EXPRESIONES RELIGIOSAS DE ORIGEN AFRICANO E IDENTIDAD CULTURAL MATANCERA. Lic. Andrés Rodríguez Reyes "Museo de la Ruta del Esclavo". Matanzas Debido al creciente desarrollo de la economía de plantación azucarera en la Cuba colonial y española, del África subsahariana fueron introducidos como mano de obra esclava, representantes de los más diversos grupos étnicos: bantú, yoruba, ewe fon, carabalí, mandinga, entre otros. El fruto de su trabajo resultó la base del esplendor económico de la provincia de Matanzas. Al respecto, en su libro "El Ingenio", expresa Manuel Moreno Fraginal: "...a fines del siglo XVIII Matanzas carece de significación en la industria azucarera. En 1827 produce ya el 25% del azúcar cubana. Cuando la crisis de 1857, el azúcar de Cárdenas, Matanzas y Colón representa el 55.56% de la producción total de la Isla." (1) Esa fue la causa de los importantes asentamientos de esclavos africanos en nuestra provincia. Es importante el señalar que la población “de color” en Matanzas, según el censo de 1841, entre esclavos, mulatos y negros libres alcanzó el 68.07% de la población total en la jurisdicción de Matanzas (ciudad, 5 pueblos, 8 caseríos y 9 partidos rurales), mientras que en la propia ciudad de Matanzas, alcanzó el 46.1% de su población. (2) Con la abolición de la Esclavitud en 1886, muchos de los antiguos esclavos y sus descendientes emigraron hacia poblados, zonas suburbanas y barrios marginales en busca de trabajo. Esos hombres "de color" traían consigo sus creencias, costumbres ancestrales, gustos determinados en el vestir y las comidas, alegrías, penas, esperanzas, y una mentalidad diferente al blanco explotador. Se convirtieron en obreros asalariados, con los más diversos oficios, amas de casa, desempleados, indigentes, prostitutas, víctimas todos de una sociedad que les resultó sumamente hostil. El componente africano, junto al español, resultó una de las raíces fundamentales de nuestra nacionalidad y Cultura Nacional, a la cual concedió profundos aportes. Dicho legado se concretó fundamentalmente en la Cultura Popular Tradicional, tanto de carácter material, como espiritual. El mismo se materializó en la música, en la danza, en la oralidad y las costumbres populares, en la cocina, en la forma de ser del cubano, en su religiosidad, y en muchos otros aspectos de la vida cotidiana. Al hablar del legado africano presente en la Cultura Nacional, y en la matancera en especifico, debemos recordar que las orquestas populares estaban compuestas por negros y mulatos en el siglo XIX; debemos recordar también a músicos, tales como José White y Miguel Failde, a los coros de clave, los cuales evolucionaron para dar surgimiento a la Rumba, primer género músico-danzario popular de raíz africana en Cuba. El aporte africano a la conformación del campo religioso cubano consistió en la introducción de sus prácticas mágico-religiosas ancestrales, las que luego de un espontáneo, largo y complejo proceso de transculturación y de sincretismo religioso con el Catolicismo Español, dieron lugar a los llamados cultos sincréticos o expresiones religiosas de origen africano en Cuba. Ellas son la Regla de Ocha o Santería Cubana (de origen yoruba y takua), la Regla Palo Monte (de origen bantú), la Regla Arará (de origen ewe fon), la Regla Ganga (de origen mandinga) y la Sociedad Secreta Abakuá (de origen carabalí). Las prácticas mágico-religiosas de las reglas Arará y Ganga sólo se conservan en la provincia de Matanzas. La primera está difundida en las ciudades de Matanzas, los poblados de Jovellanos y Perico, y en la zona de Agramonte. La Regla Ganga sólo se localiza en el poblado de Perico. Excepto esta última todas esas expresiones religiosas de origen africano están difundidas en la ciudad de Matanzas. Una de las características más importantes de dichas expresiones religiosas en nuestra provincia en general, y en nuestra ciudad en particular, es la presencia de numerosas variantes en sus practicas rituales. Dichas variantes tienen