Buenas Nuevas La parábola del rico insensanto - Compartir

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Biblia para Jóvenes
La parábola del rico insensanto - Compartir
Por Ricardo Stirparo y Horacio Prado
«No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones
perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni
herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará
también tu corazón»
Mt 6, 19-21
La Palabra de Dios nos enseña que los bienes no son para acumular, sino para compartir. El
anhelo de Jesús es que vivamos en comunión, como hermanos. Y esa comunión también toca
nuestros bienes. El amor de Dios se hace visible entre nosotros en el compartir la vida y las cosa
que administramos. El compartir los bienes con los demás, es un signo contundente de la
presencia de Dios en nuestras vidas. Nuestra opción por Dios, que es amor y comunión, nos lleva
buscar vivir la comunión de bienes y a denunciar el afán de tener, de acumular y de dominar.
¿Con qué gestos concretos podemos construir y favorecer una economía fraterna, basada en los
valores de la caridad, la unidad, la solidaridad y la comunicación de los bienes? Nuestra opción
por vivir el Evangelio implica también una opción de comunión con los más desfavorecidos, con
los olvidados y excluidos de la sociedad. La propuesta de este encuentro es que juntos dejemos
que la Palabra de Dios nos enseñe que sólo en el compartir realizamos y hacemos plena la vida.
Primer momento: Motivación
Para introducir el tema, trabajaremos en pequeños grupos con un listado de frases que expresan
distintas ideas acerca del dinero y nuestra relación con él. Luego de leer las frases iniciaremos un
diálogo para analizarlas, guiados por las siguientes preguntas:
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Analizar cada una de las frases.
¿Qué valores o antivalores encierra cada una?
Agrupar aquellas con las que acordamos y aquellas con las que no.
Elegir una o dos que mejor expresen cómo se vive la relación con los bienes en nuestra
cultura.
¿Nos sentimos identificados con alguna? ¿Con cuál? ¿Por qué?
Elaborar una nueva frase, que sea expresión de la propuesta del Evangelio en relación a
los bienes.
Frases
- Dime cuánto dinero tienes… y te diré cuánto vales…
- El dinero no es nada, pero mucho dinero es otra cosa.
- No es más rico el que más tiene más, sino el que menos necesita.
- Hay gente tan sumamente pobre, que sólo tiene dinero.
- El dinero solo trae problemas, por eso los animo a que me lo den.
- ¿Quieres ser rico? Entonces no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.
Copyrigth  Buenasnuevas.com 2008
- Mi sueño es tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres.
- Quien cree que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por dinero.
- El que no considera lo que tiene como riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño
del mundo.
- El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un
especialista muy avanzado para ver la diferencia.
- Llevo dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a los
demás.
- ¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!
- Algún dinero evita preocupaciones; mucho las atrae.
- En la vida hay que escoger entre ganar dinero o gastarlo. No hay tiempo suficiente para ambas
cosas.
- La riqueza es como el agua salada: cuanto más se bebe, más sed da.
- Muchas veces, el dinero lo compramos demasiado caro.
- Los avaros son como las abejas, trabajan como si fueran a vivir eternamente.
- El dinero es un buen siervo, pero un mal amo.
- Lo que tengo, cuando lo doy, se convierte en lo que soy.
- Todo necio confunde valor y precio.
Puesta en común y conclusiones.
Segundo momento: Anuncio de la Palabra y trabajo grupal
Lectura de Lc 12, 16-21 («Parábola del rico insensato»).
Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y
se preguntaba a sí mismo: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha. Después
pensó: Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí
todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos
años; descansa, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dijo: Insensato, esta misma noche
vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?». Esto es lo que sucede al que acumula
riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios».
Luego se dialoga con el grupo sobre el mensaje de esta lectura y se van escribiendo en un afiche
las palabras clave: avaricia, egosimo, insensatez, riqueza… El coordinador remarca las ideas que
considera centrales e invita a buscar qué valores estuvieron ausentes en esta situación:
generosidad, compartir, solidaridad, pensar en los demás…
Se propone trabajar en grupos para elaborar y escribir una parábola con el mismo mensaje del
rico insensato pero con personajes y situaciones de la actualidad. Se termina este momento
grupal con una puesta en común y el cometario de las parábolas.
3º momento: Reflexión personal
Después de haber profundizado sobre el mensaje del texto y de recrearlo en los grupos, se
propone un momento de reflexión personal guiados con la siguiente ficha:
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¿Qué cosas poseo?
¿De qué está lleno el granero de mi vida?
¿Qué otras cosas quisiera tener?
¿Qué cosas no comparto con nadie?
¿Qué cosas me animo a compartir con mis amigos, mi familia?
¿Qué cosas puedo compartir con todos?
¿Qué significan para mí, las cosas que me cuesta compartir?
¿Cuáles son mis temores?
¿Qué experiencias positivas tuve de compartir mis bienes?
¿Cuáles fueron negativas y cómo influyeron en mí?
Para la puesta en común se reúnen en pequeños grupos para que haya más confianza en el
diálogo.
4º momento: Oración
Para iluminar el momento de la oración se puede leer un testimonio de madre Teresa de Calcuta
y e invitar a orar espontáneamente pidiendo al Señor que nos enseñe a amar de este modo.
Ese niño me enseñó a amar. Cierta vez, en el hogar de Calcuta, no teníamos azúcar para los
niños. Un vecinito, de cuatro años, escuchó decir que la madre Teresa se había quedado sin
azúcar. Fue a su casa y dijo a sus padres que no comería azúcar durante tres días para dársela a
madre Teresa. Al cabo de los tres días, sus padres lo trajeron a nuestra casa: entre sus manos
tenía una pequeña botella de azúcar; lo que no había comido. Aquel pequeño me enseñó a amar.
Lo más importante no es lo que damos sino el amor que ponemos al dar.
Recibiremos con gusto tus comentarios y sugerencias, escríbenos a
correo@buenasnuevas.com
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