NOTA DE PRENSA EL MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA DE VALLADOLID Y LA FUNDACIÓN BBVA ORGANIZAN UNA MUESTRA PARA EXPONER LA COLECCIÓN PICTÓRICA DEL MUSEO VALLISOLETANO Valladolid, 22 de febrero de 2001.- El Palacio de Villena de Valladolid -edificio recientemente rehabilitado y que servirá para exhibir una gran selección de las colecciones del Museo Nacional de Escultura en tanto se procede a la restauración del edificio de San Gregorio, sede principal de dicho Museo-, acoge desde el 23 de febrero de 2001 la exposición Pintura del Museo Nacional de Escultura, que reúne 53 cuadros seleccionados, de entre la colección pictórica que atesora este Museo, por su director y comisario de la muestra, Jesús Urrea, que ha contado con la colaboración del subdirector, Manuel Arias, y de los restantes conservadores de este museo. Tan singular exposición de una colección, muy poco conocida de los amantes de la pintura, ha sido posible gracias a un convenio suscrito por la Fundación BBVA y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, mediante el cual la Fundación se compromete a colaborar en la organización de dicha exhibición y en la restauración de algunas de las obras presentes en la misma. Esta exposición de pinturas del Museo, incluye una lista de obras de singular importancia entre las que destacan fundamentalmente piezas tardomedievales, renacentistas y barrocas, así como algunas otras del siglo XVIII español. Hasta 1992 se exhibieron alrededor de 40 obras en el Museo de La Pasión, pero tras su reconversión en sala de exposiciones temporales del Ayuntamiento, solamente se ha mantenido expuesta en San Gregorio una docena de pinturas. Las 53 obras -muchas no mostradas con anterioridad-, se disponen ahora en siete salas de la planta baja del indicado Palacio Villena. En la primera sala se exhiben doce piezas de pintura flamenca e hispano-flamenca, entre las que cabría mencionar: El retablo de San Jerónimo de Jorge Inglés, un pintor formado en Flandes, pero que seguramente procedería de Inglaterra, e introductor temprano del estilo flamenco en Castilla, su retablo que procede del monasterio jerónimo de La Mejorada de Olmedo, fue realizado hacia 1470, seguramente por encargo de Don Alfonso de Fonseca, y en él se recogen escenas de la vida de San Jerónimo en las que no están ausentes ni lo anecdótico ni los convencionalismos compositivos del gótico. De su estilo se distingue la áspera quebradura de sus pliegues, que tienen el aspecto de tubos de órganos. Dos tablas de escuela hispano-flamenca castellana que representan a San Atanasio y San Luis de Tolosa, realizadas por el denominado Maestro de San Ildefonso, uno de los seguidores de Fernando Gallego -eje de la pintura castellana hispano-flamenca- que trabajó en Valladolid y del que el Museo del Louvre conserva la pintura que le da nombre. Sus figuras monumentales, concebidas como grandes ídolos sagrados son de una elegancia que hace olvidar la rigidez de su dibujo; y los pliegues de sus vestiduras, recuerdan también a los de Jorge Inglés. La escasez de pintura anterior, sin duda, facilitó en Castilla el profundo arraigo de la pintura flamenca. Sin embargo, ciertos rasgos definieron el arte castellano. Los tipos son recios, de fuerte monumentalidad, por lo que relegaban el marco ambiental que generalmente se copia de motivos flamencos, logrando que el verdor de la naturaleza contrastara con la sequedad castellana. Por último, y como tránsito del gótico al Renacimiento, se expone una Piedad de Pedro Berruguete, pintor palentino que viajó a Italia y captó las novedades de arte renacentista, sin por ello renunciar a su españolismo. Aunque cronológicamente fue un autor del siglo XV, se le estima como heraldo del Renacimiento castellano, ya que aportó un avance importante en el campo de la perspectiva, el gusto por la composición y la presencia de la luz en el cuadro. La segunda y tercera estancia acogen 12 obras renacentistas, entre las que resaltan: un par de tablas del vallisoletano Antonio Vázquez, un Calvario del propio taller de Alonso Berruguete, un Calvario atribuido al toledano Antonio Comontes y una Virgen de la Rosa, procedente del monasterio de La Mejorada, en Olmedo, excelente copia española del original de Rafael conservado en el siglo XVI en el monasterio jerónimo de El Escorial y hoy en las colecciones del Museo del Prado. Obras maestras de la exposición son asimismo cuatro pinturas de Alonso Berruguete, hijo de Pedro y pintor manierista poderosamente influido por Miguel Ángel, en cuya técnica predominan los escorzos y las composiciones movidas. En algunas de sus obras pinta un