WWF INC 5 Core Issues Statement

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Poniendo en la Mira a las Sustancias Químicas
Tóxicas en Camino a la Cumbre de Johannesburgo
Septiembre del 2001
Clifton Curtis y Cynthia Palmer Olsen
La Cumbre de la Tierra sobre el Desarrollo Sostenible (WSSD, por
sus siglas en inglés) ofrece la oportunidad para que los gobiernos,
las industrias y las ONGs tomen acciones concertadas para insistir
en que se lleven a cabo pruebas químicas adecuadas y se
fortalezcan los llamados para frenar la producción y uso de las
sustancias químicas más peligrosas. Con este fin, los meses
venideros ofrecen una ventana de oportunidad crítica para ratificar
y asegurar fondos para cuatro tratados relativos a sustancias
químicas, así como para desarrollar estrategias regionales para el
manejo de sustancias químicas y para emprender esfuerzos para
liberar a nuestro planeta de manera segura de los depósitos
obsoletos de sustancias químicas.
tóxicos; que se resisten a los procesos normales que degradan a
los contaminantes en el medio ambiente; que se acumulan en los
tejidos grasos y se transfieren de la madre al feto; y que pueden
viajar grandes distancias en las corrientes de viento y agua. Las
sustancias químicas que ocasionan disrupciones endocrinas,
muchas de las cuales se encuentran en productos disponibles al
consumidor, son sustancias que bloquean, mimetizan, o
interfieren de otras maneras con las hormonas producidas de
manera natural, las cuales actúan como mensajeros químicos del
cuerpo para controlar la forma en que un organismo se desarrolla
y funciona.
RETOS CLAVES:
 Aprovechar el ímpetu logrado durante las ceremonias de
signatura de mayo del 2001 para el nuevo tratado global
sobre los COPs.
 Apoyar la ratificación antes de septiembre del 2002 de cuatro
tratados relativos a sustancias químicas de importancia
crucial: la Convención de Estocolmo sobre los COPs; la
Convención de Rótterdam para la aplicación del
Procedimiento del Consentimiento Fundamentado Previo
(CFP); la Convención de Basilea y su Enmienda de 1995 para
la Prohibición; y el Protocolo de 1996 para la Convención de
Londres sobre el vertedero de desperdicios en el océano.
 Asegurar financiamiento para garantizar la participación
plena y eficaz en el Tratado sobre los COPs de las naciones
en vías de desarrollo y con economías en transición.
 Acelerar el desarrollo de programas de tamizaje y análisis
químico para las sustancias que ocasionan disrupciones
endocrinas.
 Apoyar al Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por
sus siglas en inglés) para adelantar la exploración de
alternativas ambientalmente seguras para la incineración de
desperdicios y para eliminar los depósitos obsoletos de
plaguicidas del continente africano.
Es necesario dar atención urgente a la descontinuación y
prohibición de la mayoría de los COPs, SDEs y otras sustancias
químicas dañinas, así como a la implementación de alternativas
seguras, costeables y efectivas. Cuatro tratados globales, una vez
que entren en vigor, podrían contribuir enormemente a realizar
estos esfuerzos: la Convención de Estocolmo sobre los COPs; la
Convención de Rótterdam para la aplicación del Procedimiento
del Consentimiento Fundamentado Previo (CFP); la Convención
de Basilea y su Enmienda de 1995 para la Prohibición; y el
Protocolo de 1996 para la Convención de Londres sobre el
vertedero de desperdicios en el océano. Estos tratados abordan la
producción y uso de sustancias químicas persistentes; los
controles para el comercio de sustancias químicas tóxicas y la
acumulación de depósitos de plaguicidas; el tráfico de
desperdicios peligrosos; y el vertedero de materiales peligrosos en
el mar. La WSSD le proporcionará a los gobiernos una
oportunidad invaluable para anunciar sus ratificaciones para este
importante paquete de tratados.
Donde quiera que los científicos estudian – en los trópicos, los
sistemas marinos, las regiones industriales, el Ártico – encuentran
los impactos de las sustancias químicas sintéticas. Estas sustancias
químicas están siendo encontradas en los tejidos corporales de
personas y animales en todo el mundo. La producción global se ha
disparado durante los últimos setenta años – más de 1000 nuevas
sustancias químicas entran en el comercio global cada año,
sumándose a las más de 80,000 que ya han sido desarrolladas.
Solamente unas cuantas de esos centenares de sustancias han sido
estudiadas a fondo para determinar sus efectos sobre la salud y el
medio ambiente.
