RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS AL MEDIO AMBIENTE I. Introducción Como es sabido, la expresión medio ambiente fue acuñada en el año de 1800, por el danés Jens Baggesen e introducida en el discurso biológico por Jakob von Uexküll. El Derecho Ambiental puede ser definido como el sistema de normas y principios que rigen las relaciones de los seres humanos con los elementos que componen el ambiente natural. Se trata de un sistema, y no de un conjunto de normas y principios, dado que sus elementos poseen una lógica que los vincula entre sí, allende la simple existencia de una característica común. Dicho sistema está compuesto no sólo por normas (leyes y actos administrativos normativos), si no igualmente por principios que pueden no estar positivados. Autores como José Luís Serrano1 observan que no es correcto definir el derecho ambiental como un conjunto de leyes, ya que esto podría significar un reduccionismo que volvería la eficacia y la justicia de las normas ambientales problemas extra-jurídicos. Además, como hemos dicho, el derecho ambiental no se compone exclusivamente por leyes y normas, si no de igual forma por principios, estructuras y reglamentos administrativos. Como es sabido, no todas las normas son leyes. El bien ambiental es un bien jurídico ligado a la protección ambiental, y se introduce en el ordenamiento jurídico, conviviendo con el régimen de bienes de otras naturalezas jurídicas y bajo el amparo disciplinario de las reglas estructurales del sistema jurídico. Como esclarece Piva2, se trata de un bien colectivo, en un 1 SERRANO, José Luís. Principios de derecho ambiental y ecología jurídica. Madrid: Editorial Trotta, 2007, p. 30 – 31. 2 PIVA, Rui Carvalho. Bem ambiental. São Paulo: Max Limonad, 2000. sentido amplio, que puede ser material o inmaterial. Es un bien difuso, protegido por el derecho, y sus titulares son personas indeterminadas y ligadas por circunstancias de facto. En este sentido, María Delia Pereiro de Grigaravicius señala que “no resulta nada sencillo establecer con cierto rigor el significado jurídico del medio ambiente, ya que es un bien indefinido, complejo e integrado por numerosos factores”3. Por otro lado, es necesario tener en mente que tradicionalmente se ha adoptado una concepción según la cual la calidad ambiental debe ser medida por una mayor o menor aptitud de sus bienes a satisfacer las necesidades humanas. Por lo tanto, si no hay peligro para la salud humana o para la vida, no hay razón que justifique la reparación ambiental. Es decir, en palabras de Ricardo Lorenzetti, “todo el edificio teórico de la cultura occidental ha sido construido sobre la base del individuo, utilizando los paradigmas de la libertad y de la igualdad”4. Además, conforme apunta con propiedad Annelise Steigleder, “los problemas ecológicos no son exclusivos del modo de producción capitalista y se verifican con intensidad en partes del mundo donde la concepción de la propiedad privada era rechazada”5. Esto porque, de igual forma, se encuentra vigente en estos países el paradigma antropocéntrico-utilitarista, volcado a la satisfacción de las necesidades humanas. Sin embargo, una concepción menos antropocéntrica y más geocéntrica se ha venido desarrollando, dando pie al surgimiento de la naturaleza como un sujeto de derecho. Los bienes ambientales ya no son tan sólo un postulado de hecho pasivo de la norma, sino un sistema que motiva sus propias regulaciones. Actualmente se sabe que los recursos ambientales son finitos, y por esta razón resulta inconcebible que estos bienes puedan ser utilizados por todos de forma indiscriminada y para cualquier propósito. Según Mario F. Valls, en Argentina, “Vélez Sarsfield incorporó al Código Civil las normas ambientales que consideró adecuadas y siempre tuvo presente la 3 GRIGARAVICIUS, Maria Delia Pereiro de. Daño ambiental en el medio ambiente urbano: un nuevo fenómeno económico en el siglo XXI. Buenos Aires: La Ley, 2001, p. 01. 4 5 LORENZETTI, Ricardo Luis. Teoría del derecho ambiental. Buenos Aires: La Ley, 2008, p. 18. STEIGLEDER, Annelise Monteiro. Responsabilidade civil ambiental. As dimensões do dano ambiental no direito brasileiro. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2004, p. 51. La traducción es nuestra. variable ambiental”6. El art. 2619 del Código Civil, hoy derogado, dio a los jueces la facultad de otorgar indemnizaciones por perjuicios causados a una propiedad por las emisiones generadas por inmuebles vecinos, disminuyendo su valor de renta o venta. Mientras tanto, al igual que en Brasil, la fuerza que los Códigos Civiles dieron al derecho de propiedad como un derecho absoluto, permitió a los propietarios degradar sus bienes, aún causando daños al ambiente natural. En muchas ocasiones, para impulsar actividades industriales, comerciales o rurales, o para favorecer determinados intereses, se llegó a sancionar normas jurídicas permisivas, que a la larga perjudicarían al medio ambiente. II. La noción de daño ambiental El origen de la noción de daño se encuentra en el derecho romano, y en su base se encuentra una obligación. Más tarde, se consideró el daño como siendo toda disminución patrimonial. El concepto de patrimonio era entonces el más extenso posible, incluyendo también a la persona, aunque en el lenguaje común el patrimonio sea frecuentemente asociado a un contenido exclusivamente económico. Las progresivas evoluciones sociales condujeron a la prevalencia de la noción jurídica de daño, por la cual un bien jurídico es cualquier bien protegido por la ley. Según Maria Helena Diniz7, el daño es la lesión que, debido a un cierto evento, sufre una persona contra su voluntad, sobre cualquier bien o interés jurídico, patrimonial o moral. Es la disminución, substracción o destrucción de un bien jurídico o la lesión a un derecho o interés tutelado por el derecho. Para Álvaro Mirra, el daño ambiental “consiste en la lesión al medio ambiente, abarcando elementos naturales, artificiales y culturales, como un bien de uso común del pueblo, jurídicamente protegido”8. El daño ambiental es igualmente 6 7 VALLS, Mario F. Derecho Ambiental. Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2008, p. 40. DINIZ, Maria Helena. Curso de Direito Civil Brasileiro. 18ª ed. São Paulo: Saraiva, 2004, p. 66. MIRRA, Álvaro Luiz Valery. Ação civil pública e a reparação do dano ao meio ambiente. 2ª ed. São Paulo: Ed. Juarez de Oliveira, 2004, p. 90. La traducción es nuestra. 8 la violación del derecho de todos a un medio ambiente ecológicamente equilibrado, que es derecho humano fundamental, de naturaleza difusa, en el derecho brasileño. Como lo observa Helita Barreto Custódio, la Convención de Lugano de 1993, del Consejo Europeo, resulta extremadamente importante para la determinación de la responsabilidad, ya que su primer proyecto formó parte del Documento General de “Contribución a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo”, realizada en Rio de Janeiro, Brasil, en el año de 19929. Por último, la responsabilidad civil por daño al medio ambiente puede ser definida como la obligación de reparar daños ambientales causados a terceros, resultando de comportamientos comisivos u omisivos, materiales o jurídicos, lícitos o ilícitos. Ésta no debe confundirse con la responsabilidad penal ni con la administrativa. III. La protección internacional del medio ambiente La mayoría de los autores, tal como Michel Prieur, prefiere evitar el debate con respecto a la fractura del concepto tradicional de soberanía estatal, y defiende en su lugar que el derecho ambiental condujo a una internacionalización de la lucha por el medio ambiente saludable, trayendo como consecuencia, “una nueva forma de solidaridad entre los pueblos”10. Conforme al tercer principio de la Declaración de Rio de 1992, “el derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras”11. En las últimas décadas, han surgido un centenar de textos, tanto a nivel internacional como en las legislaciones internas de cada país, con el objetivo de asegurar el respeto a todas las formas de vida y el reconocimiento de su valor 9 CUSTÓDIO, Helida Barreto. Responsabilidade civil por danos ao meio ambiente. Campinas: Millenium, 2006, p. 570. 10 PRIEUR, Michel. Droit de l´environnement. 4ª Ed. Paris: Dalloz, 2001, p. 12 – 13. 