1 Adrián Correnti Sexto Domingo de Pascua Ciclo B “El amor de Dios es más fuerte que el pecado, el diablo y la muerte” 12 y 13-05-2012 Hohenau, Jesús, Capitán Miranda. Daniel 3 Dan 3:1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de treinta metros de alto y tres de ancho, y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. Dan 3:2 Luego mandó reunir a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, magistrados y a todos los jefes de provincia, para que asistieran a la dedicación de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor. Dan 3:3 Entonces se reunieron los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, magistrados y todos los jefes de provincia, para la dedicación de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor. Y se pusieron de pie ante la estatua erigida por el rey. Dan 3:4 El heraldo proclamó con fuerza: "A todos ustedes, pueblos, naciones y lenguas, se les ordena lo siguiente: Dan 3:5 Apenas escuchen el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de todo clase de instrumentos, ustedes deberán postrarse y adorar la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor. Dan 3:6 El que no se postre para adorarla será arrojado inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente". Dan 3:7 Por tal motivo, apenas todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para adorar la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor. Dan 3:8 En ese mismo momento, se acercaron unos caldeos y acusaron a los judíos. Dan 3:9 Tomando la palabra, dijeron al rey Nabucodonosor: "¡Viva el rey eternamente! Dan 3:10 Tú, rey, has ordenado que todo el que oiga el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, tiene que postrarse y adorar la estatua de oro; Dan 3:11 y que todo el que no se postre para adorarla, debe ser arrojado dentro de un horno de fuego ardiente. Dan 3:12 Pero hay unos judíos, Sadrac, Mesac y Abed Negó, a quienes tú has encomendado la administración de la provincia de Babilonia: esos hombres no te han hecho caso, rey; ellos no sirven a tus dioses ni adoran la estatua de oro que tú has erigido". Dan 3:13 Entonces Nabucodonosor, lleno de indignación y de furor, mandó traer a Sadrac, Mesac y Abed Negó. Cuando esos hombres fueron traídos ante la presencia del rey, Dan 3:14 Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: "¿Es verdad Sadrac, Mesac y Abed Negó, que ustedes no sirven a mis dioses y no adoran la estatua de oro que yo erigí? Dan 3:15 ¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente. ¿Y qué Dios podrá salvarlos de mi mano?". Dan 3:16 Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: "No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto. Dan 3:17 Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. Dan 3:18 Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido". Dan 3:19 Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual. 2 Dan 3:20 Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. Dan 3:21 Entonces estos tres, con sus mantos, sus calzados, sus gorros y toda su ropa, fueron atados y arrojados dentro del horno ardiente. Dan 3:22 Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba muy encendido, la llamarada mató a los hombres que habían llevado a Sadrac, Mesac y Abed Negó. Dan 3:23 En cuanto a estos tres, Sadrac, Mesac y Abed Negó, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente. Dan 3:24 El rey Nabucodonosor quedó estupefacto y se levantó rápidamente. Y tomando la palabra, dijo a sus cortesanos: "¿No eran tres los hombres que fueron atados y arrojados dentro del fuego?". Ellos le respondieron, diciendo: "Así es, rey". Dan 3:25 El replicó: "Sin embargo, yo veo cuatro hombres que caminan libremente por el fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses". Dan 3:26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y, tomando la palabra, dijo: "Sadrac, Mesac y Abed Negó, servidores del Dios altísimo, salgan y vengan". Y Sadrac, Mesac y Abed Negó