Año XXXVIII – Números 21 al 25 – Ciclo B – 1, 5, 6, 7 y 8 de abril de 2012 SEMANA SANTA 2012 Un año más nos disponemos a celebrar la Semana Santa. Un año más nos enfrentamos al misterio de la muerte y resurrección. Un año más tendremos que compaginar la liturgia con la devoción popular. Cada vez me convenzo más que la intensidad con que vivimos las celebraciones depende de nuestra situación personal, pero ello no quita para que debamos cuidar y mimar la liturgia, especialmente en estos días tan señalados para el Pueblo de Dios. Unas celebraciones rutinarias pueden hacer que aquellos cuyo momento personal les lleva a vivir con intensidad estos misterios pierdan el sentido. Es momento propicio para la devoción popular que debemos saber conjugar y aprovechar. Rechazar tradiciones sin conocer y apreciar su sentido puede ser motivo de incomprensión para muchos. Eso no quita para que se puedan ir depurando y adaptando a nuestros tiempos. Vivir la liturgia de estos días es un tesoro que la Iglesia nos ofrece. Pero, para ello, necesitamos haber vivido con plenitud la Cuaresma. Transmitir esto a nuestros grupos y comunidades no es tarea fácil, pero debemos hacerlo, para ello es preciso que nosotros mismos vivamos con alegría cada momento. Desgraciadamente, todos tenemos experiencia de muerte, no sólo física, sino a todos los niveles (muerte en un grupo, muerte psicológica, muerte espiritual…) porque forma parte de la vida y, desgraciadamente, son pocos los que tienen experiencia de la Resurrección. Son muchos los que buscan el consuelo ante el dolor de la pérdida en la fe, pero pocos los que se acuerdan en la alegría de la vida cotidiana. La función de la liturgia, especialmente de estos días, es reordenar esos sentimientos. La liturgia y el trabajo de los grupos que llevemos a cabo deben estar meditados y orados para que produzcan su fruto y, como la muerte del Señor, como la semilla que cae en tierra buena, den el ciento por uno. Recuerdo una primera página de esta revista de un 5º Domingo de Cuaresma realizada por Luis José, se titulaba Creo en la Resurrección, si disponéis de ella os invito a releerla, fue la última que escribió antes de vivir su particular Pascua. También os invito a releer los documentos emanados de la Sagrada Congregación para el Culto divino a propósito de estos días y, si es el caso, la relectura del Ritual de la Iniciación Cristiana para Adultos, y para quienes no lo hayáis hecho: Celebrar el tiempo de Pascua, de la colección “Celebrar y Orar” de la Ed. CCS (pp. 23-118). Feliz la culpa que mereció tal Redentor… qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino. Que el Señor nos permita apreciar en estos misterios la muerte que engendra vida y que nos conceda transmitírselo a los demás. Que Él haga que seamos capaces de ver en la cruz el signo de amor que encierra, no la muerte, que nos haga contemplar la Vida engendrada en ella y nos ayude a vivir en plenitud el Paso a la Vida. Feliz Pascua. DOMINGO DE RAMOS DIOS HABLA Evangelio de Ramos: Mc 11, 1-10 1ª lectura: Is 50, 4-7 2ª lectura: Flp 2, 6-11 Evangelio: Mc 14,1-15,47 EXÉGESIS PRIMERA LECTURA: “Yo me alquilo por horas; río y lloro con todos – pero escribiría un poema perfecto si no fuera indecente hacerlo en estos tiempos”. (G. Celaya) Vienen a la mente estos versos al leer este poema del ‘siervo de Yahvé precisamente en este día de Ramos. Sí todos sabemos que este domingo es litúrgicamente ‘domingo de Pasión’; pero a ningún creyente adulto puede olvidársele, y menos si en este día acompaña al pequeño de casa con su ramo adornado de dulces y de flores, que también él vivió muy de pequeño el entusiasmo gozoso del triunfo efímero de Jesús entrando en Jerusalén. Sólo Jesús en aquellos momentos percibía por dentro lo ‘indecente’ que resultaba una aclamación tan frágil en boca de discípulos, simpatizantes y algunos infiltrados –diríamos hoy- que lo acompañaban fingiendo ser de los suyos ¡por si acaso! Y sólo él experimentaría con estremecimiento del corazón que aquello no podía durar, sabiendo que había llegado su hora. Es el miedo a perder la felicidad el sentimiento más cobarde que anida dentro de nosotros y