11 Ver la Declaración de http://www.un.org/esa/dsd/agenda21_spanish/res_riodecl.shtml. Consultado el 20/08/10. Rio, intrínseco12. Pese a esto, Ana Flávia Barrios Platiau13 subraya que, si bien el derecho ambiental se ha desarrollado de manera extraordinaria en las últimas décadas, los mecanismos para asegurar la implementación y el cumplimiento de sus normas no han logrado los efectos deseados. Aunque el derecho internacional público haya ganado relevancia, aún no es posible afirmar la existencia de una sociedad civil global. Si la soberanía de los Estados puede ser contestada teóricamente frente a los intereses de la humanidad, esto aún no corresponde de facto a la realidad del derecho internacional. A pesar de la manifiesta articulación de actores no estatales, el Estado aun posee el monopolio de elaboración de las normas jurídicas. Por lo tanto, el papel de estos actores concierne más la creación de valores y de consenso que la de normas internacionales. Sin adentrarse en la difícil problemática de la soberanía estatal, Michel Prieur señala que, la unificación progresiva del derecho ambiental a nivel internacional se debe en parte a su vocación universalista y a la presión de la opinión pública. En cuanto a las bases jurídicas a nivel internacional, Prieur14 destaca que actualmente el derecho ambiental contempla numerosas convenciones y resoluciones obligatorias de los órganos internacionales, así como un cierto número de textos no obligatorios cuya importancia no puede ser ignorada. Entre dichos textos, las recomendaciones y directivas tienen un papel fundamental. Las declaraciones de principios se limitan a fijar las líneas generales a seguir por los Estados. En esta categoría se encuentran la Declaración de Estocolmo, adoptada en 1972 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, y la Declaración de Rio de Janeiro de 1992. A la categoría de textos no obligatorios corresponden los programas de 12 CUREAU, Sandra. “Apresentação” de la série Grandes Eventos. Meio Ambiente. Vol. I. Brasília: ESMPU, 2004. 13 PLATIAU, Ana Flávia Barros. “Novos atores, governança global e o direito internacional ambiental”. Grandes Eventos. Meio Ambiente. Vol. I. Brasília: ESMPU, 2004, p. 13. 14 Op. Cit., p. 14 – 17. acción, entre los cuales por ejemplo el Agenda 21 de Rio de Janeiro, compuesta por 40 capítulos, y que está destinada tanto a los gobiernos, como a las organizaciones internacionales y diversos actores sociales. Finalmente, Prieur cita la jurisprudencia internacional, especialmente las decisiones de la Corte Internacional de Justicia, como aquella relativa a la consulta sobre el empleo de armas nucleares, del 8 de julio de 1996. En cuanto a las decisiones internacionales, resultan extremadamente interesantes los señalamientos realizados por Adriana B. Tripelli15, quien analiza la evolución de diversos casos sometidos a las Cortes Internacionales. Entre éstas al Tribunal Internacional del Derecho del Mar, al Órgano de Solución de Diferencias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y a la Corte Internacional de Justicia. Tripelli concluye que sólo hasta finales del siglo XX, en el caso relativo al Proyecto Gabcíkovo-Nagymaros de 1997 (Hungría versus Checoslovaquia), la Corte propuso una solución nueva para el derecho internacional: el estado de necesidad ecológica. Con esto, se afirmaba la existencia de un conjunto de normas internacionales ambientales que, en nombre del desarrollo sostenible, buscaban conciliar el desarrollo económico con la salvaguarda del medio ambiente. Sin embargo, la Corte prefirió abstenerse en la decisión sobre el alcance y el contenido del principio de precaución, por no haber llegado a concluir, probablemente, sobre la existencia de una posición jurídica univoca de los Estados frente al tema. Finalmente, si la Declaración de Estocolmo de 1972 – a través del célebre Principio 21 – afirma que “los Estados […] tienen la obligación de asegurar que las actividades que se lleven a cabo dentro de su jurisdicción o bajo su control no perjudiquen al medio de otros Estados”, esto no implica, a nuestro modo de ver, una intervención de los organismos internacionales en la soberanía estatal16. Los Estados, por su parte, son libres para adherir o no a dichas convenciones, directivas o recomendaciones internacionales. 15 TRIPELLI, Adriana B. La protección internacional del ambiente en el siglo XXI – hacia un derecho internacional del desarrollo. Buenos Aires: LexisNexis, 2008, p. 307 – 314. 16 Ver la Declaración de Estocolmo, http://www.pnuma.org/docamb/mh1972.php. IV. Responsabilidad internacional del Estado por daño ambiental La responsabilidad internacional del Estado se basa en su vinculación al cumplimiento de los compromisos que asume a nivel internacional. Tiene como finalidad la reparación de un daño causado a otro(s) Estado(s) a través de la práctica de un acto ilícito, culposo o doloso. Este acto ilícito puede ocurrir tanto por acción como por omisión. Sin embargo, como lo señala Alessandra de Medeiros Nogueira Reis “el concepto de acto ilícito a nivel internacional no se confunde con su concepto a nivel interno”17. La ilicitud no es un concepto en sí mismo, sino que deriva de una calificación dada al acto por un determinado ordenamiento. Por esto, el ordenamiento jurídico interno e internacional pueden calificar diferentemente a un mismo acto. Trataremos a continuación algunas catástrofes que fueron emblemáticas en la construcción de las decisiones de las Cortes Internacionales, entre las cuales se encuentran Minamata (1959); “Torrey Canyon” (1967); Seveso (1976); “AmocoCadiz” (1978); “Three Miles Island” (1979); Chernóbil (1986) y la Marea Negra de Alaska (1989). Trataremos igualmente la reciente explosión en la plataforma de perforación petrolera “Deepwater Horizon”, en el Golfo de México, sucedida el 20 de abril de 2010. 1. Minamata, Japón, 1959. En 1953 una epidemia comenzó a expandirse en el área en torno a la Bahía de Minamata, una región industrial de Japón. Su causa fue descubierta hacia 1957 y el 1959 su fuente fue identificada. Se trataba de desechos de mercurio de origen industrial, que habían sido tirados en las aguas de la bahía y habían sido ingeridos 17 REIS, Alessandra de Medeiros Nogueira. Responsabilidade internacional do Estado por dano ambiental. Rio de Janeiro: Elsevier, 2010, p. 50. La traducción es nuestra. por los peces con los que se alimentaba la población. El mercurio expuesto en el aire fue acumulándose en las corrientes fluviales y en los océanos, convirtiéndose en mercurio metílico. Los peces lo fueron absorbiendo a medida que se iban alimentando en esas aguas y el mercurio se fue acumulando en sus cuerpos18. Cuando las personas ingirieron estos peces, el mercurio pasó a su sangre y se fue acumulando en su hígado y cerebro. En 1983, 1.369 victimas habían sido indemnizadas, mientras 5.368 casos quedaron en suspenso. Fueron registrados oficialmente 549 muertes. 2. Torrey Canyon, Reino Unido, 1967 El 18 de marzo de 1967, el navío “Torrey Canyon”, que transportaba 119.000 toneladas de petróleo bruto, naufragó en Cornualia, Reino Unido, sobre los arrecifes de las Islas Scilly. Algunos días después, una explosión provocó la apertura de un agujero en el casco del navío, derramando así 50.000 toneladas de petróleo bruto sobre 1.800 km². La polución se expandió por la costa de Inglaterra y Francia. Cerca de 100 Km² de playa fueron contaminados y la flora y fauna marina de esta área destruidas. Después de un proceso llevado a cabo conjuntamente en el Reino Unido y en los Estados Unidos – ya que el navío había sido alquilado por los americanos y subalquilado por una sociedad británica – así como en las Bermudas – en donde el navío estaba matriculado – Francia pudo obtener una indemnización de un millón y medio de libras esterlinas. Una suma equivalente fue pagada en el Reino Unido y cerca de 25 000 libras fueron dadas a los particulares perjudicados, en concepto de reparación de daños. 3. Seveso, Italia, 1976 En la mañana del 10 de Julio de 1976, una nube cargada de dioxina escapó 18 2010. Ver http://www.epa.gov/waterscience/fish/advice/aviso.htm . Consultado en el 10/07/ de una fábrica situada a los alrededores de Milán, en Italia, contaminando toda la región. La dioxina es un solvente orgánico, altamente tóxico, carcinogénico y teratogénico. Es uno de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), sujetos a la Convención de Estocolmo. La población fue evacuada, sus casas destruidas, los establecimientos comerciales cerrados y el acceso al local clausurado. En la zona afectada fue necesario retirar cerca de 20 cm de tierra en la superficie, substituirla y replantarla. Cerca de 600 cabezas de ganado y 80.000 gallinas tuvieron que ser sacrificadas. Más de 37.000 personas sufrieron las consecuencias del accidente. 