V . L O S C O N T I N E N T E S Autor José Hugo Hubp 5 Los continentes 6 El piso oceánico 7 Los procesos exógenos 8 Los lagos LOS CRATONES, NÚCLEOS DE PANGEA EN LOS CONTINENTES, en especial en Eurasia y América, destacan los cinturones montañosos de miles de kilómetros de longitud, con decenas y cientos de kilómetros a lo ancho. Son notables por las grandes alturas que alcanzan, más de 7 km en el Asia Central y más de 5 km en una gran extensión de los Andes. Como regla, son estructuras alineadas. Delimitan con amplias superficies de un relieve muy distinto: planicies costeras, superficies de lomeríos, altiplanos: son los territorios que constituyen la mayor parte de los continentes, las regiones cratónicas, donde se presentan incluso montañas pero de altitudes que no superan los 3 000 m de altura sobre el nivel del mar (msnm) y con longitudes de incluso 1 000 km. Varios científicos, entre ellos J. B. Murphy y R. D. Nance han concluido recientemente que cada pocos cientos de millones de años, los continentes se han unido en una gran masa de tierra que llaman supercontinente. Este ciclo habría empezado hace unos 1 000 m.a. cuando los continentes se separaban; la desmembración total se produjo tal vez hace 820 m.a.; 650 m.a. antes, los océanos interiores se cerraron y los continentes se unieron en uno. El supercontinente se crea a lo largo de unos 500 m.a. De acuerdo con los autores mencionados este fenómeno global se produce en la secuencia siguiente: 1. Fractura del supercontinente durante 40 m.a. 2. Separación y dispersión máxima de bloques continentales en 160 m.a. 3. La reunificación tiene lugar después de otros 160 m.a. 4. El supercontinente perdura 80 m.a. 5. Vuelve el proceso de fractura durante otros 40 m.a. La ruptura del último supercontinente se produjo entre 575 y 550 m.a. atrás. En apariencia, los ciclos del pasado ocurrieron hace aproximadamente 2 600 a 2 100, 1 600 y 1 000 m.a. John Brimhall considera cinco eras tectónicas o de evolución de la Tierra: Arcaico temprano (3 800-3 000 m.a.), Arcaico tardío (3 0002 500 ma.), Proterozoico temprano (2 500-1 700 ma.), Proterozoico medio y tardío (1 700-200 m.a.) y Fanerozoico (los últimos 700 m.a.). Desde hace 1 700 m.a. los continentes deben haber estado unidos. La tierra firme se disponía esencialmente en el hemisferio norte, de lo que resultaba una gran superficie ocupada por el Océano Pacífico. Los continentes no permanecieron estáticos. Los cratones son las porciones más antiguas de los continentes, fragmentos de Pangea. Los constituyen rocas de edades de más de 1 400 m.a. Sin embargo, en un periodo tan prolongado, el relieve ha sufrido transformaciones sustanciales y las rocas antiguas han sido cubiertas en gran parte por otras más jóvenes. El relieve original ha sido afectado por invasiones marinas (transgresiones) lentas, de millones de años, durante las cuales se depositan sedimentos que dan origen a capas de roca de incluso 4-6 km de espesor. Asimismo, se han producido retrocesos del océano (regresiones) respecto a la tierra firme, también de duración prolongada. En los continentes reconocemos, además de los sistemas montañosos y los rift las regiones de rocas antiguas (>1 400 m.a.) cerca de la superficie; aflorando en ésta —son los escudos— y cubiertas a profundidad de kilómetros por rocas más jóvenes que se denominan plataformas. En conjunto constituyen un cratón (Figura 14). En sí, todos los continentes, con excepción de sus regiones montañosas son grandes cratones: Norteamérica, Sudamérica, Europa central y norte de Asia, sudeste de Asia, Africa, Australia y la Antártida. Figura 14. Estructura de un cratón Los escudos son de dimensiones menores, con excepción del canadiense que ocupa un vasto territorio de Norteamérica e incluso Groenlandia de acuerdo con varios autores. El resto de los escudos aparecen en un mapamundi a manera de manchones, con superficies de decenas y centenas de miles de kilómetros cuadrados: uno en Norteamérica, tres en Sudamérica, dos en Europa, uno en Siberia, cinco principales en Africa, tres en Australia (Figura 15). Figura 15. Estructuras principales del relieve terrestre: 1) sistemas montañosos jóvenes; 2) sistemas montañosos antiguos. Cratones: 3) plataformas, 4) escudos; 5) margen continental submarina; 6) sistemas montañosos submarinos; 7) dorsales; 8) planicies abisales; 9) rift en los continentes; 10) trincheras. Los números en el mapa se refieren a las trincheras de la Lista No. 1 del siguiente capitulo VI: El piso océanico. La mayor parte de los continentes son plataformas y a éstas corresponden en general las tierras más bajas, sobre todo cuando los estratos sedimentarios descansan sobre rocas más jóvenes que las de los escudos; de edades dominantes de 200-600 m.a. Forman una extensa planicie a menos de 200 msnm, como en la península de Yucatán y en la plataforma occidental de Siberia. Es común que los escudos correspondan a porciones elevadas de los continentes. Dos ejemplos son el macizo (así se denomina a los escudos de pequeñas dimensiones) de Ahaggar en la porción central-septentrional de Africa y el de Guyana en Sudamérica. Ambos alcanzan una altitud aproximada de 3 000 msnm. Los cratones se extienden incluso al territorio oceánico; precisamente, la plataforma continental es la porción submarina de aquéllos, excepto en algunas márgenes continentales de fuerte actividad tectónica. La superficie de los cratones se transforma, de las tierras llanas de las costas a lomeríos, planicies elevadas a 1 000, 2 000 y más metros. Cuando el agua de escurrimiento corta los altiplanos, formando cañones profundos de cientos de metros, surgen montañas de laderas empinadas, bordeadas por los ríos. El clima influye también en el paisaje de las regiones cratónicas. Casquetes de hielo cubren en forma permanente a Groenlandia y la Antártida. Temporalmente se extiende un manto de nieve en la mayor parte de Eurasia y Norteamérica. Grandes desiertos se presentan en Asia, Norteamérica, Africa y Australia y contrastan con los trópicos húmedos de los países cercanos al ecuador. La estabilidad de las regiones cratónicas, por su sismicidad y volcanismo débiles, en comparación con los sistemas montañosos, ha sido cuestionada por el geógrafo francés J. Tricart quien considera la posibilidad de actividad en el cratón sudamericano por movimientos verticales. En Siberia se han determinado velocidades de hasta 10-15 mm/año para levantamientos y hundimientos. Ejemplos como estos hay muchos más. El estudio de los cratones incluye las rocas que los constituyen (tipo, edad, disposición en sentido vertical, etc.), su relieve y otros factores. Esto tiene algo más que un puro interés científico, ya que se presentan ricos yacimientos minerales, como el petróleo en las plataformas y los diamantes en los cratones antiguos. LAS MONTAÑAS Todavía hasta mediados del siglo XVIII las altas montañas de los Alpes eran motivo de misterio. Era la morada de los dioses que no debía ser profanada por los humanos. Este es uno de los mitos universales que encontramos en diversas épocas en todas las regiones montañosas de la Tierra; lo mismo en el Nepal que en Hawai o en Sudamérica. El temor y la incomprensión de los fenómenos naturales como el fuego de los volcanes, los rayos y las tormentas fue atribuido a las divinidades. La soledad y el obvio peligro que representaba adentrarse en las montañas alejó al hombre de ellas por siglos. Los conquistadores españoles profanaron la montaña sagrada, el Popocatépetl (5 452 m), cuando ascendieron al cráter en busca de azufre, aparentemente en la segunda década del siglo XVI. En Europa, en cambio, la historia registra que el primer ascenso al punto más alto, la cima del Monte Blanco (4 808 m) se realizó solamente en 1786 por J. Balmat y M.G. Paccard. El gran interés que nace en Europa en la segunda mitad del siglo XVIII por conocer las altas montañas tuvo dos fines principales: primero, observar algo nuevo a través de la aventura y satisfacer un deseo de dominio; segundo, la inquietud científica en una época en que avanzaban las ciencias naturales a partir de las observaciones directas. Seguramente en los exploradores de entonces se combinaban ambas motivaciones. Las montañas presentaban al estudioso de la época una extraordinaria información, misma que contribuyó al desarrollo incipiente de la geología. Podían observarse mejor las capas de las rocas, se medían sus espesores mayores y se reconocían los cambios en la constitución de una a otra capa. Los fósiles marinos, antiguos organismos que contienen las rocas, atestiguan que éstas se formaron en el fondo oceánico y posteriormente fueron levantadas y deformadas. El naturalista trataba de explicarse cómo se forman las montañas. Ya no se conformaba con la explicación mítica de la presencia eterna e inmutable de los accidentes del relieve terrestre. En la primera mitad del siglo pasado fue popular la explicación de la formación de las montañas por el fuego interno de la Tierra, que provocaba el ascenso de masas continentales dando origen a los sistemas montañosos. L. Buch, E. de Beaumont y A. Humboldt fueron los principales defensores de esta teoría. Mayor éxito tuvo en la segunda mitad del siglo XIX la teoría de la contracción. Con base en las determinaciones de la física de la época, la Tierra perdía gradualmente su calor interno, se enfriaba y, como resultado, se contraía. Así se formaban las arrugas de la Tierra: los grandes sistemas montañosos. A fines del siglo pasado surgió la teoría de la isostasia, propuesta por el geólogo estadounidense K E. Datt. Supone que el relieve terrestre consiste en zonas de hundimiento y levantamiento, movimientos que tienden a un equilibrio. La teoría del origen de las montañas a partir de fosas oceánicas estrechas y profundas donde se depositan sedimentos de fuerte espesor que posteriormente son levantados y deformados hasta convertirse en un sistema montañoso, fue formulada por el estadounidense J. Hall en 1859, y complementada por su compatriota J. D. Dana en 1873. Es la teoría del geosinclinal que habría de evolucionar hasta principios de los años sesenta de nuestro siglo XX. Por otro lado, a fines del siglo pasado se descubrió la radiactividad, con lo que terminó la contracción de la Tierra: no pierde calor, sino que lo genera por la presencia de elementos radiactivos. En 1912, A. Wegener expuso la teoría de la deriva de los continentes: los actuales provienen de la desmembración de Pangea. A semejanza de los icebergs, los continentes debían flotar en una masa de mayor densidad, desplazándose. Wegener no pudo explicar por qué se mueven, sus ideas tuvieron poca aceptación y pasaron a ser solamente un párrafo de la historia de la geología. El geosinclinal y los movimientos verticales fueron hasta 1968 los conceptos más aceptados para explicar la formación de las montañas. La última teoría y actualmente de aceptación universal es la de la tectónica de placas. Surgió de la acumulación de datos sobre el relieve, en geología y geofísica del fondo oceánico después de la segunda Guerra Mundial. Entre 1961 y 1969 aparecen publicados una serie de artículos científicos de distintos especialistas y temas diversos, pero con un denominador común: aportan muchos argumentos en favor del movimiento de los continentes, con ideas revolucionarias sobre el mecanismo de separación o acercamiento de los mismos. El choque de las placas provoca la formación de montañas, como el Himalaya o los Andes. La separación origina las dorsales oceánicas: montañas en formación por el ascenso de magma a través de la depresión axial (el valle rift). Las rocas que constituyen las montañas del Himalaya, hace 70 m.a. se encontraban a 8 000 km al sur de su posición actual. Los Alpes se formaron de manera semejante al Himalaya, cuando la placa africana chocó con la europea. Esto significó el desprendimiento de material rocoso del borde meridional de Europa, removido (cabalgamiento) hacia el norte. Si el Himalaya es mucho más alto, el doble que los Alpes, lo explica Peter Molnar; es porque el grosor de ambas placas es distinto, el doble en el caso de la placa india. El mismo autor señala que la porción occidental de los Andes fue en el pasado geológico un arco volcánico semejante a los actuales de las zonas de subducción; pero, en el altiplano central y la cordillera oriental de los Andes, la estructura es de rocas sedimentarias plegadas. Las altas mesetas del Tíbet y los Andes las explican Paul Tapponnier y Peter Molnar como resultado de una intensa presión horizontal; asimismo consideran que puede estar en proceso de disminuir; lo que conduciría con el tiempo geológico al cese de la elevación y a su transformación en montañas bajas. O sea, dependen fundamentalmente de sus raíces. El Himalaya, los Alpes y las Rocallosas se apoyan en una litosfera gruesa, fría en comparación con la que subyace al Tíbet. Aquéllas cabalgan sobre corteza fría, no poseen un soporte horizontal como ocurre con las mesetas. Las montañas se forman en los limites de placas litosféricas, en un caso por la subducción de una placa oceánica bajo otra continental (tipo Mesoamérica y Sudamérica, en el Pacifico), proceso que puede conducir; en el segundo caso, a la extinción de la placa oceánica y continuar con una colisión de otras dos continentales (India-China) A fines del siglo pasado predominaba la idea de que las orogenias son fenómenos del pasado geológico; la última ocurriría a fines del Eoceno, hace 50 millones de años. Apareció también la teoría de W. Davis —el ciclo geográfico— sobre la erosión continua de las montañas hasta convertirlas en casi planicies. Esto parece algo muy natural, cualquiera puede observar el desgaste de las montañas: rocas que caen por la acción de la gravedad, fragmentos transportados por los arroyos. Un volumen determinado de material es transportado en un año de las elevaciones a las porciones más bajas; en 1 000 años una montaña habrá perdido algunos milímetros o centímetros de altitud; en unos millones el proceso culmina. El fenómeno de la formación y destrucción de las montañas es más complicado. Una aportación importante resultó del estudio de las cordilleras del Asia central por los geólogos ex soviéticos S. Obruchev y S.Shultz quienes en 1948 concluyeron que el proceso orogénico en esta región es esencialmente del periodo Cuaternario, de los dos últimos millones de años y activo en la actualidad. Propusieron entonces el término neotectónica, disciplina que estudia los procesos endógenos creadores del relieve actual de la Tierra. Lo interesante de estos distintos conceptos sobre los procesos de formación de montañas es su evolución hacia posiciones cada vez mas radicales, en las que la velocidad de los movimientos tectónicos han ido aumentando gradualmente. Se volvieron conservadoras las ideas revolucionarias de hace un siglo. El relieve terrestre se explica por las relaciones de velocidades de los procesos