CIUDAD Y PERSPECTIVA DE GÉNERO A RAIZ DE HÁBITAT II Ana Sancho Martínez Lcda. en Filosofía (U. de Navarra) Responsable de Igualdad en la Asoc. Revitalización del Bilbao Metropolitano anabm30@hotmail.com La ciudad, para tener en cuenta la perspectiva de género, ha de facilitar la conciliación mediante un diseño compacto que convierta un territorio en sostenible. Me gustaría realizar una reflexión sobre la perspectiva de género y la necesidad de estudiar la igualdad de oportunidades como intrínsecamente unida a la corresponsabilidad de manera especial en la ciudad, a raíz de su inclusión en Hábitat II. La Segunda Conferencia de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Habitat II) tuvo lugar en Estambul, Turquía, en junio de 1996. Como resultado de la Conferencia, también conocida como “Cumbre de las Ciudades”, se presentó la Agenda Habitat, un documento aprobado por los Estados Miembros en el que se comprometían a promover una vivienda adecuada para todos, unos asentamientos humanos sustentables, la participación de la ciudadanía, y la igualdad de género, entre otros aspectos. Los países signatarios aprobaron la implementación y el uso de la Agenda Habitat como guía de acción y monitorización. El objetivo de Habitat II era tratar dos temas de igual importancia a escala mundial: “Vivienda adecuada para todos” y “Desarrollo sostenible de los asentamientos humanos en un mundo en proceso de urbanización”. El ser humano es el elemento central del desarrollo sostenible, que incluye la vivienda adecuada para todos y unos asentamientos humanos sostenibles, y tiene derecho a llevar una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza. Uno de los compromisos de Habitat II era la igualdad de género, relacionada de una manera especial con los asentamientos urbanos. Y es precisamente el objetivo de la presente comunicación el estudio de esa conexión desde una perspectiva filosófica. Del estudio de la relación entre la ciudad y la perspectiva de género, que considero equivalente a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, surgen interesantes temas, como el de los usos del tiempo, los transportes y la movilidad por 1 géneros, la proximidad entre viviendas, servicios y empleo, el análisis de la separación entre las esferas públicas y privadas, la conciliación, el derecho a que las mujeres participen en la planificación urbana, la gobernanza local y los procesos de toma de decisiones relativos a sus ambientes urbanos, etc. El interés del tema es grande. Según señala Por un futuro mejor urbano1, una de las propias publicaciones de ONU-Habitat (el organismo de las Naciones Unidas para los asentamientos humanos), en 1950 una tercera parte de la población mundial vivía en ciudades. Sólo 50 años después, esta cifra aumentó a la mitad y continuará aumentando hasta los dos tercios, esto es, unos 6.000 millones de personas en 2050. En las ciudades reside ahora la mitad de la humanidad. En muchas ciudades, especialmente de los países en desarrollo, el número de habitantes de los barrios más pobres es la mitad de la población y tienen poco o ningún acceso a vivienda, agua y saneamiento, educación o servicios de salud. Con respecto a la perspectiva de género, la Segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos Habitat II incidió sobre el hecho de que las mujeres tienen a menudo un acceso desigual a recursos como la propiedad, el crédito, la capacitación y la tecnología, situación que dificulta aún más sus condiciones de vida y las de sus hijos. Para cambiar esta situación, los gobiernos se comprometieron a integrar una perspectiva de género en la legislación, las políticas y los programas relativos a los asentamientos humanos y a fortalecer políticas y prácticas que fomenten la participación plena de las mujeres en términos de igualdad en la planificación y las decisiones relativas a los asentamientos humanos. Los últimos cambios sociales, con la masiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo, la prolongación de la esperanza de vida, la mejora del bienestar, las nuevas tecnologías... están modificando el modelo, con mejoras y avances hasta hace poco inimaginables, pero también, paradójicamente, con nuevas dificultades, como la de conciliar el tiempo de trabajo, el familiar y el personal. Los cambios en los nuevos ritmos de vida piden un replanteamiento de los nuevos modelos de organización y planificación de la ciudad. 1 ONU HABITAT, UNITED NATIONS HUMAN SETTLEMENTS PROGRAMME. Por un futuro mejor urbano. Folleto con motivo del Día Mundial del Hábitat 2009. 