CRISTOBAL COLON I. INTRODUCCION Colón, Cristóbal (1451 – 1506), navegante italo-español que atravesó el Océano Atlántico en busca de una ruta a Asia pero en su lugar recaló en las Américas, alcanzando la fama. En Octubre de 1492 dos mundos desconocidos entre sí se reunieron por primera vez en una pequeña isla del Caribe. Mientras buscaba una vía directa de Europa a Asia para beneficio de España, Cristóbal Colón descubrió involuntariamente Las Américas. Sin embargo, en cuatro viajes distintos al Caribe desde 1492 hasta 1504 Colón permaneció convencido de haber encontrado las tierras a que Marco Polo arribara en sus viajes por tierra a China a finales del siglo XIII. Para Colón era sólo cuestión de tiempo antes de que se encontrara el paso a través de las islas del Caribe a las legendarias ciudades de Asia. Colón no fue el primer europeo que llegara a las Américas -vikingos de Escandinavia se habían asentado brevemente en la costa de Norte América, en lo que hoy es Newfoundland, Canadá, a finales del siglo X o principios del XI. No obstante, las exploraciones de Colón tuvieron un impacto profundo en el mundo, pues condujeron a la apertura del hemisferio oeste, a la colonización europea; al intercambio a gran escala de plantas, animales, culturas e ideas entre ambos mundos; y, en un plano más siniestro, a la muerte de millones de indígenas americanos como consecuencia de la guerra, la esclavitud y las enfermedades. II. EUROPA EN TIEMPOS DE COLÓN Comprender a Cristóbal Colón es difícil sin tener una idea del mundo en que nació. El siglo XV fue un siglo de cambios, y muchos sucesos que afectaron profundamente a la sociedad europea tuvieron lugar durante ese tiempo. Muchos de estos hechos fueron impulsados por los conflictos seculares entre los cristianos y los musulmanes, devotos de la religión conocida como Islam. El acontecimiento de mayor alcance en la Europa del siglo XV fue la caída de la ciudad de Constantinopla (hoy Estambul, Turquía) en manos de los turcos del Imperio Otomano. Constantinopla había sido la capital del Imperio Bizantino Cristiano Ortodoxo durante siglos, y era un centro importante para el comercio entre Europa y Asia. En 1453 los turcos otomanos, que habían conquistado gran parte del sureste de Europa, capturaron la ciudad, sellando una importante ruta comercial de Europa hacia el este. Los mercaderes europeos aún podían adquirir mercancías asiáticas de los musulmanes en lugares como Alejandría, en Egipto. Sin embargo, los europeos ansiaban una ruta marina a Asia que les permitiera eludir a los musulmanes y adquirir directamente productos asiáticos. En adición a esto los reyes y príncipes europeos se percataron de que la primera nación que encontrara dicha ruta podría enriquecerse monopolizando el próspero comercio con Asia. La primera nación europea que comenzó a investigar activamente el camino a Asia por mar fue Portugal. Los portugueses ya habían comenzado a explorar África a principios del 1400 y en 1415 invadieron el norte de África y conquistaron el centro comercial musulmán de Ceuta en el Estrecho de Gibraltar. Esto permitió a los portugueses el acceso al lucrativo comercio africano que hasta entonces había sido dominado por los musulmanes. Bajo la tutela de Henry el Navegante, que estableció una escuela para navegantes en la parte sur de Portugal poco después de la invasión a Ceuta, los portugueses comenzaron a explorar las costas del oeste de África, con la esperanza de encontrar un camino hacia las riquezas de Asia dando un rodeo por la punta sur del continente. Otros países, no queriendo rezagarse, comenzaron a patrocinar también viajes de exploración. En el interior de este mundo, pleno del entusiasmo de la exploración y el descubrimiento, nació Cristóbal Colón. III. INFANCIA Y PRIMEROS AÑOS Los datos biográficos de Colón varían de un autor a otro. Sin embargo, la mayoría de los eruditos convergen en que nació en la ciudad portuaria de Génova, en el mar de Liguria, (un brazo del Mar Mediterráneo) entre el 25 de Agosto y el 31 de Octubre de 1451. Su nombre en italiano era Cristoforo Colombo, que se traduce al inglés como Christopher Columbus, al español como Cristóbal Colón y al portugués como Christovão Colom. Colón utilizó la versión portuguesa de su nombre mientras vivió en Portugal, y la versión española luego de trasladarse a España en 1485. El padre de Colón, Domenico Colombo, era un tejedor de lana que estaba involucrado en la política local. Su madre fue Suzanna Fontanarossa, la hija de un tejedor. Colón, era el mayor de cinco hijos, tenía tres hermanos -Bartolomeo, Giovanni Pellegrino y Giacomo- y una hermana, Bianchinetta. En 1470 la familia se mudó a la ciudad portuaria de Savona, al oeste de Génova. Aunque se desconoce la educación que recibiera Colón cuando niño, las escuelas de los gremios de artesanos italianos (a las cuáles Colón asisitiría como hijo de un tejedor) ofrecían un nivel rudimentario de lectura y escritura. Cuando joven, Colón se unió a su padre en el negocio familiar de elaboración y venta de lana, y es posible que haya trabajado como empleado en una librería genovesa. No obstante, como muchos otros jóvenes que crecían en importantes ciudades portuarias, Colón pronto comenzó una vida de marinería. A Inicios de la carrera de marinero Comenzando su carrera como marinero a la edad de 14 años Colón sirvió en varios buques en distintas funciones, incluyendo las de mensajero, marinero y quizás, a la edad de 21 años, hasta de corsario. Ferdinando, el hijo de Colón afirma en History of the Life And Deeds of Christopher Colombus (traducido al español con el título Historia del Almirante) que en 1472 se le confió a Colón el mando de una nave corsaria en una expedición a Tunisia, al norte de África. Colón supuestamente relató a su hijo en una carta perdida como René I, duque de la provincia francesa de Anjou, encomendó a Colón la ejecución de un ataque sorpresa a un navío español que salía de las costas de África del Norte. Sin embargo, la mayoría de los historiadores dudan que Colón haya recibido el mando de la expedición. Más creíble es una expedición ulterior. En 1474 Colón fue contratado como marino en un barco con destino a Khíos, una isla en el Mar Egeo, al este del Mar Mediterráneo. Este fue su primer viaje largo, y debe haber sido lucrativo porque luego de pasar un año en la isla Colón fue capaz de independizarse económicamente de su familia. Este viaje representa una gran ironía en la vida de Colón -la travesía a esta pequeña isla en el Mar Egeo lo llevó lo más cerca que estaría de Asia en su vida. El 13 de Agosto de 1476 una expedición comercial genovesa de