un carácter local. Respecto a la Regla de Ocha podemos señalar que, en la ciudad de Matanzas, todavía se conserva el Cabildo Iyessá "San Juan Bautista" (de origen yoruba), y además el hecho de que en algunas de sus casas templos puedan realizarse las ceremonias de iniciación, “de asiento” de los orishas Babalú Ayé (deidad patrona de las enfermedades), y Argayú Solá (el cual representa la fuerza bruta masculina). En otras localidades de la provincia y del resto del país, estas deidades sólo pueden ser entregadas a los iniciados. En la ciudad se practican dos variantes de Palo Monte: Briyumba Congo y Mayombe. En la propia ciudad de Matanzas, como en la Habana y Cárdenas, existen numerosas potencias de la Sociedad Secreta Abakuá, de origen carabalí (brikamo, efik y efó), únicas en su tipo fuera del continente africano. Los símbolos, las ideas y las representaciones mágico-religiosas de esas prácticas rituales han ido penetrando, desde los más estrechos círculos iniciáticos a la más amplia religiosidad popular, en forma de supersticiones, leyendas y tradiciones que han enriquecido el imaginario popular. Incluso el Espiritismo, una expresión religiosa de origen europeo, ha ido asimilando elementos mágico-religiosos de origen africano. El Espiritismo Científico o Kardeciano, introducido en Cuba desde la propia España y de Estados Unidos, ha evolucionado hasta variantes populares cubanas como son el Espiritismo Cruzado y el de Cordón. A diferencia del Espiritismo Científico en el Espiritismo Cruzado, variante popular de Espiritismo practicado en la ciudad de Matanzas, los espíritus invocados no son los "elevados" (curas, monjas, poetas, próceres, etc.), sino precisamente aquellos pertenecientes a la Comisión Africana, presidida por los espíritus congos. Los iniciados en dichas prácticas mágico-religiosas viven una realidad especial de existencia, en un mundo fabuloso, donde el muerto, el santo, el brujo, les aconsejan, advierten, regañan, castigan y favorecen. En un mundo, donde se considera que ciertos poderes son decisivos en el curso de sus vidas. Y esta creencia, como sistema configurado subjetivamente en las mentes de los practicantes, puede condicionar el surgimiento de ciertos valores que pueden regular la conducta social de sus practicantes, influir en la identidad del grupo, y a la vez enriquecer su identidad cultural. Ejemplo de ello es el culto popular a la virilidad masculina que tiene un referente mítico en el controvertido Shangó, deidad de la regla de Ocha, que simboliza la alegría y la propia virilidad masculina. La coquetería femenina pudiera tener, para muchas mujeres cubanas, su modelo en los mitos de Oshún, de la misma expresión religiosa, que simboliza la alegría y sensualidad femeninas. Otro ejemplo es el machismo de los iniciados en las prácticas de la Sociedad Secreta Abakuá. Ellos expresan la siguiente frase: "Para ser hombre no hay que ser abakuá, pero para ser abakuá, si hay que ser hombre." Pensemos aquí en la connotación que tendría la misma entre los grupos de hombres pertenecientes a los barrios periféricos y marginales de nuestra ciudad antes de 1959. Es necesario subrayar que en los tiempos de la Esclavitud, las prácticas mágico-religiosas de origen africano resultaron un factor de auto identificación étnica para aquellos seres humanos arrancados de sus tierras de origen. Ellas eran una de las formas de resistencia vital ante el medio tan hostil y aculturador que resultó la condición de ser esclavo, de ser despiadadamente explotado y discriminado por el color de su piel. Al ocurrir la abolición de la esclavitud, sus iniciados y practicantes comenzaron a compartir, con blancos y asiáticos pobres, una misma vida de miseria y explotación, independientemente del origen étnico, color de la piel o extracción social. De esta manera las expresiones religiosas de origen africano comenzaron a difundirse entre las amplias masas populares, en un espontáneo proceso de síncresis continua con el Catolicismo Español y el