Pilares de la iglesia Cow Creek Community Church

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Pilares de la Iglesia Cow Creek Community Church
Indice
Fundación, Propósito y Prioridades
de la Iglesia Cow Creek Community Church
1-2
Afirmación de la Fe
(Lo que enseñamos en Cow Creek)
2-12
Lo que significa convertirse y
Ser un Cristiano
12-14
Fundación, Propósito y Prioridades de la Iglesia Cow Creek
Community Church
Fundación: La fundación de esta iglesia es el Señor Jesucristo (1 Corintios 3:11), y el
código que la guía en todos sus asuntos es la Palabra de Dios. Esta iglesia aquí afirma su
fe en que las escrituras sagradas del Antiguo y Nuevo Testamento son la Palabra de Dios
Todopoderoso (San Lucas 24:27; 2 Pedro 3:15-16).
Propósito:
El propósito del la Iglesia Cow Creek Community Church (Cow Creek)
puede ser resumida en la declaración de propósito que Jesús mismo dio a sus discípulos:
“y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
(San Mateo 28:18-20)
Prioridades: Las prioridades de Cow Creek se resumen con lo siguiente de Hechos
2:42-47:
Primero – El objetivo principal de Cow Creek es adorar y glorificar a Dios. Buscamos
propagar y practicar conforme a su voluntad de Dios y sentimos placer en El como la
prioridad principal en todo lo que hacemos. Es nuestra meta más importante reflejarle a
Dios (por medio de nuestras palabras, actitudes y acciones) el gran tesoro que El es en
nuestras vidas.
Segundo – enseñar y predicar todo el consejo de la Palabra de Dios, y por medio de la
sabiduría encontrada en su palabra, ser guiados en nuestro entendimiento de la Persona de
Dios, el modo de la salvación, y todas las demás áreas de vida santa, ambos dentro y
fuera de la iglesia.
Tercero – compartir en el compañerismo verdadero de la familia de Dios por medio de
relaciones cariñosas y afectuosas; que nuestras relaciones sean guiadas por la verdad de
la Palabra de Dios y que al ser arraigadas en amor, nos incorporemos más a la imagen de
nuestro Señor Jesucristo.
Cuarto – ser un cuerpo de creyentes en cual cada miembro esta activamente poniendo en
uso los dones espirituales que Dios les ha brindado por el Espíritu; no solo los Ancianos
(Elders) o empleados pastorales, pero cada miembro debe ser un “ministro” activo
laborando para la construcción (edificación) de la iglesia en amor.
Quinto – distribuir una pasión y alegría por la supremacía de Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo a todas las gentes del mundo – localmente, nacionalmente e
internacionalmente. Nuestro gran deseo es ser un cuerpo de creyentes “guiados por la
misión/ con la mente en la misión” que regocijan en Dios.
** Finalmente, en todas estas cinco prioridades, es nuestra meta buscar la fuerza y el
suministro de Dios por medio de oraciones, confiando que en todas las cosas Dios
recibirá la gloria.
Afirmación de Fe
(Lo que enseñamos en Cow Creek Community Church)
Prefacio:
¿Por qué tener una afirmación tan larga y detallada como esta? Primero,
nuestra meta no es descubrir lo poquito que se pueda creer, sino aceptar y
enseñar “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27). Nuestra meta es
promover una adherencia de todo corazón a la Biblia, la plenitud de su
verdad y la gloria de su Autor. Segundo, creemos que la causa de la
unidad en la iglesia es mejor servida no al encontrar una doctrina común
alrededor de cual todos pueden reunirse, sino al elevar el valor de la
verdad, declarando los parámetros doctrinales de la iglesia, buscando la
unidad que viene de la verdad y luego demostrando al mundo como
nosotros los Cristianos podemos amar a nuestro prójimo a través de las
fronteras en vez de quitar esas fronteras.
No pretendemos ser infalibles en nuestra afirmación y estamos abiertos a
refinamiento y corrección por las Escrituras. Pero sí estamos firmes en
estas verdades como las vemos y llamamos a los demás que busquen en
las Escrituras para verificar estas verdades (Hechos 17:11). Entre la
conversación y el debate será que aprendamos de los demás y las fronteras
serán ajustadas, posiblemente causando que grupos en desacuerdo se
junten en un compañerismo más cercano.
Finalmente, no creemos que todos los puntos en esta afirmación de fe sean
del mismo peso. Unos puntos son más esenciales, otros menos. No
creemos que cada parte de esta afirmación deba ser creída para que la
persona sea salvada.