cinco naves con destino a Inglaterra proporciona a Colón su primera oportunidad de salir del Mar Mediterráneo y navegar al Océano Atlántico. Pero tuvo un comienzo desfavorable: de acuerdo a la tradición, la flota fue atacada por corsarios franceses cerca del Cabo de San Vicente en la punta suroeste de Portugal. Ambas partes perdieron barcos; Colón, uno de los desafortunados cuya nave fue quemada, no tuvo otra salida que nadar hacia la costa portuguesa. Logró nadar los 10 km (6 millas) hasta la orilla aferrado a los restos del naufragio. Luego de recuperar fuerzas en el puerto de Lagos, Colón viajó a Lisboa y se adentró en la gran comunidad de mercaderes y armadores de buques. Tenía ya 25 años. B Matrimonio Hacia 1477 Colón se había asentado en Lisboa. Desde el inicio de los viajes de exploración a mediados del siglo XIV Lisboa se había convertido en un refugio para los aventureros, empresarios, mercaderes, exploradores y todos aquellos cuya fortuna dependiese de los vientos y las corrientes oceánicas. Bartolomé, el hermano de Colón, trabajaba en Lisboa como cartógrafo, y los hermanos trabajaron juntos por un tiempo como dibujantes y coleccionistas de libros. Ese mismo año Colón navegó con un convoy cargado de mercancías para ser vendidas en los puertos del Atlántico Norte. En 1478 ó 1479 Colón conoció a Felipa Perestrello e Moniz, la hija de una familia noble respetada, aunque relativamente pobre, y contrajo matrimonio con ella. El padre de Felipa, Bartolomeo Perestrello, que había muerto ya al conocer Colón a Felipa, había prestado servicio como gobernador de Porto Santo en las Islas Madeira, una posesión portuguesa en la costa noroeste de África. Después del matrimonio los recién casados acompañaron al resto de la familia de vuelta a Porto Santo, donde el hermano mayor de Felipa ocupó la posición de gobernador. Colón y Felipa se trasladaron a la mayor isla de Madeira en 1480 ó 1481, y muy pronto después de esto nació su hijo Diego. Se cree que Felipa murió poco después. C Expediciones posteriores A finales de 1481 o principios de 1482 Colón navegó hacia la fortaleza portuguesa de Elmina, en lo que hoy es Ghana, en la costa oeste de África. Colón estaba impresionado con las riquezas que ofrecía el continente africano, especialmente el oro. Además, como todo buen navegante, estaba deseoso de aprender de los pilotos y marinos locales, acerca de los vientos y las corrientes oceánicas. En las aguas de la costa de África y las Islas Canarias Colón obervó por primera vez el fenómeno conocido como Corriente de las Canarias. El conocimiento de esta rápida corriente, al oeste de las Islas Canarias puede muy bien haber sido la razón por la cual Colón decidió comenzar su travesía a través del Atlántico en la latitud de las Canarias, muy al sur de España o Portugal. IV. LA “EMPRESA DE LAS INDIAS” Las experiencias de estos años llevaron directamente a la génesis del plan de Colón de alcanzar el este dirigiéndose hacia el oeste, lo que él llamó su “Empresa de las Indias”. (Para los europeos del tiempo de Colón, todas las tierras al este del río Indo, en Asia, eran “las Indias”.) La inspiración y la asistencia para su plan se originaron de varias fuentes. Primeramente su matrimonio en el interior de la nobleza portuguesa le resultó provechoso, pues aunque relativamente pobre, la familia aún tenía conexiones en la corte de Portugal. Colón aparentemente ganó acceso a los documentos de su suegro y encontró una mina de información, incluyendo mapas, cartas de navegación que mostraban las corrientes oceánicas, entrevistas con marinos e historias acerca de objetos que habían llegado flotando a la deriva a la costa de las islas Madeira desde el oeste. La relación de Colón con la comunidad genovesa en Portugal y sus expediciones a África también contribuyeron a la formación de su plan. Ambos fomentaron su conocimiento de las aguas del Atlántico, y sus viajes a África lo llevaron cerca de las Islas Canarias, donde conoció la existencia de la Corriente de Canarias. También es posible que mientras se encontraba en puertos en Inglaterra, Irlanda, Islandia y otras regiones norteñas, Colón hubiera escuchado historias de tierras al oeste de Islandia. Aunque las crónicas de los Vikingos, que se asentaron en Islandia y Groenlandia en los siglos IX y X nunca formaron parte del conocimiento básico de los europeos medievales, se cree que relatos de sus encuentros con islas desconocidas en el Atlántico Norte eran populares. La genialidad de Colón estuvo en su admirable habilidad de reunir información de alrededor del Mediterráneo y el Atlántico y combinar sus propias experiencias con teorías de libros antiguos como pocos navegantes lo han hecho. La idea de Colón de navegar al oeste para llegar al este no era originalmente suya, ni él pretendía que lo fuera. Colón extrajo información de la ciencia y el conocimiento aumulados durante miles de años. En tiempos de la Grecia y la Roma antiguas los geógrafos teorizaron que sólo existía un cuerpo de agua en la superficie de la Tierra y que conectaba Europa y Asia. Si esto era cierto, se podía, teóricamente, navegar hacia el oeste para alcanzar el este. Sólo existía desacuerdo en cuanto a la distancia. Las ideas de Colón del tamaño de la Tierra y la distancia entre Europa y Asia se basaban en las descripciones de varios trabajos geográficos. Estos incluían Geografía, el manuscrito de Ptolomeo del siglo II; Imago Mundi (Imagen del Mundo) de Pierre d´ Ailly publicado a principios de los 1480s; y Los Viajes de Marco Polo, escritos en 1298, luego del regreso de Marco Polo de China. Desgraciadamente sus ideas no fueron del todo exactas. Colón basó su teoría en dos suposiciones erróneas -que el continente asiático se extendía mucho más al este de lo que está en realidad y que Japón estaba situado aproximadamente a 2,400 km (1,500 millas) al este del continente asiático. Colón también subestimó en gran medida la circunferencia de la Tierra. Calculó que las Islas Canarias estaban situadas a sólo 4,400 km (aproximadamente 2,760 millas) de Japón; la distancia correcta es de 19,000 km (unas 12,000 millas). Errores similares fueron cometidos por otros sabios de esa época, incluyendo el geógrafo florentino Paulo de Pozzo Toscanelli, con quién Colón parece haber mantenido correspondencia. Ni Colón ni nadie en Europa sospechaba que dos vastos continentes se encontraban hacia el Occidente en el camino de Asia. V BUSQUEDA DE PATROCINIO A Portugal Colón decidió buscar patrocinio para su plan en Portugal. Con pocas interrupciones, la corona portuguesa había alentado y apoyado la exploración por más de un siglo, y casi todos