Las masas boscosas a finales del siglo XXI

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Las masas boscosas a finales del siglo XXI
Bosques de montaña en peligro
Las especies que habitan en los ecosistemas a mayor altitud son las que peor futuro tienen, ya que
sus áreas potenciales de distribución se reducirán entre un 91% y un 99% en 2080. Sólo entre un
2% y un 8% de los espacios tendrán las condiciones climáticas adecuadas para que las semillas
de las tres especies analizadas –pino silvestre (Pinus sylvestris), pino negro (Pinus uncinata) y
abeto blanco (Abies alba)– puedan germinar.
Las dos especies de pinos presentan ya una situación precaria en la Península Ibérica, apunta el
profesor de la UAM Helios Sainz, por lo que el impacto del calentamiento podría conllevar su
extinción. Estos bosques de coníferas son propios del norte y centro peninsular, y la especie más
extendida es el pino silvestre, con más de 8.254 km2 de superficie y 32.288 km2 de superficie
potencial actual. El pino negro se distribuye a lo largo de 1.129 km2 y el abeto blanco, en 183 km2.
La desaparición de estos árboles supondrá una disminución de la diversidad biológica asociada y
de la variedad genética.
Colonización del área mediterránea
Las especies típicas del sur peninsular, de clima mediterráneo, son los pinos resinero (Pinus
pinaster), piñonero (Pinus pinea) y carrasco (Pinus halepensis), la encina (Quercus ilex subsp.
Ilex), la carrasca (Quercus ilex subsp. ballota) y el alcornoque (Quercus suber). Estos árboles son
resistentes a las sequías estacionales, propias del clima mediterráneo, y son en los que, según el
modelo de los especialistas de la UAM, menos impacto tendrá el calentamiento. Su distribución es
la que menos se reduce. El área de los pinos resinero y carrasco aumentará, incluso, en 2080.
A pesar de perder parte de su hábitat actual, estos ejemplares sobrevivirán si tienen capacidad de
adaptarse y colonizar ecosistemas con características similares que aparecerán con el cambio
climático, por ejemplo en el centro peninsular. La carrasca es la especie más representada en la
Península, con un área de 52.252 km2, pero su declive en 2080 será notable, hasta una superficie
de 5.646 km2.
Hayas europeas en declive
Los bosques europeos también tienen su representación en la Península, con especies como el
castaño europeo (Castanea sativa) o el haya (Fagus sylvatica), e incluso España es el límite de
distribución suroeste para el roble albar (Quercus petraea) y el carballo (Quercus robur). Las
poblaciones de estos últimos son ecológica y taxonómicamente únicas, ya que han generado
subespecies endémicas y su conservación es importante, indican los autores. A estas latitudes, su
supervivencia depende de la disponibilidad de agua y, por eso, con un escenario de calentamiento
a lo largo del siglo XXI con menos recursos hídricos, su supervivencia está en cuestión. En 2080,
el panorama es diferente según las especies. Así, mientras las hayas o los robles albar ven
reducida su área de distribución, el castaño europeo y el roble carballo no sufrirán tanto, ya que
podrían aumentar su superficie potencial entre el 39% y el 11%. Estos árboles podrían ocupar
zonas de mayor altitud, dado que ya habitan en laderas y pequeñas montañas.
El roble sobrevive en España
Las formaciones submediterráneas están compuestas por roble pubescente (Quercus pubescens),
rebollo (Quercus pyrenaica), quejigo (Quercus faginea), sabina albar (Juniperus thurifera) y pino
salgareño (Pinus nigra ssp. salzmannii) y aparecen en la zona de transición entre el clima
mediterráneo y las regiones euro-siberianas. En España germinan en la mitad norte peninsular.
Las especies más afectadas por el aumento de temperaturas serán el roble rebollo y el pino
salgareño en 2080, ya que cerca del 100% de sus áreas actuales de distribución se verán
reducidas. El único que sobrevive y no decrece drásticamente en estos ecosistemas es el roble
pubescente, que es además el último representante de esta subespecie en la Península. Este tipo
de roble se mantendría en el 66% de las zonas que habita en la actualidad, ya que crece en áreas
menos expuestas al cambio climático. Incluso podría incrementar su territorio en 2080 en un 6%,
según los datos de la investigación.
publico.es (16-06-2008)
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