endógenos creadores ( T ) y los externos destructores ( D ): si T es mayor que D ( T>D ) hay un proceso de levantamiento; si D es mayor que T ( D>T ) hay una nivelación; si T y D son iguales ( T=D ) el relieve es estable. Pero el dominio de una velocidad de cualquiera de los dos procesos no es continua en el tiempo. Se considera que durante una orogenia los movimientos tectónicos ( T ) predominan en el tiempo que dura el proceso, alternándose con etapas más breves en que la erosión o denudación es más intensa. En la segunda mitad de nuestro siglo se han obtenido velocidades de ascenso para muchas regiones de la Tierra. Aun cuando pueden ser de gran precisión persiste el problema que corresponden a lapsos reducidos, de decenas de años, ni siquiera rebasan el siglo, por lo que sigue en duda la cuestión de la continuidad. Velocidades en mm/año que se han establecido son: 1 a 3 para los Alpes interiores, -1 a +0.7 para los Alpes occidentales; 2 a 4 para los orientales; 1 a 3 para los Cárpatos-Balcanes; 10 a 13 para el Gran Cáucaso, de acuerdo con D. Lilinberg. Asimismo, A. Nikonov ha determinado que en el Nanga Parbat del Himalaya la velocidad de levantamiento es de 5-9 mm/año. Otros datos pertenecen al Servicio Geodésico del Nepal, que ha establecido que las montañas de ese país se levantan con un promedio de l-4 mm/año, pero la erosión las rebaja hasta 5 mm/año. Algunos autores suponen que nuevas orogenias se están generando en Nueva Zelanda y en California. En la primera se han definido velocidades de ascenso de hasta 11 m/ 1 000 años, y cerca de Los Angeles de 4 a 6 m/ 1 000 años. Se considera que la formación de un sistema montañoso se produce con una velocidad promedio de ascenso de 9 m/ 1 000 años. La observación de un mapa fisiográfico de la Tierra nos permite apreciar que las montañas se encuentran alineadas en cinturones de miles de kilómetros (Anterior Figura 15) y los principales son los siguientes: El cinturón montañoso marginal al Pacífico oriental se extiende desde la península de Alaska hasta el sur de Sudamérica, a través del occidente del Canadá y Estados Unidos (la Cordillera, México, Centroamérica y los Andes). El cinturón montañoso del Pacifico occidental consiste en montañas submarinas frente a las costas del continente asiático. Se inicia en el norte (continúa el anterior) con las islas Aleutianas y se extiende con Kamchatka, las Kuriles, Japón, las Filipinas —las Marianas en otra dirección— Nueva Guinea, Melanesia, Tonga, Kermadec y Nueva Zelanda. Los dos anteriores son considerados un solo cinturón: de Fuego del Pacífico. El cinturón montañoso Alpino-Himalayo, que de oeste a este se inicia con las cordilleras Béticas, en el sur de España y el norte de Africa (Atlas); continúa con los Pirineos, los Apeninos, los Alpes, los Cárpatos, los Dináricos y los Balcanes; sigue a través de los montes de Crimea, el Cáucaso, la mesa de Irán, el Pamir; Hindukush, Karakorum e Himalaya; una ramificación es la del Tian-Shan. Este gran cinturón tiene continuación hacia el sureste: Indochina y las islas de Indonesia. Otros sistemas montañosos de menor extensión y altura son los siguientes: los Montes Escandinavos, a lo largo de Noruega; Verkhoyan y Chersky en el extremo nororiental del continente asiático; los Urales, entre Europa y Asia; el sistema MongolOkhotsk, en el Asia Central, extendiéndose hasta el Pacífico en la región del Japón; los Apalaches en el oriente de Estados Unidos; la cordillera de Australia oriental. El esquema puede complementarse con los sistemas montañosos de los océanos, de dos tipos: las dorsales (que constituyen una unidad), y los sistemas montañosos submarinos, propiamente (Anterior Figura 15). LOS RIFT Cualquier persona que observe una roca, en especial si ésta es de un tamaño superior a un metro, encontrará grietas. Son rupturas que están presentes en todas partes de la superficie terrestre y son muy variables por sus dimensiones a lo largo, ancho y profundidad; se reconocen a simple vista, desde las pequeñas de centímetros hasta las gigantescas de cientos e incluso miles de kilómetros de longitud. Es verdad que estas mayores sólo se aprecian desde una nave espacial o en las imágenes de satélite. En la geología, las rupturas de las rocas reciben distintos nombres, dependiendo de si hay o no movimientos con respecto al plano de fractura y del tipo de éstos, de la inclinación del plano, etc. Entre las grietas más importantes por sus dimensiones, y por la expresión que tienen en el relieve terrestre, se encuentran los rift, término de uso universal que se aplica a fracturas de grandes magnitudes longitudinales y profundidades de decenas de kilómetros, con movimiento de los bloques alejándose uno de otro. En este caso y en muchos otros es preferible adoptar un término extranjero que traducirlo; esto último sólo crea confusión ya que resultan más de dos versiones. Por ejemplo, en México es equivalente a falla distensiva, a grieta, a cuarteadura y otros términos. Pero hay que agregar que también se hacen traducciones en España y en tres o cuatro países latinoamericanos, para que a fin de cuentas sólo nos entendamos cuando hablamos del rift. La corteza terrestre está rota por un conjunto de fracturas (fallas) profundas. Al observarlas trazadas en un mapamundi, obtenemos la imagen de un rompecabezas. Los rift son las grandes fallas que se disponen en todos los océanos y en parte de los continentes. Se trata de estructuras activas actualmente, lo que significa que los bloques se encuentran en proceso de separación, provocando el hundimiento constante de la superficie que se dispone entre ambos. Esto va acompañado de actividad sísmica y volcánica. El efecto de este proceso es la formación de grandes depresiones. Los lagos del oriente de Africa corresponden a estructuras rift: depresiones formadas por la separación de grandes bloques de la corteza terrestre rellenadas por agua. El rift africano se inicia en el norte, en el mar Rojo y el golfo de Adén. El rift se vuelve continental y queda bien definido por las alineaciones de los lagos: Eduardo, Kivú, Tanganica, Rukwa y Nyasa. Muchos autores suponen que en unos pocos millones de años el rift africano será un nuevo océano por el desprendimiento del bloque oriental que posee más de 400 km de anchura. La actividad se manifiesta en esta región por sismos y volcanes. El lago Tanganica, el más profundo de África y el segundo en el mundo, con sus 1 435 m, refleja que el hundimiento es un proceso actual. En general, los lagos profundos son escasos por el depósito constante de sedimentos que llevan a cabo los ríos. Les ocurre lo mismo que a las presas que en cuestión de años transforman un cañón profundo en una planicie. El lago Baikal en Siberia es el más profundo, con aproximadamente 1 700 m, muy alejado del océano y con su fondo muy por debajo del nivel del mar (Figura 16). Es otro caso de una depresión del relieve terrestre en proceso de crecimiento, con una velocidad que debe ser muy superior a la de acumulación de sedimentos. El hundimiento total se ha calculado en aproximadamente 5 km, valor semejante para el rift africano. Figura 16. Los rift del Baikal y del mar rojo, vistos en perfil (V. Jain, 1980) En estos casos, la actividad endógena no sólo origina rasgos espectaculares del relieve, sino que además favorece el desarrollo de determinados tipos de fauna y vegetación. El sistema ecológico en casos como éste incluye a la actividad interna de la Tierra. Un tercer rift corresponde a la depresión que ocupa el río Rin al correr entre Francia y Alemania, flanqueado por los Vosgos al occidente y la Selva Negra al oriente. Tiene una longitud superior a los 300 km y el hundimiento se ha calculado en unos 2.5 km. En los océanos, los rift son un rasgo dominante, tema que se trata en el siguiente capítulo. Los rift son elementos fundamentales en el rompecabezas de la tectónica de placas. Representan las líneas de unión con respecto a las cuales se producen los movimientos de separación de bloques. V I . E L P I S O O C E Á N I C O LA CARA OCULTA DE LA TIERRA AL TRATAR el tema del relieve de la Tierra es indispensable considerar tanto a los continentes como a los océanos. Ambos son comprendidos cuando se estudian en conjunto, tomando en cuenta las relaciones existentes entre ellos. El estudio de la tierra firme es naturalmente más antiguo. A partir del siglo XVI el hombre empieza a comprender las dimensiones de la Tierra y la configuración general de los continentes. El concepto de espacio se amplió considerablemente. El relieve de los fondos oceánicos fue hasta la primera mitad de nuestro siglo algo tan enigmático como el relieve de Marte o de Venus. La exploración del océano no podía realizarse a manera de hazañas personales como las de los científicos de la antigüedad: Plinio el Viejo (muerto observando una erupción del Vesuvio), Copérnico, Galileo, Leonardo da Vinci, Newton, Lamarck, Lyell, Darwin, Lavoisier, por citar a algunos de los más importantes. Hazañas en el estudio de los continentes fueron realizadas por W. Smith y A. Humboldt. El primero elaboró el primer mapa geológico de un amplio territorio (Inglaterra), recorriendo a pie sus confines; el segundo viajó por el mundo, llevó los conocimientos entonces avanzados a otros países y recopiló información abundante para la elaboración de sus obras clásicas. Ambos autores son de la misma época, fines del siglo XVIII-principios del XIX. La exploración de los fondos oceánicos sólo pudo iniciarse cuando se contó con una tecnología avanzada. Se trata de un trabajo en el que participan muchos hombres y juegan un papel fundamental los instrumentos de precisión. Las cartas o mapas que representan las profundidades del fondo oceánico son las batimétricas. Un congreso geográfico internacional celebrado en Mónaco en 1899 recomendó la elaboración de la primera carta batimétrica mundial, misma que se realizó con base en 18 400 mediciones. Resultó una información muy general que permitía inferir un relieve submarino poco accidentado. La expedición británica del Challenger; de 1872 a 1876, realizó mediciones en el Atlántico que reflejaron la presencia de una cordillera montañosa (la dorsal), idea que fue solamente reforzada por la expedición del barco alemán Meteoro de 1925 a 1927. La información fue insuficiente para definir la cordillera. El concepto del relieve submarino poco accidentado fue dominante hasta la mitad de nuestro siglo. La segunda Guerra Mundial influyó en el avance de la ciencia. Las investigaciones que realizaron los países involucrados en el conflicto fueron a marchas forzadas. El desarrollo de nuevas y más poderosas armas exigía profundizar en la física, pero también se requerían más recursos minerales: petróleo, hierro, carbón, etc., por lo que la geología también hizo progresos. El tendido de cables y el desarrollo de los submarinos exigió conocer mejor el relieve del fondo del océano. El fin de la Segunda Guerra permitió a los países victoriosos dedicar recursos y esfuerzos a la investigación en otras áreas: el cosmos y el océano. Los resultados no fueron inmediatos, en 1957 fue lanzado el primer satélite artificial y en 1961 se produjo el primer viaje de un hombre alrededor de la Tierra que realizó Yuri Gagarin en una nave espacial. En 1959, los oceanólogos estadounidenses B. C. Heezen, M. Tharp y M. Ewing publicaron el primer mapa de un gran territorio submarino: el Atlántico Norte. En los años subsecuentes se va complementando el mapa mundial conforme se acumula información del resto de los océanos. Fue muy importante la aportación de H. W. Menard sobre el relieve del Pacífico en 1959 y 1964. El mapa de B. C. Heezen y colaboradores se publicó en una de las revistas científicas de mayor prestigio, pero quien lo observe apreciará que uno semejante que represente un gran territorio de la tierra firme, difícilmente lo aceptaría revista científica alguna como trabajo original. El conocimiento del fondo oceánico en 1959 equivale al de los continentes de principios del siglo XIX. Es obvia la diferencia entre las investigaciones de 1810 y las de 1950: la hazaña personal en un caso y la compleja tecnología y participación de un grupo numeroso de especialistas en el otro. A fines de la década de los años sesenta ya se contaba con cartas batimétricas mundiales de mucha calidad. Todavía no tienen la precisión que las de la tierra firme, ya que para la elaboración de estas últimas todos los accidentes se reflejan en las fotografías aéreas, base de la cartografía, de tal manera que el trazo de curvas topográficas (líneas que unen puntos a una misma altitud) es de mucha precisión; en cambio, para las cartas de los océanos se aplican mediciones en líneas continuas, pero sin cubrir 100% de la superficie del piso del océano. En 1990, K. C. Macdonald y P. J. Fox señalan que sólo menos del 5% del piso oceánico había sido cartografiado. Esto se refiere al conocimiento detallado. La explicación sobre el origen de las depresiones profundas de grandes dimensiones (del tipo del Baikal y las trincheras oceánicas) y de las montañas marginales a los continentes (tipo Andes) se hizo más simple: unas se forman por la separación de bloques gigantescos de la corteza terrestre, las placas, y otras por el choque entre las mismas. Con la particularidad de que estos procesos ocurren hoy día con velocidades de cm/año. EL RELIEVE SUBMARINO Es necesario mencionar a quienes han hecho contribuciones importantes al conocimiento del relieve submarino para grandes territorios. Además de B. C. Heezen y H. W. Menard, tres oceanólogos ex soviéticos han escrito obras fundamentales sobre el tema: G. Udintsev (el Pacífico), A. Ilin (el Atlántico) y V. Kanaev (el Índico). Para entender el relieve submarino es necesario recordar los dos tipos de corteza terrestre: continental o granítica y oceánica o basáltica (Figura 2). Una parte del continente está cubierta por agua: la zona continental submarina; la porción correspondiente a la corteza oceánica es la zona del lecho oceánico y otra, donde se conjugan ambos tipos de corteza, es la zona transicional del continente al océano. LA ZONA CONTINENTAL SUBMARINA La plataforma continental Desde la costa hacia el interior del océano se extiende una planicie de una suave inclinación, de anchura variable: es la plataforma continental, una extensión del relieve de la tierra firme hacia el océano. Cuando la margen de tierra firme es montañosa (la Sierra Madre del Sur o los Andes), la plataforma continental es estrecha, menor de 15 km y llega a ser incluso de 2 a 5km. La plataforma continental es más ancha frente a las planicies costeras, de 15-30 km, aunque en algunos casos es mayor: al occidente de Yucatán alcanza hasta 180 km y en algunas regiones del planeta, 400 km y más. En cambio, frente a la margen oriental de la misma península, en el Caribe, es de unos dos kilómetros, y el relieve submarino pasa en una corta distancia a una profundidad de 4 000 m (Figura 17). Figura 17. Perfil del relieve submarino del Golfo de México y del Mar Caribe. La plataforma continental es una superficie que en el tiempo geológico y tan sólo en el último millón de años, se ha encontrado en condiciones subaéreas y subacuáticas. Varios científicos calculan que hace 30 000 años el nivel del mar era en promedio 100 m más bajo que el actual. Es una estructura de carácter global, o sea, se extiende en todos los océanos, aunque en algunas regiones está ausente. Su límite hacia el interior es una zona donde cambia la pendiente de unos 30 minutos a 2-4 grados y ocurre a una profundidad promedio de 200 m, aunque algunos autores consideran un valor de 130-140 m. Hay plataformas continentales que alcanzan 400 m de profundidad y las hay también de 40 m. El talud continental Se trata de una ladera también de carácter global que se extiende hasta profundidades de 2 500 a 4 000 m, con una pendiente promedio de 4 a 7°, en ocasiones de 30 grados y más y una anchura de 8 a 260 km (Figura 18). Es la porción mayor del continente cubierta por los océanos. Los rasgos del relieve del talud continental son complejos, lo único que hay en común en esta gran estructura, además de su disposición global, es el declive general de más de 1 000 m. En su superficie se reconocen escarpes (porciones de fuerte inclinación), mesas, montes submarinos (de varios cientos de metros), cañones submarinos, etcétera. Figura 18. Relieve submarino en el golfo de México y Caribe (territorio mexicano). 