Índice Introducción...2 Distribución del ingreso...3 Tendencias de la distribución mexicana del ingreso..5 Ingreso de la población5 La libre empresa y la concentración de los ingresos..7 Generación de Ahorros y mejoramiento de la distribución del ingreso9 Distribución del ingreso y crecimiento económico en México...10 Bibliografía.12 Índice de Cuadros.− Cuadro 1.− Distribución del ingreso de los hogares..6 Participación en el ingreso de los hogares (%) Cuadro 2.− Condiciones de pobreza en México9 (Porcentaje de la población total ) Introducción El problema del desarrollo económico es, según una opinión ampliamente difundida, el problema más agudo e importante del mundo actual. En una época en que la igualdad entre los hombres es el elemento central de las ideologías, el subdesarrollo expresa desigualdades intolerables en el plano moral y político. Es, por otra parte, uno de los aspectos más trágicos de la carrera por el desarrollo económico, la baja relativa del nivel de vida de los países subdesarrollados y el crecimiento de grado de desigualdad en la repartición del ingreso entre las naciones en el curso de los últimos decenios. Ciertos pueblos pueden mejorar casi mecánicamente sus niveles de vida, otros, que no han podido entrar en la vía del crecimiento no pueden evitar un enriquecimiento progresivo. La década de los noventa fue testigo del deterioro de la distribución del ingreso en México. Esta distorsión de la equidad distributiva se traduce en un límite al crecimiento económico en dos sentidos fundamentalmente, el primero tiene que ver con la capacidad de compra de la población y el segundo con la estabilidad social que genera la posibilidad o no de crecimiento del sistema económico. Distribución del Ingreso.− Comenzaremos a hablar sobre la distribución del ingreso con la definición de la palabra ingreso, en términos económicos.− Ingreso se refiere al dinero, o cualquier otra ganancia o rendimiento de naturaleza económica, obtenido durante cierto periodo de tiempo. El ingreso puede referirse a un individuo, a una entidad, a una corporación o un gobierno. 1 Se pueden distinguir diversos tipos de ingresos tanto en el sector privado como en el sector público de una economía. En el sector privado podemos distinguir cuatro clases de ingresos: los salarios, que es la remuneración del trabajo; la renta, que es el rendimiento de los bienes inmuebles; el interés, que es el rédito del capital; y los beneficios, que son los rendimientos que obtienen los propietarios de las empresas de negocios. Al hablar del sector público, hacemos referencia a la renta nacional, que supone la medida, en dinero, del flujo anual de bienes y servicios de una economía, que se calcula sumando los ingresos de todos los agentes que la conforman. Aunque el ingreso se suele medir en términos monetarios, a veces se utilizan otro tipo de medidas, sobre todo en teoría económica. La renta real no representa el ingreso monetario, sino la capacidad que determinada cantidad monetaria tiene para adquirir bienes y servicios cuyos precios están sujetos a variaciones. La distribución del ingreso se puede entender como el reparto del dinero y de los demás beneficios derivados de la producción de bienes y servicios dentro de una economía. La actividad económica de un país proporciona un producto que se traduce en ingresos obtenidos por los factores de producción utilizados para obtener el bien. Estos factores de producción son cuatro: la tierra, el trabajo, el capital y el empresariado. Según esto, los ingresos obtenidos por cada uno de estos factores se clasifican como la renta pagada por la utilización de la tierra, los sueldos y salarios obtenidos por los trabajadores, los tipos de interés que remuneran al capital y los beneficios que reciben los empresarios. La distribución del ingreso se encarga de analizar la cuantía de cada uno de ellos. Sin embargo, la tierra y otros tipos de capital (por ejemplo, la maquinaria o las infraestructuras públicas) suelen agruparse en un concepto de capital más amplio, de forma que la ingreso nacional total se divide en dos grandes categorías, una referida a los ingresos del trabajo (sueldos y salarios) y otra relativa a los ingresos empresariales y a la remuneración del capital (intereses y beneficios). Aunque los métodos modernos de contabilidad nacional desglosan con bastante detalle la distribución del ingreso nacional entre todos los factores productivos, los estudios tradicionales se encuentran con que el desglose se limita a diferenciar entre ingresos