los descubrimientos en el Atlántico eran portugueses. Además, era sabido que el monarca imperante, el Rey Juan II, estaba personalmente comprometido a navegar alrededor de África y descubrir una ruta directa al Océano Índico en Asia. Era lógico que Colón se acercara al monarca debido a su fuerte apoyo a las exploraciones geográficas, Además de ello, Colón había residido en Portugal por siete años y se había casado con una mujer de la nobleza portuguesa. De acuerdo a la tradición, en 1484 el rey escuchó la propuesta de Colón de navegar hacia el este yendo por el oeste, y la comunicó sucintamente al Consejo de Asuntos Geográficos. Pero luego de una audiencia pública el Consejo denegó su petición sobre la base de que era muy costosa, que Colón estaba equivocado en sus cálculos y que dicho plan contradecía el propósito de Portugal de encontrar una ruta hacia el este a Asia viajando alrededor de África. B España Luego de su decepción en Portugal Colón se trasladó a España con su hijo en 1485 con la intención de presentar su plan ante los monarcas españoles, el rey Ferdinando V y la reina Isabela I. España estaba muy atrasada en la exploración del Atlántico en comparación con Portugal. Ambos países habían iniciado las hostilidades desde que España había comenzado a discutir algunas de las reclamaciones de Portugal en África y sobre grupos de islas del Atlántico como las Canarias y las Azores. En 1479 España obtuvo el dominio de las Islas Canarias, aunque Portugal no abandonó su reclamación. Existía una frágil paz porque ninguna de las dos potencias quería ir a la guerra por ese asunto. De acuerdo a la tradición, una de las razones por las cuales el rey portugés rechazó el plan de Colón fue por su preocupación de que la situación con España se agravara. Una de las primeras paradas de Colón en España fue el monasterio de La Rábida en el pueblo sureño de Palos de la Frontera, cerca de la frontera con Portugal. En el monasterio Colón encontró no sólo alojamiento para su hijo Diego, sino también el apoyo de los frailes, y algunos de ellos se convirtieron en grandes creyentes de su visión. Uno de ellos, Fray Antonio Marchena pasó muchas horas conversando de Geografía con Colón. También ayudó a formar el plan de Colón orientándolo hacia las escrituras de los antiguos y de autoridades de la iglesia reconocidos por apoyar la idea de cruzar el océano por el oeste. A través de Marchena, Colón fue presentado a nobles poderosos, incluyendo a Fray Juan Pérez, uno de los guardianes del monasterio -y el confesor de la reina Isabela. Pérez presentó a Colón en la corte de los monarcas españoles. Colón se mudó a Sevilla en 1485, y entre Mayo de 1486 y Septiembre de 1487 vivió a expensas de la reina. Aunque interesados en sus ideas, los reyes se encontraban en medio de una guerra prolongada por la conquista de la provincia de Granada, al sur de España que estaba ocupada por los moros, un grupo musulmán, desde el año 711. Esto no le permitió a los monarcas analizar el plan de Colón. Finalmente Colón presentó su proyecto ante un comité de expertos que plantearon numerosas objeciones, hicieron muchas preguntas y al final rechazaron el plan, planteando entre otras razones que el océano era, simplemente, muy grande para cruzarlo. Mientras esperaba a que terminara la guerra de Granada Colón estableció relaciones con una joven campesina de nombre Beatriz Enríquez de Arana. Durante este período de desesperación el refugio de Colón fue su amor por Beatriz. Aunque nunca contrajeron matrimonio tuvieron un hijo en 1488, al que llamaron Ferdinando y que más tarde acompañó a su padre en su último viaje a las Américas. En las últimas semanas de 1491 Colón hizo su última apelación a los monarcas españoles en el campamento real mientras éstos se preparaban para la batalla final contra los moros en Granada. Pero su plan fue rechazado nuevamente. Colón había triunfado sobre muchos de los eruditos y consejeros científicos, pero esta vez la razón de la negativa se debió pricipalmente a su excesiva demanda de recompensas. El pago solicitado (un décimo de todas las riquezas de las Indias), y su petición de los títulos de Almirante, que le daría el derecho de juzgar en disputas comerciales; virrey, que lo convertiría en el representante personal de los monarcas; y gobernador, que le permitiría actuar como autoridad militar y civil suprema en cualesquiera de las nuevas tierras que descubriera, causaron el rechazo rotundo del proyecto por los reyes. De acuerdo con la tradición, mientras Colón se marchaba montado en su mula, el tesorero del rey Ferdinando, Luis de Santángel, intercedió por él. Argumentando que la inversión sería pequeña en comparación con la potencial recompensa, Santángel convenció al rey y a la reina de revocar su decisión, y se envió un oficial de la corte a caballo para traer de vuelta a Colón. Luego de negociar el contrato por varias semanas más, en Abril de 1492 Colón partió hacia Palos de la Frontera y hacia su encuentro con la historia. VI EL PRIMER VIAJE (1492 – 1493) Se le ordenó al pueblo de Palos que proporcionaran y equiparan dos carabelas (barcos ligeros y pequeños). La primera, perteneciente a Cristóbal Quintero, se llamaba la Pinta; la segunda era propiedad de Juan Niño y su nombre oficial era Santa Clara, pero era conocida como la Niña. La tercera nave, pequeña y redondeada con un gran castillo de popa, probablemente un tipo de embarcación conocida como nao, era la nave insignia de Colón. Se nombraba Santa María y pertenecía a Juan de la Cosa. Se conoce poco acerca de la construcción original de los navíos, pero todo parece indicar que la Niña y la Pinta eran pequeñas, aproximadamente de 54 toneladas métricas cada una y de 21 a 24 metros (70 a 80 pies) de longitud. La Santa María era de 80 a 90 toneladas métricas y no más larga que las otras dos. De las tres la Pinta era la más rápida. Al principio Colón tuvo dificultades para contratar la tripulación porque muchos marineros temían el viaje a lo desconocido. El secretario real trató de ayudar ofreciendo la libertad a cualquier reo que se alistara. Algunos marinos experimentados se opusieron a este plan pero al final sólo unos pocos convictos aceptaron. Más que nada, los frailes de La Rábida y Martín Alonzo Pinzón, un experimentado capitán de Palos, convencieron a los marinos locales de unirse a la expedición. Otros dos de los hermanos Pinzón se incorporaron al viaje; todos como oficiales de mando. Cerca de 40 hombres incluyendo a Colón navegaron en la Santa María. La Pinta y la Niña llevaban entre 20 y 30 hombres cada una. La mayoría eran españoles, y gran cantidad de ellos de los