1-6, tipos de talud continental: 1, planicie de inclinación débil, 2, cortado por numerosos valles submarinos, 3, con lomeríos y cañones; 4, de pendiente muy fuerte (escarpes); 5, de pendiente fuerte; 6, planicies inclinadas y lomas, 7, cañones submarinos, 8, bancos coralinos. Entre los rasgos más interesantes se encuentran los cañones submarinos, semejantes a los valles profundos que cortan las montañas. Nacen en la plataforma continental y muchas veces son una continuación de los cauces de los ríos de la tierra firme. Poseen afluentes pequeños, de unos 1 000 m de longitud y corte vertical de hasta 20 m. Por los fondos de los cañones escurren corrientes esporádicas a manera de ríos submarinos con una alta saturación de sedimentos, son las corrientes de turbiedad. El oceanólogo estadounidense F. Shepard hizo valiosos estudios sobre el origen de los cañones submarinos. Una antigua hipótesis considera que se formaron en la tierra firme, posteriormente cubierta por las aguas marinas. Esto es aceptado para las condiciones de la plataforma continental, pero no para el talud continental: su profundidad es considerable y por lo menos en el tiempo geológico moderno el nivel del mar no se encontraba en niveles tan bajos. Una segunda hipótesis explica que los cañones submarinos corresponden a fallas, o sea, rupturas profundas de la corteza que originan depresiones. Una tercera hipótesis propone a las corrientes de turbiedad como agente formador de los cañones submarinos: el escurrimiento socava, diseca el fondo oceánico. Así como diversos oceanólogos apoyan una hipótesis determinada, otros, como el ruso O. Leontiev, consideran que los cañones submarinos se forman por varios factores, en especial las fallas que constituyen una depresión, socavada gradualmente por las corrientes de turbiedad. Es muy posible que muchos cañones submarinos actuales hayan sido en el pasado subaéreos que seguían la traza de una falla que se prolonga hasta el talud continental, es el caso del río Hudson en Estados Unidos. El pie del continente Al talud continental sigue a profundidad el pie del continente (Figura 19), término equivalente a la traducción que se ha hecho al alemán y ruso de continental rise, reflejando con precisión lo que es esta estructura. Se trata de una superficie de una pendiente de hasta 2.5° en la porción superior, pero se reduce gradualmente hacia su base donde llega a ser de 10 minutos en su unión con la planicie abisal. Generalmente se extiende hasta los 3 500-4 500 m de profundidad. Se origina por acumulación de sedimentos que se depositan en la base del talud continental, removidos de las zonas más altas a las más bajas. Figura 19. Perfil general del océano (k. Bogolepov y V. Chikov, 1976). A, tipo Atlántico, b, Pacífico. 1, plataforma continental, 2, talud continental, 3, pie del continente; 4, planicie abisal; 5, montañas submarinas; 6, dorsal (a, cresta; b, laderas); 7, cuenca del mar marginal, 8, arco insular, 9, trinchera. Las desembocaduras de los cañones submarinos son semejantes a las de los grandes ríos de la tierra firme, que constituyen depósitos de material arenoso en avance gradual hacia el mar; como en el Nilo o el Misisipi. Los ríos que no alcanzan el océano, como los que desembocan en las planicies de zonas áridas, forman depósitos del tipo de abanicos al llegar a una planicie por la que el agua no puede continuar su escurrimiento lineal; el material acarreado en suspensión se deposita expandiéndose. Estas formas son conocidas como conos de eyecciones; son semejantes al delta, sólo que el primero se observa completo en el relieve y el segundo parcialmente, ya que se encuentra en gran parte cubierto por el mar. Existen acumulaciones que cubren la plataforma y talud continentales originando un cono submarino gigantesco. Un ejemplo se encuentra en el golfo de Bengala, cuyo fondo consiste en un cono de depósitos de los ríos Ganges y Bramaputra, extendiéndose desde el litoral hacia el interior más de 1 300 km y hasta los 4 000 m de profundidad. No es un fenómeno aislado, sino en relación estrecha con la cordillera del Himalaya, donde nacen los ríos que lo alimentan. El Amazonas forma en su desembocadura un cono de eyecciones de más de 700 km de longitud con un espesor de sedimentos de 10 km; en él tienen desarrollo dos cañones de hasta 1 000 m de profundidad (ésta se mide a partir del borde de los mismos). Los mapamundi escolares modernos ya presentan la configuración de las montañas y depresiones oceánicas de mayores dimensiones. La toponimia geográfica ya no se limita a los océanos, mares e islas, sino que ya incluye también la rica variedad de los rasgos submarinos. La geografía básica rebasa el campo puramente descriptivo para considerar el origen y dinámica de los grandes accidentes del relieve terrestre. Frente a las costas de California, E.U.A. y del occidente de Baja California, el relieve submarino presenta otras características: una plataforma continental, en general estrecha, en partes ausente, a la que sigue en vez de un talud continental, una topografía montañosa consistente en elevaciones de cientos de metros, mesas, depresiones y laderas de pendiente fuerte. A esta estructura F. Shepard y K. O. Emery la llamaron Borderland. LA ZONA OCÉANO TRANSICIONAL DEL CONTINENTE AL Un conjunto de estructuras con los mayores contrastes altitudinales integra esta zona. Se conoce también como margen activa, ya que constituye franjas limítrofes de los continentes y se caracteriza precisamente por una intensa actividad sobre todo sísmica, y en muchos casos volcánica. Existen dos tipos principales de zona transicional y son los siguientes: El primero consiste en una trinchera marginal al continente. presenta en el sur del Pacifico oriental, frente a las costas México, a partir de Cabo Corrientes y hasta Panamá. Sudamérica, otra trinchera se extiende frente a la cordillera de Andes, paralela a las costas de Perú y Chile (Figura 20). Se de En los Figura 20. El relieve submarino del sur de México. Un segundo tipo de zona transicional es el que presenta tres estructuras: cuenca de mar marginal, arco insular y trinchera. La cuenca de mar marginal Se trata de depresiones amplias, de forma más aproximada al círculo y a la elipse. Alcanzan profundidades de 2 a 5 km y limitan con montañas submarinas que constituyen islas dispuestas en forma de arco (Figura 21). Las encontramos frente a Alaska, en la cuenca del Mar de Bering (3 900 m); sigue al occidente la del mar de Okhotsk (3 374 m), y hacia el sur: del Japón (4 224 m), China oriental (22 717 m), Mar de Banda (5 912 m), Nueva Guinea (2 600 m), Mar de Salomón, Mar del Sur de China (>5 000 m), Mar del Coral (4 842 m). Figura 21. Estructuras de una zona de transición del continente al océano. La cuenca de mar marginal está constituida por una plataforma continental, un talud continental, un pie del continente (en general estrecho) y una planicie abisal. En ocasiones se levantan montañas submarinas sobre su fondo. Arcos insulares y trincheras Los límites de las cuencas de mar marginal son auténticos sistemas montañosos submarinos con cimas de volcanes alineados en forma de arco. Son volcanes jóvenes y, una gran cantidad de ellos, activos en tiempos históricos. Se encuentran, además del Cinturón de Fuego del Pacifico, en el Índico (en la Sonda) y en el Atlántico, en el Caribe y al oriente de la Patagonia. Llaman la atención los grupos de islas de Tonga y Kermadec, al norte de Nueva Zelanda por su carácter rectilíneo, con una longitud aproximada de 2 500 km. Paralelamente se extiende una trinchera (Figura 22). Figura 22. Trincheras principales del mundo. La trinchera es una fosa profunda de hasta 11 km. Longitudinalmente mide cientos y hasta algunos miles de kilómetros. En su fondo tiene un ancho de 5-6 km y en la porción superior de 100-200 km. Frente a las costas del Pacífico del sur de México, Centroamérica y Sudamérica, la plataforma y talud continentales son estrechos; ambos llegan a ser de menos de 20 km de ancho. El talud continental pasa a una pendiente mayor; en general va aumentando de 4 a15 grados, en lo que es la ladera empinada de las trincheras; en el lado opuesto es de menor pendiente y altura. Las trincheras son paralelas a sistemas montañosos: la Sierra Madre del Sur, la Sierra de Chiapas, los Andes, por lo que el desnivel vertical se puede considerar, no con respecto al nivel del mar, sino a las cimas de las montañas. Esto proporciona valores mayores de 9 km frente a las costas de Oaxaca en México y más de 14 km frente a las de Sudamérica. La explicación del porqué existen las trincheras la ha dado y muy racionalmente, la tectónica de placas. Se forman en la zona donde una placa oceánica se hunde por abajo de otra continental, la subdicción que se realiza con una velocidad de algunos centímetros por año. Los movimientos provocan sismos que varían en intensidad según la magnitud del movimiento y la profundidad a que ocurre. Las grandes profundidades de las trincheras se explican por una velocidad de hundimiento mayor que la de depósito de sedimentos en su fondo. Estas regiones de arco insular y trinchera son de una gran actividad, sísmica y volcánica, donde el relieve terrestre se está creando. Se reconocen por lo menos 35 trincheras en el mundo, las principales están en la siguiente lista. Trinchera 1. Marianas 2. Tonga 3. Filipinas 4. Kermadec 5. Izu-Bonin 6. Kuriles 7. Santa Cruz 8. Volcano 9. Buganvilia 10. Amirante 11. Yap 12. Puerto Rico 13. Japón 14. Perú-Chile 15. Sandwich 16. Aleutianas 17. Caimán 18. La Sonda 19. Mesoamericana Océano Pacífico Pacífico Pacífico Pacífico Pacífico Pacífico Pacífico Pacífico Pacífico Índico Pacífico Atlántico Pacífico Pacífico Atlántico Pacífico Atlántico Índico Pacífico Profundidad (m) 11022 10882 10265 10047 9810 9717 9174 9156 9103 9074 8850 8742 8720 8069 8428 7822 7491 7209 6489 Algunas trincheras son de grandes dimensiones longitudinales, rebasan los 2 000 km la Mesoamericana, la de Perú-Chile, la de Tonga (y su extensión a Kermadec), la de la Sonda. Otras, profundas, contrastan con su escasa longitud de algunos cientos de kilómetros, como: Santa Cruz, Volcano, Buganvilia, Amirante y Yap. En el fondo marino del prearco de las Marianas fueron reconocidos, en 1987 en una expedición del Alvin, por Patricia Fryer y otros investigadores, montes de suave inclinación y altura de 1-2 km por 15-30 km de diámetro en su base. Su constitución no era de lava, sino de un lodo blanco. El origen de estas elevaciones se atribuyó al proceso de subducción de una placa oceánica bajo otra continental, pero el proceso en sí, requirió de estudios más amplios. En 1992 la misma autora consideró que dos grandes montes submarinos se habían formado por medios distintos, resultado de ascenso al lecho oceánico de rocas del manto. En un caso podría tratarse de un bloque que fue levantado, algo semejante a un gran diapiro de serpentina. El origen de otro monte se explicó por un ascenso de flujos de lodo de serpentina a través de un conducto. El proceso se explica como un movimiento de bloques a lo largo de fallas, que provoca la trituración de la roca y convierte la peridotita en polvo, mismo que es transportado a la superficie por los fluidos provenientes de la profundidad, aprovechando la misma falla. Resultó así, el descubrimiento de un tipo de volcanes de lodo y montañas submarinas de serpentina. Estas estructuras pueden estar presentes en muchas regiones del océano. La cuenca del Caribe, por su estructura, es seguramente la región más compleja del planeta. Es prácticamente la única región de transición en el Atlántico, a excepción de las islas Georgias del Sur; con las que se asocia la trinchera de Sandwich, al oriente de la Patagonia. En el Caribe se reconoce un arco insular: el de las Antillas; y dos trincheras: Puerto Rico y Caimán. No guardan ningún paralelismo. El relieve de la cuenca del Caribe consiste en varias depresiones y montañas submarinas, que en conjunto constituyen un relieve poco común visto en el plano del Océano Atlántico y el mundo. EL LECHO OCEÁNICO El relieve del fondo oceánico que corresponde esencialmente a la corteza basáltica, representa la mayor parte del mismo, 68.6% del total. Se han diferenciado, al igual que en las dos zonas ya tratadas, tres tipos de estructuras: la planicie abisal, las montañas submarinas y las dorsales (Figura 23). Figura 23. Perfil del océano Atlántico entre Norteamérica y África. Las planicies abisales Las planicies abisales se presentan, en general, a profundidad de 4000 a 6000 m; hacia el lado del continente limitan con la margen continental submarina o con una trinchera. Su extensión no es continua, ya que las delimitan montañas submarinas y las dorsales. Así, resulta desmembrada en varias menores rodeadas por elevaciones, de ahí el nombre más apropiado de cuenca abisal. Hay planicies abisales que son verdaderos planos horizontales o de una inclinación insignificante, de algunos minutos que son más comunes en el Atlántico; otras presentan un relieve de lomeríos, consistente en elevaciones de 200-500 m de altura sobre su base y con montañas aisladas de más de 500 y 1 000 m de altura; son características del Pacífico y del Indico, aunque también las hay en el Atlántico. Otro rasgo de las planicies abisales son las fracturas profundas, más o menos paralelas, que las cortan. Constituyen depresiones profundas, incluso de más