GEOMECÁNICA DE LA ROTURA DE LA PRESA DE RESIDUOS DE AZNALCÓLLAR Y SUS CONSECUENCIAS MEDIOAMBIENTALES Dr. Arsenio González Martínez Ing. Domingo Carvajal Gómez Grupo Red CYTED-XIII D Escuela Politécnica Superior Universidad de Huelva 21819 Palos de la Frontera. Huelva. España arsenio@uhu.es djcarvaj@uhu.es Resumen La inestabilidad geomecánica de las margas miocenas subyacentes al vaso de la presa de residuos mineros de Aznalcóllar fue una consecuencia directa del elevado grado de humedad. Las presiones hidráulicas en el vaso y las subpresiones asociadas a la ultra filtración de aguas ácidas actuaron lentamente en el tiempo pero fueron las causas determinantes de uno de los mayores desastres ecológicos y medioambientales que se conocen en la historia de la minería metálica, por rotura subhorizontal del macizo margoso y por su deslizamiento lateral a lo largo de unos 60 metros, lo que provocó la rotura súbita del dique de contención de la presa de aguas ácidas y lodos estabilizados, y el vertido de unos 5 Hm3 de contaminantes a la cuenca del río Guadiamar a través de su afluente el río Agrio, lo que contaminó miles de hectáreas de cultivos situados aguas abajo y supuso un grave riesgo para el Parque Nacional de Doñana, que es una reserva de la Biosfera y uno de los principales ecosistemas húmedos del sur de Europa. Palabras clave: presa de residuos mineros, aguas ácidas, lodos metálicos, rotura, desastre medioambiental 1. Introducción La mina de Aznalcóllar se encuentra en la provincia de Sevilla (España) y es la explotación minera mas oriental de la Faja Pirítica Ibérica, uno de los mayores metalotectos del mundo en piritas y sulfuros complejos, de origen vulcano-sedimentario en un antiguo geosinclinal Devónico-Carbonífero ubicado en el arco externo de una primitiva zona de consunción de las placas africana y euroasiática. El depósito arma en series volcánicas ácidas, entre pizarras y cuarcitas, y aparece plegado y trastocado por fracturas cruzadas NNW-SSE y NNE-SSW de edad hercínica, bajo un recubrimiento terciario a base de molasas y margas de edad Mioceno superior (Tortoniense-Andaluciense). La mina, propiedad de la empresa sueca Boliden Apirsa SL, cerró su actividad el 20 de septiembre de 2001. El expediente de regulación de empleo dejó en la calle a 425 trabajadores, que se manifestaron por las calles de Sevilla dos días antes en señal de protesta por el plan de cierre. La explotación del yacimiento fue a cielo abierto y los lodos generados en el proceso mineralúrgico para obtención de los concentrados de Cu, Pb y Zn se fueron acumulando en una gran presa de residuos, aprovechando para ello un vaso impermeable sobre el recubrimiento de margas miocenas y con pantalla a base de un cuerpo de presa de gravedad con material en capas de recrecimiento y núcleo de arcilla. 2. Geomecánica de la rotura de la presa El accidente acaeció durante la madrugada del 25 de abril de 1998. Hacia las 3,30 horas se produjo la rotura del muro de contención de la balsa de estériles, en la zona de intersección entre el muro frontal de contención y el muro separador existente entre los dos vasos en que se dividía la balsa. Rotura de la balsa de contención (Consejería de Medio Ambiente, 1998 a-c) http://cma.caan.es/aznalcollar/cartografía/panweb/zona1.htm Su contenido procedía de los procesos de flotación de pirita y estaba constituido por lodos estabilizados, es decir sólidos sedimentados y agua con diversos contenidos metálicos en disolución. La brecha abierta alcanzó una longitud de más de 50 metros (GTAR, 1998) dando lugar al vertido de aguas contaminadas y lodos al río Agrio y de éste al Guadiamar, con una estimación de volumen de 4,5 Hm3, de la que unos 2 Hm3 estaban constituidos por lodos y el resto por agua ácida y con una alta concentración de metales. Los lodos analizados (GTAR, op. cit.) tienen una composición prácticamente constante que corresponde con la pirita a la que se ha extraído parte de cobre, plomo y zinc. En los antecedentes de la balsa de lodos emitidos por la Junta de Andalucía se declara que la explotación de la mina de Aznalcóllar fue autorizada por el Ministerio de Industria el 16 de diciembre de 1975. El proyecto definitivo de la balsa es de 1978 y contemplaba 20 fases; la primera era de 0,50 m de recrecido y las siguientes de 1,5 