Las Escrituras: Nosotros enseñamos que los Antiguo y Nuevo Testamentos de la Biblia
son la revelación (Palabra) de Dios. Así, cada palabra de los documentos
originales fue inspirada por Dios y sin error. Por consiguiente, las enteras
Escrituras son la autoridad de la fe de cada creyente y son lo suficiente
(por medio de la enseñanza e iluminación del Espíritu Santo) para llenar
cualquier necesidad (espiritual, psicológico, emocional, interpersonal, etc.)
en la vida del creyente. (2 Timoteo 3:16-17; 2 San Pedro 1:20-21; San
Marco 13:31; San Juan 8:31-32; Hechos 20:32)
Enseñamos que dondequiera que hagan varias aplicaciones de cualquier
pasaje de las Escrituras, solamente hay una verdadera interpretación. El
significado de las Escrituras se puede encontrar cada vez que uno aplica
diligentemente el método de interpretación literal-gramático-histórico bajo
la iluminación del Espíritu Santo (San Juan 16:12-15; 1 Corintios 2:7-15;
1 San Juan 2:20). Es la responsabilidad de cada creyente verificar
cuidadosamente la intención verdadera y el significado de las Escrituras,
reconociendo que la aplicación es para todas las generaciones.
El Dios de la Palabra (la Trinidad):
verdadero
Nosotros enseñamos que hay un solo vivo y
Dios, El cual es infinito, espiritual, eterno, existe por él solo, nunca
cambia en su naturaleza, omnipotente, omnisciente, omnipresente,
sagrado, justo, bueno, verdad y amor. Dios existe eternamente como tres
distintos pero inseparables personas conocidos como el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Estos tres son uno solo (indivisibles) en su naturaleza,
esencia y atributos. Mientras estos tres son igual en divina perfección,
ellos ejecutan distintas pero harmoniosas funciones en el trabajo de la
creación. (Génesis 1:1, 26; Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5-7; San Juan
1:1,3, 4:24: San Mateo 28:19; Romanos 1:19-20; 2 Corintios 13:14)
Dios el Padre:
Nosotros enseñamos que Dios el Padre, la primera
persona de la Trinidad, ordena y dispone todas las cosas según su
propósito y gracia (Salmo 145:8-9; 1 Corintios 8:6). El es el creador de
todas las cosas (Génesis 1:1-31; Efesios 3:9). Como el único gobernante
absoluto y omnipotente del universo, El es soberano en la creación,
providencia y redención (Salmo 103:19; Romanos 11:36). Su paternidad
involucra ambos su designio dentro de la Trinidad y su relación con la
humanidad. Como Creador El es Padre para todos los hombres (Hechos
17:24-28), pero es Padre Espiritual solamente para los creyentes
(Romanos 8:14; 2 Corintios 6:18). El continuamente mantiene, dirige y
gobierna todas sus criaturas y los eventos (1 Crónicas 29:11). En su
soberanía, El es ni el autor ni el aprobador del pecado (Habacuc 1:13;
Santiago 1:13-17), tampoco abrevia la contabilidad de criaturas
inteligentes y morales (Romanos 2:2-11, 1 San Pedro 1:17). El ha
misericordiosamente escogido desde la eternidad pasado aquellos quienes
El tendrá como suyos (Efesios 1:4-6); El salva del pecado a todos que
vienen a El por medio de Jesucristo; El adopta a todos como suyos que
vienen a El; y al adoptar, El se convierte en Padre para los suyos (San Juan
1:12; Romanos 8:15; Gálatas 4:5).
Jesucristo: Nosotros enseñamos que Jesucristo, la segunda persona de la
Trinidad, posee todas las excelencias divinas y que en estas es un co-igual,
co-substancial y co-eterno con el Padre (San Juan 10:30, 14:9). Sus
atributos de grandeza y bondad también corresponden con los del Padre.
Por parte de su Hijo, Jesucristo, Dios el Padre creó el universo y todas las
cosas continúan existiendo y son mantenidas por el poder de Jesús (San
Juan 1:3; Colosenses 1:16-17). Cuando Jesús se vació en Filipenses 2:5-8,
no fue de su esencia divina ni de su deidad pero de su ejercicio
independiente de sus prerrogativas durante el primer Adviento – la
encarnación (San Juan 1:14). Su encarnación fue iniciada por el
nacimiento virgen o concepción milagrosa donde tomo en El la humanidad
genuina (Hebreos 2:9-18). De este modo El se convirtió en el único Dioshombre que es el Revelador perfecto, Salvador, Mediador, y últimamente
Juez de todos los hombres (San Juan 1:18; Tito 2:13; 1 Timoteo 2:5; San
Juan 5:27). Mediante su condescendencia amorosa El aconteció su obra
de gracia, la cual culminó en su muerte sacrificial, entierro, resurrección, y
asención, creando la basis para el perdón de los pecadores creyentes
(Isaías 52:13-53:12; Romanos 6:1-11; Romanos 1:4, 4:25; Hechos 1:9).
