VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, 16/2/2014 Eclesiástico 15, 16-21; Salmo 118; 1 Corintios 2, 6-10; Mateo 5, 17-37 Gracias a las redes sociales, a los avances técnicos y sobretodo, al esfuerzo de Josefran, a pesar de estar en Roma y de no poder celebrar el domingo con vosotros, si puedo unirme a vosotros compartiendo esta reflexión sobre las lecturas de este domingo. El salmo afirma que es dichoso el que camina por la voluntad del Señor, es decir que se es feliz al vivir la vocación a la que Dios te llama, o que el hacer realidad lo que sabemos que Dios quiere que hagamos es la principal fuente de felicidad para el que lo hace o vive la voluntad de Dios. Esto creo que es algo en lo que todos podemos estar de acuerdo, lo difícil es saber cuál es la voluntad de Dios. Siguiendo la primera lectura podemos afirmar que lo primero que Dios quiere es que seamos libre, y, lo segundo, es que desde nuestra libertad elijamos la vida y no la muerte. Pero, ¿Cómo saber que es la vida y que es la muerte? Muchas veces, queriendo la vida y buscando la vida nos encontramos con la muerte. El drogadicto busca la felicidad y la vida, pero al final se encuentra con la muerte. Para esto necesitamos de la sabiduría de la que se nos habla en la segunda lectura: una sabiduría que no procede de los libros ni de un esfuerzo o capacidad intelectual, sino de Dios, es decir de nuestra experiencia de Dios que nos hace capaces de amar y de vivir en el amor. Esa sabiduría es la que nos permite ver al otro como un hermano, reconociendo en él el Rostro de Cristo, y es la que nos capacita para poder responder ante las miserias de nuestros hermanos con amor, tal y como Dios ha hecho conmigo. Esto mismo lo dice Jesús en el Evangelio con un lenguaje que parece duro pues es un lenguaje legalista. Cumplir la voluntad de Dios es cumplir la Ley, y Jesús es el que cumple la voluntad de Dios entregando su vida por amor a todos. Nosotros como sus seguidores estamos llamados a cumplir la Ley como él la cumplió, no usándola para condenar a unos, menospreciar a otros y creernos superiores a todos, sino viviendola para demostrar nuestro amor a los demás y en ese amor mostrar el amor de Dios a todos. Que Dios nos bendiga y ayude a vivir en su misericordia. José Luis