m por término medio hasta alcanzar los 25 m. En el momento del accidente la balsa se encontraba en la fase número 16, con una altura de 21 m en su parte alta, restando 4 m para terminar la presa proyectada. A raíz de las denuncias presentadas por dos personas, en su día contratista y trabajador de Boliden, sobre filtraciones y pérdidas de aguas ácidas de la presa en la base del dique, hacia el río Agrio, produciendo la contaminación de sus aguas, se realizan diversos procedimientos por la Delegación Provincial de la Consejería de Industria en Sevilla, siendo informada de la existencia de tales filtraciones la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Dichas denuncias no tuvieron mayor trascendencia. Desde 1996 se aportaron informes y dictámenes de la empresa especializada Geocisa y del Instituto Tecnológico Geominero de España confirmando la estabilidad de la balsa. Con fecha 20 de abril de 1998 (¡5 días antes del fatal accidente!), la empresa Boliden remitió a la Delegación Provincial de Trabajo e Industria de Sevilla el informe de situación de la balsa correspondiente al año 1997, elaborado por Geocisa, confirmando que el dique de contención se comportaba de forma correcta y que su seguridad era suficiente. Como causa mas plausible del accidente de la presa hay que achacar a la formación de una gran superficie de rotura subhorizontal en las margas del vaso, a consecuencia del elevado grado de saturación y su respuesta plástica ante el esfuerzo de grandes subpresiones hidráulicas originadas por la filtración en la base del cuerpo de la presa. Lo mas probable es que los esfuerzos estuvieron actuando durante largo tiempo mediante pequeñas roturas parciales de las margas en el subsuelo de la presa, que llegado el límite de resistencia y la entrada en el campo de la fluencia plástica hizo que, de manera súbita, sobreviniera la rotura principal, con deslizamiento de bloques a lo largo de unos 60 m y consecuente resquebrajamiento de la presa por el punto más débil (unión del dique transversal con el cuerpo de la misma). Inmediatamente después del vertido la Junta de Andalucía encargó un informe sobre la mecánica de la rotura a un departamento técnico del Ministerio de Fomento (el CEDEX, Centro de Experimentación de Obras Públicas), informe que tardaría 20 meses en ser presentado ya que el 29 de diciembre 1999 se hacían públicas las conclusiones del mismo por el Consejero andaluz de Trabajo e Industria (González, 1999). Según dichas conclusiones, la empresa Boliden-Apirsa quedaba liberada de responsabilidad penal en el accidente ya que aunque los sistemas de seguridad eran los adecuados la rotura sobrevino por un comportamiento mecánico particular de las margas subyacentes, desconocido hasta ese momento y sin precedentes, y que marcó un hito tecnológico y geotécnico al ocurrir algo que no estaba previsto en el laboratorio, lo que supone un “antes y después” en el mundo de la construcción de grandes presas de residuos mineros y aconseja acciones futuras en un triple sentido: - 1) modificar los coeficientes de seguridad de este tipo de construcciones mineras frente al deslizamiento con materiales frágiles, que deberán ser sustancialmente mayores (por ejemplo 1,6 o 1,8 frente al 1,4 usado hasta entonces) - 2) se deberá estudiar la posibilidad de que la permeabilidad de campo (global) y de laboratorio coincidan - 3) se deberán tener muy en cuenta los efectos mecánicos de las presiones intersticiales en los materiales considerados como “impermeables”. La secuencia dinámica de la rotura fue reproducida mediante animación en ordenador, e indica que bajo el cuerpo de presa (asentado sobre un aluvial cuaternario del río Agrio que, a su vez, reposa discordante sobre margas azules miocenas) va apareciendo en un determinado momento una pequeña rotura subhorizontal a 14 m de profundidad en el cimiento natural de las margas azules, que en el tiempo se agranda a consecuencia de las presiones intersticiales en las margas (de comportamiento más permeable de lo que se pensaba) y se torna como una superficie de rotura y de deslizamiento de mayor envergadura, cóncava y con radio de curvatura hacia arriba, que hizo que el muro de presa se desplazara entre 50 y 60 m en horizontal, ayudado por las presiones hidráulicas de los estériles acumulados en