alrededores de Palos. La tripulación estaba mayormente formada por marinos experimentados y algunos funcionarios del gobierno, pero no incluía sacerdotes, soldados o colonizadores. Este era un viaje de exploración y descubrimiento. A La vida a bordo Poco se conoce de la vida a bordo de los buques, pero no puede haber sido nada cómoda. No había locales para la tripulación ni comedores. Sólo los capitanes y los pilotos tenían cabinas, y éstas eran muy pequeñas. Por la noche los marineros dormían donde pudieran encontrar un lugar vacío, amarrándose para evitar ser lanzados al mar. Los días de los marineros estaban ocupados por plegarias, canciones, anécdotas, faenas, comer y esperar. Las noches intranquilas las empleaban en mirar las estrellas bajo un cielo nuevo y desconocido. Los barcos llevaban provisiones suficientes para un año, en una época en que dos semanas en el mar representaban un largo viaje. Los suministros de a bordo incluían comida como agua, pescado seco, carne salada, lechones y gallinas vivos (para degollar en el barco), arroz, higos y queso; instrumentos de navegación como calendarios náuticos, cartas de navegación, brújulas, imanes, relojes de arena e instrumentos de medición; y artículos para comerciar como cuentas de cristal, anillos de latón, gorros tejidos, oro, plata, perlas y especias. B Navegación La navegación del siglo XV distaba de ser una ciencia exacta, aunque existían varias herramientas y accesorios para facilitarla. Los más importantes eran las brújulas, astrolabios, relojes de arena, mapas y cartas de navegación. Aunque la navegación celestial o de altura (encontrar el rumbo consultando la posición de las estrellas y otros cuerpos celestes) era el método más favorecido cuando se navegaba bajo cielos familiares, la técnica denominada a la estima era más confiable en los viajes por mares desconocidos. Utilizando un astrolabio, un disco de metal grabado con un mapa de los principales cuerpos celestiales, un marino podía conocer su ubicación de forma simple, colocando las estrellas en el astrolabio para que concordaran con las estrellas en el cielo. Pero esto sólo funcionaba cuando el cielo estaba despejado y se conocía la posición de las estrellas. En días nublados o cuando las estrellas en el cielo eran desconocidas, la navegación celestial y el astrolabio no eran efectivos. Utilizando la navegación a la estima, la técnica más usada para viajar por aguas poco familares, la posición del barco se determinaba a partir de su última ubicación conocida. Entonces, teniendo en cuenta la dirección en que navegaba el barco, la rapidez con que se movía y el tiempo transcurrido el piloto podía determinar su nueva posición. Los pilotos podían calcular la distancia que había viajado en una hora o en un día arrojando al mar un objeto flotante frente al barco y midiendo el tiempo que se demoraba en regresar al barco. Conociendo el largo del barco el piloto podía calcular cuán rápido se movía y por tanto, cuán lejos había navegado. Colón prefería esta técnica antes que la navegación de altura y nunca estuvo a gusto con el astrolabio y otros aparatos para navegar utilizando los cuerpos celestes. Sobre todas las cosas era experto en interpretar los signos de la naturaleza, como el comportamiento de las aves, el olor del aire, el color del cielo, la condición de los mares, la presión que sentía en sus articulaciones, la apariencia de los desechos flotantes y otros más. Los navegantes exitosos sobrevivían “leyendo” la naturaleza en esta forma. Colón podía incluso predecir los huracanes con precisión. C El viaje hacia el oeste Al amanecer del 3 de Agosto de 1492 la pequeña flota de barcos partió de Palos de la Frontera hacia lo desconocido. A la edad de 41 años, de pie en la proa de la Santa María, mirando la costa deslizarse lentamente bajo el horizonte, Colón dejaba en tierra la lucha que durante un cuarto de su vida había librado. Se encontraba ahora en su elemento, haciendo lo que había soñado durante los últimos diez años. Luego de un viaje a las Islas Canarias donde fue reparado el timón de la Pinta los viajeros abandonaron el mundo conocido el 6 de Septiembre de 1492. Durante el viaje los barcos navegaron principalmente hacia el oeste. La decisión de partir de las Islas Canarias resultó acertada, pues la corriente de las Canarias aceleró la travesía. El 25 de septiembre creyeron haber avistado tierra , pero no eran más que nubes bajas. A medida que el viaje se alargaba muchos de los tripulantes temían que los fuertes vientos no les permitieran regresar a España. Colón tuvo dificultades con la tripulación en varias ocasiones, y le fue difícil trabajar con los hermanos Pinzón, especialmente con Martín Alonso cuya experiencia sobrepasaba la del propio Colón. Sin embargo, existe poca evidencia de que la tripulación estuviera a punto de amotinarse. Además, la historia de que Colón trató de engañarlos manteniendo dos cuadernos de bitácora, uno de los cuales mostraba la distancia que habían navegado como menos que lo que era en realidad, es sólo una leyenda. Dos horas pasada la medianoche en la madrugada del 12 de Octubre, un vigía de la Pinta llamado Rodrigo de Triana (a veces llamado Juan Rodríguez Bermejo) gritó “Tierra! Tierra!” . La recompensa para el primero que avistara tierra era una pensión de 10,000 maravedíes por año (un marino ganaba hasta 12,000 maravedíes al año). Cruelmente, Colón se embolsó el dinero afirmando que la noche anterior había visto varias luces. D Primer contacto El 12 de Octubre de 1492 Colón con un puñado de viajeros entusiasmados y cansados pisaron tierra luego de 36 días de navegación. Colón levantó el estandarte real, reclamando la isla para España, y dos de los capitanes portaban enseñas decoradas con cruces verdes y letras, en representación de Ferdinando e Isabela. Los isleños curiosos aunque algo tensos, pronto salieron de sus escondites a saludar a los visitantes. La ubicación del punto donde recaló Colón es aún una interrogante. Llamada Guanahaní por los Taínos, la isla fue renombrada por Colón como San Salvador, pero hoy en día nadie sabe a ciencia cierta qué isla era. La mayoría cree que fue la isla Watling, (renombrada a San Salvador en 1926 para rendir homenaje al descubrimiento de Colón) o Cayo Samana en las Bahamas. Diez o más islas de las Bahamas se ajustan a la anotación que hiciera Colón en su diario, donde la describe simplemente como una isla larga y llana, con árboles verdes y una gran cantidad de agua. Los isleños eran amistosos y abiertos al comercio con los marinos. Intercambiaban cualquier cosa: carreteles de algodón hilado, loros y lanzas, por las