Iglesia del Señor San Jorge de la Santa Caridad

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Iglesia del Señor San Jorge de la Santa Caridad
Calle Temprado, 3 (junto a las Reales Atarazanas)
Breve reseña histórico – artística
Merece la pena redactar estas líneas sobre este templo, porque además de lo
curioso de su construcción, es un pequeño museo que atesora magníficas obras de arte
del glorioso Siglo XVII sevillano.
La institución y el Personaje
La Hermandad de la Santa Caridad se fundó a mediados del Siglo XVI en una
ermita consagrada a San Jorge que se encontraba en la zona de las Reales
Atarazanas, mandadas construir por Alfonso X el Sabio para las necesidades del puerto
sevillano. No obstante hay noticias de que la Hermandad ya existía en el Siglo XV y se
dedicaba, fundamentalmente, a dar sepultura a los ajusticiados y ahogados en el
Guadalquivir.
En el Siglo XVII (1626 – 1680) vivió en Sevilla D. Miguel de Mañara y Vicentelo
de Leca. Era un joven de la nobleza sevillana (descendiente de riquísimos mercaderes
italianos establecidos en la ciudad) que llevaba una vida disoluta y libertina en aquella
Sevilla de un impresionante poderío económico que llegaba de América.
Esta vida disipada la llevó hasta que se casó con una joven granadina de gran
riqueza, lo cual elevó, aún más, su condición social. La felicidad fue efímera, pues ella
murió al poco tiempo. Esto hizo que D. Miguel sufriera un terrible golpe, que lo llevó a
arrepentirse de su vida pasada y a dedicar la que le quedase y su importante fortuna a
obras de caridad.
En bastantes personas hay la creencia de que D. José Zorrilla se basó en la vida
de este personaje para escribir su “D. Juan Tenorio”. Ello no es así: el inmortal drama
de Zorrilla está basado en la obra de Tirso de Molina “El burlador de Sevilla, convidado
de piedra”, publicada en 1630, cuando D. Miguel de Mañara tenía 4 años.
Hay varias leyendas a las que se atribuye su tan radical cambio de vida. Una
cuenta que recibió un golpe en la cabeza en una caída y que, sin conocimiento, oyó
que decían: “Traed el ataúd, que ya está muerto”. Otra que seguía a una joven por una
calle oscura y que al darle alcance y volverse ella, se encontró con la muerte. La
realidad es que el cambio se produjo en el momento de la muerte prematura de su
joven esposa.
Ingresó en la Hermandad en 1662. Al año siguiente era ya Hermano Mayor. Su
entrada fue el fin de las penurias económicas de la cofradía. Aportó su dinero y
consiguió que afluyeran importantes ayudas de muchas personas poderosas
económicamente. Para ello eliminó las pruebas de nobleza que eran necesarias en la
España del XVII para entrar en cualquier institución importante.
Decidió construir una nueva iglesia y un hospital. Para el hospital aprovechó,
adaptándolas, tres naves de las atarazanas. La iglesia, ordenó derribar la ermita de San
Jorge y encargó al arquitecto Pedro Sánchez Falconete la construcción de la misma. Se
hizo rápidamente y se acabó en 1670.
Esta es la historia del personaje. Queda añadir que era un magnífico poeta y
que la Iglesia lo declaró “Venerable”; o sea que se le puede rezar como a un Santo.
Frente a la Iglesia existen unos jardines, recientemente restaurados por el
Ayuntamiento. Allí hay una estatua de bronce de tamaño natural, que hizo el gran
escultor Antonio Susillo en 1895, y que representa a D. Miguel llevando en brazos a uno
de sus enfermos desvalidos.
El Templo
La fachada fue diseñada por Leonardo de Figueroa. Los grandes paneles de
azulejos, efectuados por los alfares trianeros, están hechos según cartones de Murillo.
A ambos lados de la puerta hay dos hornacinas con esculturas de San Fernando y San
Hermeregildo que son del taller de los Roldán (famosa familia de imagineros sevillanos
de los siglos XVII y XVIII). Los paneles cerámicos representan, los dos primeros de
abajo a arriba, a San Jorge y a Santiago. Los tres de arriba, las tres virtudes teologales:
Fe, Caridad y Esperanza (en este orden; la Caridad en el centro).
En el atrio se distribuyen las lápidas de los Hermanos Mayores de la institución
que han fallecido (el actual se llama D. Juan Gaytán de Ayala). Entre ellas la de D.
Miguel de Mañara, que tiene la inscripción de “Aquí yacen los huesos y cenizas del peor
hombre que ha habido en el mundo. Rueguen a Dios por él”. Quiso D. Miguel que se
depositasen allí sus restos para que fuesen pisados por quien entrase en el templo;
actualmente están dentro de la iglesia.
En el interior (la iglesia es de una sola nave) el techo se encuentra decorado con
unos magníficos frescos de Valdés Leal. En la cúpula se disponen ocho ángeles
pasionarios, alusivos a los padecimientos de Cristo para redimirnos. En los lunetos
laterales aparecen cuatro Santos que se distinguieron por su gran caridad: Martín,
Tomás de Villanueva, Julián el Hospitalario y Juan el Limosnero. En los cuatro
triángulos curvilíneos de la cúpula, aparecen los cuatro evangelistas como prueba de la
verdad de la fe.
El Retablo Mayor, recientemente restaurado, es una verdadera joya. Es obra de
Bernardo Simón de Pineda y las esculturas son de Pedro Roldán. Representa una de
las obras de Misericordia: Enterrar a los Muertos; lo hace, fundamentalmente, con el
Santo Entierro de Cristo. Es una de las mejores obras de Pedro Roldán (se hizo entre
1670 y 1674). El desnudo de Jesús es sencillamente impresionante. En el ático del
retablo vuelven a aparecer las virtudes Teologales: la Caridad en el centro (con el
corazón en llamas y rodeada de niños) y a ambos lados la Fe y la Esperanza. También
hay unas esculturas de San Jorge (patrón del templo) y de San Roque (alusiva a la
caridad de este Santo).
A lo largo de las naves, a ambos lados, hay varios retablos. Son obra de
Bernardo Simón de Pineda y las esculturas de Pedro Roldán. En ellos hay magníficas
pinturas de Murillo, Miguel Luna y Valdés Leal.
Por las paredes altas existía una magnífica colección de cuadros de Murillo
alusivos a las Obras de Misericordia. Eran seis cuadros y no quedan más que dos. Los
cuatro restantes desaparecieron en la Guerra de la Independencia (expoliados por los
franceses) y están en distintos museos del mundo. Actualmente sus huecos están
ocupados por grandes pinturas con temas bíblicos de Miguel Luna (1674).
A los que penséis visitarla, os recomendamos estéis en la iglesia con tiempo
para disfrutar todas estas maravillas.
Sevilla 2009
Sevilla, Julio de 2004
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