UNIVERSIDAD CATOLICA ARGENTINA “Santa María de los Buenos Aires” II ENCUENTRO NACIONAL DE DOCENTES UNIVERSITARIOS CATOLICOS 26-27-28 de octubre de 2000-10-19 Título de la Ponencia: Globalización y concentración. Principios éticos ante el avance tecnológico. Prof. Alicia Prestigiacomo Título Académico:Licenciada en Artes y Técnicas Publicitarias Lugar de trabajo académico Universidad Católica Argentina Instituto de Comunicación Social, Periodismo y Publicidad Cátedra: Redacción Publicitaria Dirección: Av. Alicia oreau de Justo 1500 Fax: 4349-0410 E-mail: icos@uca.edu.ar 1 Temario: 3 - Los efectos de la globalización y los valores humanos, ¿ avance o retroceso? 4 - La tecnología, propulsora de cambios sociales. 5 - Concentración, la hegemonía tecnológica. 6 - Política y mercado, el caso de Argentina. 8- Reflexiones. 9- Bibliografía. RESUMEN Mucho se habla hoy de un mundo globalizado y desde distintas perspectivas se analiza su incidencia en la vida actual. Pareciera que hay más beneficios que están al alcance de todos, como si se hubiera democratizado la cultura.Los medios, prensa y televisión, especialmente, contribuyen a difundir esta especie de paraíso tecnológico, reforzando la idea de que por primera vez en la historia de la humanidad el conocimiento tendrá acceso libre e ilimitado para todo el mundo.Sin embargo, este proceso no se está dirigiendo, desgraciadamente, en esta dirección. La llamada "sociedad de la información" es apenas para un mínimo porcentaje de ciudadanos, y detenta una concentración de poder económico e informativo en manos de unos pocos.En este escenario, el hombre ha sido arrancado de su verdadera esencia espiritual. Todo le es medido en términos económicos. La vida es consumo y a la vez, el consumo consume su vida. Valores como fidelidad, respeto, justicia, altruismo, solidaridad, entre otros, parecen haber caido en desuso. 2 Los efectos de la globalización y los valores humanos: ¿avance o retroceso? Mucho se habla hoy de un mundo globalizado y desde distintas perspectivas se analiza su incidencia en la vida actual. Desde una mirada generalizadora, pareciera que son más los beneficios que hoy están al alcance de todos, como si de alguna manera se hubiera democratizado la cultura. Los medios, prensa y televisión, especialmente, contribuyen a difundir esta especie de paraíso tecnológico reforzando la idea de que por primera vez en la historia de la humanidad el conocimiento tendrá acceso libre e ilimitado para todo el mundo. Si esto fuera así, podríamos aventurarnos a predecir un futuro con similares oportunidades para todos, mejor distribución de las riquezas, educación, especialización, mejor stándar de vida, etcétera. Estaríamos de alguna manera, en los albores de una nueva y fructífera etapa en el desarrollo de la humanidad, por primera vez el hombre estaría mirando a su prójimo de igual a igual. Se revalorizarían los derechos de todos los seres humanos, como si un gran abrazo protector proveniente de las grandes potencias, amparara a la tierra entera. Sin embargo, sabemos que este proceso no se está dirigiendo, desgraciadamente, en esta dirección. La llamada “sociedad de la información” es apenas para un mínimo porcentaje de la población actual y detenta, detrás, una concentración de poder económico e informativo en manos de unos pocos. En mi opinión, creo que adolece, desde su inicio, de una profunda crisis de valor. O quizás sería más correcto decir que el único valor así considerado es el de una economía liberal, o sea el dinero. En este mundo globalizado que estamos viendo emerger, el valor del hombre se cifra en términos económicos. Nunca fue más cierto aquello de “sos lo que tenés”, y si bien el bienestar económico estuvo siempre presente en la historia de la humanidad, con sus consecuentes injusticias, estuvo también siempre acompañado de otros valores e ideales que era necesario cultivar. Piénsese, por ejemplo, en el mecenazgo renacentista, donde el poder del dinero necesitaba acercarse también a los dones del espíritu, y en pro de ello se amparaba a los artistas como una necesidad de cultivar también otros