Espiritismo. Ellas se convirtieron en un acervo cultural común para todos los cubanos. En barrios de la ciudad de Matanzas, como La Marina, Simpson y Pueblo Nuevo se escuchan con intensidad los cantos y toques ancestrales dedicados a los antepasados, orishas, foldunes y a las deidades de Palo Monte. Se escucha la voz misteriosa del tambor secreto de los abakuá. Se realizan ceremonias de adivinación, limpieza e iniciación, entre otras. El contenido míticomágico-religioso de esas expresiones religiosas de origen africano se manifiesta a través de diferentes vehículos tales como la música, los cantos, los bailes, la oralidad, la artesanía ritual y muchas otras manifestaciones que forman parte del aspecto sacro de la Cultura Popular Tradicional local, muy fuerte en la ciudad de Matanzas. Sería un craso error no considerarlas al estudiar las tradiciones locales. Hablamos de "Matanceridad", y le cantamos a Matanzas, una ciudad de ríos y de puentes que se abre a la bahía, rodeada de hermosas elevaciones. Ciudad, que fue llamada Atenas de Cuba, por el alto desarrollo artístico-literario alcanzado durante el siglo XIX. Ha sido ciudad de poetas tales como José Jacinto Milanés, Placido, Bonifacio Byrne, Carilda Oliver Laura y Digdora Alonso. Ciudad - cuna de Chartrand y de Miguel Failde, creador del baile nacional cubano. Pero ella también es la Matanzas que debió su pasado esplendor al sudor, a la sangre y a las lágrimas de miles de esclavos africanos, lo cuales dejaron un rico legado. Este legado resulta una de las raíces fundamentales de nuestra identidad cultural local. Al respecto escribe el estudioso matancero Urbano Martínez Carmenate: " Vale subrayar que el concepto Atenas de Cuba respondía a una voluntad puramente elitista. Fue el proyecto de una clase que se creía el ombligo de la colonia y para expresar toda su fuerza alzó con orgullo el pendón de la cultura. Ajenas a ese clamor estaban, por supuesto, las manifestaciones populares y folclóricas. El epíteto suntuoso no tenía en cuenta para nada el aporte de los negros,..." (3) No dejemos que la concepción elitista de la cultura matancera, proveniente de un pasado colonial, lastre nuestra visión actual del aporte africano a la identidad cultural local. El considerar su aporte como una simple manifestación folclórica "afrocubana" no deja comprender la justa dimensión del legado africano en los marcos de la cultura popular tradicional de nuestra ciudad, en la vida cultural matancera. Legado que está presente en la más espontánea y anónima creación popular matancera, y en particular en la esfera religiosa. Muchos de sus habitantes son santeros, paleros y ekobios abakuá. Y ellos caminan por sus calles, ríen, cantan, trabajan, defienden los logros alcanzados por la sociedad. Están presentes en nuestra cotidianeidad, llevan a Matanzas en su corazón. El legado africano tenemos que reconocerlo, respetarlo y estimularlo. Hacer que esas tradiciones ocupen su justo lugar en la imagen cultural de la ciudad; imagen que no sólo comparten sus habitantes, sino que también de forma evidente o no se transmite a los que nos visitan. Las tradiciones que se relacionan con las prácticas rituales de origen africano forman parte de aquellas características que diferencia a la ciudad de Matanzas de otras localidades del país. Aquí surge uno de los grandes retos con los que se enfrentan las manifestaciones de la Cultura Popular Tradicional de origen africano en nuestra ciudad: ser, insertarse en las nuevas formas de hacer cultura, universalizarse, pero al mismo tiempo conservar y continuar nutriendo la propia identidad cultural local, la matanceridad. REFERENCIAS 1. MORENO FRAGINAL, MANUEL: "El Ingenio." T.1. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978. p.141. 2. Archivo Provincial de Matanzas. Fondo Misceláneas de Expedientes. Estadísticas demográficas. Legajo 1. Expediente 7. Folios 3 – 4. 3. MARTINEZ CARMENATE, URBANO: "Atenas de Cuba: del mito a la verdad". Editorial Matanzas, Matanzas, 2000.