que nos impide ser felices plenamente. Es el miedo a perderla lo que nos vuelve reticentes para la alegría, circunspectos en la risa y desconfiados en la alabanza. La liturgia de hoy parece insinuar algo semejante cuando permite que apenas hayamos comenzado a gritar de alegría, a confesar públicamente la fe en Jesús, a celebra el triunfo del humilde y del pobre, se nos cruce en el camino este poema terrible que ahoga en nuestras gargantas los vivas y aleluya que por un instante nos han permitido percibir ‘que así es la rosa’, que esta es la verdadera verdad que, después de todo, podemos sentirlo hoy con plenitud ya que sabemos, cierto, que dentro de una semana se nos revelará’ sin miedos’ que ésta del triunfo y de la alegría, del gozo y el reconocimiento al Hijo de David es la verdad definitiva. Por una vez, que les rechinen, de envidia y rabia, los dientes a escribas y fariseos, a envidiosos y ricos y felices de este mundo que no pueden soportar la alegría cristalina de los niños y de los inocentes. Pero la realidad de este poema que nos encoge el corazón y nos retrotrae a la vida, al mundo de cada día, de las guerras, la destrucción, el hambre, la enfermedad que asola a millones de humildes, la crisis selectiva que carga sobre los pobres, está en que nos permite entrar en esta semana santa, donde Dios se esconde, con la sola confianza en el Señor cuya fortaleza mantiene día a día la esperanza del mundo y de cada uno de sus ‘pequeños. ‘sabiendo que no quedaré defraudado” (v7). Por eso toda esta verdad del presente no ha de coaccionarnos a que, si somos los pequeños creyentes del Reino de Dios, cada vez que tengamos ocasión de echar al aire nuestra alegría, dejemos de hacerlo y de reír y gritar y danzar con la fuerza del Espíritu. Porque en medio del terrible, ignominioso, ‘indecente’ poema del Siervo, el perfecto poema de estos tiempos es Cristo resucitado (¿No lo vimos un momento en las JMJ?). TOMAS RAMÍREZ tomas@dabar.net SEGUNDA LECTURA: Ciñéndonos al sentido del pasaje y prescindiendo de su entronque en el contexto de la carta - que resulta menos importante - hay que notar que nos encontramos ante un fragmento en forma de himno. Con práctica seguridad se trata de una composición anterior a Pablo y que el Apóstol recoge e inserta en su escrito. No conocemos la situación en que nació, como tampoco su autor o autores. Pero ello no es excesivamente importante para la comprensión. Como es evidente las líneas tienen como protagonista a Cristo (v.6), Jesús (v.10) o Jesucristo (v.11) que se usan como términos equivalentes, es decir, se refieren a la misma persona. Pero hay alusiones que han de interpretarse del Hijo. Lo cual significa que personaje histórico Jesús es el Hijo. La idea fundamental es la presentación de la total solidarización del Hijo con el hombre hasta en los aspectos más obscuros de la condición humana hasta llegar a la muerte. "Y muerte de cruz" que es, quizás, la aportación propia de Pablo al himno anterior. El Hijo llega hasta la últimas consecuencias por duras que sean. En contraste con Adán, que quiso ser lo que no podía, el Hijo vive y muere en la tierra y en la historia renunciando a vivir y actuar como quién es. Este proceso descendente es lo que solemos llamar "kénosis", o "vaciamiento. No se trata de que tal "vaciamiento" del Hijo sea ontológico, es decir, que deje de ser Dios durante un tiempo, sino que existe sin apelar a su íntimo y más profundo ser, por lo cual le afectan los condicionamientos humanos más negativos. Dejando otros detalles, importantes pero menos en este momento, notamos que el proceso no se detiene en el punto más bajo, sino que continúa en un movimiento ascensional, que puede centrarse en la resurrección aunque no se diga con esa palabra y culmina en la total exaltación. Lo esencial no es tanto la descripción de los acontecimientos sino el que de este modo Jesucristo realiza el plan de salvación divino. No hay menciones soteriológicas claras, o lo que es lo mismo, de las repercusiones que todo el proceso tiene para los seres humanos, pero son suficientemente claras si tenemos en cuenta que el Hijo lo asume no para lograr algo para sí, sino