del trabajo y beneficios. Sin embargo, la diferencia conceptual entre estos dos tipos de ingresos no está muy clara. Por ejemplo, los ingresos recibidos por el propietario de una tienda son mixtos: recibe ingresos por su trabajo (salario), una renta por el valor de su propiedad y unos intereses por los capitales invertidos. Por lo tanto, para estimar la variación de la distribución del ingreso a lo largo de los años hay que realizar una serie de supuestos sobre cómo se reparten los ingresos no derivados del trabajo entre los distintos tipos de ingresos. La interpretación de los datos de las tendencias a largo plazo sobre la distribución de la renta entre los factores productivos es todavía más ardua, debido a las dificultades para distinguir entre ingresos laborales e ingresos del capital, puesto que gran parte de los salarios constituyen una remuneración al capital humano que algunos logran gracias a la educación superior y a la experiencia profesional adquirida en el mercado de trabajo. Así, la tendencia general hacia el aumento de la distribución del ingreso para los trabajadores experimentada durante el último siglo no debe interpretarse como una distribución más equitativa. En parte, esta tendencia refleja una reducción del empleo autónomo debido, sobre todo, a una disminución de la agricultura y al descenso del número de pequeños comercios de venta al por menor. Los capitalistas son hoy trabajadores asalariados, lo que aumenta de forma artificial la percepción de ingresos de este factor. Además, en tanto en cuanto gran parte de este factor es mano de obra cualificada, parte de los ingresos deben imputarse al capital humano. Por lo tanto, aunque cómo se distribuye el ingreso entre los factores productivos ha sido y sigue siendo un aspecto importante del debate político, no siempre permite analizar la distribución del ingreso nacional de forma equitativa. Por ello es necesario buscar datos que reflejen la proporción de cada tipo de ingresos que reciben las economías domésticas (familias e individuos). Si los datos están bien recogidos, es posible determinar los diferentes ingresos entre familias grandes y pequeñas y los diferentes ingresos entre familias 2 homogéneas. Para que sean fiables deben reflejar ingresos netos (descontados los impuestos). También hay que tener en cuenta las transferencias recibidas del sector público. Pero estas estimaciones no son siempre exactas. Algunos países tienen datos detallados y fiables para realizar buenas estimaciones sobre la distribución de ingresos netos de impuestos entre familias clasificadas por tamaños. Los datos más comunes relativos a la distribución igualitaria del ingreso reflejan la dispersión de ingresos, es decir, comparan los ingresos que recibe cada tipo de trabajador. Estos datos suelen presentarse por deciles (10%) se agrupan los trabajadores en función del 10% con mayores ingresos y después el siguiente 10% y así hasta el último decil. También se pueden representar con una única cifra; hasta ahora se utilizaba casi siempre el índice de Gini (por el estadístico italiano Cerrado Gini) pero éste ha sido reemplazado por el índice de Atkinson (del economista británico A.B. Atkinson) que tiene diversas ventajas respecto al índice de Gini. Proporciona la medida estadística de la desigualdad de rentas incorporando un valor explícito que refleja el grado de aversión a la desigualdad. Tendencias de la distribución mexicana del ingreso.− Las políticas para la superación de la pobreza y la equidad social no son independientes (aunque no sean lo mismo), ya que la lucha contra la pobreza no está ligado exclusivamente a la calidad del crecimiento económico, sino sobre todo a la capacidad de introducir cambios en la distribución del ingreso. No obstante, en México ambas categorías se han utilizado indistintamente por su estrecha relación en el uso de los indicadores sociales. Por ejemplo, entre 1933 y 1984 el país modificó su sociedad y expandió su economía aunque las desigualdades se mantuvieron, pero se logró reducir la pobreza en comparación con el tamaño de la población. La creación de una institucionalidad social y las políticas de crecimiento de esos años provocaron el aumento de una clase media que permitió tendencias positivas en los indicadores básicos de bienestar social. Se trató de una larga etapa desigual pero no empobrecedora; en cambio, en las últimas tres décadas las informaciones estadísticas confirman una tendencia convergente entre desigualdad y pobreza. Los años de 1984 y 1996 tienen