salieron de en medio del fuego. Dan 3:27 Una vez reunidos los prefectos, los gobernadores y los cortesanos del rey, comprobaron que el fuego no había tenido poder sobre el cuerpo de aquellos hombres, que sus cabellos no se habían quemado, que sus mantos estaban intactos y que ni siquiera el olor del fuego se había adherido a ellos. Dan 3:28 Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: "Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negó, porque ha enviado a su Ángel y ha salvado a sus servidores, que confiaron en él y, quebrantando la orden del rey, entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a cualquier otro dios que no fuera su Dios. Dan 3:29 Por eso, yo doy este decreto: "Todo pueblo, nación o lengua que hable irreverentemente contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negó, será cortado en pedazos y su casa quedará reducida a un basural, porque no hay otro dios que pueda librar de esa manera". Dan 3:30 Entonces Nabucodonosor hizo prosperar a Sadrac, Mesac y Abed Negó en la provincia de Babilonia. 3 Introducción: los tres amigos del profeta Daniel Dice el “Primer Mandamiento: No tendrás otros dioses delante de mí. ¿Qué significa esto? Debemos temer y amar a Dios y confiar en Él sobre todas las cosas”.1 Esto es otra forma de expresar lo que es la ADORACIÓN: Temer, amar y confiar en Dios de todo corazón, esperar de Él todos los bienes y bendiciones que necesitamos para nuestra vida. Los tres amigos del profeta Daniel adoraron a Dios de esta manera: Temieron, amaron y confiaron en Dios por sobre todas las cosas. Confiaron en que el amor de Dios es más fuerte que el pecado, el diablo y la muerte. 1. El temor, amor y confianza en Dios como adoración Los tres amigos del profeta Daniel temieron a Dios. Se abstuvieron de adorar a la estatua de oro fundido, porque sabían que el horno de fuego con el cual eran amenazados por parte del Rey Nabucodonosor, no era nada comparado con el verdadero horno de fuego que es el infierno. Este permanecerá encendido por toda la eternidad para todos los blasfemos e impíos que tuvieron como cosa de poco valor a Dios, su Creador; será para todos los que despreciaron y rechazaron la salvación gratuita mediante la obra de Cristo; será para aquellos que no se arrepintieron y que no confiaron ni tampoco hicieron uso de la promesa de perdón dada en el evangelio, en el Bautismo y en la Santa Comunión. Por eso, serán condenados en justo castigo por sus malas obras. Pero al mismo tiempo, estos tres amigos amaron a Dios de todo corazón, y prefirieron ser arrojados al horno de fuego que el rey Nabucodonosor les había preparado. Porque confiaban que su Dios era el Dios de la Vida, y que era el único y verdadero Rey, por encima de los reinos del mundo, y que era capaz de resucitar a los muertos. Ellos amaban a Dios, porque Él los había amado primero, al revelarles por las Escrituras que establecería una Nueva Alianza de Dios con los hombres, por medio de la sangre del Hijo de Dios, la cual este derramaría por el pecado del mundo. Y por eso, sabían que la vida que tenían, en verdad no les pertenecía, sino que la vida que tenían era propiedad de Dios, y que eran hijos de Dios, por la fe, por gracia, y que por lo tanto Dios su Padre estaría con ellos y cuidaría de ellos. Por esa razón, estos tres amigos confesaron delante del Rey Nabucodonosor: “Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido” (Dan 3:17-18). 