valores. Sin duda, el mundo actual está siendo atravesado por transformaciones de amplias proporciones, intensas y profundas. Está siendo atravesado por una ruptura histórica de alcance universal, por sus implicaciones prácticas y teóricas. Es como si fuese un terremoto inesperado y avasallador, provocando transformaciones más o menos radicales en los modos de vida y de trabajo, en las formas de sociabilidad y los ideales, en los hábitos y las expectativas, explicaciones e ilusiones. Se habla de un nuevo mapa del mundo, de un mundo sin fronteras, de la aldea global, de un mundo virtual. Todo lo que parecía estable, se transforma, se recrea o se disuelve. Nada permanece. Y lo que permanece ya no es igual. Se modifican los significados de las cosas, de la gente y de las ideas. Se alteran las relaciones del presente con el pasado, y el futuro parece por demás incierto. Según el sociólogo brasileño Octavio Ianni lo que predomina es lo inmediato, lo que se ve, oye, siente, hace, produce, consume, disfruta, carece, sufre, padece. “Es como si unos y otros, individuos y colectividades, en su gran mayoría y en todo el mundo, 3 hubiesen, de repente, sido colocados en un escenario nuevo y vasto, inesperado, estremecedor, deslumbrante”.1 Ahora bien, en este nuevo escenario, el hombre ha sido arrancado de su verdadera esencia espiritual para volver, como el pueblo hebreo, a construir y adorar el becerro de oro. Todo le es medido en términos económicos, se triunfa o se fracasa en relación a la situación económica alcanzada. La vida es consumo, y a su vez el consumo consume su vida. Valores como fidelidad, respeto, justicia, altruismo, solidaridad, entre otros, parecen haber caído en desuso, y el hombre, desorientado, sólo puede mirar hacia el valor dinero, que es el horizonte hacia donde miran todos. Y allí, con la vista fija en ese punto, empieza, sin darse cuenta, a perderse a sí mismo. Henri Nowen lo expresa muy bien, al describir la vida actual en las grandes ciudades: “Cuando todo a nuestro alrededor sobreestimula y extiende hasta el infinito nuestra capacidad sensorial, y cuando lo que se nos ofrece para llenar nuestras necesidades más íntimas generalmente tiene poco de seductor para ellas, no es de extrañar que nos sintamos llenos de fantasías locas, sueños incontrolados y sentimientos y pensamientos perturbadores. En este punto es donde estamos más necesitados y somos más vulnerables. La fragmentación y comercialización de nuestro medio hace casi imposible encontrar un sitio en el que nuestro ser total – cuerpo, alma y corazón – pueda sentirse a salvo y protegido. Paseando por las calles de Nueva York o de Toronto, es difícil no sentirse arrancados fuera del centro de nuestro ser como personas, y experimentar en nuestras entrañas la angustia y la agonía de este mundo”.2 La tecnología: propulsora de cambios sociales. El desarrollo de la informática y sus aplicaciones en el campo de la comunicación, constituye, sin duda, uno de los grandes acontecimientos de ruptura social en la historia de la humanidad, cuya magnitud podría ser comparada a la de la revolución industrial, aunque es evidente que la supera ya que se sitúa en la intersección de cuatro transformaciones convergentes: social económica, técnica y cultural. Hasta hace unas décadas, el desarrollo económico de un Estado se calculaba según sus tasas de producción, actualmente el poderío de un país está determinado por su capacidad de producir información. La era de la información de masas está sucediendo a la era industrial, y tal como dice Alvin Toffler, es la época de la tercera ola, siendo la primera la revolución agraria del neolítico y la segunda, la revolución industrial del siglo XIX. Si nos preguntamos cuáles han sido los factores que han provocado un cambio tan radical en un corto plazo, sin duda ha sido el progreso de la tecnología electrónica. Desde 1946, año en que se creó la primer computadora en Estados Unidos, hasta nuestros días, el progreso ha sido vertiginoso y sorprendente y todo parece confirmar que seguirá siéndolo hasta límites inimaginables. Los inventos que han aumentado la rapidez