cuentas de cristal, gorras rojas y baratijas de los marinos. Llamados Taínos por los españoles, los isleños pertenecían a una amplia familia de lenguas denominada Arawak. Los Taínos no mostraban miedo ni conocimiento de las espadas españolas, y se hirieron mientras examinaban las armas. Más interesante para los exploradores era el hecho de que los isleños usaban pequeñas piezas de oro en perforaciones en la nariz. Además le dijeron a Colón que los habitantes de otras islas usaban bandas de oro en los brazos y las piernas. También describieron una miríada de islas, todas como la suya. Los españoles, creyendo que habían llegado a las Indias, pronto llamaron a todos los isleños “Indios”. Al tercer día, Colón acompañado de varios guías Taínos, partió de San Salvador para explorar otras islas. A fines de Octubre llegaba a las costas de Cuba. Luego de navegar hacia el norte y después hacia el sur a lo largo de la costa, Colón se convenció de que ésta era una de las tierras descritas por Marco Polo. A pesar de que los pilotos locales le explicaron que era una isla, Colón estaba convencido de que Cuba era un promontorio de China. Poco después de este incidente, Martín Alonso Pinzón se marchó en la Pinta sin licencia. Aunque los historiadores discrepan en las razones que lo llevaron a actuar de esta manera, muchos sospechan que Pinzón, contrariado por la ausencia de riquezas, fue en busca de oro. Cruzando el Paso de los Vientos al este de Cuba, Colón navegó hacia otra isla grande que llamó “La Isla Española”. Durante un mes navegó a lo largo de la costa, con paradas ocasionales para inspeccionar la tierra y los habitantes. En una de estas excursiones Colón conoció e hizo amistad con un joven jefe Taíno llamado Guacanagarí. Luego de un breve encuentro a bordo del barco se organizó una reunión en la residencia del jefe en una aldea cercana para el 25 de Diciembre, en Navidad. Pero antes de que la reunión tuviera lugar la Santa María golpeó un arrecife cerca de la costa y encalló. Durante los días que siguieron a este hecho la tripulación de los dos barcos restantes y Taínos enviados en canoas por Guacanagarí recuperaron todo lo posible. Con la madera del barco construyeron un fuerte donde almacenaron provisiones para un año. Treinta y nueve hombres permanecieron en el fuerte, el primer asentamiento europeo en las Américas desde que los vikingos habían llegado a lo que hoy es Newfoundland 500 años antes. Pero el asentamiento, bautizado como Villa de la Navidad, no perduraría mucho más que los de los vikingos. E Regreso a España El 6 de Enero la Pinta vuelve a unirse con la expedición y poco después los dos navíos regresan a casa. Saliendo del Caribe, Colón tuvo nuevamente la buena fortuna de dar con una corriente oceánica, como le había sucedido en las Canarias. Entrando en la Corriente del Golfo sus barcos navegaron hacia el norte lo suficiente para alcanzar los prevalecientes vientos del oeste. Pero el viaje de regreso no transcurrió sin incidentes. Mientras los barcos se acercaban a España encontraron una terrible tormenta. La Pinta se separó de la Niña y arribó al puerto de Bayona, en la costa noroeste de España, días después que la Niña. Colón entró en Lisboa, donde fue apresado por agentes del Rey Juan II. Aunque sospechaba de la historia de Colón, el rey lo acusó de violar la soberanía portuguesa en el Atlántico, que había sido extendida a todas las tierras al sur y al este de las Islas Canarias por una serie de decretos papales que comenzaban en los años 1450s. Temeroso de que el rey no lo liberara, Colón envío un mensajero secreto a la corte española relatando sus experiencias y su detención. A mediados de Marzo ya era libre para regresar a España. El 15 de Marzo de 1493, al mediodía, la Niña entraba en el puerto de Palos de la Frontera, a 32 semanas de haber salido del mismo. Aunque Pinzón había arribado antes a España, no llegó a Palos hasta unas horas después que Colón. Muy enfermo, Pinzón murió antes de poder presentarse ante el rey. Colón dominaba ahora el escenario. Cuando apareció ante Ferdinando e Isabella en el palacio real en Barcelona, se le concedió el honor de sentarse con ellos y comer en la misma mesa. Con un desfile de isleños exóticos y loros coloridos, relató la historia de su viaje y las islas que había descubierto, describiendo la vegetación exuberante y los extraños habitantes. También mostró el oro que había traído, en forma de coronas, máscaras y ornamentos, y también pepitas y polvo. Todas sus recompensas fueron reconfirmadas y se le llamaba por su nuevo título “Almirante de la Mar Oceána” . Recibió 1,000 doblones, el equivalente de 345,000 maravedíes. Colón había cumplido si promesa -al menos eso pensaban todos en la corte española- y como tal era el héroe del día. Instó a los soberanos a equipar otra expedición lo más rápido posible, prometiendo oro, especias y otras riquezas. El Almirante no tuvo esta vez ninguna dificultad para persuadir a la realeza española de patrocinar un segundo viaje. Para evitar que los portugueses intentaran reclamar sus descubrimientos, Colón había enviado una carta al Papa Alexander VI (un español) a su llegada a España. Dicha carta explicaba sus descubrimientos en tantos detalles como podía revelar. El Papa emitió un decreto en Mayo de 1493 concediendo el control a España de todas las islas descubiertas por Colón. A instancias de Colón se trazó en el océano una línea imaginaria llamada Línea de la Demarcación, a 100 leguas (aproximadamente 483 km/300 millas)al oeste de las Islas de Cabo Verde. Se declaró que todas las tierras no descubiertas al oeste de la línea que no pertenecían a un soberano cristiano, pertenecían a España; todo lo que estuviera al este de la isla pertenecía a Portugal. Esta declaración resultó en un conflicto inmediato por la concesión que se le hiciera a Portugal en 1481. Al año siguiente se llegó a una resolución cuando los soberanos de España y Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas. En este tratado la Línea de Demarcación se trasladó a 370 leguas (aproximadamente 1,780 km/1,100 millas) al oeste de las Islas Cabo Verde. VII EL SEGUNDO VIAJE (1493 – 1496) El segundo viaje partió de Cádiz el 25 de Septiembre de 1493, y fue de mayor escala que el primero 17 barcos y cerca de 1,200 colonizadores acompañaron a Colón. Incluidos en la tripulación estaban dos de los hermanos de Colón, Bartolomé y Giacomo (quien, luego de mudarse a España, utilizaba la versión española de su nombre, Diego). El propósito de este viaje era regresar a La Navidad en La Española, relevar a los hombres que se habían quedado en el primer viaje, asentar más