Como nuestro único y perfecto Mediador, Cristo es profeta, sacerdote, y
rey de la Iglesia de Dios (1 Timoteo 2:5; Hebreos 7:24; Daniel 7:14;
Hechos 4:12; San Lucas 1:33; San Juan 14:6).
Nosotros enseñamos que Nuestro Señor Jesucristo satisfizo su oficio
sacerdotal al ofrecerse como un sacrificio por el pecado (Hebreos 5:7-9,
7:27) en toda verdad (es decir en actualidad y no en potencial) logrando
nuestra redención y reconciliación (San Lucas 1:68; Apocalipsis 5:9) por
medio de su sangre derramada y su muerte sacrificial en la cruz. Su
muerte fue voluntaria, delegada, substituta, propiciatoria y redentora (San
Juan 10:15; Romanos 3:24-25, 5:8; 1 San Pedro 2:24). Como resultado
de estas verdades, nosotros enseñamos que la muerte redentiva de Jesús es
suficiente para satisfacer la justicia eterna de Dios para los pecados de la
humanidad, pero solo para los que creen – los que son la gente electa de
Dios (Isaías 53:8; San Mateo 1:21, 20:28; San Lucas 1:68; San Juan
10:15; Efesios 5:25).
Hoy nuestro Señor esta construyendo su Iglesia (San Mateo 16:18) y esta
continuamente cuidándola como el Abogado celestial intercediendo por
los santos (Hebreos 7:25; 1 San Juan 2:1). El regresará en gloria por su
prometida (1 Tesalonicenses 4:13-18) y declarará judicialmente el premio
y la retribución de todos (Hechos 17:30-31; 2 Corintios 5:10; Apocalipsis
20:11-15).
El Espíritu Santo: Nosotros enseñamos que el Espíritu Santo, la tercer
persona de la Trinidad, es igual en naturaleza con Dios el Padre y con
Dios el Hijo (Hechos 5:3-4; 1 Corintios 12:4-11, 18; 2 Corintios 13:14).
Su divina persona es certificada por las muchas referencias a sus atributos
de grandeza y bondad en la Biblia. En su papel dentro de la Trinidad, El
da testimonio divino de la Persona y obra de Cristo en este tiempo (San
Juan 15:26). En su relación a las Escrituras, el Espíritu Santo es su divino
Autor y Maestro (2 Samuel 23:2; San Juan 14:25-26, 16:13; 1 Corintios
2:6-16; Efesios 6:17; 2 San Pedro 1:21).
El es el principal Agente divino en el plan de salvación del Padre por
medio del trabajo de su Hijo (San Juan 3:1-10; 16:8-11). El Espíritu Santo
siempre ha sido soberanamente activo en la regeneración y renacimiento,
es decir en la salvación personal y santificación en los tiempos del
Antiguo y Nuevo Testamento. El es esencial en nuestra adopción,
sellamiento y servicio (Romanos 8:12-17; Efesios 1:13, 5:18).
Históricamente el Espíritu Santo fue íntimamente involucrado en el
nacimiento de la Iglesia en Pentecostés (Hechos 2:1-4). En estos días,
todos los discípulos genuinos poseen permanentemente la presencia
interna del Espíritu Santo desde el momento de la salvación como una
gracia espiritual del Nuevo Pacto (San Juan 16:13; Romanos 8:9; Efesios
1:13-14). Es el deber de todos los que son nacidos del Espíritu ser
controlados por el Espíritu (Efesios 5:18). El Espíritu Santo también
santifica, llena, instruye, autoriza para servicio y sella a los creyentes para
el día de redención (Hechos 4:31; Romanos 8:9; 2 Corintios 3:6; Efesios
1:13, 1 San Juan 2:20, 27).
Nosotros enseñamos que el Espíritu Santo administra dones espirituales a
la Iglesia. El no se glorifica a El solo ni a sus dones por medio de
exhibiciones ostentosas, es más El glorifica a Cristo al implementar su
trabajo de redimir a los pecadores y alzar los creyentes en una fe sagrada
(San Juan 16:13-14, Hechos 1:8; 2 Corintios 3:18). Dios el Espíritu Santo
es soberano en dar todos sus dones por el propósito de edificación mutua y
la perfección de los santos (1 Corintios 12:4-11; Romanos 12:6-9).
