variedades cuentan con el
reconocimiento de denominación de origen.
Para poder diferenciar las distintas
variedades de patata, habrá que fijarse en el color
de su piel, su carne, por su resistencia al clima, a
las diferentes enfermedades o su ciclo de cultivo.
La más consumidas en nuestro país son la
Monalisa, la Ágata o la Liseta, aunque se
cultivan cerca de 150 variedades.
La importancia de la patata
La patata es un tubérculo comestible, de
carne ligera y procedente de la familia de las
solanáceas. Llegó a España en el siglo XVI, de la
mano de las expediciones de exploradores como
Francisco Pizarro. Sin embargo, su cultivo ya se
desarrollaba en el continente americano y más
concretamente de los países andinos, desde hacía
siglos.
Por sus características, pronto se convirtió
en un producto imprescindible para el cultivo y la
dieta, lo que le transformó en uno de los
principales cultivos desarrollados en Europa. El
pasado 18 de Octubre de 2007, la Organización
de
Naciones
Unidas
(ONU)
inauguró
oficialmente el Año Internacional de la Patata,
casualmente el mismo día que se celebraba el Día
Mundial de la Alimentación, con lo que pretende
sensibilizar a la población sobre el destacado
papel que juega la patata en la sociedad, en la
alimentación, en la industria y en la agricultura.
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