4. Amoco-Cadiz, Francia, 1978 En el mes de marzo de 1978, un navío-cisterna, propiedad de una filial de La Standard Oil of Indiana, se hundió al norte de Bretaña, en Francia, derramando 220.000 toneladas de petróleo bruto. Un tercio de ese volumen llegó a la costa, alcanzando 440km. La fauna y flora fueron devastadas y los pescadores quedaron sin empleo. Las operaciones de limpieza se extendieron hasta el verano. En ese año, las playas de Bretaña fueron abandonadas, con grandes perjuicios para la actividad turística. El 18 de abril de 1984, al final de un proceso llevado a cabo en Chicago, Estados Unidos, fue reconocida la responsabilidad civil de la sociedad propietaria del navío. En 1988, 468 millones de francos fueron concedidos, una parte al gobierno francés y una parte a las comunas bretonas, agrupadas en un sindicato. En febrero de 1989, ese valor fue aumentando para 645 millones de francos. Los perjuicios, en la época del desastre ambiental, fueron del orden de 800 a 1.200 millones de francos. Éste fue un caso emblemático de los intereses materiales directamente afectados. 5. Three Miles Island, Estados Unidos, 1979 El 28 de marzo de 1979, una válvula del sistema de refrigeración del reactor n°2 de una central nuclear en Pensilvania, E.E.U.U, se rompió. Cerca de un millón de personas fueron amenazadas de evacuación, siendo efectivamente 3.170 familias relocalizadas y 636 personas privadas de sus empleos. Las indemnizaciones por el accidente fueron del orden de 33 millones de dólares, una parte destinada a las familias evacuadas, una parte a los trabajadores desempleados -como compensación por las pérdidas salariales- y una parte a titulo de acompañamiento médico para las personas que vivían en un área de 25 millas a la redonda. El restante iría a la reparación de los demás perjuicios sufridos en la región. El empresario responsable pagó además 4 millones de dólares para las operaciones de descontaminación. 6. Chernóbil, U.R.S.S, 1986 A mediados de la década de los 70, fue construida por la Unión Soviética una central nuclear a veinte kilómetros de la ciudad de Chernóbil. El 25 de abril de 1968, a el reactor n°4 de la central nuclear se incendió, causando 32 muertes y 299 hospitalizaciones. Apenas 5 trabajadores de la fábrica sobrevivieron al accidente. El accidente de Chernóbil produjo cerca de 400 veces más radicación que la bomba atómica de Hiroshima en Japón, durante la Segunda Guerra Mundial. Fueron evacuadas 12.000 residencias y sus habitantes fueron relocalizados. Centenas de millares de niños fueron apartados de la región por varios meses. En un radio de 10km a la redonda, toda actividad agrícola fue prohibida. El costo total para la economía soviética fue evaluado en 8 millones de rublos. En los territorios contaminados, fueron retirados aproximadamente 200.000 m² de granito, 2.500 km de carreteras fueron pavimentadas y algunos poblados fueron destruidos y enterrados. Aún así, no fue posible la plena recuperación de todas las aéreas contaminadas. Cinco millones de hectáreas de tierra fueron inhabilitadas, y hubo una contaminación significativa de los bosques. En el año de 2006, fue realizada una exposición sobre los 20 años del desastre ambiental de Chernóbil. Periodistas en bicicleta recorrieron las regiones en donde antes del accidente existían casas y habitantes. Los locales se encontraron ahora totalmente abandonados y en ruinas19. El accidente liberó una inmensa nube radioactiva, que contaminó personas, animales y el medio ambiente 19 Entre otros países, la exposición fue llevada a España y, mas específicamente, a Barcelona. en una vasta extensión de Europa. Después del accidente de Chernobíl, fueron adoptadas dos convenciones en septiembre de 1986, sobre accidentes nucleares y asistencia a víctimas. Sin embargo, como informa Prieur20, éstas fueron estrictamente limitadas a situaciones de crisis y a la notificación de accidentes, ya que fue constatado que la URSS no había informado nada a los Estados vecinos. Fue tan sólo hasta 1994 que se firmó una convención sobre seguridad nuclear, organizando el control de las centrales nucleares civiles. Aún así, la convención no dispuso nada sobre la información y la participación de la sociedad civil. 7. La marea negra de Alaska – Exxon-Valdez, E.E.U.U, 1989 La noche del 24 de marzo de 1989, la petrolera Exxon-Valdez, que transportaba 1,2 millones de barriles, ósea 170.000 toneladas de petróleo bruto –lo que correspondía a un 25% del consumo americano de petróleo- derramó 41 millones de litros de petróleo en un área de vida salvaje de Alaska, E.E.U.U. En esta ocasión, el navío se encontraba en piloto automático y el oficial responsable no contaba con los diplomas ni con la experiencia exigidas. En tan sólo unos días, el manto se expandió por sobre más de 1.500 km², devastando áreas de pesca preciadas, principalmente en razón de los criaderos de salmón. La fauna marina salvaje, que es muy rica en la región, fue profundamente afectada. La elección de la Bahía de Valdez como terminal del oleoducto había sido cuestionada desde el principio, por causa de la fragilidad ecológica de la región. En efecto, las operaciones de limpieza fueron extremadamente difíciles, ya que el local en donde ocurrió el accidente (situado al sur de Alaska) se encontraba muy apartado de los centros de seguridad, y era de difícil acceso, dada la profusión de islas de fiordos y las costas rocosas. Además, las aguas congeladas dificultaron enormemente la disolución del petróleo. 20 PRIEUR, Michel. “A política nuclear francesa: aspectos jurídicos”. In Seminário Internacional: o direito ambiental e os rejeitos radioativos. Anais. Brasília: Escola Superior do Ministério Público da União, 2002, p. 17. La sociedad petrolífera se mostró por su parte incapaz de solucionar el problema causado, acumulando error tras error. El capitán del navío sufrió dos condenas criminales por conducir ebrio, y el gobernador del Estado de Alaska fue obligado a asumir la situación y declarar el Estado de urgencia. En 1991, ExxonMobil fue considerada culpable por infringir numerosas leyes ambientales y fue multada por más de un billón de dólares. Ese fue el mayor castigo de la historia con el objetivo de minimizar los daños causados por un desastre ambiental corporativo21. 8. Deepwater Horizon, Golfo de México, 2010 El 20 de abril de 2010, una explosión demolió la plataforma de perforación Deepwater Horizon de la British Petroleum, en el Golfo de México, matando a 11 personas. El accidente ocurrió en una región intensa de extracción de petróleo, a unos 65 km de las costas de Louisiana, E.E.U.U. Cuando la plataforma Deepwater Horizon prendió fuego, un sistema automático debería haber cerrado inmediatamente una válvula en el fondo del mar. Sin embargo, el equipo de emergencia falló, y cuando la plataforma se hundió dos días después, la tapa de pozo quedó abierta 22. Cada día, por los menos 800.000 litros de petróleo se liberan en el Golfo desde el accidente. El combustible alcanzó las costas americanas de los Estados de Louisiana, Mississipi, Alabama y Florida. La substancia utilizada para disolver las concentraciones de petróleo derramado es agresiva, altamente tóxica y nociva para el ecosistema. Además, 20% del Golfo de México fue cerrado para la pesca, ya que la vida subacuática está contaminada. Existen riesgos de que la salud de la población local sea afectada. Algunas playas próximas, como es el caso de las Islas Bahamas, podrán inclusive permanecer inapropiadas para un uso recreativo. Por tratarse de una región que subsiste principalmente del turismo, su economía puede verse duramente afectada, causando un impacto social extremadamente grave. Los resúmenes de los siete primeros casos fueron hechos a partir del libro Du droit de détruire – essai sur le droit de l´environnement. RÈMOND-GOUILLOUD, Martine. Paris: PUF, 1989, p. 75 a 80. 22 Ver http://g1.globo.com/mundo/noticia/2010/05/vazamento-de-petroleo-desafiatecnologia-no-golfo-do-mexico.html. Consultado el 13/07/10. 