Hombre y Pecado: Nosotros enseñamos que Dios creó la humanidad según su propia
imagen y semejanza (Génesis 1:26-27), y que después de la caída, no
importa como se haya distorsionado esa imagen, no se ha borrado
(Génesis 9:6; Santiago 3:9).
Ambos hombres y mujeres portan igualmente la imagen de Dios. Aunque
comparten la misma esencia, si hay distinciones y subordinaciones
funcionales. Estas diferencias, basadas bíblicamente en la creación y no en
prejuicios culturales, son significantes para ambos nuestras familias y
nuestra congregación (1 Corintios 11:1-16; Efesios 5:22-33; 1 Timoteo
2:8-15; Tito 2:3-5; 1 San Pedro 3:1-6).
Enseñamos que mediante el solo acto de desobediencia de Adán, no solo
cayó él de su estado de inocencia a uno de separación y alienación de
Dios, pero como nuestro representante, él también sumergió a la raza
entera en pecado y la muerte (Génesis 2:17, 3:1-7; Romanos 5:12-21). Por
consiguiente, todas las personas desde su concepción y nacimiento son
extraños espirituales de Dios, profanos innatos y condenados por sus
naturalezas pecadoras y sus hechos pecadores frente al Creador y Juez
(Salmo 51:5; Romanos 1:18-3:20; Efesios 2:1-3; Colosenses 1:21).
Enseñamos que la depravación del hombre (es decir la naturaleza
corrompida y pecadora) es total en su anchura (1 Reyes 8:46; Salmo 14:13; Isaías 1:2-6, 53:6; Romanos 3:9-20) y profundidad (Eclesiastés 9:3;
Jeremías 17:9; San Marcos 7:14-23). El pecado, como una gota de veneno
en un vaso de agua, ha envenenado el vaso entero. Igualmente todas las
facultades del corazón del hombre caído (es decir racional, volátil,
emocional, etc.) están manchadas moralmente por el pecado y la
perversidad (Génesis 6:5; Eclesiastés 7:29; Efesios 4:17-19). Por eso, el
hombre caído es ciego y desamparado, totalmente incapaz de escoger o
hacer lo que es espiritualmente aceptable a Dios aparte de la gracia divina.
El hombre es completamente incapaz de reformarse espiritualmente o de
rescatarse y está totalmente necesitado de la salvación de Dios (Isaías
64:5-7; Jeremías 13:23; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:1-3; Colosenses 1:2122).
Salvación:
Nosotros enseñamos que la salvación del hombre pecador siempre ha
dependido últimamente de la gracia soberana de Dios. Un solo método
divino de salvación por gracia por fe ha estado en efecto desde la caída del
hombre (Romanos 4:1-9, 9:16; Efesios 2:8-9).
El plan soberano de Dios para la salvación fue escrito divinamente en la
eternidad pasada (Efesios 1:4), incluyendo todas las provisiones (el trabajo
de Cristo y el Espíritu) y procesos (Tito 3:3-7). Además, en una base
individual e histórica, la gracia de Dios esta detrás de todas las etapas de
salvación, es decir en el pasado – la justificación; en el presente – la
santificación; y en el futuro – la glorificación (Romanos 8:29-30).
Entonces, nuestra salvación es cumplida enteramente por el poder
omnipotente de la Trinidad soberana y misericordiosa de Dios. “Nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia” (Tito 3:5). Algunos elementos vitales en su plan de
salvación incluyen:
Elección y responsabilidad humana: Nosotros enseñamos que la elección
es el hecho misericordioso de Dios por la cual, desde antes de la
formación del mundo, El escogió en Cristo aquellos quienes El llama,
regenera, justifica, santifica y glorifica (Romanos 8:28-30; Efesios 1:4-11;
2 Tesalonicenses 2:13; 2 Timoteo 2:10; 1 San Pedro 1:1-2).
Enseñamos que la elección soberana no contradice ni niega la oferta gratis
de las bendiciones del evangelio para todas las personas, la
responsabilidad del hombre de arrepentirse y de confiar en Cristo como
Salvador y Señor, ni la responsabilidad de los creyentes de comunicar el
evangelio a las almas perdidas (Ezequiel 18:23, 32, 33:11; San Juan 3:1819, 36, 5:40; Romanos 10:8-15; 2 Tesalonicenses 2:10-12; Apocalipsis
22:17). Sin embargo, como la gracia soberana incluye el medio de recibir
el regalo de salvación (por arrepentimiento y fe), la elección soberana
resultará en lo que Dios determina (Hechos 11:18; 2 Timoteo 2:24-25;
Filipenses 1:29; 2 San Pedro 1:1; Efesios 2:8). Todos quienes Dios llama
hacia El vendrán en fe, y todos los que vienen en fe el Padre recibirá (San
Juan 6:37-40, 44; Hechos 13:48; Romanos 8:28-30; 1 Corintios 1:30).