el vaso y “lubricado” por la fluencia plástica del material margoso. Ello originó una gran abertura en el cuerpo de presa y el consecuente escape de los lodos y su vertido a la cuenca del río Guadiamar. En las siguientes imágenes se reproduce la secuencia de la rotura en sección transversal a la presa y en planta (Canal Sur TV, 1999). Simulación rotura balsa-Canal Sur TV 30 diciembre 1999 3. Consecuencias medioambientales y evaluación de la situación generada El vertido de lodos y aguas ácidas originado por la rotura de la presa de estériles en la zona minera de Aznalcóllar, perteneciente a la empresa sueca Boliden-Apirsa S.L., tuvo consecuencias medioambientales muy graves y sin precedentes hasta entonces en la minería metálica dadas sus dimensiones. En cuanto a los efectos inmediatos, la ola de vertido de agua y lodo produjo un desbordamiento del río Guadiamar anegándose la ribera fluvial y las tierras colindantes. Los lodos metálicos sedimentaron en el primer tramo del cauce, mientras que las aguas ácidas invadieron la cuenca fluvial cauce abajo hasta que pudieron ser confinadas en una zona situada en Entremuros, antes del Parque Nacional de Doñana y del río Guadalquivir. Guadiamar contaminado tras el accidente Por suerte no se produjeron desgracias personales y resultaron afectados varios municipios de la cuenca del Guadiamar, en la provincia de Sevilla: Aznalcóllar, Aznalcázar, Huévar, Olivares, Sanlúcar la Mayor, Villamanrique de la Condesa, Villafranco del Guadalquivir y Puebla del Río, Trebujena (en el río Guadalquivir) y Sanlúcar de Barrameda en el estuario del Guadalquivir. El área afectada fue de 4.286 Ha, de las que 2632 Ha correspondían a cultivos y pastos, principalmente, cultivos de cereal y oleaginosas, arrozales, algodón, frutales, olivares y cultivos hortícolas. Las consecuencias directas del vertido en cuanto a fauna y flora fue que quedaron inundados todos los hábitat incluidos en el cauce fluvial y en el entorno del río. En los primeros días se produjo la desaparición de la totalidad de la fauna acuícola del río Guadiamar, habiéndose retirado más de 30.000 kilogramos, principalmente carpas, albures y barbos, y en menor proporción, anguilas. Las puestas existentes de aves si han sido afectadas por la inundación. Las variaciones sufridas en la calidad de las aguas fluviales directamente afectadas consistieron, en una primera fase, en la desaparición total del oxigeno disuelto y un aumento espectacular de los sólidos en suspensión, factores que conjuntamente contribuyen a la masiva mortalidad de la fauna acuática. Posteriormente, en una segunda fase, se produjo una acidificación y un aumento de los metales pesados en disolución, para más tarde, estabilizarse, recuperando los niveles normales de acidez (pH en torno a 7), produciéndose una disminución de los metales disueltos y una estabilización del oxígeno disuelto (Consejería de Medio Ambiente, 1998 a). Para el análisis en continuo de aguas se eligieron puntos fijos de muestreo y medida de variables in situ con el barco de la Consejería de Medio Ambiente AMA V por el curso del Guadalquivir. En contra de la postura del Gobierno y de las actuaciones de la Junta de Andalucía, se situaron principalmente grupos ecologistas que se mostraron totalmente pesimistas. Según representantes de estos grupos, la descoordinación entre Sevilla y Madrid en los primeros días tras el desastre dio como resultado que las aguas ácidas con un contenido muy elevado de Fe, Pb, Zn, Mn, Cu, Tl o As llegarán al brazo de la Torre y de aquí al Parque Nacional de Doñana por el canal Cherry. Ante la imposibilidad de cerrar la compuerta que existía en el canal, se optó por la solución de levantar un nuevo muro. Durante una semana las aguas contaminadas no dejaron de llegar a la zona. Calculan que el vertido alcanzó un volumen de 2.5 Hm3. En los antecedentes del desastre, la Agrupación Ecologista Andaluza CEPA denunció hace dos años a la firma sueca Boliden-Apirsa por filtraciones de metales pesados. En febrero de 1996 hubo un incidente similar, pero con menor repercusión al romperse una de las presas y verter la carga contaminante al río; la explicación dada por la Consejería de Medio Ambiente fue que se trataba de una situación excepcional debido a las intensas lluvias caídas durante los meses