VALORACIÓN Y POSICIONAMIENTO DEL COLEGIO OFICIAL DE ENFERMERÍA DE LAS PALMAS CON RESPECTO AL REAL DECRETO SOBRE PRESCRIPCIÓN ENFERMERA Las Palmas de Gran Canaria, a 12 de enero de 2016 Tras la publicación hace unas semanas de la aproximación al análisis al Real Decreto 954/2015, de 23 de octubre, por el que se regula la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos y productos sanitarios de uso humano por parte de los enfermeros en la página web del colegio, así como de las diversas manifestaciones hechas por nuestra presidente en los medios de comunicación, en este documento hacemos una valoración más en profundidad de lo que el mismo supone para nuestra profesión. La primera consideración que debemos hacer al respecto es que, para que un enfermero pueda, de forma autónoma (sobre la base de sus conocimientos y experiencia profesional), indicar, usar y autorizar la dispensación de medicamentos sujetos o no a prescripción médica, y de productos sanitarios de uso humano, deberá contar con la correspondiente acreditación que será expedida por el titular de la Dirección General de Ordenación Profesional del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Por tanto, ningún enfermero que no haya obtenido dicha acreditación podrá realizar aquellas tareas (indicar, usar y autorizar la dispensación) sin que previamente lo haya indicado un médico. Desde el punto de vista formal, hay que tener en cuenta que para poder acceder a dicha acreditación es necesario superar 180 horas de formación al respecto, y presentar la correspondiente solicitud, que deberá resolverse en el plazo máximo de seis meses (de no recibir contestación en dicho plazo, se entenderá concedida la acreditación). Para el caso de querer acreditarse como enfermero especialista, deberá justificarse con otras 180 horas más de formación que acrediten la adquisición de las competencias oportunas, más la presentación de nueva solicitud, a contestar en igual plazo y con los mismos efectos que lo señalado en el apartado anterior. Sentando ya que es necesaria la acreditación para poder indicar, usar y autorizar la dispensación, de forma autónoma, de medicamentos y de productos sanitarios, debemos centrarnos en el alcance de dicho deber. Queremos hacer hincapié en que el Real Decreto se refiere al ejercicio de dicha actividad de indicación, uso y autorización de dispensación con carácter autónomo por parte el enfermero. En caso de contar con una orden expresa y concreta por parte de un médico no hay cambio alguno con respecto al régimen legal que se ha venido aplicando hasta la fecha. En cuanto a las expresiones “medicamento no sujeto a prescripción médica”, “medicamento sujeto a prescripción médica” y “producto sanitario de uso humano”, para entender su significado deberemos acudir a la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. Esta ley, en su artículo 8, recoge las oportunas definiciones. En su apartado a) señala: «Medicamento de uso humano»: toda sustancia o combinación de sustancias que se presente como poseedora de propiedades para el tratamiento o prevención de enfermedades en seres humanos o que pueda usarse en seres humanos o administrarse a seres humanos con el fin de restaurar, corregir o modificar las funciones fisiológicas ejerciendo una acción farmacológica, inmunológica o metabólica, o de establecer un diagnóstico médico. La diferencia entre medicamento sujeto o no a prescripción médica vendrá dada por el hecho de que para la instauración de su uso se requiera la intervención de un prescriptor o no. Por su parte, la letra l) señala: "Producto sanitario": cualquier instrumento, dispositivo, equipo, programa informático, material u otro artículo, utilizado solo o en combinación, incluidos los programas informáticos destinados por su fabricante a finalidades específicas de diagnóstico y/o terapia y que intervengan en su buen funcionamiento, destinado por el fabricante a ser utilizado en seres humanos con fines de: 1.º diagnóstico, prevención, control, tratamiento o alivio de una enfermedad, 2.º diagnóstico, control, tratamiento, alivio o compensación de una lesión o de una deficiencia, 3.º investigación, sustitución o modificación de la anatomía o de un proceso fisiológico, 4.º regulación de la concepción, y que no ejerza la acción principal que se desee obtener en el interior o en la superficie del cuerpo humano por medios farmacológicos, inmunológicos ni metabólicos, pero a cuya función puedan contribuir tales medios. En la práctica diaria del enfermero, con respecto a los medicamentos, con o sin prescripción médica, no deben producirse demasiados problemas: una vez prescrito por el médico, deberá administrarse según la indicación recibida. De forma autónoma, esto es, bajo criterios de práctica clínica de enfermería, sólo se puede realizar dicha actividad si ya se ha obtenido la oportuna acreditación prevista en el Real Decreto 954/2015. E igual ocurre con los productos sanitarios, si bien con la complicación de lo que está incluido en su definición, esto es, cualquier instrumento (¿pinzas, agujas?), dispositivo (¿jeringas, catéteres?), equipo (¿glucómetro, tensiómetro?), programa informático (¿pruebas del VIH o hepatitis?), material u otro artículo (¿gasas, esparadrapos?), de la forma indicada en el precepto y con las finalidades igualmente señaladas en el mismo. Lo señalado entre paréntesis son algunos supuestos, pero la relación es muchísimo más larga. En definitiva, ningún enfermero, sin la oportuna acreditación, puede indicar, usar o autorizar la dispensación de medicamentos ni de productos sanitarios de uso humano, sin la previa orden del prescriptor. Este real decreto es tan desafortunado que: 1º.- Exige una acreditación para realizar lo que venimos haciendo desde hace más de cuarenta años en centros y hospitales, pues ya el estatuto del personal sanitario no facultativo de las instituciones de la Seguridad Social (1973) preveía entre las funciones de los enfermeros el realizar curas, sondajes, o la atención en casos de urgencia hasta la llegada del médico. 2º.- Supone una carga administrativa más, vía obtención de la acreditación, carente de todo contenido específico que justifique su necesidad, pues la formación universitaria recibida incluye la adquisición de las competencias en materia de indicación, uso y autorización de medicamentos no sujetos a prescripción médica y de productos sanitarios. 3º.- Regula, por tanto, una “competencia nueva” que requiere acreditación, conllevando una “mayor responsabilidad”, pero sin repercusión en las retribuciones que percibimos. Eso sí, el coste de dicha acreditación lo asumen los profesionales de la enfermería. 4º.- Obvia la existencia de una formación de carácter universitario, que implica asignaturas de farmacología con más de 140 horas lectivas. 5º.- Desde el punto de vista de la gestión de los centros y hospitales, obliga a las direcciones de recursos humanos y de enfermería a contratar enfermeros y organizar servicios teniendo en cuenta los enfermeros prescriptores y los que no lo son. En conclusión, y ante las informaciones y posicionamientos institucionales que se están produciendo estos días, no debemos olvidar que vivimos en un país que establece entre sus principios constitucionales básicos el de legalidad, que nos obliga a acatar las leyes. Y entre estas se encuentra, desde el pasado 24 de diciembre de 2015, el Real Decreto 954/2015, que establece rotundamente que los enfermeros, para indicar, usar y autorizar la dispensación de medicamentos y productos sanitarios, de forma autónoma, deben contar con la oportuna acreditación. No cumplir con estas disposiciones supone una clara infracción legal, que podrá dar lugar a las responsabilidades que conforme al ordenamiento jurídico procedan. La Comisión Ejecutiva