21 Apenas el 15 de julio, es decir casi tres meses después del accidente, la prensa notificó que el flujo de petróleo fue interrumpido, cuando la última de las tres válvulas del gigantesco embudo pudo ser cerrada. Aún así, los ingenieros acompañan atentamente la operación para ver si el petróleo comienza a derramarse de nuevo. Hechas estas consideraciones iniciales, trataremos a continuación la responsabilidad civil por los daños causados al medio ambiente en el ámbito de la Unión Europea, y del Mercosur y sus países miembro. V. Responsabilidad civil ambiental en la Unión Europea El primer documento importante a ser citado en el ámbito del Consejo Europeo es la Convención de Lugano sobre la responsabilidad civil por daños causados al medio ambiente a través de actividades peligrosas. Firmada el 21 de junio de 1993, esta Convención consagra la responsabilidad objetiva del causante del daño e introduce el nexo de causalidad en su art. 10. De igual forma, admite exclusiones, tales como la guerra civil, fenómenos naturales o actos de terceros, y dispone que si la victima contribuyó al evento causante la indemnización puede ser reducida o inclusive suprimida. En mayo de 1993, la Comisión Europea publicó el Libro Verde sobre la reparación de daños al medio ambiente, y en febrero del 2000 presentó el Libro Blanco sobre el mismo tema23. Finalmente, la Directiva n°2004/35/CE del 21 de abril de 2004, Del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo, estableció un cuadro de responsabilidad ambiental, basado en el principio de contaminador-pagador, buscando prevenir y reparar daños ambientales. Resulta importante para el presente trabajo, citar el Anexo I de La 23 PASTORINO, Leonardo Fabio. El daño al ambiente. Buenos Aires: LexisNexis, 2005, p. 354. Ver el portal de la Unión Europea, “Europa”: http://europa.eu/documentation/official-docs/greenpapers/index_es.htm para los verdes, http://europa.eu/documentation/official-docs/whitepapers/index_es.htm para los blancos. Convención, que trata sobre los criterios referidos en el alineado A, punto 1, del art.2, y que establece los parámetros para fijar el carácter significativo de los daños a ser reparados. Tratándose de daños con efectos comprobados para la salud humana, independientemente de cualquier examen acerca de sus dimensiones, estos serán siempre considerados significativos. En cuanto a los demás daños, serán tomados en cuenta: el número de individuos que componen las especies afectadas, su densidad, el área ocupada, el papel de esos individuos o de la zona damnificada (relativamente a la especie o la conservación del hábitat), la rareza de la especie y su capacidad de reproducción, la viabilidad o la incapacidad de regeneración natural del hábitat y la capacidad de las especies o del hábitat a recuperarse en un corto plazo tras la ocurrencia del daño. La Directiva establece igualmente, que según el principio del contaminantepagador, quien causa los daños ambientales debe costear la reparación necesaria, asegurando a las autoridades competentes el derecho de cobrar el costo de dichas medidas. Finalmente, la Directiva asegura a los Estados miembro que tengan una legislación más rigurosa sobre la materia, el derecho a mantener dicha legislación24. VI. Responsabilidad civil en el Mercosur Abordaremos a continuación la responsabilidad civil por daños causados al medio ambiente en el ámbito del Mercosur así como en la legislación interna de sus 24 WINTER, Gerd. Desenvolvimento sustentável, OGM e responsabilidade civil na União Européia. Campinas: Millenium, 2009, p. 63. países miembro. El Mercado Común del Sur, Mercosur, nace con el Tratado de Asunción del 26 de marzo de 1991, firmado por la República de Argentina, la República Federativa de Brasil, La República de Paraguay y la República Oriental de Uruguay. Las Repúblicas de Chile y Bolivia son países asociados al bloque, pero sólo los cuatro primeros son miembros plenos de derecho. El Mercosur, desde su nacimiento, trató la materia ambiental como un tema de importancia para su proceso de integración, aunque éste no sea tratado explícitamente en el Tratado de Asunción. Los compromisos asumidos por los países miembro, en virtud del Tratado de Asunción que instituyó el Mercosur, fueron instrumentalizados por resoluciones comunitarias. Para algunos autores, el primer instrumento jurídico ambiental del Mercosur es el Acuerdo Parcial de Cooperación e Intercambio de Bienes en Defensa y Protección del Medio Ambiente, firmado entre Brasil y Argentina en junio de 1992. Éste establece como uno de sus objetivos la utilización de medios concretos para dicha cooperación en materia de protección ambiental. Los principales problemas ambientales en los países del Mercosur son el crecimiento de la urbanización, la polución industrial y agrícola, la degradación del suelo, la deforestación y la pérdida de la biodiversidad. En 1992 fue creada La Reunión Especializada en Medio Ambiente (REMA), a través de la resolución 22/92, con el objetivo de formular recomendaciones al Grupo Mercado Común (GMC). El objetivo específico principal de la REMA, era elaborar una normativa ambiental buscando asegurar condiciones de competitividad adecuadas entre los Estados miembro, reconociendo la necesidad de tratar conjuntamente los temas comerciales y ambientales25. A través de la resolución n°10/94, el GMC aprobó el documento Directrices Básicas de Política Ambiental, que reglamenta la política ambiental entre los países del Mercosur. En 1995, la Declaración de Taranco reconoció el trabajo desarrollado por la 25 ROCHA, Ednaldo Cândido, CANTO, Juliana Lorenzi do e PEREIRA, Pollyanna Cardoso. Avaliação de Impactos Ambientais nos países do Mercosul. Ver http://www.scielo.br/pdf/asoc/v8n2/28609.pdf , consultado el 28/08/2010. Reunión Especializada en Medio Ambiente (REMA), en el estudio de la legislación ambiental de los cuatro países miembro por la búsqueda de la armonización de las mismas, resaltando el principio de que la armonización no significa establecer una única legislación ambiental. A través de la Decisión del Consejo del Mercado Comun, CMC nº 9/95, fue establecido el Programa de Acción del Mercosur hasta el año 2000. En la Parte II, denominada Profundización del Proceso de Integración, punto 3 – La Dimensión Global de la Integración – la Decisión afirma: 3.1. El Medio Ambiente. El objetivo será formular y proponer estrategias y directrices que garanticen la protección del medio ambiente de los Estados Partes en un contexto de libre comercio y consolidación de la Unión Aduanera, considerando las directrices básicas de política ambiental aprobadas por la Resolución nº 10/94 y los principios del desarrollo sostenido emanados de la Conferencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo llevada a cabo en Río de Janeiro en 1992. El acuerdo Marco sobre el Medio Ambiente en el Mercosur, firmado en Asunción, Paraguay, el 22 de junio de 2001, reafirmó el compromiso de los Estados miembro con la Declaración de Rio de Janeiro sobre el Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de 1992. Entre esas áreas temáticas previstas para la agenda de trabajo está la legislación ambiental, poniendo de acuerdo a los países sobre el hecho de que las controversias que surjan sobre la aplicación, interpretación e incumplimiento de las disposiciones del Acuerdo, sean resueltas a través del sistema de solución de controversias vigentes en el Mercosur26. VII. La temática ambiental en el derecho interno de los Estados miembro del Mercosur 1. Responsabilidad civil ambiental en el derecho brasileño 26 VALLS, Mário F. , op. Cit., p. 125 – 128. La temática ambiental entra en el escenario jurídico brasileño a partir de la Ley 6.938/81, que instituyó la Política Nacional del Medio Ambiente27. Por la primera vez se conceptualiza al medio ambiente como el conjunto de condiciones, leyes, influencias e interacciones de orden física, química y biológica, que permite, abarca y rige la vida en todas sus formas, concepto que fue integrado en la Constitución de 1988. Además de esto, se trata de la primera gran ley ambiental brasileña, que introdujo en el sistema jurídico la noción de medio ambiente como patrimonio público. Ésta formuló el Sistema Nacional de Medio ambiente- SISNAMA, buscando entrelazar a nivel teórico, la integración de la Unión de los Estados y Municipios, y creó igualmente el Consejo Nacional de Medio Ambiente-CONAMA, que sólo fue instalado el 5 de junio de 1984. Creó además el Sistema Nacional de Informaciones y la Evaluación del Impacto Ambiental. Otros puntos importantes que deben ser señalados son la instauración de la responsabilidad civil sin culpa y la legitimación del Ministerio Público para proponer acciones por daños (art. 14, § 1º), dando inicio a partir de ese momento a la estructura que sería dada por la Ley 7.347/85 (Ley de Acción Civil Pública). Cabe resaltar la importancia que fue dada a la información por los arts. 6º; 9º y 10º de dicha Ley. Para esto, basta afirmar que, de los 12 instrumentos previstos en el art.9, tres abordan el derecho a la información. La Constitución Federal de 1988 fue la primera que dedicó todo un capítulo a la protección del medio ambiente, rompiendo con la tradición anterior que consistía en tratar las problemáticas ambientales apenas de forma puntual, y generalmente relacionadas con la salud. Siguiendo los avances obtenidos a nivel internacional por el movimiento ambiental -a partir de diversos tratados, convenciones, estudios y relatorías, entre otros, que se fueron dando especialmente desde inicios del siglo XX- la actual Constitución pasó a tratar la problemática ambiental de forma amplia, confiriendo una alto grado de protección al ambiente natural. A pesar de que el medio ambiente se reduce a un artículo, todos los puntos de mayor relevancia fueron abordados, 27 Cabe resaltar que, antes de la Ley 6.938/81, ya habían instrumentos legales para la tutela del medio ambiente, como, por ejemplo, el Código Forestal – Ley 4.771/65 – que fue recepcionado en la