2 Asimismo, la aparición de la perspectiva de género nos incita a promover el papel de la mujer en el desarrollo urbano. Tenemos que repensar la ciudad para que el eje del planteamiento urbanístico y de la planificación de sus servicios y equipamientos, públicos y privados, sea el tiempo de las personas. Es bien cierto que el proceso de revitalización de una ciudad necesita de la igualdad para estar completado. De ahí la necesidad de repensar ala ciudad en clave de igualdad: para que la ciudad no sea difusa sino compacta, amigable. Que sea la ciudad de las personas, no de los hombres o mujeres, de manera individual. Que sea la ciudad corresponsable. El reto del urbanismo en la actualidad debe ser buscar la mejor manera de facilitar la organización espacio temporal del trabajo y la vida doméstica para individuos y familias, mediante soluciones como aumentar la movilidad, para optimizar el tiempo en tareas laborales y domésticas, para extender el desarrollo de las redes de la información dentro de la sociedad., o para incrementar mediante la planificación física (agrupar espacialmente varias funciones), el aumento de la calidad del sistema de transporte público y privado así como la calidad del espacio público y de la oferta de vivienda (lo que nos lleva inevitablemente a estructurar la elaboración de las políticas públicas con una visión de futuro). El urbanismo debe de ser coordinado sistemáticamente con las tareas laborales y domésticas considerando las cadenas de actividad como la clave principal, para llegar poco a poco a una sostenibilidad urbanística. Considero también importante abogar por la densidad y la mezcla en la organización de las comunidades, sin una expansión incontrolada de las ciudades, respetando otra de las conclusiones de Habitat II, el derecho a una vivienda digna y a un urbanismo que facilite una calidad de vida hombres y mujeres, así como la creación de la familia, evitando los problema de barrios marginales que llevan consigo la no integración social y el aumento de la delincuencia, aunándose con temas raciales y de no apertura a la inmigración. Aunque la conveniencia es que la planificación de la ciudad no sea difusa sino compacta y amigable, hay que señalar que la ciudad contemporánea, la española incluida, se sigue guiando en gran medida por el principio de la zonificación propugnada por Le Corbusier y por La Carta de Atenas: la ciudad ubica en lugares diferentes la realización de las dos funciones principales: residir y trabajar, las cuales siguen estando asociadas, respectivamente y de forma mayoritaria, a las mujeres y a los 3 hombres. Para superar esta diferencia, ha de ser la ciudad de las personas, no de los hombres o mujeres, de manera individual. Ha der ser la ciudad conciliadora y corresponsable. Es preciso educar a las nuevas generaciones en la corresponsabilidad, haciéndoles ver cómo lo privado no es solo de la mujer; el hombre puede y debe estar en el hogar y en los hijos. Tampoco lo público es algo vetado en lo que la mujer no puede ni debe entrar. Exceptuando la maternidad, solo propia de la biología de la mujer, las funciones son intercambiables y dependen del aprendizaje. Ni todo es fisiológico ni todo es cultural. En la familia, en la sociedad y en la ciudad son tan necesarios los hombres como las mujeres. Citando a María Elósegui: “Es necesario el reconocimiento de que no todos los estereotipos sociales atribuidos a los dos sexos son siempre indiferentes sino que algunos de ellos tienen una mayor raigambre o base biológica, de manera que no son una mera construcción cultural cambiable, sino que están inexorablemente unidos a la diferenciación sexual; así no es lo mismo ser padre que madre a la hora de educar a los hijos. Los dos papeles son insustituibles, complementarios y no intercambiables. Por tanto, tan perjudicial sería la desaparición de la figura de la madre, como la carencia de la figura del padre” 2. La ciudad, para tener en cuenta la perspectiva de género, ha ser la ciudad de las personas conciliadoras y corresponsables. La necesidad de la conciliación y la corresponsabilidad es algo en lo que la sociedad tiene que ir adquiriendo unos hábitos, y que desde edades tempranas debe ser mostrado y enseñado. La ganancia será para todos. 2 ELÓSEGUI ITXASO, María. Educar en la corresponsabilidad entre mujeres y hombres. La igualdad necesaria. Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado 20, Madrid, 2009. 4