e inmediatez de la información siempre han modificado el carácter del mundo en que nacieron. Por ejemplo, en el sigo XV, 1 Conferencia de Octavio Ianni en la Universidad de Buenos Aires, del 29 de junio de 2000.Citado en la revista Ciencias Sociales de la Facultad de C. Sociales (UBA) N° 43, Agosto de 2000, p. 19 2 Nowen, Henri. “Tu eres mi amado”. PPC Editorial, Madrid, 1992. P59 4 la introducción en Europa de la imprenta de varios tipos movibles contribuyó a producir el Renacimiento y la Reforma. La impresión en gran escala facilitó grandes cambios en las actitudes sociales, consideremos, por ejemplo, que entre la caída de Roma y el siglo XVII, el contenido de los libros era teológico y filosófico. En 1973, en Francia, la ley de imprenta liberó a los editores de los monopolios oficiales y del control sobre el contenido, y si bien Napoleón restableció los controles, ya se hizo muy difícil mantenerlos sumisos. Estos editores, desde Holanda y Bélgica, imprimieron obras de Moliere, Voltaire, Rousseau y otros, causando un efecto subversivo sobre la monarquía absoluta. En el siglo XIX, el telégrafo, los ferrocarriles y las prensas de alta velocidad colaboraron al derrumbe de las oligarquías e inauguraron la política de masas. Sobre la mitad del pasado siglo, la televisión catalizó la revolución de los derechos civiles, la rebelión de los estudiantes y la separación entre quienes fueron conformados por la nueva máquina y quienes no lo fueron. Es importante destacar que la información impresa constituía antes el principal instrumento de penetración, y el tiempo que su desarrollo requería permitía cierto tiempo para adaptarse a aquellos sistemas políticos con sensibilidad suficiente para reaccionar., pero el rápido crecimiento de la radio y la televisión comprime ese tiempo y enfrenta las sociedades a rápidas reacciones, desconocidas hasta el momento. Un ejemplo claro de esta situación fue la perdurabilidad en la opresión de los negros en el sur de los EE.UU, debido al estricto control de la información. Concentración, la hegemonía tecnológica La importancia última del sistema de noticias no es económica, tecnológica ni organizativa. Es social. La noticia forma el sistema nervioso periférico del cuerpo político, que percibe el medio total y elige que imágenes y sonidos se transmitirán al público. Más que cualquier otro mecanismo, es este sistema el que decide cuáles de los incontables millones de acontecimientos del mundo han de ser conocidos por la generalidad de las personas. Y al así hacerlo, altera la imagen perceptiva que de sí mismo y del mundo se forma el hombre: cuanto más rápida y vívida la comunicación, tanto mayor la alteración. Ahora bien lo hombres que controlan estos instrumentos de comunicación tienen enorme poder. Donde antes fueron sacerdotes y reyes quienes decidían lo que el populacho había de oir, ahora son los grandes empresarios propietarios de los medios de información. En la medida en que los hombres se agrupan en masas cada vez mayores, aumenta la fuerza y el poderío de quienes controlan la información. Es sabido que el saber ha sido siempre un instrumento de poder, y que siempre ha quedado reservada a los más altos niveles. Las personas que saben cómo se generan, organizan y transmiten las noticias, utilizan este conocimiento en su propio provecho, intentando controlar no sólo su propia conducta en los acontecimientos públicos, sino la información relativa a éstos. Por ejemplo, hace unas décadas, en EE.UU casi todos los diarios pertenecían a monopolios locales, de manera que la comunidad estaba bajo el control de un hombre o grupo de hombres. A su vez, esta situación se vio agravada por el hecho de que algunos de estos diarios eran propiedad de personas 5 que controlaban también otros diarios monopólicos, de manera que el poder de cada propietario se extendía a muchas ciudades. Sin duda, las condiciones de competencia han variado notablemente en las últimas décadas. De la separación tradicional entre las industrias de materiales, de redes y de contenidos, el interés de los grandes capitales se abocó a la integración vertical y