colonizadores en la isla y explorar y reclamar otras islas. Para acelerar la partida, en caso de que otra nación pretendiera una expedición, los soberanos no vacilaron en proveer a Colón con todos los suministros que necesitaba. La carga incluía caballos, ganado, asnos, ovejas, cabras, cerdos, perros, gatos, pollos, grano, semillas y todo lo necesario para navegar, defenderse de ataques, construir asentamientos y establecer una administración de ultramar. La flota zarpó de Cádiz, y como la anterior se detuvo en Islas Canarias para efectuar reparaciones y almacenar más carne, madera y agua. Luego de dejar la isla canaria de Hierro la flota tomó una ruta más al sur que la anterior. EL 2 de Noviembre, 21 días después, se avistó tierra. Este nuevo grupo de pequeñas islas (conocidas como las Antillas Menores) estaban al sureste de Cuba y La Española (parte de las Antillas Mayores). Descubriendo por el camino las islas de Guadalupe y Puerto Rico, Colón llegó a La Española a finales de Noviembre. Los marinos dispararon un cañón para anunciar su llegada, pero nadie les devolvió el saludo. Horrorizados, descubrieron que el asentamiento de La Navidad había sido masacrado y el sitio quemado hasta consumirse. Mientras buscaban rastros de sus compatriotas encontraron una tumba colectiva en la que varios españoles habían sido enterrados. También la aldea del amigo de Colón, Guacanagarí había sido destruida y quemada. Nadie sabrá jamás qué sucedió en La Navidad. La teoría popular es que los isleños locales destruyeron el asentamiento por su repugnancia hacia la avaricia y la ambición de los europeos. A Fundación de Isabela A corta distancia al este de La Navidad se construyó un nuevo asentamiento, Isabela. Algunos de los colonizadores se negaron rontundamente a realizar trabajos manuales. Muchos estaban enfermos, y otros más interesados en encontrar oro y riquezas que en construir una colonia. Para mantener felices a los colonizadores, Colón organizó una expedición para buscar oro, y al encontrarse muy poco los colonizadores se tornaron intranquilos. Fue entonces que Colón decidió aplicar una política de trabajos forzados. Los habitantes locales fueron obligados a trabajar en el asentamiento. La esclavitud de los indígenas no era uno de los propósitos de la expedición, y además era ofensivo para la reina. Aún así, Colón lo justificó sobre la base de que sería lucrativo. A pesar de su política esclavista Colón no encontró sus primeras riquezas en La Española hasta 1496. En una expedición al interior de la isla, Colón y sus hombres obligaron a los habitantes de la región a acumular oro suelto. En unos días habían recopilado cerca de 10 kg (22 lb) del precioso metal. Aunque Colón estaba impresionado por la belleza del Caribe, ese no era su objetivo principal. Con increíble determinación el almirante perseguía riquezas y buscaba la puerta a Asia, a la tierra de Marco Polo, y confiaba en que La Española era Japón y Cuba parte de China. Antes de regresar a España en 1496, Colón exploró Cuba un poco más y descubrió Jamaica. El almirante estaba decidido a demostrar que Cuba pertenecía al continente asiático y era parte del imperio de los mongoles. Aunque no circunnavegó la isla, obligó a sus hombres a jurar solemnemente que Cuba era un promontorio de Asia. B Empeoramiento de las relaciones Con el paso del tiempo, las relaciones entre los españoles y los habitantes indígenas de La Española comenzaron a deteriorarse. En lugar de buscar provisiones mientras Colón exploraba otras islas, los hombres que quedaron atrás asaltaron villas taínas en busca de riquezas. Con pocas esperanzas de nada excepto infelicidad y pobreza, colonizadores descontentos comenzaron a regresar a casa. Muchos de ellos enfermaron, muchos murieron y la mayoría estaban contrariados por la falta de oportunidad. El hecho de que Colón dejara a su hermano Diego como gobernador de Isabela contribuyó a los problemas del almirante con los colonizadores. Diego no era un administrador. Los colonos protestaron repetidamente contra su reinado inefectivo y estaban resentidos por su nacionalidad italiana. Algunos de los colonizadores comenzaron a enviar cartas a familiares y funcionarios en España quejándose de las condiciones y el liderazgo. En Octubre de 1495 un funcionario español arribó con una comisión real para investigar a Colón y los cargos que se le imputaban. El 10 de Marzo de 1496 a Colón no le quedó otra opción que regresar a casa con las esperanzas de prevenir una investigación real de las quejas de los colonos. Dejando a sus hermanos Bartolomé y Diego a cargo de la colonia, Colón abordó un barco con rumbo a España. Ferdinando e Isabella lo recibieron amistosamente a su regreso y escucharon con interés su historia acerca del descubrimiento de nuevas islas con gran potencial. Los reyes parecían agradecidos y continuaron favoreciéndolo, pero esperaron más de un año antes de aprobar un tercer viaje. VIII EL TERCER VIAJE (1498 – 1500) Habiendo limpiado su nombre y con la completa confianza de los monarcas, Colón partió de Sevilla con una flota de seis naves el 30 de Mayo de 1498. Separando la expedición, envió una parte en ayuda del asentamiento de La Española, y con el resto navegó más hacia al sur de lo que había llegado anteriormente. Saliendo de las Islas Cabo Verde cruzó el océano con la esperanza de descubrir nuevas tierras hacia el suroeste, en dirección al Ecuador. Colón tuvo la mala suerte de entrar en la zona de calma ecuatorial en este viaje, un espacio muerto en el océano donde no hay vientos ni corrientes marinas y el calor es insoportable. Luego de poco más de una semana fueron salvados por un viento que los empujó hacia el oeste. Un cambio de rumbo hacia el norte llevó a Colón a una isla con tres picos montañosos, que bautizó como Trinidad. De ahí navegaron al oeste, adentrándose en el Golfo de Paria, y luego a la costa de Suramérica, donde encontraron la desembocadura del Río Orinoco, el río más largo que habían visto. Observando la gran cantidad de agua que fluía hacia el mar, Colón creyó haber encontrado el Jardín del Edén -en aquellos días se suponía que todos los grandes ríos afluían desde allí. Sin descartar la idea de que se encontraba en Asia, Colón acertó a informar, “Creo que este es un gran continente que hasta hoy ha permanecido incógnito” Luego de varias semanas explorando Trinidad, el Golfo de Paria y la cercana Isla Margarita, Colón se dirigió a La Española, donde su hermano Bartolomé había comenzado la construcción de un nuevo emplazamiento. Bartolomé había decidido trasladar el asentamiento de Isabela, que poseía un escaso suministro de agua, a