2. La adoración amenazada por el ídolo de la “bibliolatría”: legalismo y antinomismo El amor de Dios por el mundo en Cristo Jesús, es el mensaje principal y la clave de interpretación de la Biblia. Sin esa clave Cristo-céntrica, el mensaje de la Biblia se convierte en un ídolo, es decir, en una estatua bonita de oro, pero que no tiene nada para decirme. La Biblia se convierte en un ídolo sin sentido toda vez que es mal interpretada o mal aplicada. ¿Por qué se convierte de esta manera el mensaje de la Biblia en un ídolo perjudicial para mí? Porque el mal uso de la Biblia puede impedirme conocer y adorar al verdadero Dios; porque puede impedirme además conocerme a mí mismo como el miserable pecador perdido y condenado que soy; y porque puede impedirme, por sobre todo, creer que por los méritos de Cristo (¡y no mediante una decisión u oración mía!), Dios por el Bautismo se reconcilia conmigo, perdona y cubre mi maldad, y se convierte así en un Padre amante para mí. Y justamente esa es la función de un ídolo: impedir el conocimiento y la adoración al verdadero Dios, impedir que se tema, se ame y se confíe sólo en Él. A este tipo de ídolo, que me entrega una imagen distorsionada de Dios y de la vida cristiana, a causa de una enseñanza equivocada de la Biblia y de una mal uso de la misma, vamos a llamarlo el ídolo de la “bibliolatría”. La bibliolatría es como una estatua que tiene dos caras: la cara del legalismo y del antinomismo. La cara del legalismo presenta a la Biblia (y a la vida cristiana también) apenas como un conjunto de leyes, reglamentos y de enseñanzas morales, como si fuera que el hombre pudiera 1 Martín Lutero, Catecismo Menor. 4 mejorar y salvarse mediante la observancia de la ley. El legalista critica a los demás y se considera perfecto, pero a la hora de ayudar, no mueve ni siquiera el dedo. Pero entonces, si por la ley nos justificamos ante Dios: ¿para qué vino Cristo? Por otro lado, el rostro del antinomismo utiliza la Biblia (y a la vida cristiana también) de tal modo que se comete un “abuso” en el “uso” de la libertad que Cristo nos trae mediante la fe en las promesas del evangelio. El antinomista piensa que la gracia de Dios significa un permiso para seguir llevando una vida desobediente y egoísta. El antinomismo ignora que el cristiano necesita ser guiado por la ley, para saber qué buenas obras hacer, ya no para obtener el favor de Dios, sino en gratitud a Dios y en solidaridad con el prójimo. Sí, la ley puede tornarnos más obedientes en el hogar, la sociedad, en el lugar de trabajo, en el matrimonio y la familia. Pero no nos dará un corazón nuevo, que busque observar la ley por amor a Dios, sino apenas por temor al castigo. La mera observancia de la ley, el legalismo, no nos hará cristianos ni ciudadanos del Reino de los Cielos. Pues el fin de la ley es que cobremos conciencia de nuestro pecado, para que busquemos ayuda y consuelo en Cristo y su evangelio. Es la historia de Dios y su amor por nosotros, lo que me torna cristiano, y una persona feliz y bienaventurada. Pero ni bien soy hecho libre por Cristo de la esclavitud del diablo y del pecado, está el peligro latente de que llegue a abusar de la gracia de Dios, y que caiga en el error del antinomismo. Puedo llegar a pensar que, puesto que Dios me ha justificado mediante la fe en Él, puedo ahora llevar la vida que quiera, total Dios me perdona. Pero la verdad es que Dios nos perdona el pecado, justamente para que después evitemos el pecado y lo abandonemos, para que nos corrijamos y enmendemos, no para seguir pecando. San Pablo denuncia el antinomismo cuando dice: “¿Qué diremos entonces? ¿Qué debemos seguir pecando para que abunde la gracia? ¡Ni pensarlo! ¿Cómo es posible que los que hemos muerto al pecado sigamos viviendo en él? ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva” (Rom. 6:1-4). Del ídolo de la “bibliolatría”, con sus dos caras del legalismo y del antinomismo, debe estar prevenido todo aquel que se considere así mismo un cristiano. La bibliolatría es el ídolo al que muchos siguen y adoran, incluso, sin darse cuenta de ello. Porque es un pecado que no sucede en determinado lugar, al arrodillarse uno delante de una estatua, sino que tiene lugar dentro de nuestra propia conciencia. Es una forma de idolatría sutil muy peligrosa en la iglesia cristiana. El mal uso de las Sagradas Escrituras es un pecado que, de una u otra manera, nos golpea a todos en la iglesia. Nos vemos tentados frecuentemente a ello, unas veces siendo legalistas, otras veces pecando de antinomistas. 