de 1 000 m con respecto a la planicie abisal y de decenas de kilómetros de ancho. Para los mexicanos es bien conocida la fractura Clarión, una fosa alargada y profunda, con montañas volcánicas jóvenes en sus márgenes, las islas Revillagigedo: Clarión, Roca Partida, Socorro y San Benedicto. La dorsal del Pacífico oriental está fragmentada por nueve grandes fallas transformantes y numerosas menores que la desmembran en segmentos de 10 a 200 km de longitud. Al norte de la fractura Clarión se presentan paralelamente y en secuencia las fracturas: Molokai, Murray, Pionero y Mendocino; al sur, Clipperton, Galápagos y Markis (Figura 24). Figura 24. Las fracturas mayores del Pacífico oriental Se reconocen numerosas cuencas abisales en los océanos, de muy diversas dimensiones, son 15 en el Pacífico, 18 en el Atlántico y 18 en el Índico. Las planicies abisales son más jóvenes que las superficies de los cratones, ya que en las primeras no se han reconocido rocas más antiguas de los 200 m.a. Representan una superficie considerable de una placa oceánica; están en constante transformación, en unas zonas por actividad volcánica y en otras, hundiéndose en el manto por la subducción. También se ha encontrado que la profundidad de las planicies abisales aumenta con la edad del fondo y con su distancia al eje de las dorsales. Los procesos exógenos que influyen en el fondo oceánico no acaban de estudiarse. Los franceses J. Borusseau y J. Vannez reconocieron en la planicie abisal de la margen de la Antártida corrientes del fondo originadas por la fusión de bloques de hielo en las profundidades, y alcanzan velocidades de hasta 2.5m/seg., aunque la media es de 0.1 m/seg. Realizan un trabajo de erosión y acumulación. Montañas submarinas A este tipo de relieve pertenecen verdaderos sistemas montañosos, semejantes a los de los continentes por sus dimensiones de cientos e incluso de algunos miles de kilómetros de longitud. Las islas Hawai son grandes volcanes que forman parte de un sistema montañoso de más de 2 000 km de longitud orientado al noroeste. En Hawai se encuentran las montañas más altas del planeta, el Mauna Loa y el Mauna Kea que superan la altura del Everest: si medimos desde la base en la planicie abisal, a unos 5 000 m bajo el nivel del mar; hasta la cima en condiciones subaéreas, a 4 170 m la del primer volcán y 4 210 la del segundo, obtenemos un poco más de los nueve kilómetros. Los sistemas montañosos mayores se localizan en el Pacífico y el Índico, en el primero son 17 principales, en el segundo son 15, e igual número en el Atlántico. La actividad volcánica actual no se presenta en todos, en algunos la hay en una región determinada pero no en toda la extensión del sistema montañoso. Son elevaciones distintas de las que constituyen los arcos insulares o las dorsales. En los primeros, la actividad volcánica joven se presenta prácticamente en toda la estructura y es lo que permite a los volcanes submarinos asomar y levantarse por encima del nivel del océano. Además del ejemplo clásico de las islas Hawai para las montañas submarinas, hay otras (Figura 25), como las islas Tuamotu, Eauripik, Bellinghausen, Tahití, Marcus, Wake, Carolinas, Marshall, Gilbert, Ellice, en el Pacifico; las Bermudas y Canarias en el Atlántico; Seychelles, Reunión, Amirante, Gran Comoro, Laquedivas, Maldivas y Kerguelen en el Índico, por citar algunos ejemplos. Figura 25. Los principales sistemas montañosos submarinos del Pacífico. Muchas de estas islas son bien conocidas, en especial las mayores, siempre consideradas en los textos de geografía. Otras, muy pequeñas, se volvieron importantes porque su nombre se extendió al del sistema montañoso a que corresponden, como sucedió con Eauripik, Marshall, Gilbert, etc. Ocurrió lo que en los años posteriores a la segunda Guerra Mundial cuando los estadounidenses realizaron una explosión atómica en la isla Bikini del Pacífico, un atolón de pequeñas dimensiones del sistema montañoso Marshall. La isla apareció entonces en la geografía mundial y dio su nombre incluso a productos comerciales. En la actualidad se explica el origen de estos sistemas montañosos submarinos por una actividad interna de la Tierra, pero concentrada en una zona determinada: el punto caliente. La actividad volcánica migra, se desplaza en una dirección fija. Ahora bien, no es el punto caliente el que se mueve, sino la placa litosférica, a manera de una losa que se desplaza sobre un soplete que arroja fuego concentrado en un punto por abajo de la misma; al moverse la losa, el fuego la habrá afectado en un franja alargada y estrecha. Los geofísicos suponen la existencia de por lo menos 100 puntos calientes en todo el globo, pero el de Hawai es el más enérgico y el mejor conocido. Cada volcán de la cadena de Hawai se extingue aproximadamente un millón de años después de su nacimiento. La placa se mueve sobre el punto caliente de Hawai con una velocidad promedio de 4.5 cm/año. Los puntos calientes pueden ser el inicio de una serie de procesos globales, como la formación de un rift, a lo que seguiría un océano. Por ejemplo, la formación del Atlántico parece haberse iniciado en el extremo sur, donde se unían Sudamérica y Africa, con un rift que fue creciendo al norte. Dicen Vink, Morgan y Vogt en 1985: "Al igual que el modelo de la tectónica de placas, la noción de punto caliente es un concepto sencillo y profundo". Los puntos calientes son expresión de calor proveniente del manto, donde surge una masa ascendente de materia, conocida como pluma. Las islas Hawai son parte de un gran sistema montañoso submarino, que incluye los que llevan los nombres de Emperador, Tuamotu, Line, Austral, Gilbert y Marshall. Jason Morgan propuso, en 1970, que se formaron por el movimiento de la placa del Pacífico sobre tres puntos calientes, mismos que forman zonas elevadas con diámetro promedio de 1 200 km, un porcentaje considerable en conjunto, de la superficie terrestre. Las dorsales Éste es un tercer tipo de sistemas montañosos submarinos, pero muy distinto de los anteriores. Se trata de una estructura global, presente en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico (Figura 11). La primera cartografía detallada de las dorsales se realizó para el Atlántico y fue un elemento fundamental para la elaboración de la nueva teoría de la tectónica global o tectónica de placas. Este gran sistema montañoso se presenta aproximadamente en el centro del océano, con una configuración casi paralela a la de los continentes. En la porción superior del sistema montañoso, en la zona axial, se encuentra una depresión profunda. La dorsal está constituida por rocas volcánicas del tipo del basalto, cubiertas por sedimentos que se depositan en los océanos y poseen mayor espesor en la base de la dorsal que en la cresta. Estos y otros elementos permitieron a varios científicos considerar que la dorsal se forma por una expansión del piso oceánico a partir de una ruptura por la que asciende material magmático y se derrama sobre las laderas. La dorsal como unidad posee una longitud total de más de 60 000 km. En el Atlántico ocupa la porción central del fondo oceánico; se extiende al Índico penetrando hasta el Mar Rojo y con una ramificación pasa al Pacífico, para atravesarlo desde el sur hasta la región mexicana de Cabo Corrientes en el Golfo de California. Este último es el equivalente del valle rift, cuya apertura provoca el alejamiento de la península respecto al continente. En un perfil transversal una dorsal consiste en laderas de suave inclinación. La altura de la cima (cresta) con respecto a la base es de 3-4 km, aunque en localidades son mucho más bajas o más altas, de más de 6 km. A lo ancho presentan 1000- 2000 km. En la zona de la cima el valle rift tiene profundidades de 1-3 km. Naturalmente se trata de zonas activas con sismicidad y volcanismo. A las dorsales corresponden algunas islas como Islandia, zona de un extraordinario volcanismo en tiempos históricos, las Azores, Ascensión, Santa Elena y Martín Vaz, en el Atlántico; para el Pacifico: Pascua y Galápagos (aunque asociadas a otro sistema montañoso) y, Príncipe Eduardo, Amsterdam y Sâo Paolo en el Índico. El fondo oceánico, fundamento de la nueva teoría de las placas litosféricas En 1965 T. Wilson reconoció un nuevo tipo de fallas (fracturas o rupturas en la superficie terrestre con extensión a profundidad), a las que llamó fallas transformantes. Cortan transversalmente a las dorsales, con movimientos laterales en direcciones opuestas y originan en el relieve submarino depresiones profundas. Son del tipo de las del Pacífico ya mencionadas, Clarión y otras. Es notable su expresión en la dorsal del Atlántico, en la fractura Romanche y, en el Índico, en Vema, Diamantina y otras. El estudio del fondo oceánico permitió así, a partir del inicio de la década de los años sesenta, algo más que un conocimiento de la cara oculta de la Tierra. De la cantidad se pasó a la calidad. Se completó el rompecabezas novedoso y resultó que sus piezas no están fijas, sino en movimiento constante. Los manantiales hidrotermales En 1977 se observaron por primera vez manantiales hidrotermales, al descender la pequeña nave Alvin hacia la cresta de la dorsal del Pacífico en las islas Galápagos, frente a la costa de Ecuador. En 1978 se realizó una segunda expedición en territorio mexicano, en la boca del Golfo de California, donde el sumergible Cyana* descendió al piso oceánico con 12 tripulantes, franceses, estadounidenses y mexicanos. En 1979 continuó la exploración con el Alvin, en esa ocasión se pudieron observar con nitidez los manantiales (o ventilas ) hidrotermales en plena actividad de emanación de "fluidos extremadamente calientes, ennegrecidos por precipitados de sulfuros, eran arrojados hacia arriba a través de orificios con aspecto de chimenea de hasta 10 m de altura por 40 cm de anchura", como los describieron K. Macdonald y B.P. Luyendyk en 1984. Este fenómeno endógeno relacionado con actividad volcánica que forma las dorsales pudo ser observado. Uno de los descubrimientos notables asociados con esto fue reconocer que en las localidades de manantiales hidrotermales se formaban colonias de organismos concentrados no por el calor de los fluidos sino por los alimentos que se generan. La vida de los manantiales hidrotermales es muy breve, se calcula de algunos años. La velocidad de acumulación de sedimentos en los fondos oceánicos se mide en mm/1 000 años. Actualmente existe una información abundante al respecto. Las velocidades mayores se presentan en las márgenes continentales y las más débiles en las dorsales. El mapa correspondiente del oceanólogo ex soviético A. Lisitsin (Figura 26) muestra el tema en cuestión. Figura 26. Velocidades de sedimentación en el océano en mm/1 000 años: 1) menor de uno; 2) 1 a 10; 3) 10 a 30; 4) 30 a 100; 5) > 100; 6) no determinadas (esquema de A. P. Lisitsin, 1974, en: Leontiev, 1982). Como complemento se agrega un mapa global, del mismo autor, de espesores de sedimentos (Figura 27). Figura 27. Espesores de sedimentos en el océano. Valores en metros: 1) < 100; 2) 100-300; 3) 300-500; 4) 500-1000; 5) > 1000 (esquema de A. P. Lisitsin, 1974, en: O. Leontiev, 1982). NOTAS * El tema es objeto del libro de J. Francheteau y varios autores más, El nacimiento de publicado en México por Conacyt en 1984. V I I . un océano, L O S P R O C E S O S E X Ó G E N O S AL VIAJAR algunos cientos de kilómetros por carreteras de nuestro país, encontramos cambios bruscos en el paisaje. Hay costas a partir de las cuales se extienden amplias planicies hacia el interior del continente, o bien se levantan, inmediatamente, montañas. El paisaje de las selvas tropicales de Chiapas es muy distinto del de los grandes volcanes del paralelo 19, tres de ellos con nieve permanente; diferentes son las altiplanicies de las regiones áridas del norte de México y los desiertos de Sonora y de Baja California. Los mismos sistemas montañosos mexicanos se distinguen entre sí por el tipo de rocas que los constituyen, por el tiempo en que se formaron y por su relieve. Hay enormes diferencias entre las montañas de la península de Baja California y las de las sierras Madre Oriental, Occidental y del Sur. A algunas personas les viene a la mente, al observar estos paisajes: ¿De dónde salieron?, ¿Cómo se formaron? Por siglos esto tuvo una respuesta simple: la superficie terrestre es tal como la hizo el Creador. A partir del Renacimiento se cuestionan los dogmas establecidos. La construcción de caminos y canales y las obras mineras aportaban una rica información a los naturalistas como Leonardo da Vinci y "Agricola". Observaron las capas de roca, su sobreposición, deformaciones y rupturas, los fósiles que contienen, etc. Todo conducía a que la historia de la Tierra era mucho más compleja que los relatos bíblicos, sucesos que ocurrían en una región aislada del planeta, para cuyos moradores eso era "el mundo entero". La concepción del tiempo y el espacio era en extremo reducida, como lo ha sido para todos los grupos humanos antiguos. Cuando aparecen Adán y Eva el continente americano ya estaba poblado. Aunque los conceptos científicos sobre el relieve terrestre tienen un amplio desarrollo en el siglo XVIII con Buffon, Lomonosov y Hutton, sólo en el siglo XIX se fortalecen lo suficiente para dar vida a la ciencia de la geología, con Lyell en primer lugar. La idea del cambio constante de la superficie terrestre es muy antigua, en apariencia surgió con los filósofos griegos de los siglos VI a IV a.C. Se observa en los ríos que transportan fragmentos de roca desde las montañas al océano. A simple vista los cambios son insignificantes, pero si este proceso dura cientos y miles de años y, si ha existido en el pasado, incluso por millones de años, resulta que hay montañas que han desaparecido y otras que deben de estar en proceso de destrucción total. Pero se ha mencionado en otros temas que la actividad interna de la Tierra se manifiesta en grandes territorios. La destrucción de un sistema montañoso por la erosión, en general, no es ininterrumpida ni irreversible. EL INTEMPERISMO La Tierra está constituida por rocas y minerales. En la superficie o cerca de ella están expuestos a la destrucción. La radiación solar, los cambios de temperatura, el agua, los organismos y otros factores contribuyen a la transformación de las rocas por el proceso del intemperismo o meteorización. El primer término se usa mucho en México y es muy apropiado. Sabemos que lo que está a la intemperie se destruye: la pintura de las fachadas, los monumentos, la superficie de los automóviles, etcétera. Intemperismo significa destrucción de las rocas sin remoción de partículas. Se lleva a cabo por fenómenos físicos, químicos y bioquímicos. Procesos físicos En las regiones frías y húmedas el agua escurre —normalmente por las grietas de la roca— durante el día y se congela por la noche, de lo que resulta un incremento del