un sitio cercano al lugar donde los españoles habían descubierto minas de oro. El nuevo asentamiento fue nombrado Santo Domingo. Cuando colón arribó al nuevo poblado a finales de Agosto de 1498 no encontró una ciudad en acción sino un país en guerra. Muchos de los colonizadores se habían rebelado, molestos por la falta de oportunidad y renuentes a esforzarse por construir una colonia de larga duración. Habían surgido dos bandos: los que eran leales a la familia Colón y los rebeldes, lidereados por Francisco Roldán, a quien Colón había designado como alcalde (corregidor???) de Isabela antes de regresar a España en su segundo viaje. Dos años fueron necesarios para aplastar la rebelión y restaurar el orden. Para poner fin a la sublevación, Colón acordó entregar a cada uno de los rebeldes una parcela de tierra y los isleños que en ella vivieran. A pesar de las medidas tomadas las condiciones en la colonia continuaron deteriorándose durante los meses siguientes. Con gran angustia, y reconociendo que no podía mantener la paz en la isla, Colón rogó a los reyes españoles que enviaran un juez a la isla para lidiar con la situación. Como respuesta, los monarcas enviaron a Francisco de Bobadilla. Desafortunadamente para Colón, Bobadilla portaba un decreto que lo despojaba de los títulos de gobernador y virrey, y designaba a Bobadilla como gobernador de las posesiones españolas en las Américas. Poco después de su llegada, Bobadilla confiscó la casa y los documentos de Colón y ordenó que éste y sus hermanos fueran arrestados, encadenados y enviados a España. Colón rehusó que le quitaran las cadenas hasta que los reyes mismos lo ordenaran. Llegó a Cádiz en Noviembre de 1500. Luego de escuchar la desgracia del almirante los soberanos inmediatamente ordenaron que las cadenas fueran retiradas y Colón y sus hermanos quedaron libres. El 17 de Diciembre de 1500, Colón se presentó en la corte. El rey y la reina dieron instrucciones precisas de que todos los objetos que se le habían retirado a su arresto le fueran devueltos, pero no le reintegraron sus títulos. En cambio, destituyeron a Bobadilla reemplazándolo por Nicolás de Ovando. Sin embargo, esto no significaba ni una victoria ni una reivindicación para Colón. Sin sus títulos, el antiguo gobernador pasó los dos años siguientes en desesperación y humillación. Mientras tanto un frenesí de exploración tenía lugar en el Mar Caribe, el Océano Atlántico y el Índico. En América del Sur, barcos habían llegado, hasta Río de La Plata, que forma la frontera sur de lo que hoy es Uruguay, y más al norte a lo largo de las costas de Norteamérica. Colón se aferraba desesperadamente a su teoría original de que las islas descubiertas eran parte de Asia, pero nadie le apoyaba. Otros navegantes lo veían como un mundo hasta entonces desconocido. Sea como fuere, la actividad colonizadora en las Américas tomó vida propia, y Colón poco podía hacer para alterar el rumbo de los acontecimientos. En 1488 el navegante portugués Bartolomeu Dias navegó con éxito alrededor del la punta sur de África, y en 1499 Vasco de Gama regresó a Lisboa luego de un exitoso viaje alrededor de África y a través del Océano Índico hasta la India. Esto brindó a los portugueses su ruta comercial directa con Asia, flanqueando a los musulmanes que controlaban las vías comerciales por tierra entre Europa y Asia. El triunfo de Portugal representó para Colón una nueva oportunidad, y los reyes españoles nuevamente fueron receptivos a su visión de encontrar un estrecho que lo llevara a China. En lugar de retirarse con una pensión, propiedades y quizás hasta con un castillo, Colón sugirió otro viaje. Su cuarto viaje. IX EL CUARTO VIAJE (1502 – 1504) Los reyes dejaron claro que el propósito del cuarto viaje de Colón era la búsqueda de oro, plata, piedras preciosas, especias y otras riquezas. Pero sobre todo, por miedo de agravar la situación en la colonia, prohibieron a Colón regresar a La Española, a no ser que fuera absolutamente necesario a su regreso a España. La flota de cuatro naves y 150 hombres partió de Cádiz el 9 de Mayo de 1502. En este, su cuarto y último viaje, Colón iba acompañado de su hijo Fernando, de 14 años, y de su hermano Bartolomeo. Colón, ahora de 50 años, no podía capitanear su flota debido a su mala salud y deficiente visión, pero marinos leales a él se sentían honrados de servir una vez más bajo su mando. Luego de hacer escala en Gran Canaria para proveerse de madera y agua, la expedición comenzó la travesía el 25 de Mayo. Se detuvieron primero en la isla caribeña de Martinica, donde aprovisionaron los barcos nuevamente. Luego, a pesar de la prohibición, Colón se dirigió directamente a La Española, donde ancló el 29 de Junio en Santo Domingo. Colón justificó su acción con dos razones. La primera, una de sus naves estaba en mal estado y deseaba comprar otra. La segunda, y más apremiante, la proximidad de un huracán. En un mensaje enviado al Gobernador Ovando solicitando permiso para entrar a puerto, Colón le aconsejaba que no permitiera que ningún barco partiera hacia España. Ovando negó el permiso a Colón y su flota para entrar a puerto y además ignoró el consejo del Almirante. Colón encontró refugio en un pequeño puerto cercano logrando salvarse, pero la extensa flota que Ovando ordenó navegar fue casi destruida totalmente. Colón debe haber sentido que actuaba la justicia divina. No solamente los hombres que más odiaba, Bobadilla y Roldán, perecieron ahogados, sino que la nave que transportaba la porción de las riquezas de la colonia perteneciente a Colón arribó a España sin más contratiempos. Pasado el huracán, Colón navegó hacia el suroeste, más allá de Cuba, adentrándose en mar abierto hasta que alcanzó América Central. Las condiciones tortuosas para la navegación y las tormentas violentas a lo largo de la costa dañaron a Colón y sus naves. El almirante, enfermo de reumatismo, fiebre y con visión deficiente estuvo la mayoría del tiempo postrado en cama. Sin éxito en su búsqueda de un paso hacia el continente asiático, Colón se vio obligado a abandonar el área que llamara Veragua (Panamá). Tormentas intensas, escaramuzas con los residentes del lugar y barcos dañados fueron las condiciones que le obligaron a regresar a La Española. Corría el mes de Diciembre de 1502. Perdió una nave en la costa de Panamá, y otra en el mar debido a las almejas (pequeños moluscos especialmente de la familia Teredinidae) Como consecuencia, 130 hombres se vieron obligados a convivir en los dos barcos restantes, carcomidos y apenas aptos para la navegación. Ya en alta mar, percatándose de que La Española estaba muy lejos para alcanzarla