características muy particulares (en ambos se reportan mejoras en la desigualdad social, y registran también las mayores crisis de los últimos 50 años), y se aprecia una paradoja: mejoramiento de la igualdad por empobrecimiento. En cambio, de acuerdo con datos de las últimas tres décadas, tenemos un saldo oneroso de desigualdad y pobreza que configura ya una tendencia de empobrecimiento −absoluto y relativo− así como un aumento en la desigualdad. Ingreso de la población Si se analiza la distribución del ingreso a partir de los deciles, puede afirmarse que en los últimos años el 40% de la población más pobre (deciles I; II; III y IV) mantiene una baja participación promedio en el ingreso nacional (alrededor de 13%), para alcanzar su máximo nivel en 1984 con una participación de 14.3%. La importante movilidad social que se vivió en esos años se refleja en una mayor participación de los sectores medios (deciles V, VI, VII, VIII y IX) que aumentan su participación de 42.3% en 1963 a 52.9% para 1984. Este incremento explica, en buena medida, la expansión de los sectores medios en la vida nacional y también la menor participación del último decil que reduce su porcentaje (50.2 a 32.8% en el periodo), en beneficio de los grupos bajos y medios. Entre 1984 y 1996, las familias de bajos ingresos mejoraron muy poco su ingreso relativo (de 12.8 a 13.2%), pero el cambio más significativo fue el deterioro constante y progresivo de los sectores medios que en las últimas dos décadas perdieron lo que habían alcanzado en los 15 años anteriores. Un balance de este periodo indica que los sectores pobres mejoraron ligeramente su participación, en cambio los sectores medios fueron los grandes perdedores al darse una reconcentración del ingreso sumamente elevada (decil X) que corresponde a la población más rica del país. 3 Concepto 1963 1968 1977 1984 1989 1992 1994 1996 Cuadro 1.− Distribución del ingreso de los hogares Participación en el ingreso de los hogares (%) Fuente: PNUD−SEMARNAP La libre empresa y la concentración de los ingresos Una economía de libre empresa es un modelo económico según el cual, con la excepción de determinadas actividades que se consideran propias del Estado (como la defensa nacional, la promulgación de leyes y el mantenimiento del orden público), todas las actividades y transacciones económicas dependen de un modo exclusivo de la libre iniciativa de los individuos. Una economía de libre empresa es aquella que genera un entorno en el que los individuos son libres de intentar alcanzar sus objetivos económicos de la forma que consideren más adecuada, sin la intervención del gobierno. En este contexto económico, los individuos toman con libertad decisiones sobre su empleo, la utilización de su capital y el destino de sus recursos; por ejemplo, cómo distribuyen sus ingresos entre ahorro y consumo, y cómo distribuyen su consumo entre los distintos bienes disponibles. Existe cierta controversia en torno a qué actividades deben dejarse en manos del Estado y cuáles pueden adjudicarse a la iniciativa privada. Así, se suele defender que, puesto que el derecho a la vida, a la libertad y a la protección ante el ataque de un conciudadano es un derecho fundamental, no debe caer en manos del mercado porque el derecho a la seguridad y al orden público no debe depender de la capacidad adquisitiva del individuo. Además, hasta cierto punto los servicios de la ley y el orden constituyen un bien público `puro', en el sentido de que si una patrulla policial ronda un barrio para evitar robos, protegerá todas las viviendas por el mismo precio, sin tener que incurrir en nuevos costes por el hecho de que se construya una nueva vivienda. No obstante, existen muchas empresas privadas de seguridad y algunos individuos incurren en elevados gastos para garantizar su protección. Un guarda de seguridad contratado por un banco no tiene por qué evitar que se asalte a una anciana en la esquina de la calle. Por lo tanto no se puede establecer una línea divisoria entre las actividades que deben dejarse en manos del sector público y aquéllas que pueden confiarse a las fuerzas del mercado. De forma semejante, en muchos países se acepta que los derechos humanos por ejemplo, el derecho a la vida y por tanto a una sanidad pública mínima requieran que el Estado complemente los servicios sanitarios privados. Se pueden adoptar argumentos similares para defender la educación pública y otro tipo de servicios parecidos. En muchos países que se consideran economías de libre empresa el Estado