Constitución Federal y se encuentra vigente hasta el día de hoy. confiriendo de tal forma una base consistente, tanto para la legislación ambiental infra-constitucional, como para las acciones y políticas volcadas a la protección del medio ambiente28. Si la Constitución Federal brasileña define al medio ambiente como un bien de uso común, esto significa que no existe titularidad plena, es decir, que el uso no es individual, sino de todos, y si el bien es de uso común, no podría ser exclusivamente un bien público29. Por esta razón, algunos autores brasileños pasaron a defender la tesis de que la actual Constitución Federal no recibió el art.66, I, del antiguo Código Civil, y que el patrimonio público, en adelante, estaría constituido apenas por los bienes dominicales y por los bienes de uso especial 30. Sin embargo, en el actual Código Civil, la Ley nº 10.406 del 10 de enero de 2002, echó abajo las discusiones, al disponer en el art.99, que son bienes públicos los de uso común del pueblo, los de uso especial y los dominicales, manteniendo la reacción del Código de 1916. Por lo dispuesto en el art. 14, § 1°, de la Ley n° 6.938/81, y del art. 225, § 3°, de la CF/88, la responsabilidad civil ambiental es objetiva, lo que significa que no es necesario inquirir acerca del elemento subjetivo de la conducta del agente o sobre la ilicitud de la conducta. Quien causa daños al medio ambiente tiene el deber jurídico de repararlo, independientemente de haber actuado con dolo o culpa, siendo suficiente la existencia del vínculo de causalidad entre la acción y el resultado. La prueba del vínculo causal es de este modo conditio sine qua non de la responsabilidad. Como apunta Patrícia Iglecias Lemos31, en materia ambiental raramente nos 28 LEUZINGER, Márcia Dieguez e CUREAU, Sandra. Direito Ambiental. Rio de Janeiro: Elsevier, 2008, p. 25. 29 PIVA, Rui Carvalho, op. Cit., p. 109 – 114, 30 Entre estos autores, PIVA señala Celso A. P. Fiorillo y Marcelo Abelha Rodrigues. 31 LEMOS, Patrícia Faga Iglecias. Meio ambiente e responsabilidade civil do proprietário. Análise do nexo causal. São Paulo: Ed. Revista dos Tribunais, 2088, p. 151 – 152. encontramos con una causa única del daño. Y esa causalidad compleja es una de las razones que dificultan muchas veces la producción de la prueba de vínculo causal. La dificultad evocada anteriormente es que se pueden generar la creación de ciertas presunciones de causalidad que irán auxiliar al operador del derecho en la solución del caso concreto. Además, tratándose de daño ambiental, muchas veces su constatación ocurre mucho tiempo después del evento que lo generó. De este modo, en muchos casos, es preciso aceptar la “verosimilitud en detrimento de la certeza”32. Según José Alfredo de Oliveira Baracho33, “la responsabilidad objetiva por daño causado al medio ambiente [está] fundamentada en la teoría del riesgo integral”. De esta forma, la culpa o el provecho de tercero que invoca la protección jurisdiccional, que son dos excluyentes de la responsabilidad objetiva, no puede ser suscitadas34. De este modo, parte de la doctrina defiende que la responsabilidad civil por daños causados al medio ambiente es objetiva por riesgo integral. Por consiguiente, no admite cualquier excluyente el caso fortuito o de fuerza mayor – como es el caso de Hugo Nigro Mazzilli35, que en ciertas hipótesis tiende a aceptar el caso fortuito y de fuerza mayor como excluyentes de la responsabilidad por daño al medio ambiente. Baracho, defendiendo una posición prácticamente aislada entre los doctrinarios brasileños, entiende que “las normas que definen los derechos y las garantías fundamentales requieren su concretización en casos concretos, lo que puede llevar a un reconocimiento de situaciones en las cuales, a pesar del daño ambiental de facto, no haya imputación de responsabilidad en razón del principio de adecuación, recomendado en el caso la aplicación de la norma que garantiza 32 LEMOS, op. Cit., p. 152. 33 BARACHO, José Alfredo de Oliveira, Junior. Responsabilidade civil por dano causado ao meio ambiente. Belo Horizonte: Del Rey, 2000, p. 320. 34 El autor cita, entre aquellos que consagran expresamente la teoría del riesgo integral a Rodolfo de Camargo Mancuso, Édis Milaré, Antonio Herman de Vasconcelos e Benjamin, José Nery Junior, Jorge Alex Nunes Athias y Adalberto Pasqualotto. 35 MAZZILLI, Hugo Nigro. A defesa dos interesses difusos em juízo. São Paulo: Saraiva, 1996. otro derecho fundamental”. Como el daño ambiental puede ser considerado como una lesión colectiva que recae sobre el patrimonio ambiental común a la colectividad, o como daño ambiental individual, sufrido por las personas o sus bienes, pueden ser juzgadas acciones diferentes en virtud del mismo hecho, apuntando tanto a la reparación del daño individual, como a la reparación del daño colectivo. Existen dos formas de reparación del daño ambiental: la reparación del daño como un retorno status quo ante y la indemnización económica. Lo ideal es que se busque la reconstitución o recuperación del ambiente, pero no siendo viable la restauración, se admite la condena en forma de pago de indemnización económica, que será destinada a un fondo del medio ambiente. Debe ser considerada la existencia de situaciones propicias, utilizando la expresión adoptada por Celso Antonio Bandeira de Mello (2002), es decir, situaciones capaces de hacer surgir el deber de reparar, aunque la causa inmediata del daño ambiental haya sido un fenómeno natural. Esto ocurre cuando alguien crea una situación que, de ser inexistente, no habría dado oportunidad para que el fenómeno natural causase un daño. Recientemente, el Superior Tribunal de Justicia (STJ), examinando un caso que se volvió famoso en Brasil, negó el acceso al recurso de la Unión, consagrando su responsabilidad civil objetiva en relación a un grave episodio de contaminación por radioactividad, ocurrido en Goiânia (GO), en 198736. En la decisión, el Tribunal destacó que el artículo 8º del Decreto n. 81.394/1975, que regula la Ley nº 6.229/1975, atribuyó al Ministerio de Salud competencia para desarrollar programas, siendo su objetivo la vigilancia sanitaria de los locales, instalaciones, equipamientos y agentes que utilizan aparatos de radiodiagnóstico y radioterapia. El accidente radioactivo de Goiânia comenzó en septiembre de 1987, cuando un aparato utilizado en radioterapia de un hospital abandonado fue encontrado en la zona central de la ciudad. La contaminación se originó a partir de una capsula que contenía cloruro de cesio, una sal obtenida del radioisótopo 137 del elemento químico cesio (Cesio 137). El instrumento, dejado en el local de manera irresponsable, fue encontrado por recolectores de papel que pensaron que 36 Recurso Especial 1180888, 2ª Turma del STJ, relator Ministro Herman Benjamin. se trataba de chatarra. El aparato fue desmontado y entregado a terceros, generando un rastro de contaminación que afectó seriamente la salud de centenas de personas. En otro caso, el mismo Superior Tribunal de Justicia decidió que37: 1. (............................................................................). 2. La decisión de primer grado, que fue objeto de agravio de instrumento, apartó la preliminar de ilegitimidad pasiva porque entendió que las entidades de derecho público (in casu, el Municipio de Juquitiba y el Estado de São Paulo) pueden ser vinculadas al polo pasivo de la acción civil pública. Esto cuando se instituyen licencias irregulares en áreas ambientales protegidas o en áreas de protección de los manantiales, sea por acción -cuando la Prefectura expide licencias que autorizan el parcelamiento sin obtener antes la autorización de los órganos competentes de protección ambiental- o bien sea, como en este caso, por omisión – en la fiscalización y vigilancia con respecto a la implementación de los parcelamientos. 3. La conclusión consignada por el Tribunal a quo se alinea a la jurisprudencia de este Supremo Tribunal de Justicia, orientada en el sentido de reconocer la legitimidad pasiva de la persona jurídica de derecho público para que figure en una acción que pretende responsabilizarla por daños causados al medio ambiente derivado de su conducta omisiva en cuanto al deber de fiscalizar. Igualmente, se coaduna con el texto constitucional, que dispone en su art.23, VI, la competencia común a la Unión, Estados, Distrito Federal y Municipios en lo que se refiere a la protección del medio ambiente y el combate a la polución en cualquiera de sus formas. Además, el art. 225, caput, de la Constitución Federal, que prevé el derecho de todos a un medio ambiente ecológicamente equilibrado e impone al Poder Público y a la 37 AgRg no Ag 973577 / SP, 2ª Turma, Relator Ministro Mauro Campbell Marques, publicado en el Diario de Justicia del 19/12/2008. colectividad el deber de defenderlo y preservarlo para las presentes y futuras generaciones. 