Mientras enseñamos que el favor sin mérito de Dios que les da a los
pecadores totalmente depravados es incondicional (es decir que no esta
relacionado a cualquier iniciativa de nuestra parte ni a la anticipación de
Dios de lo que podríamos hacer de nuestra propia voluntad, pero
libremente dado por Dios según sus propósitos (Romanos 9:10-16; Tito
3:4-7)), también enseñamos que las Escrituras afirman la responsabilidad
humana. Debemos aceptar ambos lados de la verdad, aunque no
entendamos como corresponden el uno con el otro. Las personas son
responsables por lo que hacen con el evangelio – o cualquier luz que
tengan (Romanos 2:11-16), para que el castigo sea justo si rechazan la luz.
Aquellos que rechazan la luz lo hacen voluntariamente de su propia
voluntad mala y libre. Jesús lamentó, “no queréis venir a Mí para que
tengáis vida” (San Juan 5:40). El les dijo a los incrédulos, “Por eso os dije
que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en
vuestros pecados moriréis” (San Juan 8:24). En San Juan 6, nuestro Señor
combinó ambos la soberanía divina y la responsabilidad humana cuando
El dijo, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que me viene, no le
hecho fuera” (v.37); “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que
todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna” (v. 40);
“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (v 44);
“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna” (v. 47);
y “Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado
del Padre” (v. 65). La verdad de como estas dos verdades pueden existir
simultáneamente es algo que no puede ser entendido con mentes humanas
– solamente por Dios.
Sobre todo, uno no debe concluir que Dios es injusto porque El escoge
prestar gracia divina a algunos y no a todos. Dios nunca se debe medir por
lo que parece ser justo en el juicio humano (Romanos 9:14-15, 19-24). En
Salmo 50:21 Dios dice, “Pensabas que de cierto sería yo como tú.” Pero
Dios no es como el hombre, ni se le puede juzgar con las mismas normas.
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros
caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos“(Isaías 55:8-9).
Regeneración:
Nosotros enseñamos que la regeneración (un nuevo
nacimiento) es un trabajo misericordioso y supernatural del Espíritu Santo
por cual la naturaleza divina y la vida divina son dadas (San Juan 3:3-7;
Tito 3:5). Es instantánea y es cumplida solamente por el poder del
Espíritu Santo mediante la Palabra de Dios (San Juan 5:24; 2
Tesalonicenses 2:13-14). Este nuevo nacimiento resulta en la unión del
creyente con Cristo (Colosenses 2:13) en Su muerte, entierro y
resurrección (Romanos 6:1-11), así recibiendo las gracias espirituales de la
nueva alianza (es decir la reconciliación, paz con Dios, un nuevo corazón,
nuevos afectos y entrega del poder dominante del pecado, etc.)
(Deuteronomio 30:6; Ezequiel 11:19-20; Romanos 2:28-29, 5:1, 6:5-7, 11,
14; Colosenses 2:11-12).
Porque la regeneración genuina involucra el impartir una vida nueva, un
nuevo corazón y la gracia salvadora, es manifestada por frutos
merecedores del arrepentimiento demostrada en una conducta y actitud
virtuosa (1 Corintios 6:19-20; Efesios 5:17-21; Filipenses 2:12; Gálatas
5:6; Colosenses 3:16; 2 San Pedro 1:4-10). Esta obediencia autorizada por
gracia causa que el creyente se conforme cada vez más a la imagen de
nuestro señor Jesucristo (2 Corintios 3:18). Tal conformidad culmina en
la glorificación del creyente cuando el/ella está con Cristo después de la
muerte o en Su regresó (Romanos 8:17; 2 San Pedro 1:4; 1 San Juan 3:23).
