La Comunidad de Villa y Tierra Las Comunidades de Villa y Tierra fueron la forma de gobierno de la Extremadura Castellana (Extrema Durii = más allá del Duero), desde la repoblación de los siglos XI y XII, cuando la nueva frontera con los Al-Andalus pudo fijarse en el río Tajo, dejando libres y seguras inmensas extensiones entre los ríos Duero y Tajo. El centro de la Comunidad de Villa y Tierra es la Villa, en este caso, Portillo. Los vecinos de ella reciben del Rey un amplio territorio sobre el que ejercen todos los derechos de propiedad y organización (creación de nuevas aldeas, que dependerán administrativamente del concejo de la Villa, reparto de tierras, regulación de los aprovechamientos, admisión de nuevos vecinos, etc.), con una amplia autonomía político-administrativa, porque dependían directamente del Rey. En el siglo XIII comienza a desarrollarse un proceso de señorialización de estas Comunidades de Villa y Tierra, aunque la de Portillo siguió siendo tierra de realengo hasta 1465?, en que Enrique IV otorgó su jurisdicción a Rodrigo Pimentel, Conde de Mayorga y Benavente. La creación de la Comunidad de Villa y Tierra de Portillo no se conoce con certeza, pero ya se menciona ya en el privilegio por el que el Rey Sancho el Mayor otorga, en 1035, tierras a la recién creada diócesis de Palencia. Limitaba al norte con el Concejo de Valladolid y la Merindad del Infantado; al este, con la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar; al sur, con la de Íscar y la villa episcopal de Mojados; y al oeste, con Mojados y con la Comunidad de Villa y Tierra de Olmedo. En el siglo XIV contaba con 17 aldeas, de las que solo han perdurado hasta nuestros días 6: Aldea de San Miguel, Aldeamayor de San Martín, Arrabal de Portillo (Reoyo), Camporredondo, La Parrilla y La Pedraja. Además contaba con, al menos, 11 despoblados o pequeños caseríos, en la actualidad desaparecidos, pero que han dejado huellas en la toponimia de los pagos del término, tales como El Comeso, El Compasco y El Compasquillo, El Cardiel, Barcelona, Renedo... El Concejo de Portillo, como cabeza de la Comunidad de Villa y Tierra, ejercía el gobierno del término y de él dependían los concejos de las aldeas y lugares de la Tierra. El Concejo y el Regimiento Los antiguos Concejos estaban constituidos por un número variable de regidores, que podemos equiparar, salvando las distancias, con los actuales concejales, y los oficiales, algo así como los funcionarios municipales del momento. Su actividad derivaba de un amplio abanico de competencias: la aprobación de las cuentas y la gestión de los bienes de propios, los abastos (carnicería, almotacén, alhóndiga…), la sanidad, el orden público y la administración de justicia en primera instancia. En un principio, los regidores eran elegidos por los sexmos, división administrativa del municipio que, en Portillo, coincidía con las parroquias: San Esteban, Santa María la Mayor, San Juan y El Salvador. Con el paso del tiempo, el cargo de regidor lo fueron monopolizando las familias de la oligarquía local y llegó a convertirse en vitalicio. Además de los regidores y oficiales, el Rey, más tarde el Conde de Benavente, designaba un Corregidor o Alcalde Mayor que supervisaba la labor del Concejo y hacía de intermediario entre el Concejo y el señor de la Villa. Para contrarrestar ese poder, el estado de lo pecheros (el pueblo llano), se reunía en asamblea en la aldea del Comeso el día de San Blas de cada año para redactar los Capítulos de San Blas, memorial elevado al Conde de Benavente, en el que recogían los abusos del Regimiento y hacían recomendaciones para la mejora en el ejercicio de sus competencias. La Beneficencia: En el Antiguo Régimen, la atención a los pobres y los necesitados no se consideraba un derecho de los ciudadanos, sino que era ejercida como un acto piadoso (dar de comer al que tiene hambre... de beber al que tiene sed...) y era ejercida por los poderosos como un acto encaminado a la salvación de su alma. De la misma manera, los actos de beneficencia iban encaminados no sólo al cuidado del cuerpo, sino también al del alma de los beneficiados. La beneficencia era ejercida por dos instituciones cuya existencia abarca toda la Edad Media y la Edad Moderna: las cofradías y las fundaciones, también llamadas de forma genérica obras Pías. Las primeras, que en muchos casos tienen un origen gremial, son una asociación de gentes en torno a una advocación para desarrollar alguna actividad piadosa o caritativa. Las fundaciones son unas instituciones