“EL MARAVILLOSO DON DE LA LIBERTAD” INTRODUCCIÓN: La Estatua de la Libertad se erige sobre la pequeña isla enfrente del puerto de la Ciudad de Nueva York. Fue un regalo de amistad internacional del pueblo de Francia en conmemoración del centenario de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. La estatua fue diseñada por el escultor francés Frederic Auguste Bartholdi y fue dedicada el 28 de Octubre de 1886. La Estatua de la Libertad se ha convertido en uno de los símbolos universales más relevantes acerca de la Libertad. Millones de turistas visitan cada año la majestuosa figura como queriendo evocar el derecho que la misma pregona y que algunos todavía no poseen. Pocos monumentos en el mundo dicen tanto como la estatua de la Libertad acerca del derecho de libertad que todos los seres humanos tenemos. Un derecho tan a menudo pisoteado abierta o discretamente. Este derecho de libertad religiosa es esencia del Nuevo Testamento. Reconoce a Dios como el único juez de la fe humana, y le otorga la libertad a todo ser humano para adorar a Dios según el dictado de su propia conciencia. La libertad es algo que muchas personas toman a la ligera o la dan por sentada, pero no siempre ha sido así. Aún en el mundo actual hay personas que desean poder decir lo que sienten acerca de la verdad que han conocido y no son libres de hacerlo. Todavía hay comunidades en las que sus habitantes son expulsados por no profesar la fe da la mayoría, ignorando que en asuntos de conciencia, la mayoría no tiene autoridad. Otros, que viven en otros ambientes de calma aparente, no consideran que el asunto de libertad religiosa sea un asunto de preocupación. La razón quizá por la que algunos no ven este asunto como trascendente, a lo mejor es porque en este momento y en esos lugares, como iglesia no representamos una amenaza para nadie. Cuando digo “amenaza” no me refiero porque seamos o debamos serlo. Por el contrario, la iglesia siempre se ha destacado por ser una iglesia de bien para la sociedad. Más bien lo digo en el sentido de que no pareciéramos ser en este momento un blanco potencial de persecución religiosa por parte de nadie. No incomodamos a nadie, no hacemos cosas relevantes, ni levantamos nuestra voz en asuntos sociales o religiosos. Somos un puñadito que en la mayor parte del tiempo pasamos desapercibidos. Llegamos a una ciudad buscando el templo Adventista del Séptimo Día y el taxista nos lleva al templo de los mormones. Le decimos no, este no es; preguntamos a alguien por ahí y nos llevan al templo Pentecostés, y después de buscar por un buen tiempo y recorrer otros, de otras denominaciones, finalmente llegamos al que buscamos, cuando el culto ya está terminando. La gente sabe tan poco acerca de nosotros que en la mayoría de los lugares sólo uno de cada veinte ha escuchado acerca de los adventistas del séptimo Día. Pero esto no quiere decir que en los altos círculos de poder no se estén haciendo convenios para imponer las conveniencias de la religión popular y que llegue el momento en el que seamos privados del maravilloso don de la libertad que ahora poseemos. Entonces se hará manifiesto el significado del refrán popular que dice: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido” Hablando de símbolos de libertad; el monumento más grande que haya conocido el ser humano a lo largo de todas las edades, es la cruz de Cristo. Sus dimensiones son enormes y sus beneficios son por la eternidad. La muerte de Cristo en la cruz conmemora la victoria sobre el pecado y la libertad de su poder sobre los hijos de Dios. Ha sido el regalo más grande que el cielo ha dado a la humanidad. Lamentablemente muchos cristianos no están gozando de los beneficios que incluye este regalo especial. Cientos y miles de personas pasan y miran la cruz en diferentes lugares, en iglesias, en libros, en aparadores o cantan “En el Monte Calvario estaba una cruz” y “!Oh! Yo siempre amará a esa cruz, en sus triunfos mi gloria será”; pero viven todavía en la esclavitud, viven como esclavos sin disfrutar de la libertad lograda por Jesús. Ilustración: Lo ilustro de la siguiente manera: Hace tiempo un trabajador común deseaba hacer un viaje en un crucero. Como era tanto su anhelo y el sueño de su vida, pasó un buen tiempo ahorrando hasta que tuvo lo suficiente para comprar su boleto. Una vez conseguido éste, pensó que lo que le quedaba no sería suficiente para pagar las comidas en el restaurante del elegante barco, por lo que decidió comprar algunos víveres antes de abordar el crucero. Galletitas, quesito y otras cositas puso en un morral. Inició la travesía tanto esperada. Los primeros días, salía al atardecer a la orilla de la alberca y mientras contemplaba el hermoso paisaje, sacaba de su morral lo que llevaba para su alimentación, pero pronto le cansó. Además, el delicioso aroma que provenía del restaurante y los comentarios de otros pasajeros acerca de los exquisitos manjares que degustaban en el restaurante acabaron por doblegarlo. Se dirigió al administrador del restaurante y le preguntó cuánto costaban las comidas. El responsable del restaurante frunció el ceño y dijo: “¿Me permite ver su boleto?”