al aprovechamiento de sinergías comerciales, lo que motivó la aparición de importantes grupos de comunicación en los años 80. En los 90 emergen nuevos grupos que no tienen tanto una vocación multimedia, como la búsqueda del control de las distintas puertas que abren la múltiple combinación de materiales, redes y contenidos para cualquier tipo de medio, producto o soporte. Esto explica que capitales con distinta competencia se alían y fusionan con un concepto global, y que incluso los grupos informacionales, telecomunicativos y audiovisuales formen parte de macrogrupos bajo la guía de capitales financieros e industriales. Los países industrializados están fuertemente interesados en la mundialización y han tomado medidas para sacar ventajas de ella, lo que no sucede de igual forma en los países en desarrollo, que no han demostrado la misma capacidad de integración en la economía mundial. La creciente importancia de las empresas multinacionales fue facilitada por la mundialización de los mercados creados por las autopistas de la información. Si consideramos que en los años 70 el número de estas sociedades multinacionales era apenas superior a algunas centenas, y que en la actualidad superan las cuarenta mil, concluiremos que el fenómeno de la multinacionalidad ha tenido un desarrollo vertiginoso en pocos años. Hoy, la profusión de alianzas y fusiones empresarias sin fronteras caracteriza la situación actual de los medios. En el momento en que la economía se torna mundial, en el que se desarrolla una cultura y una sociedad de información global, todo parece apuntar al crecimiento de una verdadera red interactiva y digital de escala mundial que estimula fuertemente una convergencia de tres sectores tecnológicos (informática, telecomunicaciones y audiovisual), que convergen y se funden en los multimedios y en Internet. Política y mercado: el caso de Argentina El desarrollo alcanzado en los últimos años por el sector de las comunicaciones en la Argentina es uno de los más notables en todo el mundo en relación con su crecimiento relativo. Ello se enmarca en un proceso de transformación económica iniciada a comienzos de la administración Menen (1989), caracterizada por una etapa de privatización de áreas que no sólo incluyó las relativas a las comunicaciones, sino también un conjunto de sectores primarios y de servicios. La televisión en Argentina respondió a una lógica de concentración geográfica estructurada sobre la base de un sistema de productoras y emisoras de cabecera en la ciudad de Buenos Aires, con repetidoras en el interior del país. A partir de la década del 80, se inicia el período de crecimiento y consolidación del sistema de televisión por cable, que alcanza un importante desarrollo en la actualidad. 6 El sistema televisivo abierto ha mantenido siempre una estrecha relación con el sistema político en general y con los gobiernos en particular. Luego de un período de propiedad estatal de los canales, la dictadura militar de 1973 sienta las bases para una futura privatización, asegurándose un férreo control sobre los contenidos. Con el retorno de la democracia en 1983, se intentó establecer políticas de medios y se elaboraron una gran cantidad de proyectos con el objeto de reemplazar la legislación militar. Sin embargo, la falta de voluntad política y la oposición de los empresarios del área impidieron que se produjeran modificaciones sustanciales a la legislación de medios. Recién en 1989 se inició el proceso de privatización y concentración de la Radiodifusión, con la sanción de la Ley de Reforma del Estado, modificándose aquellos artículos que impedían la conformación de grupos multimedios. Al amparo de esta legislación, los principales grupos editoriales, Clarín (socio mayoritario de Artear) y Atlántida (accionista del grupo Telefé) resultaron adjudicatarios de los canales 13 y 11 respectivamente, ingresando así al negocio televisivo. A partir de ese momento, las modificaciones al sistema de radiodifusión se realizaron siguiendo las necesidades del mercado. Con el cable, no sucedió lo mismo, ya que el Estado no participó de la administración