en favor de los seres humanos. Con la kénosis de modo especial, pero también con la exaltación, revela y realiza el amor de Dios hacia el género humano y muestra de forma total su interés por nosotros. No es retórica, sino participación, por amor, de nuestra vida. A partir de ese momento nadie puede dudar de que Dios nos ama y nos quiere junto con Él en la absoluta salvación. FEDERICO PASTOR federico@dabar.net PÓRTICO DE LA PASIÓN SEGÚN SAN MARCOS (Mc 14, 26-72): Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas, profecía de Zacarías citada por Jesús (14,27). Aunque tenga que morir contigo no te negaré, profesión de fidelidad radical de Pedro a Jesús. Y los demás decían lo mismo (14,31). Comienzo de la unidad. Y todos abandonaron y huyeron (14,50). Centro de la unidad. No conozco a ese hombre que decís, aseveración de Pedro (14,72). Final de la unidad. Las contradictorias palabras de Pedro conforman el marco del pórtico a la pasión según S. Marcos. Dentro de ese marco hay nombres propios del entorno íntimo de Jesús: Pedro, Santiago, Juan y Judas. Los cuatro pertenecen a los doce, elegidos por Jesús para convivir con él (véase Mc 3,14). Del resto del entorno de Jesús, Marcos señala una reacción patéticamente violenta: Uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del Sumo Sacerdote. El entorno de Jesús dice y hace lo que Jesús ni enseñó ni hizo. La consecuencia es un Jesús experimentando la incomprensión y la infidelidad de su entorno humano más cercano. Cuadro realista, nada idealizador, escándalo total. Marcos resalta especialmente a Pedro y su promesa de fidelidad radical a Jesús hasta la muerte. Su heroísmo termina en su renegar de Jesús. Para lograr un puesto cercano al fuego en el patio del palacio del Sumo Sacerdote, y obtener posiblemente información de las últimas novedades sobre lo que ocurría con Jesús, Pedro dice que no lo conoce. Su heroísmo se ha derrumbado en una mezquina forma de táctica. Pedro tiene que olvidarse de la heroicidad de sus propias acciones y aprender la humildad del discípulo. Tiene que aprender que Jesús entra en la gloria y lleva a la gloria a través del sufrimiento. Tiene que aprender que el martirio no es un acto heroico, sino un don gratuito de la disponibilidad para sufrir con Jesús. Tiene que aprender el camino del seguimiento para poder recibir la gracia del martirio. Tiene que dejar de ser persona pagada de sí misma y aprender que la persona se acrisola en el sufrimiento. No todo es, sin embargo, escándalo y desolación en este pórtico de la pasión según S. Marcos. Hay en él dos puertas abiertas a la esperanza. Mc.14,51-52 es la primera de ellas. Un muchacho con una sábana sobre su cuerpo desnudo, al que detienen, pero se les escapa sin sábana. Con su detención, el muchacho reproduce la suerte que Jesús está corriendo: también Jesús es detenido. Pero la suerte del muchacho, escapándose a los que lo han detenido, anticipa la resurrección de Jesús. La sábana sobre el cuerpo desnudo del muchacho anticipa la sábana en que será envuelto el cuerpo desnudo de Jesús. La detención no marca la suerte final de Jesús: también Jesús se escapará, porque resucitará. Este es el mensaje que el evangelista transmite con este episodio. Este mensaje remite, a su vez, a la profecía de Zacarías citada por Jesús al comienzo del pórtico: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero cuando resucite, iré delante de vosotros a Galilea. Antes de ir delante de los discípulos en la resurrección, Jesús tiene que ir delante de ellos en la cruz. El pastor golpeado, matado, será motivo para que los discípulos se dispersen. Esto les sucede por su incomprensión de la cruz. Pero sólo la cruz trae el cambio. Ser discípulo inteligente es entender y asumir cruz y resurrección. Mc. 14,72 es la segunda puerta abierta a la esperanza en el pórtico de la Pasión según S.Marcos. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús y rompió a llorar. Lágrimas de quien cree en el perdón. Lágrimas de un arrepentido, cuyo arrepentimiento no se convierte en desesperación. Lágrimas de quien ve más que a sí mismo y sus tinieblas. Son las lágrimas de quien ve la luz de Jesús, el recién declarado reo de muerte. Las lágrimas de quien acaba de aprender y de aceptar que el CAMINO DE LA GLORIA PASA POR LA CRUZ. Con su llanto Pedro ha hecho añicos la heroicidad de sus propias acciones y ha empezado a aprender la humildad de su Maestro. ¡Abbá! (Padre): Tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres. No prescribir a Dios lo que Dios tiene que hacer, sino aprender a aceptarlo tal como Él mismo se nos manifiesta; no querer ponerse a la altura de Dios, sino dejarse plasmar poco a poco, en la humildad del servicio, según la verdadera imagen de Dios. ALBERTO BENITO alberto@dabar.net NOTAS PARA LA HOMILIA Un viaje a nuestro interior La bendición de las palmas y la lectura de la Pasión nos recomiendan ser breves en la explicación homilética. Pero no podemos dejar pasar alguna referencia importante. Hemos comenzado la celebración con la bendición de las palmas que nos recuerda aquella entrada que Jesús hace a Jerusalén, ciudad laberíntica, como todas las de la antigüedad, que tiene algunos puntos que sirven de orientación y que permiten al viajero saber dónde se encuentra. El templo era y sigue siendo el punto central, pero había otros como la parte alta, la roca o el castillo, a donde acudir en caso de peligro. Jesús entró en aquella ciudad tan significativa, como nosotros entramos hoy en esta semana tan especial. Las dos entradas significan y nos remiten a nuestra propia entrada al interior de nosotros mismos para penetrar y recorrer los vericuetos y callejas del laberinto íntimo que somos Aquellas ciudades bullían de gente en un ir y venir constante ocupados en sus quehaceres, atraídos por sus aficiones, movidos por sus convicciones, como en nuestro interior bullen las fuerzas internas que nos mueven, arrastran, motivan o atrapan. Jesús, nos dice el evangelio de Marcos, recorrió aquella ciudad contradictoria, observó todo y decidió salir para Betania, a prepararse para los intensos días que le esperaban. No tenía intención de dejarse atrapar por la vorágine de un mundo en ebullición, quería ser libre en la intensidad de los acontecimientos finales de su vida. Jesús es nuestra viva imagen Y en esta semana las lecturas nos lo presentan como la imagen que recoge y refleja nuestra propia vida y nuestra propia imagen. En Él estamos todos. Su semana es nuestra vida. No hay obra de arte que nos diga y refleje como Él. Es imagen viva. Es. De momento ha entrado en Jerusalén, aclamado como un personaje, pero quiere vivir y ser reconocido como persona, como uno de nosotros. Por eso las lecturas de hoy insisten en su naturalidad humana hasta el punto de ser como los más débiles, pobres, sencillos e inútiles. Lo más opuesto a lo que deseaban quienes le aclaman. Lo más diferente a lo que nosotros mismos le atribuimos tantas veces. No es un Mesías regio y cortesano, tampoco es un Dios todopoderoso y grande. Es un hombre de una sencillez tan profunda y de una humanidad tan honda que despierta el continuo interrogante sobre su realidad, como nosotros, en el recorrido por nuestras calles interiores, nos preguntamos sobre nuestra propia condición. Las lecturas se empeñan en que pongamos los pies en el suelo. La primera es una de las expresiones literarias más geniales sobre la condición del ser humano, un ser sufridor pero capaz de una dignidad y un señorío que lo pone por encima de todo. La segunda nos habla de Jesús, que pudiendo ser distinto, quiso ser, en todo, como uno más. Nuestro laberinto tiene salida Las ciudades antiguas conducían, también, a lo alto, al castillo o la roca, donde estaba la salvación. ¿Conducirá este viaje por la semana santa hacia arriba, hacia la salvación? ¿Tiene la humanidad, que bulle de problemas y de crisis en estos momentos, un horizonte de esperanza y una cima de vida abierta al horizonte y la luz? Alguien que hizo el recorrido de Jesús, muy de cerca, aunque fuera extraño a las tradiciones religiosas judías, por su condición de centurión romano, al final del trayecto, después de haber observado muy bien cómo era y cómo se manifestaba en una situación tan difícil, exclamó: Ciertamente era una gran hombre y un buen Dios. Buen final para una