asume numerosas actividades como el transporte ferroviario, los servicios postales o las concesiones públicas, entre otras. Incluso en los países en los que estos servicios los desempeñan empresas del sector privado se considera necesario que exista cierta reglamentación por parte del sector público para evitar que se formen monopolios naturales. En segundo lugar, incluso cuando las actividades económicas las desempeñan empresas del sector privado, suele existir cierta reglamentación pública. La mayor parte de esta regulación responde con frecuencia a consideraciones de tipo político y filosófico sobre la necesidad de restringir la libertad de los individuos cuando dicha libertad derive en una menor libertad de los demás, es decir, que la libertad de un individuo acaba donde empieza la de otro. Así, por ejemplo, la libertad económica está restringida por leyes que impiden adueñarse de forma indebida de la propiedad de otra persona o que refuerzan las cláusulas de los contratos. En otras palabras, se acepta que el contexto económico en el que opera una economía de libre mercado es un entorno donde rige este tipo de regulaciones legales. Sin embargo, la regulación gubernamental suele ir más lejos, porque puede existir cierto intercambio desigual entre el ejercicio de la libertad y otros derechos fundamentales. Por ejemplo, las regulaciones que restringen la libertad de las empresas para utilizar mano de obra infantil o esclavos, o la emisión de gases tóxicos a la 4 atmósfera o a los ríos, o la venta de productos peligrosos (violando el supuesto de que el consumidor siempre sabe lo que es mejor para él). Así, los distintos puntos de vista sobre el alcance de la intervención del Estado (en defensa, seguridad, orden público, sanidad y educación, entre otros) y el alcance de la regulación por parte del Estado del sector público, implican que no existe una definición exacta de lo que es o debiera ser una economía de libre empresa. Pero también existen fuertes discrepancias sobre los efectos benéficos de una economía de esta índole. La tradición política occidental establece que la mejor sociedad es aquella en la que el individuo se responsabiliza de sus propios actos, lo que implica que debe tener la máxima libertad posible para poder tomar decisiones económicas. Supone además que la libertad económica es esencial para que exista libertad política. También se piensa que las economías de libre empresa son más eficientes en términos económicos, pues los mercados crean incentivos para que las personas asignen sus recursos (como el trabajo y el capital) entre las distintas actividades posibles, y también incentiva a los empresarios para que produzcan los bienes y servicios que demandan los consumidores y a que utilicen las técnicas de producción más eficientes. La experiencia de las últimas décadas, sobre todo la caída de los regímenes comunistas del bloque soviético, ha demostrado los efectos negativos de una excesiva intervención del Estado. Al mismo tiempo, se puede alegar en contra de las economías de libre empresa que la distribución del ingreso que genera este sistema puede ser injusta, pues ni siquiera puede evitar la extrema pobreza. También permiten la acumulación de mucha riqueza y poder en unas pocas manos, con amenaza de la libertad política. Por ello, la existencia de economías de libre empresa no determina que se deba olvidar la permanencia de valores sociales básicos y la defensa de la libertad política. Generación de Ahorros y mejoramiento de la distribución del ingreso. Comenzaremos por definir la palabra ahorro, que según el diccionario de la real academia de la lengua española, se entiende como, reservar dinero separándolo del gasto ordinario. Con base en esta definición se puede decir que el ahorro es una parte importante de la economía de cada individuo que permite en un futuro contar con ese dinero que permita mejorar su situación económica. El ahorro no se considera dentro de las estadísticas de la distribución del ingreso debido a que se considera como un excedente del salario mensual del individuo con respecto a sus necesidades o como una privación de lujos que realiza el individuo para poder destinar el dinero excedente de sus necesidades básicas al ahorro, sin embargo en la situación oficial del país las personas que se encuentran en la clasificación de pobreza no tienen la capacidad de ahorro, esto debido principalmente a que sus salarios no les permiten cumplir ni siquiera con las necesidades básicas de sus familias, por lo mismo no tiene excedentes ni lujos de los cuales privarse para poder ahorrar y mejorar así su situación económica. En al actual modelo económico tanto la pobreza como la concentración del ingreso aumentan cuando hay crecimiento, aunque mucho más el segundo que la primera. Es decir, que la esperanza de reducir la pobreza apoyándose sólo en le crecimiento económico y políticas sociales como las actuales es una falsa esperanza. Concepto Pobreza extrema Pobreza No extrema Población No pobre Total de la población. 