de empresas del sector, sino que se limitó a establecer un marco regulatorio. Recién con la ley de Telecomunicaciones , la televisión por cable fue considerada un servicio especial de radiodifusión. Y es a mediados del gobierno de Menen cuando el sector experimenta un acelerado proceso de concentración y las empresas de cable pasan a ser propiedad de los grupos multimediáticos. Finalmente, se produce el ingreso de capitales foráneos, especialmente norteamericanos y esto se debe a que los empresarios del país ven la necesidad de renovar sus redes ante la nueva relación que se avecina con las telefónicas, y acuden al auxilio del capital extranjero. La posterior concentración que se dio en los sectores televisivos y de telecomunicaciones se enmarca en el proceso de convergencia tecnológica iniciada mundialmente. Las grandes fusiones autorizadas por la Unión Europea y la nueva ley de telecomunicaciones de Estados Unidos (1996) han originado políticas que las empresas multinacionales trasladan al país. Este panorama se hace aún más complejo con la entrada de grandes operadores norteamericanos que ingresan prestando los servicios de telecomunicaciones y en la televisión por cable, para desarrollar una red de distribución adecuada que les permita difundir los productos cuyo mercado ya dominan. A ellos se les suman las telefónicas europeas, con objetivos similares. Entre los grupos multimedia nacionales, se destaca el Grupo Clarín, que advirtió premonitoriamente el carácter estratégico de la comunicación y diversificó sus actividades de acuerdo a la globalización y la convergencia. Hoy tiene más de cuarenta y seis empresas de diversos sectores: telecomunicación, radiodifusión, prensa escrita, productoras de cine y televisión, agencias de noticias y encuestadoras, además de constructoras, financieras y cajas de retiro. Está asociado a dos de las principales operadoras estadounidenses (AT&T y GTE) en telefonía móvil, a Telefónica Internacional en la televisión por cable y a TCI en la difusión de eventos deportivos. 7 Otros multimedios menores, como Televisión Federal (Telefé) y América, optaron por fortalecerse como productores de programación y a veces como socios menores de los norteamericanos para integrar redes de distribución. Reflexiones Dado el panorama actual de las comunicaciones globales y la clara situación de concentración evidenciada en el sector, es difícil predecir un futuro en cuanto al giro que podrán tomar las mismas en apenas pocos años más, y como será su influencia en cuanto a mejorar el nivel de vida en base al respeto por la dignidad humana. Algunos autores, estudiosos del tema, expresan sus opiniones en un tono absolutamente pesimista como en algunos casos moderadamente optimista. Veamos, como ejemplo, a dos de ellos: “Hemos ingresado globalmente, y por de pronto sin retorno, en la era de la plutocracia, hay cola para prosternarse ante el dinero. El desinterés, la solidaridad social y la mística del servicio público son enviados al archivo muerto de los valores obsoletos. La guardia pretoriana del posmodernismo tilda de jurásicos a quienes osan invocar verdad y razón, justicia o valores”.3 “El acceso a la infraestructura y al sociedad mundial de la información es una cuestión planetaria, que no debe dejar fuera a ninguna comunidad, incluso a ninguna economía en desarrollo. Si no fuera posible evitar esa exclusión, la desigualdad de los niveles de desarrollo corre el riesgo de crecer”.4 Según Giovanni Sartori, en su análisis sobre la televisión y el hombre de la cultura de la imagen, que ha destronado, a su entender, al homo sapiens de la cultura escrita, las posibilidades de Internet son infinitas, para bien o para mal. El autor prevee que tendrá un futuro modesto como instrumento cultural, de crecimiento de la cultura ya que, según afirma, los estudiosos seguirán leyendo libros, sólo sirviéndose de Internet para completar datos, obtener mayor información y bibliografías. Afirma que la mayoría de los usuarios no serán de esta clase, sino que serán analfabetos culturales que matarán su tiempo libre invirtiéndolo en futilidades. Lo