3. El amor de Dios es más fuerte (poderoso) que el pecado, el diablo y la muerte Pero, he aquí lo inesperado, lo sorprendente del evangelio: que el amor de Dios es más fuerte que el pecado, el diablo y la muerte. ¿Dónde está el evangelio en nuestro texto de Daniel capítulo 3? En que Cristo estuvo en medio de ellos dentro del horno de fuego. Dice el rey Nabucodonosor: “¿No eran tres los hombres que fueron atados y arrojados dentro del fuego?". Ellos le respondieron, diciendo: "Así es, rey". El replicó: "Sin embargo, yo veo cuatro hombres que caminan libremente por el fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses” (Dan 3:24-25). Que la presencia del Hijo de Dios esté en medio nuestro, es lo que nosotros también pedimos cada día al levantarnos y al acostarnos, cuando oramos: “En tus manos encomiendo mi cuerpo, mi alma y todo cuanto soy y tengo. Tu Santo Ángel sea conmigo, para que el enemigo malo no tenga ningún poder sobre mí. Amén.”2 Es decir, oramos al Padre Celestial para que este Santo Ángel que es Cristo esté conmigo cada vez que haya situaciones en la vida que parecen “un horno de fuego calentado siete veces más de lo habitual” (Dan. 3:19). Cada uno sabe cuáles son esas situaciones de ansiedad y de dificultad en la que parece que la prueba es demasiado difícil de soportar. 2 Martín Lutero, Catecismo Menor. 5 Dios no nos prometió una vida fácil. Pero sí nos promete estar con nosotros dentro de cada dificultad, a fin de que no la atravesemos solos. También nos dice que la misma ansiedad y dolor que sentimos, lo sienten nuestros amigos y hermanos en la fe. Ellos también cargan nuestras penas, así como yo me torné solidario de las suyas. Porque los tres amigos del profeta Daniel pasaron la prueba juntos, no separados, y contaron con la presencia divina del Salvador Jesús en medio de ellos. ¡La gloria sea a ti, Señor Jesús! “Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negó, porque ha enviado a su Ángel y ha salvado a sus servidores, que confiaron en él y, quebrantando la orden del rey, entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a cualquier otro dios que no fuera su Dios” (Dan 3:28). Conclusión: preguntas para una evaluación personal El amor de Dios es más fuerte que el pecado, el diablo y la muerte. Por eso, al llamado de Dios hoy, es que nos mantengamos firmes en la adoración a Él, como lo hicieron los tres amigos del profeta Daniel, y que no adoremos imágenes de Dios que son falsas e irreales, es decir ídolos, ni tampoco nos engañemos llevando una vida que suponemos cristiana cuando en verdad no lo es. - ¿Cómo es la vida de adoración del pueblo de Dios en IELPA? Aquí les traigo algunas preguntas para evaluación y diagnóstico personal: - ¿Qué estamos haciendo en nuestra vida de adoración a Dios? - ¿Permitimos que él nos hable la verdad? ¿O será que nos valemos de la Biblia para oír apenas lo que nosotros queremos oír, engañándonos así a nosotros mismos, y permaneciendo en el error? - ¿Queremos aprender la Palabra de Dios, conocerlo a él, experimentar su perdón? ¿O será que queremos más bien valernos de Dios y de su Palabra para nuestros propios fines? - ¿Hay ciertas cosas que preferimos ignorar para no ser acusados por la Palabra de Dios? ¿No será mejor arrepentirse y pedirle a Dios perdón, y rogarle a Cristo que nos ayude a cambiar o a mejorar? - ¿Reconoces y aceptas la presencia amorosa de Dios en medio de tus dificultades y pruebas, como parte integrante de tu vida de adoración a Él? ¿O prefieres pasar la prueba solo, por tu propia cuenta, en vez de abrir tu corazón y pedir ayuda a Aquel que realmente puede ofrecerla? - ¿Estás dispuesto a asumir las consecuencias que implica adorar al único y verdadero Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo? Porque recordemos, junto con los tres amigos del profeta Daniel, que el amor de Dios es más fuerte (más poderoso) que el pecado, el diablo y la muerte.