Dos de los grupos más insidiosos de sustancias químicas son (1)
los contaminantes orgánicos persistentes (COPs) – por ejemplo,
sustancias químicas industriales como las dioxinas y los PCBs y
plaguicidas como el Clordano y el Dieldrín, y (2) sustancias
químicas que ocasionan disrupciones endocrinas (SDEs) – por
ejemplo los plaguicidas que contienen lindano y endosulfato, los
ftalatos utilizados en plásticos, y el bifenol A utilizado en el
recubrimiento de latas de aluminio. Cuatro características que
hacen que los COPs sean particularmente dañinos son: que son
La Convención de Estocolmo sobre Contaminantes
Orgánicos Persistentes ha sido firmada por 98 países y
organizaciones regionales de integración económica desde su
entrada oficial en vigor en el escenario global en mayo 22 del
2001. Al final de junio ya contaba con dos Partes, Canadá y Fiji y
le quedaban 48 por anexar. Con las actividades aceleradas de
ratificación que se están llevando a cabo actualmente, existe una
confianza creciente en que la Convención de Estocolmo entrará en
vigor en un tiempo récord.
La Convención de Estocolmo hace un llamado a la prohibición
total y a la destrucción de algunas de las sustancias químicas más
peligrosas del mundo. El tratado está diseñado para eliminar o
restringir severamente la producción y uso de 12 COPs (con
provisiones para incluir COPs adicionales en el futuro); garantizar
el manejo y transformación ambientalmente sensatos de los
desperdicios COPs; y prevenir el surgimiento de nuevas
sustancias químicas con características de COPs. Las provisiones
claves incluyen el acogimiento de la precaución cuando exista
incertidumbre; compromisos de financiamiento de los países
desarrollados para garantizar que todas las naciones puedan
participar; énfasis en la prevención de la entrada de nuevos COPs
al cauce comercial; y el llamado para desarrollar productos y
procesos substitutos en lugar de depender en filtros y detergentes
para limpiar la contaminación.
Para obtener información sobre la ratificación de la Convención de
Estocolmo, favor de contactar a Jim Willis al teléfono +41-22-91781-90, fax +41-22-797-3460, correo electrónico pops@unep.ch
La Convención de Rótterdam para la aplicación del
Procedimiento de Consentimiento Fundamentado
Previo para Ciertas Sustancias Químicas y
Plaguicidas Peligrosos en el Comercio Internacional
alerta a los gobiernos sobre cuáles sustancias químicas están
prohibidas o severamente restringidas, por cuáles países y por qué
razones. Adoptada en septiembre de 1998, esta Convención ha
sido elegida para reemplazar el procedimiento de consentimiento
fundamentado previo voluntario (CFP) operado por el PNUMA y
la FAO desde 1989. Los gobiernos han elegido seguir los nuevos
procedimientos de CFP durante el período interino anterior a la
entrada en vigor de la Convención. En julio del 2001, la
Convención de Rótterdam contaba con 15 Partes de las 50 que se
requieren para que entre en vigor.
La Convención de Rótterdam actualmente cubre 31 sustancias
químicas, incluyendo 21 plaguicidas, cinco formulas de
plaguicidas seriamente peligrosos y cinco sustancias químicas
industriales. Otras sustancias químicas se le sumarán con el paso
del tiempo. La piedra angular del tratado, el consentimiento
fundamentado previo, le permite a las Partes revisar los datos
básicos relativos a salud y medio ambiente de sustancias químicas
específicas y con base en éstos, permitir o rehusar la entrada de
cargamentos de esas sustancias. Las decisiones tomadas por cada
Parte son diseminadas ampliamente, permitiéndole a aquellos
países con sistemas reglamentarios menos avanzados beneficiarse
de las evaluaciones de aquellos que cuentan con instalaciones más
sofisticadas. La institución del CFP es un primer paso muy
importante en el proceso de mejoramiento de la capacidad y
manejo de sustancias químicas – al tiempo que contribuye a
enfocar atención sobre aquellas sustancias que ocasionan los
mayores daños, a diseminar la información y a facilitar la toma de
decisiones nacional en cuanto a la importación de sustancias
químicas.
Para obtener información sobre la ratificación de la Convención de
Rótterdam, favor de contactar a N.A. Van der Graaf al teléfono
+39-06-570-53441, fax +39-06-570-56347, correo electrónico
Niek.vandergraaf@fao.org.