vida tan complicada e incierta como la humana. PEPE ALEGRE pepe@dabar.net LA MISA DE HOY Rito de la Bendición de los Ramos ENTRADA Que acompañemos a Jesús en su entrada. Jerusalén bien puede ser nuestro propio interior, o el ambiente de nuestro entorno, o la cultura en la que vivimos que, de cuando en cuando, escucha hablar de un Jesús al que cree conocer y del que desconoce casi todo. ¿Quién es el que viene y se nos presenta pidiendo ser recibido a lomos de la sencillez y sobre los hombros de personas aparentemente inapropiadas para una presentación en toda regla? Que su entrada nos despierte el interés por conocer un poco más la genialidad de su figura y la provocación de su mensaje. Nuestra entrada en la semana santa es participar en ese itinerario de profundizar en la cuestión más humana: ¿Quiénes somos y qué nos espera? Hagamos el recorrido con atención. PARA LA ORACIÓN Dios Padre nuestro, dígnate bendecir estos ramos que hemos cortado de los árboles de nuestros campos, con los que queremos expresar la alegría que sentimos al saber que Jesús es nuestro Rey, que nos acoge a todos, y que en su sencillez descubrimos su entrega sin fin. Haz, Señor, que seamos sencillos y entregados como Jesús. Que vive y reina. (Se rocían los ramos con agua bendecida). LECTURA EVANGÉLICA Marcos nos presenta a Jesús llegando a la cuidad por excelencia, el símbolo de la religión, también el símbolo de nuestra interioridad. Pero nuestra llegada puede confundir, porque nuestra religiosidad puede ser más de fachada que de sintonía con el Dios sencillo que se manifiesta en Jesús. MONICIÓN A LA PROCESIÓN Esta es una manifestación que no reivindica. Acompañamos a alguien que significa mucho para nosotros y que nos invita a hacer, con él, la entrada en nuestra propia ciudad interior para descubrir, Tranquilamente, lo que hay en ella. En el bullicio de ese mundo podemos dejarnos atrapar o bien alejarnos de lo que nos confunde para volver, algún día, a trabajar por un mundo mejor. Rito de la Misa ACTO PENITENCIAL (Para las misas en que no se hacen los ritos anteriores; para las que sí se hacen se sigue directamente con Oración Colecta) Acompañando a Jesús en su entrada a la ciudad de la paz que nunca conoció, reconocemos nuestra condición humana: - Tú que ves los rincones escondidos de nuestra ciudad interior y sabes de nuestros laberintos personales. Señor, ten piedad. - Tú que no te avergüenzas de tu humanidad ni de la nuestra, que la acoges y eres nuestra esperanza. Cristo, ten piedad. - Tú, Dios, que caminas por nuestras sendas interiores y nos impulsas más allá de nuestra situación presente. Señor, ten piedad. Gracias porque eres el Dios del perdón, del amor y del mañana, el Dios de la luz y del horizonte, el Dios de la ternura y la aceptación, de la sencillez y de la alegría. LECTURA PROFÉTICA El mundo de la literatura anda buscando modelos que permitan reflejar en una historia personal el drama que todos y cada uno de los seres humanos vivimos intensamente. La llamada imagen del siervo, del libro de Isaías, es una aterradora plasmación de la vida, en su sordidez más tremenda. Pero es también la expresión más sublime de la dignidad de todo ser humano, capaz de ser solidario incluso en las situaciones más terribles. SALMO RESPONSORIAL (Sal 21) Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere». Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? LECTURA APOSTÓLICA Jesús eligió lo más sencillo, humilde y poco vistoso para unirse a nuestra experiencia vital. Seguramente entendió que lo más humano se siente y se expresa en las realidades más crudas y fuertes, allí donde la vida presenta sus interrogantes más serios y mordaces. Pero hace falta ser muy humano para vivirlo con entereza y esperanza. LECTURA EVANGÉLICA La lectura de la pasión que Jesús vivió en sus últimos días es la narración de nuestra propia existencia que, para muchos, es una tremenda pasión. En medio del dolor pueden aparecer los rasgos más sublimes de dignidad, libertad y sentido solidario. Pero es la esperanza la que los hace posibles. ORACIÓN DE LOS FIELES En palabras, aunque sean pobres, queremos poner la experiencia de nuestra