Otros 20 salmos para la Lectura orante, 23 de noviembre 2006 Universidad Pontificia Comillas LECTURA ORANTE del SALMO 19 Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; 3 el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche trasmite la noticia. 4 No es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; 5 mas por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo. En el mar levantó para el sol una tienda, 6 y él, como un esposo que sale de su tálamo, se recrea, cual atleta, corriendo su carrera. 7 A un extremo del cielo es su salida, y su órbita llega al otro extremo, sin que haya nada que a su ardor escape. 8 La ley de YHWH es perfecta, consolación del alma, el dictamen de YHWH, veraz, sabiduría del sencillo. 2 9 Los preceptos de YHWH son rectos, gozo del corazón; el mandamiento de YHWH es claro, luz de los ojos. 10 11 12 13 14 15 El respeto de YHWH es puro, por siempre estable; los juicios de YHWH verdad, justos todos ellos, apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales. Por eso tu servidor se empapa en ellos, gran ganancia es guardarlos. Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros? De las faltas ocultas límpiame. Guarda también a tu siervo del orgullo, no tenga dominio sobre mí. Entonces seré irreprochable, y exento de delito grave. ¡Sean gratas las palabras de mi boca, y el susurro de mi corazón, sin pausa ante ti, YHWH, roca mía, mi redentor! Cuando leas Probablemente se trataba en su origen de dos salmos distintos, uno que va del verso 1 al 7, y el otro del 8 al 15. El primero medita en la naturaleza y en concreto en el cielo como lugar de revelación de la gloria de Dios. El segundo trata de la Torah, la Ley divina, como lugar también de revelación. El primero es un himno de alabanza, y el segundo una reflexión sapiencial. El primero tiene un lenguaje poético exaltado, el segundo usa un estilo detallista de orfebre. Tal como están unidos hoy los dos salmos producen un efecto nuevo: presentan el paralelismo entre la belleza de la creación y la belleza de la Ley como lugares de revelación de la gloria de Dios, y de su providencia amorosa. La ley se compara muchas veces con la luz del sol porque nos ilumina el camino en la vida. Tanto el cielo como la Torah revelan la grandeza de Dios. Junto con la metáfora de la luz para los ojos está la de la palabra para el oído. La palabra que nos formula la Torah en lenguaje humano nos la expresa también Dios en una transmisión sin palabras que nos hace a través del cielo y las estrellas. El firmamento anuncia, el día comunica, la noche susurra con música callada y en soledad sonora. Se exalta en la primera parte el orden de la creación y se invita en la segunda parte a ordenar la vida conforme a la Ley de Dios, para que nuestra vida sea tan hermosa como la creación entera que siempre obedece a su creador. La Ley no es una serie de mandatos y prohibiciones caprichosos, frustrantes, sino que es una ley razonable, apetecible, dulce y preciosa, que emana de la providencia amorosa de Dios sobre el hombre. La naturaleza vive por el sol, y nosotros vivimos por la luz de la enseñanza de Dios que guía nuestro camino. La segunda parte es un elogio de la ley. Juega con seis diversos sinónimos de la Torah: ley, dictamen, precepto, mandamiento, respeto, juicio acompañados del nombre divino. El nombre divino aparece por séptima vez en el último verso del salmo para cerrar el ciclo. A Otros 20 salmos para la Lectura orante, 23 de noviembre 2006 Universidad Pontificia Comillas cada sinónimo se le añade un adjetivo: perfecto, veraz, recto, claro, puro, verdadero, y una aposición: consolación del alma, sabiduría del sencillo, gozo del corazón, luz de los ojos, por siempre estable, justos todos ellos. Ante tanta belleza el salmista confiesa confundido su fragilidad y su proclividad al pecado. La creación sirve a Dios en perfecta obediencia. Los astros siguen su trayectoria, los animales sus instintos. Solo el hombre puede desviarse de su vocación. A pesar de gozar de la luz de la revelación, el hombre puede engañarse a sí mismo. El salmista es consciente de la posibilidad de tantos autoengaños, y por eso no se fía del testimonio de su conciencia aunque esta le absuelva. No confía en su propia santidad sino últimamente en la misericordia de Dios. Cuando medites ¿Qué efecto causa en ti la belleza del cielo? ¿Te gusta orar mirando al cielo como lo hacía Jesús? La Iglesia ha visto siempre de un modo especial en el sol de la mañana un símbolo de Cristo resucitado. Tras sepultarse en el horizonte como en un sepulcro, el sol se vuelve a levantar por la mañana y recorre su camino llenándolo todo de vida y calor. Ese sol que nos despierta iluminando nuestros ojos y sacándonos del sueño debe suscitar en la persona religiosa un canto de alabanza, unos laudes al amanecer. La Iglesia ha dispuesto una oración muy alegre por la mañana con este nombre de laudes para que nos unamos al canto de las aves. ¿Cómo es tu despertar? Levantarse cantando equivale a levantarse con el pie derecho. ¿Sueles despertarte de un modo religioso o de un modo ateo? “El cielo narra, el universo pregona, el día transmite, la noche susurra”. ¿Sabes conectar el dial de tu receptor para captar tantas ondas como te llegan a tus oídos a través de la naturaleza? ¿Están tus oídos abiertos para escuchar esa voz con la que Dios te habla? ¿Qué te ha dicho últimamente? Recuerda alguno de sus mensajes. Fray Luis de León tiene una preciosa oda: “cuando contemplo el cielo de innumerables luces adornado” y a partir de esa revelación eleva su alma hacia Dios y medita sobre su mensaje. En el Nuevo Testamento la Torah del cristiano es el evangelio de Jesús. ¿Eres sensible a su belleza? ¿Dejas que sea la luz que ilumina tu camino en la vida? El salmo lo llama “consolación del alma, sabiduría del sencillo, gozo del corazón, luz de los ojos, por siempre estable”. Recuerda el sermón del monte, y escoge algunos de los dichos de Jesús que te resulten más inspirados. ¿Cuál es tu sentimiento básico hacia los mandamientos de Dios? ¿Te son dulces como la miel, o más bien te amargan como la hiel? ¿Suponen para ti una carga adicional a las muchas que llevas en la vida, o son más bien alas ligeras que te ayudan a remontar el vuelo cuando la vida se hace demasiado pesada? ¿Qué grado de atención tienes en la guarda de los mandamientos? ¿Eres excesivamente escrupuloso o excesivamente descuidado? Cuando respondas con tu oración Todo lo que has reflexionado hasta ahora hablando contigo mismo, conviértelo en un diálogo con Dios, dirigiéndote a él y contándoselo. Alaba a Dios por la belleza del día y por la belleza de la noche. Con los ojos cerrados imagina amaneceres y atardeceres. Siente la caricia tibia del sol sobre tu piel, recuerda algún canto de alabanza que conozcas y cántalo con los labios cerrados. Agradécele a Dios por el evangelio de las bienaventuranzas que te ha revelado Jesús en el sermón del monte. Compón un himno en honor del evangelio y añade unos cuantos elogios a la lista que ya trae el salmo. Repite los seis elogios del salmo e inventa otros. ¿Cuántos se te ocurren? Escríbelos para que no se te olviden. Confiesa humildemente tu fragilidad y tu tendencia al pecado y pídele a Dios que te libre del orgullo de creerte perfecto. Pon tu confianza más en su misericordia que en tu inocencia.