3 de mayo de 2015

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PARA EL CELEBRANTE
El sarmiento esta unido a la cepa o está separado de ella. El que no permanece en
Cristo se seca.
V DOMINGO DE PASCUA, CICLO B
Todo con Cristo, nada sin Cristo
Cualquier actuación de un cristiano unido a Cristo, es fuente de renovación interior y,
como revulsivo social, es capaz de reorientar las mismas estructuras humanas,
aunque a veces conlleve una poda necesaria para que el bien pueda vencer al mal.
En unos momentos como los actuales, cuando el azote de la crisis económica relega
al paro o al trabajo precario a millones de personas negándoles los derechos más
elementales de subsistencia, se hace más necesario que nunca que el cristiano tome
conciencia de hasta donde le lleva su compromiso de creyente.
La poda es siempre necesaria para vivir saludablemente unidos a Cristo. Hay
sarmientos que no dan frutos, incluso aquellos que los dan necesitan ser podados
para que dén más frutos. Esa poda o limpieza es necesaria. Son esos cortes a veces
dolorosos que necesitamos para seguir en marcha. Cada uno de nosotros podemos
experimentar en nuestro interior el crecimiento de frutos buenos junto a sentimientos
malos, egoísmos, orgullo, envidias...Ahí es donde tiene que actuar la poda, y no una
sola vez, sino siempre que aparezcan esos malos sentimientos. Estos cortes hacen
que la savia del amor del Señor fluya con mayor frescura. La verdadera sabia que
nos permite "no amar de palabra y con la boca sino con obras y según la verdad"
Permanecer en Él, habitar en Él, supone una comunión intima con él, tan intima que
es su propia sangre esa savia nueva que da vida a los sarmientos. En la Eucaristía
podemos experimentar la realidad de estas palabras, bebemos el amor de Jesús
para que penetre en nuestro cuerpo y lo llene de su sabor. Cuando decimos que por
nuestras venas corre la misma sangre es signo de una unión intima, tener la misma
sangre es compartir la misma vida. La Eucaristía es iniciación en ese amor de Dios,
que convierte nuestra vida en una vida real y verdaderamente digna de ser vivida.
Estar enraizados a la vid es lo que nos da la vida y es la única forma de dar buenos
frutos. La pregunta es: ¿Estoy yo realmente enraizado como sarmiento a la vid?
Al igual que todos somos miembros de un mismo cuerpo, también somos sarmientos
de una misma vid. Hemos recibido una oferta, ser llamados a formar un ser vivo con
el propio Jesús. Esto supone una responsabilidad, dar fruto abundante.
En medio de la intemperie en que nos toca vivir no podemos negar que tenemos
necesidad de alguien que de firmeza a nuestra fe y un nuevo ardor en la caridad.
Tenemos que vivir unidos a Cristo, en un constante encuentro con él, con su Palabra,
con los que sufren y con todos aquellos con los que se identifica. Solo a partir de esa
unión es posible recibir la vida que Él nos regala y, en un mismo movimiento darla.
Guión litúrgico, Domingo de Cáritas 3 de mayo de 2015
V Domingo de Pascua, Ciclo B, año del Señor 2015
www.caritas-sevilla.org
MONICIÓN DE ENTRADA
«Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo
como don». Son palabras del papa Benedicto XVI
que en la Eucaristía de este domingo toman
especial significado, porque solo, si como la
primera comunidad cristiana, recibimos el amor
que mana del mismo Dios como don, podremos
configurar nuestra existencia a la de Cristo y
entregarnos a los hermanos.
Participemos activamente.
ACTO PENITENCIAL
Porque no valoramos ser convocados a la vida por Dios, sin razones ni
méritos.
- Señor, ten piedad.
Porque no apreciamos tus dones presentes en lo humilde y pequeño.
- Cristo, ten piedad.
Porque no vemos en los signos de vida el primer regalo del amor de Dios.
- Señor, ten piedad.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
La Palabra, en este domingo, nos habla de la comunión de vida con Cristo y
con los hermanos, mediante la fe y el amor. Que su escucha atenta nos
ayude a dar frutos de alabanza a Dios y misericordia con los hermanos.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 26-31
Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32 (R.: 26a)
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
PARA EL CELEBRANTE
ORACION DE LOS FIELES
Elevemos, movidos por el Espíritu Santo, al Dios del amor y de la vida, al
Padre de misericordia nuestra oración confiada.