1963 63.3 14.8 21.9 100.0 1968 53.7 17.7 28.5 100.0 1977 30.2 29.0 40.8 100.0 1984 23.8 36.1 40.1 100.0 1989 21.7 38.5 39.8 100.0 1996 24.5 28.3 47.2 100.0 Cuadro 2.− Condiciones de pobreza en México (Porcentaje de la población total ) 5 Fuente: PNUD−SEMARNAP . De 1963 a 1984 el porcentaje de la población en condiciones de pobreza extrema se reduce, al tiempo que el porcentaje de la población no pobre, aumenta. En cambio entre 1984 y 1996 la tendencia de la pobreza extrema se incrementa al igual que la participación de la población no pobre, lo cual confirma que la relación entre crecimiento económico y disminución de la pobreza de ninguna manera es lineal y, que por lo tanto, si no hay cambios fundamentales en la distribución del ingreso, la pobreza seguirá siendo uno de los principales problemas de un México que se quiere moderno, pero que en su tránsito ha hecho suya una cultura de los satisfechos, de la concentración de la riqueza donde las enormes masas de mexicanos que viven en condiciones de lacerante pobreza parecieran ser solamente las víctimas, "el mal necesario" del acomodo global. Distribución del ingreso y crecimiento económico en México La reforma fiscal que tanto se ha solicitado al Ejecutivo Federal durante años es una pieza fundamental no sólo para la toma de decisiones empresariales sino además para revertir uno de los grandes problemas nacionales, la distribución del ingreso. La década de los noventa fue testigo del deterioro de la distribución del ingreso en México. Esta distorsión de la equidad distributiva se traduce en un límite al crecimiento económico en dos sentidos fundamentalmente, el primero tiene que ver con la capacidad de compra de la población y el segundo con la estabilidad social que genera la posibilidad o no de crecimiento del sistema económico. Tanto la capacidad de pago de la población como la estabilidad social se convierten en límites reales para el aumento de la actividad económica. El primero fundamentalmente constituye una medida del tamaño del mercado; elemento fundamental para cualquier negocio. Una economía con restringida capacidad de compra de sus habitantes restringe de manera directa la posibilidad de expansión de los negocios que tienen como objetivo el mercado interno. En esa situación las empresas tendrían que buscar en el exterior su mercado potencial. El otro factor, la estabilidad social se traduce fundamentalmente en un elemento de seguridad para los negocios. Cualquier empresa percibe en los conflictos sociales fuentes de incertidumbre política que a mediano plazo, si no existe una solución, se traduce en inestabilidad económica que por ende será una limitante para el crecimiento de las inversiones tanto nacionales como extranjeras. Dicho sea de paso la inversión busca, independientemente de la nacionalidad del inversionista, seguridad para su inversión y posibilidades de ganancia. Así que un marco de leyes fiscales claras, consistentes y permanentes favorecen un clima de mayor seguridad que puede constituir un aliciente a la inversión. La sociedad está esperando ver las posibilidades de un gran cambio que favorezca el crecimiento económico tan anhelado por la sociedad. Conclusiones.− La economía de libre empresa y la mala distribución del ingreso están estrechamente relacionadas, lo que impide que un país subdesarrollado con esta condiciones llegue algún día a desarrollarse mientras la mayoría del ingreso se encuentre en pocas manos y las demás dependan del sector primario de producción. Es necesario reformar intensamente el sistema económico y de recaudación del país con el objetivo de beneficiar a toda la población y reducir las grandes diferencias que existen entre las clases sociales que conforman la sociedad del país. 6 El capitalismo dificulta que estas diferencias sean menores, debido a que da total libertad a los individuos en sus desiciones y en la administración de su economía lo que favorece que pocos tengan mucho y muchos tengan poco. 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