creadas por el testamento del fundador que establecen aniversarios de misas por su alma u obras caritativas, o ambas cosas a la vez. En Portillo y en Arrabal se han identificado 25 cofradías y 6 fundaciones, sin contar las existentes en los pueblos de la Tierra, que eran muy numerosas. De entre las cofradías 18 eran devocionales (únicamente celebraban el día de su advocación y daban sufragios por los cofrades muertos) y 7 asistenciales que o bien administraban un hospital o colaboraban en su mantenimiento, o bien realizan otro tipo de actividad benéfica como el reparto de pan o ropa entre los pobres, la dotación de huérfanas, etc. Las fundaciones, por el contrario, además de la celebración de misas por el alma del difunto fundador, tenían todas una función asistencial, ya sea la dotación de huérfanos, ya el reparto de pan para los pobres o el establecimiento de un Pósito Pío. Entre las cofradías podemos destacar la de San Juan Apóstol y Evangelista, que administra el Hospital de San Juan y distribuye pan en las pascuas; la de Santa Marina y Santa Lucía (en un principio fueron dos cofradías que se fusionaron), que administraba el Hospital de Santa Lucía, y la de San Juan, San Miguel y San Esteban, ésta en Arrabal, también resultado de la fusión de tres antiguas cofradías, que mantenía una CasaHospital con tres camas para pobres transeúntes y una para pobres enfermos de la localidad. Entre las fundaciones cabe destacar la de Alonso Pimentel, cuya finalidad es la dotación de 12 huérfanas para que puedan contraer matrimonio y la distribución de una limosna a los pobres en las pascuas de Navidad y Semana Santa, o la de Francisco Olmedo, que instituye un Pósito Pío para la venta de cereal a precio controlado durante las épocas de escasez. El Concejo, aunque no estaba entre sus competencias, también realizaba alguna acción caritativa como el llamado “voto de San Miguel”, por el que se obligaba a pagar dos misas cada semana y a repartir limosna entre los pobres el día de San Miguel, patrono de la Villa y pueblos de la Tierra. El aprovechamiento de los bienes de propios y los servicios Los bienes de propios, bosques y montes, fundamentalmente, proporcionaban cuantiosos ingresos en las arcas del concejo. Es por eso que se regula estrictamente su aprovechamiento: las cortas de madera, las piñas y la caza, así como su cuidado y acrecentamiento: limpieza, repoblaciones, nuevos plantíos… El Concejo, así mismo, prestaba determinados servicios a los vecinos, sobre todo a los de menores recursos económicos. A lo largo de los siglos XVI y XVII, se pueden identificar a través de sus arrendamientos, al menos los siguientes: carnicería, alhóndiga, suministro de cal, almotacén, mercería, campanero, médico, boticario y maestro. Las fiestas El calendario festivo en Portillo es abundante por el número de celebraciones que contiene. Las de mayor raigambre a lo largo de toda la historia son, sin duda, la festividad de la Natividad de Nuestra Señora, el 8 de septiembre, que se celebra desde mediados del siglo XVII, y la del Corpus, que se celebra desde tiempos inmemoriales. No obstante, las primeras fiestas en documentarse, además de la fiesta del Corpus, fueron las de San Urbano, San Juan y la Asunción de Nuestra Señora. No sólo se celebraban las festividades religiosas, cualquier acontecimiento era aprovechado para organizar una celebración. El nacimiento de los vástagos del Conde de Benavente o la visita de la Reina fueron buenas excusas en ciertas ocasiones. Fiesta Fecha San Urbano 25 de mayo Corpus Christi De mayo a junio San Miguel 29 de septiembre San Juan 24 de junio San Antonio de Padua 13 de junio La Asunción de Nuestra Señora 15 de agosto La Natividad de Nuestra Señora 8 de septiembre Virgen de las Candelas 2 de febrero Siglo Siglo Siglo Siglo Siglo Siglo XV XVI XVII XVIII XIX XX El color más claro corresponde a los períodos de menor importancia Y las fiestas iban, casi siempre acompañadas de toros. Los toros con sus capeas y encierros han sido en Portillo una tradición que se remonta, al menos, hasta 1471, fecha en que, según un asiento de las Cuentas rendidas por el mayordomo del Concejo en 1473, se abonó a un Juan Anta, vecino de La Pedraja, setecientos maravedís por un toro que se le compró para correr el día de San Urbano. Desde entonces hasta ahora, son numerosas las noticias recogidas en la Cuentas y en los Libros de Acuerdos del Concejo sobre la celebración de fiestas, adquisiciones de toros, pagos a carpinteros por levantar tablados o poner talanqueras, etc.