Justificación: Nosotros enseñamos que la justificación ante Dios es una
obra misericordiosa de Dios (Romanos 8:33) por la cual El declara
virtuosos a aquellos que, por medio de fe en Cristo, se arrepienten de sus
pecados (San Lucas 18:9-14; Hechos 2:38, 3:19, 11:18; Romanos 2:4; 2
Corintios 7:10; Isaías 55:6-7) y confiesan a El como el Señor Soberano
(Romanos 10:9-10; 2 Corintios 12:3; Filipenses 2:11). Esta virtuosidad es
aparte de cualquier virtud u obra del hombre (Romanos 3:20-21, 4:6-8) y
concierne el poner nuestros pecados sobre Cristo (Colosenses 2:14; 1 San
Pedro 2:24) y la imputación de la virtuosidad de Cristo a nosotros (1
Corintios 1:2, 30, 6:11; 2 Corintios 5:21). Por este medio Dios es “justo y
el que justifica al que es de la fe de Jesús “(Romanos 3:26).
Santificación: Nosotros enseñamos que cada creyente es santificado
(separado) para Dios por medio de la justificación y por eso es declarado e
identificado como un santo.
Esta santificación es permanente e
instantánea y no debe ser confundida con la santificación progresiva. Esta
santificación tiene que ver con el lugar del creyente no con su camino
presente o condición existencial (Hechos 20:32; 1 Corintios 1:2, 6:11; 2
Tesalonicenses 2:13; Hebreos 2:11, 10:10, 14, 13:12; 1 San Pedro 1:2).
Enseñamos que también hay, por el trabajo del Espíritu Santo, una
santificación progresiva por cual el estado (la práctica) del creyente se
aproxima al lugar que disfruta por medio de la justificación. Esta
justificación es el efecto del amor de Dios manifestado en el alma, por el
cual por el empoderamiento misericordioso del Espíritu Santo, el creyente
puede vivir una vida de creciente santidad en conformidad a la voluntad de
Dios, convirtiéndose más y más como nuestro Señor Jesucristo (San Juan
17:17, 19; Romanos 6:1-22; 2 Corintios 3:18; 1 Tesalonicenses 4:3-4,
5:23). En este respecto, enseñamos que cada persona salvada esta
involucrada en un conflicto diario. El es una creación nueva en Cristo,
luchando contra la carne (2 Corintios 5:17; Romanos 7:15-25), pero
provisión adecuada esta hecha para la victoria por el poder del Espíritu
Santo dentro de el. No obstante, la lucha se queda con el creyente durante
toda su vida terrena y nunca se termina este lado del cielo. La
erradicación del pecado no es posible, pero el Espíritu Santo si provee la
victoria sobre el pecado (Gálatas 5:16-25; Efesios 4:22-24; Filipenses
3:12; Colosenses 3:9-10; 1 San Pedro 1:14-16; 1 San Juan 3:5-9).
Perseverancia: Nosotros enseñamos la doctrina bíblica de la
Perseverancia de los Santos. Esta doctrina tiene dos partes: (1) Dios
trabajará con su gente en su gracia para que ellos inevitablemente serán
preservados hasta el final y serán salvados (1 San Pedro 1:5; San Judas
1:24; San Juan 10:28-30; Filipenses 1:6). Así no se perderá ningún hijo
verdadero de Dios nacido del Espíritu Santo (Romanos 8:29-30). (2) Al
mismo tiempo, es igualmente cierto que nadie se salvará sin perseverar
hasta el fin. Para ser salvados, los creyentes deben perseverar hasta el
final en fe y obediencia (San Marcos 13:13; Colosenses 1:22-23; Hebreos
3:14, 12:14). Los medios que Dios utiliza para darnos perseverancia son
sus promesas magnificas (2 San Pedro 1:3-4) y sus advertencias
aterrorizadoras (Hebreos 10: 26-27).
La Iglesia:
Nosotros enseñamos que la Iglesia es un cuerpo espiritual compuesto de
aquellos que han recibido vida nueva de Jesucristo. Todos los que ponen
su fe en Jesucristo son inmediatamente puestos en este cuerpo unido
espiritual por el Espíritu Santo (1 Corintios 12:12-13). La Iglesia existe
universalmente (es decir el número total de creyentes genuinos durante
toda la historia, San Mateo 16:18; 1 Corintios 12:13) y localmente (es
decir asambleas locales, San Mateo 18:15-18; Hechos 14:23, 20:17;
Gálatas 1:2).
