Descrédito en proceso electoral (PRODH) Hace algunos días, el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Domingo Paredes, informó que se había detectado que varias personas, sin estar afiliadas o haber adherido a partido político alguno, constaban como tales en los registros del CNE. Desde esa fecha, ya son miles de miles las ciudadanas y ciudadanos que han podido comprobar con desagrado cómo aparecen sus nombres apoyando a partidos o movimientos por los que nunca han firmado ningún tipo de adhesión, o que incluso ni siquiera han oído de hablar de ellos. Luego de este primer hecho y siguiendo el pedido del presidente Correa, el CNE realizó un muestreo de las firmas de los afiliados o adherentes a partidos y movimientos políticos y encontró un porcentaje variable - pero en todos los casos muy significativo - de firmas que no coincidían con las que constan en la base de datos del Registro Civil. En las listas de todos los partidos y movimientos políticos inscritos y en proceso de inscripción, se hallaron firmas falsas cuyo elevado porcentaje de ninguna manera permite achacarlo a un margen de error. Por último, el CNE, nuevamente siguiendo un pedido de Rafael Correa, dispone que se revisen la totalidad de las firmas recogidas por todos los movimientos y partidos políticos, incluidos los 11 que ya habían recibido el reconocimiento e inscripción ante el respectivo organismo electoral. A escasos dos meses del inicio de la campaña electoral del 2013, este escándalo convulsiona profundamente el escenario político y da paso a suspicacias sobre quién está atrás de todo esto, o a quién beneficia la situación. Más aún si se considera que para muchos partidos y movimientos no será posible recoger, en mes y medio, una gran cantidad de firmas válidas para compensar aquellas que han sido anuladas por el CNE. Hoy por hoy, solamente Alianza País, que presentó en su momento más de un millón de firmas de respaldo, aseguraría reconocimiento e inscripción en el CNE y por lo tanto, no necesitaría ninguna firma adicional. Resulta evidente que la revisión de la autenticidad de las firmas le corresponde al CNE y que si no lo hizo a tiempo y adecuadamente, es decir no hizo bien su trabajo, el primer responsable es Domingo Paredes, y luego los consejeros del CNE. Normalmente, un funcionario público que comete un error u omisión de tal magnitud, y si tuviera algo de vergüenza, debería irse a su casa por su manifiesta ineptitud. Pero no sólo que salió a proclamar su inocencia al estilo “yo no fui, fue teté” sino que también lo hizo el Presidente Correa, quien inculpó a “esa mafias políticas, sin ética ni apoyo popular, que contrataron empresas proveedoras de firmas”. También el Fiscal General y el Presidente de la Asamblea exculparon a Paredes antes de iniciar la investigación. Luego de las respectivas investigaciones, si se prueba que determinados partidos o movimientos políticos falsificaron firmas deben ser sancionados con todo el rigor de la ley. Lo mismo si se prueba que adquirieron bases de datos con firmas de ciudadanos que nunca rubricaron su apoyo. Lo que por supuesto no debería eximir de sus responsabilidades a los miembros del CNE.