volumen del agua y la fragmentación de las rocas. Los cambios bruscos de temperatura en las regiones desérticas y la presencia, aunque escasa, del agua, debilitan la superficie rocosa. La evaporación del agua en los poros y en las grietas del subsuelo provoca la precipitación de las sales en solución y su cristalización, lo que contribuye también al desarrollo de la fractura. Las raíces de las plantas rompen las rocas durante su crecimiento, de la misma manera que lo hacen con las banquetas. Procesos químicos Estos son más intensos en las zonas húmedas tropicales que en las áridas. El agua es un agente corrosivo; en presencia de bióxido de carbono y de oxigeno reacciona con los minerales de las rocas. El hierro es afectado por oxidación, las sales y carbonatos por disolución, los silicatos, muy abundantes, por la hidrólisis (ruptura de la estructura molecular del agua por efecto de algunos elementos químicos). Una roca dura y compacta, como un granito, difícil de romper con un martillo, se convierte en un aglomerado de granos de arena que se pueden desprender con la mano. No existe roca que no sea susceptible de ser convertida en polvo en la superficie terrestre por la acción del intemperismo. Cuando sus fragmentos son desplazados ya se trata de otro proceso: la erosión que realizan diversos agentes: hielo, agua superficial y subterránea, viento y oleaje. Finalmente, toda partícula transportada se deposita en algún lugar; es el tercero y último de los procesos exógenos principales: la acumulación. En los últimos 25 años el hombre ha conocido un intemperismo químico en las rocas que constituyen los monumentos centenarios de varios países de Europa, de una intensidad muy superior a la del proceso normal. El agua de lluvia contiene elementos y compuestos químicos que aceleran las reacciones con los minerales de las rocas, con la consecuente destrucción de las obras de arte, palacios y catedrales expuestos a la intemperie. Quinientos, ochocientos años resistieron las construcciones medievales y bastaron los últimos 25 para que la industrialización pusiera en peligro su existencia. Procesos bioquímicos Algunos organismos contribuyen a la destrucción de las rocas. Las raíces de las plantas, al igual que las bacterias que viven en la superficie de las rocas, toman de éstas las sustancias que requieren, provocando reacciones químicas. LA ACCIÓN DE LOS HIELOS Las masas de hielo cubren actualmente cerca de 16.2 millones de kilómetros cuadrados de la superficie terrestre, de los cuales 13.2 pertenecen a la Antártida y 2.1 al polo norte, donde el grosor llega a ser superior a los 2 km. El relieve original queda oculto, aunque en regiones, sobre todo de la Antártida, asoman montañas y sus glaciares se extienden al océano descansando sobre la plataforma continental. El peso de millones de toneladas de los hielos ha provocado el hundimiento de la superficie de tierra firme contigua al océano, de lo que resulta una plataforma continental considerablemente profunda, de incluso 400-500 m bajo el nivel del mar. El resto de los glaciares, propios de las montañas, representan sólo menos del 3% de la superficie helada de la Tierra. El glaciar de montaña, a semejanza de un río, ocupa un cauce definido y se desplaza permanentemente laderas abajo. La capacidad de destrucción de las montañas por los glaciares es enorme. El hielo arrastra en su contacto con la superficie rocosa fragmentos de diversos tamaños, mismos que se encuentran permanentemente en desgaste por el roce y el choque con el fondo. El hielo excava un valle ancho, de incluso cientos de metros y una longitud variable, de menos de un kilómetro a 145 km el mayor: Malaspina en Alaska. La velocidad de destrucción del relieve por los glaciares se ha calculado en 5mm/l00 años en la Antártida, 5 a 20 mm/l00 años en la Tierra de Baffin, en Alaska es en promedio de 90 cm/l00 años. Conforme descienden, los glaciares encuentran temperaturas más altas, hasta una zona donde ya no pueden continuar su escurrimiento: la magnitud del deshielo supera a la congelación. El glaciar marca en su frente un limite de desarrollo al depositar rocas que transporta en el fondo, el interior y en la superficie (Figura 28) formando una cresta transversal llamada morrena frontal. Figura 28. Un valle glaciárico visto en perfil (a) y en plano (b). Tipos de morrenas. L, lateral, C, central, I, interna, F, de fondo o basal; Fr, frontal. Dibujo de Lorenzo Vázquez Selem El movimiento de los glaciares se produce con velocidades diversas. En los Alpes son de 10 a 40 cm/día, en el Cáucaso de hasta 1 m/día; en el Himalaya hay glaciares que se desplazan 4 a 10 m/día y algunos, en la época del año que tienen una masa mayor; hasta 20 m/día. El que los glaciares se muevan a semejanza de los ríos es algo que ya se suponía en 1820. Fue L. Agassiz quien en 1841hizo las primeras observaciones al respecto, colocando varias estacas en un glaciar, donde obtuvo velocidades de menos de 4 m a un poco más de 8 m en un año, variaciones que se deben a un movimiento más rápido en la porción central del río de hielo. Un caso sorprendente sucedió en septiembre de 1991 cuando en un glaciar del Tirol austriaco fue encontrado el cuerpo de un hombre, sepultado en el hielo hace aproximadamente 5 200 años, hecho que ha sido bien aprovechado por científicos de muy diversas disciplinas para conocer más de la vida humana y su entorno en esa época. Al retroceder el frente de un glaciar por cambios climáticos (aumento de la temperatura media anual), queda en el fondo un cúmulo de rocas dispuesto paralelamente a la dirección del hielo, es la morrena basal o de fondo. Además del interés que presentan los glaciares como agentes modeladores de la superficie terrestre, sus depósitos —las morrenas— son indicios de antiguos avances del hielo, de la dirección que siguieron, del límite de su extensión, e incluso de la magnitud de la masa de hielo. Desde principios del siglo XIX varios naturalistas observaban en la región alpina que los depósitos de los frentes son semejantes a otros que se observan en niveles más bajos, muy lejos de los hielos actuales. Fue el suizo H. de Saussure, en 1870, quien estableció que los glaciares depositan un tipo determinado de sedimentos y buscó los mismos en las zonas que actualmente no son afectadas por los hielos permanentes. Su compatriota L. Agassiz encontró los depósitos en la planicie suiza y en Nueva York, de lo que concluyó en 1846 que, en el pasado, buena parte de Europa y Norteamérica estuvieron cubiertas por el hielo. Los alemanes A. Penck y E. Bruckner se dieron a la tarea de estudiar estas acumulaciones rocosas que generalmente se presentan en zonas pequeñas; también, mientras más antiguas son, están peor conservadas. Encontraron que aproximadamente a la misma altitud había un depósito semejante. Llegaron a establecer en 1909, cuatro niveles de antiguas acumulaciones por los glaciares. Esto llevó a la conclusión de que en el pasado los hielos habían tenido etapas de avance y retroceso, cuatro glaciaciones principales en un poco más de un millón de años. Así se definió el periodo Cuaternario. Niveles semejantes de glaciación se reconocieron en Europa central y Norteamérica. Hace unos 100 000-70 000 años se inició un enfriamiento del clima; gradualmente, en pocos miles de años, los hielos cubrieron el Canadá, parte de Escocia e Inglaterra, la península escandinava, el norte de Europa y de Asia y las altas montañas del planeta. Aproximadamente, 18 000 años antes se inició un ascenso gradual de la temperatura, provocando el retroceso de los hielos. Este fenómeno no fue uniforme en toda la Tierra, en unas regiones la retirada de los hielos fue primero que en otras. Un rasgo que llamó la atención de los estudiosos de la naturaleza fueron los bloques rocosos de incluso más de un metro que se presentaban aislados en las planicies europeas; curioso porque en la proximidad no había elevaciones de las cuales se pudieran haber desprendido. El escocés J. Playfair, en el siglo XVIII supuso que estos bloques habían sido transportados en otros tiempos por glaciares; se les conoce como bloques erráticos y "viajan" a manera de polizones en la superficie y en el interior del hielo, al que se agregan al desprenderse de una ladera montañosa, lo que demostraron los suizos I. Venetz y L. Agassiz en 1821. Este ejemplo nos muestra lo importante que es aplicar correctamente el análisis para la explicación de un fenómeno natural. De acuerdo con algunas tendencias modernas, más apegadas a la fantasía que a la ciencia, los bloques erráticos se deberían a la intervención de seres extraterrestres en épocas pasadas. Nada es estable en la superficie de la Tierra, mucho menos los climas. Las oscilaciones de temperaturas se producen en etapas que varían desde las 24 horas a las estaciones anuales, décadas, siglos y milenios. Hoy día, uno de los principales temas de actualidad científica es el posible cambio climático en el transcurso del siglo XXI, debido fundamentalmente a las bruscas transformaciones que está sufriendo la biosfera por la deforestación en gran escala y la contaminación de la atmósfera1 Es posible que esto sea la causa principal de que los glaciares montañosos hayan retrocedido en los últimos 40 años en muchas partes del mundo, aunque los ascensos y descensos del hielo en lapsos breves es algo normal. En los hielos de los polos, grupos de científicos de varios países realizan estudios consistentes en obtener muestras de hielo a profundidad, desde unos metros y hasta más de 2 500 m. Análisis complejos del hielo permiten establecer las condiciones climáticas de otras épocas, incluso corresponden a más de 300 000 años para las porciones más profundas; asimismo, se han interpretado fenómenos volcánicos poderosos del pasado. Se considera como un valor convencional 10 000 años para la terminación de la última glaciación, a partir de la cual se inicia la etapa holocénica. Pero en este breve lapso, insignificante en el periodo Cuaternario, hubo etapas de enfriamiento y calentamiento, humedad y aridez en distintas regiones del planeta. LA ACCIÓN DE LOS RÍOS El agua de deshielo es una fuente de alimentación de los ríos y varios de los principales del planeta tienen su nacimiento en las altas montañas cubiertas de nieve, como el Yukon en Alaska, el Missouri en Norteamérica, el Amazonas en Sudamérica, el Rin y el Danubio en Europa; el Indo, Ganges, Bramaputra, Mecong, Yangtse y Huang en Asia. Los ríos desempeñan un papel fundamental en la remoción de las rocas, las desprenden del lecho por el que escurren; en el transporte de los fragmentos rocosos, estos chocan, se entallan y gradualmente se van reduciendo; de formas irregulares y angulosas se transforman en redondeadas bien pulidas y los bloques de algunos metros de diámetro acaban convertidos en partículas de fracciones de milímetro. Al escurrir en las regiones montañosas predomina la socavación o erosión vertical. En las zonas planas el proceso se invierte, disminuye la disección vertical y aumenta la depositación de los sedimentos. La actividad humana ha estado siempre relacionada con los ríos. Las grandes ciudades actuales y las culturas más antiguas surgieron en las márgenes de ríos importantes. No sólo proporcionan el líquido para las necesidades humanas, sino también generan energía eléctrica, los hay navegables, de muchos cauces fluviales se extrae material útil para la construcción y, de algunos, minerales útiles como oro, platino y diamantes. —placeres bien conocidos por los gambusinos. Con los ríos se relacionan problemas como las inundaciones de ciudades, durante las crecidas extraordinarias, y la construcción de presas, canales y puentes. El proceso de escurrimiento en una dirección fija se observa lo mismo en un canal natural de algunos centímetros de profundidad que en un valle montañoso de algunos cientos de metros, como la Barranca del Cobre en Chihuahua o el Cañón del Sumidero en Chiapas. Distintos son los valles de la margen costera del Golfo de México: Bravo, Pánuco, Papaloapan, Usumacinta. Independientemente de la longitud y volumen de la corriente fluvial, todos pertenecen a la misma familia: el barranco pequeño en crecimiento con escurrimiento de temporada y el valle mayor, sea el Amazonas, el Nilo o el Congo. Los valles mayores han tenido una evolución prolongada favorecida por diversos factores. Son esencialmente del periodo Cuaternario; algunos pueden haber existido antes, pero las condiciones fisiográficas eran muy distintas a las actuales. Cualquier barranco, por pequeño que sea, es en potencia un futuro valle fluvial, pero se transforma en tal sólo aquel que encuentra las condiciones favorables. El río Balsas constituye una cuenca de grandes dimensiones; los límites se obtienen trazando todos los afluentes del mismo (Figura 29), desde su desembocadura en el Pacífico, entre los estados de Guerrero y Michoacán, hasta las regiones más alejadas, en los estados de Oaxaca, Puebla y México. Figura 29. El río Balsas con todos sus afluentes constituye una gran cuenca fluvial. La superficie de la cuenca no es constante por el trabajo de erosión de sus afluentes. Precisamente, los más pequeños crecen con mayor velocidad laderas arriba. Las cabeceras evolucionan por derrumbes en las mismas. La erosión se produce con mayor intensidad en las cuencas jóvenes pequeñas, donde se ha calculado una velocidad de rebajamiento del relieve, en 6.7 a 12.8 mm/año. En cambio, en las grandes cuencas es de 1.5 a 6 mm/año. El ingeniero francés A. Surrel definió en 1841, por primera vez, las tres zonas distintas por las que circulan las aguas torrenciales: cuenca de captación o cabecera, canal de escurrimiento y cono de eyecciones (Figura 30). La primera representa el nacimiento y alimentación de la corriente, la segunda, la zona de excavación, y la tercera, la de acumulación de los sedimentos transportados. Figura 30. a) Un barranco con cabecera, b)canal y c) cono de eyecciones. Dibujo de Lorenzo Vázquez Selem En 1945 el ingeniero estadounidense R. Horton propuso una clasificación numérica de las corrientes fluviales de una cuenca. Años más tarde, un científico de la misma nacionalidad, L. Leopold en 1964 revoluciona los métodos de análisis de las cuencas hidrológicas con la aplicación de las matemáticas. Son muchos los autores modernos que han hecho aportaciones en este campo. Un avance muy grande en el conocimiento de los procesos fluviales fue considerar a las corrientes en conjunto en un sistema. Son cuestiones tan simples como importantes. W. Davis y otros autores clasificaron las redes fluviales por el dibujo general que muestran en un mapa: paralela, rectangular, dendrítica, etc. (Figura 31). Figura 31. Tipos de redes fluviales de acuerdo con su dibujo en plano: a, dendrítica, b, rectangular; c y d, radial; e, anular; f, paralela. La clasificación de R. Horton, posteriormente modificada por A. Strahler, de los órdenes de