-Inmediatamente y sorprendido replicó: “¿Qué nadie le informó que todas las comidas estaban incluidas? Llevamos ya varios días y usted no ha disfrutado los beneficios que incluye su boleto. Tristemente muchos cristianos son como el viajero de la historia, que teniendo a su alcance tanto beneficio, viven sin disfrutar de ellos. Llevan años a bordo del crucero de la vida cristiana y todavía viven en esclavitud de la culpabilidad, del temor, del fracaso y de la soledad. FRASE TRANSICIONAL: En este día especial que celebra la libertad religiosa, consideraremos 4 beneficios que incluye la visita cotidiana al más grande de todos los monumentos de libertad que el ser humano haya conocido jamás, la cruz de Cristo. CUERPO: El apóstol Pablo fue uno de los que mejor entendió el concepto de LIBERTAD EN CRISTO. Su vida, su testimonio, su ministerio y su predicación así lo atestiguan. En su epístola a los Romanos en el capítulo 8 encontramos estos cuatro beneficios. 1er. Beneficio: La muerte de Cristo en la cruz Nos ha hecho libres de la culpabilidad del pecado (Rom. 8:1) El versículo dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…” Sí, escucharon bien, ninguna condenación. En Cristo Jesús, somos libres de la culpa del pecado. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. :32). Jesucristo dijo que Él era el camino, la verdad y la vida, “Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn. 8: 36). No hay por qué seguir cargando con una culpa a menos que voluntariamente lo queramos. La condenación del pecado cometido quita la paz interior, es como el cáncer que va carcomiendo por dentro hasta que finalmente consume todo. “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” Prov. 28:13. Dios es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad (parafraseado de 1ª. Juan 1:9). La sierva del Señor escribió: “Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil, que no pueda hallar liberación en Cristo” M.C. 62. Ahora, un punto importante que resaltar aquí es cómo se logra ésta libertad de la condenación del pecado. La Biblia responde: “Para los que están en Cristo Jesús” estar en Cristo significa mantener una constante relación con él a través del estudio de la Biblia, la oración y la asistencia a la iglesia. No eventual, no cada sábado, sino permanentemente. Estar en Cristo Jesús nos da libertad del pecado. No tenemos que seguir siendo juguete de Satanás, pues el pecado aunque permanece ya no reina en nosotros. Eres libre, Cristo ha pagado tu culpa por los pecados cometidos. 2do. Beneficio: La muerte de Cristo en la cruz Nos ha hecho libres del temor (Rom. 8: 15) El apóstol nos recuerda algo que constantemente se nos olvida: “…no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Muchos nos llenamos de temor por el futuro. Pero eso sucede al olvidar que somos hijos de Dios. El nos ha adoptado como sus hijos, y si somos sus hijos, también somos herederos ¡Qué bendición! ¿No es cierto? Creo que en ocasiones ofendemos a Dios con temores excesivos e infundados. Temor por la vida, temor por los problemas sociales, temor por el futuro, temor por los problemas económicos, temor por las enfermedades, temor por lo que nos pueda pasar como iglesia si somos más activos en nuestra sociedad, temor esto, temor por aquello. La hermana Elena de White nos recuerda: “No debemos temer el futuro, a menos que olvidemos la forma como Dios ha guiado a su pueblo en el pasado” No tengamos temor de levantar nuestra voz a favor de la libertad de religión; al hacerlo, no estamos pidiendo que se reconozcan nuestros derechos, sino que se reconozca el derecho de Dios de recibir nuestro servicio y adoración. La libertad religiosa y la eliminación de la intolerancia y la discriminación, son esenciales para promover la comprensión, la paz y la buena convivencia entre las personas. Dios es el dueño del universo y lo ofrece para nosotros, El es el creador del mundo, el sabe cómo funciona, es el dueño de nuestra vida y estamos seguros en sus manos. “No temáis” dice el Señor. En un momento crucial de la historia de Israel, Josué dijo a la multitud: “…con nosotros está Jehová, no los temáis” Num.14: 9; y David posteriormente repitió si Dios es con nosotros, quién contra nosotros. Debemos vivir sin temor, Cristo está con nosotros, por lo tanto avancemos con valor. 