fondo que imita el mosaico dorado, tal como hiciera Rafael en ciertos frescos del Vaticano, y de las que aquí hay una muestra en la grisalla que representa a San Marcos. En la sala cuarta se pueden contemplar 9 obras de la escuela vallisoletana del siglo XVII, entre las que sobresalen una Inmaculada con donante de Pantoja de la Cruz, pintor cortesano que, en sus cuadros religiosos, se muestra adherido a los ensayos naturalistas y tenebristas de la época; dos lienzos de Bartolomé González: un retrato cortesano y una obra religiosa -depósito del Prado- de 1627 que representa La huida a Egipto, con un cuidado estudio de luz y composición; una espléndida Anunciación de Gregorio Martínez, en la que se desprenden trazos pre-tenebristas; dos obras de Diego Valentín Díaz, entre ellas la Sagrada Familia, en la que utiliza inteligentemente un modelo sacado de un grabado de la época; una obra de Felipe Gil de Mena, pintor que estudió en Madrid con Van der Hamen, y del que tomaría el gusto por las naturalezas muertas, de las que existe un amplio repertorio en el cuadro que representa a San Francisco y Santo Domingo en el refectorio; al portugués Bartolomé de Cárdenas, pintor del duque de Lerma, corresponde la Disputa de Santo Domingo con los albigenses. En la siguiente sala se cuelgan 8 obras de pintura flamenca. Junto a un Calvario del siglo XVI perteneciente al genial retratista Antonio Moro, se muestra una pintura original de Rubens -Heráclito y Demócrito-, pintor que estuvo en Valladolid durante la estancia de la Corte en esta ciudad, o piezas íntimamente influidas por su pintura, destacando por su fuerza y espectacularidad tres impresionantes lienzos del pintor flamenco T. Willeboirts Bosschaert, discípulo de Van Dyck, que representan la Estigmatización de San Francisco, San Antonio de Padua ascendiendo al cielo y la Asunción de la Virgen. Este conjunto pictórico procede del convento de monjas recoletas de la Concepción de Fuensaldaña y se encargó al pintor flamenco entre 1652 y 1654. Estas piezas confirman la gran calidad que alcanzó la escuela de Rubens, e ilustran la aparatosidad retórica y refinada de la sensibilidad barroca flamenca, a cuya escuela pertenece también una pareja de cobres -que aquí se expone- que copian, a través de conocidos grabados de la época, composiciones originales del maestro. La sala sexta incluye tres obras del sevillano Juan de Roelas -pintor de la escuela andaluza influido por la escuela veneciana, con composiciones sobrecargadas de figuras, con cielos inmensos, llenos de ángeles que cabalgan sobre las nubes- de las que cabría destacar la Alegoría de la Inmaculada Concepción, pintada en 1616 para conmemorar la solemne procesión que se celebró en la capital andaluza en 1615 en homenaje y defensa de dicho dogma, habiendo siendo las dos pinturas restantes recientemente adscritas a este pintor. En la última parte se exhiben 8 lienzos, pertenecientes casi todos ellos al siglo XVII, entre los que hay que mencionar, un realista paño de la Verónica con la impresión de la Santa Faz, de Francisco de Zurbarán; un interesante bodegón con figuras, original de un anónimo pintor toscano; una obra del cordobés Antonio Palomino, que representa los Desposorios de la Virgen, y en la que se percibe claramente la influencia de su maestro Lucas Jordán así como la calidad plástica de la Corte de Carlos II, siendo su pintura, de tonos luminosos y pincelada alisada, un claro presagio del gusto rococó; un bodegón de Luis Menéndez -uno de los mejores artistas dedicados a este género pictórico, que creó un estilo propio, de pequeño formato y representación de objetos sencillos, cacharros, melones, calabazas,… con una textura insuperable; así como un lienzo religioso de Antonio González Velázquez, de clara influencia italiana. También se halla presente una representación de la pintura hispanoamericana con una curiosísima Virgen de Guadalupe del mejicano Juan de Correa. Con motivo de esta exposición se ha editado un catálogo, profusamente ilustrado, que incluye textos del director del Museo, Jesús Urrea, de prestigiosos profesores e historiadores como Matías Díaz Padrón, Manuela Mena, Alfonso E. Pérez-Sánchez, Joaquín Yarza Luaces, y del equipo de conservadores del Museo Nacional de Escultura. (Museo Nacional de Escultura. C/ Cadenas de San Gregorio, 1 y 2. Valladolid. Del 23 de febrero al 22 de abril de 2001. Tfno. 983-254083/ Fax- 983-259300) Si desea más información, puede ponerse en contacto el departamento de Acción Cultural del Museo Nacional de Escultura (983 25 03 75) con el departamento de Comunicación de la Fundación BBVA (91 374 67 97 y 94 487 44 79)