corrientes es muy sencilla: de primer orden son las que carecen de afluentes, de segundo, las que resultan de la unión de dos del primero, etcétera (Figura 32), pero ha sido un valioso método para el estudio del relieve terrestre en general. Figura 32. Clasificación de corrientes fluviales en órdenes, de acuerdo con A. N. Strahler. Además de estas clasificaciones básicas hay otras. Por sí mismas son intrascendentes, pero fundamentales por lo que se puede interpretar de cada una de ellas. La red fluvial es un elemento que reacciona ante movimientos de levantamiento, hundimiento y fallas geológicas. No solamente el dibujo en el plano y los órdenes de corrientes son elementos útiles, sino muchos otros que son considerados en muy diversos estudios aplicados: construcción de obras de ingeniería, placeres, riesgos por inundación, búsqueda de agua subterránea y otras. En las montañas el agua escurre con fuerte velocidad y gradualmente aumenta su volumen por la alimentación que recibe de los afluentes. Predomina la erosión, la corriente permanente o temporal corta en sentido vertical las capas de roca, formando valles montañosos, conocidos con los nombres de: cañón, cañada, valle en "V", garganta y otros términos. En la Sierra Madre Occidental son notables los cañones profundos de 300 a 1 000 m y más. En una zona los ríos abandonan la Sierra en su camino hacia el mar; encuentran menos obstáculos para escurrir, los cauces se hacen más amplios, conforme disminuye la pendiente aumentan las acumulaciones de detritos; al Océano Pacífico llegan los sedimentos más finos. La posición de las corrientes fluviales en la superficie no es casual. El agua escurre buscando las porciones más débiles del terreno, que muchas veces corresponde a contactos entre unidades rocosas distintas, grietas, fallas. Por esto, el análisis de los valles en su longitud, profundidad, perfiles longitudinal y transversales, son algunos de los elementos iniciales que permiten relacionar el relieve con la estructura geológica. Así, por ejemplo, los valles fluviales presentan una morfología en sección transversal de lo más diverso (Figura 33), en la anchura del fondo (de metros a kilómetros) y del borde superior; de la altura de sus laderas, de la pendiente de las mismas y otros parámetros. Los valles son resultado de un proceso de disección, de corte de una superficie elevada por encima del nivel del mar en el que influyen factores como el clima, el tipo de rocas, la estructura geológica, los movimientos endógenos y otros. Por esto, el análisis de los valles fluviales es el inicio de los estudios que permiten reconstruir la historia de desarrollo de una región determinada. Figura 33. Diversos perfiles de valles fluviales. 1 a 5 son característicos de montañas: 1 y 2, cañon; 3, valle en V; 4, valle en U; 6 a 8, valles de montañas menores y planicies: 6 valle de laderas escalonadas (terrazas); 7 valle en forma de caja; 8 valle somero con terrazas; 9 a 11, valles de planicie. En las planicies de suave inclinación, las crecidas de los ríos durante las lluvias torrenciales pueden alcanzar cientos de metros a lo ancho, lo que no ocurre en las montañas. Al volver al curso normal, el río ha dejado una capa delgada de cieno. Los suelos se enriquecen en la zona de acumulación. Deltas Sigamos el curso de la corriente. Llega al océano y deposita su carga. Si el mar es somero y no hay corrientes que transporten los sedimentos a profundidad, se produce un relleno, al grado que obstruye su cauce, el río busca la salida al mar por otro lado. Surgen los brazos (Figura 34), uno, dos, o una gran cantidad; en conjunto estos son losdeltas presentes en las costas mexicanas del Pacifico (Río Colorado) y del Golfo de México (Bravo). Con los deltas la tierra firme le gana terreno al mar. Figura 34. Esquema de dos deltas: a, del Volga; b, un brazo del Misisipi (O. Leontiev y Richagov, 1979). En algunas regiones se unen los deltas de dos o más ríos, como sucede con las desembocaduras de las corrientes asiáticas Huang y Yangtse, en el Mar de China. Forman una planicie deltaica de 100km en la dirección de la corriente por 300-400km a sus lados. También el Bramaputra, el Ganges y el Mahanadi constituyen una planicie de dimensiones semejantes. El delta del Misisipi tiene 320 km de longitud por 300 de anchura. El crecimiento de los deltas hacia el océano es de una velocidad variable. En el Volga es de 170 m/año, pero por un brusco descenso de las aguas del Caspio, donde desemboca, en la década de los años setenta, el avance fue de hasta 500 m/año. En el Misisipi las velocidades son heterogéneas puesto que es un sistema complejo de varios subdeltas, uno de los cuales se desplaza hasta 75 m/año; el del Po avanza unos 12 m/año: no es mucho, pero la ciudad de Adria que hace 1 800 años era un puerto, ha quedado a 23 km de la costa. Los deltas son grandes formas del relieve, de un ambiente transicional subaéreo-subacuático. Los depósitos en el fondo marino llegan a ser de un gran espesor: en el delta del Misisipi son cercanos a los mil metros. No quiere decir que se haya producido el relleno de una depresión de tal magnitud, sino que en la medida que se depositan los sedimentos se produce un hundimiento, o sea, que hay velocidades semejantes de acumulación y hundimiento. Terrazas fluviales Son muchas las formas del relieve relacionadas con la acción del escurrimiento superficial. Unas de ellas, las terrazas, son escalones que se forman en las márgenes del valle fluvial (Figura 35). Figura 35. Terrazas fluviales. 1, agua; 2, aluvión; 3, lecho rocoso. Las terrazas reflejan que la erosión no ha sido de la misma intensidad en un tiempo determinado. Durante las etapas de mayor erosión el valle profundiza, al pasar a una etapa en que la erosión es débil el valle se ensancha, surge la superficie plana o ligeramente inclinada del escalón; un incremento de la erosión y vuelve a profundizar. El porqué de estos cambios se ha explicado por las oscilaciones climáticas y la actividad tectónica. La primera supone que los cambios del clima que provocan una mayor cantidad de agua en un río conducen a una erosión más rápida; la segunda, que el terreno se levanta por movimientos internos, lo que provoca un aumento de la fuerza de la erosión. Hay autores que consideran que ambas causas pueden formar las terrazas. Son elementos jóvenes del relieve, del Cuaternario. Los ríos de las zonas áridas Hay ríos que no alcanzan el océano. Las condiciones climáticas de las zonas áridas provocan en muchos casos una alta evaporación, lo que frena el escurrimiento. En estos ambientes se presentan arroyos que descienden de las montañas con una fuerza extraordinaria, aunque ocurre unos pocos días en todo un año, o una vez en el transcurso de 10 o 20 años. Las lluvias esporádicas son torrenciales, alimentan los cauces y forman corrientes poderosas que descienden con fuerza y depositan los materiales en acarreo en la base de las montañas. Surge un manto de acumulación paralelo a las cadenas montañosas, a veces de varios kilómetros de ancho. Los arroyos montañosos, dispuestos en forma aproximadamente paralela, forman cada uno un cono de eyecciones y al crecer lateralmente se fusionan originando un manto, una variedad de lo que en geomorfología se conoce como piedemonte; en las zonas áridas del sur de los Estados Unidos se les llama bajada y tienen una amplia representación en el norte de México: en Coahuila, Durango, Chihuahua y otros estados. Los bolsones son cuencas de las zonas áridas. Consisten en planicies rodeadas de montañas, donde se forman lagos temporales. La acción de las corrientes superficiales es considerada el proceso exógeno mas enérgico que modifica la superficie de la Tierra. Como parte de todo un sistema complejo, depende de la actividad interna, de las condiciones fisiográficas y geológicas y de las oscilaciones climáticas. LA DISOLUCIÓN DE LAS ROCAS Aristóteles, en el siglo IV a.C., suponía que la Tierra en su interior presenta canales u oquedades intercomunicadas, por los cuales debía circular el viento y vapor de agua, su movimiento provocaba los sismos. Grecia y sus países vecinos son una región de alta sismicidad, con volcanes, costas marinas, montañas y cavernas. Un relieve variado y procesos dinámicos que observaron los antiguos naturalistas para establecer las bases de la ciencia antigua. Naturalmente, las cavernas no se extienden hacia el centro de la Tierra, ni tampoco tienen relación con los terremotos. Pasarían dos milenios para que los principios de la ciencia aristotélica, fundamental en Europa durante la Edad Media, empezaran a ser modificados o desechados. El proceso de formación de cavernas es de especial interés en México, ya que en nuestro territorio se encuentran varios miles de éstas, en gran parte no exploradas. Se produce en las rocas compuestas de sal, yeso (sulfato de calcio hidratado) y carbonatos de calcio y de magnesio, principalmente; el agua reacciona con estos minerales y los transforma como a un terrón de azúcar en un vaso de agua, guardando las proporciones debidas a tiempo. En las rocas calizas donde predomina el carbonato de calcio (CaCO3), la disolución es mas lenta que en sales o yesos y se produce en las fisuras naturales de las rocas por infiltración del agua en presencia de bioxido de carbono (CO2): La reacción entre el ácido carbónico y el carbonato de calcio provoca la disolución de este: Las rocas calizas cubren grandes territorios de la superficie terrestre. México no es la excepción, constituyen en gran parte a la Sierra Madre Oriental, porciones de la Sierra Madre del Sur, muchas montañas del altiplano, algunas localidades de la península de Baja California, una gran parte de la Sierra de Chiapas, de la planicie costera del Golfo de México y la península de Yucatán. La disolución que se produce en las fisuras de las rocas calizas da lugar a numerosas formas en la superficie terrestre: colinas cónicas, rocas angulosas a manera de bloques aislados de algunos 10-15 m de altura (Figura 36). Al infiltrarse el agua al subsuelo por una grieta, ésta se va ampliando y en la superficie se presenta un hoyo circular del tamaño de una moneda. De milímetros puede crecer a centímetros, a unos metros y a cientos y algunos miles de metros de diámetro. El pequeño pozo puede convertirse con el tiempo en una dolina (depresión vertical de forma circular en la superficie). Pero lo normal es que las dolinas se manifiestan en conjuntos y llegan a unirse formando una depresión amplia. Figura 36. Lapiaz (rocas calizas modeladas por disolución) Los paisajes resultantes de la disolución de rocas calizas poseen rasgos que no pueden confundirse con los originados por otros procesos. A pesar de que están dispuestos en todos los continentes, empezaron a estudiarse por el austriaco I. Cvijic y el francés E. Martel a partir de 1880 en la Mesa de Karst del noroccidente de Yugoslavia, cerca de la frontera con Italia y Austria. El término karst —carso en italiano y también usado en lengua española— se hizo extenso para todos los paisajes semejantes de la Tierra y, los nombres originales de las formas particulares que constituyen la Mesa de Karst ,se convirtieron en universales; algo semejante a lo que ocurrió con los nombres de las regiones francesas de Cognac y Champagne, aunque con otro sentido. Las formas kársticas o cársicas del subsuelo son espectaculares. Su conocimiento está al alcance de cualquier persona en cavernas adaptadas para el turismo, como las de Cacahuamilpa en Gro., las de García en Monterrey, N.L. y otras más en la República Mexicana. En nuestro territorio hay miles de cavidades subterráneas,2 la gran mayoría no son accesibles para un paseo, sino que requiere del dominio de técnicas deportivas para su exploración, uso de equipo complicado y costoso y, en ocasiones, del buceo. En las regiones montañosas se desarrollan mejor las formas que crecen en sentido vertical descendente. En las mesas de caliza de las porciones elevadas se inicia la infiltración del agua a través de las grietas. El espesor de las capas de roca caliza determina la profundidad de las cavernas de desarrollo vertical, conocidas en México como sótanos, sumideros, simas (Figura 37). Las que alcanzan unas decenas de metros ya son profundas, pero las hay de cientos de metros y, hasta ahora, unas cuantas conocidas que rebasan los mil metros de profundidad, una de ellas mexicana en el estado de Oaxaca, en Huautla. Figura 37. Esquema de una caverna de desarrollo vertical (C. Lazcano, 1986), en la Sierra Gorda del estado de Querétaro. Las cavernas horizontales, las más conocidas por su accesibilidad, representan el cauce de un río subterráneo, aunque en muchos casos el agua ha descendido a otro nivel y, en la temporada de lluvias, inunda el piso de la caverna que se encuentra por encima. En México, el karst tiene expresión a través de numerosas formas del subsuelo que se manifiestan en la superficie como oquedades circulares, por lo menos en los estados siguientes: Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Querétaro e Hidalgo, además de la península de Yucatán, donde el karst es distinto por tratarse de una planicie de plataforma, a diferencia del resto que es de condiciones montañosas. El karst de Yucatán consiste principalmente en dolinas, conocidas en la región como cenotes. Son cientos las que cortan la capa superior de roca caliza y terminan a unos metros de profundidad (llegan a ser de algunas decenas) donde se encuentra el nivel de las aguas subterráneas. El conocimiento de estos fenómenos es importante, se trata de circulación del agua del subsuelo aprovechable, en muchas ocasiones, para satisfacer necesidades de poblaciones cercanas. Por otro lado, en zonas kársticas se empezaron a construir grandes presas en la segunda mitad de nuestro siglo, cuando se desarrollaron técnicas para sellar las fracturas principales por las que el agua se infiltra. Así se evita el escape del agua que se puede almacenar y se utiliza para generar energía eléctrica. Es el caso de las grandes construcciones en el estado de Chiapas a partir de los años sesenta. Hay otros problemas derivados de las formas subterráneas con crecimiento lateral en su porción superior, lo que puede provocar hundimientos por asentamiento o derrumbe. Por ejemplo, la población de Zongolica, Ver., que se encuentra sobre una oquedad kárstica, con el consecuente peligro; en 1986 se produjeron avances de las cavidades que pusieron de manifiesto el problema. El paisaje kárstico ha sido poco estudiado en México y requiere más atención por la utilización que se puede hacer del mismo para obtener agua, adecuar cavernas para el desarrollo turístico, etc. Al vecino país de Cuba, este tipo de estudios lo sitúa como el más avanzado de América Latina. Numerosos especialistas cubanos realizan investigaciones sobre el tema y han establecido una velocidad de erosión por disolución de la caliza de 139 mm/1 000 