vida humana con sus dificultades, dudas e incertidumbres. - - - Por quienes iniciamos este viaje de entrada al interior de nuestra ciudad personal, para que, en las callejuelas oscuras de nuestro mundo, te descubramos siendo nuestro compañero de viaje. TE ROGAMOS, ÓYENOS Por quienes pierden la esperanza de la luz en la oscuridad de los rincones interiores y no aciertan a verte a su lado. TE ROGAMOS, ÓYENOS Por todos los que viven intensamente, como el siervo de Yavé, las condiciones de pobreza, explotación, humillación e indiferencia. Que siempre mantengan la dignidad de ser hijos tuyos. TE ROGAMOS, ÓYENOS Para que esta semana santa sea un viaje a tu encuentro para conocerte mejor y reconstruir nuestra esperanza. TE ROGAMOS, ÓYENOS Escucha la oración de una humanidad que sufre y de una comunidad creyente que te necesita para ser testigo de tu amor, de tu esperanza y de tu palabra. PARA LA ORACIÓN Te pedimos, Señor, que bendigas nuestros ramos y empapes nuestro corazón con el agua de la vida y la humedad de la esperanza, a ver si, así, damos frutos de servicio solidario en este mundo que vive en crisis, se encuentra desmoralizado y no acierta a encontrar el camino de entrada a la luz. ----------------------------El pan nos hace presentes a tantos necesitados de trabajo, de ánimo y de alegría. Haz que derramemos alguna gota de amor solidario en un momento de la historia especialmente hambriento de luz que aclare el futuro de tanta incertidumbre. Que tu copa rebose del vino de la fraternidad y nos impregne de tu espíritu de vida y de unión. ------------------------------------Te damos gracias, Señor, por la imagen que Jesús proyecta en nuestra vida. En ella podemos vernos reflejados. Ella nos dice, como toda obra de arte, lo que somos, pero también lo que podemos esperar. En su caso no es ni una obra de museo ni una pieza artística de pesimismo radical como reflejan tantos artistas impregnados de una visión sin luz ni unidad. Tú eres un ser roto por amor, pero abierto a la esperanza. No eres el ser roto por la desesperación y la sensación de vida absurda, eres el Cristo clavado en la Cruz que recoge todas nuestras aspiraciones humanas de convivencia feliz, de realización plena y de paz interior. Tus manos dirigen nuestra mirada y nuestra tensión hacia el Dios Padre que nos comprende y no nos abandona aunque sintamos la soledad de la noche oscura y de la muerte. Te damos gracias porque has compartido todo lo que forma parte de nuestra vida. Nuestras dudas y nuestros desastres, pero todo lo transformas en la esperanza que arranca desde la experiencia más cruda y desde el Dios más sencillo y cercano. Con Jesús nos llevas a la vida y abres las ventanas del futuro en el que viviremos, para siempre, contigo y con todos los que ahora sufren. ----------------------------Participar en esta celebración nos une a otros hermanos que viven, como nosotros, las dudas de su viaje por la vida. Con ellos alimentamos nuestra amistad contigo y nuestro compromiso por un mundo que necesita tu presencia y el sentimiento de tu cercanía solidaria y comprensiva. CANTOS PARA LA CELEBRACIÓN Nota.- Conviene ambientar estos días con las obras clásicas y, a ser posible, tener un grupo que prepare cuidadosamente las celebraciones de la Semana Santa. Bendición de Ramos y Procesión: Lauda Jerusalem (popular); Hosanna al Rey de los Cielos (disco "Cantos para participar y vivir la Misa"); Hosanna, Hosanna (disco "Hoy vuelvo de lejos"; es un canto propio y exclusivo de este momento); Alabad al Señor (popular); Hosanna al Hijo de David (de Palazón); Qué alegría cuando me dijeron; Alégrate y goza, Jerusalén (de Palazón). Salmo: Dios mío, de Cantalapiedra, o LdS. Aclamación antes del Evangelio: Cristo por nosotros (disco "Hoy vuelvo de lejos", de Erdozáin). Lectura de la Pasión: Podrían intercalarse algunas breves aclamaciones, por ejemplo: Victoria, Perdona a tu pueblo, Por las calles de Jerusalén, Pedro te negó tres veces, ¿Dónde estabas cuando crucificaron a Jesús?, etc. Ofertorio: ¿Cómo le cantaré al Señor? (de Cantalapiedra). Comunión: Beberemos la copa de Cristo; ¿Cómo pagarle al Señor? (de M. Alonso); Cerca de ti, Señor.