4. La competencia del Municipio en materia ambiental, como en todo lo demás, queda limitada a actividades y obras de “interés local” cuyos impactos en la biota sean también estrictamente locales. La autoridad municipal que avoca el poder de licenciar, con exclusividad, aquello que, según el texto constitucional, es obligación también del Estado y hasta de la Unión, atrae contra si la responsabilidad civil, penal, así como la improbidad administrativa, por los excesos que practica. En el caso expuesto, el Estado tenía el deber legal de vigilar y fiscalizar la implantación de los parcelamientos. Deber que se omitió, lo que permitió la creación de parcelamientos irregulares en áreas de protección de manantiales y, por lo tanto, ambientalmente protegidas. Las personas jurídicas de derecho público, es decir, Unión, Estados, Distrito Federal, Municipios, autarquías y fundaciones públicas, cuando causan un daño al medio ambiente, responden civilmente, aun que no responden criminalmente, siguiendo la mayor parte de la doctrina, teniendo en cuenta la inutilidad de la aplicación de sanciones de esa naturaleza por el prejuicio que causarían a la propia colectividad beneficiaria del servicio público o de la actividad del Estado. Comparten ese entendimiento Guilherme José Purvin de Figueiredo, Solange Telles da Silva y Sérgio Salomão Shecaia, entre otros. El fundamento de la responsabilidad civil del Estado por daños causados a los administrados, de manera general, es distinto al fundamento sobre el que se basa la responsabilidad de los particulares, que reside en el principio de repartición de los cargos y encargos sociales para toda la colectividad. En otras palabras, cuando alguien sufre un cargo mayor que el de los demás en razón de una actividad estatal, se rompe el equilibrio que, para ser restablecido, impone que la sociedad indemnice con recursos del erario público a la víctima del daño. De ahí la aplicación de la teoría de responsabilidad objetiva en la que la idea de culpa es substituida por la de nexo de causalidad. Para que surja el deber de indemnizar, basta con que se demuestre la relación causal entre acción y daño, siendo inclusive irrelevante la ilicitud de conducta. En lo que respecta a la responsabilidad de los administrados, ésta es por lo general subjetiva. Exceptuando los casos en los que se aplica la responsabilidad objetiva, la responsabilidad del Estado es siempre objetiva. Eso es porque los deberes públicos colocan permanentemente al Estado en la posición de obligaciones variadas que debe cumplir, actuando muchas veces por medio de actos de policía, restringiendo o condicionando el uso de bienes, el goce de derechos o el ejercicio de actividades, y disponiendo por lo tanto del uso natural de la fuerza. Además de esto, los administrados no tienen como evitar los peligros del daño proveniente de la acción del Estado, lo que determina la continua extensión de su responsabilidad (Mello, 2002). En los casos de daños provocados por un acto comisivo de un agente público, el Estado deberá repararlo, aunque esté actuando ilícitamente, pues el fundamento será el principio de repartición de cargas de la actividad estatal por los administrados. Si al actividad que produce el daño es ilegal, todavía incide el principio de legalidad. Del mismo modo, en la hipótesis de daños causados al medio ambiente, en virtud del acto practicado por el agente público, responderá el Estado objetivamente, siendo suficiente para que surja la obligación de repararlo la existencia de acción, daño y relación causal entre estos. Cuando el daño, sea éste ambiental, es causado por una persona jurídica distinta de la entidad estatal, ya sea de derecho público o de derecho privado -en este último caso como prestadora de un servicio público- la responsabilidad del Estado, aunque sea objetiva, es apenas subsidiaria, una vez agotadas las fuerzas de la entidad responsable por la prestación del servicio. Distinta es, sin embargo, la solución para los casos de omisión estatal. Si el Estado no actuó, no puede ser el autor del daño, porque no lo causó (su omisión puede ser apenas condición del daño). Cabe sólo responsabilizarlo en caso que estuviese obligado a actuar, impidiendo el perjuicio, lo que significa haber incumplido el deber legal que le impugna evitar el evento lesivo, como quedó demostrado en los dos casos juzgados por el Supremo Tribunal de Justicia. No existiendo situación propiciatoria (riesgo creado), no habrá lugar a la responsabilidad civil, lo que no significa que el daño ambiental no deba ser reparado. Esto porque existe una obligación genérica del Estado y de la colectividad de proteger y preservar el medio ambiente para las presentes y futuras generaciones. De este modo, aunque no esté caracterizada la responsabilidad civil de una persona determinada, deberán tanto el Estado como la colectividad, actuar para la conservación de los elementos que componen el ambiente natural, recuperando el bien afectado. Además de esto, en casos específicos, como el de daños causados a áreas de preservación permanente, la obligación de reconstitución deriva directamente de la Ley, independientemente de la configuración de nexo de causalidad entre acción/omisión y daño. Por esta razón, una propiedad adquirida sin la vegetación de preservación permanente o aquella en la que dicha vegetación haya sido suprimida por la fuerza de la naturaleza, se impone la reconstitución del área por el propietario, en virtud de la obligación impuesta por el Código Forestal – a pesar de no estar configurada en la hipótesis la responsabilidad civil. Además, incidiría en el caso ejemplificado la obligación genérica del Estado y de la colectividad de proteger y preservar el medio ambiente. Por esto, el art. 18 del Código Forestal prevé la posibilidad de que el Estado reforeste el área de preservación permanente, sin que por ende se deba expropiar o indemnizar al particular. La relevancia de limitarse a la configuración o no de la responsabilidad civil reposa en los casos en que la reconstitución del bien lisiado sea inviable. De ser configurada la responsabilidad civil del agente, deberá ser estipulada la indemnización económica, que será destinada a un fondo ambiental. De lo contrario, no podrá ser determinada semejante condena. Por otro lado, la solidaridad que surge de un daño ambiental, producido por varios autores, es extra-contractual. En caso de existir una pluralidad de autores, hay responsabilidad solidaria, pudiéndose accionar a cualquiera de ellos por la integralidad del perjuicio, cabiendo a éste el derecho de regreso contra los demás. Por otra parte, en la producción del perjuicio no es preciso que un producto contaminador cause por sí mismo el daño. Deben ser considerados a su vez los efectos sinérgicos de las emisiones y establecerse de ésta misma forma la solidaridad. Sobre este tema, Hugo Nigro Mazzilli afirma que “cuando se presenta la responsabilidad solidaria, pueden los litisconsortes ser accionados em listisconsorcio facultativo (Código de Proceso Civil, art. 46, I); no se trata pues de litisconsorcio necesario (CPC, art. 47), de modo que no se exige que el autor de la acción civil pública accione a todos los responsables, aunque pudiese hacerlo” 38. Al respecto, fue decidido por el Supremo Tribunal de Justicia que, “el ente público que concedió la licencia para la explotación de actividad económica en zona ambiental, sin las exigencias legales, responde solidariamente con el infractor por los daños”39. Se trataba en este caso de proyectos de carcinicultura (criaderos de camarón) en el área de manguezal que, como se comprobó, afectaron la estructura tradicional de la naturaleza y causaron daños irreparables en la región. 2. Responsabilidad civil ambiental en el derecho argentino En Argentina, la influencia del movimiento ecológico internacional, sumada a la necesidad de contemplar la protección ambiental, llevaron inicialmente a que algunas constituciones provinciales incorporasen el derecho al medio ambiente. Se fue desarrollando su contenido y sus garantías, el deber de preservación atribuido a los entes estatales, la legitimación activa, de la educación ambiental y la creación de la figura del defensor del pueblo. Una vez sancionada la Ley 24.309 que volvió posible la reforma constitucional, el tema de la preservación del medio ambiente fue insertado en el inciso k de su art.3. La Constitución Nacional Argentina, en su art.41, incorporó igualmente el derecho al medio ambiente sano y equilibrado, como un derecho humano. No obstante, advierte Pastorino, esto no implica la adopción de una postura puramente antropocéntrica, ya que conjuntamente al derecho humano al medio ambiente sano, se está concibiendo la protección del medio ambiente en sí mismo “como garantía para que el derecho del hombre se haga posible” 40. Tal como ocurre en las Constituciones de Colombia, Paraguay, Ecuador, 38 MAZZILI, Hugo Nigro. A Defesa dos Interesses Difusos em Juízo, 19ª ed., São Paulo: Saraiva, 2006, 39 Recurso Especial 997538 / RN, STJ, 1ª Turma, Relator Ministro José Delgado, publicado en el Diario de Justicia del 23/06/2008. 