años. Como datos de comparación, en Francia, en otras condiciones climáticas, la erosión se produce con una velocidad de 120-170 mm/1 000 años; en el Cáucaso varía de 75 a 145 mm/1 000 años. Para los isleños es un tema de importancia primordial, ya que en Cuba el karst representa más de la mitad de su territorio y, al igual que en la península de Yucatán, el agua se obtiene del subsuelo. La formación de una caverna se produce en decenas y cientos de miles de años. Las actuales son esencialmente del periodo Cuaternario. El relieve subterráneo empieza a ser conocido por el hombre. Constantemente se publican en revistas especializadas los planos de cavernas recién exploradas. En junio de 1987 la relación de las cavernas más profundas y extensas la proporcionó el espeleólogo francés Claude Chabert. Es la siguiente: PRINCIPALES CAVERNAS DEL MUNDO. LOS PROCESOS DE REMOCIÓN EN MASA Las superficies de la Tierra que poseen una inclinación que favorece la remoción de partículas son las laderas. Algunos autores incluyen en esta definición hasta las de poca pendiente, de 2 a 5 grados. El 80% de la tierra firme consiste en laderas y sólo un 20% son planicies de menos de 2° de inclinación, según los geógrafos O. Leontiev y G. Richagov. Las laderas han sido formadas esencialmente por procesos de origen interno: la creación de montañas (orogenia), los movimientos verticales de levantamiento y hundimiento, la actividad volcánica y otros. Las laderas se encuentran en una intensa dinámica, por lo que las originales, conservadas tal y como fueron creadas por la actividad interna, son escasas y se limitan a los relieves volcánicos muy jóvenes y algunas zonas en las que se están produciendo levantamientos. La acumulación tiene un papel secundario en su formación; la erosión se encarga de transformarlas y destruirlas. Éste es precisamente el punto a tratar, excluyendo aquellos procesos que ya han sido mencionados, como la acción de los ríos, los hielos y el agua subterránea. Hay un grupo de "procesos característicos de las laderas", llevan este nombre y se les conoce también como gravitacionales o de remoción en masa. A diferencia de la acción que ejercen las corrientes fluviales y los hielos que siguen una dirección lineal con curso definido, son de movimientos longitudinales reducidos. Son varios los factores que condicionan estos procesos: presencia de agua en la superficie y el subsuelo, pendiente del terreno, tipos de rocas, estructuras de las mismas (deformaciones y rupturas), permeabilidad y otros más. En función de los factores que se conjugan resultan movimientos de diversas velocidades, lo que ha permitido clasificarlos en rápidos y lentos. Movimientos rápidos Los derrumbes son desplomes violentos de masas rocosas de decenas a millones de toneladas que se producen en superficies de fuerte inclinación. Son más frecuentes en las montañas jóvenes, donde este proceso es una parte importante de la erosión. En su origen influye la estructura geológica, el agua y, en muchas ocasiones, los sismos. Una vez que se precipita la masa de tierra y rocas, puede convertirse en una corriente de lodo. Los aludes son masas de nieve y material rocoso que se deslizan por una ladera empinada. Son comunes en las épocas de mayor acumulación de nieve. La caída de rocas consiste en su desprendimiento de una ladera empinada y su precipitación por efecto de la gravedad. A diferencia del derrumbe, es de volumen menor pero más frecuente. Se la conoce también como deslaves y se puede observar como algo normal a lo largo de las carreteras que atraviesan montañas durante las lluvias intensas o prolongadas. Las corrientes de lodo, a diferencia de las fluviales, presentan una alta saturación de material sólido, además, son esporádicas. Se producen por un exceso de agua debido a un derretimiento brusco de la nieve, o por lluvias de excepcional intensidad o duración. Movimientos lentos Los deslizamientos pueden ser masas de suelo, o rocas que resbalan lentamente sobre un plano lubricado por las aguas del subsuelo. En algunos casos son movimientos de un solo bloque que resbala sobre otro; también los hay complejos, donde la masa en movimiento se desmembra en dos o más bloques (Figura 38). Si éstos llegan al borde de una pared, pueden transformarse en derrumbe y continuar como corriente de lodo. La solifluxión consiste en una capa de suelo de menos de 1 m de grosor, de material fino, sobresaturada de agua: se desplaza con velocidades promedio de 3 a 10 m por año. Se presenta incluso en pendientes débiles, de 3 a 4 grados. Figura 38. Tipos de procesos de remoción en masa (O. Leontiev y G. Richagov, 1979, y otros autores). a) reptación; la capa superior —en negro— es la porción superior del suelo, misma que se apoya en los sedimentos en remoción, b) terrazas de solifluxión; c) deslave (caída de rocas); d) deslizamiento simple: 1, perfil anterior de la ladera; 2, bloque fijo; 3, Bloque en movimiento; 4, plano de fricción; 5, terraza de deslizamiento; 6, escarpe; 7, base del bloque en movimiento; 8, manantial. e) deslizamiento rotacional de bloques; f) derrumbe. La reptación es el movimiento más lento de partículas en una ladera, en el subsuelo, a poca profundidad, menor de un metro. La contracción y dilatación de los minerales por cambios de temperatura, así como la alternancia de estados húmedos y seco, favorecen un desplazamiento de los fragmentos más pequeños, laderas abajo, con velocidad de 2 a 10 mm/año. Estos son los procesos de laderas más importantes, sobre todo por la relación que tienen con la actividad del hombre. Frecuentemente afectan vías de comunicación, sobre todo carreteras en zonas montañosas; poblaciones y, presas que han sido de graves consecuencias, pues al ocuparse violentamente por una masa de rocas, se provoca la ruptura de la misma. En una margen de la población de Metztitlán, Hgo., se inició, a fines de 1991, un deslizamiento de tierras de tipo complejo que dio lugar a varios bloques escalonados (Figura 39). En el transcurso de 1992 surgieron grietas y escarpes que crecieron con mayor velocidad durante las lluvias; las primeras ensancharon hasta 6 mm /día, mientras que los segundos crecieron en sentido vertical en las etapas más activas, 6 cm/día. Figura 39. Casa afectada por el deslizamiento de tierras en Metztitlán, Hgo. La fotografía de abajo se tomó nueve meses después de la primera. Los daños mayores que causan los procesos gravitacionales ocurren cuando se combinan dos o más tipos de los antes mencionados, o lo hacen con otros como erupciones volcánicas, sismos, corrientes fluviales y glaciares, principalmente. Veamos algunos casos. En noviembre de 1962 en la montaña Huascarán (6 700 m) del Perú se desprendió de la porción superior un gran bloque de nieve y hielo de algunos millones de metros cúbicos. Cayó verticalmente unos 1 000 m y del impacto se formó una nube densa que inició un movimiento laderas abajo arrastrando fragmentos de roca de diversos tamaños. Se convirtió en poderosa corriente de lodo que avanzó hacia la población de Ranrahirca, a una distancia vertical de la cima del Huascarán de 4 000 m y longitudinal de 20 km. Antes de alcanzar la población, el flujo de lodo y rocas se detuvo, formó brevemente un lago en crecimiento que finalmente reventó y avanzó sobre la población con una velocidad de 170 km/h. Se calculó su masa en 13 millones de metros cúbicos, que cubrió Ranrahirca y causó la muerte a unas 4 000 personas. Esta tragedia, en mayores dimensiones, se repetiría en 1970, provocada por un terremoto (Figura 40). Figura 40. Fotografías aéreas de Ranrahirca y Yungay, Perú, antes y después del terremoto de 1970. Cortesía de J. Tricart y A. Gobert. En el valle Vaiont del norte de Italia en 1963 se produjo un deslizamiento lento de rocas que ocupaban una superficie de 2 000 por 1 600 m, con un espesor de más de 150 m. Seis meses antes de que culminara en un derrumbe, se habían registrado velocidades de deslizamiento de unos 4 cm/mes; debe haber sido menor al inicio y fue aumentando gradualmente. Tres semanas antes alcanzó 1 cm/día y la última semana, 20-40 cm/día. Rocas arcillosas se deslizaban sobre calizas. La inclinación de las capas era la misma que la de la pendiente del terreno. Además, en la caliza había desarrollo de formas kársticas, lo que significaba buena circulación del agua subterránea. Lluvias prolongadas favorecieron el movimiento de la masa de roca y de un deslizamiento pasó a un derrumbe que rellenó un presa de 266 m de profundidad. En un minuto, el agua contenida retrocedió cauce arriba 2 km, y a 2.5 km abajo de la presa murieron más de 2500 personas al precipitarse una corriente de lodo sobre la ciudad de Lagarone. En México se vio algo semejante en 1976 cuando lluvias extraordinarias provocaron el lleno y ruptura de una presa en una ladera, kilómetros arriba de la ciudad de La Paz, B.C.S. Ésta se encuentra en la base de un gigantesco cono de eyecciones. La ruptura formó una corriente de lodo que se precipitó sobre la ciudad. Los depósitos mayores se produjeron en las partes más altas y fueron menores cerca del mar. Murieron más de 200 personas. Se puede apreciar que este tipo de fenómenos son peligrosos y aparentemente se encuentran en aumento. Sucede que los asentamientos humanos crecen frecuentemente hacia zonas desfavorables, lo que aumenta la posibilidad de daños y, además, la actividad humana también induce estos fenómenos. Los accidentes de graves consecuencias han sido casos aislados. Otra cuestión es la conciencia que tiene el hombre sobre los riesgos naturales por sismos, volcanes, aludes, tsunamis, etc. y es que las comunicaciones ya no son las mismas de hace 30 años. Cuando escurre lava de los volcanes Kilauea de Hawai o del Pacaya de Guatemala, o cuando se produce una tragedia como la de Armero en Colombia, las escenas son vistas en todo el mundo a través de la televisión, mostradas por lo general con un carácter sensacionalista. LOS PROCESOS LITORALES Las zonas de unión entre la tierra firme y el mar son de una gran actividad y el límite entre ambas es la línea de costa que en realidad es una franja de decenas de metros a algunos kilómetros de anchura, definida por la posición que tiene el mar en el litoral en el transcurso de 24 horas. En lapsos más prolongados, años, decenas de años, siglos y milenios, se aprecian cambios en la posición de la línea de costa. Son varios los factores que influyen sobre esta dinámica: 1) La acción del oleaje, las mareas y corrientes litorales que contribuyen a la destrucción de las rocas de la costa o a la depositación de los sedimentos que transportan; 2) Descensos o ascensos del nivel del mar por un mayor o menor aporte de agua por los ríos de la tierra firme; 3) Ascensos o descensos del terreno, de origen interno. Estos fenómenos pueden presentarse aislados o en combinación. Prácticamente, todas las costas del planeta se están desplazando hacia el mar o la tierra firme. También hay costas neutrales en aparente estabilidad. El agente principal encargado de erosionar las riberas de la tierra firme es el oleaje que por una acción mecánica y química destruye gradualmente las paredes rocosas al socavar las bases formando nichos y cuevas. Posteriormente se producen deslaves y derrumbes al perder apoyo las laderas empinadas. Este fenómeno puede ser observado en el sur de México (Figura 41), desde Bahía de Banderas hasta el Golfo de Tehuantepec, donde predominan las costas llamadas abrasivas (o de erosión marina). Es el mecanismo de formación de playas, mismas que son escasas en esta franja de cientos de kilómetros, lo que puede tener explicación en la actividad tectónica que se manifiesta en una alta sismicidad que puede estar dando lugar a un ascenso de la tierra firme de mayor intensidad que la erosión marina. Figura 41. Costa abrasiva en Jalisco. El caso contrario es el de las costas acumulativas, cuyo relieve se constituye por los depósitos de material acarreado del mar a la tierra firme, comunes en la margen del Golfo de México. Algunas velocidades promedio que se han establecido para el retroceso de cantiles costeros por erosión marina son de 4 a 6 mm/año entre los valores mas bajos; 6-7 a 20 cm/año como valores intermedios y hasta 30 cm/año entre los más elevados. Varían según las regiones en que se producen, debido a varios factores: tipo de rocas que constituyen el cantil, la resistencia que presentan al intemperismo y a la erosión, el grado de alteración de la roca y la fractura de la misma. La geomorfología de costas es la disciplina que se encarga del estudio de la zona de contacto del océano con la tierra firme. Uno de sus principales objetivos consiste en establecer el tipo de procesos que dominan. No es difícil si hablamos de erosión y acumulación, es algo que se aprecia a simple vista, aunque se deben evaluar sus velocidades. Es necesario, además, realizar estudios para determinar si hay o no una tendencia al cambio del nivel del mar en la región dada. El estudio de la dinámica del mar en las costas es mucho más complejo que el de los ríos o de los glaciares. En los litorales la remoción no es en un solo sentido. Los granos de roca son transportados hacia la playa y devueltos otra vez. La dinámica del agua es de dirección, extensión y velocidad diversas. Las olas después de romper forman corrientes, en unos casos en el fondo, en dirección opuesta a la línea de costa; en otros, paralelas a la misma y en terceros, con movimientos complejos (Figura 42). Figura 42. Tipos de corrientes litorales. Las flechas gruesas señalan la dirección de las olas, las finas, las corrientes litorales (O.Leontiev y G. Richagov, 1979) Los procesos de acumulación originan grandes formas del relieve de las costas. Las barras constituidas de arena son paralelas a la costa y sobresalen por encima del nivel del mar. En el Golfo de México se disponen a lo largo de algunos miles de kilómetros, aunque no en forma continua. Separan parcial o totalmente cuerpos de mar, como las lagunas Madre, Tamiahua, Del Carmen y de Términos, dispuestas desde las costas de Tamaulipas hasta las de Campeche. Formas semejantes a las barras, pero con otra posición con respecto a la costa, son las flechas, mismas que crecen de la costa hacia el océano, y los tómbolos, que unen la costa con una isla. Existen numerosas clasificaciones de las costas, realizadas en función de forma, origen y dinámica actual. Los tipos de costas más comunes, de aceptación universal, se mencionan en seguida. Los fiordos son desembocaduras de glaciares montañosos en el océano, característicos de algunas costas de Noruega y Canadá. El término sueco skär se refiere a una planicie costera con glaciares y formas afines. Se reconocen en Escandinavia y otras regiones. La ría es la desembocadura de un río de valle montañoso en el océano. Las costas de planicie fluvial son bahías de desembocaduras de ríos al mar en terrenos nivelados. La costa tipo dálmata es aquella en