precedentes. Según la CEPA, las aguas vertidas por Boliden llevaban un pH 2 cuando lo normal es de un valor en torno a 7 (Díaz y González, 1998). El Colegio Oficial de Geólogos de España afirma que la rotura de la balsa era previsible y evitable, ya que un seguimiento adecuado habría reflejado sus deficiencias, dado que estos incidentes no son repentinos sino que van precedidos de tensiones, deformaciones y microfisuras. Además, aseguran que será inevitable la contaminación del acuífero 27, que abastece a Doñana (Agencia Efe, 1998). Los artículos mencionados son sólo la punta del iceberg en cuanto a evaluaciones de la situación, responsabilidad, previsiones y repercusiones del accidente minero de Aznalcóllar. 4. Acciones para mitigar el desastre La rotura de la balsa de residuos de la explotación minera de la empresa sueca Boliden Apirsa SL en Aznalcóllar (Sevilla) el 25 de Abril de 1998 provocó la contaminación de las aguas de los ríos Agrio y Guadiamar, y de una franja de terreno a ambos márgenes, destinadas en su mayor parte a usos agrícolas o ganaderos. Este vertido se logró contener finalmente en la zona conocida como Encauzamiento de Entremuros, afectando a una reducida extensión de las áreas protegidas de Doñana. El mismo día del desastre se constituyó el comité Coordinador de Emergencias, decidiendo levantar una escollera de contención en la zona fracturada de la balsa. Además se inició la construcción de un muro de contención del vertido en el Encauzamiento de Entremuros a la altura de Vuelta de Arena. Con independencia de estas medidas de urgencia, que se adoptaron para minimizar en lo posible los efectos negativos de la rotura, poco a poco se emprendieron otras actuaciones encaminadas a paliar los efectos medioambientales, socioeconómicos e indirectos del desastre. Entre estas actuaciones destacaron las siguientes (www.andaluces.org, 2000): - ACTUACIONES ENCAMINADAS A PALIAR LOS EFECTOS MEDIOAMBIENTALES El Plan de Actuación contempló dos Programas específicos: - el Programa de seguimiento de la calidad ambiental - el Programa de recuperación de las cuencas fluviales El Programa de seguimiento de la calidad ambiental perseguía dos objetivos básicos: - a) delimitación de la zona afectada y grado de afectación - b) recuperación de los hábitat de la flora y fauna Para ello se estableció un minucioso sistema de seguimiento da la calidad ambiental de las zonas afectadas (aguas, sedimentos, flora, fauna, ...) y se elaboraron modelos para detectar y evitar posibles formas de propagación de los compuestos presentes en los lodos. Junto a los censos y seguimiento de la flora y fauna, se dispuso el seguimiento permanente mediante fotografía aérea e imagen de satélite. En cuanto al Programa de recuperación de las cuencas fluviales, además de acometer el tratamiento de las aguas embalsadas en la zona de Entremuros, construyendo para ello los equipamientos ambientales precisos (depuradora, canalizaciones, etc.), se creó una Oficina de Seguimiento del Plan de recuperación del río Guadiamar y se apostó por la recuperación del dominio público hidráulico, como medio para garantizar una recuperación y regeneración eficaz del cauce fluvial. Para ello se instó a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a acometer de forma urgente tanto los deslindes necesarios como la regeneración de las riberas fluviales. Se complementan las actuaciones anteriores con un seguimiento de la calidad de los acuíferos. - ACTUACIONES ENCAMINADAS A PALIAR LOS EFECTOS SOCIOECONÓMICOS En este aspecto también se produjeron actuaciones concretas, como el compromiso alcanzado (por mediación de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía) entre la empresa Boliden-Apirsa y los agricultores afectados, para la compra de las cosechas dañadas a precio de mercado. Pero ante tamaña desgracia, es evidente que ello solo resolvió muy parcialmente el problema generado. El Plan de Actuación, con su Programa de retirada de lodos y recuperación de suelos afrontó la solución de futuro a través de la limpieza de los terrenos afectados y posterior tratamiento para su recuperación efectiva, una vez caracterizados los mismos, con objeto de garantizar su utilización agrícola. La situación tuvo gran repercusión en el empleo temporero agrícola, a lo que se vino a sumar el cierre