Aunque la salvación es dada y apropiada individualmente, el foco
espiritual siempre esta en el cuerpo corporativo (iglesia local) dentro del
cual el individual debe ser un miembro contribuidor y complementario
(Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:4-27). Cristo establece y supervisa esta
unidad y diversidad en orden de que la iglesia local pueda convertirse en
el contexto principal de alabanza y servicio y en un trampolín para el
evangelio (Efesios 4:1-16). El propósito principal de la Iglesia, si es vista
por la perspectiva local o universal, es para glorificar a Dios (Efesios 1:314, 3:21; 1 San Pedro 4:11).
Las Escrituras establecen dos oficios dentro de la Iglesia local: Ancianos
(Elders) y Diáconos (Ver Artículo VII). Aquellos que sirven en estas
capacidades deben ser calificados bíblicamente (1 Timoteo 3:1-13; Tito
1:5-9; 1 San Pedro 5:1-5). Los Ancianos / Pastores son especialmente
responsables por el bienestar espiritual de la congregación del Señor. El
no solo los juzgará según como guían Su bandada sino también según la
sumisión exigida de la congregación a la dirección espiritual (Hechos
20:28; 1 Tesalonicenses 5:14; Hebreos 13:7, 17). Diáconos son sirvientes
oficiales dentro de la iglesia, ayudando librar los Ancianos/Pastores de
todos lo cuidados temporales (Hechos 6:1-6).
Dentro del contexto de su compañerismo congregado (Hechos 20:7; 1
Corintios 14:23, 28-35; Hebreos 10:24-25), las ordenanzas principales del
bautismo del creyente y de la Cena del Señor (la Comunión) deben ser
perpetuadas (San Mateo 26:26-29, 28:16-20; Romanos 6:1-14; 1 Corintios
11:17-34). El bautismo cristiano por inmersión (Hechos 8:36-39) es el
testimonio solemne y bello de un creyente mostrando su fe en el Salvador
crucificado, enterrado y resucitado, y su unión con El en la muerte al
pecado y la resurrección a una nueva vida (Romanos 6:1-11). También es
una señal de compañerismo e identificación con el cuerpo visible de Cristo
(Hechos 2:41-42). La Comunión llama a nuestra atención la expiación de
Cristo (1 Corintios 11:28-32). Este servicio de adoración es uno en cual
miramos para atrás al trabajo terminado de Cristo y también adelante a la
consumación de nuestra redención (San Mateo 26:26-29; 1 Corintios
10:16, 11:23-30). También enseñamos que, mientras los elementos de la
Comunión son solo representantes del cuerpo y sangre de Cristo, la
Comunión es una comunión actual con el Cristo Resucitado quien esta
presente de un modo único, en compañía de su gente (1 Corintios 10:16).
Cada Iglesia local es independiente o autónoma en estado, aunque deben
haber ocasiones para interdependencia entre asambleas locales con las
misma creencias y lealtades al Señor y su Palabra (Hechos 15:19-31;
Romanos 15:26-27).
La Familia: Nosotros enseñamos que Dios ha ordenado la familia como la institución
fundamental de la sociedad humana. El matrimonio es la unión de un
hombre y una mujer en un pacto de compromiso para toda la vida. El
matrimonio es el regalo especial para revelar la unión entre Cristo y Su
Iglesia. La relación matrimonial es el modelo de como Dios se relaciona
con Su gente. Un esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la
Iglesia. El ha dado la responsabilidad para proveer, proteger y guiar la
familia. Una esposa debe respetar y graciosamente seguir el liderazgo
servil de su esposo, así como la Iglesia lo hace con Cristo. La esposa debe
servir como la ayudante de su esposo en manejar su casa y en alimentar la
próxima generación. Los niños, desde el momento de la concepción, son
una bendición y herencia del Señor. Padres deben enseñar a sus hijos los
valores espirituales y morales y guiarlos, mediante el ejemplo de un buen
estilo de vida y de la disciplina, a hacer decisiones basadas en la verdad
bíblica. Los niños deben honrar y obedecer a sus padres. (Génesis 2:1825; Éxodo 20:12; Deuteronomio 6:4-9; Salmos 78:1-8; 127; 128; 139:1316; Proverbios 1:8; 5:15-20; 6:20-22; 13:24; 14:1; 22:6,15; 31:10-31;
Malaquías 2:14-16; San Mateo 5:31-32; 19:3-9; Romanos 1:18-32; 1
Corintios 7:1-16; Efesios 5:21-33; 6:1-4; 1 Timoteo 5:8,14; Tito 2:3-5;
Hebreos 13:4; 1 San Pedro 3:1-7)
Las Ultimas cosas: Nosotros enseñamos el regreso visible y personal de nuestro Señor
Jesucristo a la tierra, el establecimiento de su reino milenio, y el gobierno
eterno de Dios. Nosotros enseñamos la resurrección del cuerpo, el último
juicio, la alegría eterna del virtuoso y el sufrimiento eterno del malvado.