la que paralelamente a la misma se disponen islas y penínsulas alargadas. Son conjuntos de montañas menores alineadas en una dirección determinada en la que actúa la erosión. El caso representativo es Dalmacia en el mar Adriático. Las costas tectónicas pueden seguir una dirección paralela a una falla. Por ejemplo, la costa entre Jalisco y Oaxaca es paralela a la trinchera Mesoamericana, la que define su alineación. Otro caso es el de la costa cortada por fallas transversales que provocan hundimientos con formación de bahías. Existen también las costas tipo Aral en las que la planicie costera es un desierto; las costas volcánicas, donde el relieve —cabos, bahías, etc— es determinado por erupciones jóvenes: hay un ejemplo muy bueno en México, en San Blas, Nayarit. Las terrazas marinas Las oscilaciones del nivel del mar en el Cuaternario se reconocen por antiguas líneas de costas en tierra firme y por formas de origen subaéreo, actualmente cubiertas por el mar. Las terrazas marinas, semejantes a las fluviales, son escalones: una superficie plana ligeramente inclinada hacia el mar, limitada por un escarpe que expresa un descenso brusco del nivel del mar o un ascenso de la tierra firme en una época determinada. El cuadro puede complicarse por la presencia de terrazas en condiciones submarinas y subaéreas. En México son notables las terrazas marinas en la península de Baja California, región que en el Cuaternario ha sido sensible a los cambios climáticos y a la actividad tectónica. Se han reconocido series de 4 a 6 terrazas, con diferencias verticales máximas respecto a la costa de más de 350 m. Las costas marinas constituyen un gran sistema global, de ahí la importancia que tiene su conocimiento no sólo en un país, sino en el mundo. Esto incluye las terrazas marinas, testigos de las oscilaciones del nivel del mar en el Cuaternario. Los estudios de las costas son útiles Nuestro país requiere de estudios a lo largo de sus 10 000 km de litorales porque sólo a partir de su conocimiento se puede recomendar su aprovechamiento: puertos, turismo, pesca, industria, etc. En los países avanzados se invierten muchos recursos para este tipo de investigaciones y los resultados han sido muy positivos. Con los procesos costeros se cierra un ciclo de evolución del relieve terrestre por la actividad externa. Se inicia en las altas montañas cubiertas de nieve y con ríos de hielo —los glaciares—. Continúa con las corrientes fluviales que llegan al mar, a veces atravesando desiertos, como el Nilo, o regiones kársticas en las que el flujo es esencialmente subterráneo. Termina el ciclo en los litorales y en el fondo oceánico. Cada proceso es individual, pero inseparable del sistema que forma parte. No sólo existe la relación glaciar-río-oleaje, sino también los procesos creadores del relieve: la actividad tectónica y volcánica que controlan en su intensidad a los exógenos. LA ACCIÓN DEL VIENTO Los desiertos El paisaje desértico se encuentra ampliamente dispuesto en los continentes, en especial en las latitudes de 10 a 35 grados, ocupando un tercio de los mismos, aunque sólo el 4% corresponde a los verdaderos desiertos y el resto a zonas áridas y semiáridas. Son características de los desiertos las precipitaciones escasas de lluvia, menores de 100 mm anuales y una evaporación que supera a la infiltración. Como consecuencia de lo anterior, la vegetación es escasa o está totalmente ausente. La roca desnuda es alterada por el intemperismo. Los desiertos se encuentran en los cratones antiguos de Africa y Australia y en las regiones tectónicas activas de unión de placas litosféricas, en California, Chile y el Asia central. Todos los desiertos son jóvenes. En el último millón de años ha habido cambios dimáticos sustanciales, algunos fueron paisajes tropicales, en otros se han alternado las condiciones áridas con las húmedas. Las lluvias, aunque escasas, son normalmente torrenciales y encuentran una gran cantidad de material suelto que arrastran hacia la base de las montañas. El relieve de los desiertos es normalmente de planicie y montañas angostas y alargadas. La erosión es más intensa en las laderas, mismas que retroceden y se forma, simultáneamente, un manto de acumulación, el piedemonte o bajada (Fig. 43). Figura 43. Perfil del relieve en una región árida del norte de México: 1) planicie de origen lacustre; 2) piedemonte (formado por acumulaciones en las desembocaduras de los arroyos); 3) zona de depósitos por derrumbes y caída de rocas; 4) escarpe ( se desplaza reduciendo el volumen de las montañas); 5) laderas; 6) zona divisoria de aguas. Las montañas pueden ser erosionadas hasta convertirse en residuos, a manera de columnas, rocas encimadas, hongos, puentes naturales colinas, etc. Paisajes que llenan con fotografías de colores las páginas de libros relacionados con la Tierra. El origen de estas formas caprichosas se debe principalmente a un intemperismo diferencial. Esto quiere decir que actúa con mayor intensidad en determinadas porciones: en las grietas y en las rocas menos resistentes, de lo que resultan perfiles irregulares en una pared vertical o inclinada, con salientes y oquedades. Así como en los desiertos hay un conjunto de formas del relieve debidas al intemperismo y a la erosión, también se presenta, aunque no siempre, la zona de acumulación. El viento es el agente principal que remueve las partículas finas, las transporta y las deposita. Se originan barjanes (para algunos autores es sinónimo de duna): montículos asimétricos de alturas de algunos centímetros y hasta 40 m en casos extraordinarios. Por la superficie de suave inclinación el viento remueve la arena, al llegar a la porción superior se precipita por gravedad, constituyendo una ladera empinada. Los barjanes se disponen en conjuntos alineados (Figura 44), a veces en filas paralelas de hasta 10-20 km de largo y poseen velocidades de movimiento variables en el curso del año, normalmente son de 10 a 32 metros por año. Figura 44. Vista de un desierto de arena (Samalayuca, Chih.) Semejantes a los barjanes son las dunas de las costas, formadas por la presencia de arena en la playa y fuertes vientos que soplan del mar al continente. Representan riesgos porque invaden cultivos, carreteras e incluso casas habitación. Cuando se contiene el avance de las dunas, surge la vegetación que las fija y frena su desarrollo. Son comunes en las costas del Golfo de México, en el norte de nuestro país; también en la península de Baja California y el Istmo de Tehuantepec. El puerto de Tampico esta construido en parte sobre dunas. Las planicies de los desiertos no son solamente arenosas, las hay de fragmentos rocosos gruesos, de suelo arcilloso duro y con lagos salinos. Los desiertos de condiciones más áridas (Fig. 45) se disponen en el norte de Africa, la península arábiga, Sudáfrica, el Asia central (Takla-Makán), Norteamérica (Altar en Sonora) y Sudamérica (Atacama). El resto son considerados por diversos autores como zonas áridas, porque, aunque escasa, el agua de lluvia se presenta en mayor cantidad y, consecuentemente, también la vida vegetal y animal. Figura 45. 1) Desiertos y 2) zonas áridas del mundo. Con los desiertos se relaciona el aprovechamiento de la energía solar y eólica. Un problema es que se trata de regiones en crecimiento. Muchos especialistas consideran que esto se debe no tanto a un régimen natural, sino a la influencia del hombre que al alterar el equilibrio por el uso indebido del suelo, provoca su erosión. LA INFLUENCIA DEL HOMBRE Las modificaciones a la superficie de la Tierra por influencia del hombre se inician desde que éste existe. Primero utilizó los elementos naturales: las cuevas como morada, el agua de los ríos, lagos y manantiales para satisfacer sus necesidades. Con el tiempo transformaría la naturaleza en su beneficio y, en la época moderna, con la ayuda de una tecnología complicada. Las ciudades son modificaciones al relieve original y en los últimos años esto adquiere importancia porque crecen en todo el mundo. Surgieron donde había condiciones favorables, el agua en primer lugar. Pero, con su desarrollo, muchas veces el líquido llegó a ser insuficiente y fue necesario llevarlo de otro lugar a través de canales y acueductos, o construir presas para almacenarlo. Con estas obras se realiza una alteración del ambiente, se rompe un equilibrio y se modifican los procesos de la erosión y de la acumulación. Un ejemplo notable en el mundo es la ciudad de México. Los aztecas, rechazados por las tribus asentadas en las riberas del lago, se establecieron en los islotes del interior e iniciaron la transformación del relieve con el relleno artificial para la construcción de calzadas y avance sobre el lago, proceso en que supieron convivir con la naturaleza y resistir a las inundaciones que provocaban las crecidas. A la destrucción de Tenochtitlán por los conquistadores españoles siguió la fundación de la nueva capital. Las condiciones eran desfavorables para construir la ciudad en superficies sujetas a inundación. La decisión fue política, era una forma de demostrar el triunfo de una cultura sobre otra. Desde entonces se inició una rápida transformación del relieve. La ciudad avanzó sobre los lagos, se construyeron obras para expulsar las aguas de éstos hacia los ríos de la vertiente del Golfo de México. Primero fue el túnel y tajo de Nochistongo (1608 y 1789), a los que siguieron los túneles de Tequixquiac (1900 y 1954). La última gran obra es el drenaje profundo. La ciudad rebasó la superficie lacustre, creció hacia las laderas inferiores del piedemonte y posteriormente a las superiores, invadió los terrenos de lavas recientes, cerros enteros y barrancos. A principios de siglo empezaron a hacerse notables los hundimientos de la ciudad de México que llegaron a alcanzar velocidades de 30 cm/año. Nabor Carrillo reconoció en 1948 que el hundimiento se debe a la extracción de agua del subsuelo, lo que provoca disminución del volumen de las rocas arcillosas por compactación. Actualmente, los procesos naturales que encontraron los conquistadores españoles en Tenochtitlán fueron ya transformados totalmente. De los grandes lagos sólo quedan residuos, los arroyos montañosos fueron canalizados al drenaje profundo, las riberas fértiles están ocupadas por la gran ciudad. Modificaciones al relieve se producen por la construcción de minas a cielo abierto, canteras y construcciones diversas. Las presas alteran el régimen natural de los rios, la erosión se transforma en acumulación. Hay también datos suficientes para sostener que las grandes presas han incrementado la sismicidad en la zona donde se construyeron; en la mayoría los casos han sido sismos de foco poco profundo y epicentro a unos kilómetros de distancia de la presa. Actualmente, el hombre es el agente más importante que influye en la transformación del relieve. Ni el nacimiento del Xictli hace unos 2 000 años alteró el sistema hidrológico en la medida que lo ha hecho la actividad humana en los últimos años. NOTAS 1 Veáse El veleidoso clima, núm. 127 de esta colección. 2 Un libro ilustrado con magníficas fotografías, es el de Carlos Lazcano, Los grandes abismos de México, Ed. Jilguero, México, 1988. V I I I . L O S L A G O S LOS LAGOS son depresiones de la tierra firme ocupadas por agua. Las lagunas son cuerpos de agua contiguos al océano, muchas veces es agua marina que quedó aislada parcial o totalmente. El término laguna es de uso internacional. En lengua española, sin embargo, el uso de los dos es confuso y en México se aplica más el segundo, lo mismo para los cuerpos de agua del altiplano que para los de la costa. Antiguas culturas mexicanas como Cuicuilco y Teotihuacán florecieron en las márgenes de los lagos y, en los islotes, Tenochtitlán que con el tiempo se convirtiría en la ciudad más grande del mundo. Todavía hace apenas 200 años, los lagos mexicanos se explicaban por el diluvio universal, conceptos que en las primeras décadas fueron abandonados por el desarrolllo que tenía ya entonces la geología, con A. Humbold, entre otros autores. DIVERSOS TIPOS DE LAGOS. Las depresiones cerradas en la tierra firme son incontables y se convierten en lagos cuando hay agua suficiente y condiciones del subsuelo que impiden la infiltración total. De acuerdo con los procesos que dan origen a las cuencas lacustres éstas pueden ser de varios tipos. Los lagos de depresiones tectónicasson de muy diversas magnitudes, pero entre ellos se encuentran los más profundos del planeta, los que ocupan fosas tipo rift (tanganica y Baikal, los principales). Hay dos tipos de lagos relacionados con glaciares. Los primeros se disponen en muchas regiones de la zonas marginales de los hielos. Los segundos se formaron al final de la última glaciación: miles de pequeñas depresiones fueron rellenadas por el agua de deshielo. Son bien conocidos en Finlandia, en Canadá, en la ex Unión Soviética y en otros países. Los lagos volcánicosse forman en los cráteres de los grandes edificios como el Nevado de Toluca o en los maares, donde son frecuentes. Surgen también por el escurrimiento de lavas que cierran el curso de los arroyos, como los de Zempoala, en los límites de los estados de México y Morelos. De mayores dimensiones son aquellos encerrados por cadenas de volcanes, como Cuitzeo, Pátzcuaro y los de la cuenca de México. Los lagos de las planicies aluviales se producen durante las crecidas de los grandes ríos. Hacia los lados pueden inundar zonas hasta algunos kilómetros de distancia. Al volver el agua al cauce normal permanecen algunos cuerpos aislados. Los lagos kársticosson comunes en las depresiones del tipo de las dolinas (los cenotes de Yucatán y Montebello en Chiapas y en otras formas mayores. Hay lagos que se forman por derrumbes en las altas montañas, constituyendo represas. Crean una verdadera cortina que encierra las aguas. Un caso notable al respecto es el lago (o laguna) de Metztitlán en el estado de Hidalgo (figura 46), formado en el periodo Cuaternario por un gigantesco derrumbe que rellenó un cañon estrecho y profundo, de aproximadamente 350 metros, de manera que el río montañoso de unos metros de ancho se transformó en un lago de incluso más de 2 km de anchura y longitud que llegaba a alcanzar, durante las crecidas,algo más de 10 Km. Obras de ingeniería hechas hace más de 50 años regulan el nivel del lago. Figura 46. El lago de Metztitlán. Lagos artificiales son las presas como Tequesquitengo, Mor. y Valle de Bravo, Edo. de Mex. Los lagos de los desiertos son cuerpos aislados: los oasis y los de las cuencas cerradas,son del tipo de los bolsones. Lagos son también los cuerpos de agua del interior del continente que se forman al aislarse una porción del océano. Así surgieron el Caspio, el Aral y el Azov. Estos son los tipos principales de lagos. Hay otros de menor importancia y también resultan de combinaciones de procesos: volcánico-tectónicos, kárstico-tectónicos y otros más.