temporal de la mina y la consiguiente regulación de empleo. Como medida encaminada a paliar en lo posible la pérdida de estos jornales se puso en marcha un plan especial de empleo rural, a lo que se sumaron los jornales generados como consecuencia inmediata de los trabajos de limpieza y restauración de los terrenos afectados. - MEDIDAS ENCAMINADAS A CONTRARRESTAR LOS POSIBLES EFECTOS INDIRECTOS Con el fin de garantizar la salud de las personas, las medidas adoptadas por la Consejería de Salud se complementaron con las recogidas en el Programa de seguimiento de la calidad sanitaria, contemplado en el Plan de Actuación. Paralelamente a las labores de policía sanitaria (que correspondieron a los servicios sanitarios competentes) se siguió con el control sanitario de aguas de consumo y alimentos, así como con la vigilancia epidemiológica de la población que potencialmente pudo verse afectada. Una de las preocupaciones mayores del Gobierno Andaluz fue evitar la inquietud y aminorar la psicosis que el incidente provocó en la población de la zona afectada. Para ello se dispuso un Programa de Seguridad y riesgos potenciales que contempló la elaboración de un catálogo de posibles riesgos, así como un Plan de Emergencia para los municipios de la cuenca del Guadiamar, que permitía afrontarlos. A estas medidas se sumó el esfuerzo que desde un primer momento hizo el Gobierno autonómico y el central para ofrecer un información veraz, clara y precisa. En esta línea, se reforzó la información a los ciudadanos a través de un Programa específico de información pública tanto en el ámbito comarcal como en el regional, nacional e internacional. En el ámbito local se crearon oficinas "in situ" que permitieron una relación directa y continuada con los ciudadanos de la zona, en coordinación con los Ayuntamientos. A través de estas oficinas, así como de los medios de información locales se divulgó la normativa de interés para los ciudadanos sobre limitaciones de uso y medidas preventivas. Esta campaña se reforzó con la implicación directa del personal de la administración autonómica que ejerce sus funciones sobre el territorio (Agentes de Medio Ambiente, Oficinas Agrarias, Distritos Sanitarios, etc…). Una vez cubierta esta faceta de información y asesoramiento directo a los ciudadanos de la zona afectada, se emprendió una campaña de información de cara al exterior. A nadie se escapa que el incidente de la balsa fue utilizado torticeramente por terceros para perjudicar el sector productivo de la Comunidad Autónoma andaluza. Por tanto, y siendo responsabilidad directa del Gobierno andaluz el proteger los intereses socioeconómicos de sus ciudadanos, otro objetivo a cumplir fue el transmitir claramente al exterior que los efectos negativos tienen una localización espacial concreta que para nada afecta a otras zonas de Comunidad andaluza. Las actuaciones mas recientes de la Junta de Andalucía en la zona se centran en la Estrategia del Corredor Verde del Guadiamar (CMA, 2001). Desde el día de la rotura de la presa, la prioridad del Gobierno Andaluz fue la de garantizar la ausencia de problemas sanitarios para la población y la de limitar los efectos socioeconómicos y ambientales de la riada tóxica. Para ello, contando con la colaboración de la comunidad científica (a través de la Comisión de Expertos), se puso en marcha la mayor acción pública que jamás se haya emprendido hasta ahora para resolver un problema ambiental. Este esfuerzo público se ha visto ampliamente recompensado ya que después de tres años del vertido se ha logrado lo siguiente: - los contaminantes han sido retirados - la balsa ha sido sellada - los efectos de la contaminación se encuentran limitados sin que exista peligro para Doñana ni para las poblaciones colindantes La acción del Gobierno andaluz sin embargo no se ha contentado con resolver el problema ambiental del vertido, sino que ha ido mas allá con la puesta en marcha del ambicioso proyecto del Corredor Verde del Guadiamar (García, 1998). El proyecto nace sobre la base de un problema sanitario ambiental y social, que lleva al Gobierno de Andalucía a decidir que sobre los terrenos afectados jamás se volvería a cultivar, y por tanto que estos terrenos debían de pasar a titularidad pública, pero también nace de una oportunidad para que tras