Despotismo ilustrado

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ÍNDICE
• Introducción
• El poder absoluto
• Los valores de la ilustración
• Fortalecimiento del estado
• La riqueza del estado
• José II de Austria
• Bibliografía
I
NTRODUCCIÓN
Pese al derrumbamiento de la política absolutista practicada por Luis XIV, el estado tradicional empezó el
siglo conviviendo con la Ilustración.
Las ideas de la Ilustración fueron aceptadas, al menos en parte, por la propia aristocracia defensora den
Antiguo régimen en el siglo XVIII. Las monarquías absolutas surgidas en el siglo XVI quisieron ver en este
pensamiento el refuerzo de su autoridad y un camino pera desarrollar la riqueza nacional y satisfacer las
demandas sociales de sus súbditos. De esta forma surgió el despotismo ilustrado en Prusia con Federico II; en
Austria con la emperatriz María Teresa y su hijo José II el revolucionario coronado; Catalina II, la
modernizadora de la Rusia imperial; y en España con Carlos III.
Esta forma de gobierno les permitía a los reyes mantener una autoridad absoluta, o incluso reforzarla,
amortiguando el poder de la jerarquía eclesiástica. Sus ministros impulsaron sobre el papel reformas en el
campo económico y social, pero sin poner en duda la supremacía del monarca ante los súbditos ni cambiar las
bases del antiguo régimen.
EL PODER ABSOLUTO
Es difícil encontrar entre las potencias europeas del siglo XVIII estado que se adapte exactamente al modelo
de despotismo ilustrado, pero es evidente que, en la mayoría de los casos, produjo un fortalecimiento del
poder absoluto. Los monarcas prescindieron de los órganos representativos que tradicionalmente habían
limitado, hasta cierto punto, su poder. En Francia los estados generales no fueron convocados por el rey desde
1614 hasta el inicio de la Revolución francesa; en España, las cortes fueron convocadas muy esporádicamente
y perdieron influencia en la política real.
De todos modos, no existió una visión única del poder absoluto ni tan solo por parte de los monarcas. Carlos
III consideraba que todo el poder emana del rey y que éste sólo tiene que responder ante Dios; Federico II
decía que el rey era para el reino y no el reino para el rey; por su parte Luis XV se mantenía al margen del
gobierno.
Mientras los monarcas de España, Francia, Prusia, Austria y Rusia consolidaban su poder absoluto, en Gran
Bretaña, Suecia y Polonia tenía lugar una evolución inversa, significaba por la progresiva participación de los
parlamentos. En la Europa del siglo XVIII surgieron, además, nuevas formas de expresión de la opinión
publica a través de la prensa, los clubs, los salones, etcétera.
Los valores de la ilustración
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En las monarquías absolutas se extendió la voluntad de reformar el estado y de entenderlo como una gran
maquina al servicio del pueblo, aunque en pocas ocasiones se llevo este ideal hasta sus últimas consecuencias.
Se implantaron nuevos servicios, como la educación, la sanidad, las obras públicas, la beneficencia, etc., y se
pretendió garantizar la justicia social reformando las leyes. En España se realizaron importantes obras
públicas y se liberalizó el comercio con América; en Francia se construyó una completa red de carreteras; en
Prusia, la obra pública adquirió importantes dimensiones y se fomento la industria y la minería.
Fortalecimiento del estado
El estado absoluto, para cumplir sus objetivos, necesitaba fortalecerse, en primer lugar as costa de limitar la
influencia de la iglesia y de los nobles. El clero fue sometido, progresivamente, a partir de las leyes regalistas,
que supeditaban el poder eclesiástico a la Corona.
El rey necesitaba una burocracia profesional y un ejercito permanente, en ambos casos formados más por
funcionarios que por aristócratas. Progresivamente se rodeo de secretarios y ministros, que sustituyeron a los
favoritos, y más tarde de gabinetes o consejos de ministros. Carlos III contó con ministros de la talla de
Campomanes y Floridablanca; Luis XV recurrió a los consejos de ministros, a los cuales él no asistía; por el
contrario, Federico II optó siempre por su intervención directa en los asuntos del estado.
Por lo que respecta a la profesionalización del ejercito, en Francia fue creada por medio de la escuela militar
de París, cuyos alumnos ya no eran necesariamente nobles; en Prusia, Federico II contaba ya desde el inicio de
su reinado con un moderno ejército, heredado de su padre, Federico Guillermo I; en Rusia, en cambio,
Catalina II mantuvo el ejercito en manos de la nobleza.
LA RIQUEZA DEL ESTADO
A lo largo del siglo XVIII, las monarquías europeas experimentaron un constante incremento de sus gastos,
ocasionando por la complejidad de la guerra y el mantenimiento de los ejércitos permanentes y, a veces, por la
grandeza de las cortes reales. Pero hay que decir que la mayoría de los monarcas fomentaron la austeridad
cortesana.
La necesidad de generar nuevos recursos fue un estimulo para reorganizar la Hacienda y gravar los bienes de
la nobleza y el clero, aunque los monarcas no siempre consiguieron estos objetivos. Carlos III, que en una
primera etapa mantuvo una actitud decidida ante los nobles y la Iglesia, después del motín de Esquilache
rebajó sus planteamientos; de hecho, nunca llegó a aplicar el nuevo sistema tributario establecido y mantuvo
los privilegios señoriales. El mismo camino seguirían más tarde los intentos de reforma tributaria planteados
por Choiseul en la Francia de Luis XV.
Muy al contrario, Federico II de Prusia supo imponer una profunda reorganización de la Hacienda pública que
fortaleció su reinado. Catalina II de Rusia convirtió a los miembros del clero en auténticos funcionarios del
Estado y secularizó sus bienes, pero mantuvo en cambio los privilegios de la nobleza, y con su política
económica empobreció aun mas al pueblo.
El despotismo ilustrado entraría en crisis a partir de la Revolución francesa. Desde 1790, la aristocracia
europea, ante las consecuencias últimas del ideario ilustrado, abandonó las posiciones reformadoras. Pero el
retorno al pasado sólo podía ser ya transitorio, porque Europa iniciaba una nueva página de su historia.
José II de austria
José II de Austria sólo reinó diez años (1780−1790), pero fue, sin duda alguna, el rey que mejor se adapto al
modelo de gobierno absoluto e ilustrado.
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El emperador manifestó su absolutismo recortando las atribuciones de los parlamentos regionales, disolviendo
la dieta húngara, y suprimiendo las libertades flamencas. Respecto a la nobleza, abolió la servidumbre,
liberando así a los campesinos, suspendió los poderes judiciales de los señores, y creo nuevas
circunscripciones administrativas que eran regidas por funcionarios y no por la nobleza terrateniente. Además,
estableció una contribución sobre la tierra y el impuesto de sucesiones.
También la iglesia se vio afectada por las reformas de José II, quien ejerció el control sobre las bulas y los
seminarios, convirtió a los obispos y rectores en cuasi funcionarios del estado, y primó a la autoridad del
episcopado nacional frente al papado. Además, suprimió unos 700 monasterios y se apropió de sus rentas.
BIBLIOGRAFÍA
GARMENDIA Y RASTRILLA Formación humanística/1, Ediciones S.M, 1984, Madrid
Geografía e historia 3º, Santillana Secundaria Zubia, 1997, Leioa (Bizkaia)
EMILI PONS Nueva enciclopedia temática, Editorial Planeta, 1990, Barcelona
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