(San Mateo 16:27, 25:31-46; Hechos 1:11; San Juan 14:3; 1 Corintio
15:24-28; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apócalipsis 19:11-16, 20:11-21:4).
LO QUE SIGNIFICA CONVERSTIRSE Y SER CRISTIANO: Ser un Cristiano es
más que identificarse con una religión particular o afirmar en cierto
sistema de valores. Hacerse y ser un Cristiano significa que has aceptado
lo que la Biblia dice acerca de Dios, la humanidad y la salvación.
Considera las siguientes verdades encontradas en las Escrituras:
Dios es el Creador Soberano: El pensamiento contemporáneo dice que el
hombre es el producto de la evolución. La Biblia dice que fuimos creados
por un Dios personal para amar, servir y disfrutar una compañía sin fin
con El. El Nuevo Testamento revela que fue Cristo mismo quien creo
todo (San Juan 1:3; Colosenses 1:16). Entonces, El también es dueño y
rey sobre todo (Salmo 103:19). Esto significa que El tiene autoridad sobre
nuestras vidas y que le debemos nuestra lealtad, obediencia y adoración.
Dios es Santo. Dios es absolutamente y perfectamente santo (Isaías 6:3),
entonces El no puede cometer o aprobar de la maldad (Santiago 1:13).
Dios requiere santidad de nosotros también. 1 San Pedro 1:16 dice, “Sed
santos porque Yo soy santo”.
La humanidad es pecadora: Según las Escrituras, todos somos culpables
de pecar. “No hay hombre que no peque” (1 Reyes 8:46). Esto no
significa que somos incapaces de rendir obras de caridad. Pero sí somos
absolutamente incapaces de entender, amar o agradar a Dios de nuestra
propia voluntad. (Romanos 3:10-12).
El pecado demanda un Castigo: La santidad y la justicia de Dios
demandan que todos los pecados sean castigados con la muerte. (Ezequiel
18:4). Esa es la razón porque simplemente cambiando nuestros patrones
de comportamiento no soluciona nuestros problemas con el pecado ni
eliminan sus consecuencias.
Jesús es Señor y Salvador: Como ya hemos dicho, el Nuevo Testamento
revela que fue Jesús mismo quien creo todo y que El es dueño y Rey sobre
todo. Este Señor Todopoderoso también vino, se hizo hombre, vivió una
vida perfecta, se dio voluntariamente a sufrir y ser crucificado como un
sacrificio sustituciónario para los pecadores, fue enterrado, y volvió
victorioso de los muertos. Si, la justicia de Dios demanda la muerte por el
pecado, y en Su amor Dios proveo un Salvador que pagó la pena y murió
por los pecadores (1 San Pedro 3:18). “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San Juan 3:16). La muerte de
Cristo satisfizo las justas demandas de Dios, y la vida perfecta de Cristo
satisfizo las demandas de santidad de Dios (2 Corintios 5:21), así
permitiendo que Dios perdone y salve a los pecadores. ¿Cómo puede una
persona recibir este regalo que no tiene precio de Dios? Romanos 10:9
nos dice, “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres
en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”
El Carácter de la Fe Salvadora: La Fe verdadera (creencia) siempre esta
acompañada con el arrepentimiento del pecado. El arrepentimiento es
estar de acuerdo con Dios de que eres pecador, confesar tus pecados ante
El, hacer una decisión consciente de rechazar el pecado (San Lucas 13:3,
5; 1 Tesalonicenses 1:9), seguir a Cristo (San Mateo 11:28-30, San Juan
17:3) y obedecerlo a El (1 San Juan 2:3). No es suficiente creer ciertos
hechos acerca de Cristo si no se siente un genuino amor por El ni deseo de
seguirlo. Hasta Satanás y sus demonios creen en el Dios verdadero
(Santiago 2:19), pero ellos no lo aman ni lo obedecen. La Fe verdadera y
salvadora siempre contesta con obediencia (Efesios 2:10). Por eso, Dios
demanda y nosotros imploramos que rechaces tus pecados y que confíes
totalmente en Cristo. “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en El
creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:11).
** Si usted tiene preguntas acerca de cómo se puede convertir en un
Cristiano, o necesita ayuda para saber como vivir una vida Cristiana, por
favor comuníquese con nosotros en la Iglesia Cow Creek Community
Church al (530) 547-5483, www.cowcreekchurch.com.
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