La Convención de Basilea y la Enmienda de Basilea
para la Prohibición surgieron de la indignación pública
resultante de los escándalos de finales de los ochentas que
involucraron el tráfico y vertedero de desperdicios peligrosos. Es
muy importante que las naciones ratifiquen cada uno de estos
instrumentos. En agosto del 2001, 26 países habían ratificado
tanto el fundamento de la Convención como su Enmienda para la
Prohibición; ésta última requiere de 62 Partes para entrar en vigor.
La Comunidad Europea ha puesto en vigor legislación obligatoria
para sus 15 Estados Miembro y sus tres países asociados en la
Zona Económica Europea, por lo que de hecho, 33 países ya están
implementando la prohibición.
La Convención de Basilea intenta controlar el movimiento
transfronterizo de materiales peligrosos, promover su manejo y
eliminación ambientalmente sensatos y prevenir el tráfico ilegal
de desperdicios. Son particularmente dignas de mención su
prohibición de envíos de cargamentos de materiales peligrosos a
la Antártida y su énfasis sobre centros y programas regionales. La
Enmienda de 1995 para la Prohibición fortalece
significativamente a la Convención al vedar la exportación de
materiales peligrosos desde países miembros de la OCDE y
Lichtenstein a todos los demás países.
Para obtener información sobre la ratificación de la Convención de
Basilea y la Enmienda para la Prohibición, favor de contactar a
Sachiko Kuwabara-Yamamoto al teléfono +41-22-917-8213, fax
+41-22-979-9040, correo electrónico Sachiko.kuwabara@unep.ch.
El Protocolo de 1996 para la Convención de Londres
sobre la Prevención de la Contaminación Marina y el
Vertedero en el Mar intenta controlar todas las fuentes de
contaminación marina. A partir de agosto del 2001, el Protocolo
contaba con 15 Partes Contrayentes de las 26 que se requieren
para que entre en vigor. Exceptuando a dos de esas 15, todas las
Partes también son Parte de la Convención de 1972; es necesario
que por lo menos 15 Partes del protocolo de 1996 se conviertan en
Partes del tratado anterior.
La Convención de Londres se enfoca principalmente en el
vertedero en el mar de desperdicios generados en tierra firme.
Incluye una lista negra de sustancias para las que se prohíbe el
vertedero y una lista gris para las que se puede autorizar el
vertedero por medio de un permiso. Una vez entrado en vigor, el
Protocolo de 1996 reemplazará a la ya obsoleta Convención de
1972. El texto revisado suscribe un vigoroso lenguaje precautorio
dentro de sus obligaciones generales; exhorta a las partes a que
consideren el principio de “el que contamina paga”; y hace un
llamado para que se realicen auditorías para la prevención de
desperdicios que evalúen cuidadosamente acciones alternativas al
vertedero. Estas alternativas pueden incluir la reformulación de
productos, tecnologías limpias de producción, modificaciones a
los procesos, y reciclaje cerrado en el sitio de producción. En
lugar de permitir todas las instancias de vertedero en el mar y
exceptuar a unas cuantas, el Protocolo de 1996 prohíbe toda
instancia de vertedero exceptuando aquellas que estén
explícitamente permitidas, y éstas solamente cuando se cuente con
un permiso sujeto a revisión periódica. El Protocolo prohíbe
prácticamente todo el vertedero de desperdicios peligrosos y
radioactivos, la incineración en el mar y la exportación de
desperdicios para ser vertidos o incinerados
Para obtener información sobre la ratificación de la Convención de
Londres, favor de contactar a Rosalie Balkin al teléfono +44-207587-3127, fax +44-207-587-3210. correo electrónico
rbalkin@imo.org.
La Cumbre de la Tierra es una oportunidad especial para que los
líderes de las naciones y las ONGs trabajen juntos en el
lanzamiento de estos cuatro importantes tratados, de modo que en
un tiempo corto sea posible realizar una implementación rápida,
eficaz y con financiamiento adecuado. Aunados a las iniciativas
locales, regionales y nacionales para el manejo de sustancias
químicas, estos instrumentos ofrecen un trayecto promisorio para
continuar atendiendo los retos presentados en la Agenda 21 de la
Cumbre de la Tierra, en particular los referentes a los capítulos 19
y 20 sobre sustancias químicas tóxicas y desperdicios peligrosos.
WWF’s Toxics Programme
1250 24th Street, NW. Washington, DC 20037-1132 USA
tel: +1 (202) 778-9625; fax: +1 (202) 530-0743
www.panda.org/toxics, toxics@wwfus.org
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