40 PASTORINO, Leonardo Fabio. El daño al ambiente. Buenos Aires:LexisNexis, 2005, p. 123 – 126. España, Portugal y Brasil, la Constitución Argentina, al proteger el medio ambiente, está beneficiando no sólo a los habitantes del país, sino a la humanidad entera, considerando la trascendencia impactos ambientales que no respetan fronteras geográficas. Del reconocimiento del derecho de todos surge la garantía de todos, afirma Pastorino41, quien considera esa circunstancia una factura del tradicional concepto de soberanía nacional, interpretación que está lejos de ser conciliadora en la doctrina internacional. Por su parte, Mariana Valls42 observa que la responsabilidad objetiva que el art. 1113 del Código Civil establece es la típica responsabilidad aplicable al daño ambiental. El art. 1083 del mismo documento legal dispone que la reposición de las cosas afectadas debe ser hecha en especie, es decir, que las cosas vuelvan a su estado anterior. Ésta debe ser conjugada con la nueva obligación de componer el daño causado al medio ambiente, introducida por el art. 41 de la Constitución Nacional, que establece: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras, teniendo el deber de preservarlo. El daño ambiental generará, prioritariamente, la obligación de reparación, según lo establezca la Ley.” En el derecho argentino, según Renato Rabbi-Baldi Cabanillas, el derecho ambiental comprende igualmente al patrimonio natural y cultural. Además, “no se ha de proteger cualquier habitat, sino un ambiente sano y equilibrado, es decir, un ámbito en el que la persona pueda desarrollar una `calidad de vida´ acorde con sus requerimientos”43. 41 Idem, p. 128. 42 VALLS, Mariana. Derecho ambiental. Los grandes problemas ambientales que enfrenta la Argentina a fin de siglo. Legislación y propuestas de solución. Buenos Aires: Ciudad Argentina, 1999, p. 26. CABANILLAS, Renato Rabbi-Baldi. “El derecho ambiental en la República Argentina”. In O Direito Ambiental na América Latina e a atuação do Ministério Público. Tomo I – América do Sul. Org.: STEIGLEDER, Annelise Monteiro y LOUBET, Luciano Furtado. Rede Latino-americana de Ministério Público Ambiental. 2009, p. 17 – 18. 43 Sin embargo, hasta el día de hoy, Argentina no cuenta con una legislación de ámbito nacional para la Evaluación del Impacto Ambiental. El país mantiene un sistema de competencias de las Provincias para legislar sobre la materia ambiental, lo que llevado a la existencia de una legislación heterogénea. En lo que se refiere a la responsabilidad solidaria por daños causados al medio ambiente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, decidió que: La responsabilidad solidaria del art. 31 de la ley 25.675 exige que los miembros del grupo responsable hayan "participado" en la comisión del daño ambiental, sin que esta exigencia suponga una demostración anticipada de que la actividad desplegada por cada uno de sus supuestos integrantes sea individualmente dañosa para quien reclama, ni implica requerir que la definición del grupo de responsables sea exhaustiva, pues bien pueden concurrir otras causas y agentes que realicen actividades distintas que por su naturaleza y diversidad impidan precisar qué relación guardan con el daño invocado.44 En cuanto a la responsabilidad estatal por daños causados al medio ambiente, la posición de la Corte Suprema, en la acción originaria juzgada por la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, fue la siguiente: El eventual ejercicio por parte de la Nación de facultades relacionadas con el medio ambiente, sustentadas en la responsabilidad general en orden a la obligación de evitar que se causen daños ecológicos, no resulta suficiente para atribuirle el carácter que se pretende, ya que su responsabilidad de carácter general al respecto, no permite involucrarla a tal extremo, de manera obligada, en las consecuencias dañosas que 44 Mayoria: Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Lorenzetti, Argibay Voto: Disidencia: Maqueda, Zaffaroni Abstencion: A. 1274. XXXIX; ORI - Asociación de Superficiarios de la Patagonia c/Y.P.F. S.A. y otros s/daño ambiental. 29/08/2006. T. 329, P. 349. se produzcan con motivo de hechos extraños a su intervención.45 El derecho argentino viene buscando concepciones que lleven a un criterio mas justo en la solución de conflictos, como es el caso de la teoría de las cargas de prueba dinámicas, que implica una postura más distributiva de las cargas de prueba. 3. Responsabilidad civil ambiental en el derecho uruguayo La República Oriental de Uruguay nunca tuvo grandes preocupaciones relacionadas a la problemática ecológica. Este factor, según la Relatoría del Ministerio de Vivienda, se debe a que el país no presenta un gran desarrollo industrial, no tiene sobrepoblación y no tuvo un proceso de colonización semejante a los de los otros países latinoamericanos. En los últimos años, el derecho uruguayo ha despertado despertando en materia ambiental, principalmente por la gran incidencia de la erosión de los suelos y de la contaminación de las aguas, particularmente la del Rio de la Plata. En la Reforma Constitucional de 1996, fue entonces acrecentado el art. 47, que dispone específicamente sobre la preservación del medio ambiente. Desde un punto de vista institucional, el primer organismo oficial es el Instituto Nacional para la Preservación del Medio Ambiente (INPMA), creado por la Ley n.° 14.053, del 30 de diciembre de 1971. Ese instituto estaba vinculado al Ministerio de Educación y Cultura hasta junio de 1990, fecha en la que fue creado el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial Y Medio Ambiente, que absorbió todas esas funciones. 4. Responsabilidad civil ambiental en el derecho paraguayo 45 A. 1722. XLII; ORI, Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas c/Buenos Aires, Provincia de y otros s/acción de recomposición y saneamiento del Río Reconquista s/ medida cautelar - IN1. 08/04/2008 T. 331, p. 699. La legislación ambiental paraguaya se fundamenta en los arts. N°7 y 8 de la Constitución, que disponen sobre el derecho a un medio ambiente saludable y a su protección, respectivamente. El artículo 7 de la Constitución Nacional de 1992, estatuye que: “Toda persona tiene derecho a habitar un medio ambiente saludable y ecológicamente equilibrado. Constituyen objetivos prioritarios de interés social la preservación, la recomposición y el mejoramiento del medio ambiente, así como su conciliación con el desarrollo humano integral. Estos propósitos orientaran la legislación y la política gubernamental pertinentes. Toda persona o grupo amenazado de ser privado de tal derecho puede exigir de las autoridades la protección o la intervención para impedir el daño”. Paraguay posee un expresivo conjunto de leyes que ofrece buenas condiciones para la protección ambiental. Sin embargo, la efectividad de las normas ambientales es aún el gran desafío del país. Dichas leyes, en muchos casos, resultaron de exigencias de organismos internacionales, pero no fueron asumidas por los formuladores y ejecutores de políticas públicas, siendo además desconocidas por la mayor parte de la población. Cabe resaltar el art. 8 de la Ley n° 294/93 que se destaca por establecer, de manera innovadora, que “cuando los impactos negativos sean susceptibles de producir efectos transfronterizos, la Autoridad Administrativa deberá informar al Ministerio de Relaciones Exteriores”. Con relación a los países limítrofes y del Mercosur, según el art.29 del Decreto n° 14.281/96, cuando el proyecto tenga repercusiones sobre el medio ambiente de otro país, el gobierno dará conocimiento al país limítrofe tanto del contenido del Estudio de Impacto Ambiental (EIA), así como del de la Evaluación del Impacto Ambiental (AIA). De esta forma, cuando el estudio advierta que el proyecto producirá efectos transfronterizos, el Ministerio de Relaciones Exteriores intervendrá en el área de su competencia, manteniendo informado al Ministerio de Relaciones Exteriores de los países que puedan ser afectados. VIII. Conclusión Autores como Paulo Roberto Pereira de Souza defienden que la armonización de legislaciones, procedimientos y políticas exigirá que se le brinda una atención particular a la variable ambiental, en razón de las implicaciones y reflejos que las decisiones del Mercosur puedan provocar en el medio ambiente46. La