el desastre no sólo se proceda a la destoxificación de los suelos afectados sino que se aproveche para realizar un esfuerzo adicional y se restauren las riberas y terrazas para constituir un corredor ecológico que una dos espacios tan singulares como el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche con Doñana. El Corredor Verde en el escaso tiempo transcurrido se ha consolidado como un proyecto novedoso y que sirve de referencia internacional no solo como ejemplo de actuación frente a un desastre ambiental, sino también de restauración. Las sólidas bases sobre las que se ha ido desarrollando en una buena conjunción entre científicos y técnicos, la total transparencia del proceso y la puesta en marcha de un ambicioso programa participativo, han dado como resultado un amplio respaldo no sólo de la comunidad científica y de las Organizaciones no Gubernamentales, sino del conjunto de los ciudadanos, que además de sentir que se han solucionado los problemas sanitarios y ambientales, comienzan a también a percibir cómo el río se va recuperando y como el Corredor Verde se convierte en un espacio para todos. Conclusiones 1.- El sitio elegido para construir la presa de residuos de la mina de Boliden-Apirsa era teóricamente seguro. Pero falló la teoría, de ahí que en la construcción de grandes presas mineras siempre habrá «un antes y después» de Aznalcóllar. Ello significa que va a convenir revisar al alta la posibilidad de que la cimentación natural colapse bajo el peso acumulado. 2.- El accidente fue muy rápido y no se hubiera podido detectar nunca a tiempo para prevenir las causas ya que la rotura del subsuelo se produjo «de forma instantánea entre las 0.00 y las 3.00 horas del día 25 de abril de 1998». La balsa no se rompió por acumular demasiados estériles (como en principio se dijo) sino por colapso del cimiento natural margoso del cuerpo de presa. 3.- La rotura de la presa fue la mayor catástrofe medioambiental de este tipo hasta la fecha, y sus repercusiones económicas y sociales fueron muy graves. 4.- La Junta de Andalucía ha demostrado su capacidad para abordar con eficacia y solvencia las medidas necesarias para amortiguar los efectos, a través del Plan de Actuación para recuperar la zona afectada. 5.- Ha existido coordinación y cooperación de las Administraciones y los particulares, si bien no se ha sabido transmitir este aspecto a la opinión pública. 6.- Este lamentable suceso refuerza la idea de la necesidad de llevar a cabo una gestión unitaria del espacio natural protegido de Doñana y la validez del Programa de Desarrollo Sostenible de Doñana que se está desarrollando bajo los auspicios de la Unión Europea. Referencias Agencia Efe (1998). ABC, 9-5-98, p. 37. Canal Sur TV (1999). Simulación de la secuencia dinámica de la rotura de la balsa de lodos de Aznalcóllar. Emisión de 30-diciembre-1999. Sevilla. Consejería de Medio Ambiente (1998 a). Accidente minero de Aznalcóllar. Descripción, medidas adoptadas y propuestas de actuación. Junta de Andalucía. Sevilla. Consejería de Medio Ambiente (1998 b). Informe al Parlamento de Andalucía sobre las consecuencias de la rotura de la balsa de estériles de las minas de Aznalcóllar. Anexo documental. Junta de Andalucía. Sevilla. Consejería de Medio Ambiente (1998 c). Informe de situación del 20 de agosto de 1998. Junta de Andalucía. Sevilla. Consejería de Medio Ambiente (1999). Propuesta de actuaciones para la recuperación de la cuenca del Guadiamar. CD-R. Ofic. Tecn. Recuper. Guadiamar. Junta de Andalucía. Sevilla. CMA (2001). La estrategia del Corredor Verde del Guadiamar. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Sevilla (www.cma.junta-andalucia.es). Contreras, J. (1998). El Mundo, 1-5-98. p.28. Contreras, J. (1998). El Mundo, 2-5-98. p. 21. Díaz, E.; González, B. (1998). El Mundo, 26-4-98. p. 31. García, Ch. (1998). El corredor verde del Guadiamar. Andalucía Ecológica, 4, 10-14. Sevilla. González, B. (1999). La Junta dice que no hubo forma de evitar el vertido de Doñana. Diario El Mundo, págs. de Sociedad, 30-didiembre-1999. Madrid. GTAR (1998). Vertidos tóxicos al río Guadiamar. Propuestas técnicas para su corrección. Grupo de Tratamiento de Aguas Residuales. EUP. Univ. Sevilla. CD-R, ed. Diputación Sevilla. www.andaluces.org (2002). Desastre ecológico en Aznalcóllar.