3er. Beneficio: La muerte de Cristo en la cruz Nos ha hecho libres de fracasos definitivos (Rom. 8: 28) Uno de los versículos más alentadores de este capítulo es precisamente éste “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” ¡Qué maravilloso es saber que para los cristianos no hay fracasos definitivos! Es cierto que a veces caemos o tropezamos, pero Cristo nos tiende la mano. Y si amamos a Dios y le hemos entregado nuestra vida, como también Él lo ha hecho por nosotros, Él se encargará que aún lo que consideramos una desgracia, la torne para nuestro beneficio. A veces en la vida cristiana, por algún tropiezo que nos ocurre ya queremos desistir, dar marcha atrás, pero no olvides que tu salvación costó muchísimo como para tirarla por el suelo. Es cierto que no es fácil, nunca lo hemos aseverado. El camino que lleva al reino de los cielos no está libre de piedras y espinas, pero es un camino seguro. Si has caído, levántate, mira que Cristo te está tendiendo la mano y si sientes que tus pasos flaquean, agárrate del brazo poderoso de Jehová, ahí encontrarás fortaleza. 4to. Beneficio: La muerte de Cristo en la cruz Nos ha hecho libres de la soledad (Rom. 8:35-39) Por su puesto que todos estos beneficios son maravillosos, pero uno de los que más me satisface es este último: “…ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Es maravilloso saber que no habrá un momento en el que el Señor diga ya no voy a estar a tu lado. Has ido muy lejos en esta ocasión que ya no puedo estar contigo. Nunca podremos decir que el Señor nos abandonó, que estamos o nos sentimos solos, porque aun en nuestros momentos más difíciles cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. Hay muchos que en medio de una multitud están solos. Viven rodeados de personas, pero distantes en el corazón. Solos en medio de las luchas, del sufrimiento, de la dificultad, pero la Biblia nos asegura que el Señor estará con nosotros en dondequiera que vayamos. Jesús cumple su promesa: “He aquí Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28: 20). CONCLUSIÓN ¿No es maravilloso el don de la libertad? ¿No es algo tan extraordinario como para mantenerlo en secreto? Tú y yo somos responsables de compartir con los demás esta gran noticia. No hacemos bien, ni cumplimos la voluntad de Dios permaneciendo en silencio. ¡Hay tantos que necesitan saber que en Cristo somos verdaderamente libres! Que es necesario salir a proclamarlo. La Escritura dice: “De gracia recibisteis, dad de gracia” (Mt. 10:8). La muerte de Cristo en la cruz del calvario nos ha: 1.- Libertado de la culpa del pecado, 2.- Libertado del temor, 3.- Libertado de fracasos definitivos y 4.- Libertado de la soledad. No podemos ni debemos seguir viviendo sin gozar de estos beneficios que incluye la muerte de Cristo en la cruz del calvario. La libertad es un don maravilloso que está al alcance de todos por igual. Solo en Cristo hay esperanza y libertad. La verdadera libertad del hombre solo es posible cuando llega a ser uno con Cristo, “la verdad os libertará” y Cristo es la verdad. El pecado puede triunfar solamente debilitando la mente y destruyendo la libertad del alma. La sujeción a Dios significa la rehabilitación de uno mismo, de la verdadera gloria y dignidad del hombre. La ley divina, a la cual somos inducidos a sujetarnos, es la “ley de la libertad” (Stgo. 2:12). LLAMADO: Estimado hermano(a) tenemos la gran responsabilidad de proclamar por testimonio y por palabra la gran noticia de que somos libres en Cristo Jesús. Su cruz es el gran monumento que conmemora nuestra libertad y salvación. Así como has recibido por gracia la libertad, ¿estarías dispuesto(a) a compartir por gracia este maravilloso don con los demás? ¿Crees que es parte de nuestra misión? ¿Crees que hay muchos que todavía no lo saben y que necesitan ser libertados? ¿Deseas ser tú, parte de esta extraordinaria noticia? Si es así, oremos de pie, pidiéndole a Dios prudencia, sabiduría y determinación para cumplir con esta misión. Ptr. Juan José Andrade Glez.