inexistencia de programas de conservación de suelos genera un enorme pasivo ambiental en todos los países del Mercosur, siendo indispensable la adopción de una legislación común al respecto. Para nivelar las exigencias ambientales, resulta entonces necesario el establecimiento de patrones de calidad ambiental comunes a los todos los países miembro. Souza menciona igualmente la falta de legislación sobre los agro-tóxicos en la mayoría de estos países, lo que desemboca en graves problemas ambientales, cuyas consecuencias se ven especialmente en el Pantanal, el Chaco paraguayo y la Pampa argentina. A falta de una ley ambiental adecuada, pesticidas que han sido inclusive prohibidos en sus países de origen están siendo comercializados en algunos países del Mercosur. Por otra parte, la problemática del licenciamiento de grandes obras, en especial aquellas que producen impactos ambientales directos o indirectos en los países vecinos, merece ser evaluada cuidadosamente, con miras a la creación de un organismo supranacional para tratar específicamente del asunto. En estos casos, audiencias públicas regionales pueden ser de gran utilidad, así como estudios de impacto ambiental que tomen en cuenta a todos los países involucrados. La problemática de la polución transfronteriza ya ha sido tratada en diversos trabajos, que resultaron en la Convención de Basilea, ratificada por Brasil en 1993. Este asunto también debe ser colocado en la pauta de armonización legal en el ámbito de los países miembro del Mercosur. En cuanto al tema del que es objeto nuestro trabajo, consideramos preciso que haya reglas comunes con respecto a la responsabilidad civil por daños SOUZA, Paulo Roberto Pereira. “Harmonização de leis ambientais nos dez anos de Mercosul". Ver http://www.buscalegis.ufsc.br/revistas/index.php/buscalegis/article/viewFile/21823/21387, consultado el 04/09/10. 46 ambientales, incorporando a su vez los principios del contaminador-pagador y del usuario-pagador. Para tales fines, debe buscarse la armonización de las diversas legislaciones procesuales sobre jurisdicción, de modo a crear mecanismos de derecho comunitario que posibiliten la aplicación de leyes y la adopción de acciones comunes, que traten los ecosistemas de forma integral. Se impone por lo tanto, la creación de un Tribunal supranacional con jurisdicción sobre los países del Mercosur, para la solución de los problemas que conciernan el interés colectivo en la preservación de la calidad de vida y de los patrones ambientales. Desde el 2 de agosto del presente año, Brasil, Argentina y Paraguay son signatarios de un acuerdo de cooperación que va a regular las acciones que sean desarrolladas en el ámbito del Acuífero Guaraní, uno de las mayores reservas de agua subterránea del mundo, con un área total de 1.087,879 km². De este total, Brasil posee el 68%, Argentina el 21% y Paraguay el 8%. De acuerdo con al protocolo firmado en San Juan, Argentina, los tres países miembro promoverán la gestación, el monitoreo y el aprovechamiento sostenible de los recursos hídricos, buscando garantizar el uso múltiple, racional, sostenible y equitativo de la reserva. Esta cooperación busca facilitar el intercambio de informaciones técnicas sobre estudios, actividades y obras, así como evitar que las partes causen perjuicio sensible al medio ambiente. Cada parte deberá informar a las otras sobre todas sus actividades. En caso de perjuicio a las partes, el causador deberá adoptar todas las medidas necesarias para eliminarlo o reducirlo 47. Bibliografia: BARACHO, José Alfredo de Oliveira, Junior. Responsabilidade civil por dano causado ao meio ambiente. Belo Horizonte: Del Rey, 2000. CUREAU, Sandra. “Apresentação” de la série Grandes Eventos. Meio Ambiente. Vol. I. Brasília: ESMPU, 2004. CUSTÓDIO, Helida Barreto. Responsabilidade civil por danos ao meio ambiente. Campinas: Millenium, 2006. 47 Ver http://www.envolverde.com.br/materia.php?cod=78995&edt=, consultado el 04/08/2010. GRIGARAVICIUS, Maria Delia Pereiro de. Daño ambiental en el medio ambiente urbano: un nuevo fenómeno económico en el siglo XXI. Buenos Aires: La Ley, 2001. LEMOS, Patrícia Faga Iglecias. Meio ambiente e responsabilidade civil do proprietário. Análise do nexo causal. São Paulo: Ed. Revista dos Tribunais, 2088. LEUZINGER, Márcia Dieguez e CUREAU, Sandra. Direito Ambiental. Rio de Janeiro: Elsevier, 2008. LORENZETTI, Ricardo Luis. Teoría del derecho ambiental. Buenos Aires: La Ley, 2008. MAZZILLI, Hugo Nigro. A defesa dos interesses difusos em juízo. São Paulo: Saraiva, 1996. MAZZILI, Hugo Nigro. A Defesa dos Interesses Difusos em Juízo, 19ª ed., São Paulo: Saraiva, 2006. PASTORINO, Leonardo Fabio. El daño al ambiente. Buenos Aires: LexisNexis, 2005. PLATIAU, Ana Flávia Barros. “Novos atores, governança global e o direito internacional” ambiental. In Grandes Eventos. Meio Ambiente. Vol. I. Brasília: ESMPU, 2004. PIVA, Rui Carvalho. Bem ambiental. São Paulo: Max Limonad, 2000. PRIEUR, Michel. Droit de l´environnement. 4ª Ed. Paris: Dalloz, 2001. PRIEUR, Michel. “A política nuclear francesa: aspectos jurídicos”. In Seminário Internacional: o direito ambiental e os rejeitos radioativos. Anais. Brasília: Escola Superior do Ministério Público da União, 2002. RÈMOND-GOUILLOUD, Martine. Du droit de détruire – essai sur le droit de l´environnement. Paris: PUF, 1989. ROCHA, Ednaldo Cândido, CANTO, Juliana Lorenzi do e PEREIRA, Pollyanna Cardoso. Avaliação de Impactos Ambientais nos países do Mercosul. Disponible en línea: http://www.scielo.br/pdf/asoc/v8n2/28609.pdf. SERRANO, José Luís. Principios de derecho ambiental y ecología jurídica. Madrid: Editorial Trotta, 2007. SOUZA, Paulo Roberto Pereira. “Harmonização de leis ambientais nos dez anos de Mercosul". Disponible en línea: http://www.buscalegis.ufsc.br/revistas/index.php/buscalegis/article/viewFile/21823/21387 , STEIGLEDER, Annelise Monteiro. Responsabilidade civil ambiental. As dimensões do dano ambiental no direito brasileiro. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2004. TRIPELLI, Adriana B. La protección internacional del ambiente en el siglo XXI – hacia un derecho internacional del desarrollo. Buenos Aires: LexisNexis, 2008. VALLS, Mario F. Derecho Ambiental. Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2008. VALLS, Mariana. Derecho ambiental. Los grandes problemas ambientales que enfrenta la Argentina a fin de siglo. Legislación y propuestas de solución. Buenos Aires: Ciudad Argentina, 1999. WINTER, Gerd. Desenvolvimento sustentável, OGM e responsabilidade civil na União Européia. Campinas: Millenium, 2009. Paginas de Internet consultadas - Pagina de la División para el Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas, “Declaración de Rio sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo”: http://www.un.org/esa/dsd/agenda21_spanish/res_riodecl.shtml. - Pagina del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Oficina Regional para América Latina y el Caribe, “Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano”: http://www.pnuma.org/docamb/mh1972.php - Pagina de la United States Environmental Protection Agency (EPA), “Lo que usted necesita saber sobre en el pescado y los mariscos”: http://www.epa.gov/waterscience/fish/advice/aviso.htm - Portal de informaciones “G1”, de la Agencia Globo, “Vazamento de petróleo desafia tecnologia no Golfo do México”, publicado en el 02/05/2010: http://g1.globo.com/mundo/noticia/2010/05/vazamento-de-petroleo-desafia-tecnologia-nogolfo-do-mexico.html - “Europa”, el portal de la Unión Europea, “Libros verdes”: http://europa.eu/documentation/official-docs/green-papers/index_es.htm - “Europa”, el portal de la Unión Europea, “Libros blancos”: http://europa.eu/documentation/official-docs/white-papers/index_es.htm - Pagina de la revista digital “Envolverde”, “Acordo de cooperação vai regular ações no Aqüífero Guarani”, publicado el 06/08/2010: http://www.envolverde.com.br/materia.php?cod=78995&edt= Textos consultados - Recurso especial 997538 / RN, STJ, 1ª Turma, Relator Ministro José Delgado, publicado en el Diario de la Justicia del 23/06/2008. - Recurso especial 1180888/GO, 2ª Turma, STJ, relator Ministro Herman Benjamin. - AgRg no Ag 973577 / SP, 2ª Turma, Relator Ministro Mauro Campbell Marques, publicado en el Diario de la Justicia del 19/12/2008. - Mayoria: Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Lorenzetti, Argibay Voto: Disidencia: Maqueda, Zaffaroni Abstencion: A. 1274. XXXIX; ORI - Asociación de Superficiarios de la Patagonia c/Y.P.F. S.A. y otros s/daño ambiental. 29/08/2006. T. 329, P. 349. - A. 1722. XLII; ORI, Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas c/Buenos Aires, Provincia de y otros s/acción de recomposición y saneamiento del Río Reconquista s/ medida cautelar - IN1. 08/04/2008 T. 331.