Respondamos diciendo: Padre, cultívanos.
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Para que tu Iglesia sea para siempre generadora de vida, espacio de
alegría, casa de misericordia y regalo al mundo. Oremos.
Para que en todos los pueblos abunden frutos de justicia, paz,
misericordia y solidaridad. Oremos.
No son unos extraños, son nuestros hermanos, porque nuestra Iglesia es
Católica, universal. Las distancias físicas, las fronteras no pueden ser la
medida de la justicia, la solidaridad y la caridad. Que la aportación en esta
colecta ayude a llevar alegría y consuelo a tantas personas que precisan
nuestra ayuda. Que Dios os lo pague con el don de su alegría.
REFLEXIÓN
La iniciativa viene siempre de Dios; el Evangelio lo deja muy claro ¡sin mí no podéis
hacer nada!
Estamos en el quinto domingo de Pascua y las Escrituras nos invitan a permanecer
en Cristo como única forma de vida de aquel que escucha su palabra. Permanecer
en Él, vivir en Él, habitar en Él, es la única forma de ser sarmientos vivos que den
frutos.
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Para que los cristianos nunca nos callemos ante el dolor que sufren los
inmigrantes y luchemos porque se creen medios que ayuden a paliar el
dolor y la injusticia que sufren los más débiles y necesitados. Oremos.
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Para que nuestras comunidades, a través de sus cáritas, acojan,
escuchen y acompañen a nuestros hermanos más vulnerables y
denuncien las múltiples estructuras de pecado que las generan. Oremos.
Hoy la palabra de Dios nos dice que estamos enraizados en algo que nos da vitalidad
y fuerza; que no somos niños abandonados tras nuestro nacimiento, que no somos
seres aislados sin más apoyo que nuestro propio yo, que estamos vinculados a
alguien que nos hace vivir una vida llena de sentido.
-
Para que los niños, niñas y demás personas que en estos días reciben los
sacramentos de la Iniciación Cristiana, permanezcan y crezcan en unión
con Cristo. Oremos.
En el AntiguoTestamento encontramos con frecuencia el tema de la viña como
símbolo de Israel. Ahora, la vid ya no es Israel sino el propio Jesús. Con Él nace una
nueva viña mucho más grande que la anterior y sobre todo con una nueva savia, el
ágape, el mismo amor de Dios.
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Para que todos nosotros seamos portadores de la alegría de Cristo
resucitado, vencedor de la muerte, y la hagamos presente con nuestra
forma de vivir y actuar. Oremos.
"Yo soy la verdadera vid..." Jesús pronuncia estas palabras la noche que iba a ser
entregado, tras comer la Última Cena con sus discípulos. Dentro de esas palabras de
despedida, Jesús les comunica lo más íntimo de Él, el amor que los une, y para ello
utiliza la imagen de la vid y los sarmientos. Ellos son parte integrante de la vid, no
hay sarmientos sin vida, no hay sarmiento que no esté injertado a la vid y que tenga
vida, el vinculo es esencial y fuerte.
Cultívanos, Padre, para que estemos cada vez más llenos del Espíritu y más
unidos a Cristo y a los hermanos. Por Jesucristo.
MENSAJE PARA ANTES DE LA COLECTA
En estos días hemos conocido nuevamente múltiples tragedias que sufren los
inmigrantes, muriendo en el mar al buscar un mundo que les garantice unas
mínimas condiciones de vida. Como ha denunciado el Papa Francisco «no
podemos permitir que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio».
Nuestra misión profética de bautizados nos llama a denunciar esta y todas las
situaciones de injusticia que afectan a los más débiles de nuestra sociedad.
Guión litúrgico, Domingo de Cáritas 3 de mayo de 2015
V Domingo de Pascua, Ciclo B, año del Señor 2015
www.caritas-sevilla.org
El vínculo que nos une a Jesucristo es un vínculo que va mas allá de nuestros
altibajos, de nuestros malo o buenos momentos, porque es un vinculo de amor.
Permaneciendo en Él nos es inyectada esa savia nueva, el amor de Dios que tiene
una fuerza tan grande que nos permite dar fruto abundante.
"El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis
hacer nada" Permanecer con Jesús implica que Él permanece en nosotros, en el
amor y en el fruto que podemos dar. Solo con Él podemos darlo porque sin Él nada
podemos hacer. Esa unidad es tan estrecha que no permite medias tintas.
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