en estas condiciones, Colón giró al norte, hacia Jamaica, que había descubierto en su segundo viaje. Los barcos estaban en tan malas condiciones que fueron remolcados hasta la playa, y sólo valía la pena utilizarlos para protegerse de los isleños. Colón y sus hombres permanecieron abandonados a su suerte por más de un año. La mitad de los hombres se amotinaron cuando Colón intentó imponer orden y disciplina. Un segundo problema potencialmente más desastroso emergió: Cansados de negociar con los españoles, los isleños cesaron de suministrarles alimentos. Como respuesta, Colón los engañó ingeniosamente. Como poseía un calendario, los amenazó con apagar la luz de la luna como castigo. En la noche del 29 de Febrero de 1504, cuando la luna comenzó a desaparecer como consecuencia de un eclipse lunar, los indígenas se alarmaron y aceptaron restablecer el comercio con los españoles. Aún así, los europeos continuaban varados en la isla. Un marinero leal y valiente, Diego Méndez de Salcedo, que había protegido la vida de Colón en otras ocasiones, aceptó hacer el intento de cruzar el canal abierto en canoa para llegar a La Española, una proeza prácticamente imposible. La isla estaba a más de 160 km de distancia (100 millas) y Santo Domingo, la residencia del Gobernador Ovando, estaba a casi 480 km (300 millas). En cinco días, Méndez y otro marino llegaron a La Española en dos canoas conducidas por aborígenes. Luego de encontrar a Ovando en una diligencia tierra adentro, tuvieron que esperar siete meses antes de que se enviara un barco a confirmar su historia. El barco de rescate no llegó a Jamaica hasta finales de Julio, y los náufragos no arribaron a Santo Domingo hasta el 13 de Agosto. Al no sentirse bienvenido en la ciudad, Colón emprendió su último viaje a través del océano el 12 de Septiembre de 1504, pero esta vez como pasajero. Colón llegó a España con su hijo y su hermano el 7 de Noviembre. X LOS ÚLTIMOS DÍAS Cuando el Almirante regresó a España, la reina Isabel se encontraba gravemente enferma, y murió poco después de su llegada, el 26 de Noviembre de 1504. Debilitado por el reumatismo, exposición y años de mala alimentación, Colón estaba muy enfermo, y pasó muchos meses recuperándose en el monasterio de Las Cuevas, en Sevilla. Durante el próximo año y medio, Colón trató de recobrar los títulos de virrey y gobernador que había perdido. Escribió cartas, presentó una solicitud a la corona, y persuadió a otros de intervenir a su favor. Cuando mejoró un poco, siguió a la corte a varias ciudades de España, con la esperanza de ver al rey. En Mayo de 1505 el rey Ferdinando finalmente le concedió una audiencia donde se le permitió al explorador presentar la reclamación de sus títulos y riquezas de las Indias. Los títulos no le fueron devueltos, pero el rey sí permitió el arbitraje en lo tocante a la cuestión financiera. Al final, la porción de Colón fue confirmada en un 2 porciento de las riquezas de las Indias, una cantidad considerable. Esto, combinado con el hecho de que Colón ya poseía posición de noble y un blasón, le permitía a la familia Colón un estilo de vida igual al de la nobleza más acaudalada de España. A finales de 1505 la enfermedad no le permitió continuar viajando. Colón permaneció en la ciudad de Valladolid hasta su muerte. El 20 de Mayo de 1506 sus dos hijos, su hermano Bartolomeo y Diego Méndez, su amigo leal se encontraban a su lado cuando el almirante murmuró: “In manus tuas, Pater, commendo spiritum meum," (“A tus manos, O Señor, encomiendo mi espíritu”), y falleció. Su cuerpo fue sepultado inicialmente en Valladolid, pero en 1509 su hijo Diego trasladó los restos al monasterio de Las Cuevas, en Sevilla. El lugar donde descansan los restos de Colón es, hoy en día, un misterio. Fueron trasladados a las Américas a mediados del siglo XVI, primero a Santo Domingo y en 1795 a La Habana, Cuba. En 1899 los restos de Colón supuestamente viajaron a España, y se presume que estén enterrados en la Catedral de Sevilla. Mucho tiempo después de la muerte de Colón, su familia luchó por restaurar sus títulos y recuperar su honor. Esta batalla resultó en una pequeña victoria cuando Diego fue nombrado gobernador de La Española en 1509. Sin embargo, la mayor injusticia de todas parece ser el hecho de que las nuevas tierras descubiertas por Colón nunca llegaron a llamarse como él. El honor recayó en un italiano, Amerigo Vespuccio, de la ciudad de Florencia, quien exploró las costas este y sur de Suramérica alrededor del 1500. VII LEGADO Es difícil exagerar el significado histórico de Cristóbal Colón. De sus viajes resultaron cambios extraordinarios. Aunque fallara en la búsqueda de una nueva ruta al continente asiático, Colón logró que las tierras y las personas del hemisferio occidental fueran conocidas por los europeos, activando una cadena de eventos que alteraron la historia de la humanidad a escala mundial. Las interacciones que Colón inició entre las personas de Europa y las Américas condujo a lo que los eruditos llaman el Intercambio Colombino, la transmisión en doble sentido de enfermedades, plantas, animales y culturas que se originó con los viajes de Colón. Las afecciones europeas como la difteria, sarampión, viruela y la malaria, devastaron a la población indígena americana que nunca antes había estado expuesta a estas enfermedades. Al mismo tiempo, recibieron los cultivos europeos, como el trigo, el arroz, café, bananas y aceitunas; y animales, incluyendo caballos, vacas, cerdos y pollos. A su vez, las Américas contribuyeron al intercambio con Europa aportando una mortífera variedad de sífilis, así como cultivos importantes tales como maíz, patatas, tomates, frijol de media luna, calabaza, maní, yuca, cacao y piña. Además de facilitar el intercambio de enfermedades, los descubrimientos de Colón tuvieron otro lado oscuro. Las sociedades de los habitantes de las Américas parecían primitivas a los europeos, quienes se formaron una imagen de “bárbaros” que desafortunadamente persistió. Los europeos simplemente no vieron, o no quisieron ver, las complejidades y la importancia cultural de las sociedades indígenas. A los colonizadores les importaba muy poco la cultura aborigen, y consideraban a la población local solo como mano de obra a esclavizar. Como resultado, la cultura autóctona -así como la población aborigen- comenzó a desaparecer a medida que los invasores europeos avanzaban. Las enfermedades, la esclavitud la invasión y la conquista infligida por los europeos causó la muerte de millones de nativos de las Américas, en lo que sólo puede describirse como una de las mayores tragedias de todos los tiempos.