cual, aclara, no tiene nada de malo pero tampoco de bueno, y sobre todo no representa progreso alguno. Y agrega “ Hacia finales del siglo XX, el homo sapiens ha entrado en crisis, una crisis de pérdida de conocimiento y de capacidad de saber”.5 Ahora bien, esta crisis es inversamente proporcional al progreso de la globalización, ya que esta nos ofrece conocimientos sin fronteras, mayores posibilidades de interacción, cercanía a pesar de las distancias, mejores oportunidades de negocios, 3 Pasquali Antonio, “Reinventar los servicios públicos”, en Nueva Sociedad, 140, Nov./Dic., Caracas. Citado en Globalización y Monopolios en la Comunicación en América Latina. Mastrini Guillermo, Bolaño César (editores) Editorial Biblos, Buenos Aires, 1999, p. 10. 4 Idem, p 103 Braumann, Pedro Jorge 5 Sartori, Giovanni “Homo Videns. La sociedad teledirigida”. Santillana, S.A Taurus, Madrid, 1998, p. 61. 8 etcétera. Un panorama aparentemente triunfalista que contrasta con un individuo aislado, solitario, confinado dentro de su propio yo en medio de una soledad electrónica y cada vez más dispuesto a establecer relaciones virtuales por la red, que con un ser de carne y hueso. Este individuo percibe el mundo que otros han diseñado para él, el grupo minoritario de los dueños de la nueva cultura cibernética, que controlan la información y hasta el deseo, ya que muchas veces la persona cree estar eligiendo, cuando en verdad está obedeciendo a las nuevas leyes del mercado. Podemos concluir, citando las sabias palabras de Romano Guardini sobre la esperanza en un mundo justo, con oportunidades para todos: “Justicia es esa ordenación de la existencia en que el hombre puede obtener participación en el mundo y realizar una obra; entrar, con los demás hombres, en la relación de la amistad, de la comunidad de trabajo, del amor y de la fecundidad, tal como lo requiere el juicio de su conciencia. Y por cierto, subrayándolo una vez más, no sólo el poderoso y afortunado y dotado, sino todo hombre por ser hombre”.6 ¿Podrá ser así, en un futuro, el mundo globalizado que estamos viendo nacer? Parece difícil creerlo, ya que como dice el autor “ ¡Qué penetrado está todo por el afán de poder y de tener razón ... ¡Cómo se aplastan a millones de hombres para establecer la presunta forma correcta de economía!”7 Sin duda, en la medida en que avanzó la evolución cultural y se desarrollaron la comprensión racional y el dominio técnico del mundo, el elemento religioso retrocedió, el hombre dejó de lado su interioridad, su conciencia de hermandad planetaria, el verdadero sentido de su existencia. Sería bueno, entonces, que la concentración y la globalización no se midiera tanto en términos económicos, sino en valores auténticos para la humanidad toda. Bibliografía: - - Bagdikian, Ben H., Las máquinas de información, Fondo de Cultura Económica, México, 1975. Guardini, Romano., Una ética para nuestro tiempo, Lumen, Buenos Aires, 1963. Ianni, Octavio, Una ruptura histórica y epistemológica, Revista Ciencias Sociales, BuenosAires, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, N° 43, Agosto de 2000, p. 19. Nieto, A. e Iglesias, F., Empresa Informativa, Ariel, Barcelona, 1993. Nieto, A. y Sánchez Tabernero, A., Servicios Comerciales de Información, Ariel, Barcelona, 1996. Nowen, Henri J., Tu eres mi amado, PPC, Madrid, 1992. Mastrini, Guillermo y Bolaño, César (editores). Globalización y Monopolios en la Comunicación en América Latina, Biblos, Buenos Aires, 1999 Ramonet, Ignacio. La golosina virtual, G. Gilli, México, 1975. Ramonet, Ignacio, La tiranía de la comunicación, Temas de debate, Madrid, 1998. Ramos, Julio A., El periodismo atrasado, Garda, Buenos Aires, 1996. 6 Guardini, Romano, Una ética para nuestro tiempo, Ed. Lumen, Bs. As., 1994, p. 74. 7 Ibidem. p. 81 9 - Sartori, Giovanni. Homo Videns, la sociedad teledirigida, Santillana S.A. Taurus, Madrid, 1998. Seminarios: “La investigación en la empresa informativa”, doctor Angel Arrese Reca; “Prensa económica en el mercado europeo”, doctor Alfonso Nieto Tamargo. (Apuntes de clase: cursos realizados en la universidad Austral, Agosto de 2000). 10